El Último Testamento.
Publicado en Nov 18, 2012
El Último Testamento.
Un viaje al pasado, al corazón y al futuro de la Humanidad. Capitulo Uno El comienzo. Él afirma que va a morir, yo no sé si podré soportarlo, mujer- aseguró el hombre.-Ya lo sé José- afirmo la mujer, pero rehúsa ayudarse.-Creo que no hay nada que podamos hacer para evitar el desenlace. Sigue hablando de traición, supongo que debe ser una metáfora, como El acostumbra hablar, no alcanzo a comprenderlo aún- -Podrías tratar de hablar con Él cuando baje. No creo que la cena dure mucho tiempo más. Pedro le dijo a una de las criadas que nadie pudo tragar más de dos bocados. En realidad ellos sienten la misma incertidumbre que nosotros, ni imaginan qué sucederá, pero presienten que será algo no deseado- -Escucha!- susurró José- creo que están por terminar la reunión, oye como acomodan los bancos, ¡están por salir! ya salen. Espero que entienda mi preocupación, si, ya sé mujer que Él me va a entender...pero nunca me lo hace saber; creo que supone que todos comprendemos. Ojala fuera así! - Siempre le digo- - Maestro, sus discípulos no lo comprenden, y hasta a mí me cuesta a veces lograr comprensión- El siempre responde: - Cree y Comprenderás-Cuando Jesús salió, saludó a José con un gesto de su cabeza y sin decir palabra se dirigió hacia el exterior de la propiedad. Se sentó junto a un gran olivo cercano a una abertura en el muro que hacía de puerta; permaneció meditando un corto lapso y se incorporó casi con un salto, miró hacia el cielo y con gesto preocupado exclamó: - Padre, no dejes que decaigan mis fuerzas, sé que el final está cercano, y tengo miedo, tengo miedo de no haber hecho lo que me ordenaste, y asintiendo como si hubiera recibido una respuesta, bajó la mirada e ingresó a paso vivo a la casa. En el interior de la morada de su amigo, José de Arimatea, le agradeció por haberle permitido realizar la cena en su casa, esa Ultima Cena, como Él la llamó desde que decidió convocar a todos sus discípulos para cenar juntos por última vez.Con voz serena y pausada, el Maestro, le comentó a su amigo lo que había acontecido durante la comida, le relató los diálogos que hubo mantenido con sus amigos y seguidores incondicionales e hizo especial hincapié en la ceremonia que llevó a cabo por primera vez: el comer el pan y beber el vino como si fueran cuerpo y sangre del Padre.José no pudo mas que preguntarle -mi querido Maestro y amigo-comenzó- podría decirme por qué todos estos comentarios tan extraños y este comportamiento demás sospechoso?-Nada extraño o que yo no sepa ocurrirá, tranquilízate y escucha bien mis palabras, un silencio profundo secó el aire alrededor del dueño de casa, me iré pero volveré- continuó Jesús- -No sé de qué me está hablando mi Señor, hace tiempo que lo noto agobiado, como con un gran peso sobre sus hombros, creo que debería ser mas claro con lo que trata de decir- dijo casi con temor José --Te diré, estimado amigo, que todo lo que yo haga o diga está escrito y es parte de un plan; no debes preocuparte por el resultado de los hechos. Por otra parte tienes razón, estoy preocupado, pero no por mí, sino por mis discípulos, sobre todo por Judas, simplemente no ha entendido nada, no ha alcanzado a comprender lo que ha hecho, pero así fue planeado, probablemente su cuerpo será sacrificado como el mío pero por mano propia- explicó Jesús con seguridad--Maestro, por favor, cuénteme todo y yo lo defenderé con mi vida si es necesario. No permitiré que alguien lo dañe a Ud. o a sus seguidores- exclamó con voz amenazante José.[1] -No se trata de defender ni de pelear, simplemente confía en mi y en mi Padre, eres más importante de lo que crees José, tu vida está ligada a la mía y a mi destino, y de tu proceder dependerá quizás el destino de las generaciones futuras- aseguró el Maestro--Me asustas, cómo podría influir este humilde servidor en la suerte de tanta gente?- preguntó José.-Tú me proveerás el lugar para mi corto descanso; luego ascenderé a los cielos y me sentaré a la derecha de mi Padre hasta el regreso- afirmó Jesús--Por favor Maestro, explícame mejor.-Paciencia… irás entendiendo a medida que los hechos se sucedan, pero…- Jesús hizo una pausa y prosiguió con voz aún mas calma- Hay algo que sí quiero que sepas y que no olvides, la clave de tu rol en este mundo. Trataré de ser lo más claro posible y necesito que actúes de la forma más exacta que esté a tu alcance. Por lo demás, no te preocupes, siempre estaremos a tu lado y nunca correrás peligro hasta que tu hora llegue, lo que no corresponde que conozcas de antemano. Presentirás cuando el momento se acerque. Ten en cuenta que las fuerzas del mal querrán acorralarte y llevarte por caminos obscuros y apartados del bien. José debió sentarse, sus piernas temblaban demasiado. Tan compenetrados estaban en su coloquio que ni siquiera tuvieron la precaución de asegurarse que no hubiera nadie alrededor escuchando su diálogo. Cuando José se dio cuenta de la situación, Jesús lo calmó diciéndole- calma, nadie nos oye- ya se había cerciorado de que no hubiese nadie. Luego de esto ambos hombres acordaron que era ya muy tarde y seguirían hablando en la mañana, muy a pesar de José que dijo que no podría dormir si no terminaba de brindarle todos los datos que necesitaba. Así ocurrió, no sólo no pudo dormir sino que caminó casi toda la noche alrededor de la casa. De cuando en cuando se acercaba a la habitación donde Jesús estaba descansando, lo miraba y no podía entender cómo podía dormir tan plácidamente con semejante carga en sus hombros y en su alma.Por la mañana muy temprano, José se dirigió presuroso hacia donde Jesús dormía, ya no estaba; la criada le dijo - El Maestro se marchó muy temprano, antes de que salga el sol -Por supuesto que el amo de la casa se puso nervioso. Todavía le faltaban datos sobre su misión, su importante misión. Pensó en salir a buscar a su amigo y guía pero declinó de esa idea y decidió quedarse y esperarlo en su casa, tratando de ordenar todos sus pensamientos.El sol estaba cayendo detrás de la colina, El Monte Calvario o Gólgota, era denominado así por la forma de calavera que presentaba. Una pequeña elevación de no más de cincuenta metros de altura y cima roma a la cual se accedía por una angosto sendero que no era muy transitado. Muchas piedras grandes y pequeños guijarros dificultaban el acceso a la cuesta, por lo tanto José comenzó a preocuparse por la tardanza del Maestro; él se había hecho la idea de que completaría sus instrucciones en hora más temprana, por la tarde.Sentado junto a un gran olivo esperó la llegada de su amigo. Era tarde cuando Él llegó, luego de la cena. Sin mediar otra palabra le dijo a Jesús que terminara de revelarle los datos que completarían su misión.-Será difícil- sostuvo el Galileo- no te ocultaré nada.-Los romanos me apresarán, seré traicionado por uno de mis seguidores y… -No puede ser Maestro! -Cálmate- indicó Jesús- te ruego que me escuches en silencio; comprendo tu asombro pero te advertí que sería difícil de asimilar, como te decía, seré traicionado por Judas El Iscariote, él me entregará a la guardia romana, yo no me resistiré, así debe ser. El hombre azorado, lo miraba fijamente con el ceño fruncido, casi se le salían las palabras pero se contuvo. Siguió callado.El Mesías lo miró, asintió con la cabeza con un gesto seco y continuó- Me enjuiciarán y seré castigado. Seré muerto en la Cruz. En ese momento el de Arimatea no podía ya contenerse, estuvo a punto de desmayarse, pero las fuerzas no lo abandonaron y pudo mantenerse alerta y de pie.-Esta será tu crucial tarea, escucha bien, toma la copa que usé en la cena con mis discípulos en tu casa y recoge en ella un poco de mi sangre, tú sabrás encontrar el momento oportuno para obtenerla, luego Yo moriré. Con los ojos llenos de lágrimas se atrevió a preguntarle sobre lo que ocurriría mas tarde; a lo que Jesús respondió: - Tú me proporcionarás el sepulcro para mi efímera muerte física, luego de tres lunas mi espíritu me regresará a la vida y mi primera misión con el hombre habrá terminado, me sentaré a la derecha de mi padre a contemplar y a disfrutar la evolución de Nuestra amada raza humana- se le notaba en la voz y en el semblante que estaba disfrutando el momento de la narración, abstraído por la felicidad que ello le proveía.Algo no había quedado claro en la cabeza de José. Algo quedó girando en la mente de un hombre común con un designio Divino. - Su primera misión - dijo el Maestro, querrá decir que volverá? . Creo que jamás terminaré de entender a qué se refiere todo esto- pensó el hombre, como desilusionado por su ignorancia; se dijo que le preguntaría al Maestro sobre su regreso, necesitaba saber qué ocurriría. Jesús prosiguió con sus palabras. José sacudió su cabeza para eliminar de su pensamiento todas las ideas de descreimiento y poca fe- se regañó a sí mismo- y siguió escuchando al Hombre. -Deberás realizar un viaje, un largo periplo que te llevará a lugares tan lejanos y distantes que perderás el sentido de distancia, recónditos parajes con un clima totalmente distinto y adverso, mucho frío, hielo y soledad, debes prepararte física y mentalmente para eso. Tú eres un hombre joven, fuerte y con un espíritu puro, no deberías tener mayores inconvenientes para lograr tu objetivo. Podrás enfrentar todos los retos mientras pienses en Mí y en tu fe. Irás al Norte, por la ruta que tu corazón presienta; el Señor del Norte irá a tu encuentro y te ayudará a encontrar el sitio adecuado. No estarás solo, alguien te indicará qué hacer en la última parte de tu recorrido, además te asistirá y te guiará a través de las sombras. No deberás temer, siempre estaré contigo, en tu alma y dentro de ti para darte fortaleza física por si tus fuerzas corporales te abandonan en algún momento. Cuando llegues a La Colina del Sol, enterrarás la copa con mi sangre en la cima y sobre ella plantaras un árbol, un manzano y la cuidarás hasta que llegue tu hora. Deberás llevar alguien de tu confianza, dispuesto a dar su vida por el Grial. Cuando tú ya no estés en este mundo él deberá seguir velando por la seguridad del Cáliz, junto al Señor del Norte y sus sucesores y súbditos. El futuro de la humanidad dependerá de la capacidad de los Custodios, como habrá de llamarse esta hermandad, “La Hermandad de los Custodios”. Deberán organizarse de forma que esta tarea se prolongue por veinte siglos, luego de lo cual volveré a pisar la Tierra. El mundo será diferente, y la gente diferenciará aún menos el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto, los hermanos de los enemigos; Padre mío- que equivocados están todos- José escuchaba en silencio las indicaciones de Jesús.-Con respecto a tu acompañante en este periplo, preferiría que fuese tu hijo mayor, Juan , quizás deba pedirte también que lo sacrifiques a él por el bien de la Raza Humana y por mi Padre, toda su vida estará a disposición del Santo Grial y del Árbol, el que no perecerá y no dará frutos hasta que mi regreso sea inminente. La gente de los alrededores se dará cuenta de que ese árbol que nunca dio frutos estará lleno de ellos, alguien notará que la hora ha llegado y reconocerá al encargado de recuperar el Grial, lo que será suficiente para que lo guíe y le muestre el camino a la Copa, así lo quiere mi Padre.José, que había estado escuchando con suma atención los dichos del Maestro, comenzó a imaginarse sus próximos años y los de su propio hijo, que ya se encontraba casado y cuya esposa pronto daría a luz. Trató de armar mentalmente en no más de diez segundos su futura vida. Decidirse le llevó menos de ese tiempo. Lo sentía en el corazón y en el centro de su cabeza. Debía hacerlo, quería hacerlo, en ese instante sintió que su vida no valdría nada si no lo hacía. Jesús lo miró y sonrió, no hizo falta esperar la respuesta.Luego de saludar a su Maestro, José salió presuroso para ultimar detalles sobre el sepulcro y a separar la Copa de la Cena, una pieza de Terra Sigillata itálica de la fase tardía de producción. Se trataba de un recipiente de cerámica de color rojo brillante que provenía de la ciudad de Arezzo, Toscana, que él mismo había traído de uno de sus viajes por aquellas latitudes junto a otras vasijas de gran calidad y selladas( sigillata) por los artesanos que las habían realizado, lo que generaba una competencia entre los distintos talleres de alfarería de la región, provocando justamente el avance o el desarrollo de más y mejores mezclas y tintes para la realización de los cuencos. Prácticamente era otro hombre, desapareció el gesto de preocupación y desasosiego de su rostro, solo quedaron las pocas arrugas que denotaban que era un hombre mayor de cuarenta y cinco años. Además poseía una inmejorable condición física para la época, posiblemente porque nunca había realizado un trabajo físico muy exigente. Siempre tuvo una posición económica holgada; le permitió el acceso a una educación superior, junto a un espíritu puro decidió su elección para tan importante misión.Esta fue la última vez que José conversó con el Maestro mientras Este se encontraba “vivo”, pero sintió su presencia muchas veces y realmente agradeció poseer esa fe incondicional. Fue eso lo que lo mantuvo vivo durante el tiempo transcurrido hasta el inicio de su periplo cumpliendo las órdenes encomendadas por Jesús.Efectivamente, todos los hechos acontecieron como Él los había predicho. A pesar del descreimiento de gente allegada a José, siempre mantuvo su posición con respecto a los sucesos por él anticipados, (había comentado a amigos y parientes algunas de las cosas que el Maestro le había transmitido), pero muchos dudaban de él e incluso llegaron a tratarlo de orate. El Santo de Arimatea, como fue conocido tiempo después, decidió comenzar los preparativos de su largo e impostergable viaje. Primero habló con su hijo, que ya se había convertido en padre y conocía su designio. Lo había aceptado hacía ya mucho tiempo (casi diez años habían transcurrido desde el suceso con Jesús). Se apresuró a preparar sus bagajes. Su hijo mayor tenía casi diez y el menor siete. Su esposa era una sumisa y afectuosa mujer que accedía y aceptaba todo lo que él le imponía. Siete lunas necesitaron padre e hijo para estar seguros de que contaban con todo lo necesario para el viaje. Ambos sabían que no regresarían, pero estaban decididos a concluir y a cumplir la Divina encomienda. José había reservado el Grial con la sangre de su Guía, que hubo obtenido el día de la crucifixión al pie de la cruz donde su Amigo fue muerto de una forma demasiado cruel, en un lugar sólo conocido por él y por su hijo. Cada año, para el aniversario de la muerte de su Maestro, acudía al Salón Sagrado( como él llamaba a ese lugar) y memoraba las vivencias con su Amigo y guía, era casi un rito. Contemplaba la sangre aun no coagulada e imaginaba cómo sería el mundo en la próxima venida de Cristo. Supuso un sitio mejor y más justo. Jamás sabría lo equivocado que estaba. Reunió el dinero suficiente para el itinerario que se habían marcado, previó algunas cosa y otras quedaron libradas a la voluntad Divina, justamente por eso todo debería resultar de la mejor manera. Le pidió a su esposa que le confeccione una bolsa de cuero de cordero, que se ajuste al tamaño de la Copa y él con sus hábiles manos, cortó el fondo de una vasija para que auspicie de tapa, que luego de colocarla, selló prolijamente. Padre e hijo partieron sin más una tarde gris y olvidada. Sólo sus esposas y los hijos sufrieron por la distancia. Jamás regresaron. Jamás volvieron a verlos. Fueron rápidamente olvidados. Los héroes fueron olvidados como tantas otras veces. Capitulo Dos El otro lado. Anna era una doncella hermosa y casta, llevó siempre una vida llena de amor, ternura para con sus parientes y amigos y de preocupación por los demás. Dyfed era el condado cuyo padre gobernaba con mano dura pero con justicia, cosa muy rara para aquella época. Era un hombre querido y respetado justamente por la equidad de sus decisiones. La vida transcurría tranquila y sin sobresaltos en aquellos rincones de Britania, pero en los alrededores el caos, la incertidumbre y el hambre se apoderaban de las personas como un virus, de repente y sin oportunidad de defenderse. La guerra llegaba sin dar ningún indicio, reptaba como una serpiente pronta a atacar, sólo en el último instante, la víctima se percataba de la arremetida mortal, cuando ya era tarde, o casi… Las luchas internas en la isla habían diezmado el espíritu de la población, sólo esa comarca y algún sitio cercano estaban aún libres de la desolación y los estragos de la guerra. Era un lugar de paso, un alto en el camino de los comerciantes que recorrían la zona con sus grandes carros de cuatro ruedas, pesados y crujientes, tirados por caballos viejos, eternamente agobiados, sin descanso y castigados. Aprovechaban al máximo cada parada, tanto como los hombres que acompañaban a estos mercaderes ambulantes; campesinos cuyas tierras fueron asoladas por hordas bárbaras o incluso algún soldado que, cansado de deambular errante, sin destino y con el temor de no saber si podría ver el sol del otro día prefería servir a estos viles y codiciosos viajeros casi mercenarios, pues en el afán de conseguir alguna moneda realizaban todo tipo de encargos, aún de los peores. La ciudadela estaba sitiada hacia el este por un bosque muy cerrado, el techo se encontraba cerca de los veinte metros de altura y una cantidad significativa de especies arbóreas poblaba el mismo. Con un soto muy espeso, el lugar se transformaba en una trampa, un laberinto muy difícil de franquear, más aún de noche. Lobos y perros salvajes cruzados entre sí una y mil veces habían logrado una raza temible, una máquina de matar. Por suerte para los lugareños abundantes ciervos, conejos y cerdos salvajes, además de otros pequeños mamíferos eran suficiente para alimentar a las bestias. Era raro toparse con alguno de estos feroces animales fuera de la espesura, asimismo, nadie que no fuera un cazador experto se adentraba en la frondosa vegetación, ni siquiera de día; solo unos pocos rayos de sol se dejaban entrever entre los millones de pequeñas hojas de diferentes tonos (con un predominante verde) sobre las cuales tenues ráfagas de luz movidas por suaves brisas hacían quebradizas la marcha de los finos haces, casi impidiéndoles que lleguen y nutran el suelo anhelante del calor solar. El resultado de a humedad y la materia orgánica en descomposición eran agobiantes, juntas producían un penetrante hedor inconfundible que llenaba toda la floresta, a veces, el leve viento que predominaba en la zona, hacía llegar esos olores hasta las cercanías del poblado, lo que sugería a la gente que el bosque estaba maldito y que olía de esa forma por la presencia de entes desconocidos venidos del propio averno. Raramente el Rey salía de su residencia fortificada, ocho habitaciones, la cámara real y los aposentos de la princesa, ornados por ella misma y su permanente nana, un gran salón dónde el Consejo se reunía periódicamente y demás dependencias que hacían de ese palacio un lugar verdaderamente muy confortable, todo eso flanqueado por cuatro torres de vigilancia unidas por muros de piedra muy altos, unos diez metros; los vasallos residían más allá, entre dichos paredones y los exteriores de la ciudadela, más altos que los interiores, alrededor de quince metros. Una fortaleza dentro de otra sería suficiente para evitar que potenciales agresores tengan acceso a la familia real. Un gran portón de madera era el único nexo con el exterior, era por ese paso que ingresaban también los vendedores ambulantes, todo custodiado por un grupo de la guardia del monarca, gente de mucha confianza, con sobrada experiencia y lealtad para desempeñarse en tan crucial tarea. Cerca de mil almas dependían de la fortificación en todo sentido, defensa, protección, acceso al comercio de forma más conveniente, no eran iguales las transacciones adentro que afuera de las murallas. En el exterior la gente no tenía tantas comodidades ni favores. Es claro que siempre hubo roces y entredichos entre ambos lados, pero el Señor de las tierras hubo mediado con sabiduría para paliar las diferencias. Sin duda, la ambición de muchos era ocupar una morada dentro de la fortaleza, sobretodo en los últimos tiempos, ya que se oían en la letanía rumores de poblados arrasados y ciudades tomadas. Eran todos campesinos los que no tenían acceso al interior, ya que debían labrar la tierra y criar ganado. Los selectos habitantes del interior eran en su mayoría soldados, artesanos, herreros, carpinteros y toda persona que tenga la capacidad de realizar un oficio, incluso si alguien de los “del otro lado”, como los llamaban despectivamente, demostraba alguna habilidad con respecto a su trabajo era posible que ingrese a través de las murallas hacia la anhelada seguridad y bienestar del interior. Sólo se les permitía traspasar las puertas una vez por mes, alternado entre los distintos productos que brindaban los verdes y fértiles campos de los alrededores de la ciudad. Todo lo que el padre no hacía, Anna sí. Caminar entre las murallas era un pasatiempo diario para la princesa, quien era muy querida y casi mimada por el vulgo. Afuera tenían otra opinión. Prácticamente una vez por semana salía de las murallas para cabalgar por las praderas que rodeaban el bosque, cerca de veinte caballeros la acompañaban como protección pero ella adoraba adelantarse para poder estar sola aunque sea efímeramente. La superficie de campo alrededor era vasta hacia el norte pero acotada por el bosque hacia los otros puntos; jamás se había aventurado más allá del mismo, pero esa mañana algo la impulso a ir más lejos. Los gritos de la guardia advirtiéndola que se había alejado demasiado no alteraron el recorrido de la princesa, se podría decir que apuraba el paso de su monta con cada alarido. Ella seguía bordeando la oscura frondosidad a puro galope y el más veloz de los caballeros se lanzó a detenerla como sea, no podía permitir que la heredera ingresara siquiera un metro en ese umbroso lugar, la corrida no duró mucho, de repente la rubia doncella detuvo su caballo, se apeó y aguardó parada hasta que el guardia llegó al lugar. Con voz baja y casi acariciándola con las palabras, Aston, así el nombre del fornido caballero, la reprendió con suavidad por su accionar. Ella no contestó. Lo miró a los ojos, esbozó una sonrisa, se aferró de la montura y con mucha agilidad subió a su caballo negro; el hombre sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, dudó un segundo pero luego reaccionó ordenando el regreso a la fortaleza. El pequeño grupo fue testigo del suceso ya que arribaron al lugar pocos segundos después que Aston. Nadie soltó una palabra, pero las miradas entre los soldados creaban una maraña de invisibles líneas de desconfianza. Este fue el primer hecho extraño esa semana. El camino de retorno fue casi al paso, la princesa como siempre iba adelante flanqueada por Aston y su segundo, Clifford, el hombre de confianza del primero; entre ambos inquirieron a la damisela.