SIENTEME
Publicado en Aug 12, 2012
SIENTEME
PREÁMBULO ¿Cuánto tiempo pasé en ese lugar, esperando ser rescatada por mi misma, esperando que mi ser se revelará contra esa oscuridad que parecía que me poseía y que me arrastraba a lo más profundo de mi alma? Era todo, ya no podía continuar si seguía sabía que lo que me esperaba más allá podría ser más terrible que esta realidad, pero.. ¿ si era mejor? Me atreví a cruzar ese camino estrecho y largo, que no tenía luces ni reflejos, tampoco parecía mostrar alguna señar de vida, solo reinaba el silencio de la noche opaca, apagada y el sonido de mi respiración agitada. No podía escuchar mi corazón..¿ acaso ya no lo tenía? ¿ lo había perdido en el intento de regalarlo por tan poco? ¿ por un poco de cariño y amor? No, no era posible, yo lo tenía destruido pero estaba ahí, ubicado en el mismo lugar de siempre pero no producía sonido alguno. Continué caminando, intentando distraer mis pensamientos de los miedos y las preocupaciones que me asechaban. Mi sombra me acompañaba de la mano, a veces desaparecía y en otros momentos parecía abrazarme y taparme en una sombra negra que no me dejaba ver. el sendero se volvía cada vez más lúgubre, más tenebroso y oscuro. Me detuve por unos segundos a contemplar el panorama que me rodeaba, cuando inesperadamente comencé a escuchar mi corazón latir de una forma tan intensa que me sobresalté y mi respiración se cortó por un instante. Era potente, el sonido me aturdía parecía que no provenía de mi interior si no de algún lado no muy lejano. Comencé a caminar más rápidamente y luego a correr, corrí en la penumbra, tropezando con piedras y resbalándome en distintas partes. Por fin lo vi, a unos metros de mí, una luz blanca maravillosa que envolvía un corazón que no paraba de latir, me sentí atraída, quería oírlo más de cerca y tocarlo, parecía puro lleno de vida.Mas lejos se escuchaban unas risas pícaras y juguetonas, voces que me hacían recordar a personas. Me sorprendí al darme cuenta que una de ellas era la mía, que cantaba y gritaba como si alguien me estuviera persiguiendo. Me puse a escuchar atentamente lo que decían -No corras Marian! Así nunca te alcanzaré -Trata de alcanzarme si puedes, eres lenta así me perderás Mi rostro se paralizó, por fin recordé donde estaba mi corazón, se lo había llevado él, el ser que tanto amaba y que aún después de 5 años continuaba esperando, aquel hombre que se había llevado consigo todo lo que me quedaba, la esperanza, la paz, la sonrisa, el brillo de mis ojos, la alegría, el amor, todo el amor que tenía para el mundo, para darle. Ya no podía abrir los ojos para mirar nuevamente el corazón que palpitaba y brillaba. Las voces se escuchaban cada vez mas cerca y de forma clara, como si me estuvieran gritando en el oído. Quise salir de allí, abandonar ese lugar que me estaba matando. No podía respirar ni tampoco moverme, había quedado totalmente paralizada. El cuerpo no me reaccionaba y las voces se escuchaban como si fueran gritos y luego… un llanto, un llanto que me hizo arrodillarme espontáneamente, un llanto que me hizo sollozar a su ritmo, y un dolor en el pecho que me mareaba y me aturdía .Ya no era el corazón el que latía en aquel lugar, era el mio que por dentro se moría, que de a poco se secaba y dejaba de palpitar. Grité lo mas fuerte que pude hasta que esa voz, tan dulce pero a la vez tan hiriente me dijo al oído -Mía despierta. CAPÍTULO 1: UN HOMBRE MISTERIOSO Me levanté bruscamente de la cama, aún con las lágrimas en mi rostro. Busqué rápidamente el velador que no encendía. Todo estaba a oscuras, sentía que si me levantaba a prender la luz de la habitación me desmayaría o me bajaría la presión por lo que decidí tranquilizarme y esperar a que todo el tormento que atravesaba mi cuerpo pasara. Era otro ataque de pánico, otro de esos sueños que alborotaba mi cabeza y me llevaba a lo más triste de mis recuerdos que había intentando guardar en lo más profundo de mis ser. Pensar en Marian no solo me cortaba el aire, si no que me oprimía el pecho y generaba un dolor constante. Nuevamente hice de cuenta que no existía, guardé todos esos recuerdos en la nada misma, en la oscuridad que había dejado en el sueño y con esfuerzo me levanté. Tambaleé unos segundos pero puede agarrarme del respaldo de la cama, respiré ondo y me solté. Al llegar a el extremo del cuarto intenté prender la luz pero