Desanda los paisajes, azuleja,
gaviota trashumante y malherida,
el ala rota, la ruta ya perdida,
y el alma cincelada por la queja.

Ave fugaz, el vuelo nunca ceja,
jubilosa viajera, presentida,
si mis brazos te dan la bienvenida
la ruta del afecto se despeja.

Un grito juvenil, las atenciones,
las pródigas caricias, el latido,
olvidan los temores y aflicciones.

Muy lejos del dolor y del olvido,
arrullaré tu sueño con canciones
y regazos de trigo compartido.