Parece inevitable que lo que había, se acabe. Con la madrugada te vas. Pasamos de la locura de conocernos y sentir que lo nuestro era un reencuentro, un gran deja vu, al delirio de despedirnos y sentir que somos dos extraños que nunca nos hemos conocido. Yo no estoy para dormirme. Salgo a caminar y termino donde siempre: sentada en una plaza pensando en que las cosas son como son. De pronto advierto que vos también estas ahí, sentado en un banco en frente mío. Quizás debo dejarte en paz, pero me siento a tu lado. Sin decirme nada me tomas de la mano. Nos besamos un rato como la primera vez y después volvemos a despedirnos por última vez una vez más. De regreso a casa me siento fuera de mí, ausente y distorsionada, luego me arropo en mi tristeza y me duermo. Sueño que el amor es dos peces naranjas que van y vienen por un pequeño arroyo, artificial y mal diseñado, que está siempre a punto de quedarse sin agua. Es mi pesadilla favorita. (Arte: Mariana Guerrero)