Llueve, abril se cubre de hojas en blancos y facturas sin pagar, en la habitación suena algún eco de gotas tras el cristal, y la risa de amantes, de prisas, de  coches y del agua que cae sobre los platos por lavar.
 
Sonrío,  mirando por la ventana y viendo un niño saltar sobre los charcos que para el son islas, mares que guardan tesoros, barcos sin capitán, los sueños se rompen, su madre grita y suena un reloj, miro mi foto, todo vuelve a ser normal, me siento mas viejo.
 
Entre libros me refugio, hace frío, hay vendaval y una cafetera grita como un tren que llega a esta casa maldita de pecados que te esperan, y entre tanto...escribo y pienso,...pienso y escribo, y así voy tensando los hilos del muñeco en el que vivo.
 
Todo esta en orden hay velas que aguardan que tu paraguas se cierre y que tus piernas se abran, para apagarse; y que tu falda me enseñe la verdad de tus palabras, para encenderse; desesperado te espero con la esperanza de que ese taxi sea el tuyo, y pensando en miedo y pensando en que tal vez esta vez gano el murmullo.
 
Derrotado, con dos hielos y un whisky en vaso largo frente a una tele en dos tragos estoy bañado mi fe, hasta que de pronto suena el timbre, la voz, los pasos de la mujer, los cien besos y ni un...me moría por verte.
 
-llueve tras el cristal y la palabra no importa.