Tiempos ancestrales
Publicado en Oct 11, 2012
Aquel grupo de niños se reunía alrededor de la fogata, complaciente testigo de las fabulosas historias contadas por el más anciano de la tribu, sobre tierras muy lejanas y que desde siempre les fueron prometidas. Allí, aquel pequeño alimentaba sus ilusiones y tan pronto pudo, llevando como único equipaje una maleta de sueños, se marchó con la intención de escribir su propio destino o como escuchó en algún lado, intentaría hacerlo derecho sobre líneas torcidas su propia vida. Esta, lo llevó finalmente a las costas zulianas, donde desplegó su tienda imaginaria dispuesto a vivir su historia, como lo habían hecho desde tiempos bíblicos, toda una legión de paisanos. Fue la mirada limpia de aquella joven, la primera causa de su nueva inquietud y luego ya no tuvo ni un minuto de sosiego. La belleza genuina de esta estirpe, lo confirmaría cien años después, ganando cuanto concurso de belleza se celebrase en cualquier rincón del mundo. La bella joven por su lado, sucumbió a la fértil imaginación del poeta, cuyos ancestros crearon todo un universo de narraciones y de cuentos, incluso aquellos que contaban sobre “Las mil una noches”. La casa pronto se llenó de la algarabía de voces infantiles, fueron llegando una tras otro y llenaron de alegría todos los espacios. Eran cinco párvulos, el más pequeño heredaría los ojos soñadores de su padre y viviría por siempre soñando en blancas dunas de arena y caravanas de camellos…
Dadas las guerras políticas intestinas de aquellos tiempos, combinadas con la sangre caliente de su espíritu aventurero, pronto se vio inmerso en esas diatribas y más pronto aún, se vio la hermosa joven, viuda y cargando a cuestas cinco infantes. Para alejarse del largo brazo de los odios insensatos, se marchó a un país vecino, donde su belleza aún intacta, cautivó a un acomodado comerciante, quien no solo se casó con ella, sino que dio su apellido a todos los chiquillos, para proteger a su bella esposa de las habladurías de aquellos tiempos. Hoy, cincuenta años después, cuando todos mis ancestros han sido borrados por el tiempo, aún recuerdo la mirada soñadora de mi padre perdida en el horizonte y quizás soñando despierto en dunas y caravanas de camellos…… Caracas, insolar, Abril 2008.
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