EL NGEL Y LAS MADRES
Publicado en Oct 13, 2012
En el hospital de un lugar cualquiera, una joven acuna tiernamente entre sus brazos a su primogénito recién nacido. Ambos se miran en silencio,como hipnotizados,fascinados de poder tocarse. Ella irradia felicidad y un inmenso amor, en el olvido quedaron los intensos dolores que debió soportar para disfrutar del gozo que significa tener a su retoño en su regazo. Unas lágrimas empañan su vista, pero son de emoción por ese encuentro largamente esperado. A cientos de kilometros de allí, otra mujer espera impaciente a las afueras de una oficina de adopciones. Después de dos años de interminable papeleo, de vigilar el teléfono y de luchar incansablemente contra la burocrácia, finalmente recibió el llamado que hará posible el milagro; ha sido un largo, muy largo trabajo de parto ,como le dice ella. Por fin podrá conocer a su futuro hijo,(o hija, eso aún no lo sabe) y estrechar en un gran abrazo a su angelito del alma. Al niño que por tanto tiempo ha debido esperar. Y desde el cielo, sentado en su nube, un ángel sonríe satisfecho con su elección. Observa con atención la reacción de sus protegídas, todo ha resultado según el plan. Ellas no lo saben, pero fueron elegidas por el Creador para servirle en una dura misión: ser MADRES, las cuidadoras de sus querubínes. Deben ser capaces de sacrificarse en beneficio de otros, de vivir pruebas de mucha tristeza y dolor, pero también deben saber disfrutar de miles de momentos, grandes y pequeños, de felicidad. Claro que no siempre ocurre todo como el Supremo lo desea, no siempre resulta fácil el trabajo de un ángel guardián. En ocasiones todo se complica cuando la elegida sucumbe a la tentación del innombrable y se desvía del camino, manchando la solemnidad de su misión. Pero el Señor, que todo lo sabe, por cada oveja descarriada, siempre tiene preparadas una o varias mujeres dignas de proteger el precioso fruto del vientre femenino. Las guardianas pueden estar ocultas bajo el título de tías, abuelas, hermanas, vecinas, o simples desconocidas del indefenso; pero todas sin excepción poseen un corazón honrado, paciente, amoroso, noble y generoso, dispuesto a acunar y resguardar en su regazo a quien asi lo necesite. El ángel se mece en su nube y reflexiona: para ser MADRE no basta con dar a luz a un niño, el mérito está en protegerlo, amarlo, perdonarlo y guiarlo por la vida de la mejor manera. Para ser MADRE solo debe existir AMOR.
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