tampoco funcionaba por lo que sospeché que la habían cortado. Sabía que si me acostaba de nuevo e intentaba dormir volvería a tener esas pesadillas. Tenía unas pastillas que me había recetado el médico para estas ocasiones pero tomarlas era sentir que había fallado, sabía que era fuerte y que lo que quisiera lograr lo conseguiría. Tenía que finalmente aceptar que Marian ya no estaba a mi lado, que se había ido para no volver jamás. Si, tenía que hacer el esfuerzo, tenía que poder volver a enamorarme, a sonreír y a encontrar esa luz que él se había llevado. “ ¡Ya pasaron 5 años por dios Mia olvídalo de una vez !” me repetía constantemente. ¿ porqué me era tan difícil ? no podía entender como todavía creía que volvería por mi cuando lo que me había hecho no tenía perdón. Era estúpida, era una chica estúpida soñadora e idealizadora, él no era lo que yo necesitaba en mi vida pero en ese entonces lo había sido todo. Me dí cuenta que me había quedado parada pensando como 1 hora, cuando comenzó amanecer. Observé el reloj que reposaba en mi pequeña mesa de luz que me habían regalado mis padres el cumpleaños pasado, la cual tenía un color anticuadísimo y una estructura poco convincente para una chica de 26. Mis amigas, Ana y Luisa se morían de risa cada vez que entraban a mi casa ya que o se encontraba lleno de muebles obsequiados por mis padres o de libros y papeles de la facultad y del trabajo, a el cual le dedicaba gran parte de mi vida. “tienes menos de una hora para bañarte y desayunar” me dije. Ya me parecía normal que me contestara y me recordara cosas sola puesto que los últimos 10 días yo era mi única compañía. A veces me llamaban las chicas para que saliéramos a divertirnos, se que si quería contar con ellas las iba a tener en menos de media hora en la puerta de mi casa pero no quería preocuparlas ni molestarlas con mis pensamientos aunque ellas eran muy directas en cuanto a lo que se refiere a "problemas", estaban cansadas de que me negara a conocer hombres y a llorar por alguien que ya no estaba en mi vida. Pensé unos segundos, si quería cambiar realmente las cosas iba a tener que salir de la realidad en la que me encontraba, aburrida y solitaria así que volví a tener en cuenta su propuesta alegre sobre todo porque sabía que lo hacían para levantarme el ánimo y verme feliz. Me bañé, desayuné rápidamente y tomé el traje más cómodo pero serio que tenía, no me gustaba ir a trabajar con ropas sueltas, rotas o poco atractivas, sabía que de esa forma mi imagen permanecería intacta y mi reputación no se vería afectada. Muchas veces había pensado después de las pesadillas que trastornaban mis noches de " descanso" si así se podía llamar, ir en pijama pero la exigencia y el intento de mantener, por lo menos, mi espacio laboral y social bajo control me hacía cambiar de opinión. Me miré al espejo, ya no era tan bella como antes mis ojos verdes que antes poseían un brillo tan infinito y llamativo parecía haber desaparecido. Mi sonrisa era falsa, triste por suerte la mayoría de las personas estaban más concentradas en su vida que en fijarse si el resto se encontraba mal o le pasaba algo cosa que era un don en mi, con la mirada yo me podía dar cuenta de cómo se encontraba el resto. Mi trabajo me distraía, sabía que lo que estaba haciendo me hacía feliz y a la vez me enseñaba. Era una excelente profesional, mientras estudiaba biología marina me dedicaba a administrar las asociaciones forestales y ambientales lo que me llevaba horas ya que muchas veces los conflictos que se presentaban eran muy graves y para solucionarlos debíamos poner todo el equipo un intenso labor ; pero aún así sabíamos que lo que hacíamos era lo mejor para nuestra alma y para la naturaleza. Me lavé los dientes, me pinté la cara y los labios de un rojo intenso y salí con el tiempo justo, olvidando las llaves del auto que había arrogado por algún lugar de la casa. Era desordenada, tenía que admitirlo, todo era un completo alboroto al igual que mi cabeza y contratar a una mucama que hiciera las cosas que yo debía hacer todos los días y me ordenara todo lo que se encontraba tirado donde correspondía, provocaría que perdiera mucho tiempo buscándolas ya que , si bien mi hogar parecía un rejunte de mugre o una casa en plena mudanza, en ese desorden yo podía manejarme aunque en algún momento iba a tener que concentrarme en ello. Tomé las llaves