La niña corría desesperada por la calle oscura, sintiendo
el aliento del hombre en la nuca.                                                                                       Dios mío, pensó, ayúdame a escapar, que alguien me escuche…                                            Pero la voz se secó en su
garganta y no podía gritar, estaba aterrada.
Al llegar a una esquina, cerca de la parada del colectivo, creyó ver una persona que se dirigía hacia el refugio, probablemente para esperar el micro, y trató de gritar con todas sus fuerzas, pero trastabilló contra el cordón del asfalto y cayó de rodillas.
El hombre, amparado por la oscuridad del lugar, con su mano derecha le tapó la boca
y con la izquierda, la tomó del brazo y prácticamente la arrastró por la vereda,
hasta un galpón abandonado, que en un tiempo atrás había sido un desarmadero de autos
y era un refugio ideal para vagabundos y linyeras.
La llevó con gran esfuerzo hasta el fondo del galpón, mientras ella luchaba desesperadamente por soltarse del sujeto; trató de morderle la mano, pero la presión
en la boca le cortaba el aliento y no podía respirar.
La arrojó al piso, sosteniéndola de la cabeza, mientras la sujetaba con una de sus rodillas
apretándola contra el suelo. Ella pedía por favor que la dejara, pero el maldito no tenía
piedad, con la mano libre comenzó a sacarle la ropa, mientras la besaba en el cuello
murmurando palabras amenazantes, tenía mucha fuerza, y la niña poco podía hacer…
Se tiró con todo su peso sobre el delicado cuerpo de la niña, y  haciendo uso
de toda su perversión, abusó de ella…reiteradas veces.
Cansada de luchar, y víctima de la más horrible violencia, temblando de espanto,
la bella niña perdió el sentido, su pequeño cuerpo se estremeció y no pudo soportar
tremendo dolor…
La encontraron gracias a un vagabundo que entró para pasar la noche, y la vió  en
el piso, ensangrentada y balbuceando palabras incoherentes.
Pobre niña! Estaba lastimada por dentro y por fuera, sus ojos, de mirada pura y alegre
reflejaban ahora el más absurdo dolor …
La pesadilla no había terminado, el tormento recién comenzaba…Fueron días de cuidado
por parte de su familia, y de terapias. No podía dormir, las pesadillas la atormentaban.
Se sobresaltaba por cualquier ruido, y no quería salir a la calle.
Al depravado lo atraparon, fue procesado y está en la cárcel.

La niña, la hermosa niña, cuyos sueños de amor e inocencia fueron destrozados violentamente,
contrariamente a la decisión de sus familiares, acaricia su panza, que crece cada día,
con una débil sonrisa de esperanza  en su bello rostro y una lágrima triste en sus ojos.