Inés
Publicado en Sep 10, 2012
–– Sí, me llamo Inés.
–– Moncada Ramírez. –– Diez y seis, en mayo cumplo diecisiete. –– No, el Gordo no es pariente mío, pero es como mi papá. –– Pues me ha enseñado muchas cosas. –– Como a entender la vida… –– El Gordo dice que esas son pendejadas señor. Que la vida no es así. –– El Gordo dice que la escuela es perder el tiempo. –– Porque ahí no hay varo señor y si es cierto, a nadie le pagan por estudiar. ––¿Mi verdadero papá? Ese culero se la vive pedo y nos madreaba. Una noche mi hermano Mario le partió su madre y luego se largó. ––¿Cómo que malas palabras? No sabía que hubiera unas buenas y otras malas. Además son las únicas que me sé. ––No, señor, le digo que el Mario se largó. No lo he vuelto ha ver. Pero seguro está mejor. ––Mi mamá le aguanta todas sus chingaderas a ése. Por eso me fui yo también. ––No, al Gordo lo conocí luego. Me llevó con él la Rama. ––No sé señor, así le dicen todos creo que se llama Paty o Nati o algo así. ––El Gordo me da de comer y me dio trabajo. ––Yo hambre no paso, haiga que hacer lo que haiga que hacer. ––Pus al principio no me gustaba, me daba miedo, pero estaba bien pendeja y no sabía nada pero El Gordo me explicó y las otras Doñas también. ––Nel, hay otras putas más chavetas. Hay una de trece y le va re bien a la cabrona. ––Tres veces nomás, El Gordo me dio un pinche té y con eso lo eché pa fuera. ––No, no era mi hijo, El Gordo dice que, esos, son los errores de Dios y que hay que devolverle a Él también sus chingaderas. ––No señor, no sabía eso. ––No sé qué es eso de vas fémina, señor, pero yo no hago eso. ––Desde temprano. Como a las diez de la noche empiezo a chingarle. ––Depende, a veces acabo a las cinco de la mañana, otras veces hasta las siete, pero eso es los viernes o los sábados. ––Nel, el domingo no trabajo pero si hay Clientes, ni pedo, El Gordo me manda. ––Cincuenta pesos por una mamada y por doscientos varos, hasta les digo que los quiero. ––¿Que si me canso de qué? Señor. ––No, El Gordo me da bicarbonato y me repone en chinga. ––Por la nariz. Es olido. ––Chale, no sé por qué se ríe, señor. ––Sí, es bicarbonato. ––No lo sé, a mí el Gordo me manda a llevar el bicarbonato a otras personas. ––No los conozco. No sé cómo se llaman. A mí na’mas me pagan el bicarbonato y yo le doy la feria al Gordo. ––Oiga señor, yo nomás soy puta, yo no vendo esas mierdas. ––Es por encargo del Gordo. Yo no sé de dónde lo saca. ––No estoy diciendo mentiras señor, a mí me dijo que era bicarbonato y yo le creo. ––¿Por qué me voy a ir al infierno! ––¡Que yo no sé qué son las blasfemias o eso! ––¿Y yo cómo voy a saber que eso es malo? ––Si eso es malo, entonces usté también se va a ir al infierno, señor. ––¿A poco cree que no nos damos cuenta que usté se coge a los niños de la iglesia? ––Si yo me voy a condenar, usté también, señor cura. Usté también.
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Guille Capece
por lavuelta, felicitaciones...
aprecie mucho en tu escrito el trabajo que hiciste con el lenguaje popular; y estan muy bien resueltas las escenas de la niña con su interlocutor oculto.
Abrazo
Guillermo
Arturo Palavicini
Qué gusto reencontrarte en este mundo de letras y de historias. Gracias por tu comentario, amigo.
Te mando un abrazo enorme.
Verano Brisas
Arturo Palavicini
Como siempre, su opinión me parece muy valiosa.
Saludos y un abrazo
Arturo Palavicini
Muchos saludos y gracias nuevamente
Arturo Palavicini
kalutavon