Los Viajes de Gulliver
Publicado en Sep 12, 2012
”Viajes a varios lugares remotos del planeta", conocida como "Los viajes de Gulliver", es considerada la obra maestra de Swift. Demoró seis años en escribirla, y el autor fue añadiendo reflexiones respecto de la naturaleza humana y formuló una amarga burla a la sociedad inglesa y al género de u humano, haciendo uso de un estilo narrativo intuitivo, agudo y sencillo. Asì fue como “Los viajes de Gulliver permaneció y sigue permaneciendo como un clásico de la literatura infantil. Sumergirse en las páginas de Los viajes de Gulliver es adentrarse en una aventura fascinante, participar del riesgo, compartir los descubrimientos y las sorpresas que el capitán Gulliver descubre en su arriesgado camino... En parte sátira demoledora, en parte relato fantástico, Los viajes de Gulliver se ha convertido por derecho propio en uno de los clásicos universales más leídos. Sin embargo, zambullirse en las páginas de Los viajes de Gulliver es emprender una aventura fascinante, compartir el riesgo, los descubrimientos y las sorpresas que el capitán Gulliver halla en su azaroso camino... En “Los viajes de Gulliver” encontramos a un Swift de la transitando de la poesía al relato, para contar al lector las conmovedoras aventuras del capitán Samuel Gulliver, un característico inglés del siglo XVIII que, recién lanzado a navegar por alta mar, remueve de su imaginación historias sorprendentes, que la pluma de Swift las cambió en literatura, poco después de que Daniel Defoe narrara en “Robinson Crusoe” las aventuras del marino escocés Alexander Selkirk, quien, abandonado en una de las islas de Juan Fernández, al oeste de las costas de Chile, sobrellevó una vida de ermitaño entre septiembre de 1704 y febrero de 1709. “Robinson Crusoe” posee demasiadas cosas en común con “Los viajes de Gulliver” y ambas fábulas con Simbad de “Las mil y una noches”, todas son obras nutridas por la imaginación e inspiradas en viajes y aventuras de fabuladores y náufragos empeñados en hacer creíble lo increíble, y en cuyas páginas cargadas de enjundia convergen lo real y lo imaginario, la utopía y la crónica. Si en “Robinson Crusoe” (1719), el hombre luchaba anteponiéndose a la naturaleza salvaje para construir su propio hábitat, en “Los viajes de Gulliver” (1726), el autor nos hace ver cuán relativo es todo en este mundo y cuán necio llega a ser el individuo por culpa de su arrogancia y orgullo. Es claro que desde el origen oral de la literatura épica, traducida por aquellos narradores desconocidos –trashumantes que en los tiempos antiguos andaban por los palacios y las plazas públicas representando historias, hasta los artistas creadores de novelas de nuestros días- la figura del cuentista rescata un papel predominante en la forma de cómo emitir el discurso narrativo. No importa tanto que el narrador describa una historia conocida o, por el contrario, una historia concebida por él mismo. Lo importante es que sepa relatar con la destreza que Jonathan Swift recreó en “Los viajes de Gulliver”.Cuando Swift regresó a Irlanda en 1726, llevaba ya con èl un libro que escribió desde 1720, dividido en cuatro partes, el mismo que sería publicado en octubre del mismo año bajo el extenso título: “Travels into Several Remote Nations of the World in Four Parts, in Lemuel Gulliver” (Los viajes de Samuel Gulliver por remotas regiones del mundo, en cuatro partes). En el primer viaje, Samuel Gulliver, un joven inglés deseoso por hacer una travesía por mar, se sube a bordo en un bergantín con direcciòn a las Indias. Gulliver resultó ser el único de la expedición que salvò su vida. Gulliver, sin que estuviera en sus planes, atracó en las tierras del emperador de Liliput, quien dispuso erigir una monumental plataforma para transbordarlo hasta la capital del imperio. Cuando la ciudad ardía en llamas, Gulliver bebía a sorbos el agua del estanque y, convirtiendo su boca en un poderoso artefacto contra incendios, dominaba el incendio. En este brete, la niña se descuidó y Gulliver resbaló a un tazón de leche. En el tercer viaje, Gulliver llegó hasta el país de los científicos excéntricos, donde existían computadoras que escribían libros de filosofía, poesía, política, jurisprudencia, matemáticas y teología. El tercer viaje de Gulliver, lejos del racionalismo de aquellos tiempos, es una manera de adentrarse en un mundo sorprendentemente maravilloso que, años más tarde, concebiría Julio Verne En el cuarto viaje, Gulliver visitó una isla habitada por caballos superdotados, que contaban con un patrón cultural y moralista superior al de los humanos. Para Gulliver, los Yahoos no son humanos en su primitiva fase evolutiva, sino animales inferiores a los caballos. Así, en los dos últimos viajes de Gulliver está vigente el ascetismo latente de Swift, no solo por estar lejos de las teorías darwinianas y el idealismo religioso, sino también por usar el método de la humillación para ayudar a la reforma del mal comportamiento humano. Para algunos técnicos especialistas, versados en literatura infantil, “Los viajes de Gulliver” no es ni más ni menos que una obra que expresa el complejo de inferioridad y superioridad, y la melancolía casi enfermiza además de misógina de Swift, quien, en su rol de pastor anglicano, no se cansó de vapulear con ironía las corrupciones humanas al punto de decir: “Odio y detesto a ese animal que se llama hombre”.Más allá de todo, los niños reconocen como suyos los viajes de Gulliver al país de los enanos y al país de los gigantes.
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