El terminado mundo que nace desde adentro puede morir en los pies del menos sabio y crecer en las manos de un Don Nadie que se vuelve supremo.
Una vigilia desesperada intimida al encanto del sueño mentiroso.
Pero todo crece cuando la esencia divina surge y lo tiene todo.
Hoy mas que nunca, el terminado mundo, empieza a mirarse a si mismo.
En si mismo no cree pero calla para ser escuchado.
A veces las manos son torpes y dejan caer el embeleso.
A veces intento mirar más allá y crear la mentira fabulosa, musa de todas las creaciones más sensibles y perversas.
Pero la mano no responde provocando una paresia letal que nubla los sentidos.
Fingiendo que nada ha pasado, la debilidad es fácil de esconder sobre el escudo de la risa que me miente.