Crernos inmortales
Publicado en Aug 01, 2009
Hay que creérnos inmortales
para soportar los golpes de la vida sus patadas y bofetones turbios y sus morisquetas de sátiro. Para saber renunciar y renunciar y sobrellevar todas las patrañas de enemigos que desconocemos. Hay que creérnos inmortales para sentirse diáfanos y realizados aunque los minutos se subleven y hagan desaparecer el solaz de los cuerpos. Para tolerar la espada viperina que es la lengua de quien nos aborrece. Hay que creérnos inmortales para acostumbrarse a las arbitrariedades y contemplar a las granjeras consumidas como si no tuviesen hernias ni denteras. Libras de mas, kilos de mas o de menos regalar a toda mujer un halago. Para sentirnos siempre picaflores y mantener la fuerza inmensa del troglodita. Para siempre saborear con el paladar a pesar de los implantes o los puentes. Y no tomar cada alborada como ofensa. Para no hundirnos en la cruel desesperanza e ir a pasos parciales hacia el nicho. Para lidiar con las dificultades inhumanas hay que creérnos inmortales y hacer elegías y cantos con las cenizas... Mientras tanto, ignoremos la marchitación y las moléculas duras de la muerte que no dejan de recoger animales y transeúntes minuto a minuto.
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