TAL PARA CUAL
Publicado en Jul 26, 2012
Pobre de mí que estoy tan loco
cómo puedo conformarme con tan poco, se decía el apuesto mozo junto a la bañera viendo entre las aguas cual cachalote el cuerpo desnudo de su compañera. Ninguna gracia encontró a su vista, llena de carnes, mirada boba, besos empalagosos con sabor a nada, hacerle el sexo como a una almohada cambiar de cama por la madrugada. Triste destino, me lo he buscado, pensaba el mozo apesadumbrado. Salió del agua la ninfa de Botero un cálido beso le dio a su amado. Con mucha paciencia vistió al mozuelo con ropas de seda, fina piel en el calzado, pañuelo bordado en plata y oro con ardiente beso ofreció la llave de su tesoro. Luego, en la mesa las mejores viandas, en cristal de Bohemia el vino más fino para degustar con deleite el opíparo banquete. En la salita, en porcelana china, como de juguete, el aromático café ya fue servido con panecillos al estilo de la Francia. Camino al tálamo del amor el mozo recordó su infancia en medio de la pobreza y la ignorancia, sus padres muertos, orfandad completa, vicios y delitos... dignidad en venta. En la intimidad... el cuerpo de él erotizado, apenas conteniendo la juvenil potencia mientras la obesa con impaciencia reclama el placer que ya está pagado. Con ojos cerrados la desigual pareja alcanzan el clímax tan anhelado. Después muy juntos pero en silencio él piensa con picaresca: -Todos los lujos, me los he ganado- Ella mojada la entrepierna sonríe muy satisfecha, -Es grande el pago que yo le ofrezco, pero este placer... ¡Me lo merezco!
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