Roma y la reina oral
Publicado en Aug 07, 2012
del libro: Esmog 100 grageas para morir de pie, por Huilo Ruales Hualca.
Piazza Dante. 24h30. Estaba durmiendo de pie apoyado a un poste, cuando una enana vestida de luces y pieles subida en un dóberman negro se acercó a ofrecerme sus servicios. Hola precioso ¿no te apetece una chupadita? Yo cerré los ojos para cambiar de sueño, pero la enana de mierda no era un sueño. Se bajo del perro y se acercó moviéndose como palmera bonsái sometida a un viento cadencioso. Soy experta en la materia, tesoro, dijo enrollando su piel de marta a su cuello y encendiendo un cigarrillo con una larga boquilla de nácar. Me levante las solapas, hundí mi cabeza y cerré con mas fuerza los ojos bien apoyados al poste. Hasta me imaginé que yo era el personaje desolador del oleo titulado Calle 14, de Camilo Egas. Soy inventora de la mitad de las felaciones conocidas y, además, soy inventora de otra mitad que todavía es inédita o, mejor dicho, que es mi servicio exclusivo, qué dices miamor. Yo no dije nada y seguí intentado cambiar de sueño. Pero la mano menuda de la enana empezó a hurgarme debajo del abrigo desde las rodillas hacia arriba. Gimiendo como gata, la enana siguió con su perorata y su manoseo. Tienes cara de no saber nada de lactancia penística, miamor. Nojodas, gruñí, retirando su mano con la rodilla y cerrando los ojos como puños. Ay, niño, no seas así, yo no caigo del cielo todos los días. Mira que no se trata de simples chupadas, yo te ofrezco por lo menos de tres clases que a su vez se subdividen en tres clases que a su vez se subdividen hasta el infinito: la labial sin lengua ni dentadura, en espiral, periférica o de arriba hacia abajo o mixta, la lingüística sin o con labios y sin o con dientes, la salival con o sin labios y con mucha lengua, mira esta lengua, lo que me falta de talla me sobra en lengua, míramela dormilón ¿conoces la chupada de la mosca?, no, no conoces nada, tontito.Y la mano menuda de la enana subiendo la bragueta y abriéndola y encontrando lo que buscaba. Ay, miniño esto es un hierro candente, déjame aplacarlo y bluf, izada en sus tacones plateados, se lo metió en la boca. Los autos pasaban aplastando a fondo sus cláxones. Sin embargo el doberman hecho un ovillo dormía a un paso de su ama la Enana Emperadora del Amor Oral. Inventora de un sinfín de cosas, como pude comprobarlo cuando se mudo a mi casa.
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