Platero y tú (Novela) Homenaje a Juan Ramón Jiménez Mantecón.
Publicado en Jul 21, 2012
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Platero y tú vais por la sombra. A ambos lados del camino los alberchigueros están acompañando vuestro silencio. De vez en cuando, los gorriones os mandan el saludo del pueblo; algo así como un sueño se queda colgando entre las ramas y allá, en la iglesia del pueblotá el reloj del campanario recitando su mñusics. Sí. Hasta ocho veces han sonado las horas. 
- ¡Vamos, Platero!
Y él, bajo los primeros rayos del naciente sol, comienza de nuevo a caminar. 
La mañana ha llegado con su fiesta de juego de luces. Las claridades son como recuerdos de aquella tu alegre infancia mientras, al entrar por las primeras callejuelas, un grupo de niños y niñas se acercan para acariciar a Platero. Platero tiene una forma de mirar tan sincera, tan noble, tan sin malicia alguna, que deja hacer que los niños y las niñas sueñen que es el caballo del Cid. Pero Platero sabe que no es necesario ser más importante sino más pacífico; porque la paz de la mañana alumbra las calllejuelas del pueblo sin tener que combatir contra nada.
- ¿Cómo se llama? -pregunta una niña.
- Platero. Se llama Platero. 
Un hombre se acerca, agarra la mano de la niña... y ambos se pierden en dirección a la iglesia donde ya hay grupos de persoans. Algunos y algunas entran con decisión. Otros se quedan fumando en la puerta. Tú le das unas palmadas cariñosas a Platero y seguís hacia adelante. Camináis. Siempre camináis...
Cuando, a las diez de la mañana, el sol empieza a empapar de sudor tu rostro, te encuentras las casas humildes de aquello que es como un desesperado grito de conciencia. A tu conciencia llega la imagen de los niños pobres que asoman sus cabezas para veros pasar. Hasta que, uno de ellos, que es cojo por culpa de alguna tragedia que desconocéis, sale en dirección hacia Platero. 
Con un vacilante caminar, renqueando su pierna dañada, que arrastra por el suelo arenoso, lleva unos zapatos raídos por el viento de su solitaria infancia. Nadie quiere jugar con el niño cojo. 
- Me parece que tiene hambre.
- No. Platero siempre come lo que quiere gracias a Dios. 
- ¿Y yo? ¿Cuándo puedo comer yo lo que quiero?
El reloj marca las diez y diez de la mañana y entra en la aldea un caballero, jinete de caballo engalanado.
Un corro de niños y niñas, entre gritos de desesperación, le pide limosnas al duro caballero jinete que ni tan siquiera descabalga para poder escuchar qué es lo que piden, para qué piden unas simples monedas. Al niño cojo ni tan siquiera le ha mirado Una especie de sombra alargada, la del jinete y caballo, se prolonga por el suelo. 
- Yo soy la niña del hambrepor culpa de un mal querer.
Sí. Está cantando una de aquellas niñas pobres. Tú ayudas al niño cojo a subir a los lomos de Platero que, con paso lento, lleva ahora al niño que sonríe porque sueña, a su manera, que también es un jinete con caballo engalanado. 
- Vamos, Platero. Hay que continuar.
Tú has bajado suavemente al niño cojo y has metido tu mano derecha en el bolsillo de tu pantalón, has sacado un pequeño montón de monedas y se las has regalado a la niña nacida de un mal querer. En las arenas de la cercana playa lucen su sonrisa las gaviotas que vuelan, gráciles y como silueteando figuras imaginarias, por encima de algunos barcos de pesca. El sonido de una graja hiere el silencio de vuestro caminar. Las gallinas están picoteando los granos de trigo. Y tú sigues recordando aquella infancia en que jugabas entre las jarcias, el grupo de instrumentos y redes de pesca de la barca de tu amigo El Chanquete, recordando aquellos veranos de cielo azul; cuando las  blancas olas se rompían mansamente y besaban el viejo cascarón de la barca. El azul llenaba tu conciencia de una sensación de paz. 
Vais, los dos al unísono caminar, mirando los olivares que tienen el trozo como retorcido para señalar que, en algún momento, van a dar las aceitunas. Y un color de verde aceituna se refleja en las hierbas haciendo que pienses en aquellas horas de las siestas infantiles, cuando tú escribías tus arias tristes, en medio de la soledad sonora del laberinto de las aceitunas maceradas en las tinajas del Tío Ángel. 
Al calentar el sol se tuesta tu rostro que, de repente, te está convirtiendo en uno de esos gitanos caminantes de carretas. Una de ellas se ha cruzado en tu camino y tú te has quitado, ligeramente, el sombrero para saludar. ¡Qué tristes son, a veces, las carretas de los gitanos! pero uno de ellos, desde el interior de ella, canta acompañado de un rasgar de su guitarra. Platero levanta sus dos orejas para escuchar aquel dolor antiguo... y topa, suavemente con su hocico, tu hombro izquierdo, para darte a entender que para algunos seres humanos no existen las fronteras. 
En Moguer, el pequeño rincón del universo donde viniste al mundo, hay fiesta esta noche pero tú sigues adelante, alejándote hacia esa frontera invisible.
Tú vas despacio caminando. Vas siendo poeta de ti mismo. Poeta de tu soledad: "…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando. Y se quedará mi huerto con su verde árboly con su pozo blanco. Todas las tardes el cielo será azul y plácido, y tocarán, como esta tarde están tocando, las esquilas del campanario. Se morirán los que me amaron y el pueblo se hará nuevo cada año; y lejos del bullicio distinto, sordo, raro del domingo cerrado, del coche de las cinco, de las barcas del baño, en el rincón oculto de mi huerto encalado, entre la flor, mi espíritu errará callando. Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido… Y se quedarán los pájaros cantando".
- Platero... ¡qué soledad!
Te haces poeta de la soledad y yo te acompaño con la mía. Me hago poeta compañía: "Soy Nadie en tierra de otros. Me miran y me escondo como cervatillo asustado, con mis ojos llenos de miedo por lo que está pasando a mi alrededor desconocido. Soy Nadie fuera de mi patria, sin manos que me acaricien, sin palabras que me animen. Soy Nadie en esta nada madre, en esta nada familia en que sobrevivo con migajas de trabajos temporales… sin posibilidad de crecer en medio de la Soledad que me acrecienta las distancias. Soy Nadie que busca un cielo donde esconder mis ocultos sueños. Un cielo raso y sin estrellas porque no las puedo imaginar. Soy Nadie en busca de consuelo en forma de mirada, de caricia, de palabra amistosa. Soy Nadie en medio de la Niebla".
Una ligera niebla funde el espacio con la misteriosa luz del sol. Un gato nos mira con ojos de agua. Platero trota, alegre, y tú continúas el camino mientras la luz de los ojos del gato se pierde entre el cañaveral. Son las quince en las horas del cielo.
Suenan, de nuevo, las aladas horas sutiles del reloj del campanario de la iglesia. Son las tres de la tarde mientras Platero y tú entráis en la historia de las tierras. Hora de almorzar en la cantina que huele a tabaco y caña de vino tinto. Aromas de un vivir acompasado con la línea quebrada de los aleros donde las golondrinas han encontrado un refugio para sus anhelos. Platero, dócil, suave, de talante campechano... cual voluta de la existencia, muerde el heno que le ha regalado una grácil mano femenina
En la taberna tú te vuelves filósofo de los versos encadenados entre la vida y aquel horizonte en que tu mirada se pierde y escribes... siempre escribes versos tú en los papeles que guardas para quien quiera tener un poco de esperanza. 
Durmiendo la siesta están los tiestos del patio interior y la rosaleda se llena de colores mientras la parra se enrosca a sí misma; trepando como el anhelo de la mujer que se te queda mirando a tus ojos mientras tu pluma escribe sobre el papel amarillo; ese papel que está quedando en la historia como el suspiro de tus versos. El color membrillo de las paredes recién enjabelgadas como si fueran firmes propuestas para el resol del atardecer te hace pensar. Y piensas mientras, con los ojos abiertos, sueñas ese momento en que Platero te llame, ansioso por seguir el camino, para enzarzar los pasos humanos con su pequeño trote circulando siempre por caminos con luz. 
Platero no es de los gamonales. Tampoco Platero es de los señores cortijeros. Platero pertenece a ese universo de las plantas campestres que, irisadas por los rayos del sol, esparcen sus aromas de romero, de tomillo, de verbenas y ajedreas mientras, alguien, en el interior del cercano cortijo, juega ajedrez con su primogénito y en las ventanas se asoman las mujeres morenas para veros pasar.
Engalanadas con sus vestidos de lunares, las mozas pasan e, inevitablemente, acarician la noble y suave cabeza de Platero. Este níveo Platero que parece haber llegado a tu vida desde las cumbres de Sierra Nevada.
Va cayendo la tarde. En las viñas los hombres se ocupan de recoger los racimos y, sin ninguna otra razón más que aliviar un poco el sopor, los vendimiadores os ofrecen la oportunidad de probar. Tú eliges algunas que sirven para sentirte más unido a él. La lengua de Platero se llena de estrellas de color morado. 
- ¡La luna! ¡La luna! ¡La luna!
Delante está el sol que se esconde, fugitivo del atardecer, entre la cordillera montañosa y la luna te hace alzar la mirada recordando historias vividas en otros atardeceres de la infancia. Color añil el cielo. A tu memoria llega la imagen de los zócalos de las fachadas pintadas -pintura de poetas del pueblo- de cal. Alguno de ellos escribió, un día de enamoramiento repentino, que "tus ojos son el pleamar de mi existencia". Y se te quedó grabado en el alma...
Y queda allá, a lo lejos, el grito de los arrieros que regresan a la aldea donde la fuente gorgorita suelta su chorro de ilusiones que una muchacha recoge en el botijo.
- ¡La luna! ¡La luna!
Subido sobre tu Platero -plata de luna en los ojos de las mujeres- pasas por entre los gitanos y de nuevo te acompaña mi sentir.
"Entre albérchigos y ciruelas se serenaba el atardecer... y después, al parecer, sonaron las castañuelas bajo la luna de miel. !Gitanos en la plazuela de un pueblo al anochecer! Canté todos los nocturnos cantes jondos del querer como quejíos profundos en el centro de mi ser. Había luna en las callejuelas y en el patio del Manuel bailaban las gitanuelas(en su cabello un clavel), y en medio de las hogueras mi cuerpo sació su sed. Y bebí... bebí de los hidromieles del mundo que aquel ravel centelleaba en las pielesde aceituna y cascabel".
Ahora las campanas suenan a hora de rosario. Platero respira el aire fresco que baja, arremolinado entre el jaleo, de la lejana sierra. Ninguna copla se queda quieta en el corazón de las muchachas morenas de piel trigueña entre sueño y sueño. Es necesario conquistar territorios al amor.
San Juan. Se encienden las hogueras de San Juan. Quizás, en tu continuo y contiguo caminar, estás pensando en las Américas. Otro destino. Otro horizonte más allá de las olas. Posiblemente este domingo de las hogueras de San Juan llevan tus soledades a San Juan de Puerto Rico. En el puerto de Moguer las gaviotas vuelan para enviarte sus mensajes alados. ¡Pon alas a tu fantasía y hazte salvador de la nostalgia!
El alba neblinosa se refleja en los ojos opalinos de Platero que, bajo el nudoso alcornoque, te mira invitándote a seguir sintiendo. 
Antes de que te levantes te invito a la Literatura: "¿Por qué veía siempre la luz de tus ojos encendida entre el cielo y el mar?. ¿Por qué viniste a salvar mi ayer a la playa solitaria donde mi cuerpo yacía sin alientos?. No respondas todavía. Déjame seguir soñando tu voz transformada en caracola amorosa mientras yo recojo las palabras en el escenario de mis sueños. Sólo sé, y no me es necesario saber más, que hoy estás aquí, regalándome trozos de mundo para hacerme saber y sentir que empiezo mi vida de nuevo cada día que amanezco junto a ti y, en medio de las olas, tú me relatas cuentos de sirenas enloqueciendo a los marineros. Acércate. Acércate a mí un poquito más... para que yo note tu acento como un sentimiento perfumado mientras sigues contándome relatos que van más allá del horizonte extremo de las cosas. En la otra costa, en la del más allá, siempre seguiré teniéndote a mi lado en el sueño de todas las eternidades". 
A veces escribimos, como locos, fantasïas para una mujer. Pero no son nada más que las realidades de los viajeros. Y te levantas. Y acaricias a ese tu Platero que ya está en pie, esperando a que le permitas ser, una vez más, poema del caminante. Un caminante se acerca y te pregunta por el corazón. ¿El corazón? ¿Cuál es el verdadero corazón de un poeta? Quizás irse muy lejos para sentir más de cerca las tierras amadas, las aldeas amadas, los pueblos amados y esa ciudad amada que siempre está allí, latiendo en el centro conjuntivo de esta brisa que hace remolinos de plata en el cuerpo blanco de Platero. 
Sigo acompañando tu silencio: "Juego con todo el corazón apostado al idéntico marcapasos de la mariposa azul que habita en tu mirada. Noto que no te escaparás de nuevo para volver desnuda de sentires toda la semana. Hoy no te escaparás desprovista de alimento. Temblando con todas las maneras de tenerte han pasado los segundos y te necesito más que en cualquier otro momento; porque para perderme o desaparecer en este tiempo enemigo sólo un par de palabras me son más que suficientes: tormenta contigo". ¿Quién es la que te crea tormentas en el corazón? Sé que se llama Zenobia. Sé que es el orgullo de su padre y, por eso, te expresas por medio de la perseverancia de esas pequeñas gotas -lágrimas de amor en la tormenta- que tanto enervan el pelo encrespado de tu Platero.
Ha llegado el llover y las aguas se deslizan por los tejados hasta adornar el suelo resbalando por los cangilones. Quizás se te resbale una pequeña lágrima.
Otra vez la lluvia. Esa lluvia que crea expresiones envueltas en la magia de sus misterios. Platero huele las húmedas arboledas y, caminando despacio, te conlleva hacia esa salvación llamada presencia; esa especie de sentimiento amigo que hace que un corazón humano sepa que está acompañado por otro corazón.
Vuelvo a rescatar tu nostalgia: "No solo te pido la nostalgia sino que, envuelto en el crepúsculo de los adioses, te pido un instante de pensamientos anaranjados por el atardecer de los pleamares para tratar de definir este espacio de enigmas y de cromáticas ausencias que me hacen sentir" 
"Una bella princesa rodeada de cisnes en un lago azul donde las ondas reflejaban su cuerpo lánguido y misterioso. No solo te pido la nostalgia sino ese beso florecido en las mañanas que, al cuajar la escarcha sobre las flores, me debes como promesa de sinfonía inacabada". 
"Que más allá de todos los recuerdos tu boca es un oasis para mi existencia. No sólo te pido la nostalgia sino tu cuerpo convertido en realidad. Una realidad mistérica pero viviente. Una realidad mágica pero verdadera. Una realidad forjada a través del sueño anterior. Una realidad, en fin, forjada a golpes de vivencias". Y recorres la distancia entre la antigua frontera y este nuevo espacio sin final...
Rosas. Rosas. Más rosas. Se escucha el platicar, con los paraguas abiertos, de las mujeres junto al brocal del pozo cuanto Platero y tú buscáis cobijo bajo algún alero y allí, junto al ruido del herrero, Platero siente la lejana historia de su especie; allá en aquella Antigua Nubia y los gitanos somalíes. Las gentes del pueblo se aperciben de que sois dos soñadores: uno que busca un porqué a su nostalgia; el otro porque sabe acompañar ese porqué. Vuestras figuras, damasquinas por insólitas, se enmarcan bajo el portalón de la madera vieja que huele a recién barnizada.
Platero alza la cabeza y sigue mirando a todas partes por ver sin en el color blanco del amanecer el cielo se desborda anegando tu mirada y tú, como diciendo algo en voz muy baja, vuelves a silbar para que Platero se acerque a ti. Piensas en voz baja. Sueñas en voz baja. ¿Qué harás ya con tantas rosas que te han regalado?
Con las rosas caminas y yo acompaño ese sentir: "En torno al marcharte en el olvidola misma transparencia de las voces. No tienen nombre los caminos. El aire inmenso se antepone. Allí, junto al ruido de los nidos, se espesa algo que repones con el jugo exacto de lo vivo como canto de soñadas noches. Obediente al ardor de un albedríola fuente nueva de inocentes bronces, el alma inquieta en su delirio y los nuevos sentidos con sus goces. Por el tiempo de luz del suave río ciegamente se siente que reconoces el afán de seguir junto al sembrío con los ratos inaccesibles y precoces. ¿Te acuerdas de los sueños permanecidos en las noches lejanas de los bordes en que el agua troquelaba remolinos en el baño tembloroso de las doce?. Hoy el reloj de la vida se ha dormido en las rosas lacias del salobre mar abierto de los mil destinos del lejano poeta que conoces".
De los breves momentos hay uno -el más desconocido- que, reflejado por la luz que se cuela entre los árboles de la alameda, es el que te convierte en poeta más allá de los tejados donde las golondrinas se despiden de ti... y Platero, un poco asustado por las sombras, se arrima a tu lado y camina. Caminan despacio las hormigas buscando su siempre afán de trabajadoras.
Trabajan ya los campesinos y el constante y más puro silencio se te vuelve pensamiento que te traspaso yo de mí: "Es en el silencio de todas las cosas donde encontramos siempre el lenguaje exacto de todas las verdades". Tú buscas en el lenguaje silencioso de Platero esas verdades que los hombres no saben explicarte bien. Quizás esas rosas que llevas en tu mano izquierda sea lo que responda en el ambiente cálido del despertar. Más cielo. Más aire. Más mañana para seguir. Bellas cosas para descubrir el misterio de tu caminar.   
Entre los pinares caminas con el alma enlazada en aquella marisma que se queda atrás; allá en los recuerdos de Moguer. Tú jugando, entre los pinos piñoneros, los matorrales de las jaras, los lentiscos, los palmitos, los jaguarzos… en ese tu ámbito inmemorial -infancia de sensaciones- habitado por lagartos, conejos, jabalíes, nutrias, garzas reales e imperiales, patos cucharas, garcillas bueyeras, calamones... asustándote como un niño que, temerario y curioso, subías las cuestas para ver los días más hundidos en tu percepción (tardes asomadas al borde del abismo) para encontrar el ocaso grana de las puestas de sol mientras, sentado en el caballo, hallabas informaciones detalladas en la distancia, con el tiempo acorde con tu corazón, añadiendo sinfonías al paisaje; sorprendido en esa perenne costumbre de poder elegir tu itinerario de imágenes reales y sus montañas, valles y llanuras a escala real; pero diminutamente pequeñas desde la cima. 
Ahora caminas, abriendo paso a Platero, por horizontes que se acunan en la campiña; feliz porque oyes cantar a las muchachas cogiendo naranjas y pides una para que Platero siga con sus sueños. ¿Qué soñará tu Platero cuando observa a las muchachas recogiendo naranjas? Le das la mitad... pero no... a Platero le gustan más las brevas que están cuajando. Y sonríes meditando. Es espléndido ser filósofo autodidacta. Te dejo una frase recordada: "El espacio vital de un ser humano es el conjunto total de todas sus ideas que forman su propio universo particular. Lo podemos definir como su personalidad y es el que le hace unívoco y diferente a cualquier otro ser humano. No tiene límites y es la fuente donde beben todos sus pensamientos y todos sus sentimientos". Y es que Platero, cuando bebe de los riachuelos, también es filósofo. 
Entras ahora en la dehesa; ese bosque claro de encinas o alcornoques donde la actividad del hombre es intensa.
- ¿Qué te pasa, Platero?
Tu Platero ha levantado ligeramente su mano de plata, su pata derecha, para señalar que hay algo, sin peso pero con dolor, que no le deja caminar alegre. Sin tocar con el casco en el suelo te la enseña.
Te envío su liviano mensaje: "Sentir un poco el dolor de la sensación de pertenecer a las esperanzas surgidas de su escondite latente... Crear, poco a poco, este sentir que llamamos estadía. Estadía ¿en dónde?. Estadía en algunas de esas estaciones en que, diariamente, tomamos el tren de las dimensiones ocultas de nuestro doliente, dolido, doloroso interior, para salir a la superficie y plasmar sentimientos de presencia; soltando relámpagos de inquietos sueños antes de aterrizar en la autopista de todos los viandantes".
Recoges la pata tierna de tu Platero, le sacas la espina y después, cojeando levemente él y tú al compás de su sufriente caminar, sigues adelante porque el dolor ya está pasando...
Si tuviéramos que cantar al dolor tú, amigo Juan Ramón Jiménez, y yo... ¡cuántos sentirían nuestras almas!. Cantar a ese dolor que penetra, san saber por qué, en los sentidos que, al caminar, vamos dejando que se los lleve el viento. Sopla el viento y  Platero se detiene un instante fugaz. Necesita ese breve descanso que todos quienes sentimos ese dolor necesitamos. Y te vuelves a recoger en ti mismo.
Te haces, nuevamente y por enésima vez, poeta de tu interior mientras Platero se tumba en la verde hierba: "Este dolor me lo he buscado yo; ¿Entre mis rosas, lo tendría? ¡No! ¡Ay! La costumbre lamentable de buscar entre la sombra un por qué.Era bella, era fresca, pero muy distinta, por sus soles, de mí. Y me llenó de sol y labios. ¡Ah! y mi alma no puede olvidarla ya. Este dolor me lo he buscado yo; ¿Entre mis rosas, lo tendría? ¡No!". Y es que, como bien sabes por ser anatomía de lo humano, existen dolores que ni tan siquiera nos pertenecen... pero los hacen nuestros; los hacen a pesar de nosotros. 
Bajo la luz de los rayos del sol, Platero se reincorpora porque la herida no es ni tan siquiera una herida sino el sentimiento que se le ha quedado, florido y soñoliento, mirando hacia el infinito del horizonte blanco y azul. Suena una campana. 
Platero y tú vais por la sombra. A ambos lados del camino, los alberchigueros están acompañando vuestro silencio. De vez en cuando, los gorriones os mandan el saludo de Dios y vosotros, ligeros de esperanzas abiertas bajo la incipiente luz del amanecer, camináis observando el algodón de las nubes. Platero te mira, de vez en cuando, agradeciendo tu manera de ser.
Y le dejas suelto, alegre, vivaz... mientras en el pueblo ya han despertado las aguas del riachuelo donde Platero bebe, placentero, para calmar la sed de sus sueños. ¿Tiene sueños Platero? Tú respondes con una sonrisa amable y las flores se abren lentamente... lentamente... bajo el sonido del murmullo del agua. Quizás en la mente de Platero exista el porqué de tu caminar...
Es hora de entrar al pueblo, al blanco pueblo onubense que, recogido en sí mismo, comienza a despertar. El olor del pan reciente te llega desde lejos; pero Platero, ajeno a los disturbios y las algarabías, está comiendo higos maduros...
Es la sombra el cobijo donde, bajo la higuera, has dejado el sombrero solamente para refrescar tu memoria. Y en tu memoria te ves como niño jugando en las callejas del pueblo; algo así como un sueño se queda colgando entre las ramas y allá, en la iglesia del pueblo, está el reloj del campanario recitando su música. Si. Hasta ocho veces han sonado las horas. 
- ¡Vamos, Platero!
Y él, bajo los primeros rayos del naciente sol comienza de nuevo a caminar.
La mañana ha llegado con su fiesta de juego de luces. Las claridades son como recuerdos de aquella tu alegre infancia mientras, al entrar por las primeras callejuelas, un grupo de niños y niñas se acercan para acariciar a Platero. Platero tiene una forma de mirar tan sincera, tan noble, tan sin malicia alguna, que deja hacer que los niños y las niñas sueñen que es el caballo del Cid. Pero Platero sabe que no es necesario ser más importante sino más pacífico; porque la paz de la mañana alumbra las callejuelas del pueblo sin tener que combatir contra nadie. 
- ¿Cómo se llama? -pregunta una niña.
- Platero. Se llama Platero. 
Un hombre se acerca, agarra la mano de la niña... y ambos se pierden en dirección a la iglesia donde ya hay grupos de personas. Algunos y algunas entran con decisión. Otros se quedan fumando en la puerta. Tú le das unas palmadas cariñosas a Platero y seguís hacia adelante. Camináis. Siempre camináis...
Cuando, a las diez de la mañana, el sol empieza a empapar de sudor tu rostro, te encuentras las casas humildes de aquello que es como un desesperado grito de conciencia. A tu conciencia llega la imagen de los niños pobres que asoman sus cabezas para veros pasar. Hasta que, uno de ellos, que es cojo por culpa de alguna tragedia que desconocéis, sale en dirección hacia Platero. 
Con un vacilante caminar, renqueando su pierna dañada, que arrastra por el suelo arenoso, lleva unos zapatos raídos por el viento de su solitaria infancia. Nadie quiere jugar con el niño cojo. 
- Me parece que tiene hambre.
- No. Platero siempre come lo que quiere gracias a Dios. 
- ¿Y yo? ¿Cuándo puedo comer yo lo que quiero?
El reloj marca las diez y diez de la mañana y entra en la aldea un caballero, jinete de caballo engalanado.
Un corro de niños y niñas, entre gritos de desesperación, le pide limosnas al duro caballero jinete que ni tan siquiera descabalga para poder escuchar qué es lo que piden, para qué piden unas simples monedas. Al niño cojo ni tan siquiera le ha mirado Una especie de sombra alargada, la del jinete y caballo, se prolonga por el suelo. 
- Yo soy la niña del hambrepor culpa de un mal querer.
Sí. Está cantando una de aquellas niñas pobres. Tú ayudas al niño cojo a subir a los lomos de Platero que, con paso lento, lleva ahora al niño que sonríe porque sueña, a su manera, que también es un jinete con caballo engalanado. 
- Vamos, Platero. Hay que continuar.
Tú has bajado suavemente al niño cojo y has metido tu mano derecha en el bolsillo de tu pantalón, has sacado un pequeño montón de monedas y se las has regalado a la niña nacida de un mal querer. En las arenas de la cercana playa lucen su sonrisa las gaviotas que vuelan, gráciles y como silueteando figuras imaginarias, por encima de algunos barcos de pesca. El sonido de una graja hiere el silencio de vuestro caminar. Las gallinas están picoteando los granos de trigo. Y tú sigues recordando aquella infancia en que jugabas entre las jarcias, el grupo de instrumentos y redes de pesca de la barca de tu amigo El Chanquete, recordando aquellos veranos de cielo azul; cuando las  blancas olas se rompían mansamente y besaban el viejo cascarón de la barca. El azul llenaba tu conciencia de una sensación de paz. 
Vais, los dos al unísono caminar, mirando los olivares que tienen el trozo como retorcido para señalar que, en algún momento, van a dar las aceitunas. Y un color de verde aceituna se refleja en las hierbas haciendo que pienses en aquellas horas de las siestas infantiles, cuando tú escribías tus arias tristes, en medio de la soledad sonora del laberinto de las aceitunas maceradas en las tinajas del Tío Ángel. 
Al calentar el sol se tuesta tu rostro que, de repente, te está convirtiendo en uno de esos gitanos caminantes de carretas. Una de ellas se ha cruzado en tu camino y tú te has quitado, ligeramente, el sombrero para saludar. ¡Qué tristes son, a veces, las carretas de los gitanos! pero uno de ellos, desde el interior de ella, canta acompañado de un rasgar de su guitarra. Platero levanta sus dos orejas para escuchar aquel dolor antiguo... y topa, suavemente con su hocico, tu hombro izquierdo, para darte a entender que para algunos seres humanos no existen las fronteras. 
En Moguer, el pequeño rincón del universo donde viniste al mundo, hay fiesta esta noche pero tú sigues adelante, alejándote hacia esa frontera invisible.
Tú vas despacio caminando. Vas siendo poeta de ti mismo. Poeta de tu soledad: "…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando. Y se quedará mi huerto con su verde árboly con su pozo blanco. Todas las tardes el cielo será azul y plácido, y tocarán, como esta tarde están tocando, las esquilas del campanario. Se morirán los que me amaron y el pueblo se hará nuevo cada año; y lejos del bullicio distinto, sordo, raro del domingo cerrado, del coche de las cinco, de las barcas del baño, en el rincón oculto de mi huerto encalado, entre la flor, mi espíritu errará callando. Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido… Y se quedarán los pájaros cantando".
- Platero... ¡qué soledad!
Te haces poeta de la soledad y yo te acompaño con la mía. Me hago poeta compañía: "Soy Nadie en tierra de otros. Me miran y me escondo como cervatillo asustado, con mis ojos llenos de miedo por lo que está pasando a mi alrededor desconocido. Soy Nadie fuera de mi patria, sin manos que me acaricien, sin palabras que me animen. Soy Nadie en esta nada madre, en esta nada familia en que sobrevivo con migajas de trabajos temporales… sin posibilidad de crecer en medio de la Soledad que me acrecienta las distancias. Soy Nadie que busca un cielo donde esconder mis ocultos sueños. Un cielo raso y sin estrellas porque no las puedo imaginar. Soy Nadie en busca de consuelo en forma de mirada, de caricia, de palabra amistosa. Soy Nadie en medio de la Niebla".
Una ligera niebla funde el espacio con la misteriosa luz del sol. Un gato nos mira con ojos de agua. Platero trota, alegre, y tú continúas el camino mientras la luz de los ojos del gato se pierde entre el cañaveral. Son las quince en las horas del cielo.
Suenan, de nuevo, las aladas horas sutiles del reloj del campanario de la iglesia. Son las tres de la tarde mientras Platero y tú entráis en la historia de las tierras. Hora de almorzar en la cantina que huele a tabaco y caña de vino tinto. Aromas de un vivir acompasado con la línea quebrada de los aleros donde las golondrinas han encontrado un refugio para sus anhelos. Platero, dócil, suave, de talante campechano... cual voluta de la existencia, muerde el heno que le ha regalado una grácil mano femenina
En la taberna tú te vuelves filósofo de los versos encadenados entre la vida y aquel horizonte en que tu mirada se pierde y escribes... siempre escribes versos tú en los papeles que guardas para quien quiera tener un poco de esperanza. 
Durmiendo la siesta están los tiestos del patio interior y la rosaleda se llena de colores mientras la parra se enrosca a sí misma; trepando como el anhelo de la mujer que se te queda mirando a tus ojos mientras tu pluma escribe sobre el papel amarillo; ese papel que está quedando en la historia como el suspiro de tus versos. El color membrillo de las paredes recién enjabelgadas como si fueran firmes propuestas para el resol del atardecer te hace pensar. Y piensas mientras, con los ojos abiertos, sueñas ese momento en que Platero te llame, ansioso por seguir el camino, para enzarzar los pasos humanos con su pequeño trote circulando siempre por caminos con luz. 
Platero no es de los gamonales. Tampoco Platero es de los señores cortijeros. Platero pertenece a ese universo de las plantas campestres que, irisadas por los rayos del sol, esparcen sus aromas de romero, de tomillo, de verbenas y ajedreas mientras, alguien, en el interior del cercano cortijo, juega ajedrez con su primogénito y en las ventanas se asoman las mujeres morenas para veros pasar.
Engalanadas con sus vestidos de lunares, las mozas pasan e, inevitablemente, acarician la noble y suave cabeza de Platero. Este níveo Platero que parece haber llegado a tu vida desde las cumbres de Sierra Nevada.
Va cayendo la tarde. En las viñas los hombres se ocupan de recoger los racimos y, sin ninguna otra razón más que aliviar un poco el sopor, los vendimiadores os ofrecen la oportunidad de probar. Tú eliges algunas que sirven para sentirte más unido a él. La lengua de Platero se llena de estrellas de color morado. 
- ¡La luna! ¡La luna! ¡La luna!
Delante está el sol que se esconde, fugitivo del atardecer, entre la cordillera montañosa y la luna te hace alzar la mirada recordando historias vividas en otros atardeceres de la infancia. Color añil el cielo. A tu memoria llega la imagen de los zócalos de las fachadas pintadas -pintura de poetas del pueblo- de cal. Alguno de ellos escribió, un día de enamoramiento repentino, que "tus ojos son el pleamar de mi existencia". Y se te quedó grabado en el alma...
Y queda allá, a lo lejos, el grito de los arrieros que regresan a la aldea donde la fuente gorgorita suelta su chorro de ilusiones que una muchacha recoge en el botijo.
- ¡La luna! ¡La luna!
Subido sobre tu Platero -plata de luna en los ojos de las mujeres- pasas por entre los gitanos y de nuevo te acompaña mi sentir.
"Entre albérchigos y ciruelas se serenaba el atardecer... y después, al parecer, sonaron las castañuelas bajo la luna de miel. !Gitanos en la plazuela de un pueblo al anochecer! Canté todos los nocturnos cantes jondos del querer como quejíos profundos en el centro de mi ser. Había luna en las callejuelas y en el patio del Manuel bailaban las gitanuelas(en su cabello un clavel), y en medio de las hogueras mi cuerpo sació su sed. Y bebí... bebí de los hidromieles del mundo que aquel ravel centelleaba en las pielesde aceituna y cascabel".
Ahora las campanas suenan a hora de rosario. Platero respira el aire fresco que baja, arremolinado entre el jaleo, de la lejana sierra. Ninguna copla se queda quieta en el corazón de las muchachas morenas de piel trigueña entre sueño y sueño. Es necesario conquistar territorios al amor.
San Juan. Se encienden las hogueras de San Juan. Quizás, en tu continuo y contiguo caminar, estás pensando en las Américas. Otro destino. Otro horizonte más allá de las olas. Posiblemente este domingo de las hogueras de San Juan llevan tus soledades a San Juan de Puerto Rico. En el puerto de Moguer las gaviotas vuelan para enviarte sus mensajes alados. ¡Pon alas a tu fantasía y hazte salvador de la nostalgia!
El alba neblinosa se refleja en los ojos opalinos de Platero que, bajo el nudoso alcornoque, te mira invitándote a seguir sintiendo. 
Antes de que te levantes te invito a la Literatura: "¿Por qué veía siempre la luz de tus ojos encendida entre el cielo y el mar?. ¿Por qué viniste a salvar mi ayer a la playa solitaria donde mi cuerpo yacía sin alientos?. No respondas todavía. Déjame seguir soñando tu voz transformada en caracola amorosa mientras yo recojo las palabras en el escenario de mis sueños. Sólo sé, y no me es necesario saber más, que hoy estás aquí, regalándome trozos de mundo para hacerme saber y sentir que empiezo mi vida de nuevo cada día que amanezco junto a ti y, en medio de las olas, tú me relatas cuentos de sirenas enloqueciendo a los marineros. Acércate. Acércate a mí un poquito más... para que yo note tu acento como un sentimiento perfumado mientras sigues contándome relatos que van más allá del horizonte extremo de las cosas. En la otra costa, en la del más allá, siempre seguiré teniéndote a mi lado en el sueño de todas las eternidades". 
A veces escribimos, como locos, fantasïas para una mujer. Pero no son nada más que las realidades de los viajeros. Y te levantas. Y acaricias a ese tu Platero que ya está en pie, esperando a que le permitas ser, una vez más, poema del caminante. Un caminante se acerca y te pregunta por el corazón. ¿El corazón? ¿Cuál es el verdadero corazón de un poeta? Quizás irse muy lejos para sentir más de cerca las tierras amadas, las aldeas amadas, los pueblos amados y esa ciudad amada que siempre está allí, latiendo en el centro conjuntivo de esta brisa que hace remolinos de plata en el cuerpo blanco de Platero. 
Sigo acompañando tu silencio: "Juego con todo el corazón apostado al idéntico marcapasos de la mariposa azul que habita en tu mirada. Noto que no te escaparás de nuevo para volver desnuda de sentires toda la semana. Hoy no te escaparás desprovista de alimento. Temblando con todas las maneras de tenerte han pasado los segundos y te necesito más que en cualquier otro momento; porque para perderme o desaparecer en este tiempo enemigo sólo un par de palabras me son más que suficientes: tormenta contigo". ¿Quién es la que te crea tormentas en el corazón? Sé que se llama Zenobia. Sé que es el orgullo de su padre y, por eso, te expresas por medio de la perseverancia de esas pequeñas gotas -lágrimas de amor en la tormenta- que tanto enervan el pelo encrespado de tu Platero.
Ha llegado el llover y las aguas se deslizan por los tejados hasta adornar el suelo resbalando por los cangilones. Quizás se te resbale una pequeña lágrima.
Otra vez la lluvia. Esa lluvia que crea expresiones envueltas en la magia de sus misterios. Platero huele las húmedas arboledas y, caminando despacio, te conlleva hacia esa salvación llamada presencia; esa especie de sentimiento amigo que hace que un corazón humano sepa que está acompañado por otro corazón.
Vuelvo a rescatar tu nostalgia: "No solo te pido la nostalgia sino que, envuelto en el crepúsculo de los adioses, te pido un instante de pensamientos anaranjados por el atardecer de los pleamares para tratar de definir este espacio de enigmas y de cromáticas ausencias que me hacen sentir" 
"Una bella princesa rodeada de cisnes en un lago azul donde las ondas reflejaban su cuerpo lánguido y misterioso. No solo te pido la nostalgia sino ese beso florecido en las mañanas que, al cuajar la escarcha sobre las flores, me debes como promesa de sinfonía inacabada". 
"Que más allá de todos los recuerdos tu boca es un oasis para mi existencia. No sólo te pido la nostalgia sino tu cuerpo convertido en realidad. Una realidad mistérica pero viviente. Una realidad mágica pero verdadera. Una realidad forjada a través del sueño anterior. Una realidad, en fin, forjada a golpes de vivencias". Y recorres la distancia entre la antigua frontera y este nuevo espacio sin final...
Rosas. Rosas. Más rosas. Se escucha el platicar, con los paraguas abiertos, de las mujeres junto al brocal del pozo cuanto Platero y tú buscáis cobijo bajo algún alero y allí, junto al ruido del herrero, Platero siente la lejana historia de su especie; allá en aquella Antigua Nubia y los gitanos somalíes. Las gentes del pueblo se aperciben de que sois dos soñadores: uno que busca un porqué a su nostalgia; el otro porque sabe acompañar ese porqué. Vuestras figuras, damasquinas por insólitas, se enmarcan bajo el portalón de la madera vieja que huele a recién barnizada.
Platero alza la cabeza y sigue mirando a todas partes por ver sin en el color blanco del amanecer el cielo se desborda anegando tu mirada y tú, como diciendo algo en voz muy baja, vuelves a silbar para que Platero se acerque a ti. Piensas en voz baja. Sueñas en voz baja. ¿Qué harás ya con tantas rosas que te han regalado?
Con las rosas caminas y yo acompaño ese sentir: "En torno al marcharte en el olvidola misma transparencia de las voces. No tienen nombre los caminos. El aire inmenso se antepone. Allí, junto al ruido de los nidos, se espesa algo que repones con el jugo exacto de lo vivo como canto de soñadas noches. Obediente al ardor de un albedríola fuente nueva de inocentes bronces, el alma inquieta en su delirio y los nuevos sentidos con sus goces. Por el tiempo de luz del suave río ciegamente se siente que reconoces el afán de seguir junto al sembrío con los ratos inaccesibles y precoces. ¿Te acuerdas de los sueños permanecidos en las noches lejanas de los bordes en que el agua troquelaba remolinos en el baño tembloroso de las doce?. Hoy el reloj de la vida se ha dormido en las rosas lacias del salobre mar abierto de los mil destinos del lejano poeta que conoces".
De los breves momentos hay uno -el más desconocido- que, reflejado por la luz que se cuela entre los árboles de la alameda, es el que te convierte en poeta más allá de los tejados donde las golondrinas se despiden de ti... y Platero, un poco asustado por las sombras, se arrima a tu lado y camina. Caminan despacio las hormigas buscando su siempre afán de trabajadoras.
Trabajan ya los campesinos y el constante y más puro silencio se te vuelve pensamiento que te traspaso yo de mí: "Es en el silencio de todas las cosas donde encontramos siempre el lenguaje exacto de todas las verdades". Tú buscas en el lenguaje silencioso de Platero esas verdades que los hombres no saben explicarte bien. Quizás esas rosas que llevas en tu mano izquierda sea lo que responda en el ambiente cálido del despertar. Más cielo. Más aire. Más mañana para seguir. Bellas cosas para descubrir el misterio de tu caminar.   
Entre los pinares caminas con el alma enlazada en aquella marisma que se queda atrás; allá en los recuerdos de Moguer. Tú jugando, entre los pinos piñoneros, los matorrales de las jaras, los lentiscos, los palmitos, los jaguarzos… en ese tu ámbito inmemorial -infancia de sensaciones- habitado por lagartos, conejos, jabalíes, nutrias, garzas reales e imperiales, patos cucharas, garcillas bueyeras, calamones... asustándote como un niño que, temerario y curioso, subías las cuestas para ver los días más hundidos en tu percepción (tardes asomadas al borde del abismo) para encontrar el ocaso grana de las puestas de sol mientras, sentado en el caballo, hallabas informaciones detalladas en la distancia, con el tiempo acorde con tu corazón, añadiendo sinfonías al paisaje; sorprendido en esa perenne costumbre de poder elegir tu itinerario de imágenes reales y sus montañas, valles y llanuras a escala real; pero diminutamente pequeñas desde la cima. 
Ahora caminas, abriendo paso a Platero, por horizontes que se acunan en la campiña; feliz porque oyes cantar a las muchachas cogiendo naranjas y pides una para que Platero siga con sus sueños. ¿Qué soñará tu Platero cuando observa a las muchachas recogiendo naranjas? Le das la mitad... pero no... a Platero le gustan más las brevas que están cuajando. Y sonríes meditando. Es espléndido ser filósofo autodidacta. Te dejo una frase recordada: "El espacio vital de un ser humano es el conjunto total de todas sus ideas que forman su propio universo particular. Lo podemos definir como su personalidad y es el que le hace unívoco y diferente a cualquier otro ser humano. No tiene límites y es la fuente donde beben todos sus pensamientos y todos sus sentimientos". Y es que Platero, cuando bebe de los riachuelos, también es filósofo. 
Entras ahora en la dehesa; ese bosque claro de encinas o alcornoques donde la actividad del hombre es intensa.
- ¿Qué te pasa, Platero?
Tu Platero ha levantado ligeramente su mano de plata, su pata derecha, para señalar que hay algo, sin peso pero con dolor, que no le deja caminar alegre. Sin tocar con el casco en el suelo te la enseña.
Te envío su liviano mensaje: "Sentir un poco el dolor de la sensación de pertenecer a las esperanzas surgidas de su escondite latente... Crear, poco a poco, este sentir que llamamos estadía. Estadía ¿en dónde?. Estadía en algunas de esas estaciones en que, diariamente, tomamos el tren de las dimensiones ocultas de nuestro doliente, dolido, doloroso interior, para salir a la superficie y plasmar sentimientos de presencia; soltando relámpagos de inquietos sueños antes de aterrizar en la autopista de todos los viandantes".
Recoges la pata tierna de tu Platero, le sacas la espina y después, cojeando levemente él y tú al compás de su sufriente caminar, sigues adelante porque el dolor ya está pasando...
Si tuviéramos que cantar al dolor tú, amigo Juan Ramón Jiménez, y yo... ¡cuántos sentirían nuestras almas!. Cantar a ese dolor que penetra, san saber por qué, en los sentidos que, al caminar, vamos dejando que se los lleve el viento. Sopla el viento y  Platero se detiene un instante fugaz. Necesita ese breve descanso que todos quienes sentimos ese dolor necesitamos. Y te vuelves a recoger en ti mismo.
Te haces, nuevamente y por enésima vez, poeta de tu interior mientras Platero se tumba en la verde hierba: "Este dolor me lo he buscado yo; ¿Entre mis rosas, lo tendría? ¡No! ¡Ay! La costumbre lamentable de buscar entre la sombra un por qué.Era bella, era fresca, pero muy distinta, por sus soles, de mí. Y me llenó de sol y labios. ¡Ah! y mi alma no puede olvidarla ya. Este dolor me lo he buscado yo; ¿Entre mis rosas, lo tendría? ¡No!". Y es que, como bien sabes por ser anatomía de lo humano, existen dolores que ni tan siquiera nos pertenecen... pero los hacen nuestros; los hacen a pesar de nosotros. 
Bajo la luz de los rayos del sol, Platero se reincorpora porque la herida no es ni tan siquiera una herida sino el sentimiento que se le ha quedado, florido y soñoliento, mirando hacia el infinito del horizonte blanco y azul. Suena una campana. 
 Platero y tú vais por la sombra. A ambos lados del camino, los alberchigueros están acompañando vuestro silencio. De vez en cuando, los gorriones os mandan el saludo de Dios y vosotros, ligeros de esperanzas abiertas bajo la incipiente luz del amanecer, camináis observando el algodón de las nubes. Platero te mira, de vez en cuando, agradeciendo tu manera de ser.
Y le dejas suelto, alegre, vivaz... mientras en el pueblo ya han despertado las aguas del riachuelo donde Platero bebe, placentero, para calmar la sed de sus sueños. ¿Tiene sueños Platero? Tú respondes con una sonrisa amable y las flores se abren lentamente... lentamente... bajo el sonido del murmullo del agua. Quizás en la mente de Platero exista el porqué de tu caminar...
Es hora de entrar al pueblo, al blanco pueblo onubense que, recogido en sí mismo, comienza a despertar. El olor del pan reciente te llega desde lejos; pero Platero, ajeno a los disturbios y las algarabías, está comiendo higos maduros...
Es la sombra el cobijo donde, bajo la higuera, has dejado el sombrero solamente para refrescar tu memoria. Y en tu memoria te ves como niño jugando en las callejas del pueblo; algo así como un sueño se queda colgando entre las ramas y allá, en la iglesia del pueblo, está el reloj del campanario recitando su música. Si. Hasta ocho veces han sonado las horas. 
- ¡Vamos, Platero!
Y él, bajo los primeros rayos del naciente sol comienza de nuevo a caminar.
La mañana ha llegado con su fiesta de juego de luces. Las claridades son como recuerdos de aquella tu alegre infancia mientras, al entrar por las primeras callejuelas, un grupo de niños y niñas se acercan para acariciar a Platero. Platero tiene una forma de mirar tan sincera, tan noble, tan sin malicia alguna, que deja hacer que los niños y las niñas sueñen que es el caballo del Cid. Pero Platero sabe que no es necesario ser más importante sino más pacífico; porque la paz de la mañana alumbra las callejuelas del pueblo sin tener que combatir contra nadie. 
- ¿Cómo se llama? -pregunta una niña.
- Platero. Se llama Platero. 
Un hombre se acerca, agarra la mano de la niña... y ambos se pierden en dirección a la iglesia donde ya hay grupos de personas. Algunos y algunas entran con decisión. Otros se quedan fumando en la puerta. Tú le das unas palmadas cariñosas a Platero y seguís hacia adelante. Camináis. Siempre camináis...
Cuando, a las diez de la mañana, el sol empieza a empapar de sudor tu rostro, te encuentras las casas humildes de aquello que es como un desesperado grito de conciencia. A tu conciencia llega la imagen de los niños pobres que asoman sus cabezas para veros pasar. Hasta que, uno de ellos, que es cojo por culpa de alguna tragedia que desconocéis, sale en dirección hacia Platero. 
Con un vacilante caminar, renqueando su pierna dañada, que arrastra por el suelo arenoso, lleva unos zapatos raídos por el viento de su solitaria infancia. Nadie quiere jugar con el niño cojo. 
- Me parece que tiene hambre.
- No. Platero siempre come lo que quiere gracias a Dios. 
- ¿Y yo? ¿Cuándo puedo comer yo lo que quiero?
El reloj marca las diez y diez de la mañana y entra en la aldea un caballero, jinete de caballo engalanado.
Un corro de niños y niñas, entre gritos de desesperación, le pide limosnas al duro caballero jinete que ni tan siquiera descabalga para poder escuchar qué es lo que piden, para qué piden unas simples monedas. Al niño cojo ni tan siquiera le ha mirado Una especie de sombra alargada, la del jinete y caballo, se prolonga por el suelo. 
- Yo soy la niña del hambrepor culpa de un mal querer.
Sí. Está cantando una de aquellas niñas pobres. Tú ayudas al niño cojo a subir a los lomos de Platero que, con paso lento, lleva ahora al niño que sonríe porque sueña, a su manera, que también es un jinete con caballo engalanado. 
- Vamos, Platero. Hay que continuar.
Tú has bajado suavemente al niño cojo y has metido tu mano derecha en el bolsillo de tu pantalón, has sacado un pequeño montón de monedas y se las has regalado a la niña nacida de un mal querer. En las arenas de la cercana playa lucen su sonrisa las gaviotas que vuelan, gráciles y como silueteando figuras imaginarias, por encima de algunos barcos de pesca. El sonido de una graja hiere el silencio de vuestro caminar. Las gallinas están picoteando los granos de trigo. Y tú sigues recordando aquella infancia en que jugabas entre las jarcias, el grupo de instrumentos y redes de pesca de la barca de tu amigo El Chanquete, recordando aquellos veranos de cielo azul; cuando las  blancas olas se rompían mansamente y besaban el viejo cascarón de la barca. El azul llenaba tu conciencia de una sensación de paz. 
Vais, los dos al unísono caminar, mirando los olivares que tienen el trozo como retorcido para señalar que, en algún momento, van a dar las aceitunas. Y un color de verde aceituna se refleja en las hierbas haciendo que pienses en aquellas horas de las siestas infantiles, cuando tú escribías tus arias tristes, en medio de la soledad sonora del laberinto de las aceitunas maceradas en las tinajas del Tío Ángel. 
Al calentar el sol se tuesta tu rostro que, de repente, te está convirtiendo en uno de esos gitanos caminantes de carretas. Una de ellas se ha cruzado en tu camino y tú te has quitado, ligeramente, el sombrero para saludar. ¡Qué tristes son, a veces, las carretas de los gitanos! pero uno de ellos, desde el interior de ella, canta acompañado de un rasgar de su guitarra. Platero levanta sus dos orejas para escuchar aquel dolor antiguo... y topa, suavemente con su hocico, tu hombro izquierdo, para darte a entender que para algunos seres humanos no existen las fronteras. 
En Moguer, el pequeño rincón del universo donde viniste al mundo, hay fiesta esta noche pero tú sigues adelante, alejándote hacia esa frontera invisible.
Tú vas despacio caminando. Vas siendo poeta de ti mismo. Poeta de tu soledad: "…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando. Y se quedará mi huerto con su verde árboly con su pozo blanco. Todas las tardes el cielo será azul y plácido, y tocarán, como esta tarde están tocando, las esquilas del campanario. Se morirán los que me amaron y el pueblo se hará nuevo cada año; y lejos del bullicio distinto, sordo, raro del domingo cerrado, del coche de las cinco, de las barcas del baño, en el rincón oculto de mi huerto encalado, entre la flor, mi espíritu errará callando. Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido… Y se quedarán los pájaros cantando".
- Platero... ¡qué soledad!
Te haces poeta de la soledad y yo te acompaño con la mía. Me hago poeta compañía: "Soy Nadie en tierra de otros. Me miran y me escondo como cervatillo asustado, con mis ojos llenos de miedo por lo que está pasando a mi alrededor desconocido. Soy Nadie fuera de mi patria, sin manos que me acaricien, sin palabras que me animen. Soy Nadie en esta nada madre, en esta nada familia en que sobrevivo con migajas de trabajos temporales… sin posibilidad de crecer en medio de la Soledad que me acrecienta las distancias. Soy Nadie que busca un cielo donde esconder mis ocultos sueños. Un cielo raso y sin estrellas porque no las puedo imaginar. Soy Nadie en busca de consuelo en forma de mirada, de caricia, de palabra amistosa. Soy Nadie en medio de la Niebla".
Una ligera niebla funde el espacio con la misteriosa luz del sol. Un gato nos mira con ojos de agua. Platero trota, alegre, y tú continúas el camino mientras la luz de los ojos del gato se pierde entre el cañaveral. Son las quince en las horas del cielo.
Suenan, de nuevo, las aladas horas sutiles del reloj del campanario de la iglesia. Son las tres de la tarde mientras Platero y tú entráis en la historia de las tierras. Hora de almorzar en la cantina que huele a tabaco y caña de vino tinto. Aromas de un vivir acompasado con la línea quebrada de los aleros donde las golondrinas han encontrado un refugio para sus anhelos. Platero, dócil, suave, de talante campechano... cual voluta de la existencia, muerde el heno que le ha regalado una grácil mano femenina
En la taberna tú te vuelves filósofo de los versos encadenados entre la vida y aquel horizonte en que tu mirada se pierde y escribes... siempre escribes versos tú en los papeles que guardas para quien quiera tener un poco de esperanza. 
Durmiendo la siesta están los tiestos del patio interior y la rosaleda se llena de colores mientras la parra se enrosca a sí misma; trepando como el anhelo de la mujer que se te queda mirando a tus ojos mientras tu pluma escribe sobre el papel amarillo; ese papel que está quedando en la historia como el suspiro de tus versos. El color membrillo de las paredes recién enjabelgadas como si fueran firmes propuestas para el resol del atardecer te hace pensar. Y piensas mientras, con los ojos abiertos, sueñas ese momento en que Platero te llame, ansioso por seguir el camino, para enzarzar los pasos humanos con su pequeño trote circulando siempre por caminos con luz. 
Platero no es de los gamonales. Tampoco Platero es de los señores cortijeros. Platero pertenece a ese universo de las plantas campestres que, irisadas por los rayos del sol, esparcen sus aromas de romero, de tomillo, de verbenas y ajedreas mientras, alguien, en el interior del cercano cortijo, juega ajedrez con su primogénito y en las ventanas se asoman las mujeres morenas para veros pasar.
Engalanadas con sus vestidos de lunares, las mozas pasan e, inevitablemente, acarician la noble y suave cabeza de Platero. Este níveo Platero que parece haber llegado a tu vida desde las cumbres de Sierra Nevada.
Va cayendo la tarde. En las viñas los hombres se ocupan de recoger los racimos y, sin ninguna otra razón más que aliviar un poco el sopor, los vendimiadores os ofrecen la oportunidad de probar. Tú eliges algunas que sirven para sentirte más unido a él. La lengua de Platero se llena de estrellas de color morado. 
- ¡La luna! ¡La luna! ¡La luna!
Delante está el sol que se esconde, fugitivo del atardecer, entre la cordillera montañosa y la luna te hace alzar la mirada recordando historias vividas en otros atardeceres de la infancia. Color añil el cielo. A tu memoria llega la imagen de los zócalos de las fachadas pintadas -pintura de poetas del pueblo- de cal. Alguno de ellos escribió, un día de enamoramiento repentino, que "tus ojos son el pleamar de mi existencia". Y se te quedó grabado en el alma...
Y queda allá, a lo lejos, el grito de los arrieros que regresan a la aldea donde la fuente gorgorita suelta su chorro de ilusiones que una muchacha recoge en el botijo.
- ¡La luna! ¡La luna!
Subido sobre tu Platero -plata de luna en los ojos de las mujeres- pasas por entre los gitanos y de nuevo te acompaña mi sentir.
"Entre albérchigos y ciruelas se serenaba el atardecer... y después, al parecer, sonaron las castañuelas bajo la luna de miel. !Gitanos en la plazuela de un pueblo al anochecer! Canté todos los nocturnos cantes jondos del querer como quejíos profundos en el centro de mi ser. Había luna en las callejuelas y en el patio del Manuel bailaban las gitanuelas(en su cabello un clavel), y en medio de las hogueras mi cuerpo sació su sed. Y bebí... bebí de los hidromieles del mundo que aquel ravel centelleaba en las pielesde aceituna y cascabel".
