Textale

NUNCA MÁS (Un cuento de un amor que no pudo ser)

Publicado en Aug 01, 2009

Cruzó la calle con pasos rápidos. Fijó su mirada cien metros más arriba, buscando la luz del bar que habían fijado como punto de encuentro.
Pronto serían las diez…sintió un vacío en el estómago y cerró los ojos.
Detuvo sus pasos y el malestar pasó. Buscó en la cartera el peine, que volvió a pasar por décima vez en sus cabellos sueltos y desordenados.
Miró su imagen reflejada en el vidrio de una puerta, y se sintió insegura; intentó una sonrisa y siguió con pasos largos, escuchando el golpeteo del corazón que cada vez latía más rápido.
Entró al bar, y se sentó a una mesa, buscando la intimidad de la pared, no quería ser vista desde afuera. Comenzó a imaginar el encuentro; todo giraba en torno a él; la tarde que le gritó su amor y le robó esta cita, su sonrisa, las incontables veces que la desnudaba con la mirada al cruzarla en la calle. Esa forma de inclinar la cabeza, de gritarle ¡te amo! en un mensaje secreto que le alcanzaba el viento…Pensó las excusas para salir que tuvo que inventar mil veces... Sabía la hora que él pasaba cerca de su casa, cuando el Corsa azul de Alberto no estaba estacionado en la puerta.
Ella lo intuía, lo presentía…Lo sentía en su piel, sentía sus caricias y hasta creía que sus labios rozaban su boca cuando él le tiraba un beso con la mano, y se alejaba con la mirada fija en ella.
Cerró los ojos y se estremeció.

De pronto, un ruido la sobresaltó. Se escucharon voces, gente que corría, algo estaba pasando afuera…
Justo ahora, pensó.
Se apoyó contra la pared, esquivando la ventana.
La gente del bar comenzó a salir, y la sirena de la ambulancia estremeció el lugar.
-Creo que está muerto- alcanzó a escuchar.
-Fué un trágico accidente.
-Venía hacia el bar, la luz del Corza azul lo cegó.

Se levantó de golpe. Tomó la cartera y buscó la salida tratando de pasar entre la gente que se agolpó en la puerta.
Otra vez sintió el vacío en el estómago.
Se acercó como pudo, miró hacia el lugar del accidente y entones lo vio…
Él estaba allí, tirado en la calle.
Se quedó quieta, mirando aterrada cómo unas manos presurosas lo levantaban y ponían su cuerpo en una camilla.
Hasta ella llegó su perfume, creyó sentir sus caricias en la piel y su pecho tembló de dolor.

¡Nunca más!
Clavó las uñas en las palmas de sus manos, hasta que sintió correr la sangre.
Nunca más.
Las lágrimas le quemaron la cara, y un sabor amargo la volvió a la realidad.
Nunca más.
Levantó el cuello de su tapado, cruzó la calle oscura y se perdió en la noche...

PÃ¡gina 1 / 1