que se encontraban debajo de la cama y me pregunté como habían llegado allí, tal vez había sido el gato, Mao, que era muy juguetón y atrapaba y mordía todo lo que encontraba tirado, por lo que la mayoría de las cosas se encontraban en ese estado. Abrí la puerta del coche, me abroché en cinturón y puse música clásica, tranquila, para comenzar una mañana llena de energía si bien los recuerdos del sueño me atormentaban por momentos y me hacían pensar en eso que no quería. Me miré por el retrovisor para comprobar que todo estaba en su lugar, estacioné el auto y comprobé que mis compañeros no habían llegado por lo que me alegré un poco, tenía por lo menos 1 hora para tomarme un café y comenzar a llenar las planillas que el jefe Charlot me había pedido para mandar a una asociación contra el maltrato animal. Tenía un juego de llaves del estudio dentro del gabinete del auto, intenté abrirlo pero se encontraba trabado por lo que ejercí un poco más de fuerza hasta que la tapa salió disparada y las llaves cayeron al suelo. Me agaché para tomarlas y cuando levanté la cara un hombre de lejos me observaba. Parecía joven, bastante más alto que yo. llevaba una camisa blanca que relucía su cuerpo que para mi gusto no estaba nada mal. Estaba un poco pálido y parecía tenso, perdido, me miró unos segundo más y luego se alejó caminando rápidamente como si quisiera disimular sus ganas de correr. Parecía nervioso como si hubiera visto un fantasma. No lo había podido apreciar más de cerca por lo que su rostro no me pareció familiar ni conocido. Como iba vestido me imaginé que trabajaba en alguna de las empresas que se encontraban por los alrededores. Caminé un poco hacia el lugar donde lo había visto y observé por donde se había ido. Me sorprendió hallar una calle sin salida, sin lugares a donde ir ni donde esconderse. “ si yo vi que se fue por allí, ¿cómo puede ser?” pensé. Quedé un poco atónita, confundida pero al entrar a la oficina olvidé lo sucedido y me reí de ello, era tan apuesto que por un instante había pensado que existía pero me empezaba a dar cuenta que la necesidad de un hombre ya me estaba haciendo delirar. No era la primera vez, así que no me preocupé y continúe llenando las planillas. Los números no cuadraban con los datos que me habían llegado por lo que decidí mandarle un mensaje a mi jefe para decirle que me los enviara de nuevo por celular. Lo tomé del bolsillo de la cartera y observé que tenía un mensaje de un número desconocido. Lo abrí y puse los ojos en blanco, un nuevo sentimiento congeló mi estómago. Solté el celular que calló en la mesa y cuando intenté volver a retomar el control de mi cuerpo sentí que no me respondía por lo que comencé a realizar los ejercicios que sabía que tenía que hacer para controlar esos ataques y hasta que no lo logré no dejé de concentrarme en la respiración. Ya un poco más calmada tomé el celular de nuevo y leí atentamente el mensaje “Yo soy el que te va a salvar, no tendrás mas esos sueños porque yo te devolveré todo el amor y la pasión que has perdido en este tiempo. no escuches esas voces, ahora prepárate para oír algo nuevo, algo sincero que te sacará de esta prisión en la que te encuentras, te he estado observando y se que es mi momento para conquistarte y que te quedes por siempre a mi lado Mia, siempre tuyo TADLV” No me sorprendía que algún hombre me mandara mensajes tiernos, eróticos o incluso sin sentido; pero algo como eso jamás me había pasado. ¿Cómo sabía lo que había soñado ayer cuando no le había contado nada a nadie? ¿ que significa todo eso que me escribió? No podía comprender, la incertidumbre y la duda de quien podría ser esa persona me mantuvo la cabeza ocupada toda la mañana, dejando mi labor en segundo lugar. El día transcurrió rápidamente, cuando salí de la oficina saludé a mis compañeras y algunos compañeros que ya se estaban por ir.Subí al auto rápidamente, al cerrar la puerta la oscuridad me hizo temblar el cuerpo, me recordó a aquella que me envolvía y me torturaba en los sueños. Prendí el coche, tomé el CD que anteriormente había estado escuchando y lo introduje en el reproductor. Sonó la música y me tranquilicé, cerré unos segundos los ojos y cuando los abrí el CD estaba por terminar, me había quedado dormida. Observé el reloj, eran las 00:00 am me estiré en el asiento, bostecé y tomé el celular. Tenía un mensaje de Ana que decía que la 