Ahora las campanas suenan a hora de rosario. Platero respira el aire fresco que baja, arremolinado entre el jaleo, de la lejana sierra. Ninguna copla se queda quieta en el corazón de las muchachas morenas de piel trigueña entre sueño y sueño. Es necesario conquistar territorios al amor.
San Juan. Se encienden las hogueras de San Juan. Quizás, en tu continuo y contiguo caminar, estás pensando en las Américas. Otro destino. Otro horizonte más allá de las olas. Posiblemente este domingo de las hogueras de San Juan llevan tus soledades a San Juan de Puerto Rico. En el puerto de Moguer las gaviotas vuelan para enviarte sus mensajes alados. ¡Pon alas a tu fantasía y hazte salvador de la nostalgia!
El alba neblinosa se refleja en los ojos opalinos de Platero que, bajo el nudoso alcornoque, te mira invitándote a seguir sintiendo. 
Antes de que te levantes te invito a la Literatura: "¿Por qué veía siempre la luz de tus ojos encendida entre el cielo y el mar?. ¿Por qué viniste a salvar mi ayer a la playa solitaria donde mi cuerpo yacía sin alientos?. No respondas todavía. Déjame seguir soñando tu voz transformada en caracola amorosa mientras yo recojo las palabras en el escenario de mis sueños. Sólo sé, y no me es necesario saber más, que hoy estás aquí, regalándome trozos de mundo para hacerme saber y sentir que empiezo mi vida de nuevo cada día que amanezco junto a ti y, en medio de las olas, tú me relatas cuentos de sirenas enloqueciendo a los marineros. Acércate. Acércate a mí un poquito más... para que yo note tu acento como un sentimiento perfumado mientras sigues contándome relatos que van más allá del horizonte extremo de las cosas. En la otra costa, en la del más allá, siempre seguiré teniéndote a mi lado en el sueño de todas las eternidades". 
A veces escribimos, como locos, fantasïas para una mujer. Pero no son nada más que las realidades de los viajeros. Y te levantas. Y acaricias a ese tu Platero que ya está en pie, esperando a que le permitas ser, una vez más, poema del caminante. Un caminante se acerca y te pregunta por el corazón. ¿El corazón? ¿Cuál es el verdadero corazón de un poeta? Quizás irse muy lejos para sentir más de cerca las tierras amadas, las aldeas amadas, los pueblos amados y esa ciudad amada que siempre está allí, latiendo en el centro conjuntivo de esta brisa que hace remolinos de plata en el cuerpo blanco de Platero. 
Sigo acompañando tu silencio: "Juego con todo el corazón apostado al idéntico marcapasos de la mariposa azul que habita en tu mirada. Noto que no te escaparás de nuevo para volver desnuda de sentires toda la semana. Hoy no te escaparás desprovista de alimento. Temblando con todas las maneras de tenerte han pasado los segundos y te necesito más que en cualquier otro momento; porque para perderme o desaparecer en este tiempo enemigo sólo un par de palabras me son más que suficientes: tormenta contigo". ¿Quién es la que te crea tormentas en el corazón? Sé que se llama Zenobia. Sé que es el orgullo de su padre y, por eso, te expresas por medio de la perseverancia de esas pequeñas gotas -lágrimas de amor en la tormenta- que tanto enervan el pelo encrespado de tu Platero.
Ha llegado el llover y las aguas se deslizan por los tejados hasta adornar el suelo resbalando por los cangilones. Quizás se te resbale una pequeña lágrima.
Otra vez la lluvia. Esa lluvia que crea expresiones envueltas en la magia de sus misterios. Platero huele las húmedas arboledas y, caminando despacio, te conlleva hacia esa salvación llamada presencia; esa especie de sentimiento amigo que hace que un corazón humano sepa que está acompañado por otro corazón.
Vuelvo a rescatar tu nostalgia: "No solo te pido la nostalgia sino que, envuelto en el crepúsculo de los adioses, te pido un instante de pensamientos anaranjados por el atardecer de los pleamares para tratar de definir este espacio de enigmas y de cromáticas ausencias que me hacen sentir" 
"Una bella princesa rodeada de cisnes en un lago azul donde las ondas reflejaban su cuerpo lánguido y misterioso. No solo te pido la nostalgia sino ese beso florecido en las mañanas que, al cuajar la escarcha sobre las flores, me debes como promesa de sinfonía inacabada". 
"Que más allá de todos los recuerdos tu boca es un oasis para mi existencia. No sólo te pido la nostalgia sino tu cuerpo convertido en realidad. Una realidad mistérica pero viviente. Una realidad mágica pero verdadera. Una realidad forjada a través del sueño anterior. Una realidad, en fin, forjada a golpes de vivencias". Y recorres la distancia entre la antigua frontera y este nuevo espacio sin final...
Rosas. Rosas. Más rosas. Se escucha el platicar, con los paraguas abiertos, de las mujeres junto al brocal del pozo cuanto Platero y tú buscáis cobijo bajo algún alero y allí, junto al ruido del herrero, Platero siente la lejana historia de su especie; allá en aquella Antigua Nubia y los gitanos somalíes. Las gentes del pueblo se aperciben de que sois dos soñadores: uno que busca un porqué a su nostalgia; el otro porque sabe acompañar ese porqué. Vuestras figuras, damasquinas por insólitas, se enmarcan bajo el portalón de la madera vieja que huele a recién barnizada.
Platero alza la cabeza y sigue mirando a todas partes por ver sin en el color blanco del amanecer el cielo se desborda anegando tu mirada y tú, como diciendo algo en voz muy baja, vuelves a silbar para que Platero se acerque a ti. Piensas en voz baja. Sueñas en voz baja. ¿Qué harás ya con tantas rosas que te han regalado?
Con las rosas caminas y yo acompaño ese sentir: "En torno al marcharte en el olvidola misma transparencia de las voces. No tienen nombre los caminos. El aire inmenso se antepone. Allí, junto al ruido de los nidos, se espesa algo que repones con el jugo exacto de lo vivo como canto de soñadas noches. Obediente al ardor de un albedríola fuente nueva de inocentes bronces, el alma inquieta en su delirio y los nuevos sentidos con sus goces. Por el tiempo de luz del suave río ciegamente se siente que reconoces el afán de seguir junto al sembrío con los ratos inaccesibles y precoces. ¿Te acuerdas de los sueños permanecidos en las noches lejanas de los bordes en que el agua troquelaba remolinos en el baño tembloroso de las doce?. Hoy el reloj de la vida se ha dormido en las rosas lacias del salobre mar abierto de los mil destinos del lejano poeta que conoces".
De los breves momentos hay uno -el más desconocido- que, reflejado por la luz que se cuela entre los árboles de la alameda, es el que te convierte en poeta más allá de los tejados donde las golondrinas se despiden de ti... y Platero, un poco asustado por las sombras, se arrima a tu lado y camina. Caminan despacio las hormigas buscando su siempre afán de trabajadoras.
Trabajan ya los campesinos y el constante y más puro silencio se te vuelve pensamiento que te traspaso yo de mí: "Es en el silencio de todas las cosas donde encontramos siempre el lenguaje exacto de todas las verdades". Tú buscas en el lenguaje silencioso de Platero esas verdades que los hombres no saben explicarte bien. Quizás esas rosas que llevas en tu mano izquierda sea lo que responda en el ambiente cálido del despertar. Más cielo. Más aire. Más mañana para seguir. Bellas cosas para descubrir el misterio de tu caminar.   
Entre los pinares caminas con el alma enlazada en aquella marisma que se queda atrás; allá en los recuerdos de Moguer. Tú jugando entre los pinos piñoneros, los matorrales de las jaras, los lentiscos, los palmitos, los jaguarzos… en ese tu ámbito inmemorial -infancia de sensaciones- habitado por lagartos, conejos, jabalíes, nutrias, garzas reales e imperiales, patos cucharas, garcillas bueyeras, calamones... asustándote como un niño que, temerario y curioso, subías las cuestas para ver los días más hundidos en tu percepción (tardes asomadas al borde del abismo) para encontrar el ocaso grana de las puestas de sol mientras, sentado en el caballo, hallabas informaciones detalladas en la distancia, con el tiempo acorde con tu corazón, añadiendo sinfonías al paisaje; sorprendido en esa perenne costumbre de poder elegir tu itinerario de imágenes reales y sus montañas, valles y llanuras a escala real; pero diminutamente pequeñas desde la cima. 
Ahora caminas, abriendo paso a Platero, por horizontes que se acunan en la campiña; feliz porque oyes cantar a las muchachas cogiendo naranjas y pides una para que Platero siga con sus sueños. ¿Qué soñará tu Platero cuando observa a las muchachas recogiendo naranjas? Le das la mitad... pero no... a Platero le gustan más las brevas que están cuajando. Y sonríes meditando. Es espléndido ser filósofo autodidacta. Te dejo una frase recordada: "El espacio vital de un ser humano es el conjunto total de todas sus ideas que forman su propio universo particular. Lo podemos definir como su personalidad y es el que le hace unívoco y diferente a cualquier otro ser humano. No tiene límites y es la fuente donde beben todos sus pensamientos y todos sus sentimientos". Y es que Platero, cuando bebe de los riachuelos, también es filósofo. 
Entras ahora en la dehesa; ese bosque claro de encinas o alcornoques donde la actividad del hombre es intensa.
- ¿Qué te pasa, Platero?
Tu Platero ha levantado ligeramente su mano de plata, su pata derecha, para señalar que hay algo, sin peso pero con dolor, que no le deja caminar alegre. Sin tocar con el casco en el suelo te la enseña.
Te envío su liviano mensaje: "Sentir un poco el dolor de la sensación de pertenecer a las esperanzas surgidas de su escondite latente... Crear, poco a poco, este sentir que llamamos estadía. Estadía ¿en dónde?. Estadía en algunas de esas estaciones en que, diariamente, tomamos el tren de las dimensiones ocultas de nuestro doliente, dolido, doloroso interior, para salir a la superficie y plasmar sentimientos de presencia; soltando relámpagos de inquietos sueños antes de aterrizar en la autopista de todos los viandantes".
Recoges la pata tierna de tu Platero, le sacas la espina y después, cojeando levemente él y tú al compás de su sufriente caminar, sigues adelante porque el dolor ya está pasando...
Si tuviéramos que cantar al dolor tú, amigo Juan Ramón Jiménez, y yo... ¡cuántos sentirían nuestras almas!. Cantar a ese dolor que penetra, san saber por qué, en los sentidos que, al caminar, vamos dejando que se los lleve el viento. Sopla el viento y  Platero se detiene un instante fugaz. Necesita ese breve descanso que todos quienes sentimos ese dolor necesitamos. Y te vuelves a recoger en ti mismo.
Te haces, nuevamente y por enésima vez, poeta de tu interior mientras Platero se tumba en la verde hierba: "Este dolor me lo he buscado yo; ¿Entre mis rosas, lo tendría? ¡No! ¡Ay! La costumbre lamentable de buscar entre la sombra un por qué.Era bella, era fresca, pero muy distinta, por sus soles, de mí. Y me llenó de sol y labios. ¡Ah! y mi alma no puede olvidarla ya. Este dolor me lo he buscado yo; ¿Entre mis rosas, lo tendría? ¡No!". Y es que, como bien sabes por ser anatomía de lo humano, existen dolores que ni tan siquiera nos pertenecen... pero los hacen nuestros; los hacen a pesar de nosotros. 
Bajo la luz de los rayos del sol, Platero se reincorpora porque la herida no es ni tan siquiera una herida sino el sentimiento que se le ha quedado, florido y soñoliento, mirando hacia el infinito del horizonte blanco y azul. Suena una campana. 
Es de día en la espesa andadura de tu seguir. Dos cuervos rozan el olmo -presagio de tormenta elemental- y en los negros ojos de tu Platero la vida se condensa en una tristeza ligera, como de fuego vivo por la nueva tierra. Sigues pensando en el otro lado del mar. En la aldea, una anciana asaba castañas y preferiste solamente sonreír; más por dentro de tu corazón tenías la certeza de un marcharte para siempre; para no volver, algún día, con el retorno. Y sin embargo, amigo Juan Ramón Jiménez, no te has ido nunca de allí. 
Y mirando a tu Platero dices: "¡Qué tristeza de olor de jazmín! El verano torna a encender las calles y a oscurecer las casas, y, en las noches, regueros descendidos de estrellas pesan sobre los ojos cargados de nostalgia. En los balcones, a las altas horas, siguen blancas mujeres mudas, que parecen fantasmas; el río manda, a veces, una cansada brisa, el ocaso, una música imposible y romántica. La penumbra reluce de suspiros; el mundo se viene, en un olvido mágico, a flor de alma; y se cogen libélulas con las manos caídas, y, entre constelaciones, la alta luna se estanca. ¡Qué tristeza de olor de jazmín! Los pianos están abiertos; hay en todas partes miradas calientes... Por el fondo de cada sombra azul, se esfuma una visión apasionada y lánguida". Visión del panorama escrito en el corazón. Te aprieta el latir del corazón. 
"Sancho Panza es aquéste, en cuerpo chico,pero grande en valor, ¡milagro extraño!".
- dijo Don Quijote a su amigo. 
... Quedó el olvido hecho, compuesto de tristeza por tener que marchar hacia la próxima estación; allí donde las olas rompen su violencia y te vuelves a hacer compañero de la paz. ¿Qué es la paz? Me preguntas mientras yo sólo observo.
"¡Mira la Luz de junio estallando en el centro de nuestras almas! !Cómo llena la Luz a los mástiles de mi barco y cómo resplandece el mar! Ven. Dáme tu mano de vida y de esperanza y acógete en mi pecho, que yo seré tu sombra para guarecerte de los ofrecimientos del sol. No temas. Tras la memoria de las olas existen las ofrendas de tus labios. No temas. La paz besa el estigma de tus pechos. No temas. Que la quietud adorna las estancias de este habitante y todavía regresa siempre esta Luz que tanto te nombra en mis recuerdos. La Luz se está haciendo intensa en mi barco. No temas. Yo seré la sombra del destino de tu alma. No temas. Que este relámpago de Luz sólo es mi beso estallando en tus pupilas". Es para recordar que tu Zenobia espera.
¡Qué encanto es siempre la niñez! ¡Los niños! ¡Otra vez los niños queriendo jugar -máscaras de la infancia- con Platero! Y tú permites que suban sobre él y Platero pase a ser, por unos minutos nada más, burro de noria. No le importa a tu Platero ser imagen de caballo engalanado para que los niños pobres de las aldeas sueñen, por unos minutos nada más, que son caballeros de la Tabla Redonda en busca de alguna aventura, encaramados sobre tu Platero, por el olivar. En la plaza se queda alguna niña en la calle nueva; en la calle que acaba de abrir sus sueños. Y, como dices tú, "¡Cuántos sueños le ha mecido a mi infancia esa pobre pimienta que, desde mi balcón, veía yo, llena de gorriones, sobre el tejado de Don José!". Yo leo en la mirada de tu Platero otra escena ifantil. La plata de los días: "Qué entusiásticas oleadas de emociones inundaban nuestras almas infantiles que nos hacían con la historia. y las etnias humanas. A la mujer tirolesa, al campesino mongol y al viejo jefe dakota, se podrían añadir el fiero guerrero watusi, la joven lapona de mirada esteparia o cualquier otro rostro de aquella galería de personajes humanos que nos miraban cara a cara y que a mí me hicieron aprender a amar a todos los seres humanos. Un mundo, que con sus brillantes colores, me hieron aprender a respetar a todas las naciones. !Cuántas soñadas aventuras en paises lejanos realicé con ellos junto al hogar donde nos reuniamos la familia numerosa al calor del brasero o al borde de la estufa de carbón!". Y te envuelves en tu memoria para hacer compañía al eco. Si. Platero rebuzna de emoción y el eco, en el valle, lo tranforma en canción. 
La tarde se ha vuelto clara cuando despides a los niños regalándoles las rosas. Son ya rosas mustias, rosas que dejaron su olor en el recuerdo, pero los niños puede que hayan aprendido un sentir más hondo que la violencia de sus manifestaciones. Platero camina y no dice nada. Va con sus orejas tiesas. Solo escucha.
Platero y tú camináis por el cerro en donde se oyen cencerros de ovejas. Comienzas a recordar, el pueblo atrás, al compañero Antonio Machado: "A la desierta plaza conduce un laberinto de callejas. A un lado, el viejo paredón sombrío de una ruinosa iglesia; a otro lado, la tapia blanquecina de un huerto de cipreses y palmeras, y, frente a mí, la casa, y en la casa la reja ante el cristal que levemente empaña su figurilla plácida y risueña. Me apartaré. No quiero llamar a tu ventana...".
 ¿Qué puedo yo decirte del compañero de letras y fatigas?. Quizás lo siguiente hablando con él: "Los que están siempre de vuelta de todo son los que nunca han ido a ninguna parte". Sí que es verdad, que hay muchos que dicen que han vivido porque a pesar de haber visitado muchos lugares no han podido comprender lo que han visitado, luego no están de vuelta de nada sino que deben recapacitar y guardar silencio para poder aprender. Quienes estamos de vuelta de todo sabemos que no es cierto que lo sepamos todo y que es imposible saberlo todo. Efectivamente, quienes dicen que están de vuelta de todo son los que no han estado en ninguna parte. Estoy hablándole de la espiritualidad, Don Antonio, de esa espiritualidad de la que tanto reniegan ellos, los que dicen estar de vuelta de todo y ni tan siquiera han dado un paso adelante en el camino de la Sabiduría. Viajar no consiste sólo en caminar sino saber para qué se camina. Entonces sí... entonces es cuando sabiendo por qué y para qué hemos caminado podemos decir a los ignorantes que estamos de vuelta de todo. ¿Ve cómo existen verdades absolutas y verdades que sólo son relativas?". Ahora Don Antonio vuelve a mostrarse sorprendido y, aprovechando este dicho que dicen los que no saben apenas de nada, cambia de tema. Entramos en un asunto muy interesante. Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer. Acaba usted, Don Antonio, de tocar el tema trascendental de la existencia de la pareja hombre-mujer; porque aquellos que estuvieron en labios de muchas mujeres no son verdaderamente hombres completos... mientras aquellos que estuvieron en labios de una sola mujer aprendieron y experimentaron lo que es ser verdadero hombre. La pluralidad de las mujeres sirve para aprender pero para amar sólo sirve la singularidad de una mujer". Ante esto ya Don Antonio, con un último trago, sentencia su participación en el diálogo-entrevista volviendo a mirar al yacimiento de las ruinas arqueológicas de Hellín. Todo lo que se ignora, se desprecia. Espere Don Antonio, antes de irse escúcheme lo siguiente: cuando miramos a una ruinas arqueológicas nos damos cuenta de que la ignorancia es necesario despreciarla... pero no se confunda... que esas ruinas que estamos viendo no son ignorancia sino experiencia humana, y toda experiencia enseña a saber valorar la vida. Todo lo que se ignora no se debe despreciar sino que se debe intentar aprender. Y con un último trago de vino, él se marcha camino de su Soria querida y yo camino hacia mi amado Madrid".
A lo gallego es necesario, a veces sentir: volver con las horas doradas.
Vuelves tu mirada hacia la pasada primavera. Piensas en aquel niño que se dejó ir al cielo y en tus ojos, como perlas cultivadas, unas lágrimas sinceras te piden un ¡quiero verla! para seguir recordando la rosaleda, abierta la ventana de tu corazón lleno de nostalgia, mientras Platero muerde las hierbas para saber qué es el cielo.
Me introduzco en tu Platero: "Fluyes a manera de tan grande ilusión que estás llegando a ser tanta claridad que ya ni se ve esta primavera entre los chopos. Eres tú, con tu rostro de vida entera, la que despierta mi saber que estoy soñando. Llega tu alegría desde lejos del recuerdo y las gaviotas en prematura floración de nubes se transforman y entonces vivo lejos de todo sueño que ilumine el agua. La danza de imágenes en los espejos del mar. Soy tu desnudo secreto y mirada al viento en tus creencias de misterio e inocencias. Los años se unen en la balada de los girasoles. Ahí enfrente. Donde todo el amor vuela... ¿Y qué haremos ahora si están las alondras del alba cantando entre las razones de estos pinares?. Tal vez, entre las avenidas del camino el alumbrar será vuelo de sal y de serrín por tanta cercanía armonizada por la conjunción de la gracia y el oficio de ser dos silencios fugitivos".
Tú nunca olvidarás a Zenobia y Platero durará, para siempre, como rayo de luz en la majada del pastor y su ganado que, vencida ya la tarde por los destellos de las estrellas, se refugian en su redil. Entra en mi cuerpo entero, amor, que está ya anocheciendo. Pende del candil de la cocina, mientras charlas con el buen pastor, una llama de inocencia. Es Platero que duerme. Es Platero que sueña. Es Platero que vuelve. Es Platero que no se ha ido. Es Platero sin final. Entre palabras de poeta y silencios de pastor puedes entreabrir un camino de infinitas sensaciones. En el rincón escondido, allá junto a la chimenea, la abuela te observa con sus pequeños ojos como midiendo la distancia que existe entre tus floridas frases y los monosílabos de quien te escucha. 
De pronto se oye la Voz de Dios: "Mi Voz dirigida va a los hombres, camina a bordo de la carreta de los sentimientos y penetra en el corazón de los seres humanos a través de las puertas del amor. Si oyes, en alguna ocasión, el silencio de mi Voz, podrás entender que en él habita la Verdad. Y si sabes escuchar el silencio de mi Voz habrás aprendido a escuchar el silencio y la verdad de ti mismo; así podrás entender que la inteligencia es la única justicia que tiene entendimiento para poder discernir cuándo los hombres y las mujeres de ésta Tierra son jóvenes de verdad. Si ves mi carreta pasar... sube... entra en ella... porque entre los libros de sus anaqueles, mientras saboreas el silencio de las horas pacíficas, siempre encontrarás una respuesta válida para cada una de tus preguntas. Tu juventud existe pero sólo podrás sentir que la posees cuando pases al interior de mi carreta y encuentres allí la belleza del Misterio de la Creación. No existe edad de calendarios para ser joven. Basta solamente con tener la edad del entendimiento". 
Se desata la tormenta en el valle. El pastor, con su farol como compañía indivisible, divisa el panorama. Tú comprendes que en el alma de toda buena persona existe siempre ese silencioso temor de Dios que no es miedo sino simplemente respeto. Hay un enorme respeto entre tus floridos verbos y los secos verbos de él: "Cantan. Cantan. ¿Dónde cantan los pájaros que cantan? Ha llovido. Aún las ramas están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan los pájaros. ¿En dónde cantan los pájaros que cantan? No tengo pájaros en jaulas. No hay niños que los vendan. Cantan. El valle está muy lejos. Nada... Yo no sé dónde cantan los pájaros -cantan, cantan- los pájaros que cantan".
Se marchó la tormenta. Se fueron los viejos fantasmas del miedo y la noche aclara tus ideas. ¿Qué son para Platero tus ideas? Quizás un sentir que estás a su lado, guardando su sueño como el pastor guarda el sueño de sus ovejas. Las cuenta. No se ha perdido ninguna de ellas. Se echa a dormir en su jergón y tú, insomnio de la noche, observas el rincón donde la abuela también duerme sentada en su silla balanceadora. Posiblemente ella esté haciendo un balance de las cuentas que existen pendientes por saldar. Tú sólo te limitas a ser parte del suceso.
Estás mirando, asomado a la ventana, la cumbre. ¡Allí está la cima! A tu mirada se asoman los recuerdos de muchachas que se van haciendo mujer: "Nuevos tiempos. Nuevos estudios. En el pupitre de madera han dibujado un corazón grande con un apellido dentro. A su alrededor hay un grupo de pequeños corazones femeninos. Había llegado el momento de conocerlas. El momento de poder liberarlas o morir en el intento".
Observas la distancia como un espacio lleno de sensaciones: "Hora de comenzar con los verdaderos amores para destruir a los donjuanes que las habían dejado destruído el corazón. Y comenzaron a surgir los amores. Dibujaron el corazón grande con un apellido dentro y pusieron sus corazones pequeñitos alrededor de él. Y yo seguía pensando pero no decía nada mientras seguían aumentando los corazones pequeñitos de las chicas alrededor del corazón grande".
Se abre el dia y sigues aquí, asomado a la ventana: "Fue entonces cuando, un día, comencé a escribir las dos primeras canciones de mi vida pensando en aquella Pléyade de chicas. Algunas pensaron y no se daban cuenta de que estaba realizando mi propia estrategia precisamente para volver a hacer que recuperasen su autoestima. Pero al principio no lo entendían".
- ¡Vamos hacia la cima, Platero!:
Y comenzáis a subir por la colina hacia la cima Platero y tú... mientras sigues escuchando la voz del viento que mueve las hojas de los pequeños arbustos: "No comprendían mi estrategia pero, por alguna razón misteriosa, me miraban de frente a los ojos y tenían confianza en mí. Dos apellidos iguales pero dos hombres bien diferentes. El mismo apellido pero yo no era como él"
- Platero ¿estás contento?
Platero mueve la cabeza dando un respiro a tu fatiga. Sí. Está contento Platero y tú sigues subiendo y escuchando el viento, ese viento que se enrosca en mital del alma: "¿Pero no ves que sólo son unas chiquillas con ganas de sentir un poco de amor? le dije a su conciencia. Los pequeños corazones femeninos que se dibujaron alrededor del corazón grande con el apellido varonil comenzaban a latir. Nadie comprendía la estrategia que yo estaba utilizando".
Tú, mi amigo Juan Ramón Jiménez, miras los ojos negros de Platero y comprendes: "Yo solo queria hacer mi labor en silencio y además tenía otra batalla más grande esperándome".
- Nada hay nada más grande que el amor, Platero. 
Está cayendo la tarde y continuamos en pos del diálogo trascendente: "Yo aprendía aceleradamente el mundo de las mujeres. Sólo le miré y él, que no comprendía nada de lo que estaba pasando, guardó silencio para siempre. Jamás me volvió a molestar con la misma pregunta. Mis silencios no eran silencios. Las estaba liberando a través de las sonrisas bohemias"
Sigue cayendo la tarde poco a poco: "Por eso ni ellas mismas comprendíán por qué no terminaba por enamorarme de alguna de ellas. Al final lo conseguí. Y cuando conseguí hacerlas a todas sonreír de nuevo... silenciosamente, tan silenciosamente como había llagado, abandoné la cima y seguí el camino de mi Destino".
- No hay nada más grande que el amor, Platero.
Tú pones la poesía al cometnario.
Y el viento comenta.
- ¡Vámonos para el valle!
Y tu Platero te sigue, una vez más, entre las peñas y cuesta abajo...
- No hay nada más grande que el amor, Platero... nada más grande...
Tú, mi amigo Juan Ramón Jiménez Mantecón, por la vega -llana azotea de sol quemando al día con la orquesta coninua del agua del aljibe donde, junto con tu Platero, bebéis la sed del caminante. En el recuerdo la blanca cal , el suelo de ladrillo, la cenefa bordada en los bordes de las servilletas y esa especie de zaguán donde escondiste tu misterio. 
"Nadando en el vacío sonámbulo de la tarde, mientras la vida flota en la luminosa estela de un pequeño rayo de luz, hay un silbo de onda pura en las hojas del almendro y un bosque de corales y náyades como sueño en las huellas de mi paso. Las alas del viento traen perfume misterioso, legado de la creación entera, y una alfombra de blancas perlas se mece sobre el bosque. Entro en el bosque que atraviesa el mundo y me acerco a la idea de un planeta sin forma; un planeta distinto a todos los conocidos que ha dejado de girar sobre para hacer visible esta instantánea de bosque, nubes y bruma matinal. Más allá, dónde aparece el sol, la existencia se hace luminosa en el éter y yo me adhiero a las plantas del camino para ser simplemente ámbar de arrebatado sonido. Al igual que lo es el infinito también aquí el tiempo es una línea horizontal con la tierra y con las casas. Los habitantes del planeta surgenpor las esquinas y los costados abiertos y ya, compuesto de ojos habituados a vernos, me acomodo en el perfume de las rosas rojas".
La casa aparece ante la vista de tu Platero que inicia un trote alegre. ¡Qué extrañas son las causas pero qué fáciles de determinar! Platero es el compañero que siempre agradece un poco de alimento para tu Fantasía. Y me vuelvo de nuevo filósofo para contigo: "A medida que crecemos en edad vamos siendo sospechosos de todo y la verdad es que nadie entiende de qué somos sospechosos. Extraña paradoja pero real como la vida misma. Y entonces escribimos para aprender que la vida es una ocupación y cuando ella se dedica a no querer... de nada nos vale la experiencia para cambiar su antojo. Ponerse a escribir es por tanto algo que no nos sirve de mucho. Lo importante no es ponerse a escribir premeditadamente buscando un interés, sino simplemente escribir cuando entra el deseo de hacerlo. No para explicar esos momentos en que la vida se vuelve caprichosamente inconforme con nuestros anhelos sino escribir para sentirnos vivos. Seguimos unas líneas de comportamiento dentro de un tiempo determinado y al contrario que ocurre con la piel, que cada vez se llena de más arrugas, el deseo de escribir viviendo nos hace rejuvenecer porque, en contra de lo que en principio se pueda pensar, el tiempo más existente es el pasado tomado siempre como una apertura irremediable hacia nosotros mismos y nuestro posterior proceder. Es importante pensar que el presente no existe y que el futuro no tiene límites pero es irreal. Entonces sólo nos queda por entender que el pasado es real y absoluto y además eterno porque ya no se podrá acabar nunca. A medida que vamos avanzando en el tiempo vamos siempre haciéndonos más sencillos. Sobre todo a partir de ese momento en que deseamos ya no complicarnos la existencia con sobrecargas y comenzamos a soltar lastre para economizar las energías y ser más concretos. Nos vamos desnudando de ropajes superfluos y nuestra preocupación se va basando, cada vez más, en ser explícitos y concretos sin abandonar la fantasía del vivir. Las percepciones se nos hacen más idénticas y nos vamos pareciendo cada vez más a nosotros mismos. ¿En qué espacio de tiempo nos hacemos nosotros mismos?. El presente no existe porque el tiempo no cesa de estar en movimiento y hace imposible la tarea de detener al presente para poder vivirlo con delectación. No hay tiempo posible para el presente. Por otro lado, el futuro es irreal pero sabemos que es infinito y sólo se construye con la acumulación de las vivencias del pasado que nos hacen proyectarlas hacia un adelante todavía no real. Es por lo tanto el pasado, en definitiva, el único tiempo real y eterno. Tal vez lo más auténtico es lo que podemos contar como pasado propio. En efecto, nuestra realidad más visible y reconocible es ese continuo pasado que se va acumulando de presentes inexistentes y de futuros irreales"
Tú tienes dos composiciones paralelas; dos sombras unidas en un mismo camianr; dos andares entre los lirios amarillos. 
Cae la tarde... cae la tarde y todo lo que se encontraba en el poniente se llena de Platero en tu memoria: una alegoría para vivirla, caminando hacia las azucenas del jardín que alguien ha cultivado con mano amorosa. Arriba, el vasto cielo azul se ha vuelto de color esmeralda.
Bajas la última cuesta y se te acuesta el recuerdo: la torre del pueblo, los azulejos que antes no recordabas, la hora pura en que la siesta de las cigarras es un eterno chirriar. esa monumental nostalgia que te llena en este verano de junio, donde el consuelo de lo solamente melancólico te traspasa el corazón. Y entras invitado dejando a Platero otra vez en el lugar donde descansa feliz. 
¿Y Machado? ¿en qué invierno se ha quedado Don Antonio?: "Una tarde parda y fríade invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de lluvia tras los cristales". Retornar. ¿Hacía dónde retuernas, Juan Ramón?. ¿para qué retornas?... y, sobre todo, ¿qué es la infancia?. Si me propones describirla te diré que "la sombra invade hoy mi memoria. Intento recordar a una criatura de 9 años de edad que está escribiendo redacciones escolares en el humilde colegio. Intento recordar lo que escribe ese niño pero no puedo. La niebla del presente me lo impide. Sólo recuerdo algunas frases sueltas y algún inicio de poemillas. Pero yo quisiera recordar todas las redacciones completas; más sólo recuerdo al niño escribiendo sobre un pupitre de madera y soñando con las tardes pardas y grises con monotonías tras los cristales"
- ¡Descansa, Platero, decansa junto al lirio de la sombra! -le dices- y piensas, de pronto, en lo que hay debajo del lirio. La raiz. Debajo de cualquier conjunto de flores existe el poema de su raíz. 
Siempre caminas buscando esa raíz por las calles mirando las verjas con hierros, de donde cuelgan las macetas de los geranios, las magnolias y las malvas. Entre todas las flores de tu poesía existe un lugar para todas ellas. Y en los ojos negros de tu Platero bailan tus poemas. ¿Sabes si alguien escribió, una tarde de cualquier mes de junio, un poema a las raíces? Quizás hasta pueda yo acompañarte en esa insólita búsqueda por ver si, juntos, descubrimos que hay que sentir las raíces propias para poder ser recuerdo de poesía iniciada con la paloma del sentimiento y terminada en el amor del atardecer. 
Quizás te sirva el siguiente preámbulo antes de que llegue el anochecer: "Si... nacerá seguro... pero de lo hondo; de la raíz con materia de tierra consolidada en medio de los pueblos. Nacerá de repente, como anunciando un clamor de bienvenidas... ¿y qué será eso que nacerá de nuevo pero con más energía que nunca?. La Sinceridad... La Sinceridad más Absoluta... y será recogida en los cántaros de la existencia y se inundarán los suelos de su fértil semilla...". Recoge tú el testigo de la presencia secular y anida en tu pluma esa aria que está queriendo salir del fondo de la raíz de tu alma...
Y sueltas tu expresión sincera: "Río de cristal dormido y encantado; dulce valle, dulces riberas de álamos blancos y de verdes sauces... El valle tiene un ensueño y un corazón sueña y sabe dar con su sueño un son triste de flautas y de cantares. Río encantado; las ramas soñolientas de los sauces, en los remansos dormidos besan los claros cristales. Y el cielo es plácido y dulce, un cielo bajo y flotante que con su bruma de plata va acariciando los árboles. Mi corazón ha soñado con la ribera y el valle, y ha llegado hasta la orilla dormida para embarcarse; pero al pasar por la senda, lloró de amor, con un aire viejo, que estaba cantando no sé quién por otro valle". 
Ya llega la noche. Ya se recoge en el cuerpo de Platero, y en el tuyo también, ese cantar de otro que camina por el valle. 
¿Me permites que sea yo mismo? Con sinceridad te hablo de mi noche por si te sirve de compañía entre las personas de tu pueblo: "La noche está soñando ángeles de amor en tus pupilas y hay estrellas tan fugaces en ese tu mirar enternecido que no existe distancia tan temprana como ver tu mirar en mis caricias. Lejos de todo este mundo mudo se escucha la voz de mi poesía dándole calor a tu presencia en medio de esta noche tan vivida. Me seduce la sombra de tus ojos llenos de nostalgia y de pronombres y me nombras evocando la llegada del nuevo sol en la frontera. Más acá, en el lecho acostumbrado a los besos ardientes de las flores, Dios ha puesto su Palabra en la vida de toda tu presencia y yo tomo la vela encendida en este pequeño hogar llamado anhelo y te hago fantasía hecha poema en medio del nacer de lo infinito. Soy yo el verso derramado en tu cuerpo de roja sinfonía y el ritmo de tu corazón ardiente palpita en mí como un silencio. Silencio. Todo es un principio inacabado que sigue la huella de tu lecho y cual crepúsculo encendido de amapolas la roja sangre se vierte en tus entrañas. La noche sueña con umbrales abiertos en tu espacio de minutos que, segundo tras segundo, ya palpita en el centro de tu imagen sumergida y yo me busco en tu oleaje para sentirte en la playa de mi sueño convertida en hembra adolescente que me observa desde la arena en que reposas. A tu lado mi guitarra yace heridade amor y, tránsfuga presencia. me sirve para estar con tu cuerpo entre mis manoscomo un vals de estrellas en tu boca. Soy yo quien te envuelve en la espuma de las olas que acarician tus caderas y entras a formar parte de la imagen de la interna sensación de mis arterias. Sangre a sangre, cuerpo a cuerpo, tu voz calienta mis sentidos mientras bajo esta luna de alma engrandecida. En la playa menor descansas pura y a tu virginal presencia inmarchitada le pongo una rosa entre sus manos. Acaricio entonces mi guitarra haciéndola cantar en media noche como un poema de amor eternizado bajo el cielo saturado de estrellas. Ya no hay otra cosa que perdure más que mi amor sobre tu cuerpo enervado. La playa arde en esta noche en que uno mi sueño a tu belleza. Y te recuerdo en la memoria de mis dedos cuando escribo tu nombre en las estrellas; en este anochecer de soledades, donde la cama está fría sin tu cuerpo, cuando las horas de mi reloj se vuelven un lento recordar ese ayer en que reías. Y te recuerdo en la memoria de mis dedos cuando rozo las sábanas vacías y el frío se cuela por la ventana, se enrosca en la humilde bombilla de la buhardilla y me aprieta las venas con su concierto de música de jazz. Y te recuerdo en la memoria de mis dedos cuando van desde el alfa hasta el omega y, desde allí, se lanzan al infinito recuerdo de tus rojos labios. Y te recuerdo en la memoria de mis dedos cuando rasgo las cuerdas de la guitarra con su canción de silencios... cuando la luna brilla sobre la almohada del cansancio, la fatiga y este seguir escribiendo en el aire sílabas sueltas. Y te recuerdo en la memoria de mis dedos cuando escriben el siempre penúltimo poema amoroso de la noche: Solo existe la luz de tus ojos en este sentir / en este estar soñando con el alba de los sentimientos / en este quedar dormido con la mano acariciando tu rostro y tu cabello / en este no morir jamás sino en el interior de tu corazón".
Nunca oyes hablar mal de tu Platero. El mío está tan recién nacido que es la imagen de ese níveo animal amoroso que restrega, dulcemente, su cabeza en tu hombro de hombre poetizando a las estrellas. El árbol, el terrón de tierra, el agua, el viento, la candela, todo eso que poetizas con el sencillo gesto de sentir a tu Platero dibujar en el aire composiciones con sus blandas orejas. ¿Qué existe en todo camino, Juan Ramón, qué existe en todo camino para sentirse a sí mismos? No hay hostilidad en el vuelo de los pájaros. Platero los mira y se levanta despacio, como llegando suavemente del mundo de este nuevo amanecer en donde el alba pinta sobre su lomo una sonrisa de emociones. Pájaros, lavanderas comenzando su labor, niños corriendo de un sentimiento a otro sentimiento. Y flores. 
Al amanecer siempre se vuelca todo en un mismo pleamar. Escucha... ¿oyes ese silencio?. Es el caer de los segundos en medio de la calma en donde se columpian las mariposas en las margaritas campestres. ¿Oyes ese silencio?. Viene de allá... del nacimiento de las cosas... de donde somos sólo unos niños dormidos en medio de las sombras. Escucha... ¿oyes ese silencio?... es el paso de los pleamares describiendo círculos de sueños en donde estamos sumegidos... callados... callados... escuchando el silencio de este hablar del corazón.
Silencio. Silencio absoluto. Silencio total. Silencio inaguantable. Hasta, a veces, silencio sentimental. Silencio. Por todas partes silencio para poder meditar. Silencio aplastante. Un asfixia silenciosa recorriendo la espina dorsal de cada uno. Silencio incansable. Silencio para continuar. Suma y sigue del silencio. Todos fuimos maestros en el tiempo pretérito. Silencio en nuestros ojos guardados. Silencio. Silencio objetivo. Silencio fundamental. Todos fuimos maestros del silencio mientras alguien dictaba y ordenaba su sabiduría. Silencio universitario. Silencio universal. En el universo de nuestras edades los amores difusos, licenciosos, que había que callar. Silencio. En la pizarra nadie escribía nada salvo una mano invisible. Silencio para poder entrar en el silencio.Todos fuimos maestros de las tardes, maestros de las noches, maestros del andar, despacio y somnolientos. Silencio en el más allá de los vasos. Todos fuimos maestros mientras alguien enseñaba su momento singular. Alguien como todos. Guardar silencio. Eso era la lealtad. Un silencio insoportable. Un silencio sobresaliente. Un silencio para no molestar. Cabalgaban los jinetes. Había que callar. Escondido entre sus libros alguien recogía apuntes. Silencio nada más. Todos fuimos maestros que debíamos de enseñar. Silencio sobre los pupitres. Silencio general. Filosofía del silencio. Había que estar en las aulas sintiendo el silencio en tus espaldas clavando sus ojos de cristal que penetraba su silencio con mayor profundidad. Silencio. Había que soportar el dedo de las acusaciones. Silencio. No se podía hablar. Escribo breves poemas. Silencio verbal. Sólo algunos gestos para poder avanzar. Amores sin licencia alguna. Todos fuimos maestros del silencio. Silencio hasta para amar. Silencio. Nuestras señas de identidad. Silencio. Silencio para caminar, bajo lunas , lo que había que sentir. Todos fuimos maestros de aquel enorme afán por aprender, en silencio, lo que había que ocultar. Silencio. Silencio y nada más. Silencio para vivir mintiendo. Líderes de la falsedad. Quizás. Silencio para ocultar. Todos fuimos maestros de aquel silencio absurdo. Silencio brutal. Alguien llora por las calles. ¿Qué más da? Silencio del disimulo. Hay que aparentar. Aquellos tiempos vividos es el pecado actual. Silencio de los cobardes. Silencio y nada más. Quizás escribir así sea mucho más ideal. No nombremos a Jesucristo. Silencio. Silencio que puede escuchar. Platero lo sabe todo, lo comprende todo.
En este duermevela de la mañana, los chiquillos ya están, de nuevo, jugando con tu Platero. Por fin, para poder seguir soñando, le han encontrado junto a los lirios y le han hecho despertar. Entonces, al mirarles con sus ojos negros, la luz estalla en las sombras y produce los contornos del momento feliz. 
Sales al huerto y te recreas, con el paso lento, en esta luz que te ha regalado, una vez más, Dios. La golondrina riza su vuelo junto a los aleros del tejadillo y un gorjeo caprichoso se escucha y se expande hacia los cercanos chaparros. De chaparro en chaparro cantan los pájaros su alborotado despertar y Platero se siente más ligero que la pluma con la que escribes un soneto.
"A tu abandono opongo la elevada / torre de mi divino pensamiento. / Subido a ella, el corazón sangriento / verá la mar, por él empurpurada. / Fabricaré en mi sombra la alborada, / mi lira guardaré del vano viento, / buscaré en mis entrañas mi sustento... / Mas, ¡ay!, ¿y si esta paz no fuera nada? /  -¡Nada, sí, nada, nada... O que cayera / mi corazón al agua, y de este modo / fuese el mundo un castillo hueco y frío... / Que tú eres tú, la humana primavera, / la tierra, el aire, el agua, el fuego, ¡todo! / ...¡y soy yo sólo el pensamiento mío!".
Somos amigos y en la amistad conjunta conjugo yo también mi soneto liberado para otorgarle más acento positivo a tu caminar enamorado: "Una rosa en el crucial camino / es tu beso enamorado de presencia; / una forma de emplear tu esencia / en este existir bajo lo divino. / Es en esa rosa en la que adivino / el nombre principal de mi creencia; / fe que va más allá de toda ciencia / y divierte mi andar de peregrino. / Soy exactamente un ser con destino / que al final consigue el vespertino / despertar de toda mi conciencia. / Una especie de amor no clandestino / sino libre expresión del masculino / estar en el interior de tu existencia.".
Miras a Platero cómo juega correteando tras los chiquillos, con el trasfondo del día  recién amanecido. Policromas figuras que danzan a su alrededor entre los amarillos resplandores del sol y la brisa que mueve sus cabellos. Platero no es caballo pero es algo mucho más importante que caballo: fantasía de juegos de infancia. 
Has bebido el agua fresca junto al rocío de las flores. Te has adentrado, seguido por Platero a la corta distancia de los sentimientos, en el camino pedregoso que guía hasta la ermita. Alguien pasa a tu lado entonando una canción. ¿Manguara? Quizás sea Manguara: "Un años más sin pecado y otra vez la misma estampa, la guitarra entre mis brazos, mil temblores en el alma, que al mirarte sin pecado se nublan las palabras, y empiezo a hablarte cantando... yo me declaro culpable de quererte con locura y a tu marisma entregarme mi condena es la dulzura para amarte. Pongo en tus manos mi vida, mi orgullo es estar a tu vera diciendo cuando llegue el día que bien nací en Huelva y que con Huelva moriría". Te ha invitado a un trago de anís con agua en su botijo y tú bebes con la mirada honrada. Todo el pueblo queda atrás. Sigues caminando por la vereda que va a la ermita y, al llegar al recodo donde todo tu sueño se enciende, llega trotando tu Platero, subes suavemente en él para descansar tu cansancio de poeta de los vientos y, entre las jaras, el cielo se cubre de canciones imaginadas. Deja que Platero también imagine la suya sin letras pero con latidos. 
Recuerdas ese palpitar de niño corriendo en busca de un sueño impenetrable y allí, en las calles de Moguer, te ves andando por las calles de arena, entre singulares casas tradicionales y ambiente romero. Un espectáculo para los sentidos.  
- Vamos, Platero. Hay que bañarse en el río para sentir el fresco retorno a lo puro, a lo blando, a lo esencialmente natural. Es mejor sentir las aguas frescas que agonizar entre las malvadas confesiones. Te quiero igual que siempre; simple y con la  presencia de tu pura naturaleza nada más.
¡Haz, por favor, un alto en tu camino, amigo Juan Ramón! ¿Sabes que yo también tengo dos Plateros en mi corazón!. Sé que son mucho más pequeños que el tuyo y que no son universales pero te ruego que les dejes entrar, junto a tu Platero, en las hojas de la literatura de los siglos; aunque sólo sea como simples referencias nada más. No lo llames vanidad, por favor; porque yo, como Jesucristo, no soy de la vanidad de las vanidades de este mundo. He aquí, con tu permiso y el permiso de los grandes escritores que pueblan la galaxia, sus presencias: “Toby es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos del azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro”… así describiría Juan Ramón Jiménez a Toby si éste fuera un borriquillo; pero Toby no es Platero, Toby es un perrito blanco, dulce como el algodón de azúcar y suave como la fresca brisa del amanecer, al cual siempre le acompaña la alegría suelta cuando lo saco a pasear al Jardín de los Romanos. Toby no es Platero pero también es tierno y mimoso como un niño.Toby llegó a casa hace ya un año y dos meses, en medio de los brazos de Carlita y con una especie de volar de mariposas blancas como él, rozando los rayos de un tímido sol de invierno. Llegaba en forma de cachorrillo con ganas de jugar… y nunca, hasta ahora, ha dejado de hacerlo. Para eso utiliza sus tres pequeños juguetes de plástico: una pelota blanca, un hueso verde y un burrito marrón (nieve,hierba y barro de la pletórica inconsciencia naturalista). Toby juega siempre y no hace más que soñar con paseos bajo la luz de los atardeceres. Toby también husmea mis zapatos y me hace sonreír como un niño cuando corre a perseguir a las moscas. A Toby le gustan los yogures y es toda una fiesta ver cómo toma el tarro con sus patas delanteras y hunde su hocico blanco con punta azabache en el cremoso contenido… hasta que Toby se metamorfosea en crema él mismo y como crema me endulza los días cuando la fatiga del tiempo me hace descansar sobre su pelaje al cual acaricio lenta, lenta, lentamente… mientras él entorna sus ojos negros y encoje las orejas para dejar que mi mano resbale por su lomo sintiendo los arpegios musicales de su tersura. Toby tiene ya un gran número de amigos pero los íntimos son Goofy, Simba, Sara y Zoe. Juntos forman el quinteto de las tardes de cielo azul… porque la luminosidad de sus coloridos (cada uno de ellos es de una raza distinta) los hermana en un azulado tornasol de pacífica serenata. Y cuando Toby corretea con ellos y me hace notar que es feliz… entonces yo retomo el camino del profundo silencio y me adentro en su alegría… hasta que le silbo suavemente y él, agradecido y mimoso como siempre, corre hacia mi y me trae alguna rama de avellano caída en los senderos del jardín mientras los otros vienen tras él a que yo les reparta las caricias que tanto le sobran a Toby. Toby no es celoso. Deja que acaricie a sus amigos y amigas y luego me hace retornar a los mágicos ensueños de mi infancia porque contemplándole (siempre eterna retama de pleamares en el interno corazón) me siento embarcado en los tiempos infantiles del juego sin final. Y así, viéndole febrilmente activo y resistente en sus largas correrías, termino por decir de él lo que Juan Ramón Jiménez escribiría si fuese Platero: “Toby tiene acero, acero y plata de luna al mismo tiempo”. Chester, todo canela él, era un setter irlandés. Una espolvoreada de canela en escarcha dorada esparcida sobre cuatro mástiles y un hocico color azabache. Caballo de cartón para los niños del barrio y clarinete de sinfonías en esos atardeceres en que se quedaba mirando como queriendo interpretar canciones azul turquesa. Era un oleaje de estallidos luminosos buscando anémonas del pensamiento en el fondo de los riachuelos. Y era algo mucho más que una simple presencia cuando su compañía venía a ser hálito amoroso de dulce compartir. Recuerdo que por las tardes, cuando caminábamos por los agrestes senderos de las campiñas, "Chester" era una especie de romántico vaporoso de las flores y las mariposas, perseguidor de lagartijas no para dañarlas sino para jugar con ellas a las marejadas de los sentimientos. Y al igual que el "Platero" de Juan Ramón Jiménez, también él rezumaba poesía entre las adelfas y los rododendros y también él era "d'asero". Ahora que se fue, envenenado por la envidia de algún anónimo destructor de vidas alegres, sigue correteando entre las galaxias de un universo plagado de amores; ladrando y saltando de estrella en estrella, cuajado de brumas nebulosas, llamándome a participar de todo el concierto universal que tiene su cuerpo de madrépora canina... pidiéndome que perdone para poder seguir sintiendo amor hacia los seres humanos. Y "Chester" color canela tiene razón. Un ser humano comete depravaciones como envenenar a un amigo pero... hay muchos otros que llevan sentidas flores a su tumba". Ya ves que no es vanidad. Ya ves que sólo es sentimiento. Quizás tengas a bien, antes de continuar con tu camino, dejarles un pequeño lugar junto a tu Platero aunque sólo sean solamente sencillas referencias. Son mucho más pequeños y no son universales pero son.
Platero te espera para seguir por la ribera del Odiel, el que nace en la sierra de Aracena, a 660 metros de altitud, en un lugar llamado Marimateos. Espera un momento, en las afueras de Gibraleón, para seguir transcurriendo su vida inmortal...
Miras al sol perderse tras la montaña dejando, tras de ti, un gran pedazo de historia que arranca del siglo sexto antes de Jesucristo; después fue un importante asentamiento musulmán en los tiempos de al-Ándalus, perteneciendo posteriormente al taifas de Niebla. Reconquistado por Don Alfonso de la Cerda en 1257... por fin, definitivamente arrebatada a los árabes por Castilla, reinada por Alfonso X "El Sabio", en 1282. Siendo la villa dejada como feudo a su hija Beatríz. Posteriormente el pueblo fue escenario también de las disputas entre los Medinaceli y los Guzmanes. El pueblo se convirtió en Marquesado, título que fue otorgado a Don Alfonso de Zúñiga (Duque de Béjar), durante el reinado de Carlos V. Junto a la localidad de Niebla es una de las más antiguas de la provincia onubense. Y con el antiguo polvo de la Historia entre tus zapatos de sierra, subes con Platero camino de Aracena. Mágica ascensión propia de una verdadera mitología de sueños, tu caminar se hace lento... tan lento como el sincopado tictac de un latir de corazones; porque Platero y tú sentís dentro del alma esas campanadas de las ocho de la noche. Es necesario llegar. 
Es necesario llegar a ser para poder existir. Platero existe como referencia universal. Quizás en el olvido queden Toby y Chester... o quizás tampoco pienses tú como piensan otros que sólo admiran a Bucéfalo porque era la gran montura de Alejandro Magno. Piensas, quizás, en qué hazaña hay que llevar a cabo para ser tan grande. En un remanso del Odiel, tu Platero bebe agua limpia. Quizás sólo sea eso lo que se necesita para llegar a ser y poder existir en las páginas ilustres.
Se te ilustran las retinas como en un idilio con las flores cuando ha aparecido, de nuevo, la luna. Escucha mi canto, amigo y compañero, escucha mi canto acompañante: "Lo elegíaco de los cantos amorosos son como recordatorios yuxtapuestos entre los coloquios que mantenemos con la luna. Las diversas lunas inmutables de las atmósferas terrestres iluminan nuestrras persistencias poéticas para evocar estos modos de cantar consecutivamente a los amores y desamores que dejamos en este nuestro pasar por la vida. Son las lunas mudas y silenciosas pero siempre presentes en nuestros cantos nostálgicos. Con los cantos del amor y de desamor pasa algo interesante: que nos dejan construcciones sentimentales que nos unen a la conciencia universal de todos los integradores de la poesía. Y nos hacemos hombres y mujeres restrospectivos con una memoria viva a través de los versos hilvanados con nuestras realidades y nuestros sueños sentimentales. En estos casos de recuerdos idílicos, realidades y sueños son la misma cosa. Soñamos siempre cantando a las fuentes amorosas idelizadas a través de realidades concretas pero llenas de metáforas. Cantamos al placer de amar y al dolor de amar y seguimos siendo siempre conclusivos en las maneras diversas y diferentes en que cada uno de nosotros y nosotras describimos, po ejemplo, un beso... o, por ejemplo, una caricia... o, por ejemplo, un acto sexual... El caso es que damos poemas a la tierra para que germinen con el paso de la primavera... muchos poemas diversos...y como dejó escrito el célebre poeta italiano Giacomo Leopardi: "Ni hasta ahora eres jamás lo que tú misma inspiraste a mi mente en otro tiempo". Y nos inspiramos, bajo la luna, al lado de una fuente gorgorita que suelta sus perlas acuíferas hacia nuestros rostros de poetas y poetisas bañados por la luz de la noche". Ya está, amigo y compañero, ya puedes dejar fluir tus sueño bajo la plateada luz de la luna. 
Los niños están dormidos en sus hogares y sueñan, ¡claro que sueñan los niños!, pero existen hombres que no les dejan soñar tanto como ellos desean. Platero descansa junto al arroyo de los chopos... mientras los niños sueñan, ¡claro que sueñan los niños!, con volver a montar sobre él; el burrito de pelaje blanco que les sirve de entretenimiento en las ferias de los pueblos. Y tú piensas, ahora, debajo de la luz de la luna y antes de dormir, que la fiesta es un lugar donde todos debemos participar en un momento de nuestras vidas. 
Has escrito: "¡Idilio fresco, alegre y sentimental! ¡Hasta el rebuzno de Platero se hace tierno bajo la dulce carga llovida!". De vez en cuando te quedas en silencio y escuchar el rumor del agua. Quizás la luna se baña la fuente para que la mires sin tener que observar más allá de su reflejo. ¿Quién regó sus sentidos en las aguas del río? Mira bien. Es un rayo de luna que se baña en el río. En algún otro lugar del planeta alguien está contemplando la misma luna pero desde la propia cosmovisión de su persona. Y tú eres persona que sabe entenderlo. 
