Respetada Raquel Rueda Bohórquez,  
la palabra se siente, se vive, se goza, se sufre sin inmutarse su esencia porque ella misma es el sentido, la voz, los labios balbuceando piedra a piedra, gota a gota la vida sin importarle la textura de lo descrito. Cada uno de nosotros está obligado a instaurarle al vocablo una pizca de profundidad, de amor, de existencialismo.

La palabra circula, como moneda y sin embargo es mina única sin quilates y todos los quilates a la vez, por el sombrío mundo de la cacofonía, por el decir blindado de arrogancia, desde el abismo del lenguaje vacío, entretanto hay quienes amamos la palabra, la gozamos, la sufrimos… y la palabra mirándonos mientras se toma un tinto, una cerveza, fumándose la gramática, el verbo, el sustantivo, el adjetivo, la resonancia del universo…  se despide y agradece su bondad y capacidad de asombro:
Carlos Alberto Agudelo Arcila