Bebí de la noche su destilado trago azul

el rojo desvestido de su purpúreo agite

me embriagaron las sombras en quietud

al fundirme como el oxido sin su amante.


Sentí que era líquido doliente sin rumbo

estancado en el silencio de la penumbra

el hueco embolo de fatalidad y asombro

sentí ser río revuelto, sin mi conciencia.


Mundo de alfiles robaron de mí, mi sangre

ya no queda nada de ese sobrio enamorado

solo un guiñapo de despojos me corrompen

ser como el agua turbia con su oscuro limbo.


Me abrace aun cuerpo frío de piedra y hiel

un beso de muerte helo mis trémulos labios

al acariciar la calavera ya sin sus néctares

si con el veneno caminante del adiós eterno.


Necesitaba ese canto de la mujer enamorada

las celestiales notas de su perdón en mi duelo

pero ya no estaba en mi, yacía de mi perdida

como piedra al no hallar su descanso abismo.


Bajo tierra sin la semilla de la vida, era polvo

mi alma vagamunda buscaba aliviar mi pena

mientras el fuego purificaba todos mis pecados 

una dama de manos suaves feliz me despertaba.