Ensueos de madrugada
Publicado en Oct 14, 2012
Aletargado en el asiento, el joven bostezó hasta las lágrimas, mientras afuera las luces pasaban como estrellas y se colaban en los ventanales del metro. No había demasiada gente, sin embargo pudo oír voces que de súbito se asomaron desde las páginas del libro que tan intensamente exploraba, enfrascado en sus hojas nacaradas, sus ojos arrastrándose a la velocidad de emociones contendidas allí, casi a ras de las cadenas de palabras entintadas. Los personajes en la novela gritaban por alguna razón que ya no recordaba muy bien, y era extraño lo cercana que comenzó a oírse la bulla de repente. Alzó entonces la mirada incrédula, y dio un respingo cuando la ruta de sus ojos se detuvo en la horrorizada muchedumbre que corría hacia él: Hervidero del terror, barulla de rostros contorsionados, confusión y desorden.
–¡Va a chocar! ¡Vamos a morir!” –decían todos en la algarabía. Despertó de un salto, con el grito en la garganta y el hilo de saliva en la comisura, los ojos inyectados de sangre, los jadeos y el libro resbalando de sus manos flojas. Uno que otro lo miró detrás de su periódico con algo de curiosidad. Pues claro: Un lunes a las seis de la mañana en la gran ciudad, no da cabida a los ensueños de un oficinista madrugador.
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