01:00 am nos reuníamos en el boliche que quedaba a un par de cuadras de casa. Era el momento perfecto para distraerme y divertirme un poco, conocer personas y tal vez compartir un buen momento con un hombre ,a demás no me encontraba cansada por lo que era una buena señal. Me puse en macha, recorrí las calles de la ciudad observando las luces de colores y las estrellas que titilaban mágicamente en el cielo. Todo pasaba rápido ante mis ojoa, las personas, los animales que corrían por las veredas, los autos que pasaban, los negocios, las parejas que iban de la mano mientras se daban besos y se decían cosas al oído. Suspiré, quería volver a sentirme así. Por un momento me desconcentré de la ruta y un auto que casi choco me ubicó en la realidad nuevamente. Bajé la ventanilla y le pedí disculpas mil veces por mi estupidez. El hombre que parecía apurado y mantenía una mirada seria, al verme y escuchar mi voz se relajó un poco y con una sonrisa un poco falsa aceptó mi error. Estacioné el auto y para no hacer tanto ruido me quité los tacos y fui hasta la puerta en puntitas de pie. Tomé las llaves de la cartera y cuando quise abrirla me di cuenta que ya lo estaba, me recorrió un pánico y mi rostro se tensó, sabía que me había bajado la presión por lo que me tomé de los bordes de la pared y prendí la luz. Todo se encontraba en su lugar, no parecía faltar nada. Revisé todos los rincones de la casa, los cajones, la caja fuerte, mi billetera que por descuido había dejado en la mesa pero no faltaba nada. Sin embargo yo estaba segura de que había cerrado la puerta con llave dos vueltas, era despistada pero jamás dejaba la puerta abierta. “tal vez salí muy apresurada y no me di cuenta” pensé pero luego me dije “ no puede ser, he salido en peores estados y nunca me olvidé de cerrarla” Comencé a preocuparme, ¿ realmente esto me estaba afectando tanto para dejar mi casa como un regalo y todas las cosas de valor que tanto esfuerzo me habían costado? Tenía que haber otra respuesta. Revisé cada cajón y cada rincón de la casa esperando hallar algo que faltara. No hubo caso, por lo que me senté rendida en el sofá. Miré la hora, ya eran las 02:00 am las chicas seguramente me estaban odiando. Le mandé un mensaje a Ana preguntándole si ya habían salido de su casa. Me respondió al instante: “ no, nos retrasamos un poco, Luisa no sabía que ponerse así que tienes tiempo para ir con nosotras y divertirte, te esperamos” Había sido cuestión de suerte. Casi siempre, esos mensajes no eran tan amigables. Fui al cuarto de baño, tomé una ducha rápida y cuando iba a salir de la bañera me di cuenta que no había llevado una tualla. Estaba sola, las cortinas cerradas y no había ningún mirón alrededor de mi hogar ya que los últimos vecinos con los que había tenido problemas por espiarme se habían mudado 3 meses atrás. Escuché a mi gato maullar y recordé que no le había dejado comida. Tomé las pantuflas y rápidamente abrí la puerta. sentí una corriente de aire helado como si la puerta estuviese abierta. No podía ser, esta vez no podía ser, la había cerrado y dejado las llaves enganchadas en ella pero mi pensamiento estaba en lo correcto; se encontraba abierta y las llaves tiradas a un costado de ella. La cerré rápidamente y al darme vuelta me lo topé, era él el mismo hombre que había visto esa tarde en el estacionamiento. Estaba parado junto a mí, duro como una estatua y me observaba con la misma expresión que ya conocía pero ahora sonreía y mostraba sus dientes blancos y brillosos. Un terror, un terror inexplicable me derrumbó no sabía si suplicarle que no me hiciera nada o salir corriendo así desnuda como estaba a gritar y pedir ayuda. La realidad era que no podía moverme, no podía levantarme del piso y mirarlo nuevamente a la cara. Sentí como unas manos hábiles y grandes me levantaron como una bolsa y me pusieron de pie. Continué mirando hacia abajo y sentí como una especie de bata me rodeaba el cuerpo. El hombre me tapó, sabía que a demás del terror, la vergüenza no me dejaba levantar el mentón. Estuvimos unos minutos así, esperaba el golpe o los forcejeos pero nada de eso llegó. Solo estaba allí observándome sin mover músculo alguno. Finalmente me resigné y levanté mi mirada. Era un hombre hermoso, muy atractivo y tenía una mirada muy profunda; unos ojos azules que parecían transmitir la paz del mar y la tranquilidad de su ser. Ahora no