El mundo entero recordará este día gracias a mí, estoy muy seguro que mi gran hazaña será comentada por los medios de comunicación de todo el mundo esta misma tarde, por lo mismo he decidido esconderme en un lugar que jamás encontraran, llevo tan solo diez minutos aquí y mi conciencia me recuerda a cada segundo de mi tiempo que he hecho algo malo y no me deja dormir la siesta tranquilo, sé que si me entrego ahora la policía me detendrá y estaré en la cárcel  por más de treinta años o quizás me den la pena de muerte por lo que hice, a veces me pregunto si vale la pena haber arriesgado tanto mi vida como lo he hecho hoy, me llena de temor tener que salir a la calle cuando mis provisiones se acaben, debí haberlo previsto antes de haber cometido un delito tan grave, quien sabe que ocurrirá después, tal vez me corte el pelo y baje de peso para que nadie me reconozca cuando salga a ser mis compras, solo así estaré cien por ciento seguro de que mis vecinos no me reconocerán. Que pensara mi familia y amigos cuando se enteren, a todos les dará vergüenza  ser amigo de un criminal sobre todo si cometió una atrocidad como la mía, lo más probable es que no querrán tener algún tipo de contacto conmigo, pues es contagioso, muy contagioso, esta enfermedad me la contagio Nancy Hernández  en un día de oficina que parecía tan normal hasta que la vi echando objetos en una caja disimuladamente, lápices, papeles, una cohetera, un cuadro con una fotografía, un tazón entre otras cosas, abrazo a algunas personas que se encontraban en el lugar para encubrir su gran robo e  intento salir velozmente, tenía el rostro cubierto de lágrimas, al llegar a la puerta se percató de que yo la observaba desde de escritorio que se encontraba en toda una esquina, se acercó a mi lentamente, dejo la caja sobre mi escritorio y me abrazo por unos segundos, sin decir una palabra salió corriendo con la caja en sus manos, me asome a la ventana para verla huir, su cabello rubio arremolinado por el viento fue el último recuerdo que tengo de ella, nunca más la volví a ver, huyo al igual que yo, me pregunto ¿Dónde estará?, tal vez deba llamarla para decirle  que me contagie con el virus del crimen y que sus síntomas son atroces, ahora que pienso con más detención las cosas me he dado cuenta que los médicos no han hecho su mejor esfuerzo para encontrar una cura para esta enfermedad, malgastan su tiempo con resfriados y dolores musculares en vez de buscar cura para enfermedades importantes como la mía, sin cura existente, eso significa… ¡que moriré! , jamás creí que moriría joven y menos por culpa de un virus tan letal, esto me tiene al borde del colapso, moriré y pasare mis últimos segundos en mi cuarto, ¡oh que desgracia! Estoy solitario en este cuarto sin más compañía que un viejo gato negro, es posible que el me haya traído toda la mala suerte, no quiero pasar mis últimos días en este lugar acompañado de un gato y todo por culpa de una manzana, no debí haber ido a aquel negocio así jamás hubiese robada la manzana, ni  hubiera creado ese plan tan maligno del que ahora me avergüenzo, lo único que me queda es  disculparme con la victima de mi gran atraco y tratar de recompensarlo por lo que hice, así por lo menos moriré en paz.