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Publicado en Oct 27, 2012
Unas flores en la mano color pecado me guían a tus labios.
Camino suave, como cansino, deleitándome por verte, disfruto los sonidos de la calle, murmullo interminable de tanta gente. Me acomodo la corbata y la esquina se acerca a mí. Y adivino el color de tu vestido, escucho tus pasos lejanos alborotando mi ser. Llegas tranquila con tu sonrisa natural, tus labios de fresa disimulan a tus ojos que me quieren encontrar. Todo es tan espontáneo y además tan pacífico. No existe la prisa ni la locura diaria. El tiempo permanece intacto, detenido en ese segundo. Qué bueno que es verte. Se me escurren los instantes al mirarte. Se me agolpan en una eternidad. Qué bueno es verte. Somos dos novios de antaño. Con respeto te saludo y de la mano nos vamos despacio. Te miro atento estimulado por tu cara de niña y tu alma repleta de cariño. Todo puro, no hay desenfrenos y me gusta así, despacio, los dos de la mano. Sólo palabras dulces vuelan a tu lado como golondrinas que alborotan veranos. Así los dos. Transcurriendo el camino entre la sutil complicidad de mil miradas. Rescatando el aroma que nos deja el silencio que perfuma las pausas de la charla. Remedando el ayer. Reconstruyéndolo. Qué bueno es vernos. Comenzar a escribir el diario de este viaje. La charla despreocupada, la luz del amor nos guía. Caminemos de la mano y dejemos de pensar. Te miro, me encandilas, me miras, te sonrío y que más. De la mano nos ven pasar regalándonos miradas. Y a pesar de los años, sentir en el alma que todo es posible marta ganzero y all franceschi
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