-Cómo te sientes?-preguntó Aston.-Estoy bien-respondió la dama. Casi una niña, tenía apenas dieciséis años, confiaba plenamente en sus custodios, asimismo sentía un poco de vergüenza por lo acaecido. Le costó unos minutos decidirse a narrarles lo que sintió, miraba vergonzosa hacia una mata de delicadas flores silvestres amarillas que se hallaba a pocos metros de distancia y que la niña utilizó para desviar la atención sobre ella para no estar obligada a narrar el hecho. Como los hombres, sobretodo el apuesto y joven Aston conocían sus aranas, se percataron de la situación y delicadamente la instaron nuevamente a la narración. La joven tomó aire y comenzó. -No sé que me pasó, de repente sentí la necesidad de ingresar al bosque, no sé que hubiera ocurrido si…La princesa no terminó la frase, pequeñas lágrimas comenzaron a correr por sus rosadas mejillas y devino en llanto.-No te preocupes- aseguro el guardia- siempre estaremos contigo, no es así Clifford?-No lo dude milady, nada la podría separar de nosotros- afirmó el lugarteniente. Mientras ingresaban a la ciudadela ella se repetía que era una tonta, se prometió contárselo al rey. Cuando llegó a sus aposentos, la dama de compañía, notándola apesadumbrada trató de averiguar el motivo del estado de ánimo, pero la doncella la evitó diciéndole que necesitaba dormir un poco. Pronto concilió el sueño. Durmió hasta el día siguiente. Como casi nunca ocurría, muy temprano en la mañana, el rey ordenó que preparen los caballos ya que saldría a pasear y deseaba invitar a su adorada hija a cabalgar juntos, porque según calculaba no lo hacían desde el cumpleaños de la niña el año anterior. Pensó que con el hermoso día que perfilaba podrían incluso almorzar a orillas del lago Blanco, un profundo pozo detrás del bosque, extenso y apartado; el camino más corto era siguiendo el camino por el mismo centro de la obscura arboleda. Nadie atinó a proponer el cruce, ya que ofrecería peligros vanamente, pero el monarca decidió atravesarlo argumentando: -Hace largo tiempo que no tengo una aventura, no se preocupen- sostuvo con voz grave y pesada, nada malo hay en ese lugar. Los caballeros de la guardia personal del rey se dispusieron a emprender el viaje de no más de cuatro horas por el lugar indicado por el monarca, pero Aston, quien tenía más confianza con el máximo mandatario ya que éste prácticamente lo había adoptado cuando nació, sin hacerlo de la familia real pero prodigándole cariño, afecto y permitiéndole ciertas licencias que eran totalmente prohibidas para los demás, deslizó la posibilidad de rodear la espesura para llegar al lago; el rey, entre ofuscado y obstinado contestó -Ocúpate de la seguridad de mi hija. Esa es tu prioridad- con severa y autoritaria voz. Aston, conocedor del carácter del monarca asintió con la cabeza y sin decir palabra se dirigió al encuentro de la princesa que en ese momento aparecía por la gran puerta de madera tallada finamente por los artesanos más destacados de la comarca; el jefe de la guardia ayudó a Anna a montar, la notó como ida, definitivamente no estaba atenta a la tarea que estaba realizando ya que por milagro no cayó por el otro lado del equino; el vigoroso muchacho la tomó del brazo derecho y evito el golpe. El suceso sirvió para hacer reaccionar a la dama, pero no alcanzó a recuperar la vivacidad de su mirada y la permanente sonrisa con la que comenzaba invariablemente cada jornada. Él extrañó eso. Algo que venía admirando hacía ya dos años; desde que ella cumpliera catorce años, la edad en que las niñas se hacían mujer. Jamás dijo ni hizo nada con respecto a lo que sentía por aquella niña; no tenía el valor para comunicárselo al padre, además no sabía si era correspondido, suponía que él interpondría entre ambos el argumento que eran casi hermanos. Diez segundos estuvo absorto, la única conexión con la realidad era su mano derecha asida fuertemente a las riendas del corcel que venía acompañándolo hacía casi diez años. Diez segundos en los que pasaron frente a el los últimos dos años junto a Anna, y dudó. El grito de Clifford para comenzar la marcha le devolvió sus sentidos, y a la carrera se colocó a la izquierda del rey, a la derecha se situaba la princesa y un caballo atrás el hombre que hacía de nexo con el resto de la custodia, el gritón, apodo que se había ganado en muy buena y merecida ley. Una vez ingresados al bosque, los custodios formaron un cerco en derredor de los nobles, dejándolos en el centro, alejados de cualquier potencial ofensor. A paso vivo de los bien mantenidos y entrenados cuadrúpedos, prontamente alcanzaron el centro de la espesura, era extraño, no había hedor alguno, la hojarasca parecía haber sido recogida y los pastos delimitaban un seudo sendero que culminaba entre dos de los árboles mas altos y frondosos que jamás hubieron visto; y detrás de ellos, la fronda era aún más cerrada, por ende más oscura; pasaron frente al lúgubre sitio y no pudieron evitar dirigir la mirada hacia el interior. Setas de todo tipo predominaban sobre la corta hierba y daban un aspecto muy singular a ese espacio definido; notaron la diferencia de humedad ya que los caballos hundían sus vasos más profundo que en los otros pasos, y era solo la entrada, no había sonido alguno en los alrededores, todo parecía muerto. No alcanzaron a ver más allá de la entrada, la poca luz reinante en el coto impedía la visualización de formas más allá. En fila india todos pasaron y la misma sensación de angustia fue experimentada por todos y cada uno. Anna, que iba casi a la cabeza de la formación se detuvo unos segundos frente a los gigantescos árboles y daba la impresión que no podía avanzar, pero su monta fue jalada desde adelante por su atento padre quien por primera vez se percató del extraño comportamiento de su hija, lo cual habíale comentado Aston minutos antes. El camino que restaba hacia el lago fue recorrido sin sobresaltos, en silencio, una vez que hubieron llegado a las orillas del espejo de agua, los custodios se dispusieron a atender a los caballos, pero miradas nerviosas se cruzaron una y otra vez e inclusive alguno de más rango se atrevió a hacer algún comentario acerca del tenebroso lugar por el que habían transitado. Era cerca del mediodía, y los afectados a la cocina se dispusieron a preparar el almuerzo mientras otros ponían de pie la tienda de campaña que habría de cobijar a la familia real, a los oficiales del círculo intimo y a las dos criadas que atenderían a la joven y bondadosa princesa durante la jornada de solaz. El plan era claro. Debían retornar con tiempo suficiente para volver a cruzar el bosque de día lo que limitaría las horas de descanso. Fue por eso que el rey, muy sabiamente, indicó a sus súbditos que retornarían bordeando la floresta, camino que, si bien era más largo y les demandaría mas tiempo sobre las montas dejaría más tranquilos a todos y además podrían realizarlo de noche sin sobresaltos. Los soldados aceptaron con fervor la decisión del monarca, incluso cambiaron los ánimos entre los guardias. Competencias de destreza física, técnicas de guerra e incluso pasajes de un improvisado teatro amenizaron la jornada hasta casi la caída del sol, hora en que emprendieron el retorno aún con una tenue luz en el horizonte enrojecida por la atmósfera y reflejada mil veces en las nubes que teñían su blanco color en un rojo pálido. Al paso y hablando animadamente en voz alta, comentando los hechos del día, la pequeña tropa denotaba un estado de ánimo jovial, tanto así como la real familia y su entorno más allegado. Cerca de dos horas marcharon tranquilamente, ya la oscuridad gobernaba, cuando el caballo de Anna relinchó espantado y se echó a correr a increíble velocidad, se oyó un grito de la doncella pero apagándose en la distancia, su padre y Aston no podían creer la velocidad del negro corcel; ambos salieron disparados detrás a todo galope pero veían desesperadamente como la niña se alejaba dirigiéndose peligrosamente hacia la espesura, más inquietante aún de noche. El temor de los dos hombres y de algunos que atinaron a seguirlos a que ingrese al bosque a esa velocidad de noche, para peor sin luna, con una monta fuera de control se hizo realidad en el momento en que vieron el vuelo de la falda de la niña, de color claro, internarse en la umbrosa espesura. Siempre por detrás, gritando para que Anna les grite también y así dilucidar su posición, los hombres comenzaron a desesperar ya que las tinieblas se habían adueñado del lugar y se tornaba imposible poder localizar a la dama; mas se adentraban, más oscuro se tornaba el ámbito, ya no lograban oír siquiera los cascos del caballo de la princesa, decidieron separarse en tres grupos y rastrillar la zona a paso firme pero no galope, temían que la mujer hubiera caído y perdido el conocimiento, debían anteponer la cordura y la organización a la desazón. Por horas recorrieron el interior del zarzal sin resultados, al tiempo de juntarse, el rey envió por el resto de la tropa quienes habían quedado atónitos en el exterior de la fronda; presurosos, traspasaron el límite de arbustos y comenzaron una nueva búsqueda, esta vez más precisa. Un grupo regresó a la fortaleza con la noticia y el oficial a cargo organizó una defensa mínima que debía garantizar la seguridad de los pobladores; debía además enviar a todo hombre para sumarse a la búsqueda de la querida y desdichada princesa. Todos pensaban que rodeando el bosque con cerca de quinientos hombres y en forma de peine avanzar hacia el centro no había forma de no hallar a la damisela. Dos días les tomo a la totalidad de los colaboradores un sigiloso rastrillaje que los llevó a todos al centro, con el corazón vacío por la angustia y sin ningún rastro, guardias, soldados y hombres comunes se encontraron frente a los dos gigantescos árboles delante los cuales, algunos habían pasado tres días antes. Solo uno de los hombres no se sorprendió por el tamaño de los árboles, el más anciano, que a pesar de su avanzada edad quiso ayudar en la búsqueda; según se decía, éste viejo, luchó en la última batalla junto al padre del actual rey y nadie conocía a ciencia cierta su edad pero suponían que tenía ya más de cien años (una edad impensada para la época, siglo I luego de la venida de Cristo, nacido alrededor del año treinta de nuestra época) Hace muchos años estuve en este lugar y estos árboles ya tenían este tamaño-comentó el anciano. Los presentes dirigieron la mirada hacia el veterano hombre como pidiéndole que continúe su relato, cosa que comprendió de inmediato y continuó:-Desde que yo contaba solamente con ocho años de edad mi padre me traía al bosque a cazar, como ustedes saben, los mejores ciervos de la comarca se encuentran aquí, él me enseñó a no temerle y a respetarlo. Preparaba trampas y redes con mis pequeñas manos como también afilaba las puntas de las flechas con una piedra que mi padre cuidaba como oro. Muchas veces me quedaba solo, preparando los cueros para transportarlos, mientras él seguía algún rastro o se iba de repente sin previo aviso luego de percibir el olor fétido de un cerdo salvaje, muy grandes en ésta parte de la isla. Todos se habían acomodado alrededor del centenario narrador y por un momento se olvidaron de Anna, incluso Aston y el rey oían boquiabiertos la historia que era contada muy precisamente, cosa que les llamó la atención por la edad del anciano. Cuando era ya mayor-prosiguió el viejo-cerca de los quince años, y aún mi padre vivía, ocurrió un hecho que conmocionó a la ciudadela; la hija mayor del rey, lady Elizabeth, desapareció una mañana en el bosque luego que su caballo se desbocara e ingresara al bosque. El rey asombrado por el cuento y más que nada por el dato que recién conocía: según la tradición ningún rey jamás había sido padre de una niña hasta el día en que nació Anna; pero según el hombre, hubo otra heredera. No había registros oficiales de la doncella como tampoco persona viva que ratificara los dichos del viejo. Aston, azorado, inquirió al narrador para que continuara con su relato. Roland, así su nombre, prosiguió, pero esta vez denotaba su voz cierto nerviosismo que hacía tremolar sus palabras -como siempre, me encontraba cazando por estos lugares y vi. pasar a mi lado sin percatarse de mi presencia a la princesa Elizabeth, con la mirada perdida y sin asirse a su monta. El caballo se movía al paso y se dirigió hasta estos árboles que ahora tenemos enfrente; la dama bajó sin usar las manos como si estuviera colgando de cuerdas invisibles, caminó unos pocos pasos e ingresó a ese lugar que vemos más allá de los árboles, donde desapareció…. Los hombres lo observaban callados y al escuchar la última parte abrieron los ojos y levantaron el ceño en señal de incertidumbre y quedaron esperando la última frase.-Para siempre-terminó Roland. Hagan callar a ese viejo falaz -interrumpió el rey - no creo nada de su relato.-Es cierto mi señor-dijo casi suplicando el anciano-lady Elizabeth era la primogénita de su abuelo, pero ocultaron su desaparición negando su existencia.-Mi padre nunca habló de una hermana-precisó el monarca. -La primera esposa de su abuelo falleció al nacer la desdichada niña Elizabeth, recién luego de la desaparición de su adorada hija el rey desposó a su abuela, con la cual formó toda la familia tal como la conocemos; al año de estar juntos nació su padre y al siguiente su tío-explicó con buen ánimo el viejo.-Es verdad, replicó el soberano, mi abuela era casi treinta años menor que mi abuelo; pero lo que no entiendo es cómo sabe usted todas esas cosas, que edad tiene?-requirió el soberano con cierto recelo. Lo cierto es que no tengo más en cuenta los años, pero debo soportar sobre mis hombros alrededor de ciento cincuenta años, pero…Más sorpresas!- interrumpió con tono irónico Clifford quien seguía con atención las palabras del anciano ahora más que centenario; que más puede agregar? - terminó.-Pero Roland, no aparentas más de sesenta o setenta años, cómo puedes explicar eso?-agregó Clifford, quien conocía al anciano desde hacía varios años y con quien había logrado cierta afinidad por el interés que tenía por dominar el arte de la caza, cosa que el anciano conocía muy bien.-Déjame continuar con lo que debo decir, hace años que tengo la intención de sacarme de encima este peso, creo que llegó la hora de hacerlo, nunca tuve el valor-aseguró con tristeza el agobiado anciano; en un primer momento supuse que lo que hube presenciado fue una ilusión, pero cuando logré comunicarme con la gente, ya era noticia la desaparición de Elizabeth; en verdad luego de verla casi volar hacia ese sitio, una fuerza extraña y muy potente me levantó en el aire y me arrastró al mismo lugar que la princesa, en ese momento perdí el conocimiento. Al otro día desperté desnudo, con el cabello negro azabache como vuestro caballo majestad-dijo mirando a los ojos al rey, quien desvió su mirada, y con una sensación de fortaleza física que nunca pude explicar y a la cual temí por décadas, nunca la hice notar delante de la gente pero puedo dar claros ejemplos de lo que quiero significar. Sin más, el menudo anciano se deslizó por debajo de uno de los caballos con su monta y lo levantó con sus brazos por sobre su cabeza. Podría pasarme así todo el día-afirmó con una sonrisa temerosa. Nadie salía de su asombro, oficiales y soldados quedaron absortos por la demostración del hombre canoso y no pronunciaron palabra, solo gestos y ademanes. Cuando dejó en tierra al equino y su jinete continuó con la exposición. -He tenido visiones y pesadillas durante toda mi vida desde aquella mañana y siempre presentí que había algo malo en mí, nunca me enfermé y las veces que me accidenté no sufrí lesión alguna, tuve miedo pero ya no, aprendí a convivir con esto, pero vi. morir a toda mi familia y hace mucho tiempo que estoy solo. Estoy cansado de vivir de esta forma, por eso cuando me enteré del suceso de Anna quise venir y ayudar de alguna manera, espero que lo que les he contado pueda aclarar algo de este confuso episodio; por último les digo que ese día cuando volví en mí, estos enormes árboles ya no estaban y el siniestro lugar se confundía con el resto de la fronda, es muy extraña la presencia de ellos nuevamente. Casi al unísono los hombres comenzaron a gritar que deseaban adentrarse a buscar a la damisela, a lo que el rey asintió con más gritos; sin pensarlo dos veces arremetió hacia los colosos y se internó en la misteriosa oscuridad, fue seguido por toda la gente que estaba colaborando en la requisa, salvo Roland, quien se acomodó en una de las vigorosas raíces como a esperar su destino. Increíblemente cabalgaron por dos días en una superficie que podrían haber recorrido en dos horas, parecía que el piso corría más rápido que los caballos, vivieron un fenómeno que no podían explicar con palabras. Los colaboradores que se movilizaban a pie, desfallecientes, desistieron de la búsqueda a las pocas horas, pero lograron abandonar la floresta y acamparon para aguardar el regreso de la columna principal; pero al otro día al ver que no volvían comenzaron a retornar al caserío por grupos a medida que iban acumulando el valor suficiente para ello. Pocos eran los presentes cuando el rey y los demás emergieron del bosque, extenuados y alicaídos por el desgraciado hecho y desconcertados porque prácticamente fueron devorados por la espesura. Cuando por fin lograron recobrar totalmente sus sentidos, entre los cambios de opiniones y el intento de definir correctamente lo sucedido repetían constantemente la palabra infierno. Sin saberlo, era la definición más precisa que pudieron pergeñar. Roland tampoco apareció, supusieron que debía haber vuelto a su casa antes que los demás salgan del silencioso y espeso monte. A casi un año de las desapariciones, el viejo tampoco fue vuelto a ver, el rey, Aston y en verdad todos los pobladores seguían desconcertados y dolidos, sobretodo por la princesa, tan querida entre los vasallos, pero una mañana, con el sol a medio camino del cenit, con un pequeño niño entre sus brazos, la pequeña Anna solicitaba que abrieran las puertas exteriores de la ciudad a los guardias que la contemplaban atónitos; inmediatamente el jefe de la guardia descendió y personalmente flanqueó el paso de la doncella y se ofreció, entre emocionado y sorprendido a escoltarla hasta el Salón de Acuerdos, donde su padre se encontraba reunido con el mensajero de un rey vecino, ambos preocupados por una horda bárbara dispuesta a arrasar todo a su paso. Gritos de alegría y sorpresa se escuchaban por los pasillos del palacio, las calles de la ciudadela estaban cubiertas por una multitud que vivaba a Anna, quien parecía no estar enterada de la situación, ya que miraba a su alrededor como si no comprendiera lo que ocurría, cosa que llamó la atención del jefe de la guardia. Ella solamente se dejaba llevar; cuando llegó a la puerta del salón donde se encontraba su padre, ésta se abrió repentinamente, el rey no podía creer lo que estaba percibiendo, con los ojos llenos de lágrimas, corrió a abrazar a su hija; ésta actuó como si nada hubiera ocurrido, cedió el niño a una de las criadas que había llegado presurosa para saludarla, y abrazó a su padre. En un momento la princesa, realmente sorprendida, preguntó para sorpresa de todos -A qué se debe tamaño recibimiento luego de un día de campo?.Todos los presentes, salvo los emisarios del rey Athos, quedaron atónitos, simplemente no entendían que estaba ocurriendo. Qué había ocurrido son la princesa?, Cuál fue su paradero durante casi un año?. Serenamente el rey se acercó a la bella damita y le susurró -no recuerdas