Voy tras los pasos de Anna:
Siento su estruendo en este hemisfério.
Sus pasos abundantes han dejado un rastro
que no borran los pájaros.
Lleva libros en los brazos, como siempre.
Y esos jardines de palabras le hacen ir lentamente:
Aunque corra es un blanco fácil.
Es un pilar vivo con un nombre.
Siempre callada, no habla con los extraños.
Sus latidos caen en las arboledas
y me facilitan mi persecución.
Los grillos le dicen que es una zona peligrosa:
Zona roja que no debió cruzar nunca.
Ella, indecisa, los escucha y rodea el charco.
Es una dama adornada de todas las virtudes.
Cruza los complejos de fábricas y un ambulatorio
cerrado y abandonado. Va decidida.
Voy viendo su llamear enorme
que sube al cielo como cedros.Con temor
evade a un leproso que pide una limosna.
El territorio es precario y a veces obscurece.
El mal es una larva no prohibida por aquí.
El mal levanta sus cabezas y sin gemir, ataca.
Ella guarda su compostura y camina sigilosamente.
Su rostro nervioso se refleja en las casas.
En mitad de la cuadra la veo:
Femenina como siempre y extremadamente perceptible.
Su aroma es una dolencia que me malhiere
por ese vivo obsesionado por ella.
Veo que no hay más ciudadanos aquí.
Tampoco hay policías ni obstáculos.
Como acicate, me acerco a su cuello lívido:
Soy una aparición inesperada.
La agarro del cuello y la hago a un lado.
No tiene escape: Me reconoce....
Me reconoce, me besa y me da sus abrazos.
Amor mío, aprende que tu seguridad es prioritaria.
Caminamos juntos entre las vacuidades
y en la cintura llevo mi revólver calibre 38
para que nos proteja de las eventualidades.