EL SHOW
Publicado en Nov 17, 2012
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E l      S h o w
 
 
    Cuando July se bajó del taxi y se dirigió a la entrada del centro nocturno, Riccio, quien la esperaba sentado en uno de los taburetes de la barra, le hizo una imperceptible seña a su amigo el cantinero, quien, prevenido, preguntó:
- Es esta?
- Si, contestó lacónico.
- Una preciosidad. . .  como todas
- Ya está todo preparado? Preguntó Riccio, sin ningún otro comentario. En cuanto termine el show quiero mi plata en efectivo.
- Por supuesto, Riccio. Todo está listo. Sabes que nunca hemos tenido problemas a ese respecto.
- Y las luces? Y la videograbadora? Quien se encarga esta vez?
- Creo que es Rodrigo, pero en realidad no importa. Todos son buenos. Ya lo sabes . . .  siempre lo mejor.
    Y mientras finiquitaba rápida y discretamente estos últimos detalles, Riccio apuró el contenido de su copa y bajándose del taburete preguntó cuando ya comenzaba a caminar hacia la entrada del local
- Y la droga? Ya te la entregaron? Es la misma de siempre?
-¡Claro que es la misma, hombre¡ Ya la conocemos bien y sabemos como las calienta. . .  y eso es lo que queremos, verdad? Que las ponga a volar. . .  Estaré pendiente de tu señal y entonces, la pondré en su bebida.
-O.K. – respondió Riccio Y sin añadir nada mas, con una leve sonrisa de bienvenida se dirigió a recibir a la bellísima jovencita que, detenida a la entrada, miraba inquieta a todos lados, buscándolo. En cuanto lo divisó, sonrió aliviada y acercándose presurosa lo saludó con un apasionado beso mientras decía:
- Hola, amor. Ya comenzaba a preocuparme porque no te veía. Sabes que no tengo la costumbre de venir a estos lugares y me asustaba el pensar que no estuvieras esperándome.
- Pero, belleza, como se te ocurre algo así? – respondió el contestando zalamero a su saludo. Y pasando su brazo por la menuda cintura de la joven la estrechó violentamente contra su cuerpo, mientras añadía - ¡Como piensas que no te voy a estar esperando, cielo, si me tienes loco. . .  no hago mas que pensar en ti, recordarte, desearte. . . Hace ya mas de una hora que te espero – y apasionadamente, allí mismo, acercó su boca exigente a la de ella y presionando sus labios con los suyos le dio un húmedo y sensual beso que la dejó avergonzada y desfallecida.
- Ay Riccio, amor. . .  no hagas eso. . .  no aquí. Me da pena delante de toda esta gente. . .
-Vamos tontita – contesto el, estrechándola con mas fuerza aún – No ves que nadie pone atención a nada? Ven, vamos a sentarnos un rato en la barra. . .  para mas tarde tengo una mesa reservada. . .
    Y llevándola fuertemente apretada contra el la guió hacia el mismo lugar que momentos antes ocupaba donde la ayudó a acomodarse en una de las altos banquetas, quedándose el de pié a su lado, encargando al cantinero que se había acercado obsequioso, sendas bebidas. De inmediato se dedicó a la charla intrascendente comentando con su joven acompañante como buen conocedor y señalándole las personas famosas que asistían esa noche al lugar; sus amigos y conocidos, añadiendo detalles graciosos y curiosos sobre estos y sus acompañantes, logrando de esta forma tranquilizar en algo a su nerviosa pareja. Ella, aún ruborizada por el beso se había acomodado lo mejor posible sobre el incómodo taburete de la barra, procurando estirar al máximo la mínima falda del lujoso pero excesivamente corto traje que el le había regalado especialmente para esa ocasión. Era un vestido hermoso pero muy atrevido, de encaje negro, con un escote en V muy pronunciado que dejaba casi al descubierto sus menudos pero bien formados senos, abotonado al frente por una hilera de pequeños broches que imitaban brillantes y que llegaban hasta el comienzo de sus muslos, donde finalizaba la minúscula falda  con una elegante y sugestiva punta bordada. Realmente, era demasiado corto, pensó ella de nuevo, tratando de estirar lo mas posible la falda que tan indiscreta era al sentarse. Sus blancos muslos relucían en claro contraste con el negro del encaje, y sus piernas, realzadas por las plateadas sandalias de tacón muy alto, se veían esplendorosas. Pero ella, acostumbrada a vestir sus catorce primaveras de forma mas púdica y sencilla, se sentía avergonzada y demasiado llamativa. Y así se lo había expresado a el cuando esa mañana, al encontrarse para confirmar la cita nocturna, le había entregado el traje y las sandalias.
- Pero Riccio, mi amor, no era necesario. . .  además, no creo que mamá me deje salir con un traje como este. . . – mientras lo miraba impresionada y algo escandalizada.
