Martincito sentía cariño y admiración por Hijitus, personaje infantil,  creado por García Ferré, que habitaba en el país de Trulalá y tenía una mascota, Pichichus  y un sombrero mágico que lo convertía en Superhijitus, con poderes para combatir al mal en sus distintas manifestaciones. Hijitus recurría a su sombrero cuando fallaba su persuasión y los malvados de la historia, ponían en peligro a inocentes. La fórmula, Bondad contra Maldad, los riesgos que debía afrontar para vencer a los malos, el candoroso gesto de perdonarlos y  sus siempre fallidos intentos de encauzarlos por el bien,  convirtieron  a Hijitus en el ídolo de los niños.
La revista de historietas, nunca faltaba en  la casa de Martín y  cuando pasaban los cortos por tv,  suspendía lo que estuviera haciendo para  no perder una sola imagen de sus aventuras preferidas.
El día de su quinto aniversario, Catalina, la mamá, descubrió en la casa de regalos, un velador con la imagen de Hijitus y pensó que era lo que al pequeño Martín, le encantaría poseer.  
Fue su regalo preferido y apenas desaparecieron los invitados, como papá  salió a llevar  a los últimos, le pidió a mamá que lo instalara en su mesita de noche.
Martín, feliz y dispuesto a  descansar tras un día  de disfrutes y emociones, bajó descalzo para dar las buenas noches a su amiguito. Al momento del abrazo, una fuerte descarga, lo hizo trastabillar. Esa sensación desconocida y desagradable, fue el comienzo de un rechazo que se disipó mediante la intervención de la psicopedagoga.
Martín hoy, es un hombre de bien aunque conserva restos del trauma de la infancia.
Cada vez que alguien amaga un abrazo, no puede evitar una ojeada que le asegure que el otro/a esté desconectado