¡De nuevo la noche a las espaldas del caminante!. Te quedas durmiendo, junto a la ribera del Odiel, a pocos metros de ese tu Platero que, en esta época estival, sueña. También sueñan, más allá de tu frontera, Toby y Chester desde la tierra y el cielo.  
Mientras sueñas, Juan Ramón, recuerda que también Wendy está en el camino. No te hablo de la historia de Peter Pan. Escucha en el interior de tu sueño: "Wendy es la cooker inglesa de mi familia. Es de pelo completamente negro y tiene los ojos de color azabache que cuando te miran te traspasan el alma. Es juguetona, con un espíritu alegre (5 meses de edad) que contagia a todos y te alegra el ánimo. Siempre está corriendo y saltando y es lametona (muy lametona). Traviesa. Muy traviesa como si fuese una chiquilla humana aunque es perrita. Pero sucede que yo creo que los animales tienen alma muy parecida a la de los seres humanos. Al menos, cuando veo la vitalidad de Wendy, creo en ello... Wendy es libre. Juega libre. Sueña libre. Camina libre. Y nos ama libre. Amiga de los humanos es muy fácil quererla... y por eso Wendy me despierta las ganas de poetizar y de sentir que allí donde late un corazón vivo hay una esperanza para el futuro". Y no te olvides, para acabar de soñar esta noche, de Tiana: "Adiós, Tiana. Gracias a Dios que tuve la enorme alegría de conocerte y jugar contigo. Tú, ahora, donde quiera que estés me traes recuerdos inolvidables a mi memoria. Fuiste feliz el poco tiempo de vida que tuviste y eso es lo importante para una perrita tan dulce como tú. Tuve la alegría de poder jugar contigo en largas horas felices y tú, cuando jugabas con mis zapatos, me mirabas por ver si te regañaba pero no... tú sabes que me hacías feliz jugando con mis zapatos. Me mirabas como diciéndome ¡aquí estoy yo! y yo te devolvía las miradas dulcemente y te sentías feliz a mi lado. Ahora ya eres parte intrínseca e importante de mi historia personal. Ahora que te has ido eres parte, y seguirás siéndolo siempre, de mi historia personal como lo fueron Lolita, Estrella, Chester, Toby, Chiqui y Wendy entre otros y otras. Adiós, Tiana. Sólo quiero que sepas que nunca jamás te olvidaré y en esta llamada Eternidad tendrás un pequeño pero hermoso hueco en mi corazón para que, cuando llegue el crudo invierno, te calientes allí, entre mis sentimientos más bellos. Te recuerdo con tu piel negra y tus manchas blancas o tu piel blanca y tus manchas negras porque cuando de amor se trata no tienen importancia el orden de los colores de la piel. Hasta siempre, Tiana, perrita alegre y feliz". Y ahora duerme, amigo y compañero Juan Manuel, bajo la luz de las estrellas. Algunas de ellas son fugaces, pero la gran mayoría se quedan para velar tu sueño.
Un día te levantas y piensas en cómo puede ser la vida de un pájaro escondido en las ramas de un almendro. Te levantas y sientes ese miedo que, a veces, llena el corazón del bosque. Quizás descubres, porque tu Platero te lo ha contado, que existen pájaros  asidos a la falta de la libertad. Y piensas en la libertad. 
Andas toda la mañana pensativo. Platero intenta alegrar tu corazón lleno de sentimiento. ¿Qué es un sentimiento, Juan Ramón, qué es un sentimiento? Sin el sentimiento no existiría el pensamiento. Nos es imposible pensar sin antes haber sentido. Te hablo solamente de los hombres nobles.
Entre los granados del huerto, guiado por tu Platero, existen unos lirios morados. Y piensas: ¿tienen que ser todos los lirios morados? y descubres que no todos son iguales. Hay variedades del violeta al blanco, al amarillo y al rojo, con elegantes jaspeados. Tampoco todos las pajarillos son del mismo color, pero todos vuelan jugando con el viento cuando no están sometidos a la falta de su libertad.
Hoy es día para contemplar esa casa grande, en cuyo largo y estrecho jardín, las jaulas están repletas de pajarillos. Sobre el tejado los hay que escuchan su piar y les contentan con un canto de liberación. Eso estás pensando. Estás pensando que lo que los pajarillos necesitan es una liberación. 
¡Qué alboroto han organizado los niños al ver llegar a Platero! Otro día nuevo. Otras nuevas sonrisas y vuelves a recordar a la niña de los zapatos rotos. Era silenciosa pero llevaba muchos verbos en su interior: aprender, comprender, entender y uno que rimaba con amar y que era soñar. También la niña de los zapatos rotos pedía su propio sueño. Tus pocas monedas ayudaron.
"Encontró un par de zapatos en una parada del bus. Se los puso. Se sintió cómodo. Pensó que acababa de entrar en el interior de otra persona desconocida y que ahora comenzaba a comprender a aquel ser humano... pero no se daba cuenta de que aquellos zapatos eran los suyos mismos, que se los había quitado hacía un par de minutos porque le dolían los pies mientras esperaba al bus. En el fondo, sin saberlo, seguía siendo egoísta". ¿Me comprendes, Juan Ramón?. Me das tu sí envuelto en el silencio de la niña.
Ahora, mientras dejas que Platero corra alegre con su ligero trotar, te cambio un sueño por una esperanza: "Y soñé que Dios me oía... ¡desperté!... y era Verdad que me hablaba". Me ofreces, a cambio, ese tu mirar a la alta nube, leer en la neblina del camino una paráfrasis de anhelos y caminar contigo, apoyado en el rodrigón con el que mueves las ramas de los arbustos para espantar alimañas. Yo sigo aquí, en el camino de las paráfrasis.
Hablando mutuamente de paráfrasis, yo también me acuerdo de Ella: "Parábola del aire y paráfrasis del viento eres tú silenciosa compañera hipérbole de mi verbo... Eres la tilde dulce que pones sobre mi acento el signo más destacado de mi leve pensamiento. Por eso, entre comillas, despacito yo te cuento: "!Cuánto te amo pequeña princesa de mi sentimiento!". Con la energía de la luz te mueves ligero, soltando canciones para ser escuchadas por los jilgueros que están enamorando a sus hembras. Recuerdas a Zenobia Camprubí Aymar y sus predilecciones por Rabindranath Tagore.
Resulta que has leído "El despertar de la fuente" mientras despiertan los campos onubenses en los que se recoge tu mirada en la cuneta del camino. Has encontrado ahí, en ese mismo lugar, quizás la huella de un poeta que traspuso fronteras y tú decides seguir otras huellas similares de alcance universal. ¿Sabes que todos formamos patria y que esa patria es un pequeño rincón llamado Universo? Pues de ese Universo hablamos, amigo y compañero, de ese Universo hablamos...
Te sientas en el mojón del camino centelleante de sol bruñido en tu frente y me escuchas: "Leyendo estrellas he podido comprender la poesía de los libros... pero sobre todo he podido comprender la poesía de los vientos, de las galaxias, de los billones de universos que existen en nuestros sentimientos y he podido escribir a Ella todas y cada una de las páginas de cada texto, de cada flor, de cada gaviota... de cada vela surcada al viento en el mástil de la embarcación de mi Fantástico Destino... así que sigue observándolas y sigue sintiéndolas para luego, al despertar, seguir soñando bajo el Sol y como Icaro pero sin alas, sino con poemas, surcar todos los cielos". Y te levantas, con el sonido de las ramas sopladas por el viento, para continuar dando versos a los olivos. 
Yo también canto a la vida: "Por el verde olivo de la verde rama trepa el verde brillo de la esperanza y el cercano nido de la encina parda hacia el cielo, erguido,la vida reclama. Se oye un pajarillo cantar de mañana y el murmullo del río que lo acompaña. Un grupo de niños juegan y cantan en el patio vecino de la escuela cercana. Tengo abierto un libro y hay una albahaca de olor muy fino sobre mi hamaca". 
- Platero, yo creo que es hora de almorzar...
Y Platero te sigue, por el sendero verde, hacia la aldea vecina donde, como huido fulgor de las primeras horas de la tarde, dos horas son signadas en el espacio desde la torre de la vieja iglesia.
Por la vereda florida, llena de arpegios de fiesta, tú delante de Platero y detrás de éste un enjambre de sueños infantiles, entras en la red de la alegría; en esa función humana de sentir el calor de quienes te acogen levantándote de las penas. Y Platero parece como que sonríe, dejándose acariciar por quienes le creen una visión del cielo... y es que su remansada paz es lo que le hace ser Platero. Sin quererlo, sin apenas quererlo, es querido por todos los niños y niñas. Melismas de fe en Alosno.
La mañana es clara. Suenan los tambores del corazón de los poetas, las poetisas fabrican melismas de algodón y brotan musas y duendes de la alegría. Tú sabes que toda fuente de alegría empieza por saber qué es la felicidad. ¡Pobres de aquellos que creen que tu Platero es infeliz porque es noble! Tú bien sabes que toda felicidad empieza siempre por tener fe. ¿Qué es la nobleza? Miras al cielo y hayas la respuesta.
Ahora subes, montado suavemente sobre tu Platero, la pequeña ladera que conduce al pinar. La sombría cúpua frondosa, el sonido lejano de las castañuelas, los gritos de los niños alrededor de los tenderetes de la feria, ese pozo alegre de donde las mujeres sacan cubos de agua para refresacar a los geranios, esos pájaros que cantan su melodía al borde de las primeras horas de la tarde. 
Platero, con su cabeza erguida, observando a las mariposas danzar sus bailes multicolores entre rosas y espinos. ¿Por qué será que algunos se fijan en los espinos en vez de la fragancia de las rosas? Yo tampoco se explicarlo.
Escucha, amigo y compañero, escucha mi voz a través del tiempo: "Ingresó en nuestras mentes con su tesis de Relaciones Interpersonales recién elaborada y allí, en medio de las neuronas del cerebro, celebró sus primeros discursos en medio de las infantiles propuestas de juegos pirateriles en donde él siempre resultaba ir un poco más allá de nuestra conciencia y, grillito de las emociones ocultas, contestaba a nuestros primeros coloquios sintomáticos de la pubertad, de la edad de los descubrimientos. Y nos hacía el favor de dejarnos capitanear la carabela aquella en que nosotros nos íbamos deslizando como por un tobogán de aprendizajes coetáneos. Después se hizo confidente. Acérrimo y exclusivista confidente de nuestros muy variados amores y desamores. Y nos abrazaba en medio del llanto y de la soledad y elevaba su copa llena de espíritu para brindar por nuestra inmensa alegría; y así, en medio de risas y lágrimas, entre rosas y espinos, haciendo la guerra y la paz de todas nuestras manifestaciones juveniles se nos convirtió en el adulto que llevamos dentro. En el oculto adulto imaginario que hace realidad todo aquello que le conversamos y que, eternamente fiel a la palabra dada en el primer segundo en que penetró en nuestra mente, guarda como un tesoro escondido, bajo mil llaves de plata y de coral, nuestras más íntimas confesiones".
Bajas de la montura de tu Platero y le miras de frente. Él topa con su cabeza el lugar que ocupa tu corazón mientras el sol se refleja en tu cara.  
Una muchacha, que aparece en el camino, lleva un puchero para su padre: el jornalero que está faenando entre los olivos. La hierbaza seca le acaricia las piernas y su cabello, suelto, te hace recordar los remolinos del agua. Con una sonrisa, ella saluda a Platero y éste, sin saber qué es lo que sucede, responde con un rebuzno de agradecimiento. Ella quiere saber algo más de él; pero tú le explicas que sólo es una fantasía convertida en dibujo caminante para alegrar el corazón de los niños y ella, que va camino ya de ser mujer, se queda mirando, asombrada, cómo dibujas tú a tu Platero y después se asombra más cuando le regalas la hoja de tu cuadernillo.
Es posible respetar el silencio. Lo sabes bien. Lo sabes incluso mejor que quien dijo que la verdadera amistad llega cuando el silencio entre dos parece ameno. Era Erasmo de Rotterdam. Pero a Platero lo que le interesa, en la verdad de su presencia en el mundo, es dar vueltas por el planeta de tus sentimientos; hacerse liviano, suave, placentero y, de esa manera, poseer razones para existir. Es cierto que el silencio de Platero es mucho más que una simple paradoja. No existen paradojas en la amistad y sentirse amigo de Platero es como ser un niño creyendo en la Fantasía.
Está la estación veraniega muy caliente. Las nubes grises, sin embargo, están pidiendo lluvia mientras tomas tu pluma y escribes. 
- Aquí tienes, Platero, la esencia de la vida. Ese misterioso don de la Providencia de Dios que nos regala agua para sentirnos más de carne y hueso, más de alma y corazón. En este amanecer sediento la lluvia es una respuesta más certera que emplear la suerte como dirección adecuada. No. La suerte no designa tu destino y el mío. Si hemos de caminar hay que saber respirar el silencio.
No somos, ni tú ni yo, perfectos. Pero tu Platero casi siempre lo es. En la plenitud de la mañana seleccionas flores imaginarias para tu soñada Zenobia. Pero el sueño de Platero se queda solamente en servir de transición rápida entre tu tiempo y el mío. Platero va siempre directo hacia la infancia entre los encendidos cielos de la lluvia. Y el viento acaricia sus crines blancas para darle un beso en el relámpago de este instante en que comienzas a escribir.
En la última media hora de la prolongación del sol, esta mañana yo sigo siendo sólo como el caminar lento de tu Platero y, lejos de ti, una banda de palomas aletea frente a tu vista. Te subes las solapas de tu chaqueta gris y sientes algo que quizás dudes de pronunciar; algo así como si fuésemos cuesta abajo hacia la vida del nuevo renacer de la conciencia adornada por las guirnaldas de la fiesta del pueblo que espera levantar sus esperanzas. Perdona si lo pronuncio yo por ti.
"Si no vienes mi ser se encalla en el silencio de los tulipanes y el beso se hace puñal del tiempo como feroz amante del recuerdo. La noche es noche si no vienesy entonces me dan miedo las estrellas cuando están ausentes tu frente y tu boca. Si no vienes yo no pronuncio nombres entre las chispas del fuego de mi piel que se quedan latiendo entre la memoria del cárdeno mundo en que me hundo. En tu ausencia tiemblan mis miradas dentro de un alma que se encoge en el dolor profundo del recuerdo. Si no vines este junio se me hace pájaro oculto en las entrañas y, sueño perdido en el silencio, me quedo suspìrando tu sinfonía". Y tú quedas mirando al horizonte donde yo estoy sintiendo.
Has tenido que cambiar un verbo. Has tenido que escribir vivir en lugar de morir... mientras observas el campo desde el zaguán mientras, como música del tiempo invertebrado, las primeras gotas comienzan un romance con las tejas. Bella novia es esta mañana de iniciación silenciosa y los acordes de una guitarra rasgan la melancolía de tu taciturna sensación.
Platero se remueve, inquieto, entre las pajas desperdigadas por el suelo. Busca un axioma para su existencia.
- Parece mentira, Platero, pero es verdad. 
Espera, Platero, ¿qué prisas tienes ahora que el mundo ya no es lo mismo?
Vuelta al viaje. Platero y tú váis por vuestro mundo: dos horizontes paralelos y dos paralelas sensaciones. Y observas, entero, ese punto infantil en donde alguien leía mientras yo escribo mi afán: "Si vieras el apoyo de esta "roca de alma" donde cobijo, hoy, mis nostalgias en un llevar muy lejos y muy hondo lo ondulante del incendio sentimental y la callada soledad de estas horas... si lo vieras... una canción de cuatro ritmos sincopados entrarían a formar parte de tu espejo girando, girando y girando, en los pasillos subterráneos de tu memoria. Por cada peldaño ascendido en tu conciencia, interpretarías lo identificable de mi súbita pasión por este agujerear los tedios a través de las fecundas palabras que en su misión, a veces, dejan ver tu rostro recorriendo todos sus arrullos. Si vieras este otro sueño de las rosas en el bosque, los mundos y los días serían como cajas de plata donde guardar las luces y el querer situarte en el centro de la vida para sentirte, aún más, en el conmovido afán de las emociones. Por cada mundo entero, así visionado, yo te estaría queriendo con toda la voz a mi alcance y ya no serías más fuego solitario, ni despedida subrayada, ni olvido en medio del tiempo".
- Espera, Platero... ¡Sueña!...
El crédito materiaista no existe para los poetas. O eres o dejas de serlo. En algún momento te has quedado pensativo, amigo y compañero Juan Ramón Jiménez. Platero es tu interior. Platero es tu corazón. Platero es tu alma. Y entre los sueños de tu Platero quedan los míos. ¿A qué te refieres cuando crees que las decisiones para escribir unos versos solidarios provienen de la paz? Quizás en los ojos negros, grandes y profundos de tu Platero siempre exista un por qué pro yo leer algo más que batallas sangrientas del amanecer en las columnas de las Letras... como a manera de Hércules en la frontera entre tus límites y mi también caminar por las riberas de los ríos. Comprendo tu pena al contemplar cómo mueren los gorriones bajo el fuego de la dureza inclemente. No. Yo, como tú, también amo a los gorriones con los que, ahora, juega Platero en una especie de baile infantil donde él cree que es viento.
En el vigor de ese trotar de tu Platero se baña el íntimo rayo de sol. Cuatro caminos existen en tu sentir y cuatro estaciones para cumplir una jornada completa: el alba, la luz, el atardecer y esa hora que, ahora, hace posible que comiences a surgir para fijar un imposible. ¿Por qué llamarán los otros, lo del durop abatir inofensivos gorriones, imposible que Platero sueñe. Claro. El único sistema que puede existir, para los poetas, es no confundir la luna con lo lunático; es comenzar a pre sentirse y presentirse dentro de la lucidez lo que es solamente lúcido paisaje: un escribir sin precipitarse en el vacío de las falsas palabras. ¿Acaso has conocido alguna palabra más verdadera que decir simplemente "palabra" envuelta en el interior de tu chaqueta gris trasvasando tu Guadalquivir a mi Guadiana?. Es sencillamente los siguente, Juan Ramón, es sencillamente lo siguiente: "Desde los orígenes de los humanos las palabras forman parte intrínseca y extrínseca de todos nosotroa. Somos comunicación verbal, oral, escrita, gestual, sonora, silenciosa... hasta el silencio está lleno de palabras. Hay palabra dicha y palabra escuchada en este tornar y retornar de la comunicación humana. Pero la palabra es la que nos hizo humanos y no animales simplemente. Lo que sucede es que existen personas que nos hacen consumir palabras escuchadas porque son proclives a querer dominar el ámbito de todos nosotros. Es la alienación del consumismo de palabras". Dile a tu Platero que sea palabritud: exactitud de la palabra sencilla coordinada con la virtud de los caminantes.
Espera a que llegue la noche, amigo y compañero, para poder decirte que "Dejando ya las avenidas de las mentiras piadosas... sólo soy, ahora, un caminante de veredas y verdades. Otros son los que pregonan que son muy libres pensadores usando la demagogia y la doble moral. !Quién dice que los pensamientos no están ligados a las razones!. A mí me basta con mis Sueños para charlar de la Vida. Un gorrión es un pajarillo que vive para ser mucho más que un adorno enjaulado. No. Los gorriones no son adornos aunque las jaulas sean de oro. Ellos sólo viven su libertad. ¿Y cómo se atreven algunos a decir lo contrario?. Los gorriones son diásporas completas por las ciudades, pueblos, aldeas, veredas y caminos. Y para ellos cada día es un romance nuevo. Un romance mezclado con los aromas de los tomillos, el espliego, el romero e incluso la mejorana y los jarales. Excelsas veredas y caminos llenos de flores y mariposas. Que hay en este mundo unos abetos que hincan sus raíces en una diáspora completa de versos y amapolas rojas. Es el viento el guardador de los desnudos ecos de aquel ayer. Hoy algo ha pasado con las palabras "magnas". Algo que está creciendo en medio de las noches de los insomnios. Son corazonadas erigidas en esas noches donde los gorriones comienzan a soñar. ¿De verdad? preguntan los incrédulos. ¿Y quién sabe qué es exactamente la verdad?. La verdad es un absoluto camino llamado Realidades. Sí. Realidades vivas y no muertas. La diáspora completa de los Grandes Sueños de quienes, en verdad como diría Jesucristo, son poetas y poetisas. Debemos ser siempre tal como somos para poderlo comprender y, sobre todo, para podernos comprender mejor. Que si Calderón de la Barca dijo aquello de "La vida es sueño" yo digo y defiendo lo contrario; o sea que "El Sueño es la Vida". Si todos entendiésemos algo tan sencillo, todos podríamos aprender que lo que digo es la verdad. Palabras mayores. Sí. Palabras mayores para designar exactamente lo que es propiedad privada y lo que es propiedad pública. Diáspora. Diáspora completa son las palabras de este mundo cuando sabemos y aprendemos qué es la Libertad. Algo que muchos han olvidado porque se creen donjuanes de la Literatura. Barbarie. De verdad que es una barbarie lo que sucede en este mundo... y por eso necesitamos la Liberacion Literaria".
En la aldea todos confían en ti porque te acompaña tu Platero universal. Universo. Hay un universo de resplandor en esta noche iluminada...
Miras al horizonte que se vislumbra desde el viejo caserón de los balcones de terracota y las macetas vigilantes del anochecer. Más lejos. Mucho más lejos de ti, quizás los ladridos de mis "pequeños plateros" sólo sirvan para imprimir otras interrogativas diferentes, O tal vez no tan diferentes si unimos nuestro común destino. Por eso estás pensando que se debe dialogar con la luna usando verbos tan peligrosos como "amar". ¿Qué amamos los que preferimos seguir caminando para dormir al llegar el alba? Tú juegas a las damas con el caballero del viejo caserón que ha dado hospedaje a tu Platero en su cuadra y a ti en su zaguán. 
Y to me quedo caminando solo por entre los hilos de plata que, desde la luna, me guian hacia tu infinito: una curvatura del universo prolongada entre tú y yo. Platero duerme. Tú descansas jugando con las damas. Yo sigo hacia el punto en el cual dispongo solamente de la oscura noche en que meditan los poetas.
Y canto a tu conciencia por si me puedes escuchar: "De los arenales vengo...a los arenales voy... y por el camino pienso yo quien soy... yo quien soy... yo quien soy...". Letras penetradas por las orillas donde los cardos están alumbrados de luciérnagas y mariposas dormidas. 
Te pilla el amanecer con el ritual de Platero iluminándote el camino. Su ligero trotar es compañía en el territorio virgen de los milanos.
Y aparecen los santos inocentes del discurso diletante: un grupo de ancianos y ancianas que bajan de su residencia. Deben venir quizás a refrescarse en las aguas del río. Desde una torre bermeja alquien silba y Platero, tiesas sus peludas orejas, comienza a conversar con tu nostalgia. Una esperanza nueva te hace renovarte a ti mismo.. otra vez... otra vez tú y tu poema: "¿Qué me copiaste en ti, cuando falta en mi la imagen de la cima y corro a mirarme en ti?". Por el puente llegan ya con sus charlas de pretéritas ilusiones renovadas en este amanecer de agua, de sal, de limoneros.
Y tras ellos, las gitanas buscan la vida en el otro lado de lo unívoco. ¿Qué sucede al otro lado del puente en ese momento unívoco? ¿Qué es lo unívoco, Juan Ramón? Deja que te envíe mi expresión: "El espacio vital de un ser humano es el conjunto total de todas sus ideas que forman su propio universo particular. Lo podemos definir como su personalidad y es el que le hace unìvoco y diferente a cualquier otro ser humano. No tiene límites y es la fuente donde beben todos sus pensamientos y todos sus sentimientos". Espacio vital. Quizás por eso son así las gitanas. Quizás recojan lo unívoco para explicar a los extraños que solamente están celebrando el amanecer.
Amanece y te calas, de nuevo, el sombrero andaluz para dar un feliz escape a esa sed de granadas maduras que tanto le gustan a tu Platero. Platero y tú desangrando granadas bajo el tamborileo de las voces que, por las callejuelas, despiertan el ánimo inflamado de tus recuerdos. Recuerdo yo también esos silencios vividos, esos silencios sentidos, esos silencios recordados, esos silencios que, de tan existentes como son, se terminan por olvidar. Te empapas de incertidumbre y Platero se te acerca para recuperar tu alma. Algunos niños valientes llegan con sus juegos y sus risas para seguir formando parte de tus recuerdos. A mí se me han quedado ya algo distantes, colgados de este ser tan transitivo. Transito por el recuerdo.
"Eres tú el azul cariño que me guía al camino de las cosas; al ritmo sinuoso de las olas que reflejan su mirada en los relojes; la íntima presencia de los hechos fabricados en el taller de las expresiones. Eres tú el acento enarbolado entre las horas prendidas de los sueños y el compás diáfano del día envuelto en el tránsito del tiempo. Eres tú como un oficio de vivir manteniendo la esperanza; el ínclito discernir cada momento en el tejido singular de la existencia y ese momento esculpido en el aire que se convierte por magia del recuerdo en plena sinfonía de palpitares. Eres tú el abierto aire del sentido embarcado en el ámbito fervoroso de sentirte en cada pulso de mi sangre marcando las pausas del silencio. Eres tú la esfera donde gira esta cadencia de notas sincopadas que convierte cada sombra del destino en vuelo de ave sin retorno; el líquido hervor de las pasiones liberadas en el espacio de un segundo y la imagen ensoñada en las creencias del palpitar creciente en los instantes. Eres tú, en fin, ese principio de cosas que se arriman al paisaje y en medio del tránsito y la espera abre las compuertas del sentido y lo llena de completa consistencia".
Acaricas a Platero y saludas al carretero que se ofrece a conversar contigo si le sacas del hundimiento de sus ruedas en el lodo. Unes a Platero al carromato junto al flaco compañero de su especie y una especie de fuerza imperial desatasca el punto muerto. Caminas conversando.
¡Qué feliz está la chiquilla que, caprichosa del momento, aprovecha para subirse a lomos de tu Platero!. Y se le enciende la sonrisa. La llanura se hace ancha, larga, espesa.
Platero y tú avanzando por el día para uniros al mundo. Platero es tu mundo; el universo dentro del mundo. Tú vas hablando con el otro entre los clamores de la luz que, a lo lejos, arrasa la llanura. Yo he visto esa luz arrasando la llanura. Esa luz fugaz que ahora alumbra la mirada de Platero. Ser poeta es ser imagen y algo más...
Le dices a Platero que es hora de despedirse de la compañía infantil para seguir madurando un poco más los minutos matinales de este dia que que, por dentro, te viste blanco de inocencia y, por fuera, moreno por el sol moreno. Platero, blando como siempre... pero duro, de acero, de metal incandescente, te sigue.
Estás, ahora, esperando la llegada del mediodía para unirte, de nuevo, al mundo. Platero es la alternativa que te queda para conducirte a alguna blanca aldea. subes en él y seguís caminando latentes... viendo cómo se os cruzan los carneros que van a ser sacrificados en el matadero de sus sueños. Una imponente prsencia de luz estalla en camino que existe entre tu mirada y su sempiterna costumbre de escritor. Déjame cubrir el hueco de esa hoja en blanco que has dejado para mis sintagmas. 
"Porque aún conservo, dentro de mis mil conciencias, los veinte poemas de amor de la tarde en que besé tu boca y aquella canción desesperada en el nocturno soportal, bajo la luna, con unas cuantas estrellas brillando en medio de aquel caliente agosto de Madrid... Y comenzó a nublarse el cielo. Después llovía. La lluvia traía aquel olor a flores del parque del Paseo del Pintor Rosales donde habíamos compuesto una sinfonía de miradas hondas y profundas en medio de la conversación de nuestros miles de mundos fantasiosos. Hoy es lunes. Tengo mi Diario abierto y escribo en él tus sentires dentro de mi alma. Por eso y por mucho más todavía estoy luchando en medio de la pertinaz batalla con las palabras y los sintagmas del corazón dando vueltas y más vueltas alrededor del universo de las expresiones". 
Los panaderos del pueblo dejan de faenar para verte cruzar, sentado suavemente sobre el lomo de Platero, mientras los últimos clientes acuden a las tahonas para no perderse la barra caliente del día. Hace calor. En los estancos se despachan los cuarterones de tabaco y unos campensinos, con los brazos desndos - las camisas quedaron colgadas de las ramas de los olivos- acuden a la cantina.
Y están también los niños pobres, los niños que sólo pueden mirar las adronadas fuetnes de los jardines de las propiedades pirvadas. Ellos no son niños privados pero están privados de todo lo que se necesita para ser algo más...
Escribir poemas, ene stas ocasiones, se hace tiempo detenido en el espacio en donde juegan los duendes de la fantasía a construír sueños para ellos, para lo que no tienen nada más que lo insuficiente. Detienes tu camino y entras al bar. Yo me quedo escribiendo.
"Son niños y niñas que viven vidas duras. Son niños y niñas que trabaan de sol a sol. Son niños y niñas que miran furtivamente a los ojos y bajan la cabeza pero aunque pobres en dinero, son grandes en humanidad. Son nuiños y niñas que sufren pero ahora se entretienen y son felices bailando... mientras los adultos se sientan tranquilamente en los bancos para hablar de la vida. Son niños y niñas nada más.
"Son niños y niñas que a veces realizan viajes en grupo hacia la charca vecina -el límite espacial de sus sueños-  porque es gratis. Son niños y niña que aman pero  saben loq eu es el amor. son niños y niñas. Son personas dignas. En ellos no hay rencor. Ellos saben lo que es repetar para poder vivir a pesar de que son insuficientes. por eso, a las doce del mediodía, celebran La Hora Feliz.
- ¡Qué blanco está, Platero!. 
Y Platero, lo mismo que los niños y niñas pobres, inicia una corta carrera y juega a la Hora Feliz. Corre, entre tímido y suave, junto a ellos, como haciendo que esos sesenta minutos que tienen de son el tesoro escondido que deben descubrir para conseguir la Felcidad. Pero sesenta minutos al día es muy poco, Juan Ramón. 
Entre la bondad y la hermosura, ¿con qué te quedas?. ¿Entre la bondad y la hermosura ahy alguna cuestión inconfesable?. "Más allá de ese límite sublime de las nieblas y el viento desolado existen las verdades derivadas del vivir pendiente del Destino". Perdona que lo dijera. Alguien debía decirlo. Destino impuesto por otros me refiero.
Y mientras tú, amigo y compañero Juan Ramón, comes sardinas en pimientilla, raya en pimentón, chocos con habas y el excelso jamón de Huelva... en este alto en el camino te voy a hablar del Destino. Otra vez te pido perdón por ser yo quien lo dice: "¡Qué importante es poseer una identidad personal que sea algo así como un estallido de ritmos cosmovisionistas que se proyecte en cada una de nuestras interpretativas representaciones en este teatro llamado vida!. La mejor manera de describirnos es hacernos gestores vigorizadores de nuestros continuos sentimientos, recorrer el camino de nuestros a veces altos y a veces pequeños sueños para sentirnos aire, sangre, esperma de anhelo hecho realidad gracias al esfuerzo redentor de todos nuestros sentidos. Y es a lo largo de ese camino cuando nos debemos preguntar ¿cómo nace mi conciencia?, ¿cómo crece mi entendimiento?, ¿cómo surge mi esperanza?, ¿cómo termina de forjarse mi destino?. Las respuestas deben ser inclaudicantes: nace mi conciencia cuando aprendo a leer en los árboles, en los riachuelos, en las flores silvestres, en el viento abrazador, en la mitad de una mata de paja, en las manos de un anciano, en los lloros de un niño, en los ojos de los seres humanos... crece mi entendimiento cuando como habas que ha cultivado el agricultor, cuando bebo agua que ha caido de la lluvia, cuando siento mi alma crepitar en los crepúsculos... surge mi esperanza cuando meto sentimientos a mi cuerpo, cuando danzo al magno compás de las cuatro estaciones que se van acumulando en mi existencia, cuando mi sensualidad se hace desenfado de trópicos arrullados en el centro imponente del universo... y termina de forjarse mi destino cuando soy parte de ese escenario que resume todo el crisol de mis ideas expandidas por el cosmos de mi persona que, en ese momento, se hace cultura hegemónica, proyecto maduro de mis propios parámetros y vitrina de mi alma ante los ojos del planeta". Ya podemos caminar de nuevo. Yo aún no he podido sociar mi hambre pero me compensa poder caminar al lado Platero y tú. 
Escribir poemas, mientras caminamos, es rectificar el tiempo detenido y hacerlo converger con los ojos que te miran, entre asustados e interrogativos, para`poder acompañar a su dolor hasta superarlo. Lo único que no escribiré jamás será lo incomprensible. Comprendes la filofñia de Platero bajo el cielo azul de las nubes blancas. Comprendes la plenitud de esos sueños que sólo tienen el color de las sensaciones de poderlos alcanzar. ¿Acaso no somos los poetas algo así como los filósofos de las necesidades? Mira a Platero mientras va, delante de ti, abriendo camino entre las miradas de quienes quizás no os vuelvan a ver.
¡Qué fuerte es el tiempo, amigo Juan Ramón, qué fuerte es el tiempo que nos hace crecer para ser grandes aunque no estemos precisamente dispuestos para eso!. De pronto se corta el camino y no tienes más remedio que atravesar la acequia para adentrarte en el bosque. ¿Habrá alguien en el bosque además del leñador que se aprovisiona para el invierno de la madera también sacrificada en aras del calor humano? 
La palabra grande nos viene pequeña muchas veces. Tú no quieres crecer y, sin embargo, has crecido con tu Platero. Yo no quiero crecer porque quizás mis "pqueños plateros" no lleguen jamás a cruzar ninguna acequia y no estén preparados para ser poetas en el bosque. De repente cuento algo en el bosque por ver si eres capaz de escucharme: "Cuando el alma me invade de nostalgia me asombra lo difusa que se vuelvela mañana sin sol y en la penumbra. Yo dispongo entonces de minutos para medir la distancia entre nosotros y busco excusas que me centren lejos del caos y del retorno. Y sobre los instantes pasajeros del silencio encuentro lo extraordinario en la gente que veo pasar entre los pinos del bosque y la espesura. Medito entonces en lo continuo que es este vivir en lo real y deseo hundirme en lo soñado para no tener que recordar... Gravita la atmósfera pesada en forma de sonidos y silencio unidos ambos en el compás del movimiento de las hojas del laurel. Cada instante es un pasatiempo de juegos imposibles con el aire que derrama ideas sostenibles por el ala leve donde, errante, el concierto se convierte de repente en luz diáfana sobre el agua. En el empuje de este oleaje me lleno de presente perdurable. Y es de veras que las horas pasan lentas, pausadas, tolerantes con el sagrado presente de los imposibles y el tumulto de mis ideas tan errantes. Ajustándome a la tersura de las hojas equilibro mi pensamiento en el cristal de las aguas claras que someten su fresco líquido a mi entorno y busco, más allá de los pinares, lo inmóvil de la esencia del estío. !Qué cerrado es el tiempo sucedido entre el segundo, el minuto y las horas!. Como íntimo secreto de la luz no cesan de venir en mi ayuda los rostros de las gentes caminantes  que se suceden en una sola antología de esperanzas buscadas en el valle. Tranquilidad en el ánimo sereno de la trémula hoja que se abate, poco a poco mecida por el viento, hasta llegar a la tierra que la abraza.Siesta del entorno circundante donde el tiempo paraliza su carrera contra el reloj y entra en la tarde. Se hace universal esta presencia de seres que respiran el mismo aire... !y con qué destreza se entremezclan en un mismo río todas sus sangres!. No busco con ello retenerme en el pensar alejado y presuroso sino que aquieto toda la mirada aunque sin cesar sigo meditanto en el valle con el lago tan pulcro y tan visible de la vida cotidiana y el detalle. En el principio debieron ser las horasque Dios colocó como inmortales. Esta inhumana semejanza entre seres humanos y la catástrofe de la noche que llega inexorable me hace buscar ya un refugio para dormirme sin tener que molestarme. Con recónditos azares yo encuentro mi propio lugar en el silencio que tiene amistad con los luceros y allí, debajo de los pinos,cierro los ojos para acordarme... El despilfarro de energías es posible que nos ayude a sentirnos más ligeros cuando soñar queremos con la vida. Y entonces, siempre suave y perseguida, aparece la musa deseable. Hay un lugar para dormir que de nombres nada sabe más que un verbo apresado en la memoria: !acostarme!. Y domino todos los detalles del recuerdo diario y pasajero, del recuerdo y de la tarde... Sombrea la luna el espacio que existe entre yo y la laguna y en medio de la noche oscurecida se marca en el reloj la una. Queriendo resolver estos enigmas llega a mi alma lo sagrado del momento en que los seres se afirman en su sueño sin quererlo;mantengo entonces mis sentidos sobre la faz del pinar... y en el aire queda colgando una pregunta: ¿ya es tan tarde?. Quizás sea tarde para muchos pero abro los ojos y observo que hay en el cielo, desterradas, algunas aves... Y entonces sí me quedo ya dormido sabiendo que en la noche hay quien sabe encontrar caminos de salida hacia el infinito de los aires". 
Llueve. Es una lluvia de reconocerse en el cariño a manera de homenaje a esa eterna forma de pensamiento que es camino de celebraciones... y te refugias/recoges en el humilde chamizo -techo de madera y paja- del leñador. 
Y tú, ávida la mano de pluma, te ases a ella y culminas tu plural conciencia mientras observas, con interés de persona interna, a Platero jugando con las briznas de hierba: esas razones que todos tenemos para exponer sentimientos que afloran a la superficie de nuestros piélagos de piel. ¿Qué son para Platero y tú los piélagos de la piel? ¿Quizás una compañía de palabras surgidas de la mágica imaginación? Deja, por un momento, funcionar mi magia.
"Y me vuelvo viento para llenarte de sorpresas la conciencia al borde del pensamiento enternecido. Y me vuelvo rosa para mecerte en los pétalos del silencioso atardecer. Y me vuelvo sombra para iniciarte en el punto exacto de mis ávidos caminos que tienen señales unívocas en el sentir de las pisadas. Y me vuelvo nube para envolverte en el nombre de las gaviotas. Y me vuelvo mar para lloverte de ansiedades poderosas. Y me vuelvo ola. Y me vuelvo llanto de lluvia y mar y gaviota surcando mil piélagos de emergente espuma. Y me vuelvo calma. Y tempestad. Y aire que suavemente acaricia tu misterio. Y me vuelvo monte. Y me vuelvo roca. Y me vuelvo alma".
Pero tú siempre hablas de las cosas maravillosas que viajan con Platero. Platero y tú. Otra vez Platero y tú viendo caer la lluvia que moja mi presencia. Yo, refugiado/recogido en el sueño de la noche, camino de esta encrucijada por poder llegar hasta el límite... y, mientras tanto, tú escribes signos de identidad refugiado/recogido dentro del chamizo del humilde leñador contribuyendo a la universal concienca. Pero yo me estoy mojando por dentro.
Tú escribiendo y yo guardando un secreto en mi interior. Es el precio de saber que Platero te permite siempre vivir un nuevo mañana pero... ¿qué sucede con mi yo, con mi otro yo, con ese yo que se está mojando por dentro?. Y diriges otra vez tu mirada a Platero por ver si él sabe donde está ese límite que hay entre el chamizo del leñador donde descansas y mi cuerpo mojado en este tiempo que vivimos, los dos, en las horas en que el vacío se precipita por las regueros rumorosos del agua.
- Min Platero, mi blanco y suave Platero...
Dejas huellas de futuro. Piensas que el futuro es una especie de liberación. Quizás te liberes viendo a Platero jugar con las briznas de hierba mientras yo sólo planteo un paradigma: "Yo, grano de trigo enmedio de la siembra de esta tarde gris, lluviosa, fría, soy un hombre embarcado hacia el destino de tu Sonrisa. En medio de las amapolas brilla el sol regateando a los meandros por entre las arboledas. Tranquila llega la noche para serenar tu canción y yo, grano de trigo solamente, te sirvo de alimento envuelto en paradigmas del mundo de los sentidos".
Tal vez tu paradigma, que también existe, sea continuar escribiendo durante la noche... pero a mí me toca sentir que hay ciudades más allá del horizonte. Posiblemente ciudades que tú estás soñando recorrer -exiliado sin prejuicios- y, sin embargo, pueden ser tus mismas fronteras. Hora y media para escribir un nuevo soneto con medida y métrica perfectas. El mío solamente se refiere a una manera de vivir la Eternidad: "Pasé del alba a la noche / en una ajena realidad / ¿quiénes nacieron en la ciudad? / ¿quiénes murieron anoche?. / ¿Quiénes dicen la verdad? / ¿Quiénes son sólo un reproche? / ¿quiénes viven con derroche / mientras otros son necesidad? / ¿Cuántas aves hubo en el cielo? / ¿cuántos sufrieron de anhelo? / ¿cuántas barcas hubo en el mar? / ¿Qué Eternidad sirvió de consuelo? / ¿quién perdió en este duelo? / ¿cuántos supieron amar?". Imperfecto. Solamente sé que soy imperfecto mientras tú mides el verbo más agudo, el verbo más florido, el verbo más exacto. Exacto. Es el minuto exacto para pensar en dormir.
No sé si Platero entenderá o no entenderá este lenguaje humano... pero hay un niño escondido observándole entre el follaje: el humilde niño que está dentro de su alma.
Alcanzas a escuchar las horas del tiempo mientras sueñas a través del reloj de las edades.
Después, una simple y sencilla araña va tejiendo el sacrificio de todo tu soñar. y te quedas durmiendo.
Platero te llama porque necesita tu encuentro para quedar en silencio y yo me alejo, algo más allá, hacia donde las ocasiones de alcanzar la cima son un continuo registrar datos numéricos cada mañana.´Para ti los números sólo son las fantasías de las que has leído tantas veces y tantas cuestiones dignas de cantarlas en la maravillosa compañía de Zenobia. Pero los números se me enzarzan entre las manos y no me dejan nada más que registrar sus grafismos por enésimas veces. Tus enésimos caminos liberados son mis enésimos números registrados. 
Registros de la memoria tal vez. Tú ves a Platero tan feliz como siempre... pero yo sólo lo intuyo en medio de una lejana esperanza. Tal vez deba de pensar solamente en Toby, en Chester, en Wendy, en todos los demás "pequeños plateros" de mi existencia. Quizás eso sea también la liberación que siempre discurre en mi pensamiento. Por eso, quizás, nos podamos entender. 
Platero se ha dormido como un adolescente apasionado por ese pasar por la vida simplemente jugando... como yo quiero pasar la vida simplemente existiendo como adolescente nada más.  
El chamizo del leñador tiene las paredes tiznadas de sueños. Es el tiempo plegado en tu andar por las letras; esas letras que los siglos dejan alojadas en el alma de los hijos del hambre.
El leñador quiere hablar contigo pero tú estás lleno de cansancio y necesitas el tiempo para elaborar una elegía. Sin embargo él entra en tu habitación con la olla repleta de caldereta de cordero y un par de vasos de latón llenos de vino. En la cañada, una bandada de patos nada sus sueños en el silencio. 
El leñador se sienta a tu lado para cantar:
Mi vida es el seguirsiendo como la mar...
Pausa. Bebe un poco de su vaso...
.. y por querer ser marineroestoy empezando a soñar...
El cante, Juan Ramón, el cante de un simple hombre haciendo que tu Platero se quede, poco a poco, dormido sobre la tierra blanda hasta que, como si fuera un niño cansado, se queda mansamente quieto. 
Ese árbol que está junto a la acequia me recuerda un punto de encuentro. Y, de repente, en mitad del sueño sueña el clarín y comienza la fiesta. Es el torero de las letras imaginadas: ese mito en que se convierte tu caminar como pasodoble caído de la lluvia y con el alma entregada a extrapolar metáforas. También yo creo mis metáforas pero, alguna vez, he colocado sus presencias en el profundo sentido de las horas revertidas porque el camiar siempre es el derecho de merecer volver a sentir la sílabas que nos convierten en imágenes mil veces presentes: ¡qué bonita era mientras duró el sueño!.
Platero es la sílaba que yo interpreto a través de una mirada de mujer. Platicar con las emociones robando segundos a la gloria. Descubres ese sueño que existe dentro de mi corazón empapado por la lluvia. ¿Qué piensas tú, Juan Ramón? ¿Qué piensas del abecedario que inicias con la a de amante y acabas con la o de opresión?. Yo no. Quizás porque no llego más que al abecé de la a de amador y la e de equitativo.
El otro Juan Ramón no eres tú. El otro Juan Ramón es el que compone sermones de revolución mezclando amores en la coctelera de la confusión. Por eso al otro Juan Ramón no le entiendo ni deseo, como pretende él, convertirle en imagen é ídolo a quien adorar. El otro Juan Ramón del que te hablo, Platero, no es el que te acompaña por los senderos blancos. El otro Juan Ramón es alguien a quien nunca podré confiar ni confiaré ninguno de mis versos porque lo destruiría con su mezquina manera de entender lo que ellos llaman hacer el amor. Asi que sigo amando tu manera de ser, Platero, y es a tu Juan Ramón a quien deseo brindar esta lluvia que está empapándome de sensaciones. Porque el abecé que yo busco es el que empieza por la a de amanecer y termina por la e de esperanza pero, en su caminar, no rompe la inocencia de ninguna niña-mujer. Somos de una sola chiquilla y no de mujer más amoríos. 
A esa acacia, cuya sombra estás dibujando como sostén de tu poesia, amigo y compañero Juan Ramón Jiménez, también la poetizo yo: "Recuerdo. Tic. Olvido. Tac. Recuerdo. Tic. Olvido. Tac. Recuerdo y olvido. Tictac... tictac... tictac... Recuerdo. Tic. Olvido. Tac. Tan cerca estás en la distancia que me has marcado un canto para llegar a esta hora de la acacia y del acanto. Olvido y retomo tu ausenciaen forma de tictac tan desbordante que el pulso de mi sangre determina todo mi camino hacia adelante. Recuerdo y olvido. Tictac... tictac... tictac... Recuerdo.Tic. Olvido. Tac". 
Y sigo mientras tú continuas dibujando tu poema bajo la luz de la luna invisible que es la misma para los dos: "Tu reloj es de los de pulsera y el mio tan sólo es de arena. Pero hay un reloj de sol caliente que irrumpe en medio de mis venas. Como todos los relojes son distintos y no hay manera de igualarles... te noto presente en mi memoria con tiempo ausente y deseable". 
Y terminamos de pensar en nuestros pensamientos: "Recuerdo. Tic. Olvido. Tac. Recuerdo. Tic. Olvido. Tac. Recuerdo y olvido. Tictac... tictac... tictac... Recuerdo. Tic. Olvido. Tac". Deja que termine de secar mi corazón para de nuevo reanudar el camino: "Está lloviendo y, en medio de la lluvia, la pura imagen de los árboles se abre en medio de un recuerdo que me retrotrae hasta la adolescencia vivida en mis vacaciones veraniegas. Y vuelven las voces de nosotros, los niños de entonces, jugando a batallas. Una leve sonrisa me llega a la memoria mientras recuerdo. Llueve. Hay una especie de beso etéreo que le da una gota de agua a una hoja amarilla, de acacia, que está cosida al suelo. Mi recuerdo se enreda en los callejones de los viejos barrios y en el terraplén de la huerta del, alrededor de aquel gigantesco granado donde yo un día robé un beso. Y ahora, caminando en busca del café, tantos años después de aquel entonces, me sigue gustando mojarme de agua bajo estos cielos grises. Llueve y el amor inocente me sigue mojando la memoria. Y caen las gotas. Caen. Siguen cayendo mientras el beso adolescente junto al gigantesco granado entra en lo hondo de mi conciencia donde todavía queda rememorado el moralista sermón que nos lanzó el hipócrita cura de la parroquia cuando nos vio enlazados en aquel beso puro... tan puro como la imagen de estos esponjosos árboles. ¿Quién miró y no vio nunca a la lluvia caer en forma de adolescencia latiendo entre sus manos?. Sigo caminando. Llego a la puerta de madera y entro en el bar. Hay ya varios parroquianos que me saludan preguntándome por qué sonrío tan de mañana. ¿Y cómo voy yo a explicarles a todos ellos, que están ahora enfrascados en tertulia de fútbol y política, que estoy sonriendo por un beso robado a adolescencia que me ha venido a la memoria mientras me mojaba con esta suave lluvia?. ¿Cómo voy yo a contarles a todos ellos que sonrío porque recuerdo penetrando en los mismísimos territorios prohibidos para seguir fomentando nuestra mítica leyenda de forajidos entre las chicas de los barrios de Cuenca?. No. Mejor me siento ante la mesa mientras me sirven el café con leche caliente y comienzo a escribir estas notas en mi Diario mientras oigo, de fondo, los comentarios sobre el fútbol y la política que tan entretenidos tienen a los asiduos".
Está triste la silla donde ves aparecer el alba a través del cristal de la ventana y, en medio de tu refugio/cobijo en el chamizo del leñador, comienzas a preparar de nuevo el camino.  A veces hay un momento en que nos entra la tristura, que no es exactamente un momento de tristeza, ni tampoco se puede decir que sea melancolía sino, más bien, algo así como añoranza o, quizás, nostalgia. 
- Cuando lleguemos al puente, Platero, veremos a los señoritos paseando con sus lustrosos caballos. 
Entonces entramos en una especie de pequeño vacío recordando algo que quedó inconcluso en el pasado. 
Quisiéramos, en ese momento, retroceder en el tiempo para terminar aquello... pero el tiempo pasa... y nos sentimos pequeños e insignificantes ante la grandeza de su magnitud. 
Muchos dicen que esos momentos de tristura suelen ocurrir cuando cambia el clima, cuando pasamos de una estación a otra. Puede ser. Lo cierto es que ese momento de tristura, que no es tristeza ni melancolía, sino añoranza o quizás nostalgia, envuelve nuestros sentimientos. A veces la tristura es inevitable; así que no me esperes ahora porque yo estoy en esa estación que todos llaman imposible; sin darse cuenta de que lo imposible deja de existir cuando nos hacemos verdaderos. 
Transición de lo transitivo. Me vuelvo tránsito con las palabras: "Y el viento alegre juega con tu cabello negro y mineral y te transformas en un nuevo soñar tan alto que asciendo hasta la cima donde las estrellas están besando al rocío para despedirse en este amanecer. Me quedo hablando, sin voz, poemas... poemas hacia el horizonte. Y desde el horizonte me llegan las dos palomas de tus ojos, profundos ojos, blancas palomas, grandes ojos de mirar hacia este mi viaje entre el agua y la luna. El agua del mar. La luna del cielo. Y, en medio, mi cuerpo terrenal donde el alma me amanece en un llegar contigo hasta la espesura del bosque. Caminan mis acostumbrados pensamientos de amar en esta aurora donde las multiformes y multicolores figuras del alba encienden este descanso de ser sólo un poeta componiendo letras vivas. En el recodo del camino las palabras quedan escritas en el desapego intenso de los pájaros del alba. Y me vuelvo a soñar otra vez dentro de ti en este estar contigo en el lenguaje de las metáforas pequeñas que sólo tienen como principio el silencio de los abedules. Entre el cobrizo color de la colina mis experiencias me hacen recorrer todos los sueños. Sueños rojos de pétalos de amapolas. Sueños rojos de sangre de flores abiertas en esta hora unánime de vigilias. Con la combinación de todo lo por vivir encuentro el camino para poder emprender la marcha hacia el infinito de los lejanos robledales donde los campesinos faenan y laboran sus tierras vírgenes con el germen de sus futuros. Paso. Yo paso en silencio por los pueblos adyacentes y me penetro en el misterio. No hay más mundos que este tuyo dentro de mi corazón. El resto del mundo me es solamente una ficcíón vacía y sin sentido. Juan Ramón Jiménez se despide de mí quitándose el sombrero mientras Platero, suelto, camina hacia la colina. Si hablara... si hablara Juan Ramón Jiménez de mis palabras un par de lágrimas de hombre surgirían de su rostro pero yo me despido de su nostalgia. El poeta me ve pasar y me dedica una leve sonrisa que es, para mí, un breve saludo más importante que cualquier premio literario. Una manera de poder escribir poemas en algún cuaderno escondido en los tiempos de mi infancia... y él se queda esperando a que vuelva. Pero yo ya he crecido tanto en los intensos caminares que estoy muy lejos... muy lejos para poder regresar. Y en la alargada sombra de un pino Juan Ramón Jiménez duerme su fiesta profunda. Yo sigo aún siendo sólo un pedazo de alba de la vida. Conozco cómo se pueden agitar las pequeñas retamas cuando acaricio sus sentimientos pero solo me acompañas tú en este breve pensamiento de mi corazón. Cada cuál juega con sus propias fuerzas a esta experiencia de poder vivir. Y cada cuál recoge sus propios silencios y los convierte en palabras vivas y con voz que, en algún lugar lejano, están cantando los poetas de las canciones nunca olvidadas. No. Yo no olvido mientras las estatuas arbóreas del parque se quedan observando cómo avanzamos hacia el alba del amanecer. Hemos tomado el agua del mar y hemos tomado la luna del cielo y hemos podido componer una escultura llena de vida que es la meta deseada por nuestros comunes sueños. Cada cuál es libre de elegir a qué clase de sueño desea pertenecer. Y yo y tú y nuestras vidas han elegido la existencia. Lejos, allá donde los pueblos pierden sus nombres para ser sólo agrupaciones humanas nada más, yo los nombro según el capricho de tus propias metáforas. Y al viento lo hago recorrer la bahía donde el poeta onubense descansa sus poemas. ¿Y los míos?. ¿Dónde habitan mis propios versos si no es en la profundidad de tu corazón?. Sí. Están ahí dentro. Defendidos del paso de los años por esa especie milagrosa que es la Poesía cuando no se escribe, cuando sólo se siente en cada una de las palabras escritas sobre los romeros y el limonar. Juan Ramón Jiménez está dormido... pero yo sigo caminando hacia la vida inexpugnable de todos los misterios del poema infinito. Por eso no tengo capacidad alguna para poderlo escribir. Nadie posee el don ni capacidad alguna para escribir el poema infinito... pero se puede conseguir hacer infinito el sentimiento. Esa es la costumbre de mi pasar por al lado de los seres humanos en silencio, en un profundo silencio, para que no se den cuenta de a quién estoy soñando. Este clavel del campo abandonado, aquella fuente del pueblo sin vida, el camino que nadie quiere ya volver a hollar, la nube gris de la que todos huyen. En todos ellos escondo mis palabras y guardo silencio mientras recorro poco a poco, lentamente, el paso de mi sentir entre las calles repletas de sueños ajenos. Cada cuál tiene sus propios sueños y cada cual tiene la libertad de poder escribirlos en alguna hoja de papel más o menos lujosa. A mí me da por escribirlos en cada centímetro de tu piel y así quedan grabados para el eterno soñar. El paisaje toma luz porque la luz es el paisaje. ¡Si pudiesen comprender esto las gentes quizás no tendriamos que soñar tanto sino sólo dedicarnos a vivir! Pero cada cual sigue el camino o abandona la búsqueda del infinito. Yo me represento solamente en ti, yo me acreciento solamente en ti, yo me eternizo solamente en tí. Lo otro, lo del clavel del campo abandonado y la fuente del pueblo sin vida y el camino que nadie quiere ya volver a hollar y la nube gris de la que todos huyen, son espacios de materia donde puedo grabar versos sueltos; pero la verdad de mi poema infinito sólo eres tú. Sin palabras posibles, porque no existen en los diccionarios de ningún lenguaje, he aprendido a escribir los propios verbos de mi corazón mirando a las gentes pasar hacia no sé cuál destino. Sin palabras posibles, porque no existen en los diccionarios de ningún idioma humano, me he podido convencer que el poema infinito sigue siendo este silencio de anónimo caminar entre las brumas del alba de este continuo amanecer. Y amaneciendo aprendo a calmar la sed de mis cansancios... Ya estoy aquí. Al menos yo ya estoy aquí soñando. Muchos creen que no es posible soñar imaginaciones ni fantasías porque consideran locuras de un Juan Ramón Jiménez dormido junto a un Platero blanco. !Si supieran que no es Juan Ramón Jiménez quien me dicta sus palabras quizás entenderían la verdad de este misterio!. Pero sigo escribiendo frases para el poema infinito. "Sólo creo en las alas de los pájaros para poder volar". Y el viento alegre me sonríe".  Platero y tú. Tú escribes: "Platero, vamos a esperar las Carretas. Traen el rumor lejano del bosque de Doñana, el misterio del pinar de las Ánimas, la frescura de las Madres y de los dos Fresnos, el olor de la Rocina... Me lo llevé, guapo y lujoso, a que piropeara a las muchachas por la calle de la Fuente, en cuyos bajos aleros de cal se moría, en una vaga cinta rosa, el vacilante sol de la tarde. Luego nos pusimos en el vallado de los Hornos, desde donde se ve todo el camino de los Llanos". ¿Y qué sucede al otro lado del mar? ¿Qué existe al otro lado del mar? ¿Qué late al otro lado del mar?