- Eso no es problema July. Ya lo tengo todo pensado. Sales con otro vestido llevando este en un bolso, junto con las sandalias y los enseres de maquillaje que te compré ayer. Y luego te cambias en casa de una amiga o en cualquier otra parte. ¡No me digas que no, Nenita, tu sabes como deseo verte vestida así, como toda una mujer. . .  como la mujer que eres para mi!! Quiero que esta noche, la de tu primera salida nocturna, sea algo muy especial. Que estés tan bella y llamativa que todo el que nos vea me envidie – y mirándola fijamente a los ojos, añadió – Espero que no me vayas a desilusionar. . . –
- Claro que no, amor- exclamó ella ya completamente convencida - ¡Por nada del mundo! Esta noche seré la mujer que tu quieres que sea. Tu Mujer. La que te hará sentir orgulloso de llevarme a tu lado – Y besándolo, se abrazó a el, ruborizada, pero dispuesta a hacer lo que fuese necesario para complacerlo en todo.
    Y así lo había hecho. Sin atreverse a mostrarle a su mamá el llamativo atuento lo guardo en un viejo bolso junto con las demás cosas necesarias para su arreglo. Y cuando salió de su casa vestía el sencillo traje de muselina estampada que esta le había hecho para su último cumpleaños. Salió, como siempre que lo hacía con Riccio, diciendo una mentira de que iba a pasar la noche estudiando en casa de su amiga Mercedes. Luego, en el baño de una cafetería se cambió y maquilló de acuerdo a las instrucciones de Riccio, haciendo resaltar con las diversas pinturas la generosa curva de sus labios, la tersura de su aún infantil tez y el brillo de sus grandes ojos café. Al terminar, cuando se vio reflejada en el espejo, casi no pudo reconocerse- ¡Tenía razón Riccio, pensó. Así parezco toda una mujer!  Y sintiéndose orgullosa aunque algo cohibida, tomó un taxi y se dirigió al centro nocturno donde el la esperaba.
     Todo esto lo recordó July mientras, sentada al lado del hombre que amaba, observaba curiosa a su alrededor. Tras ella pasaba la barra de caoba oscura, lustrosa y pulida tras los largos años de uso y abuso, alargándose en unos tres metros de longitud por sesenta centímetros de ancho, hasta la curva final. Y tras la barra el cantinero, rodeado de los implementos propios del oficio, teniendo a sus espaldas el consabido estante con fondo de espejo donde artísticamente, se apilaban las diversas botellas de licor. . .  Y frente a ellos se extendía el salón ocupado casi en su totalidad por gran cantidad de mesas pequeñas y redondas, adornadas todas ellas con un pequeño velador y rodeadas de cómodas y originales sillas. En una esquina discretamente ubicada se encontraba una pequeña tarima sobre la cual se afanaba un moderno conjunto musical. Al notarlo, entusiasmada, preguntó:
-Y esos músicos Riccio. . .  se baila aquí? Porque no veo pista. . . –
- No, amor. No se baila. La música es lo que llaman música de fondo, para dar un ambiente mas agradable y acogedor. Además, acompañan también la presentación de algunos show en días especiales. Recuerdas que te comenté que algunas noches se presentan algunos espectáculos con magníficos artistas?-
-Si, recuerdo-
-Pues esta noche estamos de suerte porque me han dicho que habrá una de esas presentaciones – y continuó con una cínica y enigmática sonrisa en la que ella en su inocencia solo captó amor – Así que tu iniciación en la vida nocturna de la ciudad va a ser inolvidable, ya verás – finalizó acercándose y dándole otro apasionado beso que comenzó en las sienes , pasó a sus pequeñas y rosadas orejitas, por los ojos y finalizando en la boca temblorosa y turgente de la joven, llenándole al mismo tiempo los oídos de mil experimentados halagos. Y mientras mas la acariciaba y estrechaba contra su cuerpo, decía en tono de apasionada desesperación -¡July! ¡July! Realmente me tienes loco. Que voy a hacer conmigo? Ya no puedo mas. Al verte, al tenerte cerca, al estrechar tu maravilloso cuerpo contra el mío, enloquezco de pasión. Pierdo el control – y acercándose mas a ella oprimió su cuerpo contra sus muslos haciéndole sentir la potente y evidente erección de su miembro.
- Pero ¡Riccio! – exclamó ella enrojeciendo violentamente, aturdida y asustada por las emociones que las caricias de su novio la hacía sentir - ¡Por favor. . .  nos están mirando! – pero tras estas tímidas palabras con un profundo suspiro se entregó a la pasión que la invadía y contestó con vehemencia al beso y a la presión ejercida contra su joven e inexperto cuerpo. Momentos después, reaccionando avergonzada, se separó de el y dijo toda temblorosa
- No amor. Pórtate bien, por favor. Si no, tendré que irme. No me gusta nada esto en público – y cuando vio la cara enfurruñada de el, agregó cariñosa y preocupada – No es que no quiera, amor.¡Compréndeme! Es que moriría de vergüenza si alguien nos viera, si alguien notara algo. . .