nada, no es cierto?. -Sobre qué padre-contestó la niña. El rey tomó suavemente a su hija por la parte posterior del delicado y fino cuello y acercó la rubia cabeza a su pecho en un gesto conjunto de comprensión y protección. - voy a encargarme de ti personalmente-aseguró el monarca; este diálogo terminó por crear una inquietud en Anna, que la llevó a preguntarle a su padre que había ocurrido, quién narró los hechos de una manera concienzuda para que no pierda ningún detalle de lo acaecido casi un año atrás. Mientras el monarca ponía en conocimiento a su hija, con un semblante que evidentemente denotaba preocupación, las criadas se ocupaban de la criatura; con mucha dedicación asearon al niño y cambiaron sus ropas. Una de las colaboradoras observó en el pequeño una rara marca en su cabeza, como una cicatriz, cuando apenas rozó la zona con la punta de su dedo el bebé comenzó a gritar y a llorar; simultáneamente, un pesado jarrón con agua cayó al piso produciendo un estruendo que realmente asustó a las mujeres. La más vieja de todas miró al niño y sintió, según sus propias palabras, un escalofrío en todo el cuerpo. -Algo maligno se esconde dentro de este pobre niño-agregó la dama, quién mas tarde le comentó lo ocurrido directamente al rey. La princesa perdió el conocimiento segundos después de haberse enterado de lo ocurrido. Luego de varios minutos tratando de reanimarla, lo lograron haciéndole aspirar una sustancia con un fuerte olor acre; despertó tosiendo y haciendo arcadas. Luego de eso pidió que la dejaran sola y que le traigan a Merlín, así el nombre del niño que traía consigo y que para sorpresa de todos afirmó que era su hijo. Por supuesto que la orden fue seguida al instante. Pidió que la dejaran sola con el niño y que cerraran las puertas y ventanas. Luego de obedecer, una de las criadas, la más vieja, se apostó detrás de la puerta a escuchar y luego de un silencio de unos minutos oyó como la madre le hablaba al niño y éste le respondía como si fuera un adulto durante un rato prolongado, de pronto quedaron en silencio y la dama se alejó corriendo pensando que la habían descubierto. Desde que el niño llegó al palacio ocurrieron muchas desgracias entre los súbditos, como lo sucedido con la vieja dama de compañía, que rodó por las escaleras y murió con el cuello roto; o el suceso en el que el caballo de Aston, excelente jinete, lo arrojó y casi le cuesta la vida; siempre en presencia del rubio niño, quien no hacía mas que observar las escenas. Comenzó a sonar un rumor con respecto al niño: - ese niño está poseído por algún demonio, o es hijo de la criatura del bosque! - afirmaba la gente. Demasiados hechos desafortunados se sucedieron y el rey no pudo seguir obviando la situación. Convocó al Consejo de Mayores, algo que no ocurría desde hacía muchos años, para que lo ayuden a dirimir objetivamente el problema; estos hombres, en su mayoría ancianos, eran gente muy culta y de bien, y hasta se decía que poseían ciertos poderes mágicos o divinos, cosa que nunca se comprobó. Justamente pensando en esos dones fue que el rey requirió su presencia, suponiendo que algo o alguien sobrenatural actuaban sobre su hija y su nieto. (Aún no habían aclarado la concepción y el parto del niño, como tampoco quién era el padre, pues cada vez que se tocaba el tema, Anna, parecía desorientarse por completo y su mente quedaba en blanco.)El Consejo entrevistó a testigos de lo ocurrido durante esos casi dos años, quienes aseguraban que el culpable fue la criatura. También dialogaron con la princesa y su hijo, una pequeña persona muy despierta y hasta sagaz para la edad de tres años (supuestos) según lo definió el más viejo del grupo, quien escuchó detenidamente todos los testimonios y observaba detenidamente el comportamiento del niño. Mientras tanto, otro problema se acercaba a la golpeada ciudad. Parte de un escuadrón del numeroso ejército del rey Athos, se acercaba a marcha rápida hacia la ciudadela en plena retirada luego de haber sido vencidos y su ciudad devastada frente a las tribus del Sur. El emisario de dicho rey llegó por la mañana y les comunicó que Athos llegaría al otro día por la tarde; les sugirió también que prepararan todas las fuerzas disponibles para hacerles frente juntos, ya que suponía que eran perseguidos para exterminarlos y sabían que el próximo ataque sería esta ciudad. Inmediatamente el rey pidió al Consejo que le comunique su decisión para arbitrar las medidas necesarias para la protección de su hija. Lo que oyó no fue lo esperado. -Su nieto es el hijo del Mal -aseguró el consejero sin dudar. -Que hago?-demandó el rey entre apenado y desesperado.-Debes deshacerte de él lo antes posible, sin que su madre lo sepa-casi como una orden dijo el anciano.-Pero es un niño de tres años. Que culpa puede tener?- defendió el rey.-Le aseguro, Su Majestad, que no es lo que aparenta ser. Debajo de esa piel de niño se encuentra el mismo demonio-aseguró el viejo.-Pero, cómo lo saben?. Tienen pruebas de lo que dicen?- con voz acongojada preguntó el monarca.-Mi Señor, no es la primera vez que se presenta una situación como ésta. -Debo decirle que la última víctima del ser maligno del bosque fue su hermana, sólo que ella debe haber fallecido en el parto pues nunca volvió; mucho tiempo atrás otra doncella regresó con una criatura tal como Anna con su hijo, y a los pocos meses comenzó una verdadera hecatombe de muerte y hambre que casi terminó con esta ciudad, lamentablemente quien mató al niño debió ultimar a su madre también ya que lo defendía como una loba hambrienta. -Desde que arribaron vinimos vigilando el comportamiento de ambos y no intervinimos sólo porque esperábamos que el amor de la madre contrarrestara el maleficio y porque lo sucedido podía aún controlarse en forma terrenal. Una sola diferencia vemos con este caso; es que su hija es pura de alma y lleva la bondad y el amor dentro de su corazón; si pudiéramos romper el hechizo ese niño podría crecer como un niño normal o quizás retenga todos o parte de los poderes con los que cuenta - terminó el asesor.-Por favor, el tiempo apremia; debo preparar el ejército y debo salvar a mi hija y a mi nieto. Qué debo hacer?-Imploró el rey-Los dioses lo han puesto a prueba Mi Señor, el único que podría romper con ese hechizo es usted.-Dime como y lo haré sin dudar- Afirmo con voz segura.-Debes ir al bosque, al lugar que tu ya sabes, entre dos grandes árboles, e invocar al ser maligno, enfrentarlo con valor y exigirle que aleje el conjuro de tu hija para que el libre albedrío reine sobre el comportamiento de tu nieto, no se podrá negar, es el designio Divino; pero hará todo lo posible para que flaquees en el intento y no puedas pedírselo cara a cara. La peor masacre de nuestra historia aconteció luego que tu tatarabuelo muriera entre esos mismos árboles con el corazón partido por el terror. Debías saberlo, tienes pocas posibilidades de regresar, no decaigas, todavía tienes tiempo de armar a tu ejército si te apresuras y te diriges al bosque en este mismo instante. Llévate este amuleto y no olvides tu espada, nunca estará de más. El rey se preparó y antes de partir solo, llamó y puso el tanto de todo a Aston, confiándole el mando de la defensa para el caso que no volviera. Asimismo dejó expresas instrucciones para la sucesión del trono. -quiero que tú seas mi sucesor, Aston, le encomendé al Consejo que hagan cumplir mi deseo, sabes que sin heredero directo debo elegir a alguien que siga y conozca mis creencias y convicciones. Además debes poner a salvo a mi hija y al niño, sea lo que sea, confío en que los liberaré del maleficio a ambos, pero necesito que estén lejos y seguros, luego quiero que los encuentres personalmente y si todo está en orden corones a mi nieto como nuevo rey-pidió el monarca.-Todo se hará como usted lo desea, mi Señor, pondré a salvo a su familia lejos de este lugar para protegerlos de la horda de bárbaros y pase lo que pase los defenderé con mi corazón-aseguró Aston.-Gracias amigo, confío en ti, cuida a todos y gobierna con sabiduría- se resignó el monarca.-Vas a regresar, ya lo verás- aseguró el criado y hombre de confianza. Visiblemente conmovido, el rey miró a su amigo-sucesor y sin decir nada más partió rumbo al bosque, a la incertidumbre, en soledad con su espada y el amuleto. El fiel corcel casi se deslizaba sobre la verde planicie; mientras el rey iba recordando toda su vida, haciendo un balance de sus actos y decisiones. Estaba tranquilo, apuró el paso para llegar al bosque lo antes posible, preferentemente de día. Con los últimos vestigio de luz, y con un cielo entre rojo y morado arribó a la frontera entre el bien y el mal, todas las dudas que toda la vida lo persiguieron a él y en verdad a todo el pueblo eran reales, en el centro de la frondosa arboleda habitaba el mal, ya la luz había desaparecido totalmente y el único contacto con el mundo era el ruido de hojas y ramas quebrándose bajo los cascos del pesado equino, a paso lento y firme avanzó hasta que casi se golpea con las ramas más alejadas de los enormes árboles, parecían más grandes aún, no podía creer que hubiera llegado hasta ahí sin ningún tropiezo, no había rastros de nada sobrenatural que lo inquietara. De pronto un chasquido perforó el silencio y continuó con un alarido que no cesaba y que logró cortarle la respiración por unos segundos, pero el valiente caballero desenfundó su espada, taloneó a su cuadrúpedo aliado y contestó con otro alarido de guerra, a todo galope vio entre la espesura una fuente luminosa y percibió un conocido olor nauseabundo con un dejo sulfuroso, lo que lo alertó sobre una presencia demoníaca. Lanzado a la máxima velocidad que su caballo pudo alcanzar y blandiendo su significativa espada fue que una fuerza superior lo arrancó de su monta y cayó pesadamente contra el tronco de un viejo árbol derrumbado; entre desorientado y asustado se incorporó y deslizó hacia abajo la parte del yelmo que cubría su rostro pensando que la protección física que le brindaría sería suficiente. Apenas podía movilizarse con la pesada armadura que, a medida, le hubo de fabricar el hábil herrero real y que contaba solamente con un peto y con láminas dobladas en forma de U a lo largo de los brazos y piernas sin terminar de cerrar el tubo y un casco, que aunque fabricado a medida del bravo líder era muy incómodo y pesado, se encaminó hacia el resplandor que se había tornado rojizo a paso lento, parecía no llegar nunca, sintió la misma sensación que el día que buscaban a su hija, la tierra parecía moverse en dirección contraria a su propio desplazamiento, pero súbitamente notó una liviandad que lo transportó cientos de metros hacia el frente. Al reaccionar, una figura antropomorfa pero indefinida de más de dos metros de altura estaba parada delante de él y lo miraba inmutable; emanaba una luz rojiza y el fuerte olor mutó a un hedor insoportable. El miedo provocó que sus piernas se relajen, pero desde el fondo de su fuerte corazón lleno de amor por su hija, extrajo el valor necesario para increpar al oscuro ser. -No sé quién o qué eres, pero te exijo que liberes a mi hija y a mi nieto de tu maligno poder reclamó el rey.-Tu eres una criatura inferior y no puedes exigirme nada, pero reconozco que valor no te falta-respondió el maléfico ser con voz apagada. -Ni siquiera puedes tocarme, cohabitamos este mundo en distintas dimensiones y no podemos coexistir salvo por nuestros vasallos. En tu dimensión tú eres el rey, yo lo soy en la mía. Hace miles de años que tratamos de pasar el umbral que existe entre ambos mundos, lo hemos conseguido un par de veces pero siempre se las arreglan para devolvernos a nuestros dominios, yo represento lo opuesto, somos nada más que lo necesario para mantener el equilibrio necesario, también yo soy creación divina. Yo soy el padre de tu nieto, como de tantos otros que andan por ahí, sirviendo a mis deseos, uno de ellos es el jefe de las hordas de salvajes que por estos momentos estarán arrasando tu ciudadela, lamentablemente su cerebro no fue apto para desarrollar toda la capacidad para la que estaba destinado. -Eres una bestia nauseabunda, osaste tocar a mi hija y por ello pagarás-sentenció el airado monarca.-Basta, no debo darte explicaciones, pero este niño es especial, no puedo ceder a tus requerimientos, no puedo entregártelo de ésta forma. En un lugar muy lejano a estas tierras nacerá un niño tan especial como tu nieto, llamado Jesús, el será el encargado de contrarrestar el poder de mis hijos y a partir de Él se creará un frente gigantesco contra nosotros, lo que hasta ahora estuvo escondido saldrá a la luz. Este niño debe eliminar al enviado-terminó el ente. El rey, que a este momento tenía el corazón latiendo casi al doble del ritmo normal, no sentía nada excepto asco y odio por esa bestia y dudó un segundo en levantar la pesada espada y dejarla caer pesadamente y con todas sus fuerzas sobre el lado derecho del seudo-cuello del demonio que jamás esperó una reacción como esa; el monarca nunca sabrá qué fue lo que lo ayudó, si el haber pensado instintivamente en ese niño recién nacido, el cual le transmitió la fuerza necesaria y su bondad o su sed de revancha y venganza.(todos sabemos qué fue).La espada ingresó desde el hombro hasta la mitad del pecho del repugnante ser, quien sorprendido e incrédulo de su inesperado final solo atinó a lanzar el más escalofriante alarido que se pudo haber oído jamás, alcanzó a tomar la espada y arrojarla con una fuerza bestial pero agónica; luego de eso ardió completamente en llamas y con un sonido parecido a nada se incrustó en el ahora chamuscado suelo. El rey, agobiado por la lucha y con pocas fuerzas físicas y síquicas giró para ver el lugar donde estaba su espada, bendita espada, pensó el. A veinte metros de donde el se encontraba estaba el arma incrustada en un montículo rocoso de muy baja altura, en forma horizontal hasta casi la mitad del largo del implemento bélico, y a su lado una enorme cantidad de perros-lobos, que lo observaban con mirada feroz, con sus babeantes fauces entreabiertas, -no podré volver a blandir esa espada- pensó el valiente caballero, todavía aturdido y abrumado por el diálogo mantenido con la bestia. -Hay decenas de esos feroces animales, y por la forma que están distribuidos aparentan custodiar la espada, puede ser esto posible?- se preguntó dubitativo. El hombre solo atinó a quedarse quieto y esperar que los lobos ataquen. -Me defenderé con los dientes si es necesario-murmuró para si en voz muy baja; pero inesperadamente la jauría desapareció de su vista y un halo de luz muy blanca se poso sobre la espada como invitándolo a tomarla, se acercó lentamente y trató de arrancarla de la piedra en la que estaba encajada cuando todo el ambiente se llenó de una voz dulce que transmitía confianza y regocijo del alma que le dijo: - Ya has hecho demasiado por Mí y por los tuyos en este mundo!, vuelve a tu lugar y diles que la espada solo podrá ser retirada de su lugar por un hombre de corazón puro y será para defender a Mi hijo en un tiempo no muy lejano. El rey no soportó la curiosidad y preguntó, fijando su vista en las alturas. - Quién eres?, qué eres?, por favor dímelo-dijo entre temeroso y decidido. -No temas, aclaró la Voz, la conjunción de tu valor y la bondad de tu hija liberaron a Merlín del hechizo al que estaba sometido, pero es mi voluntad que el niño conserve sus poderes en pos de la luz, él será el encargado de custodiar esta espada y de entregarla en el momento adecuado; tú deberás ayudar a tu nieto en su tarea y ten confianza, la luz prevalecerá- Luego de sus últimas palabras la sensación se desvaneció y el hombre se sintió pequeño nuevamente, pero convencido de sus tarea y decidido. Partió hacia su morada raudamente para elaborar una defensa de su ciudad, la cual gracias a la premura de Aston ya estaba organizada- Los soldados que venían en retirada ya habían arribado a la ciudad y estaban recomponiéndose física y moralmente, Anna y su hijo estaban en sus habitaciones y Aston estaba reunido con el Consejo cuando Sigmar, así el nombre del rey, pisó nuevamente el suelo de su casa. Ingresó con la mirada alta y de improviso haciendo que voces de sorpresa sonaran en la magnífica habitación, las que a los pocos segundos se transformaron en vivas de algarabía y euforia. -He vuelto- comenzó el recién llegado- y tengo muchas cosas que hacer, pero lo primero es defender nuestro lugar y el de nuestros ancestros, quiero que me muestres y me expliques la defensa que idearon, saben cuantos serán los agresores?- Aston explicó exactamente el plan de defensa y Sigmar quedó conforme, además se felicitó por haber elegido tan bien a su efímero sucesor. .Los informes de la avanzada indican que son cerca de cinco mil almas las que vienen a atacar nuestro hogar, tengamos en cuenta que los soldados de Athos están cansados y agobiados por la batalla y el viaje que, obligados, debieron afrontar escapando de esos bárbaros- finalizó el hombre de confianza de Sigmar. Durante toda la noche prepararon el campo de defensa, quisieron llevar la lucha lo más lejos posible del poblado así que dispusieron las primeras filas de choque a diez kilómetros de la fortaleza. Mientras tanto en las habitaciones de Anna, su hijo Merlín había sufrido cambios que llamaron la atención de su madre y las criadas, su mirada se había ablandado y una sonrisa se dibujaba en un rostro ahora angelical. El niño comenzó a relatar la batalla que se avecinaba como si ya hubiera ocurrido y cuyo final, incierto aún, era según el niño desfavorable para los locales. Anna, desesperada por lo escuchado, instó a su hijo a que le diga cómo debían encarar la lucha, a lo que el niño respondió con detalle la forma correcta de defensa que parecía pergeñada por un general muy experimentado; la dama cabalgó hacia la línea de defensa y le comunicó a su padre lo acontecido y el plan de Merlín para contrarrestar la diferencia de soldados que representaba el mayor contratiempo estratégico. El rey tardó en comprender lo que había sucedido pero luego de unos minutos no dudó en reacomodar sus fuerzas y dialogar nuevamente con sus generales para adecuar las órdenes de la nueva defensa, los mismos también dudaron un instante al enterarse del cambio de órdenes; es claro que Sigmar nunca les dijo la fuente real del nuevo plan, pero las acataron en silencio y respeto por su soberano. Apenas habían logrado completar dos mil trescientos hombres para la defensa, contando los campesinos reclutados de emergencia, los soldados de Athos y los propios. Había mucha gente que defendía una posición pesimista del resultado, lo cual era muy entendible dada la realidad de los acontecimientos, pero el valor de los hombres sería definitorio para el desenlace. Cerca de la salida del sol, las tropas del rey Calven asomaron por encima de las colinas del norte con un frente de casi mil quinientos metros; Sigmar, Aston, Athos e incluso Clifford comandaban una columna de entre seiscientos y ochocientos hombres cada uno, que se distribuyeron en medialuna defendiendo exactamente mil quinientos metros tal como lo había predicho Merlín. Con el bosque a su izquierda, los bárbaros, quienes llegaban desde el norte luego de haber rodeado la ciudad, atacaron de frente confiando en la superioridad numérica pero no tuvieron en cuenta que en poco tiempo estuvieron rodeados por los mejores arqueros y jinetes que hayan visto; e inexplicablemente un gran número de contrincantes se dirigió al bosque para no volver a emerger nunca más. La batalla duró apenas dos horas, pero fue sangrienta y casi no hubieron sobrevivientes de parte de las hordas, no así del bando de los defensores quienes tuvieron muchas bajas, perdieron mil doscientos hombres, logrando sobrevivir más de la mitad de los guerreros quienes esta vez toaron la victoria de los cabellos. Una semana después de la lucha, Sigmar juntó a su entorno intimo y comentó lo acontecido en el bosque, la voz, los requerimientos, el futuro de Merlín y su decisión de cumplir su palabra a cualquier precio. Todos estuvieron de acuerdo, sobretodo teniendo en cuenta la ayuda recibida por el niño. Fue Anna la que confesó a Aston su amor, quien por supuesto aceptó y la tomó por esposa treinta días después. Merlín creció y se transformó en un vigoroso muchacho de gran corazón y por supuesto con muchas dotes ocultas que salieron a la luz cuando.... Capítulo Tres El viaje José y su hijo se encaminaron en dos de los mejores caballos que José pudo conseguir, traídos de tierras árabes, y por los cuales debió pagar una pequeña fortuna, convencidos que el viaje no sería fácil pero que no abandonarían su tarea por nada del mundo. Desde esa tarde en la que dejaron atrás a sus familias los días pasaron fugazmente, en verdad no llevaban la cuenta de los mismos, sólo sabían que deberían cumplir con cubrir una determinada distancia cada día, ése sería su premio, estar cada vez más cerca de su objetivo. A paso lento pero constante, fueron alejándose de su vida, no pensaron en lo que la historia diría de ellos, en lo que la gente pensaría de su accionar, en reconocimientos posteriores, sólo en su fe, en su camino, en su promesa, en cumplir con lo pactado con el propio Jesús, hallarían la ruta hacia el debido sitio para depositar el Sagrado Cáliz. Modi’ín fue la primera población por la que