Buenas preguntas interrogativas que se reflejan en tu Platero entre las viñas verdes, entre las nubes pasajeras que, ahora, son de color malva, mientras los demás no alzan sus ojos de tanto que sólo caminan para no tropezar con sus realidades. 
"Nos vemos tras el tamiz de todas las lluvias de todos los pueblos, de todas las ciudades, de todos los países y nos vemos en los rayos de Sol de todas las tardes de todos los Continentes. Nos vemos y nos estamos comunicando a través de todos los vasos comunicantes de la honradez y la sencilla parsimonia de las horas ajustadas al tiempo de nuestras pulsaciones: latidos unánimes y mancomunados que sirven para decir al mundo que estamos viviendo en lo profundo, en lo más profundo de este siglo y que, en cuánto salga la luna a pasear, nosotros estaremos otra vez cantando al alba como hacemos en todos los estadios temporales en que nos encontramos. Nos vemos en los espejos de las nubes viajeras país a país, región a región... nos vemos sin tregua y nos sentimos en la victoria de toda las pacíficas batallas con las que despertamos las ansias de vivir y de amar. Nos vemos, como te digo, en el pleamar de los labios de todas nuestras enamoradas y consecuentes femeninas presencias... y que Dios te proteja siempre, compañero y amigo amante de la Eternidad". Recorriendo la vereda, Platero y tú, sabéis que solo al caminar se puede conocer. Pero ¿qué es, en verdad, eso del conocer? ¿Qué podemos entender, en medio de una larga y angosta vereda de la vida, lo que es conocer?.
El Conocimiento es todo aquello que nos transforma del futuro hacia el pasado... porque nos hace ser lo que fuimos y eternizarnos en aquellos momentos que la memoria recuerda. Díselo a tu Platero. 
Platero, entonces, al escuchar que conocer es algo que pertenece al sentir, siente que lo blando, lo humilde y lo que tiene sentido, es mucho más perfecto que esos caballos que se cruzan ante él al pasar el puente y le miran con envidia.
Libre ya de las imágenes impecables de los caballos que se empalidecen mientras resurge su eternidad, Platero camina como filósofo de las circunstancias que, al entrar en su vida, le hacen más ligero, más sencillo, más sentimeiento. Eso es lo que puede permitirse pensar. 
Como se ven las rosas rosases el bello rostro de la primera muchacha en flor.He aquí la fiesta del verano. 
Arriba, saltando de rama en rama, los leves pajarillos buscan su existencia bajo los rayos dorados del sol. Son aspirantes a ser Poesía. Y entre vuelo y vuelo yo explico: "Esa soledad, ese silencio, esa especie de ternura en donde penetramos hacia las causas secretas de las cosas, ese mundo lleno de descubrimientos internos, ese filosofar con uno mismo hasta el punto de llegar al inaudible diálogo con la naturaleza de nuestros universos, ese ser real en el hallazgo de la vida, ese sentir que nos subyuga en la búsqueda general de las partículas de nuestro ser, ese imaginario pensamiento, ese vivir al margen de las cosas concretas, ese ahondar en la luz de nuestra mirada hacia el horizonte de los sentimientos, ese saber que nos hunde en las raíces de las cosas invisibles, esa consecuencia de sernos verdaderos, ese anhelo de existencia más allá de lo superfluo, esa simulación que se convierte en hada para cumplir el sueño de volar... es lo que nos hace accesiblemente humanos". 
Viva el color cuando nos funde con su armonía. 
Los pajarillos siguen arriba, sin prisa, sin otro afán mayor que el de sentir la presencia de la Poesía volando entre sus alas. 
Superando a Ronsard: "Mece el aire tu alma marinera / de compañera envuelta en mi ventura / y pido a tus labios seguirme en la aventura / de tener tu esencia firme y verdadera. / Sigue ahora tu sonrisa siendo placentera, / preámbulo infinito de incógnita apertura, / y mido el espacio de esta coyuntura / palpando la calma del alba pasajera. / Entonces pronuncias el dulce pensamiento / del gozo profundo, primario sentimiento, / elevado en el ámbito de toda tu hermosura. / El espacio ya no existe en este firmamento / conjunto de unión, de plácido momento, / de ansia inmortal y de lúcida locura". Y yo que soy pequeño me hago grande cuando me miras, me hago grande cuando me acaricias, me hago grande cuando me besas, me hago grande cuando me amas... Y yo que soy pequeño me hago grande cuando me escuchas, me hago grande cuando me comprendes, me hago grande cuando me entiendes, me hago grande cuando me acompañas...
Sigo bajando por la elevada cuesta: "Desde las altas torres del sentimiento surge mi sueño elevado al cielo... las nubes recogen... recogen... todo el profundo desvelo. Y en medio de este tiempo,que llaman del desconsuelo, bajo hasta el valle verde pisando por fin el suelo. Despierto... despierto y estás dormida teniendo en tus manos el pañuelo donde están bordados los nombres de tu gracia y de mi anhelo".
En la esquina de la entrada al pueblo, un viejo guitarrista y un joven pianista hacen sonar su acompasada música rodeado de un grupo de niños y niñas. Una pareja baila un tango. Tú te acercas y le regalas una moneda al viejo, que él recoge, sonriendo, mientras Platero observa sin más quehacer que dejarse llevar por la corriente de su singular presencia en aquel corro de seres animados. La guitarra y el piano siguen sonando. Recuerdos que te llegan al alma, amigo y compañero Juan Ramón Jiménez...
- Ahora verás, Platero, cómo te conviertes en el caballo blanco de Santiago pero mucho más feliz porque no eres para la guerra sino para la paz. 
- ¡El guitarrerooooo! ¡¡Soy el guitarrerooooo!!
Otros grupos de niños y niñas, salidas del gran número de casas blancas con sus blancos corazones, van acercándose, absortos y atraídos por esta música que me suena a infancia.
- Ahora verás, Platero, cómo te conviertes en el caballa blanco del Cid pero mucho más feliz porque no eres para la batalla sino para el éxito. 
Yo recuerdo: "Con letras hirvientes de un fandango / rasguea las cuerdas un guitarrista, / el llanto quejumbroso de un artista / mezclándose con sabor de vino amargo. / En el fondo están bailando un tango / el penar de un cantante y su conquista / y queda flotando, por todos entrevista, / la honda hendidura de su rango. Dulce y salado me queda este soneto / pintado en la tela como un boceto / rojo y azulado para la vista. / Y ronda el recuerdo del lamento / que está prendido en el firmamento / del raudo teclear de un pianista.
Platero, que se ha ido con una niña y un perro, mueve las orejas en señal de alegría. Entre los niños surge una especie de afán por convertirse en artistas de la calle. pero la calle es dura, seca, difícil de interpretar. 
Y los niños sin dinero, pobres de solemnidad en este arrabal de las afueras, ríen con ganas creyendo que van a conquistar su solemne momento de gloria. 
Un turista norteamericano, copia exacta de Ernest Hemingway, está sacando una fotografía a un gitano que dice llamarse Manuel. Y pienso en Machado; pero no en Don Antonio sino en Don Manuel... que es también sevillano pero se ha ido para los madriles de la capital española. Todo es puro y no existe ninguna maldad en el poeta que busca su reivindicación bajo las nubes de azul turquesa. 
"Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son; y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor. Tal es la gloria, Guillén, de los que escriben cantares: oír decir a la gente que no los ha escrito nadie. Procura tú que tus coplasvayan al pueblo a parar, aunque dejen de ser tuyas para ser de los demás. Que, al fundir el corazón en el alma popular, lo que se pierde de nombre se gana de eternidad".
Esa flor que lleva la mujer que atraviesa la calle vivirá pocos días; pero Platero y tú sabéis que es una flor divina porque es el ejemplo más sencillo y más profundo de lo que es esa Eternidad que yo expreso al decirte que al final resulta que sí... que quizás la Eternidad sea un Sueño Real y yo haya acertado no por mí mismo sino por la intervención de algo en lo que muchos no creen pero yo sí: el espíritu que anida en el interior de algunos seres humanos.
No sé si tu Platero sabe ver lo que es una fotografía de un hombre que anda de lugar en lugar... pero él sigue jugando con la niña y ese perro fox-terrier, mientras en el patio del colegio cercano ya no están los niños. ¿Lo ves, Juan Ramón? ¿Ves cómo un patio de colegio humilde siempre es un recuerdo de niños jugando en el estrecho espacio de unos cuantos metros de piel nada más? Sí. Sentir ese recuerdo quizás te guíe en el camino que debes recorrer hasta llegar... ¿adónde es necesario llegar?.
Rompe los esquemas, Juan Ramón; porque todo tiene sentido si pensamos en lo limitante del tiempo y del espacio y en que nos han organizado un ámbito donde desarrollar nuestras potencias e impotencias. Puede ser más cómodo dejarse llevar por el día a día de lo cotidiano y estar amarrado al banco de las coordenadas previstas con anterioridad; pero entonces el límite de las emociones se nos hace tan estrecho que nos aburrimos pensando en lo que sólo podemos hacer. Para algunos es mejor romper los esquemas, rebelarse contra la apatía, y buscar horizontes de mucha mayor magnitud. De vez en cuando debemos marchar hacia la consecución de algo incierto que nos enamora y nos produce ilusión de búsqueda. Es más incómodo y más dificultoso... pero es mucho más congratulador descubrir hasta dónde podemos llegar si nos lanzamos a la aventura de buscar esos lejanos horizontes. Y no me refiero sólo a lo geográfico, sino también a lo intenso de la aventura. Para algunos de los seres vivientes todo eso nos llena. Sabemos que tenemos que salvar una gran cantidad de peligros, de incomodidades a veces, de sacrificios del bienestar... 
Pero ¿qué es el bienestar?. Yo no soy feliz amarrado al duro banco de los avaros, comiendo siempre de la misma pitanda, haciendo siempre la misma cosa... Por eso he decidido arriesgarme y marchar a visitar mi aventura. Es hora de sentir una nueva emoción. Y si en el intento no obtengo mucho siempre lo poco que consiga aprender será mejor que estarme tostando al sol del mismo jardín. Es necesario que, de vez en cuando, se rompan los esquemas para vivir impresiones nuevas, horizontes lejanos, aventura..
La mirada que dejas atrás, Juan Ramón, es la que te guía llenando tu corazón de palabras amorosas dedicadas a tu Platero. Cada vez que él levanta la vista y mira al cielo descubre a las bandadas de palomas que transitan su existencia dejando huellas maceradas en el viento. ¿Tú crees que se pueden dejar huellas en el viento? Platero sabe que sí. Cada vez que una bandada de palomas cruza por los cielos se van quedando las huellas de su paso en nuestra memoria. Y te adentras, subido ahora nuevamente sobre tu fiel y amigo Platero, en la plaza donde las palomas están escribiendo su propia historia. 
Déjame escribir también, a tu lado, sobre palomas. Soy yo mismo pero imagina que eres tú pensando en Zenobia y guiando mi sentimiento: "Y un vuelo de palomas rozó tu rostro y dejó su espuma en tu linda faz y un momento eterno de transeúnte paz regó el momento de todo el encuentro. Y volvió a nacer la fuente del líquido amoroso en el lecho anchuroso del claro acontecer. Y una voz profunda entró en tu pecho movida por los labios del íntimo deseo y desde entonces te siento en el recreo de las horas sutiles que existen por derecho. Y volvió la calma al tiempo henchido de placeresdonde se refugian todos los seres en la sombra de la dulce palma. Y un sentir de sueño se apoderó de tu mirada más allá de toda la corriente fluida y ya nunca más fuiste una huida que se escapaba siempre de mi fe amada. Y volvió el acento a subir su nota roja y desgranada hasta la cúpula fielmente enamorada de todo mi amplio sentimiento". Espero que haya servido para seguir juntos el camino aunque yo, la verdad, sea todavía mucho más pequeño que tú. 
¡Qué palabras tan hondas le dices al oído, amorosamente, a tu Platero. Y éste trota para hacer más alegre el caminar. Parece como si tus palabras fueran, para él, sentimientos de amor. 
Amor. Bello sentimiento mientras las higueras adornan el brocal; ese antepecho alrededor de la boca del pozo, para evitar el peligro de que Platero caiga dentro de él. Dentro del amor sólo existe el amor. Una golondrina viene, trazando parábolas e hipérboles en medio del aire. ¿A qué suenan esas parábolas y esas hipérboles, Juan Ramón?. Yo las defino, en medio del amor, de la siguiente manera: Parábola del aire y paráfrasis del viento eres tú silenciosa compañera hipérbole de mi verbo... Eres la tilde dulce que pones sobre mi acento el signo más destacado de mi leve pensamiento. Por eso, entre comillas, despacito yo te cuento: "!Cuánto te amo pequeña princesa de mi sentimiento!". 
Dentro de poco la noche va a entrar por las puertas del campo abierto. Los montes se inflaman de aromas de oréganos. El pozo se queda atrás mientras tu Platero, ya más fresco en el atardecer, sigue soñando caminos. Soñar caminos. A veces sueñas caminos sentidos dentro de ti. Es entonces cuando el alma se te escapa y se desliza por entre el mágico laberinto de esta quietud que te convierte en gigante de los minutos pasajeros. Alguien lanza la voz a los lejos: "¡Viajeros al tren! ¡Viajeros al tren! ¡Salimos para la capital!" Yo estoy en la magnética capital de mis sentidos.
- Platero, si alguna vez me ves asomado a un pozo... no es para lanzarme dentro de él sino para contemplar la primera estrella del anochecer. 
Platero rebuzna pues sabe que es Venus. Por algo le dicen "lucero del alba". Y tú esperas ver su brillante belleza mientras la golondrina se marcha hacia el horizonte.
Por el callejón dónde os habéis introducido Platero y tú; una vez que te has bajado de su lomo y vais con el paso unísono escuchas el principio de una copla andaluza. Quizás la esté cantando un hombre convertido en niño por su propia voluntad o quizá la esté cantando un niño que no deja de ser un niño por su voluntad propia. Ambas cosas no son iguales pero en este mundo de los caminantes lo que no es igual mcuhas veces se une en una doble dicotomía: voluntad de ser para ser; esa decisión crucial cuando aparece el lucero del alba.
... Si me lo hubieran contado,no me lo hubiera creído...
Sueltas a Platero para que vaya anticipando tu presencia. La presencia de todos nosotros, los que tenemos fe en nuestros cantos de copla, es lo que nos convierte en infinitos. Yo también puedo sentir esa fuerza que me arrastra a la tierra y hace que mi voz se una a los cantes de quienes viven pendientes de sus esperanzas. Si te la canto es para que lo creas. 
"La zagalilla viene del campocon un manojo de rosasentre las manos...
...La zagalilla viene contentay va cantandocoplas de sol y fiestaa sus paisanos". 
- ¡Albérchigos!¡Los últimos albérchigos que me quedan! ¡Quién los quiere!
Te acercas a la zagalilla y le compras esos últimos albérchigos que nadie iba a comprar ya. Y en ella aparece una sonrisa mientras canta.
... tú no tienes la culpani te culparé jamás...
Y le das un beso en la cara, sin saberlo... 
¡Besos! ¿Qué podemos saber nosotros, poetas del insomnio, lo que es dar besos sin saberlo? Permite que dé yo un paso adelante mientras tú descansas tus pensamientos en la mullida almohada de la habitación del cortijo. Para mi sed, Juan Ramón, para mi sed y por mi sed: "Para mi sed de costumbre trabajada es tu amor una partición de los principios; mil fuegos cambiantes con lucha de versos formando presencias secretas unos con otros. Un todo acariciado por la suave y frágil dicha del descubrir que se incendian todas las verdades. Y un sistema de varios mundos construidos en cada uno de los instantes del líquido esperado. Para mi sed ansiosa de caricias en el cuerposon tus besos reposo del laberinto en tiempo amado; mil espacios rellenos de lo puramente ardiente con luces absolutas deslumbrando todos los sentidos. Un lugar mágico y fantástico para la gloria de sentir que es mi nombre el que a ti te importa.Y un concreto delirio amante que se va creciendo dentro de la ternura de cada uno de los instantes destinados. Para mi sed de diáfano abismo hacia lo fascinante es tu presencia una luz reunida en el misterio; mil caprichos recorriendo toda una leyendade contenidos hirvientes por los besos de lo humano. Un nido tan ansiosamente cálido y tan denso que responde al silencio con mil palabras de aliento. Y un principio señalado en el mapa de mis mundos para guiarme hacia donde tiemblan los eclipses de la luna.
Un chiquillo se acerca al cortijo.
- ¡Platerooooo!
Pero Platero no quiere despertar. Ahora está soñando con no sé qué mundos de puntos suspensivos. Puntos suspensivos. También los seres como Platero saben lo que son los puntos suspensivos. Y en esos puntos suspensivos se recogen todas las propuestas para el mañana...
- Bueno, Platero... ya me voy a seguir buscando algo con qué poder entretener mis sonrisas... ¡ea!... ¡hasta mañana, Platero!
Yo también me convierto en durmiente de la noche a través de mi corazón: "La Vida (así con V mayúscula) tiene tantísima importancia para todos los seres humanos que tenemos la gran fortuna de poder vivirla en libertad y con amplitud que sólo ella es la que hace que seamos... y que al ser nos conozcamos y podamos desarrollar algo tan sensacional como es la Comunicación a través de la cual sabemos que existimos, conocemos nuestras verdaderas identidades y podemos abrazarnos de manera real y de manera virtual, de manera presencial o de manera "invisible"... pero nos conocemos y nos comunicamos los conocimientos para poder ser algo más cada día y así ir evolucionando. Otra cosa es la triste realidad de que hay muchos seres humanos que no pueden vivir como seres humanos... pero ni tú, que me estás leyendo, ni yo, que te estoy escribiendo, somos culpables de ello... ni tampoco responsables de ello tan siquiera. Lo que sí tenemos es la obligación moral de que, si podemos gozar de la vida, luchemos por hacer que esta libertad y este derecho alcance a todos los seres humanos; y tenemos el deber moral de denunciar a ese grupo de poderosos avarientos que impiden a millones de seres humanos que no puedan vivir. Esa es nuestra obligación o nuestro derecho, pero la culpa es de quienes tienen la solución en sus manos y no la desean poner en práctica. A esos es a los que debemos exigir responsabilidad y culpabilidad. En cuanto a la muerte sólo se que tampoco vamos a morir todos iguales. Vivimos y morimos todos distintos. La muerte, en sí misma, es una nulidad de nuestra personalidad y es por eso por lo que no soluciona absolutamente nada. Lo que sí puede ser que exista es algo más allá de la muerte. Y entonces volveremos a ser (quizás) algo importante si es que existe algo más allá de la muerte... pero la muerte en sí misma es un cero absoluto y si después de ella (y no en ella que no tiene ningún poder de solucionar nada) obtenemos algo importante es sólo porque hemos vivido... sólo porque hemos vivido y no porque hemos muerto. Morir es haber terminado la vida y lo importante es llegar a la muerte habiendo dicho lo que dijo Pablo Neruda: "Confieso que he vivido". E insisto, para terminar, que si existen millones de seres que sufren y pasan toda clase de calamidades no es por culpa de la Vida sino por culpa de unos cuantos seres inhumanos que los explotan y los encadenan al sufrimiento. Puntos suspensivos... no creo en la Muerte... y comienzo a dormir... Ama la vida y lucha por que todos la podamos amar.
Sales del cortijo de Montemayor en busca del herrero porque Platero ha empezado a cojear ligeramente. Por el patio empedrado, bajo un sol que empieza a arder de entusiasmo, trotan dos potentes caballos, de los de Pura Raza Española, que llevan en sus monturas a dos mujeres de las clases altas. Y tu Platero busca unirse a ellos para seguir pasando a la Historia.
- Pero Platero... si tú no puedes ir con ellos. ¡Eres demasiado niño!
Se pone tan nostálgico tu Platero que tienes que echar mano de tu poesía para hacerle saber que como él no son los otros. Él es mucho más soñador. 
"Andando, andando. / Que quiero oir cada grano / de la arena que voy pisando. Andando. / Dejad atrás los caballos, / que yo quiero llegar tardando / (andando, andando) / dar mi alma a cada grano / de la tierra que voy rozando. Andando, andando./ ¡Que dulce entrada en mi campo, / noche inmensa que vas bajando! Andando. / Mi corazón ya es remanso / ya soy lo que me está esperando /(andando, andando) / y mi pie parece, cálido, / que me va el corazon besando. Andando, andando.¡Que quiero ver el fiel llanto / del camino que voy dejando!". El herrero ha curado la herida de tu Platero y anda feliz a tu lado. Por el campo claro las marismas están risueñas. Nadie hace caso a vuestro andar porque las faenas les tienen ocupados en dejar el sudor de sus cuerpos entre los surcos donde las cosechas del melón y la sandía se amanecen con los primeros sonidos del campanario. Uno de ellos te regala esa sandía -verde y rojo de tarantos- mientras se escucha el lejano cantar de una mujer encerrada.
Se fueron los dos, dice la copla, se fueron los dos por el arroyo seco, bajo el tropel del silencio que se ha quedado soñando entre las rejas. Ya no mires más al tiempo, Juan Ramón. Sigue la línea azul de tu pensamiento. 
Y después, cuando ya habéis recorrido la distancia, regresáis movidos por la nostalgia de volver. 
- ¿Ves, Platero, cómo no era nada más que un pequeño dolor?
Leo en un Diccionario. Dolor: Sentimiento de pena y congoja. Es un dolor masculino que me hace a mí también meditar.
"Es necesario seguir... pero esto no significa olvidar, ni rechazar, ni dejar de esperar. Al amor se le espera caminando.... caminando... caminando... que ella está siempre en los cruces de cada camino. Puede ser que creas que el amor te ha abandonado o que está pasando de tí, y sin embargo yo creo que no. Que el amor te está observando... siempre te observa el amor... siempre observa tu camino... y siempre está soñando que un día se embarcará contigo en el Navío de la Inmensidad: ese aparato en que viajan los soñadores del espacio. No. El amor no está pasando de ti".
"El amor no está olvidándose de ti. Te observa. Sus ojos te observan. Y un día saldrá al camino, te hará parada en mitad de tu travesía y la invitarás a seguir adelante juntos... No lo olvides, Juan Ramón, no creas que el amor te ha despreciado. Lo que ocurre es que el compañerismo se busca, la amistad se encuentra y el amor siempre, siempre, siempre nos sorprende... !Adelante, Juan Ramón!. !Llora todo lo que tengas que llorar por ella... por la que no es ella.. por las otras... por todas... porque que sé que una te sorprenderá!". 
"Puede ser que sea ella... la que no es ella... otra... la que no es otra sino la misma pero en distinta versión... pero te sorprenderá. Y mientras olvidas el dolor de su desprecio, que el llanto te sirva para levantarte y recuerda, caminante, que aquí estamos para camianr. Por saber llorar a tiempo, por saber levantarte a tiempo, por saber caminar a tiempo... y porque estoy seguro de que comprendes que el amor está siempre observándote hasta que te sorprenda como nos sorprende a todos los demás. Gracias por ser humano... y por eso gracias por demostrar que el amor es terriblemente así". 
Y pongo, al margen de la hoja. Dolor: Sentimiento de pena y congoja. Es un dolor masculino que me hace a mí también meditar. 
Vuelves a pasear hacia el huerto mientras tu Platero termina de curar su herida. Vuelves al huerto mientras se te cruza, en el camino, una pregonera que vende pucheros de bronce. ¿Quién no puede saber lo que vale un puchero de bronce después de tantos años de camino comiendo por las alquerías? Sabes que esa mujer perteneces una pequeña comunidad rural de unas pocas casas, conformada por una o varias familias.
Todos se dedican a explotar las tierras de los alrededores, así como a las activades ganaderas. Pero ella, para elevar el sustento de su prole, vendes pucheros de bronce. La historia humana, Juan Ramón, nos hace recordar el bronce. Pero yo lo quiero hacer en sueño literario: "Tarde de oro, noche de plata y tierra de bronce acicalando el cuerpo de los olivos. Andalucía abierta por los caminos, y las serranías y los pueblecitos con casas pintadas de blanco que son como poemas dedicados a la luz. Al llegar la noche las chiquillas se asoman a las rejas para escuchar las notas de amor que cantan las guitarras de los cantautores de la tierra en las callejuelas llenas de estrellas. El blanco del alba dulce como las aceitunas es alumbrado por la luna y en todos los pueblos se escucha el murmullo de las aguas cantadas... ¿quién hizo que los poetas cantatautores hacen vibrar hasta el éxtasis a las chiquillas del Guadalquivir?. Yo esta noche voy a intentar escribir un poema lleno de seguiriyas para cantarlo a las rejas en el punto exacto en que la luna me envie a su musa. No. Ya sé que es la musa de otro pero más allá está la mía, en el celeste pleamar de la marisma marinera. También puede coexistir en el mismo lugar. Solamente hay que girar las rosas para entablar el romance con la verdadera. Ya está. He aquí mis rosas rojas.  
"En lo violeta de tu sonrisa baila la fiesta del torrente alegre y yo silbo como una centella una canción de amor sin ruidos. Esta noche estoy nadando en el vacíosonámbulo de la aurora, mientras la vida flota en la luminosa estela de un pequeño rayo de luz. Hay un silbo de onda pura en las hojas frescas del almendro y un bosque de corales y de náyades sueño en las borradas huellas de mi paso. Las alas del viento traen perfume misterioso como rumor legado de la creación entera y una alfombra de blancas perlas se mece sobre los gnomos y los elfos del bosque. Entro en el bosque que atraviesa el mundo y me acerco a la idea de un planeta sin forma; un planeta distinto a todos los conocidos que ha dejado de girar sobre su eje para hacer visible esta instantánea de bosque, nubes y bruma nocturnal. Más allá, dónde aparece la luna, la existencia se hace luminosa en el éter y yo me adhiero a las plantas del caminopara ser siplemente ámbar de arrebatado sonido. Al igual que lo es el infinitotambién aquí el tiempo es una línea horizontal con la tierra y con las casas. Los habitantes del planeta surgen por las esquinas y los costados abiertos y ya, compuesto de ojos habituados a vernos, me acomodo en el perfume de las rosas rojas".
Platero, en este hueco del silencio, se hace mansedumbre de la paz. Y todo el espacio se encierra en el punto exacto en que la luna cae, vertical y rotunda, sobre el alféizar de la ventana donde estás -otra vez el mismo amor- escribiendo a alguien que está más allá de la noche. El rebuzno de tu Platero te hace concentrarte de nuevo en tus ganas de dormir. Y vuelves a recostar tus pensamientos en la mullida almohada.
Platero y tú camináis ahora por los hondos caminos del estío repletos de tiernas madreselvas. ¡Vámonos ya al otro lado de la vida! No a la muerte jamás... sino al otro lado de la vida donde viven las madreselvas y los gladiolos. Si. Al bosque de las sorpresas... allí donde las empolvadas malvas y las vinagreras amarillas detienen el tiempo.
Cielo azul, azul, muy azul. ¿Sabes lo que significa un cielo azul? Sentirse tranquilos y protegidos de todo el alboroto y las actividades del día. Es muy bueno para superar al insomnio. Estabilidad. Profundidad. Lealtad. Verdad. Generosidad. Tranquilidad. Como ves todo termina en la Edad. ¿Qué edad tienen los poetas como Platero, Juan Ramón? Cuéntame, cuando veas que me acerco en silencio, qué es la verdadera edad de Platero.
Siempre es un niño me respondes. Siempre es un niño que crece solamente como un niño. Está marcado el juego desde el inicio de su magia redentora y los niños lo saben y columpian sus risas en el círculo completo. Es el juego de las alternativas entre el bien y el mal de los infantes y, disparando al centro de la vida, sus corazones laten bajo el sol. 
No termina nunca este juego de infantiles sueños a la sombra de la vida ajena de lo adulto. Y, en medio de sus personajes, los niños juegan entre sus verdades. Atónito al esfuerzo de los días el juego infantil se continúa más allá del límite horizonte... así que sigamos siendo niños como tu Platero para poder enamorarnos del horizonte en donde se encuentran las enamoradas. Caminamos. No somos como pensamos...cada día, cada hora, cada instante cambiamos y somos un enigma caminante sin podernos detener sin podernos detener. Somos enigma cambiante desde el momento de nacer. No somos siempre igual. Cambiamos cada segundo y pasamos el umbral del tiempo irrepetible. Es algo terrible pero es algo normal. Todos en el mundo vivimos la fatalhistoria de lo imposible: hacerse inmortal en el éter invisible. No somos siempre igual. Vivimos un lamento y somos, al final, los hijos de un momento. 
Huele a naranjas y se oye, la noria de la feria que han instalado en el próximo pueblo. Platero rebuzna y retoza. Platero te contagia ganas de vivir. Sé que Platero te hará existir en la conciencia de la Humanidad. Yo también sueño con la feria en mi barriada madrileña. Por ver si pesco el pato de plástico que lleva un breve y pequeño regalo para mí. Platero y tú. Tú tienes a Platero. Yo tengo a Greta.
Las banderas españolas adornan todo el recinto ferial. Son rojigualdas como la sangre y el sol. El encanto de lo rojifgualda festoneado por la clara luz del cielo. Están allí, en una caseta, los libros de Benito Pérez Galdós. Los Episodios Nacionales que tanta gloria nos dieron con el pasar del tiempo. Hay tiempo para hojear algunas novelas de autores tan anónimos como el discurso del rumor del río cercano. Alguien juega con los naipes y las cajas de tabacos tienen cromos en su interior; pero la chavalería buscan estampitas en los envoltorios de los chocolates. Escuchas los últimos cantos de los gallos. De vez en cuando alguien discute con alguien. ¿Cuáles las cuatro ensoñaciones que, en la mente de tu Platero, le hacen creer que es mucho más que una estampa del verano. Te ofrecen el botijo del agua con anís y te reconfortas por un escaso céntimo de sed. Los ganaderos están presentes en las pujas... 
Apotegma. Busquemos un apotegma para confluir en la feria. Permíteme filosofar a lo galdosiano mientras paseas de caseta en caseta buscando recuerdos de felicidad: "Girándulas. Esencias de sueños. Mágicas incursiones en los mundos del Arte donde los bohemios nos fundamos y nos refundamos mil veces por segundo. Profundas metáforas a corazón abierto como operaciones poéticas de los versos que se concatenan en los deseos del vivir. Girándulas. Poemas vivientes y libres. En el viento de los sentires os hacéis movimiento. Mucho más tangibles, reales y concretas que los cronopìos borgianos sin sustancia ni alegorías posibles. Girándulas. Alegorías soñadas junto a un surtidor de ideas que bañan el cuerpo y la mente de los poetas y hacéis de nuestros mundos una verdadera existencia floral, concreta y tan verídica como las musas de los romances. Muy lejos de vosotras, los cronopios se hunden en sí mismos porque se creen poseedores de una verdad que sólo es el absurdo de la irrealidad abstracta. Girándulas. Realidades transformadas por los sueños. Los vientos literarios forman sílabas de amor con vosotras, girándulas de los sueños que sois la raíz esencial de donde derivan los apotegmas y los sintagmas de la Fantasía. ¿Qué son los cronopios comparados con vosotras?. Nada. Vacuidad. Vacío. Los cronopios borgianos son unos vacíos sin materia definida ni espíritu definible; algo así como fantasmas inexpresivos. Pero vosotras, girándulas de los sueños, no sois, como diría Don Quijote, "fantasmagorías inexplicables vive Dios". Tenéis un cuerpo formado por las proposiciones bohemias de los poetas de la luz... porque sois luz de ideas libres mientras los cronopios permanecen atados a la ineficaz tarea de las abstracciones absurdas e imposibles de definir como su propio autor (Jorge Luis Borges) no tuvo más remedio que confesar. Girándulas. Concretas composiciones de cuerpo, materia, alma y espíritu y ese otro concepto lírico que llamo "liriasis" del tiempo porque sois como lirios en medio del desierto, crecidas en el oasis donde los poetas bohemios vamos todas las noches a beber sedientos bajo la luna de la Imaginación rodeados de estrellas de la Realidad. Girándulas. Experiencias vividas por y para el amor. Los cronopios se pierden en las nebulosas de la antipoesía mientras vosotras sois poesía completa. Besos, luz y luna".
Más ahora es tiempo bajo el sol y en lo ancho del horizonte, como pastel pintado por algún amante de la luz, las flores de azahar perfuman tu alma y yo, como siempre, sigo definiendo mi liriasis: "Oasis de Voremia, llenos de candinfloras y donde los poetas se acercan para llenarse de inspiración bebiendo de la nectarlunia que producen dichas candinfloras. Las flores de las candinfloras (llamadas Florilunias) se abren durante las noches de lunas anaranjadas (porque las lunas de Voremia son anaranjadas al parecer, aunque hay que saber qué opinan los demás para poder consignar de qué color son las lunas de Voremia que, por ciertos son Mil Y Una Lunas (lo cual hace pensar que no todas las lunas de Voremia son de color anaranjado). Hasta ahora yo solo las he visto de este color pero estoy seguro que entre Mil y Una Flores (como entre Mil y Una Noches) las hay de todos los colores".
- Platero, quedémonos un tiempo más. 
Un tiempo más, amigo y comopañero Juan Ramón Jiménez. Te tomas un tiempo más dentro del recogimiento de los sencillos habitantes del pueblo. Es una contagiosa sensación de bullicio que se mete entre las venas y hace circular la sangre en el sentido de las agujas del reloj. Otra vez el reloj del campanario de la iglesia vas deshojando sus horas. Como los enamorados que deshojan margaritas por ver si, en alguna ocasión, les sale el sí que están soñando.
Hay un olor a grano limpio. Se amontonan los visitantes alrededor del melonero que, con su cuchillo de hoja de acero, cala su mercancía para demostrar que no hay mentira posible. En los ojos soñolientos de un anciano que, sentado en el zaguán de la puerta de su vivienda, toma limonada y recuerda. Detrás de los corrales los niños corren persiguiendo sombras. Platero ya no es sombra. Platero ya es luz. Platero es como una estrella invitada que, apareciendo por la esquina del puesto del melonero, se acerca a ti. Y yo me convierto en pájaro vespertino para hacer vigilia con el aire del tiempo.
En la umbría que te ofrece una casa con fachada humilde, pintada de verde color y de blanco nupcial, preparada la boda. Es la boda de un enamorado y una enamorada. ¿Y qué es estar enamorado y sentir que se está enamorado? Entre la mansedumbre de tu Platero y por Zenobia piensas: "¡En el amor está la estrella! ¡A ver quién puede cojerla! Un ruiseñor, fascinado por las gracias de una rosa, todas las noches constantes, le cantaba su pasión. He mirado a las rosas y me he acordado de ti. Y es que el poeta no es un filósofo sino un clarividente". Si encuentras por el límite de los horizontes podré decirte que la filosofía también son deseos de darle abrazo de amistad a un ser anónimo que lucha contra la desesperanza de sentirse abatido por el viento. 
"Veníamos hablando por los caminos entre los álamos blancos y al sueño del agua en las orillas tornábamos cantando... Muy despacio, de vez en cuando, un pájaro cruzaba su vuelo aleteando y, al final de las palabras, quedábamos el silencio escuchando. Después, una flor abierta de nuestro campo amado era motivo para darte un beso enamorado. Y así, entre silencio y sueño, contigo sigo andando". Es para Ella...
¡Juan Ramón Jiménez Mantecón!
¡Cuánto soñé yo con tener un amigo en el colegio que supiera cómo latía mi corazón leyendo los sueños de tu Platero! Con una pluma y una hoja de cualquier calidad, enhebraba mis ideas mientras la abuela miraba más allá de mi escritura. Sobre la situación de mantener equilibrio para no caer en el abismo de las vulgaridades, mis letras surgían como estampilladas con la facilidad que el orfebre trabaja el dorado elemento esencial de su oficio. ¡Qué duro era entonces el oficio de escritor!
¡Juan Ramón Jiménez Mantecón!
Algunos días llegaban los recuerdos de tu Platero a mi sentimiento y yo, ajeno a las acciones de quienes no comprendían que había nacido para acompañarte por los caminos de mis ideas, seguía viendo que alguien había regado su collar de diamantes en las aguas de la fuente. ¡Era un rayo de luna bañándose!. Colores. me gustan los colores que terminan en el infinito... en ese horizonte marino donde mi barca refleja la voluntad de ser siempre compañero de los caminos de Platero y tú. ¡Qué largos días aquellos, Juan Ramón, qué largos días que se prolongaban hasta el sueño! ¿Y para qué sirve dormir cuando la luna nos llama a encender nuestros sentimientos! El sentido triste de las cosas no es una meta para mis ensoñaciones... porque prefiero las fiestas donde Platero y tú creáis poesía para el futuro que llama a la puerta de los corazones abiertos. 
Hemos hablado, Juan Ramón, de Don Antonio machado y don Manuel Machado... pero ¿qué pasa con Don Francisco Machado? ¿Quién conoce a Don Francisco machado? He aquí su palabra que llega a mi rincón donde siento: "“Soy mi mayor enemigo, / porque lo es mi fantasía, / y esa siempre va conmigo”. En el reloj de la cárcel suena el mediodía.
¡Juan Ramón Jiménez Mantecón!
Yo te hablo en el mediodía que raya la lucidez con lo lúcido compuesto de sinfonía transversal. ¡Va por el sueño de existencia de todos los poetas y poetisas que quedaron en el olvido!: "Entre materia y espíritu derramado 7 la existencia es un sueño de soplo divino; / no accidente, no inesperada / la vida entera de las lunas y las sombras: / naturaleza de la vida desenterrada. / ¿Qué es el viento del vivir enamorado / sino un soplo de Dios en nuestras almas?. / Y las incansables horas del momento / como rosas encendidas y alumbradas / en el fuego de la brisa pacifista / alimenta el tamiz de las miradas. / Trémulas las flores del edénico / paisaje de la alfombra irradiada / bajo el sol y sobre el cimiento / de la atmósfera suave y recargada / de besos en la boca enamorada. / Sin vergüenza canta el gallo, / canta el ave y canta la chicharra. / Y ante todo canta el hondo sueño / de esta existencia en calma. / Desde el azul de la infancia / al verde de las esperanzas / con el amarillo de la ciencia / sobre el blanco ya descansa... / y el rosado de los albores / hacia el rojo se trasvasa. / Los colores de la Naturaleza / sonríen entre las ramas. / No hay soledad en la existencia / sino presencia bien acompañada / de ángeles divinos que atentos / con sus duices ojos la resguardan. / Como si caminara todo el panorama / por el extenso sinfín de la pautada / sinfonia invisible del verano... /  así es todo el universo de tu mano / en esta existencia remansada. / Todos los días amanece el claro / discurso de la inmensa Palabra / y el continuo movimiento de las olas / es fuente limpia que desparrama / las gotas del rocío. El viento / la torna en ola y la explaya. / La piedra de la fuente nacarina / es piedra por la vida horadada / y el musgo que le sirve de compañía / es latido en lo interno de su alma. / Se despierta la Nada y se convierte / en Ave de vuelo acompañada / del arco iris y del vuelo /silencioso de la arqueada / marisma. La ensenada / que hay en la bahía / de luces rojas está adornada. / Un reposo sosegado y cierto / resplandece en la almohada / del céspèd florecido y muelle / bajo luna blanca y desgranada. / Está toda la atmósfera caliente... / !caliente y a la vez tan descarnada!. / Todo el mar se agita y los pájaros  / en los almendros cantan / sobre el enorme espacio de meseta. / Las nubes se levantan... / Lluvia de canciones con anhelos / de incipiente e invariable marcha. / El tiempo todo lo ennoblece / en este sueño de existencia clara. / Las significaciones de todas las cosas / están en los cielos pronunciadas / y bajan a la tierra convertidas / en sílabas y estrofas versificadas. / Los árboles, los valles y los montes / son volutas de humo incineradas. / Las gardenias, en manto recogidas, / se refugian debajo de la desnudada /naturaleza del círculo interrogante  / que forman los duendes y las hadas. / En magia pura se convierte todo / el ancho espectro de la mirada. / Una variedad infinita de corolas / y de pétalos en la enlazada / amanecida y mecida aureola / surge diariamente amamantada / de filtros solubles y licuosas / en verde savia fermentada. / Dios bendice todo el panorama / donde reclina su presencia alzada. / Lo elemental de estas esencias / en bondad divina transformada / es un infinito pasatiempo / a esta madre tierra imantada. / Abiertas las líneas del horizonte / surgen todas las enarboladas / esporas del dulce y tierno almendro / que posa sus raíces en las labradas / tierras del sufragio universal, / y el aroma de las ventanas / cubiertas del dulce álabe / enamora a las aves más cercanas. / Se olvida la tristeza entonces / como campanillas de plata en las almohadas / siempre anhelantes del futuro / de toda la existencia orillada / y llaman las nubes al recreo / de las serenas y pausadas calmas / de los mundos que allí recogen / todos sus bejucos y lianas. / !Dulce espejo es ahora el sueño / perenne y refractado en las aguas / del lago pacífico y sereno / donde todas las musas se me bañan!". 
La vida de la que te hablo, Juan Ramón, es la que ves a tu alrededor; la misma que circunda mi fantasía de ser alguna vez un poniente anaranjado. Por el camino de Los Llanos tú puedes presentir esta presencia de quien, cual niño sorprendido e imprevisto, te envía su pensamiento adornado: El sonido de tambores lejanos y los atardeceres de fuego en las playas desiertas mientras crujen los velámenes de los barcos en mitad de la tormenta marinera, son especie de cantos nocturnos expandidos por las tribus que habitan en la mitad de la selva. Aventura. La vida se nos puede convertir en aventura saltando entre los acordes de un sentimiento soñado que nos hace desear las libertades y perdernos en las épocas del tiempo. 
Incluso podemos llegar al Lejano Oeste como si fuera un viaje de mil noches o convertirnos en imágenes del Oriente de Sherezade en busca del cuento perfecto. Míticos momentos fabulosos que nunca desaparecen de nuestras fantasías. Mundos fascinantes de burbujas donde entramos para recrearnos en el borde artístico de nuestras mente. 
Poesia hecha aventura metafórica pero literal. Y nos vaciamos de realismos para perdernos en lejanas montañas o profundos mares con viajes ubicados en nuestros cuerpos invisibles. Sentimientos y pensamientos se hacen fantasía. Podemos imaginar futuros más cercanos que las guerras de las galaxias; dudas y ansiedades en el espacio exterior, naves intergalácticas, planetas alucinantes, estaciones espaciales abandonadas por civilizaciones ya extinguidas. Ficción. Fantasía. Mito para combatir la fría realidad. La brújula descontrola su ritmo y somos un cuento por contar... 
Hablemos de cartas. Escribes: "“Me habla usted de mi aislamiento, del aislamiento. Yo he sido siempre, un aislado; creo que la soledad es buena amiga de la bondad, y de la belleza. Ahora bien, la cuestión es ésta: ¿dónde debe uno aislar su vida?".
Escribo: "Amada niña: durante 6 años he estado esperando la llegada de tu luz a mi corazón; y ahora tú, niña de las estrellas, alumbras mis caminares nocturnos en esta soledad acompañada. En las fuentes del recuerdo bebo esta infancia de paseos por el bulevar vestido con el traje de las fantasías. Y tu fantasía es la realidad que más enteramente vivo".
¡Breve descanso en tu camino, Juan Ramón! Eres el poema que dibujó Rubén Darío: "¿Tienes, joven amigo, ceñida la coraza para empezar, valiente, la divina pelea? ¿Has visto si resiste el metal de tu idea la furia del mandoble y el peso de la maza? ¿Te sientes con la sangre de la celeste raza que vida con los números pitagóricos crea? ¿Y, como el fuerte Herakles al león de Nemea, a los sangrientos tigres del mal darías caza? ¿Te enternece el azul de una noche tranquila? ¿Escuchas pensativo el sonar de la esquila cuando el Angelus dice el alma de la tarde?... ¿Tu corazón las voces ocultas interpreta? Sigue, entonces, tu rumbo de amor. Eres poeta. La belleza te cubra de luz y Dios te guarde.
Tal vez estás pensando quién será ese muchacho que habla contigo en medio del mediodía plateado de la honda y profunda Andalucía. 
¡Quién debía ser!. Tú y yo... ¿verdad, Platero?. 
La tarde está cayendo a plomo. Se empiezan a vestir, de blanco y gris, las nubes antes de algodón. Y los gorriones bajan para saludar a tu Platero. Platero y tú. Y yo en el jardín de los gorriones. 
¡Los gorriones! Hoy, una vez más, me he levantado con los gorriones dentro del alma... y bajo las redondas nubes, mientras unas finas gotas de lluvia cala el suelo de la alameda, tiembla Platero enrevesado con la enredadera. Te acercas. Le acaricias suavemente y te quedas mirando a los gorriones. ¡Los gorriones! Siempre esa perpetua compañía de jardín en jardín, de árbol en árbol, de paseo en paseo, de alma en alma. "Nadie canta, pero puede servir el piar de los gorriones para revertir lo trágico de esta vida, que tanto intentó explicar Unamuno, para que las flores se abran y los recuerdos de múltiples viajes nos hagan volver a ser aquellos que fuímos cuando tomábamos el chocolate de aquella existencia espesa. Nadie va a descubrir cuánto amamos la existencia volviendo a girar los sueños de arena limpia en la playa, con el mismo estilo de siempre: llamando a los caballitos de mar simplemetne gitanjáforas o, por qué no, solamente alumbramiento. Y es que este alumbrar de nuevo la historia humana es un hipocampo literario. Un hipocampo que surge de las aguas para extenderse por todo el extenso panorama de la playa. Nadie canta, y sin embargo, por dentro, todos tenemos un secreto guardado en el diván de la memoria. Es continuo este fluír de los recuerdos en medio de un oleaje de suspiros y de meditaciones que nos convierten en pasajeros infinitos. Caminar. A veces, sí. A veces solamente consiste en sentarse y dejar que esos sueños de arena se deslicen por todo nuestro ser hasta convertirnos en aquellos que fuimos cuando la vida era otra cuestión. Y es que la cuestión de aprender lo que son las olas puede servir para componer una canción de esperanza con la guitarra insomne del tiempo.!No podemos cerrar los ojos cuando deseamos caminar hacia el centro de nuestro corazón salvo que los cerremos para entrar en el profundo sueño del reloj de arena que, continuamente, nos está dando razones para afirmar nuestra libre voluntad de ser tal como éramos!. Sí. Se puede llamar milagro a esta forma de vivir, sentir y aprehender nuestros momentos de gloria y transformarnos en una simple flor abierta a la nueva primavera. ¿Acaso no puede existir la primavera en el mes de julio?. Todo consiste en mirar al cielo y ver nubes blancas y dejar que el viento acaricie nuestros sueños y nos transporte al mundo al cual deseamos pertenecer. ¿Cuántos mundos existen en el interior de un ser humano?. Si tuviésemos que contarlos no tendríamos días suficientes para poder vivirlos todos... así que es necesario seleccionar aquellos que nos hacen felices. ¿para qué vivir los mundos trágicos unamunianos si podemos tener la capacidad de vivir las primaveras en pleno mes de julio?. Algunos pensarán que es una utopía imposible. Sin embargo, ya lo ves. Mira al cielo y verás cómo es verdad que estamos en plena primavera. No te hablo ni del ayer, ni del hoy, ni del mañana. Te hablo del tiempo completo, el tiempo que consiste en saber que somos capaces de transformar la tragedia unamuniana en el sencillo piar de los gorriones. Nadie canta, pero puede servir el piar de los gorriones para demostrar que la vida no es ningún teatro aunque muchos hayan preparado sus tramoyas. No. Más allá del teatro existe la existencia. ¿No hemos deseado siempre una vida mejor?. No entender que la vida es necesario ser experimentada tal como éramos es renunciar a la felicidad. Es importante, muy importante, cambiar el fondo de las ideas y hacerlas salir a la superficie para asirnos a ella scomo tablas salvadoras. Esta vida, en realidad, deja de ser un teatro, perdón señor Calderón de la Barca, porque nunca es un teatro. Y es necesario saberlo. Lo que sucede es que todo es una larga historia que se inicia en un despertar. ¿Se puede saber qué es dicho despertar?. Simplemente abrir el corazón y dejar que la vida penetre en él. Claro que amar no es imposible. Puedo estar soñando toda una eternidad dejando transcurrir el tiempo. Puedo estar soñando toda una eternidad dejando fluír el tiempo. Y puedo estar soñando toda una eternidad dejando sentir el tiempo. Eso, para muchos hombres de este mundo actual, es un imposible. ¿A dónde volvemos los caminantes que sabemos que la vida es una existencia?. Volvemos a aquel lugar donde nació nuestro sueño y donde, de repente, sin que nadie nos enseñase nada sobre ello, nos convertimos en poetas, cuentacuentos, historicistas de las expresiones literarias. Todo porque sabemos, los que hemos vuelto de haber vivido la existencia, que la existencia es una eterna consecuencia de asumirla como vida propia. Y así, cuando nadie canta, basta el piar de los gorriones basta para decirle al mundo que es un error lo que han creído; que la verdadera credibilidad es esa parte de fantasía que nos convierte en héroes sin serlo, en iconos de la existencia sin desear serlo... porque nuestra única meta final es el amor".
¡Los gorriones! Como tú bien dices son pájaros sin fiesta fija. Con el libre volar de lugar en lugar sólo tienen, por obligación, ser compañeros en los caminos por estas arterias pobladas de personas que van, vienen, van y vuelven a venir. Dios creó lo azul del cielo para que los gorriones nos sirvan de brújula en estas ciudades de almas enrarecidas. Tú miras a los gorriones en la enredadera y descubres qué quiero decir cuando expreso que "ser gorrión es ser humano". El poeta debe ir por los mundos sembrando gorriones grises que hablan de amor y de paz. 
¿Es posible viajar sin dinero, Juan Ramón? Tú tienes suficiente con el caminar de tu Platero pero, a veces, repartes monedas entre quienes necesitan acariciarle por un momento en sus vidas y... después... ¿qué hay después de las caricias a Platero? ¿Sabes lo que es, en realidad, una caricia? Te lo explico a mi manera: "Ternurasuave mano de dulzura que acaricia la mejilla del sufriente... florecilla que crece de la semilla de tu vientre y siempre tú, ternura sencilla, del corazón a la frentedas a mi cuerpo sombrilla para hacerme hombre que siente cómo vuela el avecilla, cómo se ama la gente cuando siente que está derecha la quilla de la nave resplandeciente. Ternura suave mano de dulzura caliente"...
Y cuando las gentes te ven pasear, con Platero siempre al lado de tu corazón, ven esa alegría de los ojos de él que, sin apenas darse cuenta, va desgajando tu memoria para saberte cumplidor de los poemas que acompañan la caricia del viento. Se ha levantado el viento y los árboles de los jardines comienzan a mover sus ramas al compás de la música del aire. ¿Puedo seguir contigo hablando de lo que es esta vida de caminar por los jardines en las tardes solitarias?
Te toca descansar y te sientas bajo la emparrada. Las uvas, maduras, son el refresco que termina con tu cansancio.
Alguien proclama el bando del alcalde: "¡Todo el pueblo tiene la obligación de llevar a sus cabalgaduras con bozal para que no surjan problemas con las palabras!" Hay que tener cuidado con las palabras. Sobre ellas te puedo afirmar: "Muchas veces sentimos la sensación de ser pequeños, diminutos, como gotas que se borran en el accidentado paisaje urbano de la Gran Ciudad. Quizás esa sensación sea un valioso alivio para nuestra alma. Sentir un poco la sensación de pertenecer a la galaxia de las esperanzas a la hora de tomar "el café de las palabras" surgidas de su escondite latente... para plasmarlas en el mundo de las verdades inventadas por nosotros mismos sin saber exactamente por qué. Y es que es mejor no saber por qué inventamos vocabulario para estar aquí, en este universo paralelo donde la garantía de ser algo se palpa en la fértil conciencia de nuestra existencia. Crear, poco a poco, los fonemas, los morfemas y los lexemas de nuestro caminar, adobados con la sal y la pimienta de este sentir que llamamos estadía. Estadía ¿en dónde?. Estadía en algunas de esas estaciones en que, diariamente, tomamos el tren de las dimensiones ocultas de nuestro doliente, dolido, doloroso interior, para salir a la superficie y plasmar sentimientos de presencia; soltando relámpagos de inquietos sueños antes de aterrizar en la autopista de todos los viandantes. No lo esperamos nunca a una hora determinada... pero siempre aparece, inesperadamente, el mensaje de la memoria que sale a la luz desde nuestros disfraces diarios. Y llega a tiempo para obsequiarnos un espejo donde visualizar el espacio de nuestras ideas más valientes; esas que tenemos que asumir para ver cumplido el adagio "Es valiente quien calla en lugar de decir palabras insuficientes". Y pequeños, diminutos, como gotas que se borran en el accidentado paisaje urbano de la Gran Ciudad, lo conquistamos a fuerza de palabras redentoras".
Esto quiere decir, amigo y compañero, que existen gentes que pueden buscar hacer daño a tu persona por tener la compañía de tu Platero. Platero y tú despertáis mucho la envidia de los enjundiosos. El día brilla cuando hoy mis fuerzas estaban en el límite posterior a haber pasado una temporada de pruebas exhaustivas que buscaban valorar la enjundia de ciertos contenidos anímicos por los que merecía la pena luchar. Y es que, efectivamente, el alma a veces pesa mucho y es muy fuerte su carga. Pero hoy es diferente. Hoy puedo volver a sentir lo feliz que se nota un ser humano cuando se pronuncia de esta guisa, de salir de un destello efímero que no esperábamos y llegar más allá de cualquier soledad de domingo. Los lunes pueden ser tan brillantes como cualquier otro momento de nuestra vida. Sólo depende de si es en lunes cuando descubres la pequeña gran sonrisa del aliciente anímico que te hace experimentar el deseo de reiniciar la marcha detenida. 
