Prncipe y Mendigo
Publicado en Sep 09, 2012
Tom Canty, un mendigo que ha vivido y se ha desarrollado en el ambiente intolerante y miserable de los barrios más pobres de la Inglaterra del siglo XVI, y un príncipe, Eduardo Tudor, que no otro que el hijo de Enrique VIII, tienen demasiadas pocas cosas en común. Sin embargo por esas casualidades curiosas del destino son sumamente parecidos el físico y en el carácter, y esa circunstancia hace que la vida los incluya en una extraña aventura que acaba resultando tan apasionante como peligrosa para ambos. Quien se adentre en la historia narrada magistralmente por el genial Mark Twain encontrará una respuesta. No por nada han disfrutado de ella de principio a fin los adolescentes de tantísimas generaciones, revalidando la idea que se trata de una de las obras más célebres de la literatura universal. El príncipe y el mendigo, fue publicada en 1882 , bajo el formato de novela histórica, y a traves de la palabra escrita de Twain satiriza el mundo de las apariencias y nos muestra cómo, muchas veces, la sociedad nos cree cuando mentimos pero no cuando decimos la verdad. Nos hallamos en 1547. Dos niños, el príncipe Eduardo y el plebeyo Tom, físicamente iguales, resuelven intercambiar sus papeles. Sin embargo, después de un tiempo, cansados del juego, deciden que ha llegado el momento de revelar la verdad. Cuando Tom explica lo sucedido en la Corte, todos suponen que el príncipe ha perdido la razón y en muchas más complicaciones se verá implicado Eduardo. Tan sólo la existencia de un anillo en posesión del verdadero príncipe servirá para que los obstinados nobles comprendan la verdad. Los Estados Unidos consolidaron el proceso de su Independencia allá por 1783, desde esa fecha y hasta que el siglo XIX promediaba, la literatura norteamericana pretendió romper los lazos que la habían unido a la de Inglaterra.Sin embargo y a pesar que su temática empezó a ser la del nuevo país en formación, continuó siendo influenciada por el romanticismo, tendencia entonces dominante en la metrópoli. Sólo después del descubrimiento de oro en California, las obras comienzan a separarse definitivamente del romanticismo, la literatura se vuelve más realista.A primera vista, podría opinarse que "El príncipe y el mendigo" es una novela histórica. Los hechos narrados nunca ocurrieron en Inglaterra, aunque están contados en forma realista. Cuando empiezan a alejarse del romanticismo, los escritores estadounidenses se lanzaron tras la búsqueda de la identidad de su país. Descubrieron, entonces, que mas allá de la epopeya imperialista había arduos problemas sociales y raciales, difíciles de resolver, además de enormes iniquidades, enormes diferencias entre pobres y ricos. Mark Twain ya había abordado este asunto, a su manera, a través de sus dos célebres personajes: Tom Sawyer y Huckleberry Finn. Otros escritores norteamericanos también habían hecho otro tanto, por ejemplo, Enriqueta Beecher, con "La cabaña del tío Tom" (1852), había concientizado a la opinión pública a favor de los derechos civiles de los negros. Henry Thoreau, en su novela "John Brown" (1859), mostraba cómo un esclavo negro le ponía armas en las manos a sus análogos de raza y luchaba contra los plantadores de algodón sureños.Tom Canty era un niño extremadamente humilde, pero honrado. Ayudaba a sus padres llevando algun dinero a su casa, trabajando en mil oficios, en el centro de Londres. El príncipe de Gales, Eduardo Tudor -hijo del rey Enrique VIII y heredero de la corona de Inglaterra tenía la misma edad y sin embargo, no era más feliz que Tom; aunque nunca le falto ningún juguete, siempre tuvo a su alcance los juguetes más caros del mundo. Una tarde, en medio de sus caminatas cotidianas, Tom llegó hasta las rejas del castillo. Se mostraba asombrado por sus interiores y maravillado por la guardia real que, como los soldaditos de plomo, practicaba su desfile de cada tarde. El príncipe se angustió. Cambiaron de ropaje y el príncipe salió del castillo en medio de la noche. Tom engullía toda su comida, alegrándose mucho el rey, acostumbrado a ver “a su hijo” demacrado, desganado y casi siempre enfermizo. Leía mucho, solía dar consejos de guerra a su padre, y siempre acababan sien de gran utilidad. Eduardo, por su parte, aprendió a trabajar y a apreciar el esfuerzo de la gente. El escolta tomó cautivo a Tom, amenazando con quitarle la vida si no aparecía el príncipe. La noticia llegó a los oídos de Eduardo, quien comunicó a la familia de su amigo que él era el verdadero príncipe, aunque nunca le creyeron. Tom alcanzó a librarse de sus cadenas, logrando evitar que nombrasen al nuevo rey; sin embargo lo apresaron nuevamente y en el momento cuando se aprestaban a coronar al rufián traidor, Eduardo que por entonces ya había convencido a los humildes, ingresó al castillo liderando un ejército de campesinos, impidiendo la traición y encarcelando a los responsables. Tom y Eduardo interpretan a la perfección el pensamiento de Mark Twain de que todo niño es puro. Príncipe y Mendigo se trata de un divertido relato que, como decíamos, trata de mostrarnos lo fácil que resulta mentir y engañar en determinadas situaciones –imaginar que la gente crea lo creíble- y lo arduo que es mostrar la verdad cuando, precisamente, no es creíble, es decir, no resulta verosímil. Todo ello a través de la narración de Mark Twain ágil y amena que siempre deja al lector alguna moraleja en sus obras.
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