Si por producir entendemos aquello que hacemos, entonces la gracia común es aquella que permite que el mundo entero sea una casa de cultura, aunque sin olvidar que si la cuestión de la cultura compete al hombre en todas sus capacidades, hay algunos que han creado una cultura de muerte, y eso nada tiene que ver con la gracia común. Pero la la gracia, así como la describo, permite que el hombre sea un ser potencialmente creativo, y así, podemos ver que el mundo es una casa donde: escuchamos la música que ha sido inventada; leamos la poesía que otros han escrito a través de las épocas; nos deleitemos con las pinturas de los grandes artistas; veamos esos majestuosos edificios, producto de los trazos arquitectónicos y de la ingeniería más sofisticada; veamos el avance de los dispositivos tecnológicos que nos permiten acceder a la información desde diferentes lugares, en diferentes momentos, buscando diferentes formas de manejarla; se escriban todos los libros, esa cantidad casi infinita de libros que se vuelven un mundo de palabras impresas, y digitalizadas, que son aquellas que nos hacen conocer otros pensamientos, otros lenguajes, otras geografías. De estas formas, y más, se desprende la riqueza espiritual del hombre creador. Pero pienso que todo inicia con la gracia común.