Una vez más cae la nieve... 
Sangre de ángeles, fría y a la vez ardiente, 
tapando con su hermosa manta un mundo que ya desespera y grita, 
calmando y escondiendo mi dolor con la claridad de su esencia, el más recóndito escondite 
y alegrando todo mi ser, llenándolo, completándolo. 

Cae como todo y como nada, 
como trozos de cristal en un mar blanco, brillante y helado, 
rodeándote con el frío, trágico mensajero de la muerte, a veces tan odiado 
y sin embargo te hacen sentir más vivo, te acercan a tu fuego interior, en un rincón de tu cuerpo olvidado. 

Será que la verdadera vida se encuentra en la cercanía de la muerte? 
Será que escuchar sus pasos a tu alrededor es una inspiración a vivir? 
Una vez un sabio me dijo, mientras de su pipa salía una nube de humo oscuro: 
"Si te olvidas de la muerte, puede que mueras en vida" 
quizás nos recuerde lo esencial de la vida, el presente y no el futuro. 

O puede que estos diamantes de pureza sean gritos de un mundo lejano y por el hombre olvidado 
un mundo por el tiempo abandonado, donde dormir es la única forma de vivir 
un mundo con palacios color cielo y pasillos congelados, 
donde cada paso es una marca imborrable. 
Donde el viento, incansable y perseverante artesano, talla estatuas de formas fantásticas fuera de toda lógica humana, tan limitada. 
En fin, un mundo del que el hombre hace bastante que ha sido rechazado.