El muerto
Publicado en Nov 17, 2012
Estoy somnoliento, seguramente es de mañana, porque estoy a punto de despertarme. Este
día es mi cumpleaños. Casi siempre mis padres llegan y me cantan las mañanitas antes de levantarme, sólo es cuestión de tiempo para que me molesten. La cama me parece mucho mejor este día. Las sábanas parecen de seda y el espacio es más pequeño y acogedor. Esta noche tuve muchos sueños. De todo tipo, de amor, de terror, de acción, pero no los recuerdo bien. Me duele un poco la cabeza, pero ha de ser porque me desvelé. El ambiente se siente muy tranquilo, hay un silencio de muerte. Perfecto para seguir en cama. Soñé que estaba con mi novia en un bar o en un lugar público. Estaban mis amigos también, todos bebiendo y riendo. Luego llegan unos tipos a tratar de buscar pelea, porque, no sé, es sólo un sueño. Salimos a la calle y empieza la batalla, lo único que recuerdo es que yo golpeaba a un tipo con gran vehemencia en la cara que se tornaba roja al igual que mis nudillos. Después, cerré los ojos y ya no supe más. Estaba muy ebrio. ¿Qué haré en el transcurso del día? Desayunaré en casa y tal vez comamos fuera, sólo mi familia y yo. No invitaré a Lucía, la mujer con la que estoy saliendo. Todavía no es tiempo de que ella y mis padres se conozcan. A ella la veré en la noche. Iremos a algún lugar, me dará un buen regalo. Tal vez hagamos el amor. No sé si podré ver a mis amigos este día. Pero no me importa mucho. Debe de ser tarde, el sol entra por mi ventana como si estuviera arriba de mí. Me han de haber dejado dormir más tiempo, pero pronto me despertarán. Ahí está la música. Esta vez se oyen más personas que mis padres, pero mi papá es el que está tocando la guitarra. Tengo mucho sueño aún, pero oigo "despierta, mi bien despierta, mira que ya amaneció", eso significa que ya van a terminar de cantar. Tengo que levantarme, el deber me llama. Lo hago lentamente, me estiro. De repente hay silencio, ya no cantan. Se empiezan a oír gritos, muchos gritos, sin duda hay mucha gente en el cuarto. Primero pienso que me están vitoreando, luego veo que son gritos de terror. Alcanzo a distinguir palabras, "es un milagro" oigo que dicen voces de ancianas, seguramente mis abuelas. Mi madre llega a abrazarme, primero pienso que me está felicitando, luego veo que llora desesperada. Mi padre está atónito, la guitarra cae de sus manos y se parte. Después me doy cuenta de en donde estoy acostado. Ese lugar que se sentía acogedor no era mi cama, es un ataúd, y no estoy en mi cuarto, estoy en mi capilla, en el día de mi funeral.
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