En todo camino de búsquedas inquietas hay necesidad de tomar, de vez en cuando, un pequeño descanso no sólo para respirar profusamente sino también para meditar sobre cuál es la siguiente senda por la que debes transitar para sentirte satisfecho. En todo camino hay vicisitudes y hay situaciones que tienes que vivir. Por eso es importante, para mí, haber vislumbrado hoy esa pequeña gran sonrisa del aliciente anímico ingresando en mi corazón. Bien. Buen lunes inesperado. Me levanto del mojón donde me encontraba meditando y, recargado de alma leve y ligera, me desprendo de gran parte de pesos superfluos y reinicio la marcha. ¡Hola Juan Ramón!. ¡Qué bueno saber que estás compuesto de seres humanos que caminan hacia esos espacios de la sensibilidad anímica!. Gracias a ti, por tu llamada. Sabes bien que me refiero a ti y que sin tener que pronunciar tu nombre sabes bien que tu llamada me iluminó este lunes y me hizo sentir la pequeña gran sonrisa anímica a la que me refiero.
Platero comienza a echar sangre por culpa de la picadura de los tábanos. Abre los ojos y te mira, en medio del paisaje arenoso, mientras las chicharras cantan en los pinos, para que le puedas redimir esa sangre injusta. Y tú espantas a los tábanos con tu sombrero y le aplicas el ungüento del amor que llevas siempre contigo. Un sueño inmenso nace en la tarde.
Están los jarales bajos. Hay flores vagabundas, desparramadas de forma irregular por entre las retamas. Son las margaritas. Son las amapolas. Son esas flores que no cuentan para muchos llegada la hora de regalar amor. Pero, exentas de lujo artificial -vírgenes de los campos- siempre presencian el paso de la historia de los caminantes. Un carretero que llega te invita. Atas a Platero en la parte trasera y subes. 
Los pájaros, en los cercanos huertos, cantan bajo los nogales grandes y se crece la estatura de la tarde. El desvencijado espantapájaros tiene deshilachada su gris chaqueta. Y escribo: "En esta tarde caliente / tú, vestido con los harapos / del guardián hiriente, / saludas a los viajeros / que pasan por la vertiente / del fino riachuelo. / Y la gente / observa que eres desvelo / del campesino sonriente. / ¿Qué tendrás tú, obediente / observador bajo el cielo? / Te queda siempre el consuelo / de saber que eres valiente".
¡Suena la campana como saludando tu entrada en la ciudad! Un... dos... tres... cuatro   golpes de sonido. La campana dialoga con las cenefas rojas de los rojos claveles. Y dialoga lentamente con la gris acera pedregosa. Un gato pardo dormita en la impenetrable siesta de los centenarios siglos. 
Una chiquilla recuerda también el olivar donde, recogiendo aceitunas hasta llenar a rebosar las tinajas del invierno, recibió el primer beso de amor. Fue tras la fiesta de San Juan. Ya. Ya lo recuerda… ¡En el campo de esta ciudad de Lucena a donde has llegado, subido sobre Platero, para buscar posada! La tarde está apretando tu corazón.
- Es grande tu corazón, Platero. 
Sí. En el rebasado horizonte de los pinos, el espantapájaros dejó su gravitar de pajas de heno flotando junto a los tomates. Encuentras un lugar donde te sirven, mientras llega el sustento, unas rodajas de tomates con sal y un buen vaso de vino. El posadero tiene los ojos muy negros y unos puntos blancos en los labios. Quizás descienda de una de las muchas etnias que han convivido en tu Andalucía. Posiblemente en su sangre exista la mezcla de esta Ciudad de las Tres Culturas: judía, musulmana y cristiana. ¿A qué puedes tú llamar cultura, Juan Ramón? Te traspaso mi idea: "La cultura, como fuente inagotable de vida o como esa tenue luz que vivifica el espíritu y engrandece el alma, tan rica y diversa como es ésta, le dota al ser humano, hombre o mujer de cualquier edad, de muchas formas de expresión y de múltiples caminos para manifestar sus vivencias que, todas juntas, forman un brillo perpetuo de la humanidad entera. Pero la cultura, y en este sentido las pluriformes culturas que se expresan son un ejemplo, es también una expresión humana que desborda cualquier concepto de intolerancia y nos permite ser auténticos visionarios (diferentes cada uno de nosotros y nosotras) idealistas de lo lógico y lo ilógico, lo terrenal y lo divino, lo trascendente y lo intrascendente... toda esa amalgama de sentires profundos que llevamos dentro y que nos ubica en nuestra propia identidad. La cultura, vista de ésta manera, es la certeza de nuestra sinceridad y la podemos expresar, fuera de los canales dirigidos por intereses ajenos, en palabras abiertas, con la frescura de nuestra propia sensibilidad. Cada uno de nosotros, hombres y mujeres, podemos construir con nuestras identidades culturales (divergentes y profusamente colectivas a la vez), nuestras crudas interpretaciones de tristeza, dolor. soledad... y también de amor, solidaridad, familia humana... fuentes infinitas para mostrar nuestros sentimientos o quizás solamente, !para qué pedir más!, de puesta al día de nuestras mentes humanas. Las culturas son un sello de nuestro corazón y, como tal, se convierten en calor tenso, latente y acogedor, que cada uno de nosotros y nosotras alimentamos como visión cosmopolita de nuestro yo interior. La riqueza personal de cada ser humano es el mejor referente cultural de su propio estilo de vida. Dicho de otro modo, cada uno de nosotros y nosotras somos los creadores de nuestra propia cultura y por eso, por la firmeza de la expresión, todas las culturas deben ser altamente respetadas. Dueños de nuestra propia personalidad, con las culturas abrimos las fronteras de nuestras visiones firmes o dubitativas pero siempre auténticas y creadoras de un cosmos de luz que nos abre sentires, a través de la comunicación interpersonal, en este caminar vitalista en que se ha convertido nuestra existencia. Por eso -brillo perpetuo de sensibilidad humana- las culturas nos ofrecen musas personales con las que nos identificamos para conjugar nuestras facetas humanas. Esas que nos hacen transparentes y coterráneos sea cual sea el lugar donde están parados nuestros pies".
Un rebuzno de Platero, allá abajo, en el corral, te produce el escalofrío de pensar que algo sucede. Siempre algo sucede. Pero ocurre que tu Platero rebuzna solamente porque tiene sed. Bajas con el cubo lleno del agua natural de la fuente y le dejas saciar su necesidad. ¿Cuántos seres humanos están necesitando saciar sus vidas con algo más que el duro pan de varias días anteriores? Observas la calle a través del ventanuco de la cuadra. Efectivamente, entre los transeúntes puede descubrir al pobre ciego con su escudilla. Sale a su encuentro y le entregas un buen pedazo de queso fresco y un racimo de uvas. Del bolsillo derecho de tu pantalón sacas, también, unas cuantas monedas y se las entregas sin que él haga otra cosa sino mover la cabeza con agradecimiento. Es ciego y sordomudo.
Camino de la dehesa de los Caballos, Platero y tú llegáis hasta el arroyo. Alli, sentado en tu alegórico mundo de la existencia, meditas sobre lo que sucede cuando esparcimos nuestra personalidad por la faz de la Tierra. Nuestra personalidad. Esa forma de ser que hace que Platero exista como existe Chester. Y es que no hay diferencias para privilegiar la fortuna de nadie por tener por compañía a seres puros, seres transparentes, seres sinceros y seres con fidelidad. 
Sobre la fidelidad podría entrevistarte a través del tiempo y preguntarte por algo así tan parecido a la lealtad. Un puñado de versos y poemas nos puede llegar a rozar la singularidad de nuestra piel: una presencia de armonías coloquiales dispuestas en forma de épica culturalista; una línea clara u opaca pero siempre dispuesta a diseñar la pasión que tenemos hacia la fidelidad de nuestros sentimientos. Me escuchas y te oigo.
Poco importa, en estos momentos, la narratividad de profesionales. Lo importante, cuando estamos con la vida en llamas de nuestros problemas fundamentales es el ordenamiento de nuestras pasiones ligado al incesante deseo de sentir la vida. Hablamos claro cuando escribimos poesía prosaica y que la comunicación de nuestras vivencias no es más que la trasposición de nuestros conocimientos existenciales a un papel en blanco. No sé cuanto de cierto hay en ese dicho, pero puedo distinguir que conoce ávidamente quien renuncia al mundo de las declaraciones teóricas y se hace vida en sí mismo. Lo que leo, lo que escribo, lo que siento... es parte de ello. 
Cualquiera puede ser poeta solamente con no falsear su propia vida, huyendo de las consignas de la banalidad y mostrando su vida en llamas en medio de las sombras de una filosofía propia y singular, expresando su verdad por medio de la fe en vivir las creencias populares de que ser valiente no es cosa de héroes corriendo a velocidad del relámpago sino de seres sentados, en medio del camino, en un jardín de eucaliptos y escribiendo versos a su ineludible deseo de reflexionar. El valor no es solo propio de los héroes de las leyendas sino otra cuestión más importnate.
Sobre todo es la demostración palpable de que vivimos en medio de todas nuestras pequeñas batallas, formulando soluciones imaginativas en el tratamiento de nuestras vidas cotidianas; las cotidianas vidas de cada uno de nuestros interiores. Dijo un famoso personaje que las casas son más grandes por dentro que por fuera. Por eso cuando estamos sentados junto a un arroyo escribimos versos a la vida y nos hacemos valientes héroes de la existencia. !Adelante, Juan Ramón!. levanta el ánimo viajero y caminapor la orilla verdadera; por la orilla natural donde los seres humanos somos lo que Dios hizo que fuésemos y no transformados en lo contrario de nuestro ser.
Una lavandera pasa por tu lado y te regala una sonrisa. Sus ojos son de azul cristal. Y tú, tímido de infancia, recuerdas lo que expreso: "Tenemos relojes que esperan hallar encuentros. !Qué extrañas son las cosas que nunca imaginamos que pudiesen ocurrir hasta que de repente acontecen!. Todo un día entero podemos estar sintiendo el fluir de algo especial que va a ocurrir dentro de sus 24 horas.. !y nada ocurre!... pero, sin embargo, de repente, hay un día en que no estamos esperando nada y de pronto el reloj pierde su timidez y se nos dispara y acelera su tictac hasta tal punto que nos envolvemos en un torbellino de sucesos y descubrimientos que no dejan de asombrarnos. A veces pensamos que no estamos viviendo nada. A veces pensamos que lo estamos viviendo todo. La vida, en fin, es un coloquio contínuo entre los detalles de las horas que se convierten en libélulas del pensamiento iniciando una efervescente orgía de detalles. Entonces se me ocurre un breve pensamiento: que la vida de un ser humano es una danza en la estrecha e íntima pista de baile de lo cotidiano. O somos simplemente cosas o somos profundamente algo. No hay término medio. La decidida confesión de lo que somos está siempre latiendo en la existencia de nuestros desafíos".
Hasta el guarda forestal tiene un por qué para quedarse mirando a tu Platero. Platero y tú soslayando las horas de la tarde, movidos por esa esperanza de la fidelidad ligada a la leal manera de sentir. ¡Qué bienestar sientes por dentro! El guarda forestal acaricia las crines de Platero y sigue su camino. Levantas tu sueño hasta convertirlo en esencia del camino. 
No existe mejor camino que el que nos enseñó Jesucristo para saber dónde está la verdad de este porqué seguir siempre hacia adelante. En el silencio queda colgada una palabra. Yo la llamo Fe. Y es en este silencio que se abre entre nosotros, en este dialogar con tu Platero y mi Chester donde podemos encontrar ese hilo para salir del laberinto. Las avispas orinegras vuelan en torno a la parra cargada de uvas de moscatel. A Platero le gustan las uvas de moscatel. Es una manera de sentir que la fidelidad y la lealtad son valores fundamentales para los seres vivos. 
De vez en cuando, Platero deja de comer uvas de moscatel y te mira por ver si escribes algún poema a su figura. 
Tu Platero y mi Chester conocen bien lo que es la Poesía enhebrada en el sentimiento de la fidelidad y la lealtad. 
El piar de los grajos, en el crepúsculo, se hace sonido con ritmo natural. Cantan los grillos. Todo lo fugitivo del crepúsculo de este atardecer se resbala, se escapa entre las dudas como vela de barco en horizonte, como gaviota de vuelo perseguido, como espuma de ola aventada... y la blancura se transforma e un ir flotando con la música corta de los zorzales; con un tropel de ninfas convertidas en sombras que zigzaguean sobre el agua. 
Y la tarde pasa como flecha rebotada en el pecho abierto y nos hacemos destino de mundo ante el ventanal de la noche, rotos ya los cerrojos de las horas yertas. Entonces comienza la vida a ser una forma de escape hacia el ansia de bebernos la frágil llamarada del viento. Atardece. Recojo mi sentir para traspasarlo a la hoja de mi diario y pongo la voz al servicio de esos remolinos nocherniegos que se agrupan sobre la arena de la playa de mis meditaciones. No vacilas ya y te unes con la hermandad de la sombra de Platero y la tuya.
Pasan las horas serenas. No existen batallas de sangre sino lucha de emociones. ¿Qué distinto es el mundo visto de esta manera? El cielo, en lo alto, ausculta los sentimientos. La fragancia tierna de la tierra blanda te llega a lo profundo y de lo profundo te puedo sentir para sentirla a Ella: "De tanto querer y amarte, he podido comprender que tenerte es aprender a sentirte libre amante. De tanto querer y amartehe llegado a comprender ese profundo saber que eres vida y eres arte. Vida para mantener el deseo de adorarte y arte, sencillo arte, para saberte querer. Si me preguntas en qué reside este afán de captarte simplemente te diré que en los ojos para mirarte, en el tacto para sentirte y en los besos para soñarte se centra todo lo que existe en esta función amante".
Tu respondes también, pero algo más triste: "Río de cristal dormido y encantado; dulce valle, dulces riberas de álamos blancos y de verdes sauces... El valle tiene un ensueño y un corazón sueña y sabe dar con su sueño un son triste de flautas y de cantares. Río encantado; las ramas soñolientas de los sauces, en los remansos dormidos besan los claros cristales. Y el cielo es plácido y dulce, un cielo bajo y flotante que con su bruma de plata va acariciando los árboles. Mi corazón ha soñado con la ribera y el valle, y ha llegado hasta la orilla dormida para embarcarse; pero al pasar por la senda, lloró de amor, con un aire viejo que estaba cantando, no sé quién, por otro valle".
¿Sabe tu Platero por qué se le acercan tanto los niños? Para llevarse un pedazo de la blancura de su cuerpo y abrigarse con él en las duras y tristes madrugadas de quienes sólo tienen sueños para jugar. Pero no dejes de caminar tú. Yo explico a tu Platero lo que es esa clase de sueños.
¡Vienen los niños pobres, Platero! Vienen los niños pobres: "Galáctica conciencia de ser minúsculo habitante viviente que en la fuente del sol abreva sudores en la frentey de tener en su alma un blanco opúsculo. Mueve el cuerpo, músculo a músculo, su materia de animal raudo y moviente y el corazón palpita en el ya silente espacio del universo grandemente esdrújulo. Entonces razona la mente superpuesta y cuando el sol en la tarde se acuesta nace la noche con su andar crepúsculo. Y sobre la hierba del jardín recuesta el ansia de sus sueños el poeta que siente rodearse del amor mayúsculo". Es la geometría variable del ruido de la calle. Una manera de gobernar la vida como hechando monedas al aire. A algunos les sale cara. A otros les sale cruz. Y yo, mientras tanto, sigo convencido de que Pascal es sólo un espíritu yaciente en esta geometría filosófica. Los niños pobres, Platero, los niños pobres don la geometría variable. Ayer éramos como éramos. Hoy somos como somos. Yo sigo defendiendo la idea de que el Destino no puede ser el espiritu de los "dioses" sino la Verdad de Dios.
Todo el pueblo se asoma para veros desaparecer tras la línea anaranjada de horizonte que contiene más alma, muchas más alma, quizás demasiada alma desbordante. Escuchas las notas lejanas de la banda del pueblo siguiendo con la fiesta. Seguramente por las callejas algunos buscan un refugio para no ser reconocidos como eslabones de la misericordia. Da pena ver a ciertos muchachos caminando torpemente porque no tienen zapatos nuevos. Escucha, amigo y compañero Juan Ramón, escucha al viento. Hay hombres, en la fiesta que has dejado atrás, que buscan consuelo en el aguardiente pero ardiente es la fiebre que no termina de apagarse. ¿Olvidar? Tú bien sabes que olvidar es imposible y que lo más natural de todo es seguir estando en pie. 
A dos horas de camino, Platero siente la soledad de la campiña abandonada. Quizás muchos abandonan cuando llega la hora verdadera. Diestros en las luchas por desarmar a sus rivales se encuentran, al final, con que de nada les ha servido la victoria de beber más licores; porque el triunfo es de lo que supieron permanecer erguidos.
Ves el campo grande, el campo ancho, el campo elevado al canto general de las aves. Hablo yo y habla mi ser: "Sobre las olas de la tierra existen alamedas en la breve distensión de los segundos. Alamedas que saludan, convertidas en pañuelos medio ansiedad y medio querer, quedándose ingrávidas y sutiles en cada milésima de su tiempo y envueltas en aires de canciones sin destino; pero yo también tengo un reloj con los surcos del mar sobre las olas de la tierra... Hora de meditación. En el horizonte plano se refleja la gris cuchilla del azadón que descansa tras la jornada campesinal (filosofía rural discurriendo bajo el plomo del atardecer que cae y se prieta con la piel). Piel. Archipiélagos de piel. El mío y el suyo lentamente beben de una misma sensación de entrega. Piel a piel sin victoria ni derrota. Piel a piel sin afanes de conquista. Piel. Archipiélagos de piel.  ¿Ves los pájaros, Platero? En el interior de los pájaros existe un amasijo de memoria que les hace viajar por la ruta hacia una distancia prudencial por encima del sueño. En el interior de los pájaros existe un asalto de conciencia. Y en el interior de los pájaros existe una sustancia que les sirve para acariciar al viento. 
Sentado ante el café tú escribes: "Miedo. Aliento contenido. Sudor frío. El terrible cielo bajo ahoga el amanecer. (No hay por donde escapar.) Silencio... El amor se para. Tiembla la culpa. El remordimiento cierra los ojos. Más silencio... " Yo, mientras tanto, también estoy ante el café y correspondo: "Son tus ojos de color café / para ser amados en todo momento. / Café brillante. Café sustento. / Café sincero por su firme fe. / Todo en ellos es lo que se ve / cuando el amor es puro sentimiento. / Café excitante. Café sediento. / Bello café de lo que se prevé. / Yo bebo de ese café alimento / que da vida a todo el firmamento / de lo que siempre sueño y soñaré. / Y tengo en mí el firme pensamiento / de que ese café está contento / de ser camino que nunca dejaré".
Tímido, Platero mira por la ventana entreabierta donde tú estás recogiendo las hojas. Arriba, en el cielo, unas nubes desgarradoras comienzan a llorar lágrimas de agua. Se ven malvas y rosas con aire de nostalgia. Antes de que recojas la última de tus cuartillas te invito a la nostalgia, amigo y compañero Juan Ramón Jiménez, te invito a la nostalgia ahora que Platero -niño curioso ante juguete de marfil- curiosea a través de la entreabierta ventana. Un rayo sesga el aire y alumbra la sala donde estás pensando en mi invitación.
"¿Habéis visto la lluvia? Esta lluvia de madrugada que ha colgado sus lágrimas en el perchero gris de la sombra de los juncos. ¿No la habéis visto? ¿Pero si está cuajada en las horas de vuestros párpados sedientos? ¡Es imposible que no la hayáis visto! Ha llegado así, de repente, con la tristeza del niño acurrucado bajo el mantón de la abuela. Ha sido una lluvia de pequeños llantos colgados, como la rama del almendro que está ahora sollozando por la larga espera. ¿De verdad que no la habéis visto? Ha sido una lluvia de mandrágoras saladas surgiendo de un vaporoso lagar de mares en tinieblas. Pero bien. ¡Tenéis que haberla visto! Una lluvia de cristales agudos erizando sus aristas en el corazón de la madrugada, con los gorriones dormidos en medio de las callejuelas en donde hay sapos croando al cloquetear de las viejas sandalias del pescador. ¿Es verdad que no la habéis visto? Ha sido la lluvia del desamparado perro dálmata, blanco y negro como la noche de los pecados inocentes del sarmiento. Sí. Ese sarmiento empeñado en sacar a la luz su inerte sonrisa. ¡Tenéis que haberla visto! ¡Seguro que habéis visto esta lluvia calando los huesos del camposanto de la sementera! Aquí. Aquí mismo. Bajo las buhardillas del desamparo yo he visto cómo se han mojado todas las sonrisas del desdentado y viejo borracho empeñado en beber las lágrimas del viento. ¡Y cómo chorreaban los bordillos de las aceras! ¿No habéis visto cómo chorreaban los bordillos de las aceras?. Quizás porque estábais abstraídos en observar los railotes del tejadillo de las iglesias. Claro. Pero de tanto llorar las campanas no habéis podido escuchar el llanto del recién nacido. Sí. Ha nacido hoy, bajo la lluvia, el infantil recuerdo de una melancolía colgada del aguacero de la madrugada. ¡Estoy seguro de que habéis oído la lluvia! ¿Por qué os da miedo o temor o requemor reconocer que habéis oído a esta lluvia pedir licencia para morir de hambre? No. No es posible no haberla oído. Esta madrugada la lluvia ha sido más huracán, más tormenta, más espanto que nunca… y las mujeres del burdel se han quedado solas, llorando por el niño perdido en la barahúnda de los jardines del sueño de su madre. Ha sido una lluvia de ceniza clavada en el ras del suelo. Sí. En el ras del suelo de los que carecen de todo excepto de nostalgia. ¿De verdad que no la habéis visto? ¿De verdad que no la habéis oído? ¡Pero si ha sido una lluvia tan poderosa como el terror de la propia muerte! El niño se ha ido a llorar a la otra esquina, la de las paredes sucias envueltas en la bruma de los vencidos. Y yo aquí. Observando tras los cristales de la funámbula silueta una especie de lluvia ácida como el jugo de los limoneros. Sí. Los limoneros que han parido al niño bajo la yerma sequedad de sus guedejas. ¿Que de qué guedejas hablo? De las guedejas de una madre en donde se ha terminado de sacudirse el sueño soñado de lo inerte. ¿Es posible que no la hayáis visto? Ha sido una lluvia de parto con dolor, de muerte hacinada bajo las sombras del enebro. ¿Es que no habéis oído el llanto del niño? Lo que debe suceder es que acaso los acentos del viento no os han dejado escuchar o discernir. Pero yo os doy mi palabra de que ha sido una lluvia de temblores y de fríos. Que ella se ha quedado tan lejana como la última estrella del alborear y que el niño aún está ahí, desmadejando su sueño entre las telarañas de la inexistencia. La madre ha muerto llorando por la lluvia y el niño llora porque la lluvia le moja la vida".
Una especie de ángel dorado penetra en tu pensamiento, Juan Ramón... y quiere que le regales un sonar de campanas. ¿Cuántas cosas te piden los ángeles? Que acabe pronto este llover continuo porque yo sigo mojándome sin dejar de caminar. Tú dejas tu pluma descansar sobre el tablero de la mesilla y amaina la tormenta. La carreta que conduce el barrendero de la barriada aparece con los chirridos de sus ruedas. 
No hay por donde escapar. Yo tampoco tengo otra salida más que seguir hacia adelante. Los niños pobres llaman desde todas. ¡Plterooooo! ¡Platerooooo!¡Platerooooo!
- ¿Por qué será, Platero, que tanto te aman los niños pobres?
Pocos burros pasan por la Historia dejando huellas. Quizás quien más se parezca a tu Platero, Juan Ramón, sea el burro de alguno de los gitanos que vuelven a aparecer por la esquina donde el barbero está comenzando a afilar su navaja. Permitidme, Platero y tú, por favor que me siente en un mojón de mi caminar y os hable algo importante de los gitanos. Aquellos gitanos de la infancia que me hacen recordar la inolvidable juventud. Ahí va mi memoria para que la enhebréis en vuestra compañía:
"La fuente donde bebí en aquel fuerte verano estaba situada en el corazón mismo de los gitanos de Vallecas de Madrid. Bebí para saciar yo mis ansiedades y para calmar un poco el dolor mientras las gitanas, a mi alrededor, hablaban con su jerga caló, de aquel extraño viajero payo que cruzó el desolado campo de los desamores. Allí bebí agua fresca del caño de la pequeña fuente de piedra. Los gitanos me observaban desde el interior de las chabolas con las navajas abiertas para afeitarse sus sucias barbas mientras las gitanas se les escapaban por todos los rincones para salir a ver al extraño viajero. El descampado y desolado campo de la seca arena había quedado atrás y yo sólo bebí un poco de vida para continuar, campo a través, aquella maratónica jornada calurosa. La fuente de piedra donde bebí se me había convertido en un sueño de esperanza y el frescor del agua me sirvió para borrar el sudor de los desamores. Todo lo demás me era ajeno por completo. Todo me sabía a agua fresca y reconfortable. En el bario, los corazones de los gitanos que se estaban afeitando sus sucias barbas, se habían quedado paralizados y ellos, con las navajas abiertas en sus manos, no se atrevieron a salir a preguntarme por qué había ido yo a beber agua de aquella fuente. Solo les quedó el remedio de afeitarse y aceptar mi Libertad; porque las verdaderas cicatrices no eran las de ellos, muy terroríficas sólo para los niños por cierto, sino aquellas que yo sólo conocía. Yo, aquel joven payo que las llevaba grabadas dentro de su corazón. Las gitanas sólo salían para verme beber, con total serenidad, mientras ellas llenaban sus botijos en el mismo círculo central del duro barrio vallecano. Había atravesado yo el desierto de arena, piedra y suelo duro, y me lavé la cara en el espejo de mis sueños. Los gitanos, desde el interior de las chabolas, sólo podían guardar silencio mientas se afeitaban con sus navajas abiertas y se quitaban las máscaras de sus falsas cicatrices. Y después seguí mi camino hasta llegar al centro del propio corazón de la ciudad de Madrid, para olvidar los dolores del alma mientras allá, en el barrio gitano, se escuchaba, por la emisora de radio, el baile de Carmen Amaya, la gitana de Barcelona, acompañada de una voz que cantaba un taranto: "Si tú me quieres dímelo y si no dame veneno y sal a la calle y di yo maté a mi dulce dueño con veneno que le di. Se me partió la barrena emboquillando un barreno yo le dije al compañero ya se sienten las caenas creo que viene el relente". Y quedaron muy atrás, en mi memoria, unos gitanillos jugando al fútbol mientras los churumbeles lloraban de hambre"...
¡Qué alegre este descampar que te llena el rostro de luz poetizada por los colores del arco iris! En las patas de Platero se reflejan los siete colores: el rojo, el naranja, el amarillo, el verde, el azul y el violeta. Es como un cromo de los que tanto le gustan a los chiquillos que los buscan en las envolturas del chocolate. En una casa vecina, una señora de avanzada edad, toma chocolate en taza. Espeso. Espeso como el aire cálido. En el bar los toneleros se esfuerzan en transportar la mercancía hacia el interior de la bodega.
Está alegre tu Platero y tú te envuelves en la felicidad. La felicidad, esa especie de aventura que siempre empieza por fe y no cuenta con la edad para dividir a unos de otros. Bajo un gran nogal, descansa un trasegador de vinos. En el bar del Almirante toda la tropa de marineros brindan por la existencia ofreciendo una estampa a un fotógrafo que toma instantáneas sin descanso. Llegan los vendimiadores cantando: ¡Venimos de vendimiar, de Casa de Don Antón; venimos de vendimiar y no nos quieren pagar porque hemos roto el botijo y nos quieren pagar! ¡¡Todas las que se casan en la vendimia, lo primero que tienen es niño o niña, es niño o niña es niño o niña lo primero que tienen en la vendimia!! Luz y vida se desparraman por las estrechas calles donde los jóvenes piropean a las muchachas ante el gesto adusto de las madres que no están dispuestas a dejarlas solas.   Lo instantáneo es ese momento en coges la guitarra y sueltas tu canción. Yo hago lo que han hecho los poetas de toda la historia humana cuando llega su fiesta: "Porque te sigo soñando aunque ya eres todo mi mundo, ya eres todo mi universo y en tu boca mi beso me hace sordo, me hace mudo caminando por esta especie de espeso vagabundo que te sueña en cada verso. Me estoy quedando... quedando... en tu cuerpo ya tan preso que ya sólo te estoy amando y regreso a tu boca, a tu cuerpo estrenando lo que apreso"
Tú diriges tu vista a Platero que está esperando iniciar la nueva marcha hacia el confín de las emociones.
Los otros, los burros de los gitanos, miran con envidia a tu Platero libre; que sale dando un pequeño trote de andar por los siglos de tu conciencia. Luego te lo llevas disimuladamente hacia la fuente de la plazoleta y, tras refrescarle, montas en él y marchas camino de Montemayor; por tierras del vino y del aceite. Las hojas de los viñedos y de los olivos se mecen con la brisa...
El pueblo en fiesta está encendido de farolillos rojos. La brisa te trae, de nuevo, recuerdos de nostalgia. Y cantas por lo bajo, para que sólo te escuche tu blanco Platero: "Una malagueña un día / fue a Sevilla a ver los toros / y a la mitad del camino / se la llevaron los moros. En el arrabal te ven cruzar como un soplo de vida que llega bajo la luna caída, amarilla, soñolienta y solitaria sobre el río. 
En el campo se han quedado los árboles solos. Y al dar entrada a tus emociones escuchas mi canción: "Es demasiado aburrido seguir y seguir la senda. Es demasiado aburrido seguir y seguir la senda. Andar y andar los caminos sin nadie que te entrega. andar y andar los caminos sin nadie que te entretenga. Por eso hablo con Jesucristo que siempre está a mi vera. Por eso hablo con Jesucristo que siempre está a mi vera. Y tengo ya por escrito que no es larga la espera. Y tengo ya por escrito que no es larga la espera. Escucho a los pajarillos que cantan en la ladera. Escucho a los pajarillos que cantan en la ladera. Y yo repito y repito que empieza una nueva era. y yo repito y repito que empieza una nueva era". El resto de la canción la guardo para el silencio.
Las cabras que ves son cabras y el pueblo donde yha entras es pueblo. Pero guardar el silencio es, para ti, una continua repetición de tu sensibilidad mientras os ladra un perro. Platero y tú. Platero y tú caminando. El perro sigue ladrando pero no entendéis su lenguaje porque lleváis la paz con vosotros. A mí también me han ladrado...
La noche es clara. Las farolas de las primeras casas encienden el empedrado de la calle y hay lilas en varios tiestos que, colgados hacía el vacío, mantienen la vertical de sus conciencias. La brisa. Las sombras. Esa brisa y esas sombras que se alargan hacia el interior del pueblo. El perro guarda silencio ante el fantasma de la noche... ese fantasma que dicen que camina siempre entre las sombras persiguiendo a los soñadores. Pero tú sonríes ante la ignorancia y concibes tu propio pensamiento: "Lo que más indigna al charlatán es alguien silencioso y digno" 
Tu sombra se alarga silenciosa hasta alcanzar su verdadera y sabia estatura...
Eso que conocemos tú y yo, amigo y compañero Juan Ramón Jiménez, como Siempre es un instante que nace de Nunca. Y Siempre se pierde en la sombra de su ancestral origen. ¿Cuándo Siempre se convierte en seguidor de Nunca? Cuando vemos que es difícil mantenermos como Hoy. Cuando mañana despertamos con la duda... y entonces abandonamos la promesa. Y Siempre se esconde una interpretación involuntaria que sirve de pretexto. Pero Siempre es también primo de A Veces. A voces diría yo. Esas voces del A Veces nos retumban en la conciencia y hacemos aflorar de nuevo ese Siempre que nunca terminó de acabar... Siempre. Hoy. Nunca. A Veces. Historias humanas que sirven para sentirnos más como lo que somos: Seres en busca de una incógnita que se abre cada día al despertar, como despiertan las violetas, y se cierran al aparecer las estrellas en el firme amamento -firmamento de nuestra Sinceridad- como se cierran las ventanas para inducirnos al Sueño. Siempre estaremos presentes en nuestra íntima confesión. Nunca dejaremos de ser seres sorprendentes que A Veces abandonan y A veces perpetuan su camino. Pero, por encima de todo, más allá del Siempre, del Nunca y del A Veces, estoy seguro de que en todo momento somos un transitar de palpitaciones ocultas y que eso es lo verdaderamente importante de los seres humanos.
Durante la vendimia las noches se visten de grana en las víñas, en el arroyo, en las ventanas donde se asoman las mujeres para contemplar el cielo para hacerle preguntas a Dios. 
Platero y tú camináis por las callejuelas.
- ¿Despacito, Platero, no vayas a levantar envidia en los hombres!
Es esa manera de ir despacito, como novios del anochecer, lo que hace que os escapéis de la niebla mientras los demás borran su imagen en las tabernas, en los lugares donde vosotros no entráis porque os sobra con la compañía de vuestros sentimientos. ¿Qué es ser compañero, Juan Ramón?
Si te sirve como ejemplo, mi padre me explicó lo siguiente: "Cuando seas mayor no me olvides, José, no me olvides, compañero". Y nunca lo olvidé. Ni a él ni a sus caballeros compañeros del saludo diario y cordisal. Mi padre me enseñó una última cosa: "Antes de saltar mide la distancia y cuando la veas imposible...!salta!". Y salté... 
Sonríes con tu manera de soñar afable. El charlatán de la bodega no se atreve a comentar que te tiene envidia, Juan Ramón, porque has alcanzado tu estrella, Se llama como tú corazón ha decidido. Por eso los envidiosos te miran tanto y guardan silencio.
¡Qúé triste es la belleza de la soledad! Despiertas muy cerca de la higuera y sales del letargo. ¡Qué triste es la belleza de la soledad!
Si yo te contara lo que es la verdadera soledad conocerías la verdad de las lágrimas de los hombres en medio de la oscuridad de sus habitaciones; conocerías el frío calándonos los huesos hasta lo más profundo de sus médulas; conocerías el hambre que da el vacío de un corazón que ya no tiene ninguna clase de esperanza; conocerías lo que es el temblor de las manos al escribir un poema de tristura sin final; conocerías lo que es la verdad del hambre física y la química de los rechazos... esa falta de amor que es sólo un hueco oscuro y vacío esperando una caricia, sólo una caricia, que nunca llega...
Si yo te contara lo que es la verdadera soledad podrías escribir todo un libro lleno de miles de páginas amargas... pero no... no he nacido para ser un ser humano negativo... y me conformo con saber escribir miles de textos fallidos una y otra vez; miles de proyectos rechazados una y otra vez; miles de sueños incomprendidos una y otra vez. Así que quienes hablan tan fácilmente de la soledad es porque no la han conocido nunca como una falta de esperanza... más allá de todo esto puedes creer lo que quieras... a pesar de que sigo siendo un ser humano positivo porque nací para ello y para ello existo.
Frente a tus ojos cansados por el amanecer una mariposa vuela hacia el cercano jardín. Quiere volar más. Siempre quiere volar más ante la sorprendida mirada de Platero que se esfuerza por jugar con ella. Tus párpados, de repente, se cierran un momento:"Despertar conlleva superar la vida". Te lo he dicho yo pero es Mensaje de Dios.
La desligada luna se ha fundido en mi memoria y ensueño una materia pensando que existe en lo que veo, con perfiles de luz asediada por los clamores de unas voces que me llaman despacio, muy despacio, con un canto de ardor a lo largo de lo que no sé cómo se llama. Huye la cabellera larga de un cometa que corre por el cielo dejando un surco de fulgores, y crecen las sombras alargadas de los pinos. Es una noche casi perfecta vivida junto a la bóveda de este verano que tiene reflejos plateados que se hunden en la existencia. Y mi mano se mueve hacia esa materia de espuma callada que es sólo silencio inacabado. Mis ojos callan mientras reconocen el crepúsculo y se consumen los límites imposibles del cosmos. La vida, allá impresa, es como una ola que rueda sobre el mundo. Mañana estaré hablando con el pensamiento de todo lo distinto que observo ahora, en este ser raudo que nadie ve y que lleva su luz y su memoria hacia el viento callado. En el éter se oyen sus verdades lentas aquí, en este espacio, donde el vaho se refleja en el espejo de la niebla. Arriba, en la noche tendida, también duermen las aves del recuerdo. Y llueve un beso húmedo que, mojando mi memoria, me trae palabras vivas que son rayos trazados por el pincel de un artista refugiado en la luminosa aura. Profunda. Todo es una profunda nocturnidad con brillos plateados que saben escuchar. Y las nubes cruzan por el cielo alto y no hay otra verdad que ésta, aquí, sonámbulo, en donde los pasos andados en silencio son una lenta senda que cruje, diminuta, entre la rosaleda preñada de flores nuevas.
Y las parejas se besan, granadas ya sus bocas, como dos claveles clavados en la metáfora amorosa. El hombre y la mujer bebiendo de sus bocas enlazadas en un laberinto soñado bajo la luna. Y la sombra de una farola encendida por sus besos de verde rama. En los árboles del parque se han grabado las palabras de mil “te quiero” luciendo como estrellas en el alma del cuerpo. Y la esperanza de enlazarse sus miradas con la atmósfera de paz. La luna es el paisaje de sus ojos. Y la fuente del poema desbordado anega todas las vías de sus mundos enamorados de fantasía y de sueño. En el aire vuela el gorrión escribiendo en las nubes versos. Una verdad complementa el dibujo de las letras de un pintor silencioso en cuyo cuadro ha grabado un corazón. La luna le da su sombra y el sol le da su amarillo… que locura de amor se llama este amanecer besando rocíos de sentimientos: una canción eterna como eterno y sensual beso. Verbo a verbo los suspiros de amor se los lleva el cielo: un peregrinar existencias en el eje del espíritu silencioso de este alba… y todos los tiempos se unen en el sistema profundo de amor con amor besado como dos claveles naciendo. En la reciente clara mañana el barrio se llena de luces. Los besos de las parejas, hombres y mujeres de fuego, encendiendo la ciudad como volcanes ardiendo. Y todo es ya una llama sin ningún final imposible. La verdad son las parejas que se besan, granadas ya sus bocas, como dos claveles clavados en la metáfora amorosa. 
Detrás del huerto de la casa la llanura extiende su luz. Eln sol ha amanecido como guardador de las viñas. Allí sigue la paz fragante de los gorriones que despiertan para iniciar su sempiterno ritual de hacerte compañía. Sales al exterior y tu Platero se acerca con la mirada noble, sincera, sin esa ironía de sarcasmo con que te ven los hombres que se han emborrachado por verte feliz. Platero y tú. Otra vez Platero y tú.
Suenan los rumores del rio cuando vais hacia arriba, hacia donde se inicia la fuente del agua natural. Hablamos de la fuente: "Y en el espacio callado del recorrido estás siempre tú con la presencia enhiesta de todas las incógnitas precisas, enarboladas en estos momentos de los miles de caminos. Hay una fuente junto al sendero de los limoneros y en la esquina oblicua de las miradas ajenas siempre me llega tu misterioso soñar acompañado por los sonidos del viento". Los pavos reales se cruzan entre las rosas y te detienes para dibujar un rostro de mujer. Tal vez Platero también lo entienda mientras espera a que termines de expresar tu sentimiento bajo el círculo del estalido solar.
Platero, cada vez que siente el estallido solar sobre su anatomía se siente como una súbita iluminación en el paisaje. Cierras los ojos, Juan Ramón, y entre tus sueños dejas un lugar para esa sorpresa que surge al ver como se abren las rosas. Tú piensas en Zenobia y yo en Ella... y me vuelvo viento para llenarte de sorpresas la conciencia al borde del pensamiento enternecido... y me vuelvo rosa para mecerte en los pétalos del silencioso atardecer... y me vuelvo sombra para iniciarte en el punto exacto de mis ávidos caminos que tiene señales unívocas en el sentir de las pisadas... y me vuelvo nube para envolverte en el nombre de las gaviotas... y me vuelvo mar para lloverte de ansiedades poderosas... y me vuelvo ola... y me vuelvo llanto... llanto de lluvia y de mar y de gaviota surcando mil piélagos de emergente espuma... y me vuelvo calma... y tempestad... y aire que suavemente acaricia tu misterio... y me vuelvo monte... y me vuelvo roca... y me vuelvo alma. 
En el vergel camináis, Platero y tú, despacio, como para no hacer daño a las diversas plantas que abundan en el paradisíaco terreno. Los plátanos están todavía cargados y la carga del sentimiento se te vuelve aroma dulce; algo así como el anísado licor que bebías en las fiestas navideñas de tu infancia. El hilillo de agua corre entre los matorrales de la ribera del Guadalquivir. Un pájaro carpintero graba su canción en el tronco de un avellano. El sol calienta la vega. Platero y tú llegáis hasta el ventorrillo y os saluda un hombre que pasa cargando un hato de leña para proveer su chimenea en el invierno. Veis el palmeral  extendido como un desfile y desfilan las procesonarias junto al platanero que está cargado de plátanos maduros. Tú te cargas de pensamiento. El ventero tiene todavía los ojos dormidos pero se queda maravillado al ver la estampa de Platero. Saca, del interior de su chaleco, un reloj de plata. 
- ¡Vale una millonada! ¡Es de pura plata de ley! ¡No hay otro igual en el mundo!
- ¡Mi Platero ni se compra ni se vende! ¡Mi Platero es amor verdadero! ¡Mi Platero vale más que toda la plata y el oro del universo!
- ¡Pues sí que le ama usted de verdad!
Él te invita a entrar en la venta y allí, sentados los dos ante una mesa de madera de nogal,, compartiendo vino amontillado, habláis cosas de hombres. El liberado Platero se siente feliz. Una niña, vestida de azul, se acerca, le da dos higos y le acaricia.
Mientras tú y el ventero habláis de cosas de hombres, la niña vestida de azul le canta a Platero sin dejar de acariciarle: "

 Yo sueño con el viento: "He soñado una fuga con las horas dispersas a lo largo de un tenue muelle portuario y dando paseos por la luna. Suena la una y un "hasta siempre", surgido de las escalas de un puente etéreo, suspira devolviéndome el recuerdo de un breve destino. Camino. Hay un "buen día madrugada" constelado de aromas y de bruma y suma las horas el reloj de mis senderos. Destinos. Se asoma la fuga de un clarinete de jazz en el instinto y al instante distante de un infinito se me instala una sombra de espuma con raíz de tinta. Escribo. Discorde sinfonía de aleteos en los deletreos de las frases. ¡Quién pudiera fugarse por un instante de estos sentires de nostalgia! Abunda la espesa espesura del espejo y hay una espera en la esfera del reloj. Ya amanece. Ya amanece y aquí sigo esperando toda la respuesta a mi inquietante inquietud. Quietud. El tiempo se aploma y se desploma en la aplomada sombra ambulante de los árboles. Un gorrión cercano me hace respirar profundamente mientras busco las huellas de un sueño de fugacidades. Perpetúa el reloj sus agujas en las burbujas del mar y el aire se acolita con las hojas que levantan aromas de azules pensamientos. Son sólo fugacidades de un mañana meditativo. Quizás la vida ya no nos espere más para seguir adelante así que hay que levantar el ánimo del alma y levitar. Levitar hasta desplazarse tras las alturas que nos son parte de esta tierna tierra. Y hacernos eternos"...
Azul. Niña con vestido azul y ojos azules. Inicios de una tarde azul, amigo y compañero Juan Ramón, inicios de una tarde azul. Tú te quedas callado. El ventero ya no está contigo. Se ha ido para seguir hablando de cosas de hombres con otros hombres. Azul. Niña con vestido azul y ojos azules. Inicios de una tarde azul, amigo y compañero Juan Ramón, inicios de una tarde azul. Tú te quedas callado: "Fumando la existencia surgida en los vacíos, bañándose en los sueños, anclándose en los ríos... parado el pensamiento en las alas del tiempo perdido entre la nada... varado en la explanada de las huellas de su mano... descansa el ser humano entre aromas de alborada. Un amanecer distinto tropieza en su mirada. Descansa en la alameda su alma de vereda sutil y atormentada... y surge en el espacio levemente... despacio... el vuelo de un reloj. Se rompe la teoría del valor de sus arrojos. Se imponen los sonrojos de una tarde azul. Hay flautas de abedul  en vez de poesía y suenan los violines a modo de festines en la tarde vacía. Las huellas de su paso se han hecho de infinito, mas tiene sensación de ser sólo un instinto llamando a la razón. Ha bebido en los cristales de la dormida ansia perdida en los rosales... y el tren de las pasiones desfila entre visiones surgidas de su fe. Tierna su frente fue.. tierna y, a veces, triunfante, ubérrima y elegante, mientras crecían las cepas. Hoy mira las estepas convertidas en amantes y piensa en los distantes ecos de la infancia. Es un lenguaje de estancia en un idioma extranjero que se hizo viajero caminando en la distancia. Explora la contextura de una alfombra de ternura convertida en pulsación... y en su amada condición ¿dónde quedó la aventura de su admirable pasión?. En el momento sediento enhebra la pregunta el viento esperando solución mientras descansa el humano sosteniendo, en una mano, el humo de su ilusión". Tú te quedas callado mientras resuena el grito: ¡¡¡Te quiero Platero!!! Y la niña vestida de azul penetra en el inicio de la tarde azul.
Infancia. Inocencia. ¿Sabes tú, amigo y compañero, qué es la inocencia infantil? Escucha su canción: "Era alta y delgada era de cintura fina era mas corta que un guante la señorita Adelina. Todo el pueblo la conoce por la niña de la estación y allí conoció a un muchacho que de ella se enamoró. Pero como iba de paso en el tren él se subió y Adelina a todo el mundo le cantaba esta canción. Adiós señor buen viajeadiós que lo pase bien recuerdos a la familia y al llegar escríbeme no te olvides del retrato mándame la ilustración no te olvides que me llaman la niña de la estación. Pasaron meses y meses mas el galán no volvió y Adelina se ha casadocon el jefe de estación. Está feliz y contenta siempre está en la estación despidiendo a los viajeros y cantando su canción. Adiós señor buen viaje adiós que lo pase bien recuerdos a la familia y al llegar escríbame no se olvide del retratomándeme la ilustración no se olvide que me llaman la niña de la estación". Infancia. Inocencia. Te quedas mirando el reloj... "La agónica tarde llega al colapso de su taquicardia de luz. En circulación los aleteos de algún gorrión que celebra, de forma retardada, los últimos minutos de las palabras del viento. Una especie de interpretación de títeres colgados de las ramas de los árboles parecen los reflejos de las sombras de los enamorados que se besan mientras pintan corazones en la corteza. Es hora de llegar a alguna parte. El paseo itinerante se alarga bajo la luz de la luna y un relámpago nocturno anuncia lágrimas del cielo. En este caso nadie es culpable de nada.... solo la inocencia de estar reconociendo que somos marionetas bajo el cielo que maneja un Dios invisible".
Platero acaba de beberse dos cubos de agua con la inocencia reflejada en el fondo de su sensación. Apaga la sed. Y tú, con la sed ya saciada, sales del ventorrillo, menotas en él y os introducís, rodeados de altos girasoles, en esa tibia sensación de camianas en pos de los heliotropos. 
Haces tropos en tu cuadernillo de notas. Tropos como "Todavía lo confieso, me consagro con agrado al sonido, que viste y anima tu palabra cuando se canta con voz dúctil y armoniosa", que es Agustín. Miras al cielo y ves la nube clara y, ya apareciendo levemente, el primer contorno femenino de la luna.
Y vas y le dices:
... Está solacon la orquesta de las estrellaspero yo sigo soñando.
Platero la mira fijamente como buscando ese tu sueño enredado entre cielos oscurecidos. Platero mira el asombro de tus ojos... 
Platero juega con la perra blanca que ha surgido, Dios sabe por qué, de entre los matorrales...
Salta la perra blanca. Es ágil y elegante. Tiene un parecido a Toby cuando hace como que muerde las patas de Platero. Pero solamente juega, blandamente, como siempre hace Toby cuando le pones la mano sobre su corazón. Tú te das cuenta de que Platero tiene corazón, de que la perra blanca tiene corazón, de que Toby tiene corazón.
¿De verdad quiéres saber cómo es Toby? "“Toby es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos del azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro”… así describirías tú a Toby si éste fuera un borriquillo; pero Toby no es Platero, Toby es un perrito blanco, dulce como el algodón de azúcar y suave como la fresca brisa del amanecer, al cual siempre le acompaña la alegría suelta cuando lo saco a pasear al Jardín de los Romanos. Toby no es Platero pero también es tierno y mimoso como un niño.m Toby llegó a casa hace ya un año y dos meses, en medio de los brazos de Carlita y con una especie de volar de mariposas blancas como él, rozando los rayos de un tímido sol de invierno. Llegaba en forma de cachorrillo con ganas de jugar… y nunca, hasta ahora, ha dejado de hacerlo. Para eso utiliza sus tres pequeños juguetes de plástico: una pelota blanca, un hueso verde y un burrito marrón (nieve, hierba y barro de la pletórica inconsciencia naturalista). Toby juega siempre y no hace más que soñar con paseos bajo la luz de los atardeceres. Toby también husmea mis zapatos y me hace sonreír como un niño cuando corre a perseguir a las moscas. A Toby le gustan los yogures y es toda una fiesta ver cómo toma el tarro con sus patas delanteras y hunde su hocico blanco con punta azabache en el cremoso contenido… hasta que Toby se metamorfosea en crema él mismo y como crema me endulza los días cuando la fatiga del tiempo me hace descansar sobre su pelaje al cual acaricio lenta, lenta, lentamente… mientras él entorna sus ojos negros y encoje las orejas para dejar que mi mano resbale por su lomo sintiendo los arpegios musicales de su tersura. Toby tiene ya un gran número de amigos pero los íntimos son Goofy, Simba, Sara y Zoe. Juntos forman el quinteto de las tardes de cielo azul… porque la luminosidad de sus coloridos (cada uno de ellos es de una raza distinta) los hermana en un azulado tornasol de pacífica serenata. Y cuando Toby corretea con ellos y me hace notar que es feliz… entonces yo retomo el camino del profundo silencio y me adentro en su alegría… hasta que le silbo suavemente y él, agradecido y mimoso como siempre, corre hacia mi y me trae alguna rama de avellano caída en los senderos del jardín mientras los otros vienen tras él a que yo les reparta las caricias que tanto le sobran a Toby. Toby no es celoso. Deja que acaricie a sus amigos y amigas y luego me hace retornar a los mágicos ensueños de mi infancia porque contemplándole (siempre eterna retama de pleamares en el interno corazón) me siento embarcado en los tiempos infantiles del juego sin final. Y así, viéndole febrilmente activo y resistente en sus largas correrías, termino por decir de él lo que tú escribirías si fuese Platero: “Toby tiene acero, acero y plata de luna al mismo tiempo”. Le quería yo tanto que cuando se marchó un inmenso llanto inundó mi corazón.
Entre los niños, Platero es de juguete. Sufre el acoso infantil con la santa paciencia de quienes han nacido para entretener. Tiene cuidado de que los niños que se suben sobre él no se caigan pero se asusta cuando ve que se acerca un cazador con escopeta al hombro y un morral repleto de palomas muertas. 
¡Cuántas palomas caen sin haber vivido lo suficiente el alma de los cielos!. Te quedas mirando al cazador. Platero rebuzna y te viene a la mente el recuerdo de Caín matando a Abel. O tal vez el de Atila arrasando la faz de la tierra. Y es que tanto número de palomas muertas te lleva a rechazar su oferta. No quieres cenar con él.
Platero y tú. Otra vez Platero y tú a solas. Otra vez te has ido con él a buscar la compañía del lecho de heno. En las afueras del pueblo alguien silba. Es la máquina del tren... pero Platero está asustado.
Se recogen los patos en su pequeño hogar del campesino. Platero los ve pasar y, a veces, hace como que quiere ir a jugar con ellos... pero los patos se asustan de verle tan blanco. Quizás piensan que el color blanco sólo les debe pertenecer a ellos. Así son la mayoría de los patos, Juan Ramón Jiménez, así son la mayoría de las gentes que creen que sólo ellos son dignos de poseer el color del alba. Pero la palabra alba es universal. 
Platero duerme mas, de vez en cuando, abre los ojos, levanta la cabeza y mira, todavía asustado, deseando no ver el morral lleno de tantas palomas muertas. Al final, bajo las estrellas, queda soñando... "Esta noche no se me acaba el alma, sino que empeñada en seguir soñando no se detiene por nada. Andamos y andamos caminos soñando sobre la almohada. Ese es nuestro Destino. Es cosa de esas albas en donde todos sufrimos alguna que otra mañana. Pero llega después el mundo, con su sol en la explanada donde vamos caminando más allá... más allá de las montañas... y en llegando a la ciudad nos convertimos en calma. Calma. Esta noche no se me acaba el alma".
"Desarrollo esta noche un radiograma polar, amarrado a este mundo de tórtolas doradas bajo las palmeras, los laureles y los pequeños lotos de la fantasía. Y me hago amaranto, coral y luna para vivir estas claridades de alba en que vivo esta noche tras las vidrieras del vaho y la rosa fría. Helada terraza que con sus senos al aire parece el nácar de la golondrina convertida en estrella tornasul. Quisiera ser el duermevela de la luciérnaga encendida. ¡A volar! ¡A volar el alma mía de calandria y ruiseñor! ¡Hacia el aire! ¡Hacia el aire amante grabado en los cielos de mis sueños! Y camino junto a los ríos del agua de la aurora para decirte que soy pañuelo de bienvenida. ¡No! ¡No me iré nunca de tu gruta y tu bosque! Aquí, entre los almendros frescos y las mentas verdes, me digo a mí mismo que soy como cigüeña que anida o como mirlo que se baña en el estanque... o quizás sólo como una tortuga verde que despierta junto a la mariposa y el saltamontes. Quisiera mañana tomar el tren de los corazones para sentirte isla de cerezas estelares. Mi alma de jardinero se llena de blanco y rojo arrebol para sentirte suspiro en el aire de los deshaceres. Vengo de ser araña hilandera o pardo camello del desierto y ahora sólo me entretengo en flotar... flotar dentro de la fauna de este cielo semiestrellado bajo la galería de los faralaes. Alguien silba una canción y ensoñando me llega una carta escrita con tinta de color carmesí. ¡Díme dónde está el banco de arena para construir castillos con la fantasía!".
"La planta de los suspiros mira a la estrella fugaz. ¡Qué tarde es para ponerse a volar! Pero ¿sabes tú, corazón, que el viento silba canciones? Te ofrezco una begonia hirviente para saltar del lecho e ir hasta el lucero de la mañana por ver si los mares de menta saben de cantares dulces. Ya estan los luceros alumbrando las llanuras del litoral. Dentro, tan dentro que no los puedo ver, hay huertos submarinos para arrullarte con sus algas verdes, con sus algas azules, con sus algas rojas... Contigo me vuelvo fuego cristal ardiendo entre corzas marinas y cocodrilos de plata... y entre los islotes del cielo me pongo a navegar bajo la aurora en este desnudo verano de amor descalzo. Por la playa camina el corazón sin banderas, el corazón que sólo es sueño. Mi vida es ahora y más que nunca una cometa en busca de sirenas.  Tiendo a mojar mi vida en las blancas nieves del mar, en las espumas derretidas, en la florida compañera que desembarca remando entre los filiformes helechos de su búsqueda infinita. ¿Hacia dónde iré ahora? ¡Hacia el fuego de la noche marinera! A descalzarme de nuevo junto a la sombra de la barca y dormir mi sueño en la arena de las blancas mareas. ¡Dame la luna para nombrarte nimbo de ilusión celeste!".
