PAN SANTIFICADO, EL DÍA
Publicado en Aug 09, 2012
El día es río del que bebo sus milagros.
Sortilegios, la bestia que hunde la mirada en la memoria de la bestia que me habita, el tomate siamés del que sonrío cuando la naturaleza se despliega en surrealismo, la yuca que sustancia su firmamento de tierra, el verde canto que reverdece la luna, el destino que tuvo lo arcano del ayer, el mañana en que la nube me señala el lugar donde un niño invisible relata el polvo en que se convierte el relámpago cuando roza su mejilla sobre el rostro del bosque. Recóndito es el tiempo por el que se escabulle el aroma del laurel, hasta que la tarde devela la tarde única, aquella que lleva en su vientre una mañana sigilosa lista a mirar el paso de árboles, donde soy el camino que escapa dejando los colosos en el vacío, hombres de leña sensitiva que caen, haciendo temblar la sangre de otros árboles que solo son vegetales para esta tierra. Llega la calma, aquel mundo gigante ya ha “abismado” su lugar, apenas se ven sus ramas más altas, son sus dedos que piden auxilio, raíces en el Olimpo del jardín. Así la piedra, lluvia rupestre que paladea mi sed, mundo derramándose de pan santificado, el día.
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