cruzaron, distante a unos veinticinco kilómetros de Jerusalem rumbo noroeste. Podrían haber hecho el viaje en barco, ya que José era poseedor de alguno, pero la elección se llevó a cabo priorizando el Divino cargamento, no quisieron correr riesgos de atracos ni asaltos, pero sobretodo deseaban evitar las constantes luchas alrededor del Mediterráneo. Prefirieron hacerlo por tierra, por una estudiada ruta mucho más segura, mucho más larga, pero que no dudaron en realizar en pos del objetivo. Convinieron en no ingresar a los poblados, sobretodo si se trataba de urbes más importantes, sólo el tiempo necesario para aprovisionarse de alimentos; así que la forma era bordear los asentamientos y alejarse lo antes posible. Conocían que hacia el norte sería más difícil, aprovecharían los lugares conocidos para detenerse y esquivarían a toda persona que encontraran en el camino que estimaran que fuera un peligro para la Copa. La segunda parada fue en Jaffa, una ciudad portuaria donde arribaban los cedros provenientes del Líbano, fundada por uno de los hijos de Noé, Jafet, cuarenta años luego del Diluvio Universal. Actualmente forma parte de la ciudad de Tel Aviv. Se encontraban a cincuenta kilómetros aproximadamente del punto de partida. Qalqilyah fue el tercer lugar poblado de donde los perseverantes peregrinos adosaron tierra a sus ropas y bagaje , sabían que por el momento no habría peligro, aún se encontraban en tierras seguras, distante a veinticinco kilómetros de Jaffa y a cincuenta del Monte Megido, en hebreo Har Megido, de donde deriva el término Armagedón, el Apocalipsis. José detalló luego en su diario de viaje la sensación de inquietud al cruzar esas tierras, el Valle de Jezreel. Sería un presagio de lo que vendría? La ciudad donde Jesús paso su infancia fue la siguiente etapa en este viaje, Nazareth, cuya etimología lleva a la vida por aquellos años, se dice que deriva de natser, transcrito Nazer; Isaías utiliza a derivados de esta expresión como alusión referente al Mesías, tales como retoño o vástago y también como una conjugación del verbo defender o esconder; se podría hacer una analogía con la situación vivida por María y el mismo Jesús, que debieron refugiarse del hijo de Herodes, Arquelao, en las cavernas que se hallaban en los alrededores del caserío, las cuales oficiaban de cementerio, cumpliendo así las palabras de los profetas en cuanto Él debería ser llamado Nazareno. El camino continuó hacia Tiberíades, la ciudad fundada por Herodes Antipas, hijo de Herodes I, el Grande y hermano de Arquelao, en honor al emperador romano Tiberio, sobre las ruinas de una aldea de Rakkat. Cafarnaúm fue la siguiente posta, ciudad elegida por Jesús para predicar sus enseñanzas y realizar muchos de los milagros a Él atribuidos. A orillas del lago de Genesaret, llamado Mar de Galilea o Lago de Tiberíades, los hombres se detuvieron por dos días en la ciudad de Tabgha, poblado donde El Maestro llevó a cabo la multiplicación de los peces y de los panes. Según José narra en sus escritos referentes al periplo, estar tan cerca de ese espejo de agua limpió con su reflejo las dudas que aún perduraban en su alma. En ese corto lapso alcanzó para descansar lo suficiente y prepararse para lo que llegaría, los poblados y los asentamientos comenzaban a hacerse más distantes y por ende más peligrosa la travesía. Salieron muy temprano en la mañana, aún de noche, para aprovechar la fresca brisa, la cual, durante las horas donde reinaba el mítico Febo, luego de envolverlos les arrebataba la humedad a sus ya resecas pieles, que se iban curtiendo lentamente como el cuero de un cordero con la sal del mar. Se hallaban a escasos doce kilómetros de la significativa población de Safed y a unos veinte del comienzo de los Altos del Golán, desde allí iniciaron la primera de las etapas más largas, pasando a unos diez kilómetros de Baalbeck, una ciudad que no los recibiría con agrado, con un Santuario en honor al Dios Baal cuyas prácticas religiosas contemplaban, como en algunas de las culturas de sus vecinos, la prostitución sacra, los sacrificios animales y probablemente también humanos y ofrendas rituales a otras divinidades. Por todo esto, decidieron esquivar el asentamiento y dirigirse hacia el noroeste dejando un territorio de sólo treinta y tres kilómetros entre su camino y la ciudad de Trípoli, fundada originariamente por los fenicios, pasando luego a la dominación de Cártago y finalmente accesada por el Imperio Romano tras la Tercera Guerra Púnica que se desarrolló durante tres años entre ciento cuarenta y nueve y ciento cuarenta y seis antes de Cristo. Asimismo, una distancia similar mantuvieron casi ochenta kilómetros al norte al pasar al este de la antigua ciudad de Ugarit, conocida por el alfabeto que poco a poco desplazó al cuneiforme fenicio, gracias a la riqueza que aportaban la treintena de caracteres a la oralidad del idioma ugarítico y la de las demás lenguas, permitiendo una verdadera revolución de literatura y conocimiento, otorgándole la posibilidad de la escritura a más gente, lo que le otorgó una rápida divulgación. A unos setenta kilómetros en dirección norte, se levantaba una de las ciudades que conformaban los cuatro patriarcados, junto a Jerusalén, Alejandría y Roma; se dice que en este asentamiento los seguidores de Jesús fueron llamados Cristianos por primera vez y fue donde Pablo pronunció el primer sermón cristiano. Fue fundada por un ex general de Alejandro Magno, Seleuco I, a finales del siglo IV antes de Cristo. Antiochus (Antioquía) era un nombre común entre los miembros de su familia. Sólo se aprovisionaron en el gran poblado, acamparon al caer la tarde a casi veinte kilómetros de ahí, lo que significaba que se encontraban a medio camino entre Antioquia y Alejandría. Ya habían recorrido unos seiscientos kilómetros desde la partida, lo que les demandó poco más de dos meses de travesía; trataban de no exigir demasiado a los corceles, ya que significaban todo para los hombres en esta situación. Decidieron bordear también Alejandría, ya que al acercarse encontraron al borde del sendero cuatro peregrinos muertos, seguramente asesinados por salteadores de caminos, abundantes en la zona; por lo que realizaron un importante desvío para tratar de esquivar la peligrosa realidad o mitigarla al menos. Luego de andar tres días ingresaron en la península de Anatolia, denominada Asia Menor, o simplemente Asia como en la Antigua Grecia. La región de Capadocia, en Anatolia central es una zona montañosa, lo que dificultaba el andar de las bestias, pero a pesar de las inmensas dificultades, llegaron diez días después al Valle de Göreme, una región con una belleza geográfica especial, los valles que formaban la cadena de montañas de Tauro se rellenó con magma de la abundante actividad volcánica de la región formando un altiplano y luego la acción eólica, lluvias y cambios bruscos de temperatura erosionaron el débil material depositado generando caprichosas formas y valles, siendo un lugar ideal para los futuros asentamientos ya que la tufa, la tierra del lugar, es fácilmente removible y propiciaba que los moradores excavaran e ella para lograr confortables habitáculos. Aún luego de varios días los viajeros continuaban comentando las extrañas formaciones del llamativo y curioso valle, uno de los caballos amaneció muerto y tuvieron que alternar el uso del restante equino atrasando de esa manera el itinerario en varios días; habían comido en un campo que albergaba rododendro o revientamulas, una planta que contiene un alcaloide venenoso y que los vigorosos y hambrientos animales desconocían y que los hombre no notaron en la oscuridad. Lentamente, llegaron a las inmediaciones de la ciudad de Ankara, que está situada al margen izquierdo del río Enguri Su, sobre una escarpada colina a unos ciento ochenta metros de altura, rodeada de vegetación y paisaje de estepa. No era una buena idea permanecer más tiempo que el debido en esa región tan agreste y peligrosa, así que la decisión tomada fue seguir el recorrido a la vera de la corriente de agua poco caudalosa y estar atento a las novedades. Fue importante haberse acercado de todos modos, pues permitió a los agobiados y errantes hombres adquirir un caballo que les permita adelantar parte del tiempo perdido a instancias de la florida planta venenosa. José se había propuesto llegar a Bizancio(Se llamó Constantinopla luego y hoy es llamada Estambul) ciudad fundada por los griegos de Megara en seiscientos sesenta y siete antes de Cristo y denominada de esa forma en honor al rey Byzas, antes que comience a caer la nieve, los inviernos son muy crudos en esta zona y empeoraría hacia el norte, teniendo en cuenta que los casi trescientos cincuenta kilómetros desde Ankara les tomarían, ahora con dos caballos, alrededor de de quince días, cuidando las montas para que les duren. Padre e hijo ignoraban cuanto restaba para llegar a su ansiada Colina del Sol, pero sabían que al haber elegido el camino más extenso, sería mucho más difícil. Ellos habían puesto como meta, siempre a paso lento, teniendo en cuenta los tiempos necesarios para la caza, recolección, aseo personal y de las bestias, oración y además, el ocupado en otros menesteres referentes a la supervivencia del dueto, utilizar el día completo, de sol a sol. Continuaron su camino, tranco a tranco, con el entusiasmo del primer día, no habían tenido mayores inconvenientes durante el trayecto recorrido, las charlas entre los hombres y el recuerdo del Señor amenizaban las largas jornadas. Era muy raro que se cruzaran con alguien fuera del ejido de alguna de las urbes por las que pasaron, pero lo hicieron en tres oportunidades, en todos los casos se trató de nómades en busca del sustento para sus familias. Pacíficos y muy hospitalarios, al punto de ofrecerles alimentos y la invitación de unirse a su caravana para que estén más protegidos. Avanzaban en ese momento a paso firme y decidido, sabiendo que poco restaba para el gran Canal (El Bósforo), lo cual sería un verdadero problema si no hallaban alguien que los cruce, ya que tiene un ancho aproximado de mil metros en la parte mas angosta, llegando a casi los tres mil quinientos metros en la más ancha. Pero la Providencia siempre los tuvo en cuenta y al llegar a la orilla del estrecho que une el Mar de Mármara con el Mar Negro, se toparon con dos barcos de pescadores, a uno de los cuales les solicitaron por favor que los cruce, de inmediato accedió el propietario a cambio de un Quinario, la mitad de un Denario, moneda corriente en el Imperio. Fue ese un gasto inevitable, ya que no habría otra forma de realizar el cruce. Una vez del otro lado, en los días modernos podría decirse que habían ingresado a Europa, rápidamente encontraron el sendero y pasaron a un lado de la gran ciudad de Bizancio, fueron muchos días sin ver a nadie, sólo rocas y vegetación chata, fue dura esta etapa y una de las más largas, parecía que nunca verían los muros. La rodearon hacia el norte tratando de evitar el ingreso. Adquirirían lo necesario en las afueras, como acostumbraron hacer en todas las grandes aglomeraciones. A nadie le comunicaron su objetivo, nunca revelaron ningún dato de su identidad, sin embargo en el tercer cruce, luego de bordear por casi cien kilómetros el Mar Negro, una de las ancianas viajeras miró a José a los ojos tratando de descubrir a través de ellos sus pensamientos; envuelta en una pesada manta, la vieja observaba al de Arimatea de soslayo, por largo tiempo lo miró, luego se levantó del suelo, se paró adelante del hombre, tomó su mano y tiró de ella para que la acompañe hacia el tronco caído de un árbol que formaba un cómodo asiento. Le pidió cortésmente que se siente y solicitó a su hija mayor un cántaro con agua tibia y mirra, una sustancia rojiza, resinosa y aromática, proveniente de un árbol de Arabia y que era muy valorada en esos tiempos y no se acostumbraba de regalar; se acomodó nuevamente sobre un colchón de secas hierbas y lavó sus pies suavemente, los secó con el paño más suave a su alcance y los calzó con las viejas sandalias que José traía consigo desde su partida, hacía ya algo más de seis meses. Todo sin pronunciar una sola palabra, y siempre con su mirada comprometida en la de José. Esa noche compartieron la cena, una agradable velada bajo unos toldos raídos y despintados, en verdad disfrutaron la agradable compañía de la tribu. Durmieron en ese mismo lugar, a la intemperie, como estaban acostumbrados. El sol los sorprendió aún acostados, nunca hasta ese momento el astro hubo de ganarles la carrera del amanecer. Al despertarse y sentir los grávidos fotones cercenando sus pupilas, tuvieron una leve sensación de indolencia, y se lamentaron por no estar preparados a tiempo para la inminente partida. Presurosos, juntaron sus escasos petates y se dispusieron a continuar el duro camino. José, un hombre educado y conocedor, tanto como su hijo, calculaba que una vez que atravesaran la ciudad de Apolonia( hoy Sozopol), se encontrarían a mitad del extenso éxodo. Agradecieron una vez más al Señor no haber sido atacados por salteadores ni por lobos. En realidad, lo que ambos no deseaban era el encuentro con alguna columna romana, esa sería la peor de las situaciones. Por primera vez, el padre comenzó a recordar la situación vivida en la torre donde fue encarcelado por el Imperio, acusado por los judíos de haber robado el cuerpo de su Amigo, Mentor, Maestro y sobrino-nieto, ya que Joaquín, el padre de María, era su hermano mayor; un tiempo de meditación y sufrimiento, ya que los Apóstoles se habían dispersado y Pedro, el mismísimo Pedro había negado tres veces en público el nombre del Salvador. Qué sería de los cristianos?, era el pensamiento permanente del hombre, pensó que jamás saldría del cautiverio, por lo que pergeñó un plan. Entregaría el Cáliz a su hijo Juan y le encomendaría el cumplimiento de su promesa hacia Jesús, además, haciendo que algunos seguidores lo acompañen hacia Britania se aseguraría que el dogma continuase vivo y creciente, apoyando desde otras latitudes. Los hermanos María Magdalena, Lázaro y Marta de Betania, María Salomé (madre de los apóstoles Santiago y Juan) y María Jacobé (madre de los apóstoles Santiago el Menor y Judas Tadeo), viajarían con su hijo y evangelizarían la región, brindándole una oportunidad al cristianismo. Pero la historia fue otra, José salió al fin del claustro mientras los judíos eran perseguidos en Jerusalén, así que el astuto siervo de Jesús, envió de igual forma a los decididos evangelizadores hacia la región norte de Francia por medio de uno de sus barcos, y él junto a su hijo se quedaron con el Grial para que llegado el momento, llevarlo personalmente, como fue el deseo del Maestro, a las Islas. De esa forma colaboró con asegurar el futuro de sus amigos y el del Grial, dado que le pareció demasiado peligroso completar el itinerario a todos juntos, portando la sagrada Copa además. Nunca más, luego de la partida, vio a sus amigos. Pacientemente, José y su hijo esperaron que el tiempo de cumplir su compromiso llegue. Juan, que no conocía toda la historia, le reprochó el haberse guardado todo eso en su corazón sin haberlo compartido nunca con nadie. Pero así son los hombres generosos de espíritu. Luego de la extensa conversación, se decidieron a continuar su periplo, la vieja, desde su improvisado camastro seguía observándolo y José, que no pudo con su genio, fue a despedirse de la señora. -Muchas gracias por todo, han sido muy generosos con nosotros- expresó José con voz muy cordial. La anciana mujer parecía no querer hablar, se notaba esquiva, como si escondiese algo entre los pliegues de su alma; hasta que dijo- Tenía la esperanza que te unieras a nosotros, Dios se encuentra en tu corazón ahora, confía, ten fe, llegarás a destino y tus pies volverán a estar sanos. Dicho esto, la añosa mujer hizo un ademán con su cabeza indicándole al hombre que ya había hablado y que se podía retirar, casi sonrió. José saludó en silencio con su mano y comenzaron a marchar muy lento. Deberíamos apurarnos- comentó Juan. Es cierto- respondió José secamente. Aún faltan unos cinco días para llegar a Apolonia, recuerda que deberemos aprovisionarnos allí- aseguró el hijo. Si- exclamó el padre concentrado en el sendero. Qué ocurre padre? – demandó Juan. Hay huellas de caballos, muchos caballos, eso sólo significa una cosa- explicó preocupado José. Romanos- sentenciaron al unísono. Sabes cuantos son?- preguntó el menor. No- respondió mientras se apeaba ágilmente para poder ver mejor. Unos instantes después, habiendo explorado el terreno caminando, el hombre dijo- deben ser unos cuarenta, quizás tengan en mente atacar a alguien. No parece ser una avanzada, deberían ser menos- aseguró. Agathopolis se encontraba a unos veinte kilómetros de su actual posición, por lo que pensaron que se dirigirían hacia esa ciudad, probablemente custodiaban a alguien importante. Nuevamente la decisión fue evitar un eventual encuentro con las legiones y tomaron un camino levemente hacia el oeste, tratando de no alejarse tanto de la ruta original planeada, no deseaban tampoco alargar el recorrido. La estrategia dio sus frutos ya que no observaron ni se toparon con nadie, sin duda el destino de la formación era el pensado (la actual ciudad de Akhtopol). Cuatro días después acamparon a cinco kilómetros de Apolonia. El frío se tornaba insoportable ya, se encontraban promediando el viaje y se acentuarían las bajas temperaturas al avanzar. Se encontraban ya muchos kilómetros adentro de la llamada región de Tracia, una provincia dependiente del Imperio Romano, para atravesar luego Moesia, otra provincia romana, llegando a lo que es hoy el territorio de Rumania, atravesándola por el centro con dirección sur-este a nor-oeste, esquivando los Montes Cárpatos por el sur y llegando al límite suroeste de Ucrania, recorriendo unos doscientos veinte kilómetros dentro de ese territorio. El frío y la desolación había hecho mella realmente en el espíritu de nuestros héroes, pero ingresando al territorio de Polonia, las continuas nevadas retrasaron el viaje en muchos días, faltaban aún unos seiscientos kilómetros, una eternidad para el tiempo que llevaban marchando, gracias a Dios los últimos dos días habían disfrutado de unas horas de sol, que se alternaban con tormentas y neviscas, este clima debería terminar pronto o se comprometería el resultado, llevaban ya nueve meses y algunos días desde la partida de Jerusalén. Habían encontrado refugio del viento helado y la nieve en unas colinas, una cueva esculpida por los agentes atmosféricos había colaborado para que los cansados viajeros descansen y recobren parte de las energías perdidas. Cuando la ventisca amainó, comenzaron el descenso gradualmente, con sumo cuidado de resbalar y Juan , quizás por ser más joven trató de encontrar una forma más simple de bajar, tomó una quebrada que lo llevó a una profunda grieta de muy difícil acceso; cuando giró para regresar, viendo que era imposible avanzar notó en un sendero oculto del recóndito desfiladero a una mujer y a un pequeño niño, aparentemente perdidos y muy enfermos, la dama apenas cubierta con una túnica negra la cual le tapaba hasta el rostro y el bebé semidesnudo y con signos de sufrir cierta enfermedad eruptiva, lo que era muy común en esa época, desnutridos y sedientos, ambos inconscientes fueron cargados por los viajeros hasta una saliente del cerro y depositados en un improvisado camastro de seca vegetación, el niño fue envuelto en un lienzo limpio que los hombres habían cargado para realizar algún vendaje de emergencia ya que en un viaje de esa naturaleza daban por descontado algún accidente o percance en el que tuvieran que hacer uso del mismo. Además llevaban una tisana medicinal, un ungüento para aplicación en heridas, que ayudaría a la cicatrización de eventuales excoriaciones. Proveyeron a los desdichados de agua y algo de alimentos, que fueron bien asimilados y que en pocas horas milagrosamente aportaron algo de color a sus pálidos rostros; no habían notado lo bella que era la mujer hasta el día siguiente cuando al salir el sol y alumbrar el paraje dejó al descubierto los ojos azules mas increíbles de los que habían visto jamás, cosa muy rara por esas comarcas, pero los hombres eran muy adeptos a los viajes, sea por negocios o simplemente para conocer otras culturas y ampliar las suyas, y no era la primera vez que enfrentaban ojos claros, pero éstos se mostraban distintos, parecían tener vida propia. Les llamó poderosamente la atención lo rápido que se recuperó el niño, dueño también del mismo color en sus ojos y mirada más penetrante aún que su madre, quien trató de incorporarse para atender a su vástago pero sus piernas no respondieron y debió quedarse recostada con su hijo en brazos, pero muy animada y agradecida con sus salvadores, a los que no dejaba de expresarles su sentimiento de deuda permanentemente. Luego de haber dialogado con la joven señora sobre su salud, padre e hijo le preguntaron acerca del lugar hacia dónde se dirigían ya que estaban muy lejos de cualquier poblado-Qué lugar puede ser tan importante como para cruzar el desierto con una criatura de un año en brazos? -No recuerdo hacia donde iba ni por que salí de mi casa- contestó la dama -Es que acaso perdió la memoria señora?, sabe como se llama?