He venido para verte ex-amiga
para ver si has reverdecido y meditado
del engaño atroz con que te marchaste.
Quría ver si sentías alguna culpa.
He venido para verte, ingrata
y a los amigos mansos que dejé en la ribera.
Para ver si han despilfarrado su tiempo
en busca de suaves cabelleras metálicas
y cinturas en jeans y pescadores.
He venido para ver lo inteligible
que hay en tu semblante de adúltera y rastrera.
Vine para saludar a aquel fresco lunático
que se creía jinete y establo, y creo que aún vive.
Recuerdo los brebajes que me dabas
y el sabor tan amargo que tenían.
Te la dabas de sabia, solariega,
pero me curaban de mis fiebres.
Yo mordía inocentemente tus pociones
como quien muerde una pasión
o se enreda en una apoteósis.
Recuerdo las fiorituras inextingibles
de las cortinas ondulando en la alcoba.
Recuerdo un raudo y extraño fin de semana
en que todo era apagones y apagones.
Hoy veo que todo está bien aquí
y que andas un poco contristada.
Los achaques no perdonan, la juventud se vá
como una muchacha que huye bajo la niebla.
Cuando te fuíste y luego me marché
regeteé y seduje a una virgen bella
que no llega a la mitad de tus años.
Ascendí por sus páginas como un bólido loco
y le enseñe completa la Ciencia del Amor.
Y aunque rasgué mis ropas por ti
y anduve deprimido por los bares
fuí suturado y curado con exceso de mieles...
Vengo ingrata a darte el presente
de mi despedida estilizada.
Yo tengo porvenir: Tú eres pasado.
Los otoños se empantanan en tus ojos
y el bótox ya no estirá tus arrugas.
Que las quincenas y los meses te derriben con sus lanzas
y que, poco a poco, la vida te desgaje.