Carta al amigo.
Publicado en Oct 20, 2012
Mi buen y querido Enrique: Por la presente tendrás noticias de algo que si bien hasta hace poco tiempo era cuestión improbable, ahora es compromiso ineludible: me caso. Sí, has leído bien; yo, que tanto me he vanagloriado de negar cualquier crédito al ayuntamiento carnal que contara con los parabienes de la legalidad -con lo que tal reconocimiento implica de renuncia a otras mujeres, a volar en pos de otros brazos-, hoy es cuestión de días, cuarenta y cinco si llevo bien la cuenta, que quede por siempre voluntariamente subyugado al arbitrio de una mujer, mi mujer. No ignoro que la unión conyugal es sitio en que proliferan los cuernos, a sabiendas de la parte más desfavorecida o no; tampoco que quien busque en el matrimonio su nido de paz sólo hallará la palabra aceda y el gesto hosco. Lo sé bien y aun con todo me caso. ¿Por qué?, dirás. Porque de seguir así voy camino de convertirme en un concienzudo misántropo; en realidad no quiero una esposa, quiero compañía. Ten calma, te explico. Hará por los veinticinco años que te conozco, y durante todo este tiempo yo -lo confieso y espero que no te moleste lo que te voy a decir- te he considerado, también habrás de perdonar esta cursilería, un alma gemela: los dos hemos tratado de suplir nuestra mediocridad como escritores con tantas horas de lectura como hemos sido capaces, cuanto más raro el autor -"Makine un gurú, de Gombrowicz Cosmos, ¡ah, la carnosidad de S. Zweig!"- mejor, más nos parecía que éste nos daría por fin la idea y tono que buscamos. Ahora siento que tal vez haya logrado no seguir a la mayoría, zafarme del gusto gregario (la multitud es la mentira decía Kierkegaard); que tras no pocos esfuerzos pudiera pergeñar un escrito de escasos folios para presentar a un concurso de bajos vuelos, con resultado final incierto si no abocado a la más desasosegante decepción. Pero así lamento que, si bien he dado rienda suelta para lograr un anhelo de dudosa concreción, no he vivido. No quiero que el día se reduzca a esperar las cuatro o cinco horas de la tarde entre los esbozos sin concluir de mis apuntes. Cada vez rehúyo más el trato con la gente. No comprendo qué es lo que les hace juntarse, reírse, pasar el día inútilmente. Pienso con horror que, llegada una supuesta situación, negaría auxiliar a un vecino cuya casa estuviera ardiendo con tal de no abandonar la lectura del libro que tuviera en aquel momento en mis manos. Cosas parecidas - no tan graves, es cierto- ya me han pasado, aunque sobre eso me reservaré los detalles. No pretendo que nuestras similitudes lleguen a tanto. He sido yo solo quien sin advertirlo se ha visto abocado a esta pequeña, particular locura. Me hace falta compañía, alguien con quien hablar, hacer lo que sea; romper con una rutina que no me recompensará jamás con escribir algo decente. Y además, ¿escribir qué?, si según voy a servirme de ella como un canalla, de mi caletre sólo podrá surgir mezquindades y groserías. Me valdré de ella y apenas lo lamento. Florista de profesión, sencilla y bonita a su modo, ella misma es una rara flor: por su edad (frisa la cincuentena) podría dar muestras de la astucia y desconfianza propias de las mujeres de sus años, pero en ella todavía sorprende la inocencia y frescura de una joven. Por mi parte espero poder quererla alguna vez. "El amor sólo dura mil kilómetros" y yo todavía no he recorrido ninguno. Que sea a su lado. No aguardo tu contestación. Esto, aunque parece decisión alocada, ha sido muy meditado. Como podrás imaginarte, ella no sabe nada de las razones que en verdad me alientan a casarme, por lo que te ruego discreción para el día de la ceremonia, que será el día quince de Septiembre en la Iglesia de Santa María del Romeral. Un fuerte abrazo. Tu fiel y más parecido amigo. Texto Registrado
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Gaby S
soadora
Tatiana
me ha deleitado leerte, eres muy ingenioso y mordaz, penetrante, te autoanalizas con sarcasmo e ironía.
FELICITACIONES.
tu amiga Tati
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Con el transcurrir de los años, se hace inseparable la belleza con la bondad, es como un complemento natural en la evolución. Como dice V Hugo: “Lo que era delgadez en su juventud se había convertido en transparencia en su madurez”. En este caso dices “una rara flor frisando la cincuentena”. Seguramente que si hay esa madurez, habrá éxito en esta nueva experiencia. Convertirse en misántropo no es tan difícil en estas sociedades tan mecanizadas y autómata, pero bueno, Al menos una compañía y un proyecto de vida compartido, sean una buna solución
Felicitaciones por la originalidad
Laura Torless
Tu texto permite ser afrontado desde muchos puntos de vista (al menos yo lo hago así), pero siempre con el soporte de una pulcra narrativa, cuidada y de buen nivel.
Un cordial saludo.
Vitilio
Recibe un cordial saludo.