- inquirió José -No sé. No recuerdo nada, solo sé que él es mi hijo porque así lo siento dentro de mí, pero tampoco se su nombre. -Aclaró la dama de los ojos azules. -Debemos rezarle a Nuestro Señor por esta gente- invitó el joven viajero -Por supuesto.-aceptó José. Y padre e hijo comenzaron a rezarle a su Padre y Amigo, de igual manera que lo hacían en su hogar, hablándole de igual a igual con voz fuerte y firme pero en tono amable y sincero y dirigiendo su mirada al firmamento, al claro cielo símbolo de pureza y amor. Estaban eufóricos porque sentían que su Maestro estaba con ellos, pero de pronto nubarrones casi negros desplazaron la luz y gotas de sangre comenzaron a caer como saetas disparadas por arqueros celestiales ciegos de su blanco, todos se acomodaron debajo de la saliente que les brindaba cobijo y esperaron que el fenómeno se disipara; entre preocupados y tristes, los defensores de la fe no entendían qué había ocurrido, siquiera tenían una sospecha del motivo de lo ellos supusieron un castigo. Acostumbrados a las palabras de su Maestro y habiendo aprendido las lecciones por El impartidas, comenzaron a tejer hipótesis acerca del evento.- Hemos hecho algo malo- sentenció el muchacho- -No creo que sea por nosotros, El nos envió, solo cobijamos y asistimos a estas desventuradas almas. Ten en cuenta que fue claro cuando nos dijo que el mal trataría de desviarnos de nuestro camino- espetó con autoridad José. Es cierto, pero sólo nos detuvimos por ésta gente…quizás no debimos hacerlo- dudó Juan. Mientras , la mujer con un esfuerzo de madre, había logrado ponerse de pie y trataba de alzar a su hijito, Juan lo notó e hizo un ademán para ayudarla, pero ésta se negó retirando los brazos contra su pecho. –Disculpe señora, pero solo quise ayudarla- explicó Juan. -No necesito ayuda de nadie, puedo valerme sola, siempre lo he hecho y lo seguiré haciendo- vociferó la hermosa mujer. -Veo que su salud ha mejorado. Quizás haya recordado también su identidad. –dijo José con voz muy amigable dado el nivel de descontento de la dama. -Disculpen nobles señores, les ruego me perdonen, aún sigo muy confundida y sin idea de quien soy, solo recuerdo a una veintena de hombres a caballo y armados escoltándonos a mi hijo y a mi y…. La mujer se desvaneció y cayo sobre una roca lacerando su rostro y cuello, aunque las heridas no eran profundas los hombres se preocuparon por la cantidad de sangre que escapaba de su cuerpo, hábilmente detuvieron la hemorragia del cuello con compresas. Minutos después decidieron que debían encontrar un poblado para dejarlos al cuidado de alguien responsable y capaz de curar las heridas.- Saldremos enseguida!,-dijeron casi al unísono los viajeros. Prepararon su bagaje e improvisaron una camilla, la cual arrastraban llevando a la mujer y al bebé. –Rumbo al norte- indicó José- debemos seguir al norte. Caminaron por casi una semana prodigándole cuidados a los providenciales acompañantes, el clima iba tornándose cada vez más frío y la señora no lograba todavía una lucidez total, así que el desgaste por la búsqueda de comida y agua era doble, como así también se acortaba el lapso del día destinado a avanzar en el trayecto, tan dificultoso y tortuoso que pensaron desviar esa parte yendo hacia el oeste para retomar luego hacia el norte dos días mas tarde, pero abandonaron la idea cuando notaron una cadena de colinas hacia el oeste que hubieran empeorado la situación aún mas. Esa noche la señora se incorporó en la camilla y les dijo- Les agradezco sobremanera sus cuidados pero creo que ya fue suficiente para ustedes, nunca llegarán a su destino a este paso tan lento y accidentado-. José le respondió- no se preocupe por nosotros, prometimos llevarla y así lo haremos- aunque nos cueste una eternidad. Una eternidad- dijo Juan- No tenemos una eternidad, sabes muy bien que nuestra labor es muy importante y dependemos del tiempo para cumplirla- insistió el hijo. Sabes muy bien que seríamos incapaces de dejar a esta joven a su suerte por estos parajes del demonio.- sentenció José. -Disculpa padre, pero me descontrolé pensando en nuestro cometido, soy muy egoísta, por un momento todas las enseñanzas del Maestro se esfumaron. -No hijo, no eres egoísta, tienes un buen corazón, impetuoso y bravío pero lleno de amor y justicia, ahora duerme y mañana hablaremos. Que Jesús esté contigo. Sin más, entraron tranquilamente en el mundo de los sueños donde el odio no tiene lugar y la mentira se retuerce como una serpiente cuya cabeza está retenida entre la tierra y una horqueta blandida por un hombre justo. Y descansaron. El llanto del niño rompió el hechizo de la noche y amaneció. Los hombres se incorporaron y se dispusieron a emprender el viaje nuevamente, cuando al levantar la vista divisaron levemente hacia el oeste una región boscosa que no hubieron de distinguir durante la cerrada noche, también la mujer se levantó sin casi ningún inconveniente y una hermosa sonrisa hizo palidecer al sol cuando le señalaron el bosque. El niño se encontraba en buenas condiciones ya que aparentaba una suba de peso y un muy buen semblante; situación bien recibida pero muy extraña, ya que hasta el día anterior parecía todavía débil. Juan, notando este repentino cambio, se lo hizo saber a su padre, quien asintió pues él mismo lo había notado- Mira padre, el niño está bien, gracias a Dios está bien, pero es un cambio muy repentino- -Seguramente nuestros rezos fueron escuchados- se emocionó José. La dama se mantuvo en silencio durante toda la conversación. -Vamos hacia el bosque, con suerte conseguiremos algo de alimento mas consistente que estos roedores que estuvimos consumiendo últimamente- aventuró el de Arimatea. Con una sonrisa, Juan asintió y se pusieron en camino para descender al verde valle, que en realidad desentonaba con la agreste familiaridad del paisaje. No costó mucho bajar ya que la ladera poseía una inclinación moderada, así, con cierto cuidado, pasado el mediodía ya se encontraban en el llano buscando el cobijo de los primeros arbustos antes de llegar al bosque pleno. Si bien era un día soleado, la temperatura era muy baja, y tuvieron que utilizar todo el vestuario que llevaban consigo; ya acomodados, encendieron una fogata y los hombres se internaron en el bosque en busca de alguna presa grande para asegurarse el alimento por lo menos para tres días. Apenas traspasaron la primera línea de árboles altos un olor desconocido inundó el ambiente, entre acre y sulfuroso, pensaron en alguna fuente de agua subterránea pero no había vestigio de corrientes a la vista, por lo que decidieron dedicarse exclusivamente a la caza y dejar la exploración para el otro día; suponiendo una inminente tormenta de nieve no quisieron perder mas tiempo para procurarse el alimento. Luego de casi cuatro horas de acecho lograron capturar un pequeño cervatillo, lo que les pareció una gran proeza ya que no contaban con mucha experiencia en caza mayor. Cuando retornaron al campamento la sorpresa fue grande al notar que no había nadie allí, y ningún indicio de la dirección hacia donde se habían dirigido, ningún rastro, ninguna pista, como si hubieran levantado vuelo. Los caballos tampoco se encontraban en el lugar donde los habían amarrado, era en verdad una horrible realidad, pensaron que alguien había capturado a la madre con su hijo y tomado los equinos, muy valiosos por cierto. Pero no oyeron gritos ni alborotos, no encontraron huellas de la huida de los corceles, increíble. Nuevamente la sensación de haber hecho mal las cosas se apoderó de los puros corazones angustiados. José y su hijo decidieron continuar con su difícil periplo, así que observando atentamente el camino y los alrededores en busca de los desdichados compañeros de viaje marcharon por casi diez días, con muchas eventualidades; como la noche en que José fue atacado por un extraño canino, mezcla de lobo y perro de un tamaño considerable y cuyas mordeduras no terminaban de cicatrizar; es raro que un animal se acerque tanto al fuego, pero éste prácticamente esperó por Juan agazapado a un lado de la fogata, como si no le temiese, como si se sintiera cómodo a su lado, acostumbrado a ella. Otro escollo en el camino esta vez incluyó a José, quien en un descuido rodó por un peñasco de baja altura, cauce de un pequeño arroyo, pero suficiente como para producirle múltiples magulladuras e incluso el hombro derecho descolocado, en esta situación, ambos cojos, casi al caer la noche del accidentado día, divisaron lo que parecía una torreta de vigilancia, cosa que alegró mucho a la pareja, ya que el frío se tornaba insoportable. Las continuas nevadas agotaron al dúo tanto o más que la incertidumbre al franquear el oscuro bosque, de conocer y saber que semejante especie animal acechaba en las sombras. Un muy espeso follaje se oponía al ingreso de la tenue luz invernal; con un sol débil, sin fuerzas; era como si no quisiera brillar más fuerte, en un momento de suma tensión ambos hombres llegaron a pedirle a Dios por un poco de calor, ya que contaban únicamente con un par de mantas cuyo uso alternaba entre un improvisado techo y el cobijo individual, en ambos casos era insuficiente, lo más eficaz era un gran fogata y alimentarla durante toda la noche tratando de mantenerse lo mas juntos posible, y durante el día mantenerse en movimiento avanzando en el camino o cazando, lo que era cada vez más difícil ya que la mayoría de las especies emigraban al sur buscando tierras mas cálidas. Como si el problema del clima fuera poco, se enfrentaron a un inconveniente casi infranqueable, el río Vístula. Sabía José que en los alrededores habitaba una tribu extremadamente beligerante, los Vándalos, por supuesto, no deseaban toparse con ellos. Esta vez no tuvieron suerte, al dirigirse unos pocos kilómetros hacia el norte en busca de un paso más accesible, divisaron una columna de humo, inmediatamente trataron de cubrirse, pero fueron observados desde el asentamiento que no se encontraba muy lejos. Con grandes caballos, se acercaron en un suspiro, los peregrinos miraban sorprendidos el tamaño de los animales, esperando el ataque, que al fina , nunca ocurrió. -De dónde vienen- preguntó el que parecía ser el jefe, en forma amable y cortes. -Venimos desde Jerusalem, escapando de los romanos- aclaró José. -Ah, los romanos, se adueñaron de todas las tierras y esclavizaron a todos los pueblos por los que cruzaron- sentenció encolerizado el hombre. -tarde o temprano llegarán acá, pero los estaremos esperando- prosiguió el jinete. Al ver José que no tenían intenciones de hacerles daño, trató de averiguar la forma de cruzar el caudaloso río preguntándole si alguien poseía un bote un bote; ya que ello no eran capaces de cruzarlo nadando con sus pertenencias a cuesta. Tampoco eran buenos nadadores, de este modo se hallaban varados. -No se preocupen, es simple, comamos algo y luego cruzaremos el río- invitó el señor del cabello claro sin desmontar. Desmontó y estrechó las manos de los dos hombres. -Mi nombre es Bannuis, soy rey de los Suevos, llevamos a mi hija para desposarla con un príncipe godo, necesitamos pacificar estas tierras, es imperiosa la paz- explicó convencido el monarca. A pocos metros del lugar, el humo que observaran correspondía a la cocción de un cervatillo a las llamas, de muy buen aroma y que, en honor a la verdad, les cayó muy bien. Luego del suculento almuerzo, a lo que no tenían acceso desde mucho tiempo atrás, el sabio y muy correcto líder ordenó a sus laderos que crucen con sus caballos a los amigables viajeros. Saludaron se amigablemente y se dispusieron al vadeo. Sin demorar un segundo, subieron a dos caballos a José y a Juan y tomaron las riendas de los mismos guiándolos hacia las aguas correntosas del Vístula e internándose en su cuantioso caudal en forma plena, a los pechazos, las bestias, acostumbradas a la labor, atropellaron las aguas muy decididas. Buenos jinetes y excelentes animales lograron el cometido en pocos minutos. Con apenas las rodillas mojadas, padre e hijo agradecieron a los hombres por el favor, quienes dieron la vuelta y regresaron sin aplazos. Encendieron una fogata y secaron sus ropas, tranquilos, aprovecharon el corto tiempo de ocio para la dialéctica y el pensamiento, luego rezaron y agradecieron a Su Amigo por la ayuda recibida. Dos horas después retomaron la marcha, pero habían devuelto el regocijo a sus espíritus. La torre se acercaba a cada paso, y también el caserío que descansaba inerme detrás de ella, sin fortificación, sin portones ni vigilancia alguna, crecía en la distancia que se acortaba como así también aumentaba la alegría y la esperanza de los caminantes de pasar aunque sólo sea un par de noches bajo techo en un lugar seco y tibio. Cuando arribaron al fin al pequeño pueblo, vieron muy poca gente fuera de sus casas, por lo que se acercaron al primer hombre que vieron y le preguntaron si alguien podría darles hospedaje a lo que el anciano contestó: -Síganme, gentiles caballeros, yo los abrigaré y les daré de comer esta noche- invitó el viejo al verlos en muy mal estado. Conmovidos por la bondad del sexagenario hombre, quien parecía estar en inmejorable condición física, aceptaron y se dirigieron a su morada transitoria. Una vez que se hubieron acomodado, lavaron sus pies y manos y degustaron un riquísimo pan, aceite de olivas y carne asada que el anfitrión preparó en verdad muy rápidamente. Terminada la cena, José acomodó sus pertenencias sobre una improvisada mesa vaciando su bolso de viaje para sacudir luego, en el exterior, todo el polvo y la suciedad acumulada en el mismo durante ya casi diez meses de peregrinaje. El dueño de casa no pudo evitar acercarse como hipnotizado hacia la pequeña bolsa de cuero de cordero atada con una tira del mismo material a modo de cintura que dejaba adivinar una forma conocida. -Que llevas en esa pequeña bolsa, José?-preguntó el anciano. -Es una Copa, señor mío.- susurró José. -Puedo verla? – insistió el viejo. -Por supuesto. –respondió el de Arimatea. José sacó el lazo y extrajo de la bolsa el Cáliz sagrado, el cual se encontraba firmemente tapado y lacrado. -Entonces es cierto, la sangre de Nuestro Señor está aquí, loado sea tu nombre José de Arimatea!, es cierto!.- gritaba jubiloso el añoso hombre. -Cómo sabes con tanto detalle quien soy y qué estoy tratando de hacer, o mejor, que “debo” hacer?, - preguntó asombrado José. -Su amistad con Jesús es conocida por todos y cada uno de los seguidores que cada vez somos más; pero no sabíamos que lo del Cáliz con la sangre del Maestro y su deber de llevarlo a Britania fuera cierto-enfatizó con voz grave el señor de la casa. -Estimado amigo, tú sabes tanto de nosotros y nosotros nada de ti, como te llamas?-averiguó Juan, quien hasta entonces sólo era espectador. -Mi nombre es Roland. -Cuanto hace que vives en este pueblo? -Deben ser unos cien años, señor. -Pero hombre!, tú no tienes cien años- dudó José. -Es una larga historia, ustedes deberían saberla, puede ayudarlos; y desde ya cuenten con mis servicios y mi ayuda en todo lo que necesiten, incluso acompañarlos en el viaje hacia esas lejanas tierras sajonas. Ten en cuenta que es mucho más rápido si consigues que algún mercader te lleve en barco por el mar helado del norte. Es peligroso, pero por tierra es más largo y no mucho más sencillo, desde acá tienes treinta días a caballo hasta el mar, tengo caballos y provisiones, estoy seguro que lo lograremos, una vez en el puerto conseguiremos a alguien que nos lleve. Por favor llévame contigo, es mi tierra, quiero morir allá. Necesito morir allá. –terminó Roland con lágrimas en sus mejillas. Juan y José se miraron y solicitaron al viejo que primero les narre su historia, les pareció que podría ser importante, ya que transcurría en los campos hacia donde ellos se dirigían y querían tener el conocimiento del terreno. Sin más preámbulo Roland comenzó: Dyfed era una comarca gobernada por un justo rey llamado Sigmar pero….. Durante casi cuatro horas Roland narró a los sorprendidos viajeros lo acontecido en esas tierras doscientos años atrás, les contó sobre Merlín y la princesa Anna y demás caballeros y personajes que hicieron posible la derrota del mal, y terminó diciendo que una noche abrió sus ojos y despertó en esta casa, en esa cama y supuso que debía quedarse en este lugar porque alguna vez, alguien lo iba a necesitar, y esos son ustedes – finalizó Roland. De pronto cambió el tono de su voz y dirigió a ambos una mirada escondida, como si temiera a algo o a alguien, y dijo casi murmurando- todo volvió a acontecer, Beatriz, la hermosa hija del rey Mahger, desapareció hace poco mas de un año en el bosque que ustedes debieron atravesar para llegar hasta acá, el mismo hedor, los mismos lobos con ojos malignos, y los imponente árboles, todo, todo igual; salvo el final… Continúa- insistió ansioso José. Al tiempo que la princesa regresó con su bebé de un año-prosiguió Roland- comenzaron a suceder hechos desafortunados entre la gente cercana al niño, muertes y accidentes inexplicables que en un corto lapso fueron adjudicados al poder maléfico de la criatura, de igual forma que en aquella oportunidad en que fui personalmente testigo, la única diferencia es que los monarcas de estas tierras y sobre todo la madre del pequeño demonio no poseían un alma pura y bondadosa como Sigmar y Anna. Desde siempre el rey descuidó a su gente e hizo negocios con bárbaros que empobrecieron a los pobladores de esta región; siquiera mora cerca de ellos, construyó un castillo fuera de los límites de la ciudadela para no tener que ver a los mendigos que día a día luchan por un pedazo de pan. Mi tierra era distinta, muy distinta. En cuanto a Beatriz, si bien se mantuvo casta hasta el día en que desapareció, siempre fue conocida por pasar de los brazos de un caballero a los de otro y jugar con los sentimientos y las necesidades de los demás; así que, los ciudadanos tomaron a madre e hijo y los llevaron lo más lejos que pudieron, aún quizás mas lejos que esta comarca y los abandonaron a su suerte. Espero que por el bien de todos, Dios me perdone, hayan muerto. Los interlocutores del anciano, asombrados y sin saber que decir, cruzaron sus miradas y se dirigieron al exterior para poder respirar aire fresco y puro luego de escuchar el relato. Cuando ingresaron a la primitiva vivienda, el viejo los esperaba con té de hierbas frescas y verdes, un solo sorbo de esa infusión y todos los pensamientos se aclararían. Bebieron el té y luego, mucho mas relajados pusieron al viejo al tanto de los cuidados prodigados a una hermosa mujer y a su hijo de un año durante su viaje hasta este sitio. Lo sentimos mucho-admitió Juan. No parecían peligrosos en lo más mínimo.- agregó José. Pero debemos decirte que llegando al bosque su salud mejoró extraordinariamente y una vez dentro de el, desaparecieron de nuestra vista sin dejar rastros, tratamos de ubicarlos pero fue en vano, ningún vestigio de su huída. Supongo que la cercanía con ese maldito bosque los proveyó de la vitalidad suficiente para escapar, o fueron atraídos nuevamente al seno del mal, en el centro de esta asquerosa espesura.-acabó Roland. Que haremos?, no podemos detenernos ni perder tiempo en otra cosa que no sea nuestro cometido, ya has visto el precioso tiempo que perdimos ayudando el mal.-sentenció Juan, con el fervor que lo caracteriza. Guíanos Padre, suplicó José. Oremos Juan, eso nos ayudará. Todos oraron. Luego se durmieron. El día siguiente amaneció gris, ventoso y mas frío que los días anteriores, si no se apresuraban no podrían navegar por el mar helado. No podemos perder más tiempo, debemos partir mañana a más tardar. –indicó Juan. Cuantas cosas han ocurrido en tan poco tiempo, siento que mi Amigo está ansioso por que lleguemos a nuestro destino y podamos regresar a nuestro amado hogar.