Noche negra
Publicado en Nov 16, 2012
Acostumbrados a hacer el amor antes de dormir, como muchas parejas recién casadas. El departamento era nuevo y había sido comprado con un libro que él escribió. Ahora era todo un escritor, el vicio del tabaco enegrecía sus pulmones y mente. Ella era hermosa de nacimiento. Veinticinco los dos y ningún hijo, aunque por planes había tres: un niño, una niña y el pilón.
Hacía tiempo, tal vez cinco años que Carlos había empezado a relatar. Nunca tuvo talento ni técnica hasta sus veinte. Pidió al infierno aquel don que Poe tuvo en su momento. La creatividad pesaba como el arma homicida en sus cuentos y narraciones. Mataba sin control, asesinos enserie, monstruos, violadores, verdaderos demonios que en su mente existían y que comían a sulado en la mesa. Fortuna hizo mutilando multitudes. Linda siempre acompañó a su esposo. Se dedicaba a dar clases en preescolar. De familia disfuncional, con padre alcohólico por el que sufrió violación más de una vez. Su madre estaba en la cárcel por asesinar al esposo pedófilo que en las noches la golpeaba hasta dejarla inconciente. Luego se escabuía por la casa como predador nervioso. Abría la perilla y en silencio todaca los suaves dedos de su hija. Aprisionaba los delicados tobillos blancos, los mismos que separaba con fuerza y hacía temblar a pesar de las inútiles súplicas de aquel ser angelical aprisionado. una de esas tantas noches la mujer fingió caer desmayada. Él empezó el recorrido hacia la puerta rosa de Linda. La madre avanzó en silencio a la cocina y tomó el cuichillo con el mismo que aparecía en sus sueños cuando se liberaba de aquel un poco menos infierno. Los gritos de la niña taparon el ruido de la puerta y los pasos. El filo de acero inoxidable traspasó la espalda de aquel que llevaba el sustento a la casa. El hombre buscó el mango con sus manos pero fue víctima de un golpe en el cráneo, la madre le pegó con la grabadora de la hija. Cayó de lado y la madre siguió dando golpes en la cara; uno, dos, tres, no se detuvo hasta que dejó en el suelo una masa expandida roja que salpicó todas las muñecas de sangre. Ese día lloraron de asco y libertad. Todo esto se había quedado atrás. Ahora la relación con su madre se reducía a una visita por semana de una hora. Cada uno traía su propia maldición. En las noches, después de hacer el amor pasaba que uno tenía pesadillas y el otro estaba allí para abrazarlo e ir juntos a un mundo blanco que no tenía límites, donde no había padres violadores ni demonios asechando. Era el día de todos los santos, el día en que se conocieron hace cinco años. Llegaron del baile, de tomar y danzar hasta quemar los chamorros. Linda llegó y se quitó sus sandáleas. Acariciaba sus tobillos mientras él acomodaba su chaqueta en una silla. Ella sabía que eso le agradaba. Hacía como si no la estuvieran viendo, hacía como si estuviera sola. Empezaron un juego sensual donde ella se acariciaba y él la veía. Tocaba sus pies fríos y subió por sus piernas. Se soltó el pelo y con sus dos manos masajeaba su cuello: --¿Quieres un masaje?-- Preguntó Carlos Asintió con la cabeza y él empezó a tocarla suavemente, luego no. La trataba con fuerza y le bajaba la cabeza tomándola del pelo. Luego tocó sus pechos, a veces suave, a veces fuerte. Ella se levantó y empezaron a bailar con rudeza. La tomó por los glúteos y contra la pared le hizo el amor. Terminaron en la cama, agitados y con la debilidad por cobija. Abrazados y sin hablar. Solo se veían y huvieran podido hacerlos por noches si ese ruido no los distrajera: --Escuchaste --Sí-- contestó el escritor. --Parece que hay alguien afuera. Carlos se levantó, se puso la pijama y se acercó a la puerta del pasillo que daba al patio. Se asomó sin abrirla y no había más que la oscuridad brumosa de noviembre. --Tranquila, no hay nadie. Se volvió a escuchar pasos, ahora más cerca. Se levantaron con preocupasión y con el rápido palpitar de corazones. Había alguien parado justo en la puerta pero no se veía su rostro por el vidrio. Era alto y negro. Levantó su brazo y tenía por el cuello un animal que figuraba ser un gato. Golpeó fuerte la puerta con el cuerpo sin vida. Tal vez pretendía romperlo. Aterrados corrieron por instinto a la puerta principal, pero allí estaba otro hombre igual y con un ave sujetada del cuello. Eran golpes muy fuertes que retumbaban en el silencio del departamento nuevo. Corrieron al cuarto y cerraron con llave. Él la abrazó fuerte: --Tranquila, esto no está pasando. Tranquila, sé a qué vienen-- Cuando terminó de hablar cesó el sonido. Así duró unos dos minutos en los que no se movieron. Abrieron sus ojos... ¡pum, pum! Tocaban con los cuerpos de los animales en la puerta de la habitación. "Dios no está aquí" "Dios no está aquí" gritaban desde afuera. La puerta salió disparada y entraron no dos, TRECE hombres entraron con animales diferentes en las manos. Rodearon la mesa mientras seguían gritando: "Dios no está aquí". La pareja se abrazó fuerte en un grito sordo de resignación y terror salado. Era el segundo día de noviembre y policías junto con investigadores acordonaban el área. Se había encontrado a una pareja asesinada: él había sido aplastado del cráneo hasta tenerlo desecho por el televisor, ella tenía abierto desde la parte íntima hasta donde epiezan los pechos: estaba vacía por dentro. En la pared escrito en negro y rojo: "Acuérdate de mí cuando escribas". Hasta ese momento nadie sabía por qué el mensaje. El investigador Raúl Escaleda fue al baño para examinar. Cerró la puerta y se vio en el espejo, sonreía y dijo: --Gracias por darme una historia, claro que me acordaré de tí. JC
Página 1 / 1
|
MOVISI
hasta el último minuto el desenlace será un misterio...
un relato, toda una odisea
Bien llevado, me gustó
Saludos.
Juan Carlos
Quantum of solace