"Azul y verde. Verde y blanco. Blanco... y tus ojos tejiendo los hilos entre las algas saladas de los ultramares, allí donde me he quedado colgando la costa a lomos de un navío que flota entre las olas de tu rojo farol. Bajan del cielo las gaviotas para trazar la raya añil de tus amores. ¿Hay también naranjos en el mar? Quizás posiblemente sí. Naranjos marinos que crecen en algunas fragatas furtivas y perdidas junto al faro de tus ojos negros. Azul y verde. Verde y blanco. Blanco... y tus labios arduos besando al alba de los naranjos marineros. ¡Cuánta sed tienen las algas que rodean el azul del mar! Como un pañuelo te vas, viento marinero, a cabalgar con los requiebros del amanecer hasta la recóndita desaparición del silencio. Azul y verde. Verde y blanco. Blanco... y tus sedosos cabellos naciendo en la quietud de los navegantes que te saludan ¡oh playa de las olas infinitas! con las últimas estrellas como anclas hundidas entre las caracolas. Y tú te vas... despacio... muy despacio... por el playario (playa/río) de la arena blanca. Azul y verde. Verde y blanco. Blanco... y tus blandos pies rumoreando en la bahía. Al alba al alba... ¡siempre al alba, mi pequeña niña marinera!. Al alba... 
El alba. Otra vez el alba blanca ha despertado tu corazón. Has ido a dar, de nuevo, otro cubo de agua a Platero. La noche se apaga y se enciende el misterio del alba. Por las calles se escuchan los primeros pasos de los que van a faenar a los campos.
Son los que madrugan. Son los que sólo tienen una obligación y ninguna otra cuestión a sus favor. Son los que trabajan pero no puden meditar. De vez en cuando, alguno de ellos se detiene en la taberna, entra, se toma su copa de anís y sigue hacia adelante sin saber exactamente para qué le sirve trabajar tanto si la tierra no es suya. Él sólo es un esclavo más. 
Platero, de vez en cuando, escucha las pisadas de estos campesinos que no tienen otra función en sus vida nada más que nacer para los olivos, crecer con los olivos y morir junto a los olivos. Pero los olivos no son de ellos.
Estáis preparados para seguir... pero el hombre más rico de la ciudad se acerca a ti y te ruega que lleves a tu Platero hasta el lecho yaciente de su única hija, la níña vestida de azul y de ojos azules. Recuerdas Proverbios 17,17:"En todo tiempo ama el amigo y es como un hermano en tiempo de angustia". Desatas a Platero y vas. Acudes. Llegas. 
Platero arrima la cabeza al corazón de la niña vestida de azul y ojos azules que abre lo ojos y le acaricia... te quiero Platero... y el médico informa que, milagrosamente, se ha curado. Tu Platero parece como que sonríe con sus dientes amarillos como los de un empedernido fumador. No fumas tú, Juan Ramón Jiménez... ¿por el qué dirán de los demás? No. Porque a veces hasta Platero parece otra cosa de lo que es. Tú también, Juan Ramón Jiménez, y yo, y muchos más como nosotros. 
Yo no puedo estar ante el milagro de la niña vestida de azul. Estoy en otro territorio azul. Estoy en el salón de mi hogar haciendo un viaje con mi otro "pequeñoPlatero" de color canela. Dicen que nos han visto pasar, a los dos bajo la luna, por las rías de Galicia. En este estío es cierto y verdadero. Nos han visto pasar como una ilusión real. 
¡Qué lujo puso Dios en el alma de los poetas!: "Lo violeta de tu sueño es hoy un color y no un dolor que, escondido en la bahía, da rienda suelta por la espita del llanto. Lloras. Cae la tarde. La barca se ha ido sin ti. Me acerco a la orilla a invitarte a pasear por los sueños. Hay pájaros amarillos que sobrevuelan los álamos y nos acompañan. Ahora duermes en la humilde cabaña de nuestra bahía. Yo, mientras tanto, me voy al puerto. A solucionar tu sueño. Regreso a casa. Sueñas. Mañana el violeta de tu sueño será de color azul porque, al fin, vas a conocer los misterios del mar. Te doy un beso en la frente y la luna despide un reflejo de majestuosa presencia. Sonríes. La lluvia ha dejado de llorar. El viento fresco mueve las ondas de tu cabello y el mar se ha vuelto blanco, tan blanco como tu corazón por dentro, tan blanco que puedo escribir sobre él mil veces la palabra AMOR... y yo me vuelvo a la bahía para, por el camino, arrancar unas cuantas amapolas y unos cuantos trigos verdes para hacer un ramo de flores con las violetas que hay junto a la cabaña. Lo violeta de tu sueño es hoy una realidad dorada. Y yo, mientras tanto, me voy al puerto a seguir inventando sueños y escribir la palabra AMOR sobre la blanca superficie del mar".
En la colina, allá dón Platero y tú habéis dejado desplazarse las horas en medio del silencio hay un encuentro personal. ¿Con quién estás hablando, Juan Ramón?. Somos árboles nacidos entre los brazos de un sueño con voz de estrellas; las fugitivas pieles del agua que reverbera sus canciones entre los nombres adoptados del misterioso diálogo con las tardes inmensas. Somos pájaros antiguos que tiemblan entre los pinos y lentamente se van hacia donde el bosque lanza sus murmullos de flauta; el silencioso crepúsculo de las noches mansas. La verdad existe, sí, porque existen las palabras que nos hacen libres peregrinos del va y del viene; somos vientos sonando sobre los tejados donde anidan las viejas gotas del agua. Somos marchas separadas que al final se juntan entre el río y el cementerio pero que, mientras caminan, controversiamos con las materias y los espíritus. Somos orillas de tiempo, invitaciones cóncavas de guarismos hechos ribazos de sueño, barcos de vela llegados al rostro de nuestros paisajes interiores. Somos edades para lo imposible; con los brazos dispuestos para subirnos a la lejana colina del intelecto. Al final de todo nuestro tiempo nos damos cuenta de que somos recordatorios de muchas y distintas realidades con pronunciación de nombres que pregonamos, día tras día, preguntas tras respuestas y viceversa; con un corazón adornado por las estelas de nuestra larga travesía. Somos historia con proyectos.
- Don Juan Ramón, si ese Platero fuera mío...
El hombre, moreno por los vientos del sur, mira con codicia a tu Platero; pero, una vez más, tu Platero vale mucho más que todo el oro y la plata del mundo. Cualquiera puede seer brillante cuando es un triunfador de la avaricia pero lo más importante es brillar con ese estigma de perdedores que nos convierten en seres liberados. 
Yo jamás le vendería a mi Chester como tú jamás le venderías a tu Platero. Pero... ¿qué le podemos decir a las gentes para que puedan comprenderlo? Podríamos intentarlo con algo superior a Espronceda para quienes lo quieran entender asï: "Con mil pasiones por alma tacto al viento, a toda biela no pisa al mundo, sino rielaun poeta serafín. Loco poeta le llaman, por su postura, el Perdido, en todo lugar conocido de norte a sur y sin fin. La luna en su mente vuela, en la calma el sentimiento, y surgen del pensamiento versos de nácar y tul; y está el poeta de platatemblando bajo su ropa, musa a un lado, al otro copa, y al fondo está su baúl: “Escribe, amigo mío con amor, que ni el invierno ni el estío, ni morada, ni holganzatu mano cortar alcanza ni a doblegar tu candor. Con sorpresa has rehecho en tu pecholo cortés. Y has vencido las tensiones y pasiones de tu envés. Que es tu verso lo que adoro, que es tu dios la amistad, tu rey, el eco y acento, tu única patria, el amar. Allá vivan en su espera ciegas leyes que el dinero desespera; que tú tienes como envío cuanto abarca el umbrío jardín de los quereres. Y no hay raya, sea laya o sea quimera de estertor, que no presta su fiel lecho a tu techo del amor. Que es tu verso lo que adoro, que es tu dios la amistad, tu rey, el eco y su acento, tu única patria, el amar. Que la voz de “!verso nuevo!” es volver al inicio que proviene de todo hermoso cantar; ¡que tú eres poeta de amar y tu alma es del querer!. En las mesas del olvido lo temido te da igual, sólo tienes por grandeza la lindeza del rosal. Que es tu verso lo que adoro, que es tu dios la amistad, tu rey, el eco y su acento, tu única patria, el amar. ¡Bendecida está tu mente!. Yo me río y me alejo de la muerte. Cuando tu verso me llama dejo ya toda la pena envuelta en tu envío. Y si arraigo ¿qué es la vida? Por venida yo la vi, cuando tu jugo de bravo como un clavodescubrí. Que es tu verso lo que adoro, que es tu dios la amistad, tu rey, el eco y su acento, tu única patria, el amar. Es mi momento mayor tus resplandores, el eco de tu clamor en los versos escondidos del suave amor sus sonidos y el sentir de las pasiones. Y del bueno ser sediento, y del acento el cantar, yo resueno remansado, acunado por tu estar. Que es tu verso lo que adoro, que es tu dios la amistad, tu rey, el eco y su acento, tu única patria, el amar".
La luna escala en el cielo -montañera de las nubes- derramando sobre el prado sus mil luces de primitiva ensoñación. Las claridades del día se diluyen lentamente y lentamente caminas, amigo y compañero, yendo más allá del regato donde las ranas juegan al escondite entre los juncos. Y con su croar contínuo te vas dejando canciones con tu caminar en silencio. Al silencio habría que hacerle una estatua invisible... 
Un pastorcillo grita, desde lejos:
- ¡Adiós, Platero! ¡¡Hasta siempre!!
"Lléname metáfora de sueños como de gaviotas bajo la luna, como de brisa prendida en el recuerdo, como de signos del silencio anclado. Lléname de forma encausada poco a poco como queriendo llenar un gran abismo, como queriendo arder en el anhelo, como queriendo ser arteria del tiempo. Lléname metáfora que vengo de unas manos con fulgor de aurora recitando un nuevo abecedario cómplice en la desnudez de esta noche". 
Hoy es una Vida a tu lado. Una Vida venciendo a la Muerte y elevando su canto unido a tu corazón y al mío. Hoy es una Vida plena, llena de luces de fiesta. Es la fiesta de este julio que nos ha llegado y nos ha fundido en un solo Cuerpo de Amor. Sin fronteras. Sin falsas interpretaciones. Sin ideologías puritanas ni ideologías estresantes/estrechantes que encogen las ideas en sus círculo cerrados. Hoy es una Vida a tu lado y nuestra Fe se convierte en Palabra. Si Platero fuese Rocinante y si tú fueses Don Quijote... ¿qué le dirías de provecho?... quizás lo que dijo Cervantes: "Más vale una palabra a tiempo que cien a destiempo".
Un zagal, de los que cuidan las cabras, os ve llegar al otero y, tras dar un silbido que pone tiesas las orejas de Platero, lanza una exclamación:
- ¡Haced el puñetero favor de arrebujarse pa juera zopenco!¡Vaya mugriento vagabundo!
¿Es eso decir palabras, Juan Ramón Jiménez? ¿O la expresión de la ignorancia? ¡Sólo le ha faltado decir tío borrego!
Pero tu Platero sigue observando a los pájaros que, en los rosales, son como aúreas palabras con inteligencia. Tú bajas de Platero y anotas en tu libreta algo que escuchas de mí: 
"El insulto es propio de un ser cuya cabeza tiene un cerebro que nunca evolucionó y se quedó en la época de los primates; propio de un ser que nunca bajó de los árboles". Sonríes y te apartadas del sembrado; porque sabes que es verdad que aquel paleto ignora lo que es la buena costumbre.
Le explicas a Platero, que está un poco asustado, que aquel zoquete no sabe dirigirse a las personas porque sólo está acostumbrado a hablar con los animales. Quizás no tenga culpa él pero es cosa propia de su personalidad y de su personalidad sí que es responsable. La ignorancia no es la falta de cultura sino la falta de valores.
¿Has visto alguna vez a tu sencillo y humilde Platero lanzar coces cuando alguien pasa tranquilamente a su lado?
Pasan los toros, los perros, los cuervos y hasta los buitres... y tu Platero es incapaz de atacarles porque tiene la personalidad de un personaje. Y le explicas que no tema; que aquel deslenguado rapaz desconoce que personalidad deriva de persona y que para ser persona hay que tener costumbre de ser persona. No es cuestión de conocimientos sino de sabiduría. ¿Pero qué se puede esperar de un sancho panza que no sabe jamás lo que es la convivencia humana? Sus risotadas son las de un homínido.
Ya cercanos a las enrejadas ventanas de una balconada, una mujer joven, madrugadora ella, está sacudiendo las sábanas. Cae una especie de lluvia de limo y, tras el cercano limonero, alguien la corteja haciendo rasgar una guitarra:
"En el amor no hay fronteras, se mete en el corazón cuando tú menos lo esperas". La voz de la madre de ella suena desde el interior de la vivienda y el rondador abandona el limonero mientras Platero se acerca a la reja.
La joven regala a Platero un par de peras que él come alegre. Desde la lejana esquina el rondador siente envidia. ¡Y es que tu Platero, amigo y compañero Juan Ramón, es el predilecto de las casaderas quizás porque sólo es un burro nada más o nada menos! Los ojos negros de Platero tienen, ahora, el brillo de las horas del mediodía. Mediodía. La mitad luz. La mitad sombra. Entre ambas mitades queda la frontera del silencio.
Creador de tu propio sentimiento, te haces trovador de tus palabras:"¡Qué tranquilidad violeta, por el sendero, a la tarde! A caballo va el poeta... ¡Qué tranquilidad violeta! La dulce brisa del río, olorosa a junco y agua, le refresca el señorío... La brisa leve del río... A caballo va el poeta... ¡Qué tranquilidad violeta! Y el corazón se le pierde, doliente y embalsamado, en la madreselva verde... Y el corazón se le pierde... A caballo va el poeta... ¡Qué tranquilidad violeta! Se esté la orilla dorando... El último pensamiento del sol la deja soñando... Se está la orilla dorando... ¡Qué tranquilidad violeta, por el sendero, a la tarde! A caballo va el poeta... ¡Qué tranquilidad violeta!
¿Has dicho violeta? Yo tengo fiestas de violetas para tu Platero: "La tarde cae. Plata de sueños en el alma. Hay un jazmín borrando los senderos entreabiertos en el día numeroso. Nos hallaremos temblando de palabras en el paisaje grana del crepúsculo y el caudal completo del tiempo será nuestro sentimiento de rincón florido. Llenarán los espejos este laberinto cristalino de tu voz en la azulada sinfonía de la tarde que nos inunda de colores violetas los sueños. Sobre el alma encantada del anhelo un nuevo oírte en el rumor vencido será tu belleza de primavera humana y el último blancor de los infinitos se quedará navegando entre los mirtos".
Los gorriones, los mirlos, van subiendo de rama en rama. Entre los naranjos y las acacias, los conejos se esconden cuando ven pasar el trote ligero de tu Platero. Su belleza le hace eterno. Eterno el momento de sentirle. Tú recoges, del suelo, una naranja, la abres y comienzas a sentir su dulzor. Dulzor. ¿Más allá del dulzor que hay? Escucha, Juan Ramón: "Mi mano sostiene la misma noche que busca una fuente y encuentra un alma. Busco una orilla donde recordar mi patria infantil; un corazón colocado en una suave mano; una caricia leve en el fondo de un pozo; una dulzura escrita en el bronce del camino; una verdad de abedul bajo el disco de la luna. El país de todos mis deseos es una herramienta del Arte; un ensueño de la espera; un ardor de la palabra. Más allá está la pequeña lágrima de ojos golpeando el humus de la totalidad. El yermo es grande. A lo lejos murmulla la catarata de las emociones y la luna brilla por encima de los abetos. Temprano en la madrugada una ciudad; una callejuela; un mendigo; una prostituta que se bate en el balbuciante llanto de su grito. Más acá todo es igual: un recuerdo; un niño recién nacido a la adolescencia; una canción salvaje y grave. La radiante luna desgrana sus ojos llenos de preguntas con ahínco. Las horas poderosas andan... andan... andan entre los seres vivos. Y en cada sombra del suelo hay un oído deslizándose bajo los mil ojos de las estrellas. ¡Escucha!. !Escucha el corazón/cerebro de lo tiernamente vivo!".
Pasado el mediodía, por la calleja más cercana al colegio, pasa un grupo de buhoneros. Llevan, en el interior de su carreta, toda clase de ropas de lencerías, sedas, peines y peinetas, botijos, cestas de mimbres, productos coloniales conseguidos a través del contrabando, pescados salados... ¡y hasta tortugas que venden a precios de saldo! Platero mira al canario que llevan los buhoneros dentro de su jaula para entretenerse con sus cantos por los caminos. Canta el canario y Platero cada vez está más asombrado. ¡Una tortuga y un canario! ¿Cómo habrán podido hacer coincidir a una tortuga y a un canario por los caminos de herradura? El más viejo de todos ellos intenta hacer que Platero deje de husmear en toda aquella barahúnda de artilugios... pero Platero cada vbez está más ensimismado con aquel mundo de tramoya. El del pandero salta del carromato y empieza a llamar la atención de los pueblerinos. Va a comenzar el festejo. El mono, la casbra, la gitanilla que se contorsiona como si fuese de goma elástica, el equilibrista que usa una silla para hacer sus malabarismos. 
Después todo es un alboroto, una algarabía de chillidos de mujeres, voces de hombres, niños que, aprovechando el jaleo, intentan atrapar alguna de las pocas monedas que s ehan depositado sobre el pandero y que defiende, bastón en ristre y amenazando con hacer saltar más de una csabeza de aquellos pillasdtres. Tú sonríes pero te alejas... te llevas a Platero de aquella batalla de sonidos, de ruidos, de carreras de un lado para otro, de la llegada de los alguacilillos que vienen a intentar poner paz entre los que se creen estafados y los estafadores.
Ahí está de nuevo el río Guadalquivir. De niño seguramente te bañaste alguna vez que otra cuando la calor quemaba la piel. Ahora no. Ahora no tienes tiempo para las cosas de la niñez. De niño yo también me quedaba mirando a las palomas blancas. Quizás la paz deberís aimbolicarse con una paloma negra. Quizás las palomas blancas atraigan la atención para las peleas. Quizás el símbolo de la paz debería ser una paloma negra. O un gavilán, un milano, una urraca escondiendo la armonía humana para que el mundo se funda en el alboroto, en estar de greñas los unos contra los otros, en guerrear...
Y así pasan los meses, los años, los siglos. Así pasan los seres humanos sus vidas sin creer en sus existencias nada más que para el afán de tener más y que los otros tengan menos. Las gallinas, ajenas al sordo rumor que se escucha todavía, proveniente de las callejas del pueblo, han salido a picotear los granos. Es una buena granja y quizás el granjero tenga buen corazón. Al final, tras ofrecerle un par de duros, de esos de a cinco pesetas la pieza, os da alojamiento. Unas gallinas cluecas están empollando los huevos del granjero. Los huevos que el granjero espera, con ansiedad, todas las mañanas en que la calima es más soportable.
Los niños están de vacaciones y, para ellos, es una fiesta jugar con tu Platero. Es la ilusión. ¿Puedes permitirme, amigo Juan Ramón, que defina qué es la ilusión desde el punto de vista de alguien que la vive más allá del vacío, lejos de los gritos lejanos y las remotas risas?
Todos tenemos pleno derecho a sentir y a expresar nuestras emociones con el libre lenguaje de nuestro corazón. Todos tenemos pleno derecho a reír, a llorar, a bailar, a sufrir, a hablar, a estar callados... y todos tenemos pleno derecho a alabar lo que nos gusta o a criticar y rechazar lo que nos disgusta. 
Pero ¿por qué herir por nada? ¿qué daño nos hace la margarita que crece en medio de la campiña?, ¿qué daño nos hace el gorrión que palpita entre las ramas de un rosal?, ¿qué daño nos puede hacer el ser humano que vive en el mundo de sus ilusiones?.
Las ilusiones son los sueños que se hacen realidad. Esto es una ilusión, Juan Ramón: "Allí donde cantan los ruiseñores habita una mujer joven y hermosa. Todos los príncipes del planeta cargan sus monturas de ilusiones y van hasta allá para decirle cuánto la aman. Ella cautiva contando cuentos gracias a su imaginación. Es la nueva Sherezade, rejuvenecida por el arte de la magia. Una mujer que juega a ser raptada por los rayos del sol cubriéndose de hielo en los lugares de la paz. El fuerte fuego del volcán cercano la aísla y la hace narrar baños de luz ante los ojos de los príncipes. Reflejada en la mente de los poetas se volatiliza como el humo cuando se le acercan los cantores. Como el hueso del dátil ignora al aire y se cuelga del viento huracanado de las almas. El que la ve la oye y el que la oye se queda ignorado para siempre. Ella sólo lanza besos de cereza y los ruiseñores cantan... cantan... cantan... hasta que se desploma el día bañándose a la luz de la luna. Y dicen los enamorados príncipes poetas que quien logre robar un beso a sus labios de amapola quedará para siempre convertido en estrella fugaz y deambulará por el universo hasta que ella, mirándole con sus bellos ojos, lo transforme en polvo. Y cuentan los poetas que un día llegó un joven que la miró a los ojos y ella se quedó tan absorta que se le olvidó el artificio, abrió sus labios y recibió el beso. Como había perdido todos sus poderes debido a la sincera mirada de él, el joven poeta no solo no se convirtió en polvo sino que vive junto a ella escuchando el cantar de los ruiseñores cuando las tardes se tiñen de rojo baño de luz".
El horizonte se tiña de rojo. Es la puesta del sol y sales con tu Platero para gozar del espectáculo natural. El arroyo viene lleno y Platero se mira en el espejo de susaguas donde el rojo horizonte se convierte en luz anaranjada. La corriente, fugitiva, sigue su ilusión de agua divina. Fue Dios quién creó estos horizontes...
¿Hacia dónde irán las tórtolas que parecen vestidas de fiesta? ¿Existe algún concierto de arrullos en el interior del pequeño bosque? Las piedras parecen algo más, algo mucho más, porque parece que señalan la ruta de tus emociones. Piedras en el camino. Hierba en las laderas. Y el horizonte sigue ardiendo de luz. 
Las tórtolas se han detenido, por un momento, en el cerezo que te ofrece sus frutos para, sin pagar nada por ello, sentir lo que es la silvestre condición de la Naturalezz. Silvestre. Una palabra que debería tener presencia privilegiada entre los diccionarios que se usan en las Academias. Pero tú y yo no somos así. No somos como nos quieren recordar o n os quieren ignorar. Quizás a ti y a tu Platero no os olvide nadie. Quizás a mí y mi Chester sólo nos recuerden quienes sienten el insomnio de las palabras. Es mejor ver el proceso natural del cortejo de las tórtolas o dejar colgado de alguna retama un girón de poesía. A tu Platero le recuerdan todos. A mi Chester sólo los necesitados de un poco más de versos. Por ejemplo a la retama seca por culpa del sol.
"Me suenas a retama movida por el viento / y a lucha entablada en el corazón. / Me suenas a dulce y cálida pasión / posesionándose de todo el firmamento. / Se entabla una batalla con el pensamiento / del éter viajero en cada estación / por donde pasa, ligera sensación, / cada segundo del eterno fundamento. / Y en medio del sonido yo aún te siento / como un hondo eco de este mi tormento / que se envuelve directo en tu disección. / Me suenas a un recóndito y ya tierno lamento / que escribe sus estrofas en el testamento / del poeta que busca la firme dirección".
... huele a lirio, huele a agua, huele a corona de rosas sin espinas y luciendo en la cabeza hermosa de la muchacha de nuestros pensamientos, amigo y compañero Juan Ramón Jiménez:
Es fiesta en el corazón de Platero. 
- ¡Platero! ¡Ha estallado la ilusión!
Ha llegado otra vez la tormenta. El corazón de Platero late junto a ti. En la cocina la matrona te está preparando un gazpacho y, a través de la ventana, ves caer la lluvia. Platero también. Como contrapeso a la humedad, en el interior del caserón hay calor humano. 
¡Qué bello se ve el campo desde tan cálida situación! Van los arroyos aumentando sus caudales, la tierra se ablanda y es la hora en que los caracoles salen, por entre los vegetales del jardín, para hacer compañía a las luciérnagas que brillan como faros de auxilio a los que buscan cobijo, a todo correr, en sus alquerías. 
Dos niñas gemelas -la misma cara y el mismo corazón- le ofrecen uvas a Platero.
- ¡Un racimo, Platero, toma un racimo para sentir la vida!
¿Cuál de ellas ha sido, Juan Ramón? ¿Cuál de las dos niñas es la que ha tenido este acto de bondad? Posiblemente da lo mismo porque lo que importa, en verdad, es que las dos ríen con Platero. ¡Todos quieren a tu Platero! Yo tengo un axioma sobre el cariño: "Quien no sabe acariciar a Platero no sabe acariciar a un ser humano". Pasa lo mismo con mi Chester. He visto quien no ha sabido acariciarle porque no ha aprendido a acariciar a las personas. Y eso produce dolor. No por ti ni por mi; no por Platero ni por Chester; sino por esa clase de gentes. 
El racimo tenía 18 uvas; que son los 18 años de edad que tenemos siempre cuando sabemos acariciar. Tal vez Platero sea de esos seres que sólo tienen 18 años. Una de las dos se llama Victoria. La otra se llama Soledad. ¿Cuál de las dos ha sido la que le ha regalado el racimo? Sí. Las dos ríen con Platero... pero ha sido Soledad...
Tú conociste la soledad a veces... pero también estoy seguro de que nunca conociste la Soledad... la terrible Soledad con mayñuculas. Y es que la nostalgia, solamente la nostalgia, nos hace recordar soledades relativas pero la absoluta Soleda  es estar de lleno en soledad. ¿Sabes distinguir la diferencia? Puedo explicar: La soledad sólo la conocen no los que tanto hablan de ella sino los que la han vivido. Soledad de la mirada triste... haber vivido en tu interior es haber aprendido más... 
Tú tuviste tu propio caballo Almirante, amigo y compañero, y yo también tuve mi propio caballo aunque fuese mucho más de ilusión que de realidad. Tu Almirante debía valer mucho cuando dieron a tu padre un buen puñado de billetes por él... pero yo aprendía a solar con mi Cerros Verdes.
¡Qué ilusión la tuya, Juan Ramón, cuando paseabas por la bahía con tu Almirante siendo la sensación! ¡Qué ilusión la mía, Juan Ramón, cuando escribía mis sueños infantiles y me conformaba con un Cerros Verdes que no era precisamente como Chacal ni tampoco estuvo jamás en el Gran Derby de Epsom! Con Cerros Verdes" todo estaba registrado en aquellas páginas de sueños. No era posible desmentir la verdad y la realidad de lo que sucedía. Tu Almirante era marismeño. Mi Cerros Verdes era masdrileño... pero ¡qué bueno hubiera sido que se hubiesen llegado a conocer!
Esta tarde te ha saludado un señor francés; ese que siempre está en la bodega de Juan, con un vaso de vino en la mano y hablándote del charret... algo de lo que ni tú ni yo tenemos ni idea quizás porque tú yo sólo sabemos decir carreta -Peut-être parce que vous et je sais seulement que wagon- cuando hablamos de los buhoneros. Y entre tu bohemia y la mía está tu Platero como un sueño. Ves pasar a un muchacho como perdido entre el sopor de la tarde. Quizás sea yo mismo que te llevo a Cerros Verdes para que lo puedas conocer. 
No sé cuántos años tuve el corazón envuelto en mi Cerros Verdes.
Pasó el tiempo. Tuve que seguir estrechas veredas de calles oscuras en donde para caminar había que ser un sobreviviente de la adolescencia y así fue cómo logré conocer a ese Platero, a ese niño dentro de mí. ¿Y tu Almirante, Juan Ramón? ¿En qué feliz cortijo quedó enclaustrado? Mi Cerros Verdes todavía sigue siendo sueño sin final.
¡Qué buenos amigos hubieran sido Almirante y Cerros Verdes con Platero de testigo!
Por los blandos terrenos arcillosos, Platero es como una nube, pasa paralelo a los brotes de las plantas, y el sol, que vertebra el tiempo, alarga vuestras sombras mientras los pájaros son un raudo baile de los sueños. Tú detienes el paso para coger un puñado de moras y, después de comprobar su dulzura, das de comer a Platero. Removidas por una pequeña ráfaga de viento, las hojas de un limonero rozan la cabeza de Platero que, quizás, sea como un libro abierto donde tú concentras, al mirarle a sus ojos negros, el silencio sonoro de un poema. Yo estoy escribiendo...
"Cuando el alma me invade de nostalgia me asombra lo difusa que se vuelve la noche sin sol y en la penumbra. Yo dispongo entonces de minutos para medir la distancia entre nosotros y busco excusas que me centren lejos del caos y del retorno. Y sobre los instantes pasajeros del silencio encuentro lo extraordinario en la gente que veo pasar entre los pinos del bosque y la espesura. Medito entonces en lo continuo que es este vivir en lo real y deseo hundirme en lo soñado para no tener que recordar... Gravita la atmósfera pesada en forma de sonidos y silencio unidos ambos en el compás del movimiento de las hojas del laurel. Cada instante es un pasatiempo de juegos imposibles con el aire que derrama ideas sostenibles por el ala leve donde, errante,el concierto se convierte de repente en luz diáfana sobre el agua. En el empuje de este oleaje me lleno de presente perdurable. Y es de veras que las horas pasan lentas, pausadas, tolerantes con el sagrado presente de los imposibles y el tumulto de mis ideas tan errantes. Ajustándome a la tersura de las hojas equilibro mi pensamiento en el cristal de las aguas claras que someten su fresco líquido a mi entorno y busco, más allá de los pinares, lo inmóvil de la esencia del estío. ¡Qué cerrado es el tiempo sucedido entre el segundo, el minuto y las horas!. Como íntimo secreto de la luz no cesan de venir en mi ayuda los rostros de las gentes caminantes que se suceden en una sola antología de esperanzas buscadas en el valle. Tranquilidad en el ánimo sereno de la trémula hoja que se abate, poco a poco mecida por el viento, hasta llegar a la tierra que la abraza. Siesta del entorno circundante donde el tiempo paraliza su carrera contra el reloj y entra en la tarde. Se hace universal esta presencia de seres que respiran el mismo aire... ¡y con qué destreza se entremezclan en un mismo río todas sus sangres! No busco con ello retenerme en el pensar alejado y presuroso sino que aquieto toda la mirada aunque sin cesar sigo meditando en el valle con el lago tan pulcro y tan visible de la vida cotidiana y el detalle. En el principio debieron ser las horas que Dios colocó como inmortales. Esta inhumana semejanza entre seres humanos y la catástrofe de la noche que llega inexorable me hace buscar ya un refugio para dormirme sin tener que molestarme. Con recónditos azares yo encuentro mi propio lugar en el silencio que tiene amistad con los luceros y allí, debajo de los pinos, cierro los ojos para acordarme... El despilfarro de energías es posible que nos ayude a sentirnos más ligeros cuando soñar queremos con la vida. Y entonces, siempre suave y perseguida, aparece la musa deseable. Hay un lugar para dormir que de nombres nada sabemás que un verbo apresado en la memoria: ¡acostarme!. Y domino todos los detalles del recuerdo diario y pasajero, del recuerdo y de la noche... Sombrea la luna el espacioque existe entre yo y la laguna y en medio de la noche oscurecida se marca en el reloj la una. Queriendo resolver estos enigmas llega a mi alma lo sagrado del momento en que los seres se afirman en su sueño sin quererlo; mantengo entonces mis sentidos sobre la faz del pinar... y en el aire queda colgando una pregunta: ¿ya es tan tarde?. Quizás sea tarde para muchos; pero abro los ojos y observo que hay en el cielo, desterradas,algunas aves... Y entonces sí me quedo ya dormido sabiendo que en la noche hay quien sabe encontrar caminos de salida hacia el infinito de los aires". 
Platero mira al árbol verde y, en el cielo, se recorta la silueta de un grajo negro. En la ermita cercana, más allá del batán del río, una línea azul, indiferente a la edad de los horizontes, te sorprende como si fuera uno de esos besos de los que decía nuestro compañero Pablo Neruda: "cuatro años de besos por hora es cuatro años, todo el tiempo en el mar en un sólo día". Y es que nuestro amigo y conocido Pablo Neruda hablaba de la mar como si fuese una mujer. La vida, alrededor, se entretiene en funcionar como una promesa eterna. 
Platero y tú. ¡Háblale a Platero de la mar, Juan Ramón, háblale a Platero de esa gaviota roja que, al atardecer, en algún lugar del verano, es un candor de mirada con designios de Dios! Dejarse el alma en las aulas universitarias sirve, muchas veces, para ser un joven liberado de las pesadas cadenas que a muchos los convierten en nómadas tristes; esos que no saben cuál es el cíclico existir junto a la mar hecha mujer. ¡Háblale a Platero de la mar como yo la he visto, como yo la he sentido, como yo la he soñado! El milagro del mar es solamente sentarse en la arena de la playa y construir una pasión de mujer desbordada dentro de un misterio y yéndose allá donde las estrellas se unen con el sentimiento. Posiblemente Platero sea la magia de estar soñando mientras bebes café, amigo y ccmpañero Juan Ramón Jiménez, acodado en la ventana, sintiendo la unión entre fantasía y realidad. ¿Y quién te ha dicho a ti, Juan Ramón, que la fantasía no consiste en estar sentado en la mítica playa de nuestras primeras horas del anochecer?
La hija del sacristán se te acerca y te entrega una carta. Ella no sabe leer. Tú eres a quien ha elegido para hacerlo en su lugar. Lees: "Recuerdo tu viva manera de charlar, sentados los dos en el pretil del puente, y yo no seré ya nunca más que un recuerdo callado y perdido entre las oscuras calles de la gran ciudad para no seguir despertando envidias". Ella sabe lo que significa, se guarda la carta en el bolsillo de su falda, y se marcha taconenado y contorneándose... ocultando sus lágrimas de la derrota. Yo sigo siendo una especie de sombra bajo la luz de la luna; una especie de sombra que eligió liberarse para ser solamente el reflejo de un náufgrago que se hundió entre las espumas y se salvó en la costa, allá donde el horizonte brillaba con más calor. Platero baja la cabeza Debe de tener sueño.
Nunca pienses que estar en la Universidad es haber perdido la razón por seguir siendo poeta. Te podría recitar un buen puñado de versos escritos que tengo dentro del alma. ¿Comunicación social? Quizás. Pero yo diría Sensación social. Escucha uno de ellos por ver si el nuevo día de nos abre a la esperanza. Es rojo, amarillo y morado. Escrito, posiblemente, con palabras que eran fuego. Pero supongo que ya ha superado el peso de su conciencia: "A flor de tierra, amante, entiérrame. / Que siga reflejándos en mis ojos / el atardecer lejano del Oriente / tamizando, eternamente, color rojo. / A flor de tierra, amante, entiérrame. / Y arrójame semillas amarillas / para que, pasado el tiempo, reproduzcan / las flores que me sirvan de sombrillas. / A flor de tierra, amante, entiérrame. / Y cuando ya mis huesos sean menguados / riégalos, en acción rotunda y dulce, / con los pétalos de mil lirios morados. / Y entre el rojo del atardecer, / el amarillo de los girasoles / y el morado de los lirios... / enamorado he de ser, / descansando entre las flores, / por los siglos de los siglos". 
- ¡¡Platero, eres más tonto que Argimiro!!
Platero no responde al insulto. Casi me había olvidado de Argimiro. Posiblemente suene la hora de que Platero y tú sepáis la verdad de Remigio. Aparece en mi memoria. Hace algunas décadas los "barandas" de Madrid se burlaban de chicos sencillos a los que humillaban continuamente. Eran estos personajes tan inocentes como "El Cachafeiro", "La Cuqui", "El Polito", "El Argimiro" y algunos más. El Argimiro, amigo y compañero Juan Ramón Jiménez, tenía su propio sueño y, montado en su imaginaria motocicleta, sonreía siempre porque sabía que lo que él soñaba estaba más allá de los insultos de los "barandas". Su felicidad era más completa porque era la felicidad de los inocentes que ama Jesucristo. 
- ¡¡Platero, eres más tonot que Argimiro!!
¿Qué pensará Platero de ese ignorante que chilla, en lugar de hablar, mientras intenta subir la cuesta pero que nunca podrá llegar a alcanzar la cima? ¿Qué pensará Platero de ese ignorante que  chilla, en lugar de hablar, saliendo de su boca insultos propios de un desdichado que jamás podrá saber de los sueños de Argimiro? Platero no desea ver cómo va bamboleándose de un lado para otro, más borracho que una cuba. Platero bebe otra vez agua del cubo. 
Platero entende mejor que este desdichado charlatán no es ni tan siquiera la milésima parte de valiente que Argimiro. Existencia infantil, Juan Ramón Jiménez, existencia infantil en la que vemos despertar nuestras conciencias. Lo que sucede es que hay cosas que los borrachos pendencieros jamás podrán entender. A veces hay que ver a los demás y, entre ellos, a esos seres perdidos que no hacen más demostrar ser seres sin inteligencia. Pero estas lecciones sólo se aprenden con la vida y ese borracho charlatán no sabe lo que es vivir. Por eso Platero no le hace caso y prefiere leer en las estrellas. 
¿Ves el río cómo serpentea sus aguas de color de plata entre el fango y bajo el poniente de color violeta y amarillo? Quizás tú, Juan Ramón, puedas entender ahora por qué hay niños y niñas que, en su extrema pobreza, sueñan con tener un caballo de cartón. ¡Qué pobreza! ¡Qué pobreza ésta que enfanga la vida en el epicentro de la infancia!
Antes, mucho antes de que te pusieras a caminar con tu Platero amigo y compañero, había grandes veleros en el mar. Y así, en medio de tus pensamientos, inicias un nuevo sueño de andadura mientras unos vinateros marchan hacia Málaga comentando, en voz alta, que las minas de plata de Riotinto han sido la causa de la poca pesca que se hace ahora. Ahora los nuevos ricos imponen el amor a la plata a costa de las sardinas, los ostiones, las anguilas, los lenguados, los cangrejos. Saludas a los vinateros y te pierdes en medio del oleaje negro de los negros ojos de tu Platero... pero el falucho, el bergantín, el laúd y todos los demás -como bien dices tú- ya no están presentes en las vívidas estampas andaluzas.Las minas han enfangado las aguas y el precio más elevado de la poca pesca ha empobrecido a los pescadores. Los vinateros siguen hablando en voz alta mientras tú, cansado de tanta fatiga en el pensamiento, te recoges en ti mismo y te aislas bajo las sábanas del sueño; pero antes de cerrar los ojos piensas: "En la soledad no se encuentra más que lo que a la soledad se lleva". En la soledad duermes.
¡Qué pobreza! ¡Cuánta mendicidad infantil corriendo por las riberas del río con el ansia, dentro de sus corazones, por conseguir un caballo de cartón y, de paso, una carabina de perdigones para jugar a bandoleros asaltando a los nuevos ricos propietarios de las minas de plata. Platero sigue leyendo en las estrellas mientras yo escribo: "Era un niño que soñaba un caballo de cartón mientras escribía sobre un pupitre de madera y pensaba en las tardes pardas y frías de Azorín y en las golondrinas de Bécquer. Sí. Aquellas golondrinas que se aprendieron nuestros nombres y nunca los olvidarán". Mundo musical éste, Juan Ramón, mundo musical. El hijo de Don Mariano, se ha dejado de huelgas y ahora se ha metido a cantor: "Era un niño que siñaba un caballo de cartón. Un día abrió los ojos y al caballo encontró. Y ahora, sobre el caballo, por sus mundos cabalgó". Porque vivimos cansados del trabajo de las hormigas queremos cantar como las cigarras y como vivimos metidos en el agujero de los escarabajos queremos ser liberados para convertirnos en saltamontes.   De nuevo en el camino. Platero y tú y yo con mis sentimientos: " Siempre llega solitario / siempre marcha más allá.. / no se sabe de dónde viene, / no se sabe a dónde va. / Hay en sus ojos un silencio / imposible de averiguar. / No es tristeza ni es misterio, / sólo un distraído mirar. / Camina lento y despacio / como si no quisiera dañar / las piedras de los caminos, / el verde del vegetal... / Le observo cuando descubro / que mora por el ventanal / de la esquina donde bebe / y fuma allí sin hablar. / Hoy le pregunté la hora... / una sonrisa, no más, / se ha perfilado en su boca / sin poderme contestar. / No tiene reloj ni tiempo, / no tiene ningún lugar, / y esconde en su silencio / algún profundo soñar. / Su patria es el universo, / no hay frontera en su caminar, / y he podido descubrirle / que ama la eternidad. / Me ha regalado un verso / antes de irse a andar... / un verso que acaba diciendo / "el Amor no morirá". / Si le encuentras algún díá / no interrogues su Verdad. / Quizás sólo busca gorriones... / gorriones con quien hablar".
Los gorriones vuelan alrededor del granado. ¡Qué hermosas están las granadas! Da gusto probarlas como si fueran pecados ocultos expuestos a la luz del amanecer. El amanecer es lento. Siempre el amanecer es lento. Y Platero te hace pensar en ese tiempo sin relojes excepto las luces que comienzan a reflejar pensamientos en tu interior conciencia. 
¡Qué gusto entre amargo y dulce tienen las granadas! Nace el tiempo: historia de la voz errante derramando pasos y miradas de color esmeralda en el espacio de los senderos del mar y del viento sobre la meseta. Hay personas que saben transformar el viento en pájaros. Sobre las flores nevadas un día soñé con dragones domésticos que me transportaban al cielo de los caminantes. Los años han pasado y ya conozco el sabor agridulce de los perplejo que es transformar muchas veces en sueño las horas sin destino. ¿Cómo encontrar el camino de regreso?. Sobre el musgo del bosque hay piedras derramadas desde los días perdidos que van en contra del tiempo. Quizás si no fuera porque existen sinónimos en las noches de los viernes retornados a la nada y juegos de escaleras con subidas y bajadas no podríamos nunca regresar... pero es posible que esa sea la razón de prestar fe a la ilusión en este siglo tan solo de referencias, tan ajeno a los demás siglos que debemos entrar en un océano de sueños para poder interpretarlo. Es la mirada inquieta llamada Ilusión. 
Yo no tyengo ningún granado en propiedad para ofrecerte ese sabor agridulce de la existencia pero recuerdo: "Está lloviendo en la ciudad y el aroma de tierra mojada siempre me trae recuerdos de infancia. Por eso me gustan estos dias en que me veo, de nuevo, siendo niño por el boulevard de la Sainz de Baranda, allá en el Madrid de los meloneros y las fiestas de San Isidro, con su feria montada a lo largo de toda la calle. Me veo mojando los zapatos nuevos en todos los charcos. Todos corren menos nosotros que jugamos a policías y ladrones debajo de la lluvia, sin más que pensar... y luego llegaba el resfriado y la tintura de yodo en los pies y, lo que era mejor, dos días sin ir a la escuela de Narváez. La lluvia. La fresca lluvia de mis infancias. Esa lluvia que me maravillaba en las vacaciones pasadas en casa de mis tios, cuando el granado de la barranca estaba ya en plena sazón y nosotros formábamos la pandilla del Trabuco, jugando a llenarles de arena la vestimenta a los seminaristas que nos perseguían encorajinados. Y la lluvia. Siempre la fresca lluvia... Me gustan estos días en que los automóviles levantan chapuzones de agua y hay que saltar para no empaparse. Pero me gusta empaparme y vuelvo a ser el mismo niño que llegaba con todo el cabello mojado a casa donde mi madre nos limpiaba frotándonos, entre amorosa y amenazante, con la toalla antes de enviarnos a la cama. Lluvia. Bendita lluvia de infancia que rememoro cuando ya sé que nunca volverá a ser igual. Ahora veo a los transeuntes correr y mientras me mojo pienso en el tiempo gozoso en que la infancia no hacía otra cosa sino jugar a ser piratas o tirar al blanco, a las puertas metálicas del garaje de la bruja de la escoba, con pequeñas piedras que hacían sonidos de venganza... Lluvia. Bendita lluvia que trae a mi memoria el cobijo de una casa caliente, familiar, donde todos nos arremolinábamos alrededor del brasero para existir"... 
Entre las sombras de los granados se alarga tu figura, Juan Ramón, mientras Platero juega a ser reposado arroyo de tus inspiraciones poéticas: "Arriba canta el pajaroy abajo canta el agua. (Arriba y abajo, se me abre el alma). ¡Entre dos melodias, la columna de plata! Hoja, pájaro, estrella, baja flor, raiz, agua.¡Entre dos conmociones,la columna de plata! (¡Y tu, tronco ideal, entre mi alma y mi alma!) Mece a la estrella el trino, la onda a la flor baja. (Abajo y arriba, me tiembla el alma).
Ya estamos otra vez en los silencios Platero, tú y mis recuerdos. En las noches nos entran los silencios en el alma y dejamos discurrir ese sentir bohemio de quienes andamos más allá de las fronteras... Soñamos...
"Dejádme entre los silencios que esculpen mis propias sombras donde el rumor de lo eterno desgrana leves estrofas más allá... más allá de los espejos... más allá de las esporas que habitan entre los versos de meses... de días... de horas que reverberan reflejos entre sus rimas sonoras. Dejádme entre los silencios que me liberan de axiomaspara ocultarme en el tiempo convivido con aromas más acá... más acá de los recuerdos...más acá de las improntas que habitan entre los besos de segundos... de minutos... de horas que reverberan ensueños entre sus rimas sonoras. Dejádme entre los silencios con sus músicas cantoras".
Meditas en el ensueño: "¡Cómo entran y salen los gorriones de los cipreses!" La larga sombra de los cipreses acompañan las paredes del cementerio donde se encuentran los que carecen de fe para existir. Una abubilla, entre las plantas de salvia, salva su estar... y las matiposas blancas vuelan entre las huellas del aire para romper la monotonía de las tumbas. 
En el patio ya te espera Platero y tú, insomne del tiempo, miras cómo comen migajas de pan que alguien las ha dejado antes, de marcharse, mientras una caja de música trae recuerdos de otro ayer distinto. Es una anciana que, sentada en una silla de anea, observa las sombras alargadas de los cipreses cuando los primeros rayos de luz penetran en la distancia que hay entre sus pensamientos y aquellos otros días en que las primaveras le regalaban ramos de azaleas, sueños de viento que yacen en algún lugar con el nombre de Juan Ramón sobre la losa. Es tu Zenobia recordándote. Y yo me inicio en el trayecto que separa las rosas de los claveles. Sobre las rosas hemos pensado mucho, Juan Ramón... ¿y sobre los claveles?...
Platero me sustrae la memoria...
Préstame, amigo y compañero Juan Ramón, un hueco entre las palabras mientras los niños y las niñas empiezan a despertar.
"El velo blanco de tu mirar silente es sueño de medianoche en la senda de mis caminos místicos de este paisaje en donde entra tu torbellino amar. Un sueño que se queda en mi memoria de estos días en que soy recuerdo vivo en la estela roja de tus labios dulces. Noches. Noches vividas en el poder mirarte siempre brotando en las esquinas de mi alma. En torno a mí aparece y se mantiene este amor de vida creciente y misterioso.Tu mirar es enigma profundo y emergente que vive en mis latidos mientras vago por los caminos de este soñar ardiente que grita su canto de silencio con estrellas. Soy una especie de sombra que se hunde en tu cuerpo enlazado con mi vida amable y entre versos que escapan de mis avenidas en tu tálamo abierto de corazón caliente soy todo fuego y todo volcán nocturno que vibra y explota en este entero verano en que las rosas giran para besar tu cuello. Hay un descubrimiento de recuerdos y de horas pensadas en el silencio de toda tu materia y yo, canción de ti, me entretengo en tu profundizar de violetas inquietas. Flor de viento, caricia de mis sueños, te vuelves frescura de besos enzarzados en una batalla sin final posible: una especie de vivir brillandoen medio de la noche estrellada y azul. Hay balcones donde los gorriones se quedan mirando tus profundos ojos y en ellos cobijo un horizonte bermejo en esta batalla de amarte sobre la playa... las olas baten a la fina arena y me quedo anclado en la bahía de tu cuerpo. Inmensa inquietud es tenerte entre mis brazos en este ámbito amoroso de mapa con enigmas; pienso en las violetas del campo abierto bajo la luna que nombran las gaviotas. Un vaivén de bosque llamado lecho sobre la fina playa de la espumosa bruma con tus senos volcados en esta fuente en que bebo mis deseos inacabados. Tus ojos me enamoran en el abrazo de cuerpo a cuerpo y de boca en boca: un afán de conquistar el hueco leve de tus muslos convertidos en poemas. Y las palomas de tus curvas enamoradas me convierten en fugitivo atado a tus caderas. Rosa amorosa en la que tanto te abres como capullo de risa en el silencio oscuro de la noche de tus ojos que desgranan mis versos de combate en este loco intento de arder todos mis años en tu boca con el alborozo juvenil de nuestras presencias. En todo lo existente son tus dieciséis claveles un poema que surge como dibujo amado que se hunde en el fondo de tus brazos sin más fatiga que la de seguir entrando en este brillar de nuevo en las alturas mientras las estrellas quedan enlazadas a tu vientre. En esta noche de momento inmóvil donde el tiempo se ha detenido sobre la arena de esta playa amada de espermas y de sangre solamente el mar conoce tus sonrisas que van más allá del horizonte intenso. En las miradas de tu cuerpo mi locura sólo es introducir mis horas en tu pura esencia. Mar. Mar junto a tu boca ardiente para calmar la sed de mis reposos mientras abro tu cuerpo en luminar profundo donde todo lo invisible se inunda de propuestas.Así comprendo yo ahora el mundo unido a lo báquico de tu pecho virgen y repaso todo lo existente en la bahía de tu primavera llena de canto borrascoso. Son los giros de tu cuerpo en mi boca donde el recuerdo se hace afán de adormidera y tus sonidos son el latir de mis pulsaciones en este nuevo mapa de tu bello nombre en que escribimos del mundo un nuevo rumbo. Vivo sólo en esta paz soñada que llega hasta el crepúsculo naranja. Dos pulsos anudados somos tú y yo en estas cruces de materia y de espírituy sigo conociendo este anochecer sediento mientras se rompe la atrevida ola de tu sonrisa en mi alma ya crecida. Ya no siento nada más que tu mirada clavando tus labios en mi corazón abierto. En esta roja noche no me importa perderme en las inconsciencias vivas de sentirte dentro de mis horas de paisaje bravo y como un rugir de silencio lento voy penetrando suavemente en tus sentidos. Hacemos un mundo de emergente luzcomo volcanes henchidos de valiente voz y una llama inmensa arde en el paisaje de tu rosa, clavel y jazmín en flor. Suave. Todo es una suave experiencia de entrar más allá de los límites de esta locura que es tu cuerpo entre mis brazos. Mañana el día será sólo un recuerdo de que esta noche vivimos como sueño el enlace de tus ideas con mis versos llenando de amor profundo nuestros cuerpos. Ya sólo queda la música anclada en el exterior de tus sabores en mi boca y compongo un verso en tus labios plenos cayendo en el color de todo lo infinito que es sentirte dentro de mi sueño. Ya sólo la última mirada que se clava en la paz de tus curvas enloquecedoras hacen que la brisa de la bahía entera sea sólo un calor de mi infinito seguir sintiendo tu cuerpo en el mío. Para cuando los mirlos hayan regresado de allá a lo lejos... de la colina... estaremos dentro del amor simplemente. Dos cuerpos sentidos penetrados el uno en el otro como doble vida. Morir no es vivir la existencia de todo el camino andado por las sendasdel pálpito de tu corazón caliente. Y siento tu voz cálida y firme en mis entrañas de versos hechos esperanzas porque poseerte hundido en tu cuerpo es tener para siempre tu nombre en las arterias de mi sangre mezclada con la tuya. Dentro de la espuma de tus sentires puedo seguir estando a tu cuerpo amado que es el imán de todas mis vivencias. Ya no queda más que vivir la Eternidad"...   Es jueves y han salido, hacia el campo, los recogedores de aceitunas. Algunos de ellos, al pasar por el puente, miran hacia atrás para saber si la sombra sigue unida a sus cuerpos. Y sí. La sombra. Esa sombra que os acompaña, ahora, a tu Platero y a tu memoria.
Dicen que nos componemos físicamente de cabeza, tronco y extremidades. Pero son cuatro los componentes físicos de los humanos. Falta citar la sombra. Esa materia que nos acompaña todos los días de nuestra existencia. Pensando sobre el devenir humano en el planeta podemos deducir que la cabeza es el componente físico que ha desarrollado la Filosofía, la Religión, el Pensamiento... que el tronco es quien ha desarrollado la Economía y las extremidades han desarrollado la Historia: las superiores (brazos y manos) han producido los hechos, y las inferiores (pies y piernas) han producido los movimientos históricos (en otras palabras las causas y las consecuencias). ¿Pero la sombra? ¿Qué ha desarrollado la sombra? La sombra es al cuerpo humano lo que la Literatura es a la Humanidad. Literatura: sombra compañera de ideas, pensamientos, hechos, acontecimientos, evoluciones e involuciones humanas. Esa sombra que, con el sol, podemos comtemplarla, leerla, aprenderla... Esa sombra que, con la luna o con la luz eléctrica, podemos analizarla, intepretarla, aprehenderla... Esa sombra que, en la más completa oscuridad no desaparece (como muchos creen) sino que se introduce y se cobija en nuestro interior para impulsarnos a ser seres creativos. No nos abandona la sombra en esos momentos en que no hay sol, luna, estrellas o luz artificial sino que es entonces, cuando se introduce en nuestro interior, cuando mas activa y presente se hace. Esa sombra es la poesía, el cuento, el relato, la novela, la reflexión, el guión teatral... que, si no existiese, dejaría a la historia humana completamente vacía y sin sustancia. Si nos faltase la sombra el resto de nuestro cuerpo y nuestra Historia no existirían. Eso es la Literatura. El cuarto elemento en aparecer en la composición humana; pero el más determinante. 
A veces pienso que Platero y tú no han dejado de ser dos niños desnombrados por palabras de pretexto humano. Váis entre hileras de olivos y los recogedores de aceitunas se inclinan saludando vuestro pasar, mientras varean olivos y, cayendo al suelo, las ideas son sombras de vosotros dos. Algunos niños recogen olivas y se acercan a Platero para verle pasar. Tú, subido en él, repartes sonrisas porque ves que también se puede ser niño si es que la sombra nunca nos abandona. Fue la poetisa Sara Iglesias Casadel, Sara de Ibáñez, la que dijo: "Todos esperan, convocados por un silencio de campanas; todos esperan, sombra a sombra, que por sus ojos hable el alba".
¡Mira qué contentos están todos cuando Platero levanta la cabeza y, alegre, persigue a los abejorros verdes. En la otra parte, allí por donde el sol inicia su travesía, los pinos son como las vísperas del descanso. Siguen zumbando los abejorros verdes mientras Platero y tú seguís caminando fuera del alcance de las miradas de los niños que, atrás, vuelven a la faena. Los aceituneros no saben, en realidad, quiénes sois Platero y tú; pero yo me convierto en recuerdo: "Surcaba los espacios con sus alas de nácar desplegadas en medio de los rayos de la luz. Ella surcaba la vida llenándola de esperanzas verdes y los arcos iris de todas sus geografías se pronunciaban radiantes en la mirada de los oteros y los valles. Allí, bajo la atenta presencia de los pinos, la fugaz llegada del misterioso ademán llenaba los colores del día como una inmensa aureola de paz y de concordia. Ví a la paloma volar y entonces sentí la imperiosa necesidad de hacerme mirlo encantado bajo el sonido de la música de la lejana flauta de un pastor de ovejas que descansaba sobre la verde pradera. ¡Qué hermoso instante este en el que todo el contenido de la vida se transfigura en una metáfora de los espacios!".