-soñó en voz baja José. Padre, debes saber que nuestro regreso es imposible, siquiera hemos llegado a cumplir nuestra promesa. Sugiero que partamos de inmediato y no pensemos mas en regresar, por favor, nos hace daño, será lo que Dios quiera. Tienes razón hijo, nadie mejor que El para decidir nuestro futuro, sabes, estoy feliz, a pesar de todo, estoy muy feliz de saber que todo nuestro sacrificio no será en vano y que nuestras familias sabrán asimilar y comprender el sentido que le hemos dado a nuestra vida, no tanto por mi, querido hijo, sino por ti, que aún te restan muchos años por vivir, ruego a nuestro Señor que te brinde la posibilidad de servirlo por mucho tiempo más, -Y yo ruego por ti, padre. Tú también eres joven aún, a pesar de esa cojera- y rieron juntos. Habían liberado sus almas totalmente y ya no les quedaba nada en sus corazones sin haber sido procesado. Casi habían olvidado que eran simples mortales y sus sentimientos eran los de hombres que alguna vez vivieron, amaron y sintieron sencillamente como personas. Al amanecer partieron rumbo al mar del norte. Montados en atléticos caballos cuyo estado no se condecía con la realidad del lugar donde Roland vivía, pero no preguntaron, solo montaron y cabalgaron sin descanso durante todo el día para tratar de acortar la duración del viaje hacia el ahora más cercano pero más gélido mar. Lo único que los hombres mantuvieron en su mente era la idea de llegar a Britania de la forma más rápida, así que decidieron mantenerse callados el mayor tiempo posible para no interferir en las decisiones ya tomadas, solo cambiaban las palabras necesarias para la organización. El único que se explayaba en todo lo que podía era Roland, pero la mayor parte de las veces quedaba hablando solo, y refunfuñando palabras ininteligibles para los otros. Faltando unos quince días para llegar a la costa, fueron interceptados y despojados de sus montas, por un grupo de bárbaros muy fornidos y de cabellos largos y rubios, quienes a pesar de robar sus caballos le permitieron conservar sus pertenencias. Lo único que dijo José fue- Gracias a Dios no tocaron la Copa-.Caminando a paso vivo y decidido lograron arribar a la playa en casi trece días, luego de volver a cruzar el Vístula, ahora montados en caballos propios. A pesar de todo estaban felices. La dicha no duró mucho tiempo, a doscientos metros de ellos notaron cierto movimiento sobre la playa, al acercarse más, vieron que en una pequeña rada, había cerca de veinte barcos de inequívoca precedencia vikinga. Los hombres pensaron que no deberían aproximarse a ellos, así que decidieron esperar a que se marchen, con la esperanza que sea pronto. Corriendo el riesgo que una patrulla los descubra se acomodaron a casi quinientos metros para poder seguir en cierta forma sus movimientos. Al no poder encender fuego, la situación era complicada, el frío y la desazón por no poder continuar con el itinerario previsto, acabó por decidirlos a rodear la posición de los rubios gigantes y tratar de llegar a la playa en algún lugar un poco más al oeste. Ellos conocían la peligrosidad de estos bárbaros, pero el encuentro anterior con ellos no había sido tan terrible después de todo, tomaron sólo lo que necesitaban y no ejercieron ningún tipo de violencia salvo la mínima intimidación de sus pesadas espadas; -nosotros no somos hombres de guerra, no somos una amenaza para ellos, en definitiva, no les importamos- señaló Juan. Supongo que estás en lo cierto- afirmó Roland. Podríamos hablarles y pedirles que nos lleven- indicó José. No lo sé, corremos un serio riesgo que nos quiten el preciado Cáliz, sugiero caminar y asegurar nuestra libertad. Por nuestro cometido!. –dijo el más joven del trío-. Cabe destacar que habían ya elegido el camino más largo pero más seguro hacia Britania, ya que se dirigieron directamente hacia el norte en lugar de tratar de llegar a la costa de Normandía, un camino mucho más complicado por las luchas permanentes y la gran cantidad de saqueadores que, incansables, no dejaban viajeros sin acosar. A ellos no les quedaba ninguna duda que inclusive y a pesar de los salvajes nórdicos habían hecho una sabia elección al elegir el actual derrotero. Nuevamente, los arrojados caballeros se pusieron en marcha; primero hicieron un gran rodeo de la bahía para luego retomar la playa casi diez kilómetros al oeste de la posición de los saqueadores. Confiados y de buen ánimo caminaron por varios días en busca de algún pueblo de pescadores, donde podrían encontrar alguien que los lleve a Britania en un viaje peligroso a través de las heladas aguas del norte. La suerte nuevamente volvió a sonreírles al quinto día de marcha; innumerables mástiles con sendos velámenes se divisaban mar adentro, indicando una población cercana y que la curva de la costa no les permitía ver. Se trataba de una ciudad en la zona donde en los días de hoy se halla la ciudad de Gdansk. Cuando pudieron fijar sus miradas directamente sobre la ciudadela, notaron que la misma poseía un puerto de notables dimensiones y que en verdad se trataba de una gran urbe. Decidieron buscar alojamiento y procurar un poco de comida caliente, y descansar, sobretodo descansar; el estrés producido por el viaje, los encuentros indeseados y la ansiedad de cumplir su cometido terminaron con las reservas físicas de los valerosos hombres, quienes apenas terminada la cena se dirigieron a su lugar de descanso, ubicado frente al puerto, por llamarlo de alguna manera, ya que apenas contaba con amarres y algún galpón para estibaje de carga. Decidieron que al otro día recorrerían el lugar en busca de un transporte hacia la gran isla. Definitivamente, no era fácil encontrar un barco que se aventurara tan lejos en esa parte del año y principalmente es ese año, unos de los más crudos de los últimos tiempos. Casi habían abandonado la esperanza de llegar a Britania en barco, pero la providencia nuevamente les tendió una mano. Cerca de la caída del sol del tercer día de intensa y casi desesperada búsqueda mientras preparaban sus bagajes, José vio por la ventana la llegada a puerto de un barco de notorias características vikingas, cosa que en un primer momento no despertó ningún interés en él, pero en unos segundos una idea comenzó a gestarse en su cabeza. Juan!, llamó José a viva voz mientras enrollaba su vieja manta. Dime padre, que necesitas?- respondió su hijo, mientras se acercaba. Dile a Roland que deje sus cosas y nos acompañe, yo esconderé el Cáliz en algún lugar de esta habitación. Al instante, los hombres salieron en dirección a la recién atracada nave, con cierto recelo se aproximaron a la misma e hicieron notar su presencia con más cuidado aún frente a uno de los guardias apostados a babor cerca de la rústica planchada de embarque, el custodio al verlos acercarse tan desenvueltos golpeó la gran lanza que estaba apoyada en el suelo en actitud de aviso para sus compañeros y de advertencia para los desventurados viajeros, lo cual fue comprendido al instante de modo que detuvieron su andar de inmediato a casi cinco metros del centinela y de sus recién llegados compañeros de andanzas, quienes ya erguían sus afiladas espadas por sobre sus hombros para amedrentar cualquier intento de ataque. -Por favor caballeros, sólo queremos hablar con el jefe de este barco.- solicitó José. Los rubios marineros, bajaron sus armas y sin mediar palabras, enviaron a uno a avisarle a su jefe que querían hablar con el, pensando por supuesto que el encuentro podría derivar en ganancias; tras un corto lapso, el soldado emisario regresó y los invitó a subir a bordo del muy bien equipado navío, los hombres accedieron de inmediato y fueron acompañados en presencia del robusto jefe, quién en un tono extrañamente amable los invitó a sentarse en unos bancos de una madera que los hombres desconocían, y que instintivamente trataban de dilucidar el origen de la misma, pero sin desatender las palabras del líder, muy cortés por cierto. -Que necesitan de este servidor?- preguntó el pesado y pelilargo Harald. -Sólo que nos lleves a Britania, señor- aseguró Juan en un tono amable similar al usado por el nórdico personaje. -Y no temen de éstos bárbaros e inhumanos asesinos?-inquirió el lugarteniente de Harald, el bruto Siggard. -No creemos que ustedes sean tan salvajes como los describen, hemos tenido hace unos días un encuentro con unos coterráneos suyos y sólo nos quitaron nuestros caballos, no tocaron otra cosa- aclaró José. -Harald rió a carcajadas y explicó: -únicamente los caballos, muy bien, lo hicieron muy bien, esos brutos cumplieron mis órdenes perfectamente… Los hombres se miraban atónitos por la noticia. No se preocupen. –prosiguió Harald, esos caballos son para conquistar tierras en Britania, ustedes tienen suerte, yo los llevaré. Se encontraban en las orillas del Mar Báltico, en los confines del mundo, para ellos, lo que ignoraban era que aún les restaba otra aventura, esta vez por mar, de unos dos mil cuatrocientos kilómetros; lo que sumado a lo transitado por tierra, completaban la inimaginable distancia de casi cinco mil kilómetros recorridos en nombre del Señor, por Jesús, por la Humanidad, convirtiendo a José de Arimatea en uno de los más fieles y expeditivos siervos de Dios. Le agradezco en nombre de Dios; usted no sabe señor mío el favor que nos hace con su gesto- expresó con una sonrisa José. El rubio líder sonrió también y le tendió la mano al entusiasmado peregrino, quien la tomó entre las suyas en gesto de agradecimiento, pensando para sí que esto era obra de Jesús. Sin más preámbulos los tres hombres abordaron el veloz navío, y presurosos bajaron a la pequeña bodega del drakkar para acomodar sus pocas pertenencias y ganarse un lugar para poder descansar, en el acto se dieron cuenta que tal sitio no existía, todo era desorden y precariedad, - hubiera preferido caminar- sentenció Juan. Debemos agradecerle a esta gente la ayuda que nos están proporcionando, además creo que todavía no se han organizado para el viaje, supongo…-terminó José. Una vez que hubieron dejado su bagaje en su lugar volvieron a cubierta y comenzaron por recorrer el navío. Nota del autor: Era una gran construcción para la época: alrededor de los años setenta d.c., una máquina de guerra perfecta e inimitable, si bien eran los primeros atisbos de navegación que no fuera de cabotaje, los siglos y siglos de experiencia en esas traicioneras aguas heladas, por la que los vikingos navegaban en la estación de verano con mucho conocimiento de la naturaleza y del clima ya que la mayor parte del tiempo el cielo no estaba despejado y por lo tanto guiarse por las estrellas era prácticamente una posibilidad remota a pesar que conocían perfectamente el sistema estelar de la zona. Todos conocen que el primer ataque de las hordas rubias a la isla fue en el año setecientos noventa y tres d.c., contra el Monasterio de Lindisfarne, pero estas incursiones las cuales relato existieron, solo que no hay documentación fehaciente de los hechos. A nadie le puede quedar la duda que la capacidad y la calidad de navegantes de estos hombres no les hubiera permitido realizar este tipo de viajes por aquellos años. Caminando por cubierta, el viejo Roland notó que había numerosas jaulas con cuervos, lo que llamó su atención inmediatamente y no pudiendo contener su curiosidad se dirigió al guerrero más próximo para preguntarle acerca de las aves, cual era el motivo de tanta cantidad de aves negras en tan poco espacio. El hombre, de anchas espaldas y gruesos bigotes rojos le respondió: - espero que alguna vez hayas navegado, pues si no lo has hecho, comenzar en estas aguas sería demasiado para un hombre viejo como tú. Los cuervos nos guían, largamos algunos y los seguimos; ellos nos llevan a tierra cuando no podemos reconocer el camino.- terminó entusiasmado el vikingo. Tenemos además otros trucos para orientarnos- explicó el bárbaro- cuando está muy nublado, cosa harto común en estas latitudes y no podemos ver el sol, contamos con esas piedras que ves allá, señalando un tonel con sendas rocas extrañas de color blanco que sobresalían del mismo, las cuales se tornan de un color rosado del lado en que cualquier atisbo de luz solar incida-, por más débil que sea. Conocemos muy bien las distintas corrientes marinas e inclusive los cambios casi imperceptibles de colores del agua e inclusive forma y dirección de las olas, así que , querido amigo, espero que con todos estos datos podamos llegar a Britania en veinte o treinta días. Nosotros nunca hemos estado allí, pero sí lo logró el hermano mayor de Harald, el gran Oloff, quien estuvo en esas tierras hace ya casi veinte años, pero jamás regresó de su segundo viaje, que a pesar de estar mejor preparado fracasó; luego de ese episodio Harald se juró y juró ante Thor que iría a Britania a conquistarla en memoria de su hermano. Roland, quien había escuchado detenidamente el relato del melancólico guerrero, le dio las gracias por la respuesta, giró sobre sus talones y prosiguió recorriendo la magnífica nave de cerca de cuarenta metros de largo, con alrededor de cuarenta remeros que en momentos cuando el viento cesaba bogaban en forma incesante y veloz, en realidad los verdaderos artífices del poderío bélico de los barcos vikingos. Mientras, José y Juan tomaron dirección hacia popa, a dialogar con el líder del barco, quien al verlos acercarse los invitó con una mirada a sentarse junto a el. Prepárense para un viaje largo y difícil, deberemos sortear infinidades de obstáculos para llegar a la isla, tenemos un itinerario muy complicado, sobre todo que el invierno se acerca y espero contar con el tiempo que necesitamos, por otro lado debemos unirnos a la flota principal, otros dos drakkars y siete barcos de carga, llamados knarrs, con caballos y provisiones para la invasión, pero no deben temer, yo soy El Señor del Norte y los protegeré aunque sea lo último que haga en mi vida- sentenció el rudo capitán. Nos quedamos tranquilos, luego de pasar por las vicisitudes que hemos soportado, le diría estimado amigo que podremos hacer este viaje sin inconvenientes, pero… porqué tanto interés en defendernos y ayudarnos?, aunque se lo agradezcamos nos intriga. El robusto hombre les respondió con un conocido: confía y obtendrás la gracia, José lo miró a los ojos fijamente y le respondió con voz firme – confiaré en ti mi señor. El barco estaba presto a zarpar, así que colocaron el velamen en posición y quitaron las amarras del seudo muelle, los tres hombres ya juntos rezaron una plegaria al Señor y se dispusieron a acomodarse en la cubierta para disfrutar de la partida hacia el interminable y tempestuoso mar, llegaremos… llegaremos, repitió José . Dos días después arribaron a una playa muy solitaria, en una isla, actual Bornholm, donde las demás embarcaciones los esperaban colmadas de mercaderías y caballos, como así también de vigorosos guerreros, en ese lugar tan desapacible pasaron dos días cargando y descargando cosas de las embarcaciones, lo que les hizo pensar a los peregrinos que nunca llegarían a las islas. Partieron a la mañana muy temprano , el clima era relativamente bueno, los marineros y el líder estaban tranquilos con el viento y las imperturbables nubes oscuras que como un manto cubrían todo, para ellos era buena señal, en realidad, se dieron cuenta después que desconfiaban un poco del sol. Desde allí se dirigieron directamente hacia el nor-oeste, lo que hoy sería la provincia más austral de Suecia, Skanör (Escania). En verdad, arribaron a una península de alrededor de nueve kilómetros de ancho por otros nueve de largo, donde viraron al norte para dirigirse hacia mar abierto, El Mar del Norte, pasando entres las actuales ciudades de Copenhague y Malmö, dejando al oeste la isla de Saltholm, de domino danés a través de estrecho de Kattegat, girando hacia el oeste en la península de Skagen, Nordjylland, actual Dinamarca, distante a unos setenta kilómetros de Gotemburgo, Suecia. Desde ese lugar, el vasto mar saboreó los cascos de los drakkars y las demás embarcaciones, sacudiéndolas y ejerciendo el poder que otorga la grandeza, menospreciando a los débiles hombres que osaban enfrentarlo, tratando de herirlo con las estelas que dejaban atrás a cada metro recorrido, sin suerte, se trataba de una pesadilla?, las mismas heridas se cerraban al instante, provocando más ira en el vigoroso cuerpo de la bestia. Así como llegan, en esas latitudes, las tormentas desaparecen, y el otrora horrorizante océano, transforma sus asesinas garras en simpáticas caricias que te transportan suavemente, rogando perdón, casi como una caricia, al lugar de destino anhelado. Es justo que no se juzgue a los hombres por una tormenta pasajera, que reaccionan al ser heridos, aunque sea débilmente, sobretodo si amaina rápido y retornan a su normal calma avergonzados del episodio. Seiscientos kilómetros de amplio y profundo abismo helado recorrieron hasta la isla de Texel, actual Holanda, y desde allí, luego de haberse reaprovisionado, bordearon el continente hasta la costa francesa. La flota arribó sin muchos sobresaltos a la costa de Normandía, justamente llamada así por los hombres del norte, los vikingos, luego de treinta días de navegación, con dos detenciones en las costas para orientarse y estudiar el terreno que duraron tres días; con una única tormenta que maltrató a los barcos un poco, y sólo uno de los cargueros se averió en forma crítica pero lograron repararlo momentáneamente para que llegue a la Ultima costa, así llamaban a Normandía, que hasta ese momento solo era una idea y un mapa, pero las anotaciones eran tan perfectas que no dudaron un segundo en reconocer el lugar; Harald fue el primero en bajar a la costa y tomar la tierra con sus manos y ofrendársela a Odín delante de todos los hombres, y agradecerle a su hermano por haber hecho tan buen trabajo. Ahora sabían a ciencia cierta que Britania estaba enfrente, cruzando el canal que Oloff describiera tan bien y con tanta claridad. José , Juan y el viejo estaban extasiados con la idea de poder llegar a esas tierras tan lejanas para ellos y emocionados porque lograrían cumplir con la promesa que le habían hecho a su Amigo, sabían que en dos días estarían en el lugar que anhelaron durante más de un año, al otro día comenzarían a acortar la distancia que los separaba del deber cumplido, aunque una vez allí deberían hallar el lugar exacto donde el Maestro los había enviado. No sería una fácil labor. No, en verdad no lo sería. El desconocimiento de la zona y de los movimientos militares de la época hicieron cometer a los vikingos un error imperdonable, la enorme alegría de los hombres que habían logrado acceder a tan lejanos y recónditos lugares no les permitió ver el peligro que los acechaba, simplemente no imaginaron nunca lo que el destino les deparaba, así esa noche, la última gran noche fueron a descansar con una sonrisa en sus rostros secos por el viento marino y la sal, siempre la sal que se encontraba por doquier. Los guardias que quedaron en los navíos se sentían seguros porque en tierra había muchos hombres alertas, pero en realidad descuidaron la vigilancia; un pequeño ejercito galo, que, en retirada de una lucha encarnizada casi un mes atrás contra una legión romana, se acercó sigilosamente a los nórdicos visitantes y esperó a que los cansados hombres conciliaran el sueño. Fue sencillo y rápido, en silencio se acercaron a los guardias quienes no pudieron dar la alerta; para cuando el grueso de los rubios viajeros pudo reaccionar era tarde, muchos de los mejores soldados habían sido muertos mientras dormían, un final impensado para semejantes guerreros, los hombres que pudieron tomar sus espadas lucharon con una ferocidad inusitada y lograron, gracias a su bravura, que los galos se replegaran, tuvo que ver también que no eran muy numerosos y contaron con que la sorpresa sería definitiva. Lamentablemente, sólo un navío de carga y un drakkar soportaron el fuego creado a bordo por los sagaces atacantes, simultáneamente los guardias en tierra eran degollados y sigilosos agresores encendían todo lo que podían sobre las naves. Los tres peregrinos se encontraban profundamente dormidos en el drakkar con Harald y Siggard, quienes acostumbrados a cientos de batallas notaron rápidamente que algo no estaba bien y actuando raudamente, en un instante lograron tomar control sobre el ágil barco, alejándolo de la costa y evitando que los focos ígneos se propagaran por cubierta, los remeros, quienes también reaccionaron muy rápido, pusieron distancia en forma casi instantánea de las pequeñas embarcaciones en las cuales los furtivos atacantes llegaron hasta las naves. Cuando se despertaron el navío ya se alejaba presuroso dirigiéndose mar adentro con el capitán vociferando órdenes ininteligibles para los pacíficos espectadores que desorientados sólo atinaron a quedarse quietos y tratar de no entorpecer los entrenados movimientos de la tripulación. Cuando la distancia era prudente, la orden de regresar se oyó fuerte y clara, preparados ahora para defender a los guerreros que quedaron luchando en la costa; con el ahora único transporte veloz a salvo, se dirigieron a la playa atravesando un infierno de llamas; barcos en llamas, gracias a la pericia habían podido girar con un radio muy pequeño acortando el tiempo de retorno ganando preciosos segundos que sirvieron para darle un giro decisivo a la batalla, una batalla inesperada y cruenta, los valerosos guerreros escandinavos habían logrado una buena defensa a pesar de la sorpresa que terminaron de perfeccionar con el arribo intespestuoso del drakkar que literalmente venía montado en las grandes olas, como siempre el mar y los nórdicos se unieron ante el enemigo logrando una victoria grandiosa; el ejercito galo fue diezmado hasta el último hombre, nadie estuvo conciente que lo que estuvo en juego fue el destino del hombre, salvo los tres viajeros que oraron durante las casi tres horas que duró el combate y que estaban convencidos que el desenlace sería el que el Señor decida. Con la espada aún en su mano izquierda, el robusto Harald con su espalda junto a una roca para cubrirse, y los cadáveres de catorce adversarios alrededor, lanzó un grito de victoria y euforia que, unido a los de los hombres y en contraste con el murmullo del viento y el rugido del mar acallaron el sentimiento de angustia que reinaba en la playa. La perspectiva inmejorable de la escena, sin duda le pertenecía a Dios y a su hijo – pensó José – desde la proa del barco. Confiaba que estarían satisfechos por la fe de guerreros y la propia, fue una ofrenda de muchas vidas en nombre de Ellos. Alabado sea el Maestro – se dijo en voz baja dirigiendo su mirada al cielo, cerró sus ojos y quedó largo tiempo en silencio, abstraído de la realidad. A su alrededor todo era movimiento, idas y venidas, los animales que habían sobrevivido corrían en