Yerma
Publicado en Sep 07, 2012
A mediados de 1930, el dramaturgo y escritor español Federico García Lorca sorprendió y revolucionó al público de la época con “Yerma”, una de sus tragedias más populares que, desde que apareció, fue representada en numerosas ocasiones. En esta obra dividida en tres actos de dos cuadros cada uno, la acción se desarrolla en un ambiente rural y tiene como protagonista a Yerma, una campesina que se siente frustrada por no poder concebir hijos con Juan, un hombre con el que se casó años atrás como consecuencia de un matrimonio arreglado y no por derivaciones del amor. La obra explora el conflicto interno de una mujer casada que anhela y busca infructuosamente ser madre, para sentirse una mujer completa. La tragedia de la protagonista es anunciada por su nombre y materializada por la posible esterilidad de su pareja. Juan, su esposo, no puede ni quiere engendrar hijos. El hecho de que Yerma mate a su marido, por impotencia, hace oficial su realidad y su tragedia. Por otra parte, la determinación de Yerma de matar a Juan obedece en parte a su deseo de cumplir con una función impuesta por la sociedad; quiere tener hijos como las mujeres casadas que viven a su alrededor. Escrita por Federico García Lorca (1898-1936),Yerma "rastrea el conflicto interno de una mujer casada que ambiciona y busca inútilmente ser madre, para sentirse una mujer completa. La tragedia de la protagonista es anunciada por su nombre y plasmada por la posible condiciòn de estéril de su pareja. Juan, su esposo, no puede ni desea engendrar hijos. El hecho de que Yerma le quite la vida a su marido, porque este no puede ni quiere darle un hijo, le otorga visos de realidad a su tragedia. Su disciplina moral no le permitía concebir hijos con otro hombre que no fuera Juan, mientras estuviera vivo. Conocedor del éxito del drama rural poético, Lorca construye estas tragedias asentándose en una correlación de mito, poesía y sustancia real, procurando Reflejar a una mujer a su vez dominada y redentora de sí misma. Yerma” fue estrenada en el Teatro Español de Madrid el 29 de diciembre de 1934, un año después de haberse dado a conocer la trama de “Bodas de sangre”, una obra que, al igual que “La casa de Bernarda Alba”, cuenta como denominador común con ésta las referencias hacia las pasiones femeninas desplegadas en un entorno conservador. Cuando la novela comienza Yerma lleva dos años y veinte días de casada. Por la imposibilidad de engendrar un hijo,con el pasar del tiempo su carácter se vuele áspero; vive en una estado de nerviosismo extremo que la va enfrentando consigo misma, con su marido, con la naturaleza e incluso con la sociedad de la que es protagonista .Al desvanecerse su pretensión de maternidad Yerma comienza a batallar entre la ilusión y la desesperanza. Antes serena, templada y dueña de un colosal potencial de ternura, la vemos transformada en un lapso de cinco años en una persona exasperada, decepcionada que camina hacia la extrema violencia. Hay en Yerma un oscuro conflicto interior que progresa con fuerza incontenible hasta acabar en tragedia.. Para Yerma el mundo femenino carece de sentido sin la maternidad. Sin embargo se resiste a ser protagonista de adulterio, no por respeto al matrimonio o a la religión, sino por la honra, el recato de quien no puede rebelarse contra la sociedad .En Yerma los prejuicios sociales adquieren forma en el personaje femenino que da nombre a la obra y van edificando la narración a través de sus sufrimientos y pensamientos. Algunos de estos son: la imagen y reminiscencia al agua de lluvia o la fuente, que simbolizan la fertilidad; el agua corriente, que no es otra cosa que la esperanza que tiene la mujer por quedar embarazada; la leche y las flores (sobre todo la rosa), que son la alegría ante la maternidad; en cambio, la roca, la sequedad, la arena y las sombras encarnan la esterilidad de Juan, así como el muro, que representa el obstáculo a la fertilidad. Yerma construye la historia de la esterilidad: el impedimento femenino de crear vida corre paralela a la silencio de las bocas y a las casas, que mantienen las puertas cerradas. Someterse, acatar, callar, enclaustrarse y dormir forman la cadena que vincula rítmicamente a las mujeres pero que también limita la vida trágica de los hombres, seres consumidos y espiritualmente destruidos que, con gestos ni siquiera exasperados se hunden en la tierra en la que nacieron para pudriese y terminar siendo olvidados. Cuando Yerma se resiste a llevar adelante a la relación amorosa y Juan, su marido, confiesa decididamente que no quiere tener hijos, tiene lugar el asesinato. Acabar con la vida del marido es al mismo tiempo ponerle fin a la obsesión de ser madre. La idea de la infelicidad que produce el matrimonio se refleja en la necesidad de Yerma de salir todo el tiempo de su casa, observada por ella como una tumba. A pesar de que su pensamiento y las necesidades de su cuerpo la llevan hacia otros hombres o de otras oportunidades que se le ofrecen para quedar embarazada lejos del matrimonio, el respeto por la virtud y la obediencia al recato la tiene apresada y su desconsuelo y sufrimiento es aún mayor
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