Se sentó junto a mí. El mismo chico con quien cruce la mirada cuando llegué al terminal de buses. ¿Sería el destino, la suerte, o solo una coincidencia? Lo ví pero no presté atención, me interesaba más la lluvia que caía sobre el techo con fuerza, las marcas que dejaba en el agua ya caída, la antigua ciudad, el suelo, los postes huecos, la basura, todo era más interesante que esta persona, pero se sentó junto a mi. Su número de asiento era el cuarenta, y el mio el treinta y nueve, y no es que yo lo haya escogido, el boleto que habían sacado por mi decía mi nombre en el treinta y nueve. 
Nos miramos y seguimos con lo nuestro, somos extraños, es todo.
Sonó el ringtone de un teléfono, y reímos, verlo reir me hizo reir aún más y me miró, sonreía conmigo, esperando ver cuánto duraba esta loca risa mía, y me detuve, tomé aire y volteó a mirarme una vez más, balbuceó algo que no entendí por lo que sólo sonreí.
Vi sus largas pestañas, su pelo anarjado, su nariz recta, sus manos grandes, sus uñas sanas, y su sonrisa, ¡tan bonita sonrisa! Tomó un libro y comenzó a leerlo, creó que se dio cuenta que lo observaba asique dejó la portada unos segundos, suficientes para que pueda leer el nombre y el autor. A veces volteaba a mirarme, y otras seguía con lo suyo, sacó una croquera y comenzó a escribir, supe que era un poema y mi corazón latió con fuerza.
Lo observé mientras escuchaba ''Territorial Pissings'' de Nirvana en su mp4, me creí una psicopata, pero sentí que esta persona era como yo, como si yo misma estuviera sentada junto a mi en otro cuerpo y él sonreía.
Mi viaje acabó, quise sonreirle en modo de despedida pero no me atreví. Mientras buscaba mi bolso, él me miraba desde la ventana, me siguió con la mirada. Le sonreí varias veces, pero no sé si lo notó.
Sentí un vacío, esto es lo que llaman ''amores del bus que nunca volverás a ver''.
Pero siento que es tan parecido a mi, que si nos conocieramos, nos odiariamos y esta corta historia de amor ni siquiera cabería en el recuerdo.