Anhelo el mar
Publicado en Aug 02, 2009
Anhelo el mar
con cada milímetro de mi cuerpo pero no para sufrir laceraciones ni para depurarme en el frenesí de una beatitud. Quiero abismarme en sus verdes pero no para para buscar una corona fúnebre. Quiero contemplar el incierto tráfico de las olas sucesivas. Esperar en las orillas las vetas de la espuma. Oler el olor egocéntrico de las almejas y morder la espesura del fresco Chipichipi. Deseo llenar las palmas de mi mano de caracolillos y como un guerrero terco y antojadizo, bailar con las mulatas estriádas y llenas de enfermedades venéreas. Quiero beber cerveza y asesinar la sed y dejar esta quimera espoleante de los ayunos puedes todos tenemos sobrepeso, menos las anoréxicas. Quiero sentir la vivacidad del sol completamente hiriendo cada arruga de mi rostro blanco. Ver los diminutos accidentes de la arena en la que aparecen castillos de la nada porque el viento los crea con sus manos de mago. Me gusta oír el son eterno de los cocoteros y perder mis ojos en los carnosos muslos femeninos. Mi querencia extrema por las mujeres si que es querencia: Sé que mi destino es reposar en ellas y en sus vientres. Quiero ver alguna pelea en que reluzcan botellas rotas y observar quién moldea primero una cicatriz en su adversario. Oír como el mar noble arranca de los parias un sollozo y ver niños ávidos de escaparse de las manos de sus niñeras. El sol es una glorieta asentada en las frentes. Como prófugos, las olas perdidas se liberan estallando y muriendo en los riscos inertes... Existe la penosa y fatal posibilidad de morir ahogado. Pero el mar es un fundador de destinos y hay quienes se embarcan en él hacia la libertad.
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