círculos, enloquecidos por los destellos de las llamas y el dolor de las quemaduras, no eran muchos los que se encontraban en forma saludable, los que no perecieron ahogados lo hicieron quemados. Triste final para tan nobles bestias, se lamentaban los hombres. Con los primeros rayos de sol, llegó la reorganización de tropa y víveres, y el diálogo entre los jefes para decidir el camino a seguir, volver o cruzar a la isla?, eran las preguntas que daban vueltas en la cabezas de todos, salvo en la de José, Juan y Roland; la decisión llevó su tiempo, no querían arriesgar mas a los hombres pero tampoco dejar de cumplir la promesa hacia el hermano del líder, Oloff , supuestamente muerto veinte años atrás. Cruzarían el canal y harían lo que debían hacer, no permitirían que tanto dolor y tantas vidas perdidas sean inanes. Sólo un knarrs, con veinte caballos, provisiones para treinta días y veintisiete hombres por un lado y un drakkar con veintidós tripulantes sin contar los tres pasajeros por otro era el patético saldo de la fatídica noche; decidieron definitivamente la partida para el día siguiente al amanecer, mientras, explorarían la zona tratando de conseguir mas alimentos; José y Roland ayudarían en la cacería, mientras Juan asistiría a los otros con los animales. Al caer la tarde, mientras los cazadores regresaban, José notó en dirección del campamento varias columnas de humo que se elevaban, y que juntas cambiaban de dirección de acuerdo al viento, el que llamativamente era leve esa tarde; las fumatas realizaban un movimiento acompasado como si danzaran al ritmo de una triste melodía, hasta que se unieron y formaron una gran chimenea. José preguntó de dónde provenían, el más viejo de los hombres le contestó- muchos de nuestros amigos murieron anoche, quemamos sus cuerpos y rescatamos sus almas, lamentablemente sólo quedó un barco con capacidad de flotar para poder darle a nuestros héroes el transporte hacia el Walhalla, su último lugar de descanso- finalizó el danés. Algunos todavía se lamentaban por no haber previsto el ataque; era muy común entre los vikingos cavar trincheras y amontonar la tierra a su lado para contrarrestar un ataque por sorpresa durante la noche. En honor a la verdad no toda la culpa fue de Harald, un muy buen guerrero y estratega, sino compartida por su lugarteniente, ya que en el momento de tomar la decisión ambos estuvieron de acuerdo en que no valdría la pena perder tanto tiempo cavando por lo inmediato de la partida del día siguiente. En realidad todos avalaron la decisión, pero el líder llevaría toda la vida el peso de tantas muertes en su espalda, si señor, toda su larga vida. La noche transcurrió tranquila, apostaron el doble de los guardias, pero esta vez todos durmieron en los barcos, como era la costumbre, Harald en persona hizo la primera guardia; y a la salida del sol fue el quien gritó la orden de zarpar con todas sus fuerzas, la esperanza y el compromiso les mostraron el camino, José y sus dos compañeros de travesía volvieron a orar. Conociendo que la isla estaba cerca, emprendieron el viaje con mucha fuerza. Los remeros trabajaron más que nunca, ya que no contaban con tripulación completa, a media mañana avistaron la costa de Britania, era un día claro y con poco viento, cosa muy rara para la estación que corría. Una hora después arribaban decididos y emocionados a las desoladas tierras británicas, a lo que hoy es la Isla de Wight. La costa presentaba una playa muy suave y los viajeros se sintieron muy bien en ella, pero lo ocurrido durante la noche les hizo desestimar la idea de pernoctar en tierra, eligiendo el modo más seguro: el barco. Durante todo el día exploraron los alrededores y hallaron una construcción clásica de la isla prácticamente destruida, abandonada largo tiempo atrás. Por lo tanto, sin vestigios cercanos de algún poblador convinieron en explorar por mar rumbo al oeste, siguiendo la costa para no alejarse. Luego de unas horas de navegación se percataron que el lugar de desembarco era una isla también, ya que alcanzaron el canal que la separaba de una ínsula de mayor tamaño. Harald buscaría un lugar llamado Llyn Din, nombre que repetía Oloff incansablemente en los comentarios de sus aventuras en Britania, hacia allí se dirigiría para comenzar la búsqueda mientras José, su hijo y el viejo tratarían de localizar la Colina del Sol. Los hombres se despidieron efusivamente, demostrando un gran aprecio en sus palabras, José por un lado, agradecido por el noble gesto de Harald de haberlos traído y éste por tantas horas de charla y consejos que José le brindó, así como también el apoyo que le prodigó en los momentos más difíciles. Los tres hombres partieron rumbo al norte esperando hallar el lugar encomendado lo antes posible, los normandos fueron hacia el este, siguiendo las directivas de Oloff; Harald se prometió que al cumplir su cometido encontraría nuevamente a José y lo ayudaría en su tarea, fue una muy buena decisión. Al poco tiempo de partir en busca de la ciudad de los sueños de su hermano encontraron un pequeño caserío, alertas por la cercanía de pobladores los vikingos se aprestaron al combate, aunque esa no era su idea, sólo deseaban hallar a Oloff, aunque sea una sólo una esperanza. Los desplazamientos bélicos de los rubios hombres no fueron necesarios porque el pequeño pueblito estaba habitado por muy poca gente y en su mayoría ancianos, niños y mujeres, quienes al verlos acercarse se refugiaron temerosos en sus moradas en medio de gritos y alaridos de pánico. El grupo armado al ver la reacción de la gente imaginó que habían sido atacados anteriormente, sin duda algo de eso había ocurrido. Debieron convencer a los pobladores que su idea no era hacerles daño, lo que les tomó un buen lapso, al cabo del cual lograron mantener un diálogo con un anciano, al parecer un patriarca de la tribu. Este anciano relató minuciosamente como las legiones romanas devastaron su poblado y todos los demás poblados camino a Llyn Din; ahora lo llaman Londinum –terminó el hombre con voz apagada; cientos y cientos de hombres pasaron por acá – agregó el decrépito personaje. Avisados ahora de la situación, los guerreros, muy cautos, decidieron hacer el camino mas largo pero mas seguro, los bosques. Una decisión divinamente acertada. Harald pensó en el riesgo que corrían sus amigos, los cristianos, como el los llamaba; y decidió apurar la marcha para poder alcanzarlos luego, no los iba a dejar indefensos ante tal situación. Cambió un poco su itinerario para evitar ser descubierto por algún grupo romano de reconocimiento o patrullaje, ya que las continuas luchas por recuperar la isla obligaban a los conquistadores a mantener cierta vigilancia de sus nuevas tierras, lo que los legionarios cumplían con recelo y responsabilidad ya que el procónsul Suetonio Paulino, al mando de todas las legiones era muy temido por su tiranía con quien no cumplía las órdenes al pie de la letra, quizás porque el emperador por esa época, Claudio, poseía igual carácter y severidad. Cuatro días tardaron en recorrer los aproximadamente ciento treinta kilómetros que separaban el lugar de desembarco con la actual ciudad de Londres, a paso firme y casi sin detenerse, como estaban acostumbrados, sólo unas horas por la noche eran destinadas al descanso, sobretodo en estas tierras donde la guerra era el clima predominante. Realmente se lamentaron no haber podido llegar con sus barcos ya que no tenían datos ciertos de la geografía de la isla, pero con las referencias que les dieron los asustados pobladores pudieron arribar sin problemas a la anhelada ciudad. La noche de la última etapa, situados en el medio de una espesa floresta, con apenas unas brasas en el fogón para no llamar la atención de posibles saqueadores o lo que es peor, de los legionarios que patrullaban constantemente los alrededores, los normandos, a pesar de contarse en un número apenas superior a cincuenta almas pero con un poder de combate que equivalía a doscientos hombres, y que con el bagaje de experiencia en cientos de batallas, se encontraban distendidos pero alertas a los sonidos del bosque; con la mitad de ellos de guardia y la otra mitad en situación de descanso, cuando un agudo chillido se oyó en la lejanía, muy parecido al quejido de un cerdo salvaje pero mucho mas potente y sensiblemente mas agudo, cosa que puso a los hombres con todos los sentidos en la cerrada noche, oscura y con una leve brisa que hamacaba suavemente las ramas y las hojas de los añosos árboles, sin luna era casi imposible divisar siquiera el contorno de las enormes figuras humanas que , como animales en la oscuridad levantaban sus cabezas y sus narices en busca de algún indicio que le aporte luz a la situación; se repitió el chillido que se hizo mas potente y supusieron también mas cercano, los hombres ya estaban todos de pie como esperando el desenlace irremediable de un hecho indescriptible, no sabían, lo suponían, lo presentían. El silencio se acentuó, nadie hablaba, esperando, indefinidamente parecía, pero no, un resplandor acompañado de un agradable son se acercaba desde el oeste, lentamente, a paso de hombre, primero suave, mas brillante luego, se situó a unos veinte metros de la primera línea de vigilancia, no se distinguían contornos ni figuras, era luz pura, infundía una sensación de paz y tranquilidad que colocó en un estado de estupor a los atónitos hombres, tranquilos esperaron… la apacible emisión se corporizó en la figura de un anciano de larga barba y cabello blanco, con ropaje del mismo color, muy delgado, de rostro cansado y mirada tranquila, la aparición se desplazó elevado a veinte centímetros del suelo, pasando a través de los guardias que observaban boquiabiertos, casi encantados, como lentamente se dirigía hacia Harald , quien se paró en posición defensiva, pero al acercarse y situarse frente a frente con el líder de los nórdicos guerreros, la luz dijo – No temas Harald , mi nombre es Merlín, he venido a ayudarte y a solicitarte que vayas en busca de José. Quién eres, qué eres, conoces a José ? - preguntó Harald. Mi cuerpo físico está lejos de aquí, pero debes apurarte, no tienes demasiado tiempo- sentenció el espectro. -Pero… dudó Harald- recién en ese instante se percató que la presencia delante de su cara era solamente energía, su primitivo cerebro no podía simplemente procesar lo que veía. -Debes confiar en mí- solicitó tranquilamente el Mago, y prosiguió -rumbo al oeste hay un pequeño lago poco profundo, a sus orillas se encuentran José, Juan y el viejo, ellos no saben que se encuentran en peligro, sólo tú los puedes ayudar, por favor sígueme, ayuda a tus amigos por el bien de la humanidad; te guiaré, debes hacerlo. -Cómo sabes tanto de ellos?- desconfió Harald. Debo encontrar a… -Oloff! -se adelantó el viejo. -Lo conoces?- Su rostro cambió de manera sorprendente y una sonrisa se dibujó en su cara, sus azules ojos estaban más grandes que nunca. -Fue un buen amigo, pero murió hace más de quince años, era un hombre muy valiente. Era un guerrero extraordinario, los romanos atacaron el poblado donde se había afincado, incluso había tomado esposa, quien le dio un hijo, Lars. Su rostro y sus ojos esta vez demostraron tristeza por la desaparición de su querido hermano, había sido su maestro, junto a su padre le enseñaron todo lo que sabía y podría necesitar en su vida, una lágrima contorneó su pómulo izquierdo, sólo una, nunca había llorado, ni siquiera con la muerte de su padre. Merlín lo miró a los ojos y con un ademán de su mano izquierda sacó de entre lo que parecían sus ropas, un colgante, me lo dio para ti - susurró el viejo, tu sobrino posee uno igual, el te encontrará; no debes ir hacia Londinum, te encontraría el Mal. El Mal?, preguntó Harald. -Es una larga historia que deberías conocer lo antes posible, date prisa, sígueme- aseguró el anciano. Sin dudarlo un instante mas, el jefe ordenó la rápida partida detrás de la aparición, raudamente los soldados se pusieron en marcha detrás de su líder, nadie emitió una palabra, fue un pacto silencioso entre todos los hombres, lo seguirían hasta la muerte sin vacilaciones. La fuente luminosa los guió por unos minutos, de pronto se detuvo, giró hacia ellos, les señaló el sendero y la dirección a seguir y desapareció. La columna prosiguió su camino por tres días, a paso firme casi sin detenerse. Estaban decididos en llegar a tiempo para ayudar a sus amigos, la distancia era similar desde el lugar de desembarco a Londinum, que desde dicha ciudad hasta el lago, aproximadamente unos ciento treinta kilómetros. Dicho lago estaba situado unos veinte kilómetros al sur de lo que hoy es la ciudad de Bristol, entre dicha urbe y la de Glastonbury. Esporádicamente la luminosidad se dejaba ver indicándoles el camino, de esa forma llegaron al bosque más espeso que habían visto jamás, de noche y con la acostumbrada brisa, aunque esta vez era más acentuada; entre el soto se dejó ver una luz que jugaba entre la maleza y las rama de los arbustos, pensaron en Merlín, pero al acercarse notaros tres figuras sentadas en derredor de una fogata, inconcientemente tranquilos, con la confianza de los hombres de fé, como si estuvieran solos en el mundo, departiendo; sigilosamente, los nórdicos se les acercaron por el oeste intentando sorprenderlos pero en ese instante el chasquido se oyó con más fuerza que nunca, y entre la fogata y los hombres que se acercaban, la luz, nuevamente la luz, pero esta vez con una luminosidad extrema que hasta cegó por un instante a los sorprendidos observadores, los vikingos que sabían de qué se trataba, se apartaron tranquilamente, en cambio los peregrinos se incorporaron dando saltos, dirigían sus miradas a la luz y luego a sus amigos recién llegados, no comprendían, no se imaginaban. El etéreo anciano se materializó completamente esta vez, mutando a un estado compacto, corpóreo, tangible, José lo observaba impaciente mientras Harald soltó una risotada que relajó el ambiente. Merlín caminó hacia José y lo miró a los ojos como había hecho anteriormente con el rubio personaje y le dijo – No temas José, estoy aquí para ayudarte, mira, y señalando a sus amigos prosiguió – te he traído apoyo, necesitaremos de todas las fuerza que podamos reunir para parar al mismo demonio. -Soy Merlín, un mago andariego y añoso con un cometido muy importante, tanto como el tuyo, diría que idéntico, debo evitar que los Sin Rostro te arrebaten el Grial antes que lo entierres en aquella colina, y señaló al lago. Pero allí solo hay agua, señor- soslayó José. Mientras el otro anciano, Roland, se acercó por detrás del mágico hombre y parado a su lado le murmuró – eres el hijo de Anna verdad? Sin girar ni mover su cabeza, Merlín le respondió – así es, Roland, aún eres Roland, verdad? por fin nos encontramos, luego de tantos años, por fin nos encontramos, es el punto final de este periplo, debemos prepararnos, el Mal se acerca. -Actuarás hoy…Roland?- preguntó Merlín, como escondiendo algo. -Por supuesto, haré todo lo que un viejo como yo podría hacer- agregó el anciano. Merlín rió. Sólo repitió - el mal está demasiado cerca. Al escuchar eso, el gordo Siggard puso su mano sobre la empuñadura de la tremenda espada que pendía de un costado de su cintura y exclamó- los romanos no podrán derrotarnos, tendrían que ser demasiados, y las patrullas son poco numerosas. Merlín miró al grandote y aclaró – No son los romanos quienes tratarán de impedirle a José que culmine su labor, en estos bosques existen criaturas, íncubos, seres malignos con los he luchado toda mi vida, pero en esta oportunidad el que se presentará es uno más poderoso, incluso más que yo; por primera vez se le notó un gesto de preocupación en el semblante, es… mi padre. Entiendo tu plan Merlín- aseguró Roland- tu magia y la fe inquebrantable de José bastarían para ponerle fin a ese demonio. -Y nosotros? - demandó Harald. -Ustedes deberán acabar con la horda de corruptos seres infernales que traerá consigo el demonio- ordenó Merlín. -Como haremos eso? - preguntó con preocupación Siggard. -Con nuestras espadas alcanzará? - hizo lo propio Harald. -Debería alcanzar para mantenerlos a raya mientras nosotros hacemos nuestro trabajo con el Señor del Mal, deben luchar con fe. Los hombres prepararon todo para la batalla final, mientras Merlín apartó a José para ponerlo al tanto de lo que sucedería, cómo debería proceder con el Cáliz y lo que debía hacer si tenían éxito. Lo que nadie conocía, ni Merlín, era el momento preciso del encuentro. Cuéntame sobre la colina - solicitó José. Cuando Él lo decida se elevará de entre las aguas de este lago una isla donde tu deberás enterrar el Grial. Una vez bajo tierra estará seguro hasta Su regreso, pero en ese preciso momento el Mal también se hará presente para arrebatarte la Copa, bajo ningún concepto deberás permitir que el demonio beba de ella, si lo hace el mundo tal como lo conocemos desaparecerá y todo será oscuridad y sufrimiento. Se sentaron en la orilla del espejo de agua a esperar el destino, al poco tiempo se les acercó Juan, y luego Roland junto a Harald. La conversación giró en torno a Jesús y su regreso, su retorno purificaría de una vez por todas a la humanidad, lo haría?. Cerca de medianoche, la luna logró vencer la resistencia de la compacta formación de nubes que gobernaba el firmamento, Merlín se puso de pie, así como José, los demás, aunque en silencio, permanecieron sentados algunos, en cuclillas otros; dirigieron su mirada hacia el centro del lago, la luna se tiñó de un rojo brillante, mas brillante, aún mas brillante, terminó por entonar hasta el aire, los hombres respiraban color, se sentían leves, notaron como del lado del bosque avanzaba una espesa negrura, detrás, una fantasmal formación de engendros demoníacos que perduraban escasos segundos sobre la tierra, efímeros instantes de existencia individual, pero el mal era el todo, la horda se regeneraba a medida que desaparecía, se movían como unidad, no les importaba su corta vida, renacerían si lograban su cometido, miles de años esperando resurgir, no lo dejarían pasar, no otra vez. El ciclo debía comenzar nuevamente y José poseía la herramienta para derrotarlos, se acercaban infatigablemente, Merlín gritó que corrieran hacia el agua, nadie dudó, lo siguieron todos, el Mal estaba a escasos metros de ellos, se internaron en las también rojas aguas, y corrieron. Tengan fe- vociferaba José. -Oh! Señor, se que estás aquí, pensó para si. En ese instante, el fondo del lago comenzó a elevarse, escurriendo el agua hacia las orillas y los hombres comenzaron a pisar en terreno seco que se empinaba cada vez más, en su centro una elevada colina emergió, desplazando el agua y dándole a José y los suyos la posibilidad de defenderse. Al girar para ver a las detestables criaturas advirtieron que el agua las cubría por completo, todo había acontecido en cuestión de segundos, que parecieron centurias, pero la pesadilla no había finalizado aún. Mientras los guerreros se organizaban para dar lucha al pie de la colina, José, su hijo, Merlín y Roland se dirigieron a la cima, cincuenta metros los separaba del mal, al mismo tiempo el agua descendía y las criaturas de la noche volvían a la carga, esta vez llegaron hacia la primera línea de defensa en segundos, los valientes vikingos arremetieron con valor y con las espadas en alto, pero los asquerosos enemigos propinaban certeros golpes con sus pegajosas manos, casi como garras arrancaban partes del cuerpo de los valientes luchadores, quienes al percatarse y querer asestarles una estocada desaparecían y se regeneraban en otro lugar, era imposible hacerles daño, esto ocurría porque el portal no estaba definitivamente abierto, si esa puerta era abierta en forma permanente el ejército de demonios llegaría a números inimaginables. Con el pozo terminado y con el Cáliz dentro de él, pensaron que todo había terminado, pero aún no estaba cubierto con tierra, faltaba un paso y fue aprovechado por el Mal, en forma simultánea desaparecieron todos los demonios menores, y con estruendo inimaginable por humanos, acompañado por un destello amarillento y un hedor penetrante, la figura del Mal se irguió ante los diezmados normandos, comenzó a abrirse paso entre ellos como si fueran niños, la abominable bestia acabó con casi todos y se paró frente a los Elegidos y con una voz grave, potente y sumamente clara les dijo – ahh, se unen para vencerme! - Su Dios no está para ayudarlos, ni su Mesías da la cara, he esperado más de dos mil años por este momento, no esperaré un segundo más, y se abalanzó hacia José en pos de la Copa. El viejo Roland cruzó su cuerpo por delante de la Bestia e impidió que pudiera asir al hombre, pero de un solo golpe arrojó al anciano a casi diez metros de distancia, se incorporó y volvió a la carga mientras Merlín realizaba un conjuro, de repente la espada que en un momento blandió su abuelo, el rey Sigmar, brilló en las manos de José, un hombre de alma pura y de fé verdadera era el indicado para detener al Mal en su peor expresión, Roland valientemente saltó por detrás del engendro maléfico y con su fuerza sobrehumana lo contuvo mientras José apenas podía elevar la espada sobre sus hombros, al tiempo que Juan, a escasos metros comenzó a tapar el pozo, esto sin duda amedrentó las fuerzas del Mal, y le permitió al de Arimatea asestarle un