Tarco y Niyo
Publicado en Nov 18, 2012
La rivalidad venía desde siempre. Eran vecinos pero no se soportaban. En los picados en la canchita del loco Palacios, siempre teníamos que separarlos porque terminaban a las trompadas, incluso cuando jugaban del mismo lado. Taríco era alto para la edad que tenía y el Niyo más petiso pero morrudo. El Niyo era un pibe muy rebelde. La vieja lo vivía cagando a pedos y el otro más tranquilo pero de carácter fuerte. Una ves, cuando eran más chicos el Niyo lo empujó a Taríco y lo tiró con triciclo y todo en la zanja con agua podrida, nunca se olvidó Taríco de eso y nunca se lo perdonó y desde ese entonces la rivalidad se fue acrecentando. El padre de Taríco tenía taller mecánico. Tendrían en esa época unos dieciséis años, más o menos, cuando el Niyo pasaba por el frente del taller, vestido con una camisa de bambula y unos vaqueros color arena nuevos, que se usaban en ese tiempo, y de adentro del taller, el otro tiró un baldazo de aceite usado de auto, que lo agarró de lleno al Niyo, y lo dejó hecho una porquería. Parecía que ya estaba vengado lo del triciclo, pero no, la bronca siguió. A Taríco le gustaba una pendeja del barrio y ya le había hecho algunos tiros, que ella los había tomado de la mejor manera. El flaco estaba muy entusiasmado y se disponía a invitarla a salir. El Niyo se enteró y le ganó de mano, la pendeja que no era muy lerda, agarró viaje y este se variaba con ella por todo el barrio. La bronca de Taríco se desbordaba por toda su cara, incluso amenazó con matarlo. Una siesta se encontraron en la granja de la esquina, y sin mediar palabras, se trabaron en lucha. No podían separarlos. A don Manuel, el carnicero, que era un tipo de un metro noventa de alto y pesaba como ciento veinte kilos, le costó trabajo, pero pudo tomarlos del cuello, uno en cada brazo, y logró separarlos, aunque seguían tirándose trompadas, luego entre el verdulero y un cliente, pudieron llevarlos a cada uno para una esquina diferente. A veces la casualidad es buena, pero esta vez fue maldita, pues les tocó la colimba en el mismo lugar. La imaginaria es una guardia que se hace en la Cuadra o sea el lugar donde se encuentran los dormitorios. Los soldados se designan antes de ir a dormir, son cuatros y se turnan en dos horas cada uno. Comienza a las diez de la noche y termina a las seis de la mañana, hora en que el último imaginaria debe despertar al suboficial de semana. El primero tiene que despertar al segundo y pasarle el reloj, el segundo al tercero y así sucesivamente asta el último. Una noche a Tarico le tocó primero y al Niyo último. El flaco no la pensó, después de sus dos horas, adelantó el reloj hasta las cuatro y lo despertó a Niyo en lugar de despertar al segundo. Este que dormía profundamente no se dio cuenta quien lo despertaba, tomó el reloj, fue al baño, se lavó la cara y comenzó su guardia. El lío se armó cuando se cumplieron las dos horas y lo fue a despertar al suboficial, que esa semana era la mona López, un sargento ayudante muy cabrón e hijo de puta. El punto se levantó, fue al baño y cuando volvía miró su reloj y vio con estupor, que en vez de las seis eran las cuatro de la mañana. Los gritos despertaron a todo el regimiento. A Niyo lo sacó corriendo para el campo y lo tuvo haciendo movimientos vivos y carrera asta las seis y gritándole - así que usted es vivo?, me agarra para la joda? Pelotudo!!!. Carrera march, cuerpo a tierra!. Durante toda la mañana estuvo Niyo averiguando quien lo había despertado y aunque el mutismo de los demás no lo dejaban dar con la realidad, él sabía que el traidor era Tarico y no tardó en vengarse. Una mañana lo designan a Tarico al barrio militar para pintar la casa de un teniente coronel que se mudaba allí. Tardó una semana en pintarla toda, por el esmero y la prolijidad que puso en el trabajo. El día que terminó se fue a buscar al teniente coronel para mostrársela. Aprovechó el Niyo ese descuido, entró a la casa y con una brocha empapada en pintura gris oscura, salpicó todo el piso parquet color claro, una mesa del comedor de madera lustrada y todos las puertas de los dormitorios, luego salió disparado del lugar. La cara del teniente coronel cuando entró y vio esto se desfiguró, Tarico no podía articular palabras y lo único que decía era -yo....no......yo....esto.....no -. El oficial lo puso a limpiar todo y si quedaba una mancha o rayaba el piso o los muebles, lo mandaba derecho al calabozo. Por supuesto que algunas manchas no salieron y rayó la mesa, así que se ligó quince días de calabozo. Nunca se enteró quien le ensució todo así, pero se lo imaginaba. Los dos tenían hermanas menores y los misiles fueron dirigidos hacia ellas. Primero fue Tarico quien conquistó a la hermana de Niyo, solo para darle bronca pues no era una chica de las que le gustaban a él. Que fue lo que hizo Niyo?... lo mismo que Tarico, comenzó a salir con la hermana del rival. Los contrincantes trataban en vano de convencer a sus respectivas hermanas, a que dejaran al otro. Tanto insistieron con esta treta que terminaron casándose a los pocos meses. Ninguno de los dos, asistió al casamiento del otro, causando la bronca de sus hermanas. El Niyo puso una zapatería muy linda en el barrio. A los dos meses Tarico abrió otra en la vereda del frente, con precios más bajos. Esto provocó la baja de precios en la de Niyo. Ambos trataban siempre de mejorar la oferta del otro, al punto de perder dinero. Esto duró siete meses, asta que un día salieron los dos con sendos revólveres a la puerta de los locales y se dispararon sin mediar palabras. Tarico mató al vecino de Niyo y Niyo mató a una anciana que pasaba por el frente del local de Tarico. Fueron los enemigos condenados a veinte años de prisión por homicidio simple. Hoy las hermanas, después de haber fusionados los negocios, tienen la zapatería más prestigiosa de la zona. Tarico y Niyo, formaron dos bandos dentro de la cárcel de Coronda y siguen tratando de matarse entre ellos.
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