- Está bien nena, tienes razón. Discúlpame. Es que me dejé llevar. Pero claro, no es el lugar ni el momento. Además, - asistió con una sonrisa- tenemos toda la vida por delante para disfrutar nuestro amor. . . ¡Perdóname¡ Y ahora ven, vamos a sentarnos a nuestra mesa para tener un poco de privacidad y poder conversar mejor sobre nosotros, sobre nuestro amor y nuestro futuro – Y así, tomándola del brazo guió a la jovencita ya tranquilizada a la mesa que tenía reservada, situada en el mismo centro del salón, donde, tras ayudarla galantemente a tomar asiento y colocar las copas que traía frente a ella, arrimó su silla a la de ella y abrazándola, se dedicó a hablarle con profundo entusiasmo y voz susurrante de su profundo amor, su apasionamiento, diciéndole que era la única mujer que realmente había despertado el verdadero amor en el, etc. Etc. Etc. Y así, entre palabras dichas a media voz, tragos y besos apasionados fue pasando rápidamente el tiempo, casi imperceptible para la joven que, enamorada y seducida por las ardientes palabras del hombre, no lograba oponerse a las cada vez mas atrevidas caricias con las que este las acompañaba. Luego, cuando Riccio consideró que ya había llegado el momento y que la joven ya había alcanzado el grado de excitación que el deseaba, hizo la señal convenida al cantinero, y este en el próximo trago que les sirvió a la jovencita, vertió la poderosa droga que le permitiría alcanzar sus propósitos.
      Pronto llegó la una de la madrugada, hora en que el centro nocturno ofrecía el especialísimo show que tan famoso lo había hecho. Siempre era un show sorpresa. Siempre, atrevido. Osado. Audaz y espectacular. Y siempre era Riccio el encargado de organizarlo y montarlo. Y también, de actuarlo. Esa era su especialidad. En realidad, era su idea, “su show” vendido a muy alto precio al dueño del local.
      A medida que el tiempo pasaba July iba sintiendo como el efecto del licor y de las apasionada caricias de Riccio la iban excitando cada vez mas, haciéndole sentir un intenso calor que se extendía a todo su cuerpo, desde sus muslos y genitales hasta llegar a sus pequeños senos, endurecidos por el deseo, y a su rostro, acalorado y enrojecido por la pasión que la invadía. Y Riccio, en nada ajeno a lo que le estaba sucediendo a su joven compañera, acrecentó sus manejos con habilidad y profundo conocimiento de la sexualidad femenina, acariciando sus muslos, besando su garganta y su boca, introduciendo al mismo tiempo sus manos por el amplísimo escote hasta alcanzar los turgentes pezones, hasta hacerla contorsionarse y gemir de pasión descontrolada y desconocida para ella. Sin interrumpir ni un momento sus caricias, colocó firmemente el brazo en su cintura poniéndola suavemente de pie y al estar completamente seguro de tenerla plenamente dominada, oprimió disimuladamente el interruptor colocado disimuladamente bajo la mesa, haciendo que la plataforma de madera sobre la que estaba esta colocada se comenzara a elevar lentamente, hasta alcanzar la altura de un escenario, al mismo tiempo que potentes luces de diferentes colores dirigían sus rayos hacia el lugar que ellos ocupaban, quedando el resto del local en la mas completa oscuridad.
      Entonces, comenzó el show. El espectáculo tan impacientemente esperado por la concurrencia. El show que tanta fama había dado a lugar. Nitidamente, las fuertes y cálidas luces iluminaban a la pareja formada por Riccio y July que, a la vista de todos, desinhibidos y ajenos por completo a su presencia, hacían el amor. El desabotonó lentamente el traje de la jovencita, desvistiéndola, permitiendo hábilmente que el público pudiese observar y admirar el hermoso y virginal cuerpo. Enseguida procedió a desnudarse rápidamente con gran pericia, sin por eso dejar ni por un instante de acariciar y besar apasionadamente a su compañera. Y al estar los dos totalmente desnudos, le hizo el amor llevándola expertamente, ante el impresionante silencio de los espectadores al mas alto paroxismo de placer.
Una hora después, todo había terminado. Y una July, aturdida y casi completamente ignorante de lo que había sucedido, fue dejada, por un Riccio indiferente, frente a la puerta de su casa, despedida con un superficial beso en la mejilla, tras haber introducido en su cartera una pequeña cantidad de dinero, diciéndole:
-Para que te compres otro traje, Nena. Este quedó un poco maltrecho. . . –
      Y con un brusco acelerón de su lujoso vehículo, se alejó, apartándose de su vida para siempre.
 
 
                        Mérida Noviembre 1991 
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Foto del autor Margarita Araujo de Vale
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Descripción

Situacion confrontada por una adolescente debido a su falta de experiencia y su deseo de conocer la sexualidad de adultos y sus consecuencias.

Palabras Clave: Adolescente Peligros Seduccion Drogas Consecuencias.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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