Esta mañana está el cielo como os gusta a Platero y tú; entre azul marinero y verde cañaveral. Por el cañaveral las alondras os acompañan para combatir la soledad de vuestras huellas. Nada ni nadie os estorba. Pareciera como si la vida se hubiese detenido en la quietud del día.
Sólo se ve una casa blanca, una especie de caserío donde, al parecer, alguien quería asomarse a la vida abriendo las ventanas de par en par. Un par de salamanquesas se os cruza y Platero se queda un poco sobrecogido; no de miedo sino de suriosidad. Tú le acaricias las crines, sentado sobre él, para que no crea que le has abandonado. Platero y tú no os abandonáis jamás. El hombre para no sentirse solo. El burro para sentirse acompañado. El compás del camino es el alma lanzada a la aventura. ¿Quién será la que ha dejado las ventanas abiertas? Al acercaros puedes descubrir que es un almacén de aguardiente de contrabando. A veces, cuando piensas en el contrabando, te pones un poco a la defensiva. Aparece un toro en lo alto del otero y ni tan siquiera hay un arbusto donde poder guarecerse. Así que llamas a la puerta.
Desde la parte trasera, donde hay una parra de uvas moscatel, aparece la dama y Platero pone tiesas sus orejas. No es de miedo sino de curiosidad. Bajo la luz del sol su piel es más morena, más sueño, más voluntad. Ella se acerca sola, como una barca pedida en medio de la laguna. En la laguna una bandada de patos gira, en círculos de ondas, buscando algún pez que se ha quedado dormido soñando con su sirena particular. La dama no se detiene pero tu corazón, Juan Ramón, parece, de repente, haberse detenido como si fuera tu Zenobia vestida de lujo.   
Una vez más Platero alumbra sus ojos negros cuando los ojos verdes de la dama se queda mirando su estampa. El toro ha marchado hacia la vertiente opuesta del otero y, ya pasados los nervios, ella os invita a una copa de aquel aguardiente licencioso. 
Sólo es una casa pequeña, blanca, con el tejadillo de color bermejo y un pequeño jardín donde ella os ofrece un par de racimos de moscastel. Tú tomas el tuyo agradeciendo con timidez; pero Platero tiene menos temor y las va tomando de una en una, tal como se las va rtegalando la dama. Entre los jaramagos y las ortigas, al otro lado de la vivienda, alguna vez aquella dama debió conocer alguna aventura amorosa. Eso es lo que piensas pero no lo puedes preguntar mientras ella te sonríe para decirte que pierdas la timidez y tú, aunque no sea tu Zenobia, te quedas admirando su figura de mujer en plena sazón de moscatel. Nadie os ve pero no te atreves a besarla porque sería cuestión de perder la calma. 
Observas la parra de las hojas verdes y tus recuerdos te remontan a aquellos días en que el verde de tu esperanza era, solamente, jugar con los demás chiquillos de Moguer a la aventura de ser capitanes de veleros. La dama es una buena moza de piel morena, como el trigueño paisaje de la explanada que, un poco más lejos, se ve sembrada por la fatiga de algún jornalero que debe estar a muchos kilómetros de distancia, en el mercado del pueblo, haciendo tratos de precios, fanegas y otras medidas que te hacen recordar la escuela. 
El toro se ha debido quemar su piel bajo el astro dorado, al otro lado del otero, allí donde está la dehesa de algún ganadero de esos que hacen su verano mandando toros a las plazas de España entera. 
Yo no sé tampoco que es lo que pasa por dentro de mí cuando veo a una dama, buena moza, de piel trigueña y ojos profundos; pero deja que discurra mi ensoñación del otro lado del mar: "Soy adicto, sí, a tu piel, a tu forma de explotar en todo y en la nada hacerte sentimiento. Voluntad para ahondar en las cosas a las que ya estamos acostumbrados.Eres mujer capital de mis veredas, onírica pulsación en las pupilas y horizonte de alborada en lecho. Después de los témpanos hirientes te miro en la danza miel de tus pupilas y llenas de instantes dibujados las prímulas ondulantes de la urgencia hasta descargar toda la brillante metáfora de tu lúcida sonrisa. Entonces es cuando levanto el sueño para acariciar tus ansias de paloma y me envuelvo en el tallo de tu cuerpo lentamente anclado para ir muriendo un poco más... un poco más en cada instante... hasta desaparecer ingrávido y latente en el corto espacio del suspiro". Puedes tú pensar algo así sobre ella; sobre la que estás viendo y sobre la que estás soñando; porque, a veces, ver es soñar y soñar es siempre sentir. Así que pierdes, por un buen momento y una buena causa, tu timidez y aceptas entrar dentro de la pequeña casa para probar aquel aguardiente que, posiblemente, le de más ardor a tu caminar.
Nada más que dar el paso adelante. ¿Cuándo tiempo estuviste allí, mirándola a los ojos, mientras dejabas que te contara trozos relevantes y reveladores de su vida? ¿Cuánto tiempo duró su confesión? Pero es necesario renovarse o morir:
- Vámonos ya, Platero hacia el castillo porque el toro ya estará camino de la fiesta. Vámonos ya Platero para ese Moguer que llevamos dentro de nuestros corazones.
Vuelves al paraje solitario. La silueta de una cabra perdida se recorta entre los riscos. Vuelves a tu soledad. Sólo te queda el silencio de tu Platero y mi voz "Y estoy aquí, disponiéndome a partir a otros confines de esta vida llamada experiencia; mirando dentro de ella, de la ánfora recóndita de las emociones, por ver si existe algo más que una fugaz línea de luz y de tinieblas. Estoy aquí, mirando dentro de ella, para vislumbrar secretos a la perennidad: "... se sentía una fresca brisa de aires marineros en torno a todo aquel paraje palaciego donde los bosques suntuosos, repletos de coníferas, rodeaban la mansión en que Ella descansaba sus horas pensando...". ¿Sabes qué quiere decir Ella, Juan Ramón? Ella no es cualquiera; porque cuando los poetas escribimos Ella nos referimos solamente a una nada más y nadie más en el camino.
Se ha parado Platero en una revuelta del camino, junto a un algarrobo, para saciar un poco su ansiedad. Con su boca se alimenta de algunas algarrobas de color entre marrón oscuro y morado negro. Como tienes ya prisa para regresar a tu destino le llamas en medio de la llanura: ¡Vamos, Platero, vamos!.
El eco de tu voz sirve como dulzura. Al fondo, las rocas recogen tu nostalgia y las cubren de melancolía.
Platero ha dejado de comer y vuelve, rápido, a tu lado. Fuerte como el acero, resiste el calor de la jornada. Parece como que el mundo fuese su propio impulso prolongado hacia el regreso. 
- ¡Platero! ¡Mira cómo lloran las rocas!
Y es que unas gotas de agua han comenzado a dibujar sueños en ella.
Platero mira a las rocas... mira a las rocas intentando desentrañar su misterio mientras lanza amplios rebuznos. Es su manera de decir buenos días.
El eco hace que las rocas repitan los saludos de Platero. Hay algo que va pararelo a ellos.
Platero vuelve a rebuznar. 
Las rocas vuelven a responder con el eco de sus saludos. 
Platero vuelve a ti... como pàra decirte que es necesario seguir adelante. Y tú dejas tu melancolía para que la transmute yo en forma de poesía: "Todo es un segundo / apurando altamares / de barca con los amarres / de este profundo vivir / que se convierte en mundo. / Ya se fue el sol dormido / en lo profundo de la ida. / Y ya no soy melancolía / sino unas simples melodía / que en ti ya he vivido".
Era la comida de los niños. Tú los observas y escribes: "Las niñas comían como mujeres; los niños discutían como algunos hombres". Yo he entrado en la cafetería. Mientras tomo asiento oigo conversar a dos hombres de ya avanzada edad. Hablan de cómo pasa el tiempo, de que hace sólo apenas un poco más eran dos niños jugando a hacerse mayores. Y de que de niños pronto pasaron a ser hombres a través de mucho sacrificio por ganarse la vida. Uno de ellos es taxista y le cuenta al otro que podría escribir todo un libro con las anécdotas vividas en treinta años al frente de su automóvil. Es cierto. Treinta años de oficio público dan para un libro o más…
Me pongo a ojear el periódico. Mi vista tropieza con el crucigrama e intento rellenarlo. Lo dejo nada más empezar. Una definición de él me hace desistir. Dice así: “problema que no se puede solucionar”. Pienso en si la vida tiene solución alguna o si la solución consiste simplemente en ser niños y pasar repentinamente a convertirnos en hombres como esta pareja que habla a mi lado.
Al echar el azúcar en el café tomo el sobre y leo un pensamiento que viene escrito en él. Es del pintor Monet. Dice: “El hombre nunca mira al cielo porque siempre lo tiene a la vista”. Sin embargo, y no sé si ocurre lo mismo con los demás, yo recuerdo que de niño siempre miraba al cielo antes de salir de casa. No era por otra cosa sino para ver a los gorriones de la arboleda que había en frente. Y por ver también si el tiempo me iba a acompañar durante toda la jornada; por ver si el tiempo iba a ser mi amigo o mi consejero. No sé qué ocurre pero siempre que hablamos del tiempo miramos los hombres al cielo. Sí. Miramos al cielo mientras nos convertimos, en un santiamén de treinta años, de niños a hombres.
Hoy ha llovido incesantemente por estos lares. Tomo un sorbo de café y medito. No sé qué ocurre con los grandes pintores del mundo del Arte (yo solo soy un aficionado a la pintura que intenta, de vez en cuando, pintar poemas en la tela blanca de mis sueños) pero bajo mi propio punto de vista Monet, que es uno de los grandes del Impresionismo francés, quizás miraba muchísimas veces al cielo para plasmar después sentimientos con su pincel. Yo al menos, cuando necesito sentir, siempre miro antes al cielo reteniendo la vista tantas veces como tengo necesidad de volver a ver a los gorriones de mi infancia.
Bueno. Son sólo filosofías de café, pero quizás después de tomarme esta taza suavemente, despaciadamente, vuelva a mirar al cielo… no sé bien por qué… quizás solamente porque lo mismo están haciendo los dos amigos que hablaban a mi lado y que ahora salen envueltos en sus recuerdos de niños convertidos de repente en hombres.
Como un débil rayo se le enciende la mirada a tu Platero que, desde el exterior de la casa, ha dejado de ser un súbito silencio y se ha convertido en estrépìto de vida. ¿Sueña Platero con dejar de ser tan pequeño para ser ya mayor?
¡El blanco Platero! Si pudieras pintarlo... ¿qué color usarías para imaginar sus sueños, Juan Ramón?. Yo dibujaría una sombra... sí... solamente una sombra pero de color rojo encendido. 
Platero busca siempre el pinar verde, la rosa blanca, la aurora de color de oro y el rojo malva de la tarde. Y es que Platero y tú sois, ahora, tarde de mis comienzos. ¿Quieres saber cuáles fueron mis comienzos? No. NO soy como tú, amigo y compañero, sino alguien que comenzó de otra forma, de otra manera, desde los infinitos de otros sueños; porque la elegía de nuestros mundos, las diferentes elegías de nuestros mundos, son nuestros sentimientos verdaderos e intransferibles. Pero voy a romper el silencio y te voy a transferir mis comienzos. 
"Nadie. Ya no queda nadie en el paraíso mental de nuestras materias psíquicas. El tiempo no borra nada. El tiempo, al revés de lo que creen hacernos pensar los falsos dioses de la literatura, no borra absolutamente nada. Es por eso por lo que tenemos copias exactas de todos nuestros bagajes culturales. Absolutamente de todo desde mis 7 años de edad cuando, de repente, el gato de Honorato se cruzó entre mis redacciones escolares y un poco de imaginaciones más... La vida es, ahora, un fluorescente fluir coetáneo de hermosas primaveras etarias. Si. Sólo 16 son los años de tu Sueño. Solo 18 los de mi Realidad. Decididamente me gustan tus claveles rojos señalándome que soy tu arboleda florida. Dieciocho años tengo enhebrados en esta enredadera de pensamientos convertidos en literatura para afirmarte que soy un escritor anclado en el pentagrama de un triángulo esencial formado por los vértices de Madrid (alba del hospital de nuestras necesidades), Segovia (viaje iniciático en nuestra etapa primaria) y Murcia (tangente unificadora de tu cuerpo y el mío en esta playa donde todo está ardiendo en llamas junto a tu cuerpo). Nadie. Nadie jamás podrá evitar que tú seas la heroína de mis libros"...
NO sé si te han gustado mis comienzos pero, al igual que para ti tu Zenobia,a través de Ella he visto el Paraíso, el Edén, el Jardín de las Promesas. Ya. Ya sé que tú, con Zenobia, eres del Partenón, de las Pirámides, de las catedrales todas... pero Ella y yo somos solamente del Cielo, gracias a su permanente belleza femenina.
De Zenobia fuiste todo lo que quisiste ser. Yo de Ella soy todo, absolutamente todo lo que quiero ser porque siempre hablo en presente incluso antes de habérmela aprendido de ensoñación y de memoria. Las elegías, Juan Ramón, las elegías que podemos escribir son las que nos hacen ser y retornar siempre a lo que somos. La sencillez siempre se eterniza, el color y la luz siempre son presentes activos, tan suyos como nuestros a la vez. El caudal completo de la vida. 
Elegías. Déjema, ahora, elegir una elegía a mí: "Lo elegíaco de los cantos amorosos son recordatorios yuxtapuestos entre los coloquios que mantenemos con la luna. Las diversas lunas inmutables de las atmósferas terrestres iluminan nuestras odas poéticas para evocar estos modos de cantar consecutivamente a los amores y desamores que dejamos en este nuestro pasar por la vida. Son las lunas mudas y silenciosas pero siempre presentes en nuestros cantos nostálgicos". ¿Ves ese árbol?. Escucha:
"Él pertenece por la copa a lo sutil del tiempo, al aire de las distancias y al trinar de los pájaros; por el tronco, a la germinación de las ideas y a todo lo que une lo celeste con los dioses del fondo. Lo han dicho los poetas. Por la raíz oscura pertenece a las secretas aguas del misterio... Él dibuja semicírculos perdidos en la atmósfera mientras porta fuegos heridos por el rayo. El árbol. El que es cosa mayor que nosotros porque está en el mundo con más certeza circundada. Árbol. Ciudad, campo y monte. Árbol en lo alto, sobre la lentitud de la subida y la pendiente de una colina colgada en los puntos suspensivos de un momento. Árbol. Nos llevamos a él y nos pensamos con su sombra en la suficiente soledad y en la infinita belleza al mismo tiempo. Soledad, belleza, santidad de árbol mágico... forma que en las cercanías de los dioses revierte lo viviente. Árbol. De ciudad. De campo. De monte. De mundo entero. Más real que nosotros mismos porque viste a los lugares de una sempiterna igualdad con la tierra. Árbol vivible. Árbol cabeza y brazos, con las manos abiertas, alzadas hacia el cielo. Copa, tronco y raíz. Para que desde lo oscuro suba lo oscuro al verde, al rojo y, a su vez, el fuego regrese de lo alto a la matriz, al centro perdurable donde las palabras son vida hasta llegar al fondo de todo el asunto. Árbol monte. Árbol ribera. Árbol realidad de la palabra escrita sobre él y sobre su copa y bajo sus raíces. Árbol sin reserva alguna. Solo. Acompañado de las sombras donde acaso muchas veces hemos podido decir que encontramos el reconocimiento de nuestra propia persona. Árbol para pensar en las preguntas y en las falsas o verdaderas respuestas. Siempre árbol, tú, que formas parte intrínseca del leve sonido de todo lo escuchado. Nada en fin. Todo sobre todo. Árbol que puede ser oído por quienes hablan de realidad suprema. En la distancia del árbol queda, transparente, translúcido, transportado... el brumoso mirar de las realidades guardadas en la clave del patio más secreto de nuestra existencia. Árbol pájaro. Árbol música. Árbol de residuos de tierra preñada donde encontramos sentido a los fines de todos los sentidos. Árbol distancia con ojos de alas verdes. Maestro, en verdad, de los decires de palabras con salud. Árbol infinitamente abierto hacia la materia de la música del pájaro y el sonido de la transparencia del aire que mueve sus hojas".
Cerca del árbol Platero es tu cuna y es tu canción. Es tu soneto. Es tu realidad. Es tu alegría. 
Yo estoy ahí, en este mi árbol solitario y solidario, esperando el blanco resplandor del alba... pero antes penetro en el interior de la noche de sus ramas, para soñarla a Ella una vez más como agua de mi eternidad. 
Esta noche sopla el viento, Platero; esta noche algunas hojas de árboles se bajan al suelo para besar su sentir con la tierra y, desde copa hasta las raíces, los lejanos sauces llorones derraman gotas como lágrimas de anhelos, suspiros, añoranzas. Quizás solamente el chopo recuerde a aquella niña titiritera que nos hacía sonreír durante la infancia, Juan Ramón. Era la de la cabellera morena, la gitana de bonitas piernas largas. Y larga es la ditancioa entre esta noche y el gris recuerdo de la memoria.
En la calle aún hay pájaros que miran entre las hojas verdes. Pájaros verdes. Ojos verdes. Canciones suaves que se van perdiendo por la cuesta abajo como oraciones arrrastrando sentimientos. Posiblemente Platero y tú, cada uno con su propio sueño, estéis pensando ya en la próxima primavera. Pájaros verdes... como el verde de esos mares donde mi barco navega verde como la esperanza que en tus ojos se refleja...
Platero, rodeado de hojas verdes, vuelve otra vez a ser como tu soñado sueño de primavera, amigo y compañero Juan Ramón, pero los pájaros todavía no han descubierto el bello y oculto secreto de un poeta amando unos ojos de color miel y escribiendo en su Diario páginas de este vivir rodeado de hojas verdes y ojos de color miel. Cada uno es como es y tú no eres yo ni yo soy tú aunque nos una la distancia. 
Es verdad que dicen que el verde es el color de la esperanza. Pero yo tengo otro sentimiento que va más allá. Tendremos que embarcar en una Nueva Esperanza, esa embarcación que puede ser la que está entrando en la bahía repleta de piñones crudos y de piñones tostados. Tú has decidido comprar piñones tostados para Platero cuando lleguéis al mar. Yo he decidido buscar el panal de mis sueños de color de miel. 
Pero yo también conozco mis propias historias sobre los pìñones. Sé que son cosas de infancia y de compartirlos con princesas. 
Antes de irte a dormir observas a una pareja de enamorados -él y ella- comiendo piñones junto a la puerta de la confitería ya cerrada. Están los dos sentados en su fantasía. Él los parte con una pequeña piedra y ella los va mordiendo poco a poco, quizás como Eva debió de comer su manzana. Yo recuerdo un umbral del alba rodeado de naranjas. A veces pasamos entre ellas y recordamos que, de niños, éramos felices con las naranjas, con los piñones y hasta con esas fundas de caramelos que llevábamos en el interior de nuestros deseos para endulzarnos la existencia mientras, debajo de la cama, ocultábamos el miedo. Eran pequeños caramelos como lagrimitas convertidas en rubíes de mañanas domingueras. Se ve, en el cielo, una estrella más. ¿Ha nacido una estrella más esta noche, Juan Ramón Jiménez?
Platero la está mirando con optimismo. Se siente como uno de esos luceros del estío; como un momento inmortal conmemorando el paso del tiempo. Y se siente tan poderoso y fuerte que hasta podría luchar contra un león y vencerlo. Platero es así de valiente y no se asusta del coche que, tirado por dos caballos, pasa chirriando sus ruedas y camino de la Plaza Mayor. 
Desde el naranjal, Platero y tú, tras haber dejado atrás la cañada gris, soid dos figuras como de nácar bajo el cielo incoloro y el sol fúlgido de este nuevo existir, recortadas siluetas entre los chaparros y las agudas y finas aliagas. De vez en cuando os recuerdo, sentado yo en el aula universitaria de la prolongada espera. Los estorninos vuelan por los olivares y tú alzas los ojos mientras yo sigo soñando ideales en este aula solitaria...
Llamas a Platero... el eco... otra vez el eco traspasando las barreras de las distancia... ¡Platero!... nadie... nadie está acompañando a los latidos de mi corazón mientras mis sentimientos los escondo en cada nueva hoja que relleno de apuntes varios mientras recuerdo las búsquedas de mi retonro... y la pequeña fuente,,, y ese estar junto a la vieja higuera observando el juego mientras los pañuelos de las despedidas se embarcan en este afán de recordarme y que me lleva a la transitoria sensació  de que estoy volviendo nada más...
Sí. Ahía va Platero paseando junto al toro colorado que es el dueño y amo de la manada. El toro que sólo es capricho de estos mis aputnes que narran historias vividas en las colinas, en los valles... hasta saber que mi imaginación se prolonga hasta el cielo donde puedo alimentar los latidos de mi corazón permaneciendo en un aula donde sólo me rodea el silencio. Este atardecer tiene color de rosa, olor de rosa, vivencia rosa.
La manada levanta una densa polvareda en esta tarde donde el ambiente parece como una atmósfera de cobre. Raza de cobre. Piel de cobre. Existencia de cobre alrededor de esas marismas donde, posiblemente, exista mucha historia de romances que yo construyo observando un corazón grabado sobre la mesa de madera rodeado de juveniles presencias. Probablemente sea siempre la única cima que he podido conquistar. 
Ahora vas, sentado sobre Platero, por la calle de las flores. Dos niños gemelos pasean subidos en la grupa de una yegua y unas chiquillas os vuelven a saludar con sus pañuelos desnudos. ¿Pueden existir pañuelos desnudos? Sí, amigo y compañero Juan Ramón, sí que pueden existir pañuelos desnudos. Los de las despedidas. 
Una costurera pasa y alguien se hace el sordo cuando rebuzna tu Platero como dando a entender que es bonita, y alegre, y hasta caprichosa como todas las mozas que tienen el aire como de dar de comer a las ilusiones de quienes andan de portal en portal buscando algo en que entretener sus esperas. Yo, mientras tanto, busco un poco de la última frontera de mis emcociones en el aula solitaria: "Existen alamedas en la breve distensión de los segundos. Alamedas que saludan, convertidas en pañuelos medio ansiedad y medio querer, quedándose ingrávidas y sutiles en cada milésima de su tiempo y envueltas en aires de canciones sin destino; pero yo también tengo un reloj con los surcos del mar sobre las olas de la tierra... Hora de meditación. En el horizonte plano se refleja la gris cuchilla del azadón que descansa tras la jornada campesinal (filosofía rural discurriendo bajo el plomo del atardecer que cae y se prieta con la piel). Piel. Archipiélagos de piel. El mío y el suyo lentamente beben de una misma sensación de entrega. Piel a piel sin victoria ni derrota. Piel a piel sin afanes de conquista. Piel. Archipiélagos de piel. El verdadero y único mundo es viajar por las tierras sin pertenecer a ellas ni tener presencia fija en el alma de ellas. Ser un baúl grande y con mucho fondo para poder nacer y morir en cada instante de presencia y en cada ausencia de momento, ya que ¿no es la presencia un instante de lúcida determinación y no es la ausencia un momento de desaparición predestinada?".
Todavía, cuando os vuelvo a ver a un lado del camino, tengo el sueño abierto. La estrecha calle de los cangilones doblados como serpenteantes irrupciones en el caminar, está oscura. El sol ya está en lo alto, pero la sombra os inunda de silencio. Y en el aula unviersitaria mi silencio se funde con el silencio de la tarde mientras la vida sigue siendo como esas nubecillas de color de rosa que aciertan a pasar ante mis ojos. Estoy viendo, tras las amplias ventanas, que el reloj del tiempo ha detenido este instante. Y sigo escribiendo notas...
"La noche ha lelgado de puntillas. En el interior de todos mis poemas siempre hay un café que, de nocturno, se hace taciturno, alegre, trashumante de emociones y de humo. Son los cafés en que te tengo asida al estribo de mi sueño. Turno. Gira la noche en el espúreo carrusel de los vaivenes y bailan las notas de un segundodetenido en la esfera del resol donde reflejan su profundo sentimiento los colores de charol. Noches de café bajo el farol y la luna está colgada bajo un balcón. En el interior de todo mi poema luce la flor: ¡noctámbula bohemia sin alcohol! Noches de café que para mí son los besos de tus labios con sello de almidón". Creo que Platero y tú os habéis hecho estampas de callejones ocultos mientras suenan los cencerros de las cabras en rítmica armonía asonante. La luna está llenando las calles. Café. Es mi hora del café mientras vivo mi existencia. Platero y tú entre tenderetes de peroles, almireces, gangarros, calderos... y es que quizás la feria de las ilusiones nos están uniendo en un mismo retrato callejero. 
Ya sabe, Juan Ramón, que los retratos callejeros son siempre vida de bohemios trasnochando después de consumir el café caliente que hemos dejado que se temple bajo la presente luna. ¿Es luna creciente? Sí. Es esa luna creciente que observa Platero entre los callejones ocultos y yo sigo ocultándome, ahora, tras los cristales de un lugar sin nombre, una de esas viejas tabernas donde los hombres beben para olvidar no sé qué clase de desamores. 
Platero sí es romance. Platero sí es aventura. Platero sí es escribir en unas líneas un claro mensaje. Por ejemplo, y ya que seguimos caminando: "Proceso de continuas esperanzas allegadas del lindero conceptual donde las blandas sombras de los sauces lloran la pérdida de la luz. Es aquí, en este temblor de aire y de somnoliencia, donde oculta el faisán sus prímulas de paraíso y donde las gacelas redondean sus pasos para dar un frondoso salto hacia su futuro. Entonces la paloma blanca y mensajera allegóse a la sombra donde ella discurría sus pesares y se posó en el hombro derecho para que pudiese descubrir aquel pedazo de papel que la princesa leyó ávidamente, sin más conciencia que su silencioso pensamiento envuelto en una mirada azul que la transportó hacia el último límite de los abedules".
Resuenan las once del anochecer en el campanario. Son las once. Punto. Once. Platero la ve pasar derecha, enhiesta, gallarda, como talla de roble, el pañuelo rojo alrededor del cuello y la falda azul raso. El cielo, raso, se empieza a poblar de esas habitantes que adornan siempre nuestros bohemios caminares por las encrucijadas de la vida. Los tenderetes han cerrado sus ilusiones en forma de quincallas. Y ella marcha, erguida como siempre, hacia las hogueras de las afueras del pueblo... quizás pensando en las zambras. Los burros mordisquean pequeños brotes de coles y otras hortalizas que, en su derredor, asemejan una corte de enigmáticos duendecillos verdes. Yo también tengo mi propia hora. Once punto once. Déjame un hueco en las páginas de la literatura imaginaria para que le cuente a Platero una ilusión:
"Entro, como todas las noches, en el Lyon y me siento en mi lugar preferido. Allí está, como siempre, ella. Sentada cuatro mesas más allá, en la fila de enfrente. No es guapa. Tampoco es fea. No es atractiva. Tampoco es desagradable. Es glauca. Es transparente. Es enigmática. Es atrapadora. Sorprende sobremanera su forma de mirar hacia ninguna parte. Sorprende la pirámide invertida que tiene grabada en la frente. Sorprende su sonrisa mientras mueve el azúcar del café…
Tiene el mismo libro de todas las noches. Es Lobsang Rampa. Es El Tercer Ojo. No lee. Sólo parece recitar algo de memoria. Después escribe versos en un grueso cuaderno de páginas azules. Hasta que se enciende una lucecita en su móvil. Son las once punto once de la noche. Exactamente las once punto once de la noche. Toma el móvil. Marca un número. Suena el mío…
- ¿Sí?. - ¿Cómo estás?. - Yo muy bien. ¿Y tú?.- Muy contenta de verte. ¿Vendrás mañana?.- Sí. Vendré mañana.- ¿Vendrás siempre…?- Siempre…
Corta la conversación. Como todas las noches termina de beberse el café. Deja el euro con veinte sobre la mesa. Se levanta. Camina hacia la puerta. Sonríe cuando pasa junto a mí. Su grueso cuaderno de poemas se titula Infinita Sensación. Sonríe pero sólo va mirando hacia ninguna parte hasta que sale del Lyon. Termina el último segundo de las once punto once de la noche. Vuelvo a quedarme solo… pero sé que mañana volveré al Lyon y estará nuevamente ella sentada cuatro mesas más adelante en la fila de enfrente. Y cuando suenen las once punto once de la noche, exactamente la once punto once de la noche, ella volverá a llamar…
- ¿Sí?.- ¿Cómo estás?. - Yo muy bien. ¿Y tú?. - Muy contenta de verte. ¿Vendrás mañana?. - Sí. Vendré mañana.- ¿Vendrás siempre…?.- Siempre…
No es guapa. Tampoco es fea. No es atractiva. Tampoco es desagradable. Es glauca. Es transparente. Es enigmática. Es atrapadora con su pirámide invertida grabada en la frente. Termino de beber la última gota de café y señalo un párrafo en el libro de Rampa…
Expresividad es sinónimo de belleza".
¡Los burros de los gitanos siguen mordiendo ilusiones verdes! ¿Qué es el mundo de las ilusiones para tí, Juan Ramón Jiménez?. Si me permites otra incursión en las letras de las imaginaciones nocturnas puedo explicarte algo: "Hay rincones donde todavía no han llovido las palabras. Son los rincones del silencio. ¿Cómo poder explicarlo?. Como no existen en ellos el lenguaje, nos queda solamente la expresión. La expresión de ser un poco más presencia y un poco más latido. En esos rincones te llevo, esperanza, como un continuo permanecer en tu aposento. Será, quizás, que al color verde de tus ilusiones se le une el color blanco de mis pensamientos".
- ¡Adentro, Platero, adentro!
Platero deja de mirar a las nacientes estrellas y entra en la cuadra atravesando la cancela del tiempo. Con un resonar de pasos firmes y seguros se siente tranquilo y sosegado. Quizás la paz de su espíritu sea la flecha dirigida a la frugal enredadera azul que ha visto al pasar por el patio. Y brinca su corazón en medio de su recóndita existencia. 
Acércate más, Platero, a mi existencia. En ella no existe etiqueta alguna para poder rebasar su umbral. No. Es que ni tan siquiera tengo un umbral porque vivo bajo las estrellas. Acércate más, Platero, para que el fresco relente del anochecer no te produzca el frío de la muerte. Acércate más para escuchar el relos de Dios. ¡Esta noche hasta puede ser futuro para los sedientos de poesía!
"La soledad del blando aire gestualiza la luz sin fin. ¿No oyes cómo te nombra? ¿No te acuerdas ya de mí? La luz voraz de lo animado de aquel suceso feliz se marcha, se marcha, se ha marchado dejándome tu perfil y un suceso nominado en los umbrales de abril. Una ambigua elipse de luz. Un espacio por morir. Y en este lugar del olvido se marcha por el carril de los silencios nombrados bajo un ligero matiz.No escuchas, no oyes mi nombre llamándote en el sutil momento de estos espacios donde he aprendido a sentir que sólo soy un enamorado de cualquier color infantil. Aquí donde la luz sucede en un lugar mediatriz, estoy ahora embargado de aire para vivir. Y esta emoción oculta me aleja ya más de ti". Son las memorias de la sangre que circula como rayos de violeta luz. 
Platero se duerme mientras mira, alrededor de sí, ese grupo de gallinas que están columpiándose en el sentir de la infancia. Las gallinas, el imponente gallo del anochecer y esos polluelos que no saben, exactamente, qué hora es. Pero Platero, envuelto en la imaginación de los duendes agiganta su presencia como si fuera un fácil juego para él. Siempre en el infinito existe un encanto. Y en el infinito los pájaros, dormidos en las ramas, adornan el monte. Rosa. Vida de color de rosa. Sentir rosa. Existencia rosa. 
Vaya locura tienen esas gentes que gritan impotencias en la taberna, rodeados de insomnios y de olvidos que nunca llegan aunque beben alcoholes sin cesar.
Desde la débil iluminación amarilla de tu cuarto, y lleno de nostalgias incalculables, tú sientes el relente de las estrellas mientras yo, abiertas las ventanas para dejar salir a mis sueños, inicio mi particular diálogo con los dormidos gorriones.
Me llegan los nombres bajo la sombra del pequeño árbol donde los gorriones se cobijan de la lluvia... me llegan los nombres distintos de las cosas... y al agua la llamo viento y al viento le nombro nube. No sé por qué extraña razón me llegan los nombres distintos, diferentes, y a unos los escribo con letras romanas y a otros los escribo con letras hebreas. He preguntado, mirando al cielo lleno de estrellas... ¿por qué?... y sólo he visto un rayo de luz traspasar la niebla... pero todavía no puedo recordar por qué me llegan los nombres diferentes, como desgajados de un sauce que se divide en dos partes tan disimiles que me rondan bajo la sombra del pequeño árbol. Y yo me vuelvo otra vez pequeño, muy pequeño, para poderlos interpretar...
Y los gorriones me observan llamando viento al agua y nube al viento. Quisiera poder comprender... poder descubrir ese misterio anclado en el pasado... pero sólo soy presente... nada más que un presente que se convierte en infancia para ver si volviendo a jugar como niño puedo entender por qué me llegan no sólo los nombres tan diferentes sino también las edades tan distintas. 
Pregunto a los ojos de las mujeres, que tienen mucho más misterio que los ojos de los hombres, y entonces me entra ese sueño grande... ese sueño que no logro abarcar del todo y que se me escapa de entre los brazos y se vuelven otra vez, de nuevo, más infancia y más juventud.
¿Por qué no habré crecido más deprisa? pregunto a las estrellas de la noche y entonces me llega la Paz y me duermo pensando en los nombres diferentes pero sin saber por qué son diferentes si pertenecen a la misma sombra del mismo árbol de los mismos gorriones. Adiós. Duermo. Mañana volveré a despertarme con otros nombres distintos, con otras sombras de nombres distintas y con otros árboles diferentes... pero los gorriones siguen siendo los mismos mientras el tictac de la noche es el último reloj.  
No le ofrezcas jamás a un curani tu mujer ni tu burra.
(pensamiento plateresco)
REFRANERO GENERAL.
Bien sabe Platero que con los curas es mejor andarse con cuidado. ¿Quién sabe lo que puede hacer un cura con una mujer o con la burra que´él ama? 
Ha debido ser un mal sueño, una pesadilla, un sentir que puede perder su amor por culpa de alguna sotana perdida en el marasmo de los sentimientos. Como si hubiese podido interpretar La Regenta de nuestro amigo Leopoldo Alas. El caso es que el clarín de la madrugada le ha hecho despertar. Se sacude las moscas como si de un enjambre de curas estuviese amenazando a su amor. Prodigioso exceso de celos pero celos bien disculpados por Dios. Platero no puede mostrarse indiferente antes cuestiones de confesionario. Él sabe que una confesión puede ser una metedura de pata y mueve sus cuatro patas como para ahuyentar de su pensamiento la amenaza de alguna sotana negra.
¡Qué trata de hacerte saber tu Platero! Trata de hacerte entender que a tu Zenobia debes darle algo más que imaginación si es que no deseas que se pierda entre los celajes; porque algunos curas o gentes que van camino de ser curas, son capaces de embaucarla a lo Gustavo Adolfo Bécquer. Hasta un niño podría dibujarte la escena, Juan Ramón Jiménez. 
Ya lo ves... algún peligro negro, cubierto de negro, con el alma negra, estaría dispuesto a arrancarte lo que más amas. Parece como si algunos inconfesables pecadores de negro buscasen recoger lo que tu has sembrado. Igual que con la bella Ana Ozores.
Platero tiene deseos de salir. Deseos de saltar la valla que le distancia de su liberación e ir a defender lo que es suyo. Un grupo de seminaristas bajan por la estrecha callejuela soltando una retahíla de maitines. 
En el lento amanecer, los gallos alertan al pueblo de la presencia de los seminaristas lanzando kikirikís para despertar las conciencias de los pobladores. Son las primeras horas de alba; cuando más cuidado hay que tener a la hora de recibir pedigüeños del desayuno. Platero lo sabe y rebuzna para unirse al coro de los gallos. Y es que algunos, vestidos de negro, serían capaces hasta de poner arsénico en el café con tal de conseguir lo que te pertenece. 
Platero rebuzna de nuevo. Los seminaristas huyen por la callejuela abajo como perseguidos por el defensor de las causas de las inocentes. ¿Qué piensas tú, Juan Ramón, del peligro de las sotanas? En la ternura de Platero hay una mirada de acusación. Gracias a Dios lleva toda la razón y ha impuesto su razonamiento.
Amanece. Por fin Amanece. "Pequeña gota de rocío / que, trémula y palpitante, / brillas al amanecer / sobre el pétalo del lirio. / Tú eres todo un preludio / de la pasión y el delirio. / Naces como un cantar / de perlífero "quejío" / gitano en tu sentir / de libérrimo albedrío. / Titilas en el festón / de la cúpula de armiño / donde la sencilla flor / se culmina junto al río. / !Gota sublime en la transparencia! / !Tienes las páginas de un libro / impresas en tu resplandor! /!Y luego, cuando nace el sol, / lloras como llora un niño / y te escondes en mi corazón /para llenarte de olvido!
Cuando ya el rocío perdura en el frescor de esta mañana azul, subes en Platero y Platero y tú marcháis hacia vuestro anhelado regreso. Las gotas del rocío son como estrellitas de colores y es una verdadera fiesta este baile de verbenas y de rosas blancas, rojas, moradas. Y tú piensas en tu querida morada de Moguer con el alma ansiando entrar por su pórtico.
La maravillosa más bella palabra tardaba en surgir. En un guión de sorprendentes propuestas alimentadas por el entusiasmo, una tras otra, se agolpaban con jolgorio en el pórtico de la memoria con sus brillantes presentaciones dirigidas a la inefable apuesta sensorial de ocupar lo más alto del escalafón dialéctico; pero ninguna de ellas obtenía el galardón definitivo. Entrenadas para una larga duración en el sentimiento, me llegaban de súbito retorno, como oleajes de sinfónica consistencia. Todas ellas silbaban su sonora canción en el repaso resumido de los duelos interpretativos…
Miles de palabras me llegaron de la tiernísima infancia. Alegres, saltarinas, como felices torbellinos arremolinándose en los brazos amorosos de la maternal conciencia, ellas afloraban en el lúdico paisaje de la memoria inicial. Miles de palabras infantiles, blancas, coronando superficies de floridos campos semánticos y léxicos ingenuos. Juguetonas de por sí y consigo mismas, saltaban de un lugar a otro de mi discurso, como pompas de múltiples colores festoneadas por la incesante alegría de su presencia. Palabras dulces, tiernas, locuaces por su perspicacia e ingenuidad, diluidas en el éter de las sensaciones al calor de la nostalgia. Eran construcciones de castillos pirotécnicos donde las luminarias incandescentes de sus sonoros trinos repercutían su presencia en el ánimo riente del pleamar de las primaveras.
Miles de palabras me llegaron de la dorada y esplendorosa juventud. Calientes, combativas, combatientes, expresivas, llenas de ardoroso vigor y de ardiente sangre y fuego en sus barricadas envolventes; plenas de amor y de sueños incendiarios, todas ellas me deslumbraban con su calorífico festival del estío interpretativamente jovial. Palabras sonoras, llenas de entusiasmo y furia, interesadas por el saber y el conocer de las magias y el ferviente multiplicador de sus ubérrimas expresividades. Eran percepciones musicales sanas y saludables, desmedidas a veces pero siempre vivas, enormes en sus extensivos gestos y con una provocadora insistencia por hacerse notar presentes todavía; con la saludable ansiedad del querer y del amar las playas costeras de la vida. 
Miles de palabras me llegaron de la prolífica madurez pacífica y envolvente. Palabras pausadas, consecuentes, confeccionadas con el terciopelo de las rosas almibaradas con acentos de palomas hogareñas viviendo en jardines otoñales mientras las girándulas del tiempo vadean los riachuelos de la consistencia de la gravedad lingüística. Palabras que flotaban en el ámbito remansadamente sereno de la meditación entreabierta bajo el pórtico del reflujo de las emociones. Miles de palabras latiendo en el atardecido corazón. 
Y llegó de pronto la noche. Y en medio del crepúsculo combativo quedó enmarcado un preámbulo de silencios. No aparecía la más bella palabra de toda mi existencia, la más significativa, la más intemporal, la más motivadora. Y ahora, cuando todavía presiento que quizás esté aún lejana la hora de mi adiós definitivo, ¡cuánto me encantaría que la más bella palabra de mi existencia fuese precisamente la última!. Dios mío, que esa mi última palabra sea síntesis vital de la pasión y la calma, resumen bello y sincero de la expresividad elevada a su máxima potencia. Que la exprese al lado de ese ser sensible que sienta necesidad de escucharla o que de tan hermosa y bella que se presente no sea tan siquiera posible decirla y sólo consista en poderla sentir honda y profundamente. Que mi más bella y última palabra se refleje en el mil centelleo de los palpitares de la noche estrellada y que sea, solamente, el pálpito infinito y eterno de la existencia del corazón humano. 
Amanece y se inicia ya la etrernidad del caminante. Tú sigues recordando la cancela del patio de tu morada de Moguer y los arriates blancos y las macetas llenas de flores con pétalos tan azules como el agua de la bahía. Son imágenes que impregnan tu rostro bajo los iniciales rayos de un sol que festeja esta eternidad divina. Como un delirio de la existencia. Como un delirio que ha venido, de repente, sesgueando los vientos y surcando espacios de más allá de las fronteras. Y es que quizás tú también estás pensando en las Américas.
En tu delirio, recuerdas tiempos en que la madre era a la que se amaba por su rol familiar. No era formal tutearla sino reverenciarla con la palabra formal de "madre" o el cariñoso amistoso de "mamá". Y quieres que vea a tu Platero que ha llegado a tu vida para llenarte de los heliotropos caídos del huerto y de las luces fugaces de mil noches de niño vividas en el candor de una mano que, sincera, acariciaba tu rostro para darte un "te quiero". Algunos, sin embargo, nos hemos quedado sin la suficiente cantidad de caricias. Y nuestras lucecillas fugaces, esas estrellas que pasan como el relámpago, son nuestros mejores recuerdos de esas ausencias. 
¿Qué clase de sortilegio es ese tan misterioso y tan visible halo que rodea la cabeza de Platero? Es como candela en medio del campo. Como si empezara a arder de fantasía. El humo de una llamarada en el horizonte es señal de que estamos viviendo esta existencia de mar, tierra, agua, aire. Cantan los pájaros de la arboleda antes perdida y ahora recuperada. La atmósfera es blanca como el armiño y, allá a lo lejos, una vaca está lamiendo, cariñosamente, a su ternero. ¡Las caricias! ¡Las ausentes caricias que ahora se hacen visibles, presentes, impertérritas ante el paso del tiempo!
Halo. Poesía. Mistrioso y visible halo. Misteriosa y visible poesía: "Tú eres ese sentido que sabe a conciencia, la llave espiritual de todas mis pasiones, el eje fundamental de toda mi existencia, la que abre la esperanza a toda mi inquietud dejándome impresa tu huella de mujer. Tú eres aquella que se alcanza con el almacuando el cuerpo crepita de ansiedad, la noche acrisolada de firmes desvelos y el halo indetenido, de luna carmesí, que besa a las estrellas en el cielo mientras el alba me baña de esperanzas. Tú eres pigmento de colores y susurros y mucho más que una hora detenida; eres el eco inacabado de mis ansias, la presencia del sueño arrebolado en el viento de la etapa primaveral, allí donde las golondrinas hacen su nido en medio de los minutos silenciosos y donde viven los gorriones su esperanza convertida en frescas hojas de laurel. Tú eres mucho más que una sonrisa prometiendo aventuras de paisaje... y mucho más que una suave caricia en medio de las olas de este mar... Tú eres, en fin, una promesa bendecida por la esencia perpetua de lo eterno".  
¡Llama venida a través del viento! ¡Llama llamando al ígneo corazón! No sé por dónde se pierden los caminos de Platero y tú sólo me señalas que las horas se han escondido entre las retamas de este tibio campo de madrugada. En la arboleda alguien ha dejado un corazón grabado sobre el sauce que antes lloraba.
Las jaras vecinas se derriten. El tomillo mezcla sus olores con las verbenas. Parece como si fuera la nueva fiesta, la nueva purificación de este aire que trae sonidos de esquirlas y que te calienta las manos mientras subes la empinada cuesta y Platero se detiene, por un breve momento, en mi memoria. Quizás sea, en verdad, un nuevo nacimiento, un renacer de la candela de los pobres, de la candela de los tristes, de la candela de los que se quedan atrás. 
Y se alegran los ruidos del murmullo del agua del pequeño riachuelo que sirve para saciar el fuego de nuestros deseos. 
... Camina, Platero,Chester, camina...
Yo le traigo a tu Platero la imagen de mi Chester para que juegue con él.
Chester es mucho más rápido que Platero, pero tiene la gentiloeza amistosa de esperar su trotecillo alegre para servirle de amigo reconocible. Hasta que llegáis ante una casa grande, uno de esos cortijos con las ventanas llenas de cristales donde la luz del sol refleja los colores del arco iris. Cae una fina lluvia y Platero y tú buscáis cobijo en el cortijo grande. Hay aquí lilas todavía blancas, campanillas azules que engalanan el fondo del patio y, al entrar en él, rememoras tu edad primera. Me pides que te cuente cuál fue mi edad primera mientras te concentras en dejar huellas de poesía sobre la hoja blanca de tus ensoñaciones. 
¿Mi edad primera? ¿Mis primeros recuerdos? Quizás también un patio arenoso lleno de niños y niñas entre los que yo me pasaba el tiempo jugando con los cristales en pleno verano. No. Yo sé muy bien que desde los cristales de las ventanas algunos ojos de niñas observaban mis juegos; pero yo estaba introduciéndome en la costumbre de crear un lento canto a la infancia en el teatro de la vida como El Juicio de José tal vez: "Mirádme bien... soy ese cúmulo de soledades cuya tristeza arrojáis cada día al basurero de vuestras hoquedades, el frío caminar de los pies desnudos y los harapos de vuestra privación. Tengo un corazón hecho a pedazos de tintes incoloros... de cierzos ventosos abatiendo la imposible sonrisa de mi infancia con la infame salvación de los neutrales despertándome un hambre de caricias. Mirádme bien... mi sueño no tiene grandezas de ilusiones amando la existencia. Mi sueño es sólo un cerrar de ojos para morir cada día en los caminos saltando cercas para no ser alcanzado por los dardos de vuestras punzantes codicias. Civilización llamáis a vuestras puertas canceladas... y en los umbrales siempre quedo yo imaginando que abrís una rendija a la conciencia. Mirádme bien... sólo tengo un espacio ya vacío de tanto mendigar amores posibles únicamente en mi memoria. Mirádme bien porque hoy voy a seguir muriendo un poco más.  No miréis los ojos de mi rostro... no hallaréis en ellos nada más que un mudo silencio entregado a la fría noche de la ciudad a la que llamáis convivencia. Sé que sólo es una mentira inventada por conciencias ajenas a mi frío... a mi hambre... a mi soledad...". Mi Juicio de José, amigo y compañero Juan Ramón Jiménez. No es el juicio del opulento Barahona o del desconocido Varona sino El Juicion de José escrito por mi propia conciencia y ajena a las trampas y traiciones. Con el frío, con el hambre y con la soledad no se juega a robar sus autorías. Hay niños que necesitan ser acompañados. Por eso El Juicio de José me pertenece ya que pertenezco a todos ellos. 
Platero y tú lo comprendéis bien al doblar la calle de las multicolores flores, con sus trajes de fiesta pasean los hombres y las mujeres y allá abajo, el riachuelo ha crecido su caudal. ¡Sigues soñando con las marismas! Quizás es que algunos hayan perdido el juicio a la hora de decir verdades y mienten sabiendo que las navajas de los barberos de Sevilla hasta pueden herir las conciencias. Sí. Esto es Sevilla. Esto es la verdad de un juicio que debe ser acabado sabiendo que la verdad está en el frío, en el hambre y en la soledad de quienes escribimos no para nuestros egoísmos como el opulento Barahona o el desconocido Varona sino como si fuésemos esa Corona de espinos que cubrió la frente de Jesucristo. Tal vez. Tal vez ese sea el halo misterioso y bien visible del que hablábamos tú y yo y no la superchería de querer ser autores de algo que no pertenece nada más que al mundo de nuestros sentimientos. Tras las esquinas sevillanas siempre hay mucho viento mostrando la desnudez de cada alma. 
Desde el mirador se ve el mar. Yo sé que más allá del mar vamos a hacer una travesía para decir verdades en las noches donde el público observa la función teatral y, a la hora de recoger aplausos, nos queda siempre la verdadera soledad del verdadero autor. Quizás es, como dijo alguien, que hay que hablar con propiedad pastor de la Comunidad.
Has llegado a la casa grande donde naciste, amigo y compañero Juan Ramón, y le cuentas a tu Platero que hoy es casa de la guardia civil. Recuerdas cuánto te gustaba de niño, con sus balcones de estilo mudéjar a lo maestro Garfia, con sus estrellas de critales de colores, con su cancela y las campanillas azules colgando, galanas de galanadura andaluza, de la verja de madera y cómo, en el fondo del patio, jugabas en tu edad primera. Otra vez la edad primera entre tú y yo y otra vez tu patio de adoquines festoneados de rosas y claveles y jazmines y mi patio seco de arena y sol.
Platero entra despacio por la esquina, como temiendo ser detenido por los del ticornio de charol y le gustaría ser marinero en tierra, quizás hasta marinero en mar antes de enfrentarse al de los bigotes grnades, el mirar adusto y la cara como de vinagre en salmuera. Yo me acuerdo de tiempos en que la guardia civil eran señores de la posguerra con tendencia a perseguir a los niños que jugábamos a las bolas o nos entreteníamos en el billar. Con un lento girar de mi memoria recuerdo: Hoy me has hecho recordar aquellos días de mi más tierna edad ,cuando me escapaba yo solo para ir a dar vueltas por el Madrid de mis ensoñaciones. Efectivamente, es la Cuesta de la Vega la que desemboca en el Jardín de Atenas. Allí, a la Cuesta de la Vega, iba yo siempre en primer lugar cuando me escapaba aburrido ya de las Matemáticas, la Física y el Latín. Era cuando yo estaba preparando estas materias que me habían sido suspendidas en Junio por los feroces profesores del Instituto San Isidro. Total. Adíos vacaciones de verano. A cambio de ello comencé a disfrutar de la abundante compañía de amigos y sobre todo compañeras y amigas que estudiaban poco en general. Al comenzar la Cuesta de la Vega siempre me asomaba a la barandilla para vislumbrar el horizonte: la soleada y resplandeciente Casa de Campo madrileña. Y luego corría todas las revueltas de la Vega hasta sentarme en uno de sus bancos (hay allí dos pequeños jardincitos con bancos) y me ponía e escribir poemitas (pasión por entonces en mi vida). Recuerdo que escribía poemas para todo lo que veía hasta, por ejemplo, un soneto sobre las hormigas (puesto que me quedaba minutos enteros observándolas trajinar de un lado para otro). En realidad sólo estudiábamos un grupo reducido de muchachos y una enorme cantidad de chicas. Teníamos de sobra para todos nosotros. Pero la que me gustaba de una manera muy especial era Teresa. Así que entusiasmado con Teresa y mis correrías por la Cuesta de la Vega un día me armé de valor y le dije que si quería escapar conmigo a viajar al Mundo de la Vega. Increíble. Ella no sabía qué era eso del Mundo de la Vega. Pero dijo inmediatamente que en otro momento más oportuno porque tenía miedo del hombre de los mostachos grandes que más parecía una guardia civil que un paisano de fiar. Asomados al pretil de la barandilla le conté innumerables leyendas mitológicas sobre los horizontes de la Casa de Campo. Leyendas imaginarias que se escurrían a borbotones desde mi mente y que a Teresa la hacían reir sin parar. Nos sentamos, ya agotados, en uno de los bancos del primer jardincito de la Cuesta y cambiamos de tema. Eran ya temas de tal calibre que terminamos por encogernos el corazón. Le dije que para mí ella ya no era Teresa sino Dulcinea. Yo entonces ya era conocido por mis amigos como libertador de chavalas de las garras del tío de los bigotes que más bien parecía un guardia civil de los de entonces y no un paisano de los de fiar. Después de eso, mi padre siempre me miraba como queriedo estudiar mis emociones y mi madre me preparaba el almuerzo que yo comía sin decir absolutamente nada. 
Desde el mirador de Moguer se ve el mar. Desde el mirador de la Cuesta de la Vega se ve la Casa de Campo. Y entre el mar y el campo se sitúan todas esas noches de sueños inacabables. Tú subido en tu Platero. Yo subido en esa luna mental que siempre me llenaba de estrellas femeninas el pensamiento.
Dios te ha dado la oportunidad, amigo y compañero Juan Ramón, de poder contar a Platero historias de palacios de cristal. Yo, en el Palacio de Cristal de Madrid, también jugaba a ser pirata guardando tesoros de mi memoria en la cueva sin nombre. ¿Qué nombre podemos darle a las últimas flores del verano? Soñemos, por ejemplo, que son las zarzamoras. ¡Silencio, que cantan las fores!: "En el café de Levante, entre palmas y alegrías, cantaba la zarzamora. Se lo pusieron de mote porque dicen que tenialos ojos como las moras. Le habló primero a un tratante, y olé, y luego fue de un marqués que la lleno de brillantes, y olé, de la cabeza a los pies. Decía la gente que si era de hielo, que si de los hombres se estaba burlando, hasta que una noche, con rabia de celos, a la zarzamora pillaron llorando. ¿Qué tiene la zarzamora que a todas horas llora que llora por los rincones? Ella que siempre reía y presumía de que partía los corazones. De un querer hizo la prueba y un cariño conoció que la trae y que la lleva por la calle del dolor. Los flamencos del colmado la vigilan a deshoras porque están empastillados en saber del querer desgraciado que embrujo a la zarzamora. Cuando sonaban las doce una copla de agonía lloraba la zarzamora. Mas nadie daba razones ni el intríngulis sabían de aquella pena traidora. Pero una noche al levante, y olé, fue a buscarla una mujer; cuando la tuvo delante, y olé, se dijeron no se qué. De aquello que hablaron ninguno ha sabido mas la zarzamora lo dijo llorando en una coplilla que pronto ha corrido y que ya la gente la va publicando. ¿Qué tiene la zarzamora que a todas horas llora que llora por los rincones? Ella que siempre reía y presumía de que partía los corazones. Lleva anillo de casado, me vinieron a decir, pero ya lo había besado y era tarde para mi. Que publiquen mi pecado y el pesar que me devora y que todos me den de lado al saber del querer desgraciado que embrujó a la zarzamora".
El agua fresca corre alegre bajo el sol. Platero mira cómo juegan felices los niños a su alrededor. Los niños con las piernas al aire... mientras que los gorriones acuden en bandadas bullangueras a besar las buganvillas y a enhebrarse en la yedra de las calles. El agua fresca corre alegre bajo el sol y tú, Juan Ramón Jiménez, escrbes algún sentimiento escondido mientras pienso.
