Tus manos sobre todo y sobre las cosas...
Porque también tu sonrisa que ilumina
Y tu mirada, y la chispa de alegría 
que encienden tus ojos buenos
Pero tus manos… ah, tus manos ¡Son otra cosa!

Vos me dirás, no sin razón ¡Ay de mis manos! 
Y yo te digo, hija pura de Dionisio
Flor perfumada y silvestre
Desapercibida flor del camino
que el sol y la tierra nutrieron 
y la noche convirtió en luna 
con sus pétalos blancos de perla
y sus hojas encendidas de amor

Que tus manos son el prodigio
que parió de la nada el barro
y una íntima trama del cielo 
Urdió para dar vida.

Tus manos trabajan humildes 
Porque conocen el valor de las obras
Y no se envanecen buscando 
Glorias de una posteridad que les sobra.

A veces hacen silencio para escuchar 
La voz del tacto que halla en el otro lugar 
Y juegan a ser pájaros de fuego
Volando encendidos sobre el inagotable mar

Tus manos hablan el idioma simple
De los que están en el mundo 
Sin ofrendarle viles tributos
y se repliegan en sí mismas 
Interrogándose con y sin peros
cuando en la espera desesperan
 
Te quiero porque tus manos
Agarran fuerte las mías
Y entre las dos, mano a mano
Va tu corazón, y el mío