Las verdades del alma, buscan su sentido entre los amaneceres de la humanidad, nada es misterio ante los ojos del amor, el amor es sin muerte, y sin muerte es el camino que me ha sido impuesto al servicio de lo alto, y qué somos sino plumas danzando en el misterioso universo, como un átomo ínfimo de información solo tenemos poder sobre nuestro pequeño y limitado pensamiento.
Quiero danzar esta noche, deseo danzar esta noche por ti y a ti, amor, por la vida que me deja cada día, cayendo en un espacio entre el sonido, entre el ritmo del silencio, pues no hay una única manera de entender las cosas, los caminos se multiplican ante los pasos, amor, y amor es sólo un concepto indolente de esta raza en equinoccio.
Tus ojos podrían tener inmensidad de mares esta noche, y yo danzando en el firmamento te aseguro que hemos sido atados, cocidos a una misma estrella, te aseguro que en medio de la nada queda el todo y el silencio es una melodía constante.
Arrojados, aferrados a  la mano infinita de la compasión nos encontramos tejidos por el mismo destino, la telaraña de nuestro sino se urde acorde al ritmo tibio de la dulce duda.
Tanta ternura se asemeja a la delicada agonía de las flores y te anido aquí en mis escombros de humano, de débil humano, en profunda convicción de lo elevado  de mis miserias, lavad mi corazón en tu gloriosa juventud y redimidme las heridas, porque aquí vengo a confiarte mi amorosa fragilidad, porque aquí vengo a declararte mi insignificante inmortalidad, o sea, amor.