Calor. Hoy no vais Platero y tú al campo. Es día de meditaciones. Corren los colores de la mañana por encima de los tejados donde los gatos se han subido, asustados por el griterío de los niños, y unas barcas, como de papel, hacen navegar por el riachuelo que corre entre la yerba de la entrada del pueblo. Ves el sol instantáneo. Meditaciones. Te sientes algo débil por la presencia anímica del pensamiento. Quizás es que el alma de Platero es la parte esencial de tu propia alma. Yo pienso que algún día veré tu Moguer para pintarlo de colores en mi cuaderno de tapas azules: "Me gusta verla feliz; soñando con tantos millones de proyectos que toda su vida es una infinita ensoñación... y me gusta inundarme de esos sueños y navegar junto a Ella, con Ella, en Ella... por todos los océanos pacíficos donde se embarca para conquistar ideales más allá de los abismos. Plus Ultra. Más allá. Siempre más allá. Y me gusta verla feliz de esta manera, participando en todas las tareas como capitana del navío múltiple y disciplinar... compañera inseparable de la aventura. Y me gusta, insisto, invadirme de esos sueños y navegar junto a Ella, con Ella, en Ella... la Princesa de toda mi existencia... Me he pasado toda la mañana, por esas circunstancias que sólo Dios conoce, junto a Ella. Era necesario saber que la tristeza marchó hacia otros horizontes y ahora, tomando el café juntos, la siento y la noto tan cerca de mí, tan mía, como desde cuando Jesucristo me la presentó. Era necesario superar el escollo -ese escollo que aparece de vez en cuando como peñasco interpuesto por el brujo de turno- para recuperar, de nuevo, toda la sonrisa. Y Dios siempre está presente en la recogida de toda la esperanza para transformarla en camino común. Ella, la Princesa de todos mis sueños, vuelve a estar feliz inundándose de sueños y a mí me gusta navegar junto a Ella, con Ella, en Ella... Con esas gratificaciones de la Princesa entregada a la tarea de conquistar fundamentos, Dios permite que pueda recuperar el tiempo y acompasarme al mundo abandonando viejas añoranzas... Ya el resto del día no tiene importancia salvo que el rumbo de todo nuestro diario discurso debe ser siempre el mismo que nos impone la condición cristiana de nuestras naturalezas de soñadores sin jamás abortar a ninguna de nuestras condiciones dadas por Dios. Y sale a la palestra el tema del aborto. Y sale a la luz pública, como ya han divulgado algunos ex abortistas que ahora se consideran criminales, que el aborto es un asesinato de primer orden, con alevosía y premeditación, donde la víctima, a pesar de ser inocente, no puede jamás defender su vida a la que sin duda alguna tiene pleno derecho... La Princesa de todos mis sueños jamás permitiría en mí abortar ninguna promesa. Y esta noche, en que estamos unidos por nuestro sempiterno amor, sabemos que éste no abortará... Ella es apasionadamente loca pero apasionadamente brillante, como me hace saber Dios mientras soñamos, ambos, con futuros llenos de sueños". 
La gente va más de prisa cuando más despacio deben caminar. ¿Sabes tú por qué sucede esa cosa tan extraña que crea urgencias cuando solamente es necesario dejarse llevar por la corriente plácida y suave de la existencia? Yo sé que Platero no entiende pero... ¿y tú, Juan Ramón?... ¿entiendes tú a las personas adultas que se han hecho demasiado mayores y no tienen ya tiempo para jugar?
Corren, esquivando a las lujosas calesas tiradas por caballos blancos, las lecheras con sus cántaros bajo los brazos, como si llevaran un verdadero tesoro al mercado. En el mercado la gente se agolpa, algunos tosiendo de tanto fumar.
Sin duda, el ciego que toca el violín, sabe mucho más de la música que quienes se creen portadores de la verdadera esencia de Chopin, Mozart y Beethoven. De su violín surgen las claras notas de la "Fantasía Capricho" de Martín Melitón Pablo de Sarasate y Navascues. A su alrededor, un grupo de turistas suecos se quedan asombrados mientras un mozalbete arrea a su recua pasando muy cerca de ellos. Las notas desgranan a manera de noria del tiempo y es un desahogo para tu alma observar, mientras escuchas al virtuoso violinista ciego, el torreón del Castillo. Una burra sube la empinada cuesta.
Las almenas del Castillo cortan secamente el cielo azul. En medio de la algarabía general estás tú con tu silencio acariciando las crines blancas de Platero mientras piensas en la pureza de la amistad.
Todos creen que tienes frío y, sin embargo, es que no saben que a veces tiritan de pasión los poetas enamorados. No sé cuál es la razón para que muchos crean que la poesía más romántica es la de la tristeza. No es cierto. Tú y yo lo sabemos. Por eso te acompaña la música de la fantasía del capricho del violinista ciego. 
La burra se esfuerza por subir cada vez más deprisa y Platero atiesa sus orejas como queriendo darla el empuje necesario; pero tú guardas silencio. A tu alrededor muchos te miran como si fueses ese extraño viajero que has surgido de la niebla. Creen que eres un turista más sin darse cuenta de que aflora en ti el alma de tu tierra. 
¡Platero está escuchando ese anhelo que te surge mientras contemplas la dulzura de su presencia junto a ti!. Eso es quizás la verdadera y profunda y blanca e ingenua amistad. La que nunca traiciona. 
Y entonces me escuchas con gran intensidad: "Era grande el sueño entre la niebla, algo así como una luna dejando huellas acrecentadas en un prado que estaba mirando al cielo desde su cálida siesta y se contemplaba la dichosa esperanza de los mirlos bebiendo en el aire sus fantasías. En la bahía... ¡bendita bahía!... los cinco círculos del planeta jugaban con la blanca vela de mi barca que, hechizada por los cantos de las sirenas marinas, me invitaba a ir a la mar... a la mar... a la alta mar... hasta llegar a fusionarme en un punto lejano llamado horizonte"...
¡A ver quién llega antes a la ilimitada fantasía!
El premio no es quién gana o quien pierde. El premio es poder sentir la víspera de la alegría.
¡A ver quién llega antes a las violetas! Pero yo me detengo... y tú te detienes... y no queremos correr como hacen los demás. A ti te la ha cantado Federico García Lorca: "En el blanco infinito, nieve, nardo y salina, perdió su fantasía. El color blanco, anda, sobre una muda alfombra de plumas de paloma. Sin ojos ni ademán, inmóvil sufre un sueño. Pero tiembla por dentro. En el blanco infinito, ¡qué pura y larga herida dejó su fantasía! En el blanco infinito. Nieve. Nardo. Salina".
Yo, sin embargo, tengo que crearla para mí mismo porque nadie me ha cantado una sinfonía singular salvo Ella: "El mismo de todos los días que llega alrededor de tiy se encierra en sus pensamientos para oír todos tus enigmas; que juega a charlar con todos tus encantos en la sala de juegos de la Fantasía. ¿Ves cómo es cierto que los diccionarios contienen información más allá de las palabras? Pero no contestes todavía hasta aprender lo que dice cada hoja de abeto, de cerezo, de almendro o de laurel. En esta ocasión también soy yo interviniendo en todos los objetos que me guían a esa memoria en que tu voz me informa directamente de toda tu travesía del ayer. Recuerda que no hay problema indescifrable en lo alto de cualquiera de nuestros misterios. ¿Quién dijo que tu voz no es argentina en el interior de todo mi pensamiento? Hoy jugamos aún, todavía, a pesar de las distancias que quieren imponernos. Recuerda que ha llegado ya la hora de establecer nuestra propia existencia sin líderes que quieran recortarla ni que intervengan en este nuestro Destino establecido por el mutuo acuerdo contenido y hecho posible en nuestros adentros. ¿Te has puesto hoy de acuerdo con las estrellas? Entonces haremos reunión familiar bajo ellas tú y yo y nuestra Verdad... ¿Verdad que cada momento es un eterno sueño real y puesto en práctica con nuestras afirmaciones? Soy yo, en esta habitación de nuestra Fantasía, quien supera las voces ajenas para decirte que no hay nada que detenga el nuevo sentimiento de mis canciones. No sé qué pasará cada día del mañanapero sé que hoy estamos iniciando la única canción de nuestras nuevas formas. Soy yo quien está tan cerca de ti que estoy en lo profundo de tu alma. Somos Tú y Yo y el Espíritu Valiente".
Y me vuelvo más sentimiento: "¿A quién importa, díme tú, que mis manos busquen horizontes donde los cometas golpean sus dedos con las arterias del universo pleno? ¿Díme a quién le importa que mi vida gire en los círculos llameantes de la historiatropezando con los versos sucesivos y el plasma de un instante sobre el cielo? Yo te entrego todos mis minutos para que la bruna luna del silencio los llene de besos de esperanza en esta noche de luz en sus caricias. Y abren las horas compartidas en tu sueño anónimo y templado en esta ruta de ser sólo humanos en el largo trayecto de las palabras. Yo te entrego lo imposible de mi pulso solidario como emblema de fantasía y en el hondo silencio de la savia de todo lo imposible de mis manos en vivo te esculpo la Estatua del Paisaje como medida infinita de mis ojos".
Y más misterio: "Mis palabras hablan en forma de espiral alimentándose con plasmas siempre entrelazadas para salir de los olvidos del aire y cuando llega el desaire de sentirse todas ellas abrazadas en una especie de mitral... mis palabras se vuelven cristal forjado en el fuego de la tarde. Comienzan en el silencio y sus misteriospara hacerse poco a poco alarde de pirotécnica ignición inacabada. Y para convertirse en ideas largas se extienten por todos los silencios en las tranquilas aguas de sus algas... Siempre son un poco morirse en este fuego que las hacen presentarse blandas hasta enrojecerse de diccionarios luengos quemando deseos hechos hablas. Aliadas con el fuego de las sílabas átonas, agudas, extralargas... o simplemente monosílabos lentos que manifiestan sus sentidos en las anchasmesetas del vocablo tenso, del diálogo con lo que pienso, a través de las noches encendidas y altas. Mis palabras son sólo un vocabulario de sentires que se queman en las albas".
Platero ha ganado a las niñas que corrían intentando llegar antes hasta las violetas. Es de color violeta la colina donde los vientos han proclamado su victoria. Platero era el invitado de honor y debía ganarse ese honor con su esfuerzo insuperable y, aun cuando alguna de ellas protestaba, lo justo era ofrecerle las hojas de laurel de la Victoria a Platero; a ese Platero que, en su vivo correr, ha dejado tras de sí tu pensamiento: "Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido... Y se quedarán los pájaros cantando". Cantarán también los pájaros este silencioso caminar hasta llegar a la residencia de los leves gorriones que se pasean por la alameda de mi corazón. 
¿Hablamos del corazón, Juan Ramón? Ganará de nuevo tu Platero y yo seguiré viviendo.
Sí, Platero es corazón más puro, más sencillo que cualquiera de mis expresiones para Chester. Por eso sigo la senda de los secos arenales. 
Las niñas han vuelto para seguir protestando cosas de su infancia. Hasta hay una que lleva ya el cabello envuelto en sus ideas juveniles. 
- ¡No vale, Platero! ¡Tú tienes cuatro patas y nosotras sólo dos piernas!
Ya le has dicho tú que de eso no tiene la culpa Platero pero ella, rebelde con causa o sin causa pero siempre rebelde quiere que el premio vuelva a repartirse... como si fuese válido que los premios concedidos se les pudiesen arrebatar a los soñadores. Platero no sabe leer pero entiende las expresiones.
Ella, ya seguras de que él no va a volver a correr más, se marchan soltando y riéndose. Sí. Platero no volverá a correr ya más.
Entonces, acordándome de mí mismo, pienso en Chester. ¿Quiéres escuchar tú, Juan Ramón, ahora que en la ciudad ya nadie sabe escuchar lo suficiente? Yo también le he rodeado de amistosas compañías para hacerlo más humano. Pongo su honor fugaz, su fugaz estrella, su fugaz encanto y la fugacidad celeste de este día para conversar con su alma. 
Wendy.- ¿Qué es el hombre, Chester?
Chester.- Si te refieres al hombre en masculino, amiga Wendy, es un ser incompleto... aunque algunos se creen completos del todo. 
Wendy.- ¿Y qué hace un ser incompleto como el hombre en este mundo?
Chester.- Algunos son capaces de evolucionar, Wendy... y esos son muy valiosos. 
Wendy.- ¿Y las mujeres?.
Chester.- Sobre las mujeres es mejor que te hable Toby. Es más experto que yo en ese tema. 
Wendy.- Toby... ¿puedes tú explicarme qué es una mujer?.
Toby.- Querida Wendy, una mujer es un ser humano a la que muchos hombres no la dejan ser completa.
Wendy.- Dicen de las mujeres que, por las noches, las lunas las completan.
Toby.- A veces, Wendy, a veces...
Chester.- Cuando los hombres casi completos les permiten tomar baños de Luna Nueva... pero por lo general abundan más los hombres nada completos que se lo prohíben.
Wendy.- ¿Por qué hacen eso?.
Chester.- Por celos, por envidia, por avaricia, por soberbia, por complejo de inferioridad, por machismo, por donjuanismo... en fin... por cosas del alma de los hombres incompletos.
Wendy.- ¿Y son los donjuanes los hombres que mejor conocen a las mujeres?.
Chester (sonriendo).- Jejejeje... los donjuanes son precisamente lo contrario. Los donjuanes no saben ni tan siquiera lo que es una mujer. 
Wendy.- No entiendo...
Toby.- Te lo voy a explicar yo, Wendy. Los donjuanes alardean de ligar con quince mujeres cada mes... ¿tú crees que se puede conocer a una mujer en sólo un par de días?
Wendy.- Etoy segura de que no.
Toby.- Esa es la respuesta, querida. Es por eso por lo que los donjuanes no conocen ni siquiera a una mujer.
Wendy.- ¿Y es cierto que son homosexuales?.
Chester (sonriendo).- Jejejeje... Wendy... deja que te lo explique yo ahora. Verás... sociológicamente son hombres... pero psicológicamente son homosexuales. 
Toby.- Wendy, todavia eres muy pequeñita para poder comprenderlo pero cuando vayas creciendo lo entenderás perfectamente. Es un complejo de inferioridad que se llama misoginia, o sea miedo a la inteligencia de la mujer. De ahí (que es una clase de impotencia de género) a acabar siendo homosexual sólo hay un pequeño paso. 
Wendy.- ¡Cuántas cosas aprendo en un sólo día hablando con vosotros! ¿Paseamos juntos esta noche?
Chester.- Por supuesto. Cuando salga la luna...
Y al salir la luna...
Wendy.- ¿Es linda la luna verdad?
Toby.- Jejeje... Wendy... para ser tan pequeñita conoces muy bien la luna.
Wendy.- Sí. 
Toby.- ¿Te has fijado bien en las lunas?
Wendy.- Si. 
Chester.- Perdona que te conteste yo ahora, Wendy. Los hombres incompletos son las lunas menguantes y los hombres que evolucionan hacia la completud son las lunas crecientes... ¿entiendes?
Wendy.- Perfectamente. ¿Y qué pasa con las mujeres?
Toby.- Ahora voy yo con tu pemiso, Chester. 
Chester.- Por supueto. Permiso concedido. 
Toby.- Las mujeres que ya son mujeres completas son las lunas llenas.
Wendy.- ¿Y las que todavía no son mujeres del todo?
Toby.- Esas son las lunas nuevas. 
Y mis perritos Chester color canela, Toby el pequeño bohemio y la traviesa Wendy siguieron caminando por la playa...   
¡Qué ilusionado estás esta noche, amigo y compañero Juan Ramón, porque te has enterado ya del todo que los sueños son mucho más que esa simple definición de los diccionarios! ¿Tú crees, de verdad, que un sueño solamente es un acto del dormir e imaginar sucesos con los ojos dormidos? Entonces... ¿qué es Platero?... pregunta a tu alma qué es Platero. Platero es un sueño de ojos despiertos y, si deseas convencerte del todo, observa cómo dentro de él solamenmte hay vida. Platero es el sueño de todos los que abren los ojos para soñar. Sueño en sí mismo. Realidad soñada. Vida real. 
Antes de cenar subes a la pequeña buhardilla del caserón dónde os han dado cobijo a Platero y a ti. Platero y tú de nuevo dentro de los espacios bohemios de algún corazón que os observa desde la lejanía para sentiros más presentes. Allí apuntas datos del pasado. ¿Puedo jugar yo con mi pasado para escribir también datos del futuro? Tomamos café por la mañana pensando en los viejos fantasmas del ayer pero más allá de las postrimerías de cada inicio se encuentra la reformulación de los nuevos encuentros... encuentros con las sinfonías de un futuro que se expande con las volutas humeantes de nuestro quehacer diario. Café de inicios que rueda por las aristas de nuestras sensaciones y abre espacios nuevos a las ristras de edades por vivir. Tenemos un suspiro en este día cualquiera de nuestras existencias y vemos que, adornándonos la esencial presencia de cada misterio, hoy es un pasatiempo más ajeno que tenemos que sentir. Y en cada sorbo que tomamos se nos abre un futuro de esperanzas que ya está rayando la barrera de lo insostenible. Así que, aislados de un presente sin materia, creamos una existencia de verdades colgadas en los sueños de cada uno de nosotros. Y seguimos sorbiendo tramos de existencia sin dejar de pensar en lo inaudito de cada uno de los segundos en que, sentados ante la máquina, nos convertimos en verdaderamente humanos. Y es que el tesoro del futuro es vivir este volver a ser. 
Después te entra la risa porque Platero no sabe, a ciencia cierta, en qué lugar de la cuadra está el misterio de su sueño y da vueltas sin cesar sobre su existencia.
Nuevo día para el tiempo del descanso. Un turista de pelo rubio, de cara rubicunda y enrojecida por los efectos del sol andaluz, insiste una y otra vez en tomarse una fotografía junto a Platero al pie del Monturrio. Yo reubico mis sueños de guitarra con mis sueños de mujer: "Acaricio las ocho cuerdas y templo las líneas exactas pensando solamente en ti, la de los ángeles vivos y las gaviotas rojas volando tan cerca del Castillo. En lo violeta de tu sonrisa baila la fiesta del torrente alegre y yo silbo como una centella una canción de amor sin ruídos. Esta mañana estoy nadando en el vacío sonámbulo de la aurora del verano, mientras la vida flota en la luminosa estela de un pequeño rayo de luz. Hay un silbo de onda pura en las hojas frescas del almendro y un bosque de corales y de náyades sueño en las borradas huellas de mi paso. Las alas del viento traen perfume misterioso como rumor legado de la creación entera y una alfombra de blancas perlas se mece sobre los gnomos y los elfos del bosque. Entro en el bosque que atraviesa el mundo y me acerco a la idea de un planeta sin forma; un planeta distinto a todos los conocidos que ha dejado de girar sobre su eje para hacer visible esta instantánea de bosque, nubes y bruma matinal. Más allá, dónde aparece el sol, la existencia se hace luminosa en el éter y yo me adhiero a las plantas del camino para ser siplemente ámbar de arrebatado sonido. Al igual que lo es el infinito, también aquí el tiempo es una línea horizontal con la tierra y con las casas. Los habitantes del planeta surgen por las esquinas y los costados abiertos y ya, compuesto de ojos habituados a vernos, me acomodo en el perfume de las rosas rojas. La noche está soñando ángeles de amor en tus pupilas y hay estrellas tan fugaces en ese tu mirar enternecido que no existe distancia tan temprana como ver tu mirar en mis caricias. Lejos de todo este mundo mudo se escucha la voz de mi poesíadándole calor a tu presencia en medio de esta noche tan vivida. Me seduce la sombra de tus ojos llenos de nostalgia y de pronombres y me nombras evocando la llegadadel nuevo sol en la frontera. Más acá, en el lecho acostumbrado a los besos ardientes de las flores, Dios ha puesto su Palabra en la vida de toda tu presencia y yo tomo la vela encendida en este pequeño hogar llamado anhelo y te hago fantasía hecha poema en medio del nacer de lo infinito. Soy yo el verso derramado en tu cuerpo de roja sinfonía y el ritmo de tu corazón ardiente palpita en mí como un silencio. Silencio. Todo es un principio inacabado que sigue la huella de tu lecho y, cual crepúsculo encendido de amapolas, la roja sangre se vierte en tus entrañas. La noche sueña con umbrales abiertos en tu espacio de minutos que, segundo tras segundo, ya palpita en el centro de tu imagen sumergida y yo me busco en tu oleaje para sentirte en la playa de mi sueño convertida en hembra adolescente que me observa desde la arena en que reposas. A tu lado mi guitarra yace herida de amor y es una tránsfuga presencia para estar con tu cuerpo entre mis manos como un vals de estrellas en tu boca. Soy yo quien te envuelve en la espuma de las olas que acarician tus caderas y entras a formar parte de la imagen de la interna sensación de mis arterias. Sangre a sangre, cuerpo a cuerpo, tu voz calienta mis sentidos bajo esta luna de alma engrandecida. En la playa menor descansas pura y a tu virginal presencia inmarchitada le pongo una rosa entre sus manos. Acaricio entonces mi guitarra haciéndola cantar, en media noche, un poema de amor eternizado bajo el cielo saturado de estrellas. Ya no hay otra cosa que perdure más que mi amor sobre tu cuerpo enervado. La playa arde en esta noche en que uno mi sueño a tu belleza . Y te recuerdo en la memoria de mis dedos cuando escribo tu nombre en las estrellas; en este anochecer de soledades, donde la cama está fría sin tu cuerpo, cuando las horas de mi reloj se vuelven un lento recordar ese ayer en que reías. Y te recuerdo en la memoria de mis dedos cuando rozo las sábanas vacías y el frío se cuela por la ventana, se enrosca en la humilde bombilla de la buhardilla y me aprieta las venas con su concierto de música de jazz. Y te recuerdo en la memoria de mis dedos cuando tocan la s cuerdas y empiezan a computar números imaginarios que van desde el alfa hasta el omega y, desde allí, se lanzan al infinito recuerdo de tus rojos labios. Y te recuerdo en la memoria de mis dedos cuando rasgo las cuerdas de la guitarra con su canción de silencios... cuando la luna brilla sobre la almohada del cansancio, la fatiga y este seguir escribiendo en el aire sílabas sueltas. Y te recuerdo en la memoria de mis dedos cuando escriben el siempre penúltimo poema amoroso de la noche: Solo existe la luz de tus ojos en este sentir / en este estar soñando con el alba de los sentimientos / en este quedar dormido con la mano acariciando tu rostro y tu cabello / en este no morir jamás sino en el interior de tu corazón".
Las verdaderas poesías tienen ocho sentidos: p de pasíón, o de oro, e de esperanza, s de sencillez, i de imaginación, a de amor y s de silencio. 
Platero y tú ya sois el alma de Moguer, el pan que comen las cigüeñas dispuestas a partir hacia otro destino. Y Moguer se convierte en cañaveral cristalino bajo el festoneado cielo azul, en medio del vino y la veleta de la iglesia barrial, colmando sus copas arbóreas de corazón generoso. El anciano de la taberna, ahora charlando con el turista norteamericano, acodados ambos en la barra de madera, enciende un puro habano. Es uno de los supervivientes de la guerra y ya sólo ama la paz. 
Todo el pueblo huele a uvas con sueños de plata. El maestro de escuela está repasando sus próximas lecciones sobre la Conquista de América y, entrecerrando sus ojos, en el pequeño estudio de su pequeña casa blanca, se levanta de su sillón de anea y se acerca a la estantería para escoger un par de libros en esta hora en que el sol se acerca a su poniente. Es un sol que se ha convertido en líquido y fino polvo de historia. Dentro de muy pocos días ya estará de nuevo ante sus pequeños alumnos y sus pequeña alumnas intentando hacerles entender que las carabelas siguen viviendo.
Recuerdas la fuente donde bebías agua como si fuera el manantial de tus alegrías infantiles y, de repente, te envuelves en la nostalgia de una tarde de abril. Yo también tengo un sueño de abril en mis primaveras: "Pasaron los minutos en mis dos relojes. En el más grande, el de la esfera plateada y las agujas rosadas, descubrí un páramo de fértiles esencias. En el más pequeño, el de las manecillas en forma de flor abierta, comencé a perdonar esos minutos cargados de tristeza: "... y estaba triste la princesa aquella tarde de abril en que los pájaros habían abandonado sus trinos para escuchar el suave rumor de las aguas y aquella tonadilla que algún zagal tocaba en las laderas del semiescondido valle...".
Paseas por tus calles adornadas de luz con tu fábula poética a lomos de Platero. Yo también poseo mi propia fábula poética. Escucha, amigo y compañero Juan Ramón mientras Platero atiesa sus orejas para escuchar mejor: "De la claridad diáfana de tu presencia emerge el código del sueño repentino y recorren el sendero de tu vientre mil paradojas de anáfora en camino. Besar la sinfonía de tu cuerpo es entonces fulgor de ardoroso destino y en la sombra nocturna de la alcoba la luna clava su parabólico respiro. Te conviertes en metáfora del embeleso en ese fragor breve y diamantino y tu fábula de larga cabellera surge de la brisa como un tenue suspiro. Entonces me sumerjo en tu mirada para viajar al horizonte vespertino y una fiesta de ancestral hipérbole queda abrazada a la luz contigo".
Fábula para sentir verdades, Juan Ramón... y para contarle a Platero ese repetir acentos suaves que sirven para plasmar en un poema el concierto de las palomas en medio del bulevar de la adolescencia pero convertidos los versos en plumas de escritura verdadera. ¿Cuáles son nuestros motivos para convertirnos en enigmas? Tú tienes tu enigma y yo el mío. Tu enigma se envuelve en los ojos negros de Platero y el mío se enreda en una mirada de color de miel.
"Cuando el alma me invade de nostalgia me asombra lo difusa que se vuelve la mañana sin sol y en la penumbra. Yo dispongo entonces de minutos para medir la distancia entre nosotros y busco excusas que me centren lejos del caos y del retorno. Y sobre los instantes pasajeros del silencio encuentro lo extraordinario en la gente que veo pasar entre los pinos del bosque y la espesura. Medito entonces en lo continuo que es este vivir en lo real y deseo hundirme en lo soñado para no tener que recordar... Gravita la atmósfera pesada en forma de sonidos y silencio unidos ambos en el compásdel movimiento de las hojas del laurel. Cada instante es un pasatiempo de juegos imposibles con el aire que derrama ideas sostenibles por el ala leve donde, errante,el concierto se convierte de repente en luz diáfana sobre el agua. En el empuje de este oleaje me lleno de presente perdurable. Y es de veras que las horas pasan lentas, pausadas, tolerantes con el sagrado presente de los imposibles y el tumulto de mis ideas tan errantes. Ajustándome a la tersura de las hojas equilibro mi pensamiento en el cristal de las aguas claras que someten su fresco líquido a mi entorno y busco, más allá de los pinares, lo inmóvil de la esencia del estío. ¡Qué cerrado es el tiempo sucedido entre el segundo, el minuto y las horas! Como íntimo secreto de la luz no cesan de venir en mi ayuda los rostros de las gentes caminantesque se suceden en una sola antología de esperanzas buscadas en el valle.Tranquilidad en el ánimo sereno de la trémula hoja que se abate, poco a poco mecida por el viento,hasta llegar a la tierra que la abraza. Siesta del entorno circundante donde el tiempo paraliza su carrera  contra el reloj y entra en la tarde. Se hace universal esta presencia de seres que respiran el mismo aire... ¡y con qué destreza se entremezclan en un mismo río todas sus sangres! No busco con ello retenerme en el pensar alejado y presuroso si no que aquieto toda la mirada aunque sin cesar sigo meditanto en el valle con el lago tan pulcro y tan visible de la vida cotidiana y el detalle. En el principio debieron ser las horas que Dios colocó como inmortales.Esta inhumana semejanza entre seres humanos y la catástrofe de la noche que llega inexorable me hace buscar ya un refugio para dormir sin tener que molestarme. Con recónditos azares yo encuentro mi propio lugar en el silencio que tiene amistad con los luceros y allí, debajo de los pinos, cierro los ojos para acordarme... El despilfarro de energías es posible que nos ayude a sentirnos más ligeros cuando soñar queremos con la vida. Y entonces, siempre suave y perseguida, aparece la musa deseable. Hay un lugar para dormir que de nombres nada sabe más que un verbo apresado en la memoria: ¡acostarme! Y domino todos los detalles del recuerdo diario y pasajero, del recuerdo y de la tarde... Sombrea la luna el espacio que existe entre yo y la laguna y en medio de la noche oscurecida se marca en el reloj la una.Queriendo resolver estos enigmas llega a mi alma lo sagrado del momento en que los seres se afirman en su sueño sin quererlo; mantengo entonces mis sentidos sobre la faz del pinar... y en el aire queda colgando una pregunta: ¿ya es tan tarde? Quizás sea tarde para muchos pero abro los ojos y observo que hay en el cielo, desterradas,algunas aves... Y entonces sí me quedo ya dormido sabiendo que en la noche hay quien sabe encontrar caminos de salida hacia el infinito de los tiempos". 
Fiesta. Vino de verano y fiesta. Los niños se han disfrazado de toreros, payasos y majos. La más guapa de las niñas ha puesto guapo a Platero al colocarlo en medio de la Plaza Mayor con un aparejo moruno bordado de rojo, verde, blanco y amarillo. Todo recargado de arabescos. 
Cada segundo de nuestra existencia es trascendental porque es irrepetible pero también lo es porque en un segundo determinado nos ocurre la dicha, la desdicha, la alegría, el dolor... y es en ese segundo, contemplando su fotografía, cuando rememoramos aquella dicha, aquella desdicha, aquella alegría, aquel dolor.
Medimos mal la edad. No deberíamos ir cumpliendo año tras año -es una medida en la que ocurren demasiadas cosas para poder configurarnos de tal o de cual manera- sino que deberíamos ir cumpliendo segundo tras segundo... auque algunos dirán que entonces tendríamos que estar continuamente celebrando fiesta.. Pues sí. Eso es. Ojalá estuviésemos celebrando continuamente, segundo tras segundo, la fiesta del vivir. 
Fue en un determinado segundo en que un hombre o una mujer inventó el fuego... fue en un determinado segundo en que un hombre y una mujer se miraron a los ojos para sentirse enamorados... fue en un determinado segundo en que logramos alcanzar un sueño hecho realidad o también se nos desvaneció un sueño para entrar inmediatamente en nuestro anhelo, al segundo siguiente, un nuevo sueño por el que luchar... Sí. Deberíamos estar celebrando fiestas segundo a segundo y no año a año en nuestra pertenencia a la clase humana. Para ser más consolidados en todo nuestro quehacer.
Por fin Platero sale del círculo de mujeres que, sujetadas por sus manos, rodeándolo, no han dejado de bailar para él. Platero está asustado. El sabe que no sirve para llevar puestos tantos aparejos de adornos dorados y de rico costo. Eso queda para las Vírgenes. Ni Platero ni tú servís para eso. Quizás yo tampoco soy así.
Cerca del hospital, por donde vais en vuestro caminar alegre, un par de monjas mercedarias vuelven la cabeza para observaros. ¡Qué rara y extraña costumbre es ésta de que las monjas de las mercedes paseen de dos en dos, como enamoradas, con los rosarios en las manos! El ocaso del sol ha comenzado. Le das unas palmadas en el lomo a Platero y éste, de repente, inicia un pequeño trote, raudo como saeta de fugaz recuerdo, para alejarse pronto de este par de raras y sospechosas monjas que os miran, ahora con rostro adusto y santiguándose algo hipócritas, como pensando que sois dos almas perdidas. Tú sonríes, te quitas el sombrero andaluz, y huyes de ellas para acompasar tus pasos con los de Platero alejándote hacia los corrales.

Todos, en este mundo, quieren ser felices y tú, como uno más de ese todo universal, también lo deseas con todas las fuerzas nobles de tu corazón, así que huyes de las acusaciones e insultos cargados a tu espalda, como manera traicionera de su querer convertirte en lo que a ellas interesa. Interés. Eso es lo que adorna a muchas religiosas y a muchos ancianos vestidos con sotanas negras. Para olvidar, para no hacer daño, para escapar de ese muro que te han puesto como barrera de tus profundos sentimientos, saltas el muro todas las noches y te introduces en la niebla de la gran ciudad... para perder la memoria y no tener que recordar... y sigues callando mientras vas cayendo... sigues callando mientras vas cayendo... sigues callando mientras vas cayendo... y ya no deseas cantar... pero en medio de la más profunda oscuridad, ahora que ya es de noche, alguien sigue cantando dentro de tu corazón. Has llegado al final de todos tus cansancios paseados de parte a parte de la ciudad.
Al igual que Jesucristo, te has liberado y Dios te ha transformado eligiéndote como cantautor de juveniles presencias. En el centro de tu hogar estás partiendo un melón dulce y, al sabor de sus esencias, escribes... escribes... escribes...
Limpias las pepitas del melón, que son como pequeños sueños dorados en medio de la oscura noche. Llama a tu puerta un pobre con su platillo. Le invitas a compartir el melón contigo y él entra, silbando feliz y contento, justo cuando la luz eléctrica vuelve a funcionar. Después, acabado el melón, le entregas tu tarjeta:
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ MANTECÓN. ESCRITOR Y POETA.MOGUER.
¡Qué grande y luminoso es tu sueño esta noche, Juan Ramón, mientras descansa tu sombrero en el perchero de la puerta del corral y yo, bohemio de la luz de la luna, paseo con las manos en los bolsillos, camino de La Corrala que se encuentra entre la calle del Tribulete y la calle Sombrerete y esquina a Mesón de Paredes de Madrid! Encuentro allí, entre personas de la farándula y el festejo, motivos para llenarme de música de estrellas.
Veranos de Moguer y veranos de la Villa de Madrid. Una línea recta une el paisaje de las fiestas taurinas y este tinglado teatrero de comedias. ¿Eres tú el mismo? ¿Soy yo el mismo? Posiblemente nosotros seamos los personajes y nuestros autores, por supuesto, Zenobia y Ella usando a Platero y a Chester. Un borracho camina, por las calles del barrio de Embajadores de la capital de España, tropezando con los cubos de basuras que se esparcen por la acera. Hay quienes arruinan de esta manera las noches.
Antes de volver a despertar, Platero duerme mientras tú sueñas o tú sueñas mientras Platero duerme. Porque, en ciertos momentos literarios, a veces es primero el personaje que está durmiendo y a veces es primero el autor que está soñando. En realidad ser el primero o ser el segundo es lo mismo a la hora de entrar en la historia de imaginaciones en algún lugar/hogar pues todo lo imaginado es brillante... tan brillante como esta luna de verano que me hace mirar al cielo. En mi niñez no comprendía bien del todo el mundo de los adultos, más ahora comprendo mejor que nunca  el mundo de la niñez. Y yo, todavía niño nada más, pienso: "Soy niño luego sueño". 
Platero esrá cansado. No. Pl<tero no puede hoy subir hasta la torre del Castillo. Está muy cansado. ¡Si fuera el Parque del Retiro o la Fuente del Berro de Madrid! ¡Cómo me hubiera gustado invitar a tu Platero, amigo y copañero Juan Ramón Jiménez, a jugar con mi Chester en la Casa de Campo de este verano de Madrid! Andaríamos lentamente por el camino de las bellotas y al llegar al descampado que hay entre los pinos, cerca de las tapias desde donde se observa Húmera, correrían los dos tras la pequeña pelota de goma de este mi sueño infantil mientras observarías mi manera de sentir: "Buenas noches Luz: ¡cuánto me gustaría saber si no me habéis olvidado nunca! Soy yo, el mismo niño que os escribió desde aquella roca del Berninches. ¿Os acordáis de mí? Habíamos llegado desde Sacedón y desde Auñón. Todos estaban escuchando al viejo toledano Rogelio narrar leyendas del río Tajo y se oía la voz de Dyango (Nostalgia de sentirse enamorado y pensar que otro a su lado pronto pronto le hablará de amor). Yo me subí a la roca arropado con el anorak y con dos mantas para combatir el frío nocturnal mientras mis pies quedaban colgados sobre el vacío... Y os escribí millones de cartas, en imaginario papel rosado y con tinta azul, para preguntaros a ti, Vega, si es blanco el color de las albas de vuestro Reino; y a ti, Capella, te interrogué sobre si es en vuestro Reino el verde también símbolo de la Esperanza; a ti, Espiga, te pedí que me explicases si los pájaros amarillos son los que alumbran, por las noches, vuestros páramos; y a ti, Alfa Cruz, te hice la pregunta de qué aroma desprenden vuestras azucenas. Recuerdo también las cartas enviadas a ti, Delta, y a ti, Altair, y a ti, Mizar... De pronto sonaron las doce de la noche en un campanario centenario de Alhóndiga. Una... dos... tres... cuatro... cinco... seis... siete... ocho... nueve... diez... !y me quedé dormido hasta que desperté justo en el mismo momento en que los rayos del sol superaban la cordillera del Berninches y comenzaban a extenderse, sicódélicamente, por la ancha planicie donde aparecieron cuatro o cinco vacas que iban de paseo... Ya he crecido un poco más. Ya soy un poco más adulto. Pero aún soy el niño que está esperando vuestras cartas de contestación, sentado en la roca del Berninches, arropado con el anorak y las dos mantas para combatir el frío nocturnal, y con los pies colgados sobre el vacío. El viejo toledano Rogelio sigue narrando leyendas sobre el río Tajo y ahora se oye la voz de Bisbal con su particular Ave María cuando seas mía. He crecido un poco más. Soy un poco más adulto. Y ahora os escribo sobre imaginarias hojas azules, con tinta de color carmesí, cosas tan parecidas y tan distintas como ¿cuál es el color de vuestra conciencia?, ¿hay días blancos en vuestras madrugadas?, ¿seguís sintiendo deseos de iluminar a los vagabundos?, ¿qué os hace más bellas, la Paz o el Silencio?... Y mientras Stephen Hawking y otros discípulos de Albert Einstein sigen lanzando dados en vuestro Universo (dados que siempre caen dentro de los agujeros negros) yo todavía soy un niño jugando a hacer carambolas con las canicas del tiempo. Pero estoy seguro de que algunas de vosotras, mis millones de amigas de Andrómeda, ya habéis enviado a Mercurio (montado sobre Pegaso) vuestras cartas de contestación envueltas en sobre de color organdí... y por eso yo las espero sentado en la roca del Berninches mientras se escuchan las horas de la medianoche en el campanario centenario de Alhóndiga. Una... dos... tres... cuatro... cinco... seis... siete... ocho... nueve... diez... !y me quedo nuevamente dormido!.  
Despierta, Platero. ¿Por qué se está quedando dormido Platero, Juan Ramón? ¡Acaso sueña con las canicas, la locomotora del tren echando humo y el tonto del arrabal!
Platero mira, con los ojos nublados por el sentimiento, a los burros del Quemado, lentos, agotados, sufriendo el castigo de las varas de acebuce verdes con el que les pegan y sus pesadas cargas de arena mojada que les clavan en su alma la falta de la liberación con la que tanto disfruta él.
Platero se queda mirando el jardín desde su cama de paja. Allí está, como una suave y acariante ola de mar, sobre el borde de la tapia, la mariposa blanca. Platero cierra los ojos y piensa en el rosal silvestre que hay al otro lado, más alla de la tapia encalada. Vuelve a abrir los ojos y las ve de nuevo. Pero no son dos mariposas. Sólo hay una mariposa blanca. La otra es su sombra negra. En realidad, a veces los animales pueden ver fantasías. Por eso está en su cama de paja como acompañando a un Jesús recién nacido.
Tú sabes, Juan Ramón Jiménez, que existen bellezas especiales. Como esas mujeres que son preciosas desde su rostro hasta las plantas de sus pies. Por eso las estrellas han vuelto a aparecer. Cae la noche sobre la rosaleda y la mariposa blanca sigue volando dando vueltas por el jardín.
¡Mira cómo obseeva Platero el vuelo de la mariposa! ¡Qué bellas escenas deben estar entrando en su alma al verla volar así! Quizás es que Platero sea, en verdad, un pequeño poeta sincero, el verdadero creador de todo lo que te inunda el interior de tus sentimientos. Ahora mismo a Platero ya no le importa el mundo. Sólo le importa el jardín.
Silencio. Platero vuelve a abrir los ojos. ¿Qué estará viendo con tanta intensidad al mirar hacia la mariposa y la tapia encalada?
Al amanecer Platero ya no está. Solamente existe tumbado sobre su cama de paja con sus grandes y profundos ojos negros ahora tristes. Le pides, cariñosamente, que se levante para volver a viajar (como Sancho se lo pedia al Quijote) hacia alguna nueva dimensión de vuestros destinos. Pero no se levanta.
Platero solamente se mueve como si una mano invisible -la mano de Dios- le estuviese acariciando para amainar su dolor; pero la vida se le escapa a través de su mirada. Ahora, con ternura, mira al cielo a través de la ventana. Mira al cielo que amanece sobre la eosaleda que hay al otro lado de la tapia. Recorre todo lo que entristece tu alma. 
De repente, como si no hubiese sucedido nada, el péndulo del reloj que cuelga de la pared se queda inmóvil mientras Platero se inmoviliza a la vez. El viejo veterinario ha movido, apenado, la cabeza. Es cierto que Platero ya no se volverá a levantar.
- Nada bueno... ¿verdad?
No es nada bueno ni es nada malo. Es que el fuerte y resistente Platero no ha podido superar el dolor producido por las malas hierbas que le hicieron comer los envidiosos que quisieron traicionar su felicidad.
A mediodiía Platero ya no está. Solamente existe. Sí. Existe en el mundo de los niños infantiles y allí permanece cuando se ha ido levantando su cabeza hacia el cielo. Parecía demasiado frágil tu Platero y, sin embargo, tiene tanta fortaleza en su noble corazón que Dios le ha otorgado la Eternidad. Alrededor de su cama de paja, una polvorienta nube de triateza le ha hecho dormir. 
Por la cuadra, en silencio, una bella mariposa de tres colores (rojo, amarillo y azul) vuela alrededor de la cabeza de Platero y, al final, se posa sobre su frente, allí donde el halo de un rayo de luz solar está concentrado para hacer saber que Platero es inmortal. Que Platero es universal. 
¿Verdad que existes, Platero?
¿Verdad que ves la paz que te ofrece la noria de este mundo infantil en donde vives paseando por los huertos, por las vegas... anclado entre los romeros, entre las madreselvas y entre las rosas bajo este sol que dora las campiñas?
¿Verdad que existes, Platero?
¿Verdad que ves pasar las edades de los tiempos cuando te detienes a beber de las nuevas fuentes y de los arroyos vírgenes mientras las lavanderas agachan sus cabezas para verte reflejado en los cristales del agua?
¿Verdad que existes, Platero?
¿Verdad que estás todavía jugando con los niños y las niñas, atravesando entre los jarales y los retamares mientras te rodean enjambres de mariposas que adornan tu viaje por el mundo de las mágicas incursiones de las siempre eternas albas?
¿Verdad que existes, Platero?
¿Verdad que nos ves a nosotros, los que no tenemos mejor oficio ni beneficio mas que crear ilusiones para endulzar esas viñas en donde sigues comiendo uvas moscatel mientras tu rebuzno se escucha cuando las campanas del torreón nos hace despertar como siempre?
Siempre existe una palabra para definir lo que son los recuerdos: "Esta hora sin pausa y sin naufragio de las cosas eterniza sus dimensiones y me devora la sombra. Hay una luna blanca que me mira, poco a poco, con impasibles recuerdos de añoranza. No acierto a medir esta hora verde, de árbol desconocido, que nace y me recorre la creencia de ser un hombre con rendijas, como un pájaro unánime que siesga el alba. No acierto a medir esta hora alimentada con flores de cien hojas y otras presencias de mil sueños que me hacen sentir sus frutos tan presentes que se quedan sembrados en el huerto de las esperanzas. Por eso pienso, simplemente, que es la hora arcana de los alientos impensados. Mañana, el día se teñirá del tinte de un errante cielo. Y la gente se volverá a mirar al sol. Y yo extenderé mi cuerpo a través de la brillante aureola luminosa y mantendré delante de las flores, bajo el errante cielo, los preciosos aleteos de esta hora nocturna que viene a ser como trino de ave de primavera en desesperada huída hacia el horizonte. En esta hora puedo emprender mi canto volcado entre el viento alborotado de mis calles favoritas de la vieja zona de la ciudad y me puedo adentrar en esa primavera imaginada que es el eco de todos los poemas que se han escrito ya en el universo. Finalmente flotaré hasta alcanzar la nube dorada donde se esconde la bandada de pájaros rebeldes y plasmaré, a través de cada sílaba de los versos, algo así como "el cielo emprende inocentemente un viaje de esperanza sobre las estrellas no encontradas" y permaneceré en esta habitación recitando odas y fabricando escandalosos sueños con el más pequeño movimiento de mi alma... porque creo en la sensibilidad del ser humano, sobre todo ahora que la noche refluye en mis sentidos. Sé que la envoltura de los dedos de un poeta sabe hablar a través de la tierra de su cuerpo y por eso la meseta espumosa del caminar por el tacto y la caricia es el pacto primigenio de la acción de separar las metáforas y absorberlas como si hablasen a oscuras, lentamente, ampliando los lejanos caminos. Creo en las sensaciones que parten de esos dedos que escriben y penetran en los cordajes apasionados de cualquier beso. Es la hora de permanecer abrazados hasta quedar dormidos en un éxtasis sonoro y sensual que nos vuelva a introducir, una y mil veces más, en el mundo de los misterios. Un salto hacia adelante alumbrado sólo por el efecto lunar y una experimentación hipnótica desencadenada por el frenético escenario de las estrellas compitiendo entre si en un trenzado centelleo consagrado por efectos progresivos que son una propuesta auténtica para los rasgos faciales. Una pluralidad de colaboraciones celestes para hacer más singulares los pasos del ser humano que obtiene así el reconocimeinto de sus ilimitaciones. El humano y sus recuerdos. Aquellos que nadie le puede arrebatar porque están dispuestos a ser proyectados hacia el futuro. ¿Quién puede definir en esta hora lo que es verdad y lo que es ficción? Forman parte inseparable de un mismo mensaje: una fe que modifica la narración de lo que contemplamos. Una provocación literaria. Una historia hermosa que llega a nuestros pálpitos. Una vuelta a las raíces de los múltiples y diversos estilos de la representación humana. ¡Dios mío, me pierdo y no consigo atrapar todo lo que me dices en esta hora! Y entonces sólo queda una cosa por hacer: olvidarme de mí mismo y adentrarme en esa dimensión que todos poseemos pero que sólo descubrimos al llegar esta hora en que podemos comprender todo lo inexplicado del día mientras en el exterior sólo se escuchan los místicos sonidos del silencio".
Continúan las vacaciones de este verano para los niños y niñas que visitan los graneros para jugar a que tú, Platero, vuelves desde el molino de viento y sigues siendo caballo de montarles dirigiéndose hacia los horizontes de mares lejanos. En el recóndito huerto de los sueños te duermes, Juan Ramón Jiménez Mantecón, esperando a que pase el estío para escribir... ¡otra vez escribir!... tu caminar solitario hacia Montemayor. 
Las calesas siguen pasando por las calles de MOguer y se envuelven en tu memoria como  ejes fundamentales de los teatros repletos de magia, las iglesias empolvadas y los colegios alegres. Ahora tú, amigo y compañero Juan Ramón, entretienes el tiempo leyendo periódicos en cuyas hojas han dibujado los niños gallos que toman vida para despertar los amaneceres.
A veces ves a Platero paseando, reanimada su alma, en medio de un jaleo de palmas un baile de tarantas y una canción honda y profunda, de garganta rota, por la pradera de sus sueños-
- ¡Sigue, Platero! ¡Sigue!
Al atardecer los niños han vuelto al huerto, a jugar con los recuerdos de Platero, este Platero que vive en la tierra humedecida por los llantos de un poeta y en donde los grandes lirios amarillos adornan el espacio dentro de ti que estás escribiendo poemas de silencio. 
Cantan los chamarices en las cúpulas verdes de los cipreses que se yerguen y alargan sus siglos hacia ese frontera aérea donde el ritmo del tiempo se acompaña con los versos y se han convertido en tus presentes. 
- ¿Qué haces, Platero, más allá de la tierra? Quizás estás pensando que juega con los ángeles. ¿Se habrá olvidado ya de que todavía estás caminando junto a él? Estoy seguro de que se acuerda de todos nosotros. ¿Quiénes somos nosotros; Juan Ramón? Somos los que lloramos ausencias de Platero, de Chester, de Toby, de Wendy, de todos los demás...
Y, respondiendo a estas interrogantes que nos preguntamos los escritores con alma y desde el alma... una mariposa de tres colores (rojo, amarillo y azul) ha vuelto, uan vez más, a volar de lirio en lirio...
Dulce Platero que trotas feliz por los hondos campos del cielo, por los caminos de la Eternidad floreada de crepúsculos... ¡sólo el alma!... ¡sólo el alma no!... tu alma y tu cuerpo, juntos, unidos para siempre, abriendo los pétalos de las flores para poder entender que eres caminante entre las malvas, entre las madreselvas, encendiendo tu existencia en los girasoles de tus lúcidas invenciones. 
Tú, Juan Ramón, estás viendo el alma y el cuerpo de Platero y observas cómo trota por los caminos moguereños; cómo se entretiene en dar vueltas por las praderas florecidas, cómo se hace cada vez más bueno, cada vez más pacífico, cada vez más puro día tras día, mes tras mes, año tras año; enredado entre las hojas de papel de tu Diario.
Sí Ya sé que se está marchando la tarde y entre oropéndolas y azahares yo escribo sobre el diapasón de mis sentidos: "Está fría la mañana. Entra por la ventana un rayo de luz sostenida y en mis manos hay inicios de diálogos con el sol. En el centro de un farol una polilla aturdida da vueltas alrededor. Pienso en el participio de un yo he amado todo y sale de mi piel un principio de pretendido rubor. En el candor de un niño que ve gaviotas surgen las claras notas de una cítara encantada. Resiste fiel la mirada el pasajero gorrión. Escucho el acordeón del anciano que en la calle transforma la sombra en talle para hacerse trovador y entonces alzo la mano para enviar un saludo a ese poeta agudo que me brinda su canción. El vecino que hay enfrente está reclinando su frente sobre un amarilla almohada y al fondo del callejónuna mujer esplendente luce su cuerpo ardiente en medio de la emoción. Van pasando los minutos. Unos sueños diminutos encienden mi corazón que, en medio de tanta fiesta, late su firme apuesta con el tiempo y la razón. Surge del fondo del alma un ligero diapasón que me envuelve en la calma de su sonrisa escondida. Suavemente encendidauna rosa en el balcón. Un halcón despliega sus alas grises y bailan los azules bisesdel número treinta y tres. El ciempiés camina hacia las luces. Y cuando salgo a la vida encuentro que está dormida la joven faz del oriente. Sonriente pasa ligero el destino del rítmico y clandestino floreado camisón de una chiquilla traviesa que va y se me atraviesa con su sencilla pasión. Un dulce encuentro con alguien suspende mi sed en el aire de toda la creación donde está flotando el ave que lleva en su pico la clave de toda mi recreación. Espero que el sol aclare sus notas de pentagrama. Hay una breve proclama en el hueco del buzón. Tomo el papel y lo leo mientras suena el tecleo del pianista relajado que vive bajo el tejado de una antigua compasión. Y ya, sin más desempeño, me mezclo con todo el sueño en la blanda sensación de ser solamente dueño del matutino y pequeño trozo de mi habitación".
Platero pertenece al mundo de tus memorias. Tus memorias y sus sueños, Juan Ramón Jiménez. Pero los niños y las niñas siguen viéndole, cartón de vidas infantiles, en los regalos de Dios. Mírale de nuevo, mitad gris y mitad blanco por el paso y el peso de sus años, con sus enormes ojos de color negro rodeado de rosas, blancas y amarillas, pintadas por los lapiceros de color de los niños y las niñas, mientras sirve para que los chavales todavía jueguen a subir en su montura y viajar, subidos en los carromatos de cuatro ruedas, hasta la torre del Castillo. 
Te acercas a Platero y acaricias, otra vez acaricias, sus crines. Y Platero te vuelve a tomar cariño. Si alguna vez supiesen los hombres contestar a todas las preguntas nos acostumbraríamos a sabe que todos los buenos sentimientos sirven para no estar solos; para abandonar la soledad y ver siempre lo que amamos dentro de nuestros corazones. ¿Quizás es una realidad tu Platero? ¿Un reflejo directo de Zenobia? Tú guardas el secreto.
¡En la memoria del alma, Platero sigue estando entre los niños que ahora juegan a ser toreros. Quizás alguno, como yo, sueñe simplemente con ser Manolete. Y las niñas adornan su frente con la mayor riqueza que tiene dentro de sí: su corazón convertido en amapolas rojas.
¡Tu corazón, Juan Ramón Jiménez, me basta para ser del mismo modo que siempre: un niño caminando más allá de las maldades y de los cinismos y de la hipocresía y de las envidias y de odio mortal! Por eso Platero y tú8 estáis siempre vivos y para siempre. El porvenir es el pasado envuelto en el tamaño de un sueño de violetas y la tranquilidad sentado a la sombra de un almendro en flor y lleno de esos olores suaves de perfumes de mujer. Tú con tu Zenobia y tu Platero. Yo con mi Princesa y mi Chester.
Tu Platero, que no es nunca un pasado sino siempre u eterno presente, es conocido en Francia. Mi Chester también. Por eso ha llegado el momento de contarte la verdad de mi Ch8ester: "Era un setter irlandés. Una espolvoreada de canela en escarcha dorada esparcida sobre cuatro mástiles y un hocico color azabache. Caballo de cartón para los niños del barrio y clarinete de sinfonías en esos atardeceres en que se quedaba mirando como queriendo interpretar canciones azul turquesa. Era un oleaje de estallidos luminosos buscando anémonas del pensamiento en el fondo de los riachuelos. Y era algo mucho más que una simple presencia cuando su compañía venía a ser hálito amoroso de dulce compartir. Recuerdo que por las tardes, cuando caminábamos por los agrestes senderos de las campiñas, "Chester" era una especie de romántico vaporoso de las flores y las mariposas, perseguidor de lagartijas no para dañarlas sino para jugar con ellas a las marejadas de los sentimientos. Y al igual que tu Platero, Juan Ramón, también él rezumaba poesía entre las adelfas y los rododendros y también él era "de acero"... Y ahora que se fue, envenenado por la envidia de algún anónimo destructor de vidas alegres, sigue correteando entre las galaxias de un universo plagado de amores; ladrando y saltando de estrella en estrella, cuajado de brumas nebulosas, llamándome a participar de todo el concierto universal que tiene su cuerpo de madrépora canina... pidiéndome que perdone para poder seguir sintiendo amor hacia los seres humanos. Y "Chester" color canela tiene razón. Un ser humano comete depravaciones como envenenar a un amigo pero... hay muchos otros que llevan sentidas flores a su tumba. Es por eso por lo que le escribí un Cuento. Chester color canela es ya inmortal, universal, eterno como tu Platero. 
Platero y tú. Hasta siempre, Platero. Hasta siempre, Juan Ramón Jiménez Mantecón. Yo sigo con mi Princesa caminando hacia la cima.
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Foto del autor José Orero De Julián
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Miembro desde: Jun 29, 2009
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Descripción

Novela de carácter introspectivos en homenaje a Juan Ramón Jiménez Mantecón.

Palabras Clave: Literatura Novela Narrativa Nobel.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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