podía despegar mis ojos de los suyos. Hice un recorrido con ellos de su rostro, una silueta impecable, una nariz respingada y perfecta, unos labios grandes y de un color beige que parecían susurrar palabras inentendibles. Una corriente eléctrica atravesó nuestros cuerpos, y volví a mi. Por más atractivo y llamativo que fuera estaba en mi casa, había entrado a mi hogar valla a saber cómo, me había mandado mensajes y me había estado observando días o incluso meses. “¿qué le digo?” pensé mientras lo observaba detenidamente. El hombre me sonrió, corrió un mechón de mi pelo que tapaba uno de mis ojos y me dijo: -Eres realmente hermosa Mía, verte desnuda es lo mismo que ver a un ángel lleno de luz. Sus palabras me enrojecieron, no entendía como no podía echarlo, insultarlo e incluso ir corriendo a llamar a la policía. Parecía diferente y su esencia me mantenía perpleja. Intenté formular algo coherente pero solo me salieron algunas que otras palabras -Em… estem… yo… ¿quién.. em.. eres? - soy Elian, perdón por presentarme de esta manera pero para una mujer como vos es mejor dar sorpresas que malas impresiones. - si.. em.. tu intención era que no tuviera una mala impresión estas equivocado. Sonrió y soltó una carcajada. -Eres descuidada, deberías ponerle más seguridad a tu puerta no creo ser el único hombre que quiera entrar y verte en el estado en el que me recibiste. Era irónico, sus palabras tenían un tono de sensualidad pero a la vez una pizca de maldad, como si me tratara de tonta. - por más que cualquier hombre quisiera pasar esa puerta, primero debería tocarla tal vez ni me interese recibirlo. Segundo, no se quién eres ni qué quieres conmigo, así que si en este momento no te retiras llamaré a la policía. Me tomó de la cintura y pegó su cuerpo al mío y con un movimiento astuto de un tirón arrojó la tuya al suelo y me desafió con su mirada. -¿crees ser capaz de eso? ¿Caminarás así hasta el teléfono mientras yo me deleito con tu figura excitante? o ¿me dejarás marcharme para luego volver a encontrarte y presentarme de una mejor forma? ¿Qué dices Mia? Era imposible lidiar con sus palabras, con su encanto, con su voz, sus labios, sus ojos que me atrapaban y me hacían delirar. Su cuerpo era escultural y poseía un olor indescriptible pero dulce, tan dulce que mi nariz no lo soportaba cuando se acercaba de esa forma pero a la vez lo necesitaba. -no .. no haré nada pero por favor márchate y alcánzame la tuaya. - como gustes señorita, no te arrepentirás. Me guiñó un ojo y con rapidez tapó mi cuerpo desnudo. - es una lástima, de la otra forma eres más bonita. - Eres un… Antes de que pudiera formular la frase besó mi frente y salió por la puerta tan rápido que en unos segundos lo había perdido de vista. Me quedé parada en el mismo lugar con la boca abierta, aún con las palabras que no me había dejado decir. La cerré de un portazo con llave y le puse una silla para trabarla de esa forma me daría cuenta si entraba nuevamente. Luego del éxtasis y la sorpresa una llama de ira invadió mi ser. ¿Cómo me había dejado corromper por un hombre así? Tenía que ser más astuta la próxima vez si realmente quería sacármelo de encima. No me interesaba ese joven, era molesto, irónico y creía que su sensualidad y pureza iban a conquistarme. No se lo haría tan fácil y tampoco quería que se me acercara de nuevo, estaba segura de eso pero algo en mi interior me decía lo contrario pero lo ignoré profundamente. Mandé un mensaje a Ana para pedirle disculpas y explicarle un poco la situación. Al instante me contestó que cuanto antes le contara todos los detalles. Más que preocuparse se deleitó con la situación que había vivido. Me reí de ello y me acosté en la cama que, como de costumbre, no había tendido. Me quedé pensando un rato lo que había sucedido y lo que iba hacer a partir de ese momento, para mí el amor ya no tenía sentido, no existía. Lo que yo había conocido como amor se lo habían llevado lejos dejándome solo el efecto de su falta. Esa noche dormí tranquila y por primera vez mis sueños no fueron oscuros si no llenos de luz, una luz que ahora me acariciaba y me hacía sonreír. A medida que pasaba el sueño, esa luz tomaba un cuerpo y un rostro, era él nuevamente ese hombre, Elian, que había estado en mi casa, y que me había devuelto sentimientos que pensé que estaban muertos…
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