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Publicado en Sep 08, 2012
Utilizando como telón de fondo el famoso fratricidio bíblico, acomete frontalmente contra Dios, seguro que su actitud no dejará indiferente a nadie.Saramago siempre se mostró definido en lo que a tremas religiosos, se refiere. Su polémico libro El evangelio según Jesucristo, ya habìa sido objetado veinte años antes de la publicación de Caìn, por el Gobierno portugués para competir por el Premio Europeo de Literatura. En Caín, el ensayista lusitano, exime a su protagonista del asesinato de Abel y incrimina nada menos que a Dios como autor intelectual al desatender el sacrificio que Caín le había ofrecido. Saramago, categórico en todo momento, considera Caín su libro concluyente para ajustar las cuentas con Dios, por ello estuvo siempre advertido frente a las críticas que surgirán alrededor de su nueva obra Tras el asesinato de Abel, la caída en desgracia divina espolea a Caín a vagar por la tierra de Nod con el sublime e incierto bien de la inmortalidad. En la pluma de Saramago, sin embargo, ese ostracismo se convirtió en un viaje de discernimiento, un acelerado ir y venir por tiempos y lugares que permitirá a Caín advertir el origen de su propia execración. Desde la inmolación de Isaac por Abraham hasta la ocupación de Jericó, desde la hecatombe de Sodoma hasta el Diluvio Universal o a los calvarios de Job, Caín es testigo de cada uno de los sucesos de una historia signada por hechos de sangre, la bíblica, escrita por un dios antojadizo e insensato. A través de” Cain”, el autor de “Todos los los Nombres”, “ La Caverna” ,”Ensayo sobre la Lucidez” se sirve de los orígenes más primitivos del hombre que el mundo cristiano se acuerda: la creación de Adán y Eva y la expulsión del Paraíso. El primer crimen humano, la muerte de Caìn, asesinado por Abel, da marco a la situación para que Dios dispare su ira por segunda vez sobre los hombres y castigue a Caín a vagabundear perpetuamente por la tierra de Nod, es decir, la tierra de la nada. .Testigo presencial e incluso protagonista de algunos de estos episodios, más significativos del Antiguo Testamento: (el abortado sacrificio de Isaac por Abraham, la destrucción de Sodoma y Gomorra, la ira de Moisés en el monte Sinaí, la conquista de Jericó, el Diluvio Universal... capítulos todos ellos con un denominador común: la crueldad del dios cristiano y el atropello de sus decisión) Caín se convierte en el más apasionado critico que persigue a Dios y a sus devotos incondicionales, que desaprueba las inmolaciones de los inocentes, que no encuentra sentido a las pruebas divinas, que busca explicaciones donde sólo se ofrecen buenas intenciones. El dios de los cristianos, carente de razones y en ocasiones se diría que de razonamiento, se muestra teniendo en cuenta los diálogos con sus siervos como un niño caprichoso o un déspota. Termina resultando Caín el único personaje que se pregunta sobre el destino, sobre el sentido de su vida, y que tiene incluso respuestas para ello. Con Caín, Saramago irrumpe en la historia habitual y de todos los días de la Biblia. El escritor portugués nos adentra en la historia cotidiana de la Biblia porque, a partir del destierro que el asesinato de Caín provoca, el autor juega a poner voz y palabra concreta a cada discurso, diálogo e incluso pensamiento de los grandes protagonistas de la Biblia. Caín sigue de cerca, por tanto, los hechos de la Biblia y sobre ellos fabula, pero partiendo de un conocimiento cierto de los textos sagrados. Como otras novelas de su autor, Caín resulta devastadora si nos atenemos a la perspectiva del destino humano, y lo hace a través de su protagonista principal, el cual sostiene una visión desalentada de la providencia, despojada de confianza en el futuro del hombre y la bondad de Dios. Y en este paisaje nada reconfortante, son tal vez los personajes «malditos» de la Biblia quienes despiertan mayores devociones: Caín y la hechicera Lilith, además de los exilados Adán y Eva. En la breve pero a la vez intensa novela que resulta siendo “Caín”, a través de un refinado sentido del humor y de la ironía, José Saramago nos entrega una visión de los hechos bíblicos reflexionada con el paso de los años, las experiencias y los libros; una visión que ciertamente está teñida de crítica y cuestionamiento, que escapa a lugares comunes y viejos convencionalismos y se aleja de la parodia fácil aun a riesgo de resultar impertinente; una visión que, en definitiva, tiene en la iniquidad y el dolor humano el foco de todo razonamiento. Si en El Evangelio según Jesucristo José Saramago nos ofreció su mirada del Nuevo Testamento, en Caín regresa a los primeros libros de la Biblia. En un derrotero iconoclasta, recorre ciudades empobrecidas y caballerizas, palacios de tiranos y ejidos de batalla de la mano de los principales protagonistas del Antiguo Testamento, estampándole la música y el humor sobrio y elegante tan característicos en toda su obra. Caín pone de relieve lo que hay de moderno y extraordinario en la prosa de Saramago: la capacidad de recrear como renovada una historia que se conoce de principio a fin. El relato del gran escritor nacido en Azinhaga es un punzante y cáustico recorrido en el que el lector es testigo de una guerra profana, y en cierta forma, , instintiva, entre el creador y su criatura.
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