Margarita,
isla querida, isla eterna
pareces flamear inmensa en el cielo del trópico.
Das los buenos días a todos con flores en la mano.
Las olas se columpian en tus costados
y estallan en rosetas de sal.
En ti hay candela y farra, como en toda Venezuela
y las muchachas se alebrestan y van a visitarte en cada asueto.
Realmente pequeña, se te recorre en un día por automóvil.
Desde todo extremo se ven las famosas " Tetas de Maria Guevara".
heroína que dicen murió en prisión, mártir resuelto.
En Porlamar, tu capital, por la cuatro de Mayo, tu gente brilla.
En cualquier rincón se juntan los comercios, los mercaderes,
las perfumerías lujosas y lustrosos bodegones y restaurantes.
El turista carrasposo, por lo general europeo, de mañana
se baña en tus playas de jade líquido.
Se te reconoce por tus fantásticas lagunas.
Al otro lado ilumina Juan Griego como un cerillo ardiendo:
Pequeño pueblo de pescadores que no pierde sus costumbres.
Los peñeros parten a las tres de la madrugada
repletos de una carnada primorosa: La Carachara Negra.
En tus muelles viejos y semi derruidos yo me senté a pescar.
Pero por mi codicia de novato los cangrejos rompieron mis anzuelos.
Isla espaciosa y divina, llena de mujeres que son colirio al ojo masculino.
La arena blanca está en ti para regalar
y las preciosas venezolanas, dueñas de todos los tronos
juegan en bikini los deportes playeros.
Allá en Playa el Angel los cocoteros resuenan y ululan.
Verdadera Perla del Caribe. La gente pueblerina se recoge temprano
a dormir en la espesura de las frescas hamacas
mientras los cuerpos se buscan en plomizos hoteles.
Los días en ti transcurren transparentes: No hay contaminación.
Unica en el subcielo caribeño, entre Cáncer y Capricornio descansas.
Tienes castillos y sobre cada cañón anciano una mariposa se despeña.
Siglos atrás estuvo rodeada de piratas y poblada de soldados.
Aunque eres algo árida en diferentes partes hay manglar:
En la laguna de La Restinga sobra la sombra verde
y todos tus cines tienen cartelones con los últimos estrenos.
Se comen suculentos pescados y ensaladas.
Toda desesperación se queda fuera de ti: Das calma.
Los vientos, siempre fuertes, tumban los arenales largos
y las plumas de los pájaros en miríadas son diversas.
No hay petroleo en ti, vives de los que vienen a entretenerse.
Las mujeres se disipan comprando sin impuestos y se vuelven sahumerios.