Despertar
Publicado en Oct 19, 2012
¡Gloria a tí, amada mía!
Que estás por despertar, mientras yo continuo soñando ser digno del placer de ser tuyo en la morada de los mortales. ¿Cómo desacostumbrarme a la hermosa costumbre de tu compañía? Me dejaste, pero no me abandonaste. Cada vez que el viento cargado de rocío, impregna con su aroma la belleza del alba, me enerva apasionadamente tu delicado aroma. Tu escencia sigue conmigo, amada mía, es lo que le da fuerza a mis extremidades para levantarse. Me da fuerza para entrar a nuestra alcoba, a contemplar el cruel retrato de la edad y observarte, dulce y calladamente en tu lecho, donde éramos antes dos los que estrechábamos letárgicamente la mano del otro. Tu escencia sigue aquí, amada mía, y es lo que me da la osadía de caminar esos cinco pasos, desde el umbral hasta tu lecho, y apartar ese fleco blanco de tu frente que tanto odias, pero que en tu existencia yo venero. Aparto el fleco de tu frente, tomo tu delicada mano sin perturbar tu resuello, ni los artificios que te mantienen viva. Contemplo el retrato de la edad, mismo que me confía el espejo ante mi presencia... Es entonces cuando estrecho tus dedos sobre mi palma y permitiéndome derramar una lágrima te susurro, casi en secreto: Feliz aniversario, niña mía.
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