El asesinato nunca antes contado…
Qué asco no tener palabras, que asco ver morirme y no hacer nada, el tiempo se
agota y yo con él, querido amigo no ruegues por mis enseñanzas, ya está dicho y
decidido. Cuando me marche no habrá camino atrás, he decidido entregarme a mi
soledad, a mi muerte y a mi oscuridad, solemne, camino al cementerio partiendo de los recuerdos que me llevaron a cometer el crimen más abierto de todos, tu voz
retumbo al otro lado de mi cabeza y pensé en volver a morir pero la historia no
comienza así. Cuando cumplí mi mayoría de edad decidí compartir mi corazón, lo abrí y deje que entrara hasta el humo de la marihuana que dejaba a su paso cenizas de locura ardiente, como era de esperarse, mi corazón quedó íngrimo y en reposo absoluto, me daba pesar mirarlo con tanto desprecio así que acabe con el como si fuera la última cosa  que me quedara por hacer, empecé por darle dos días de desvelo y de vacío para que cuando llegara el momento estuviera más débil y fácil de envolver, luego de eso, lo envenené con la mata del odio y le salpiqué suspiros hasta dejarlo mareado y por último, para empezar el proceso, lo asfixié lentamente con un aroma de venganza de tal forma que no pudiera levantarse ni resurgir; sus latidos empezaron a disminuir y en estos momentos se encuentra en cuidados intensivos, buscando una esperanza de vida. Pero lo que soy yo, no pienso dejarlo vivir, su tumba ya está preparada y más allá de eso seguirá cumpliendo su función de amar para no perderse porque esa es su misión y no se irá hasta cumplirla así sea después de la muerte. Eso creía yo, pero algo inesperado pasó. Recibí en medio de la inactividad una llamada que cambió en parte mis planes. Me dijo su voz que estabas aquí y quise decirle que me esperara pero creo que tardé tanto y cuando bajé al patio de mi casa ya no estabas, te habías camuflado entre la multitud y me quedé perpleja con mi dolor...hoy te juro que eras tú, era tu voz y no me equivoco al decirlo pero por qué huiste de esa forma si te habías tomado la molestia de venir hasta aquí, aun no lo entiendo, sólo sé que tu voz sigue tan latente dentro de mí y que eso dio paso para que la muerte que le había dado a mi corazón, tomara un vuelco total y me diera otro golpe, esta vez él se estaba revolcando en su tumba porque quería salir y vivir, otra cosa era que yo no estaba dispuesta a dejarlo jugar un rato más...
Me encuentro camino a su tumba, ya no recuerdo; ahora le llevo flores de paz interior y restos de sangre que dejo al andar. Hago una oración que parte cada rincón de mi alma pero que es electrizante y a la empuja para dar órdenes de aliento:
 
Lo que sale de mi boca proviene de mi corazón.
Si quiero quitar la suciedad de mi ser, primero tengo que purificar mi corazón.
Muerto estás, tu que te hallas en el cementerio, mientras yo invoco a tu espíritu
y te deseo que no mires las palabras que fueron acumuladas sobre ti
deseo tu intranquilidad y que derrames pensamientos para fortalecer mi alma.
Me siento limitada y prisionera por tu culpa, mi existencia cotidiana fallece en mí
intima realidad divina.
Tu intentaste sembrar mentiras permanentes y quisiste jugar a hacer de mí un espíritu impuro.
 Mientras tenía fe, tu hablabas con total convicción, decías que vivíamos en
total oscuridad y no escuché.
Ahora quieres resucitar en pleno silencio y con mucha discreción, pero yo te voy a
amarrar para que mores en nosotros.
Con tu dinamismo misterioso, esta noche cierro tu despedida y espero que aprendas a cooperar para darme ideas claras y para iluminarme de aquí en adelante.
¡Oh corazón! no tengáis miedo que con un solo gesto calmas las olas y eso que no cuentas con la defensa y te encuentras vencido...
sólo una cosa más: Ama acogiendo
al otro sin pensar en protección, sin juzgar ni condenar y menos comparando.
Vuela y canaliza tus emociones y déjate tentar por el silencio.
Sólo se tú, con eso basta. Lo demás es nada.
 
Salí con la cabeza abajo del cementerio, meditando sobre mis palabras y me dije a mi misma: ¿Acaso existe un fórmula más íntima y secreta para probar que si se puede desatar los vínculos infinitamente profundos que me dejó aquel corazón?
En algún momento llegaría alguien para que respondiera mi pregunta y se apiade de mi mientras el tiempo hace lo suyo y escuche mi oración que no en vano ha sido. Pienso en estos momentos en ocuparme de mí misma.
Adiós al sacramento que mantenía mi vida en unión con el amado y que ahora digo que es difícil afirmar que siempre estoy dispuesta a establecer con él una verdadera relación de lejanía.
Perdóname por haber hablado tanto sobre esas observaciones que sin lugar a duda te parecerán fastidiosas o descorazonadoras, pero no tenía criterio suficiente ya que estaba cegada por la huella del amor. Gracias a la muerte de aquel corazón, ya me lo he quitado de encima.
¡Hoy vuelvo a la vida!