Fierecilla de ojos pardos
plantada en el
medio de mi pecho
celeste y velloso
bajas por mí agazapada.
Pasando tu dulce lengua
por todas mis entrañas.
Impredeciblemente
saltas a mi cabeza
poniéndo tus garras
en mi pelo canoso.
Tu furia me ha de
llevar a la tumba
antes de tiempo.
Tigresa y gatita.

Vuelta electricidad
vuelta sustancia
vuelta deseo ardiente
que en los dos se sustenta
retiras tus manos felinas de mi boca
y la arañas con un beso inflexible
que tiende a repetirse
a repetirse, a repetirse
como una leyenda amorosa
como un cuento urbano
como el florecer de una amapola.
Jamás, jamás
pienses siquiera en dejarme:
En el espacio y jaula
que es esta habitación
perduraremos noche tras noche
intercambiando rugídos.