golpe similar al que aquel valiente y tenaz monarca le infringiera tantos años atrás, con Roland aturdido en el piso y Merlín casi sin fuerzas por el poderoso hechizo realizado, José y Juan quedaron solos frente al mismo demonio, Harald y Siggard agonizaban muy malheridos como tantos defensores del Bien, tendidos en el campo de batalla; los alaridos emitidos por la Bestia eran ensordecedores y aterrorizantes pero la mano de José volvió a levantarse y la Divina espada se incrusto del otro lado de la cabeza de la fiera maligna, el Pestilente cayó hacia adelante, gritando y maldiciendo pero confiado que como aquella vez en el bosque de Dyfed podría escabullirse hacia las entrañas del averno, trató con un horripilante chillido pero era tierra consagrada, el no podía manipularla, volvió a intentar, esta vez sonó agónico, odio e impotencia llenaban sus rojos ojos, sus pupilas amarillas casi naranjas, se dilataron como si el mismo señor de todos los demonios temiera morir, en un instante, su deforme cabeza tocó el suelo y no volvió a levantarla jamás, con ayuda de Juan el valiente mercader le incrusto la espada en el medio del pecho; Merlín con poco aliento les indicó que lo cubran con tierra de la Colina del Sol y que por el momento no retiren la espada, se irá sola balbuceó, volverá a esperar al futuro rey de estas tierras, un hombre de corazón puro y fuerte, yo me encargaré que eso realmente acontezca. Dicho esto, el sol asomó por detrás de la colina y la espada se desvaneció dejando en su lugar un pequeño manzano. Inesperadamente Harald aún respiraba, al igual que su inseparable amigo Siggard, atendieron a los pocos hombres con vida y luego el Mago indicó a los peregrinos que transplanten ese manzano en el lugar donde el Santo Grial permanecerá hasta que….. Al mediodía abandonaron la colina en dirección al sur, y José decidió organizar la Hermandad de Los Guardianes y erigir una abadía en Glastonbury para comenzar la evangelización de la isla, una perfecta excusa para no despegarse jamás de la Copa Capítulo Cuatro. El Robo. 2002 Stéfano era un conocido ladrón de obras de arte, había dejado su sello profesional por toda Europa y Asia, inclusive viajó en varias oportunidades a África, mas precisamente a Egipto, donde sacó del país varias reliquias, encargue de un magnate europeo, italiano, fanático de antigüedades y obras de arte; acostumbrado a comprar cualquier cosa que se pueda comprar, no aceptaba la posibilidad de no poseer algo que anhelaba, su poderío económico había sacado lo peor de él, su lema era : lo quiero , lo tengo! Alberto era el nombre del oscuro y acaudalado personaje, su residencia permanente se encontraba en la ciudad de Roma, cerca de las ruinas del Coliseo, construcción que adoraba permanentemente desde la ventana de su mansión, y que lamentaba no poder hacerlo parte de su colección, la cual sólo podía ser disfrutada por él, ya que en su mayoría se trataba de valiosos objetos substraídos de museos u otras colecciones particulares, y que indudablemente su enfermiza observación lo colmaba de gozo. Su vida social era perfecta, adinerado, con una bella esposa, para muchos la mujer ideal, alta rubia y elegante, quien, en su juventud incursionó por el modelaje de alta costura, carrera que abandonó por su familia; y tres adorables hijas también muy hermosas, todas profesionales. Eran muy comunes sus donaciones a entidades de bien público o a la Iglesia, cuyos miembros lo consideraban un benefactor imprescindible. Su exterior no se condecía con su interior vil y perverso, ni aún su agraciada compañera conocía al verdadero Alberto, ya que era hasta un perfecto marido. Obsesionado con la inmortalidad, el magnate de la construcción, recopiló datos de escritos religiosos y científicos donde se hablaba del tema, durante años compiló material, para que, llegado el momento tener la posibilidad de luchar contra la muerte en igualdad de condiciones, cualquier dato era bueno para el, por mas inverosímil que parezca. Dentro de su muy personal colección, un antiguo escrito que describía el sitio exacto de la ubicación del Santo Grial, el cual según la leyenda popular era fuente de vida eterna, era su consulta preferida y su artículo mimado, inclusive había mandado a hacer un minucioso exámen para datar el documento, y tratar de darle cierto rigor científico, por supuesto todo dentro del mas absoluto secreto, ya que había sido obtenido por medios ilícitos. Los resultados fueron auspiciosos para sus proyectos, el manuscrito era indudablemente del segundo siglo después de Cristo, gracias a la precisión del método del Carbono catorce y poseía un raro sello con una copa en el centro y dos espadas su lado en clara señal de custodia o guarda que no se podía observar a simple vista y que fue revelado durante una exposición a los rayos X, lo que lo indujo a pensar que podría ser la llave de algo grandioso. Qué método habían utilizado para plasmar el sello? Nota del Autor: El carbono catorce es un isótopo radiactivo del carbono y está presente en los organismos vivos, se utiliza para datar los restos orgánicos menores a sesenta mil años, calculando la proporción de C catorce que aún queda en sus tejidos ya que este se degrada al término de cinco mil setecientos treinta años, es la técnica más usada y más confiable. La edad así conocida se expresa en años BP (Before Present). Inmediatamente luego de recibir la buena noticia sobre su preciado objeto de colección, el inescrupuloso pero generoso, para el observador, señor de la finanzas internacionales, levantó el teléfono blanco de su oficina y se contactó con Stéfano, quien se encontraba trabajando en la Costa Azul, mas precisamente en la ciudad de Niza, efectuando la inteligencia de su próximo golpe, su víctima era un coleccionista de joyas, quien había adquirido poco tiempo atrás uno de los diamantes mas grandes del mundo. El ladrón, un hombre joven de no más de treinta años, no poseía antecedentes policiales, ya que , al pertenecer a una familia aristocrática de Roma su estilo de vida pasaba desapercibido, pero además ostentaba un cargo gerencial en la empresa de su padre, a la que no asistía cotidianamente pero que servía como escudo impositivo. En cambio, su hermano gemelo Franco; era una persona comprometida con el trabajo y todo lo referente a su familia, a punto de casarse con su novia de toda la vida, con quien hasta hubo de compartir viajes por América del Sur y África, en misiones humanitarias; le reclamaba permanentemente sobre la falta de madurez de sus acciones y comportamiento, y era siempre el comienzo de una discusión y cuyo final siempre coincidía, los hermanos dejaban de hablarse durante un mes a lo sumo, luego de lo cual, Franco comenzaba las tratativas para el reencuentro arribando en todos los casos a una fiesta familiar para celebrar la unión de los hermanos, en verdad nadie suponía siquiera la doble vida de Stéfano. Luego de cortar la comunicación con Alberto, interrumpió su trabajo en Francia y regresó inmediatamente a Italia, a su casa paterna, recordando justamente que la última pelea con su hermano había acaecido casi un mes atrás, pensó en llamarlo pero desistió sabiendo que su hermano lo haría apenas se entere de su retorno. La casa estaba prácticamente vacía, sólo se encontraba el personal de servicio, pensó en ir a su departamento pero decidió quedarse hasta el otro día cuado la mucama le informó que sus padres volverían al día siguiente de un corto viaje a la isla de Cerdeña, donde habían ido acompañados de su hijo Franco y la prometida de éste, la agraciada Verónica, una jóven que recién comenzaba a realizar los primeros trabajos en su profesión, luego de que se graduara con honores en la Universidad de Padua, en la carrera de arqueología Medieval. Esa misma noche concurrió presuroso a la residencia de Alberto, además de la mano ejecutora, Stéfano también participaba de los maquiavélicos planes del retorcido millonario, aportando ideas sustanciosas en todo lo que a delito se refiere, su larga carrera en pos de lo ajeno le brindaba cierta autoridad que el cincuentón reconocía. Todo nació a partir de los castigos y premios que sus padres utilizaban para la educación de los mellizos, obviamente la mayoría de los premios era para Franco, así que, casi siempre castigado; si bien no sentía rencor por su hermano, sino un profundo amor y respeto, Stéfano comenzó a sustraer los regalos que su “fratello” recibía como reconocimiento a su buen comportamiento. Nunca fue descubierto, escondía y acumulaba los presentes en su lugar secreto del espacioso sótano de la casa, lugar poco concurrido ya que no era usado como despensa hacía ya muchos años, con el advenimiento de las comodidades modernas quedó en desuso y su destino fue de depósito de infinidad de trastos sin sentido que sólo ocupaban espacio. Pero era Su lugar, era perfecto, y desde allí pergeñaba su próximo arrebato; dejó de preocuparse por ganarse los premios, le satisfacía más conseguirlos de otra forma. Al crecer y llegar a la adolescencia comenzó inclusive a sustraer objetos que constituían parte de la casa, tales como adornos que pasaban desapercibidos a la vista, llegando incluso a venderlos para financiar alguna noche de juerga con sus amigos, ese comportamiento fue creciendo y perfeccionándose hasta que el mismo Alberto, conocido de sus padres, lo invitó junto a su hermano a su casa de verano sobre el mar tirreno, en Puerto San Stéfano en la Isla de Giglio, poco mas de diez años atrás. Durante los dos meses que convivieron, Stéfano se mostró tal como era, lo mismo hizo el fanático hombre de negocios, Franco se mantuvo a un lado de la relación sin darse cuenta de la oscura complicidad que vendría. Estrecharon lazos de amistad y colaboración que perduraría por años, el joven se hizo hombre y a instancias de su tío Alberto, comenzó con una seguidilla de robos menores pero que demostraron una capacidad innata en la profesión, todo lo demás, asesoramiento legal y financiero fue obra del equipo técnico del acaudalado “signore”. Sentado cómodamente en los confortables sillones del living de la casa de su mentor, con un vaso de escocés en su mano izquierda (el joven era zurdo) y un cigarrillo de tabaco negro en la otra miró fijamente a su amigo y espetó: - Dime Alberto, para qué necesitas esos trapos viejos? -Sabes perfectamente que no se trata de trapos viejos, son parte muy necesaria para mi plan- contestó con voz socarrona. -Entonces cuéntame tu plan de una vez y dejémonos de misterio.- aclaró el muchacho malhumorado. - Está bien, tu ganas, reconoció el hombre, y prosiguió- te lo diré directamente; el Santo Sudario que se encuentra en la Catedral de Turín y el que se halla en la de Oviedo, España contienen pistas que necesito para comparar con la sangre del Santo Grial que según un documento confiable que tengo en mi poder podríamos encontrar en Inglaterra. -Por favor, Alberto, no creerás eso de La Santa Copa y su leyenda sobre la inmortalidad?- preguntó burlonamente el joven, con una sonrisa en la cara y un gesto de su entrecejo muy particular. - Tu escepticismo y desconfianza me enervan, porqué actúas de esta forma, siempre aceptaste mis planes sin discutir. - Es cierto, cuando las ideas tienen un asidero terrenal, si. Pero esto es demasiado, no puedo consentirlo, perderás tiempo y dinero en el desarrollo de algo que no te dará ningún resultado; o peor aún, “perderemos” dinero y eso para mi es demasiado. No lo haré- sentenció Stéfano en tono airado. -Mi querido amigo, comenzó Alberto en forma más amable, queriendo bajar el tono de la conversación, este trabajo representa todo para mi y mis anhelos de toda la vida, es una oportunidad única para lograr lo imposible, si me amas, debes comprenderme, por favor ayúdame- suplicó el dolido hombre -No es sólo dinero, finalizó Al, como lo llamaba cariñosamente su amigo. En ese instante ingresa a la sala la hija mayor del anfitrión con una sonrisa exultante que realzaba aún más su tremenda belleza -Vas a ser abuelo!!-gritó la muchacha desde el lado opuesto de la habitación, la única de las hijas que estaba casada, muy bien casada se podría decir, con un constructor de barcos griego, que habían conocido en uno de sus viajes a las islas, como ellos llamaban al archipiélago del Egeo, en Grecia. El hombre se incorporó y avanzó hacia su hija emocionado, la abrazó y besó, parecía mentira que su pequeña Vanessa fuera madre. Se sintió más viejo aún. El muchacho también se puso de pie y saludó con un efusivo abrazo a su amiga, casi hermana decían ellos; pero por encima del hombro observaba fijamente al flamante abuelo con una mirada celosa, el futuro “nono” no sabía si era por su hija, por su nieto o simplemente porque no le cuadraba el trabajo del cual estaban dialogando. Esa noche cenaron en familia, con el invitado por supuesto sentado en un lugar preferencial, a un lado del jefe de la casa; no se debía a que era el hijo que no tuvo, tenía otros motivos. El joven amigo se marchó tarde, casi de madrugada, el coloquio fue sumamente interesante, el tema central fue la vida, y por ende la muerte, son cosas que no se pueden separar comentaban todos; pero muy íntimamente Al tenía la esperanza de echar por tierra esa afirmación indiscutible, pensó en Stéfano, y sonrió. Al otro día, cerca del mediodía, Franco y sus padres llegaban a la residencia, cansados por la travesía y la demora en el vuelo hacia el continente. -Tres horas de atraso para un vuelo de cincuenta minutos, que clase de país es éste- sentenció indignado el recio Carlo. Al ingresar a la casa encontraron a su hijo desayunando, todavía sin vestirse y totalmente despeinado, cosa que el padre vio con sumo desagrado, pero era una realidad que se repetía a diario cuando su hijo se encontraba en casa, -es un caso perdido afirmó el padre-; los nervios acumulados del viaje y este cuadro inesperado lograron que el cruce de palabras sea más fuerte de lo normal y termine aún peor, a pesar que el muchacho explicó los motivos del festejo, no alcanzó para calmar la ira de su padre. Stéfano se fue de la casa veinte minutos después sin decir una sola palabra. Con la única persona que me siento pleno es con vos- afirmó con una leve sonrisa el muchacho, a pesar de tus locos planes, sabes como tratar a la gente; con el Coliseo de testigo, observando desde el fondo, el muchacho depositó sus labios en los de Al, éste se estremeció por un segundo y dudó en tomarlo entre sus brazos y sólo contenerlo. Estas escenas confundían a Alberto, el amaba a su esposa y a sus hijas, si lograba la inmortalidad, debería tener a alguien con el para siempre, para compartir su eternidad, sería Nicole, su señora?, sus hijas?, alguna de ellas?, o Stéfano?, o todos quizás. Quizás estuviera más loco de lo que creía. Creía que su locura hasta este punto era normal, como la de todos. Todos estamos un poco locos. Locos de envidia, de celos, de odios, de desesperanza, incluso de amor, el mundo está loco. Dios está loco?. Está Dios?. Supuso que esas cuestiones no tendrían respuesta nunca, pero nunca imaginó lo que su locura desencadenaría. Estos pensamientos apenas duraron segundos en su cabeza, rápidamente volvió a su plan y a pedirle a su compañero que realice el trabajo, las reliquias deberían ser hurtadas simultáneamente, a la misma hora, no había que dar lugar a que nadie reaccione, el Manto sagrado de la catedral de Turín sería la prioridad, era la mejor oportunidad ya que sería llevado a un laboratorio para un estudio más minucioso que los anteriores, pensó que quizás podría efectuar la sustracción luego del análisis para usufructuar los resultados ya que el lugar donde se realizarían poseía la más moderna aparatología y el equipo de técnicos más capacitados en estas artes. El joven asintió con la cabeza, resignado al carácter de Al, aceptó el desafío. Cuatro días y sus noches les tomó la concepción de un minucioso y exacto plan, mientras un equipo vigilaba celosamente el laboratorio, dos grupos extras hacían lo mismo en la Catedral de Oviedo y en la Catedral de Turín para evitar cualquier imprevisto o cambio de planes sorpresivos. Si bien las medidas de seguridad existían, no serían suficientes para evitar el desarrollo de los acontecimientos tal y como habían sido ideados. Stéfano se encargaría del manto de Oviedo, debería viajar a España dos días antes del golpe y contactarse con su gente que lo esperaba con todos los datos requeridos para que nada falle. Adriano y su grupo trabajarían en Turín, eran viejos conocidos y habían llevado a cabo muchas tareas juntos, siempre dentro de un marco de profesionalismo y confianza. El día se acercaba, y como siempre ocurría los nervios e inseguridades aparecían, a pesar de los años de profesión esas sensaciones que colmaron su espíritu en el primer trabajo regresaban, quizás era por eso que no abandonaba este “metier”, siempre había tenido éxito, y sus logros fueron reconocidos por profesionales famosos, aunque su identidad permanecía en el anonimato. Sábado 20 de abril de 2002. A las veintidós horas el equipo estaba preparado en la pequeña casa que dos meses atrás había rentado la avanzada del grupo en las afueras de la ciudad española de Oviedo, a pocos kilómetros de la Catedral, una llamada por teléfono para coordinar el horario con Adriano bastó para comenzar la cuenta regresiva. El equipo estaba compuesto de cuatro personas, sumamente experimentadas, no podían darse el gusto de fallar, debieron invertir en gente preparada. El ingreso a la Cámara Santa o de San Miguel se haría por los techos, la parte más vulnerable era la pequeña celosía de madera con una cruz griega tallada, que daba hacia el antiguo cementerio, al que se podía ingresar muy fácilmente. Con el sofisticado equipo para escalar con que contaban los perpetradores les resultó muy sencillo el acceso a la altura de los techos. Desde ese cómodo lugar sin posibles custodios tenían alrededor de una hora hasta que los guardias ingresaran a la Cámara Santa en inspección de rutina, a las alarmas las anularían con una fuerte emisión electromagnética dirigida hacia la central dentro del recinto; se trataba de una central secundaria e independiente funcionalmente. Colgado con sendos arneses, Stéfano fue el encargado de llegar a la pequeña abertura y con ayuda de un mini taladro perforar un pequeño agujero por el cual hizo ingresar el emisor del generador de pulsos, el cual era direccional, en tres segundos el sistema de protección de la Cámara se encontraba anulado, en ese momento se descolgó el segundo hombre y su extremadamente pesada mochila, éste era el portador de un poderoso láser que en cuestión de segundos franqueó el paso a través de la ventana. Lo sofisticado del equipo utilizado y el profesionalismo de los perpetradores, sin errores, en silencio total dieron como resultado un golpe perfecto. Los dos primeros malhechores ingresaron raudamente y quedaron de pie sin moverse a la espera de los demás quienes rápidamente hicieron lo propio. Una vez dentro del recinto consagrado a San Miguel, se movieron casi sin pensar, todo estaba meticulosamente planeado, luego de abrir las rejas que lo separaban de los tesoros, Stéfano se dirigió hacia el altar debajo del ábside donde se encontraba un relicario, conteniendo la Cruz de los Ángeles, una cruz griega de madera de cerezo cubierta en oro y con piedras semipreciosas engarzadas, ágatas, granate, cristal de roca, de incalculable valor económico e histórico, y que en la parte superior de su reverso tenía la siguiente inscripción: “Permanezca esto gratamente acogido en honor de Dios. Alfonso, humilde esclavo de Cristo, lo ofrece. Con este signo se protege al piadoso, con este signo se vence al enemigo. Quien se atreviere a arrebatarme, excepto donde mi libre voluntad me dejare, sea muerto por el rayo divino. Esta obra fue acabada en la era ochocientos cuarenta y seis”. Alfonso II donó la cruz a la catedral de Oviedo en el año ochocientos ocho, la diferencia en la fecha radica en que por aquella época los sistemas calendarios no eran los mismos. A través del paño de vidrio del relicario con la cruz, se podía observar otro conteniendo el objeto por el que se urdió el plan, El Santo Sudario. Mientras Stéfano y Ángel cortaban el cristal para extraer la reliquia, Andreas y Mario, así se llamaban los otros secuaces, preparaban el escape; el tiempo desde la irrupción en el recinto hasta el momento del escape no debería ser mayor a una hora, lapso estudiado y comparado con interminables noches de estudio en los movimientos de los encargados de la vigilancia, pero todo fue mucho más rápido. Además del Manto y de la Cruz, tomaron El Arca Santa y La Caja de las Ágatas, elementos valiosísimos y muy caros al sentimiento cristiano. Nota del Autor: El Arca Santa de Oviedo proviene de una antigua Arca de cedro, que contenía, en Jerusalén, las reliquias que pertenecieron a Jesús y a María, su madre. Cuando los persas en el año seiscientos catorce invadieron Palestina, los cristianos pusieron a salvo el Arca Santa, con el Santo Sudario y otras reliquias, enviándola a Alejandría a través del presbítero Filipo. Posteriormente el Arca llega a España entrando por Cartagena, donde el Obispo de Écija, San Fulgencio, dispuso de ella enviándola a su superior, el Obispo de Sevilla, San Leandro. Luego que San Isidoro fuera nombrado Obispo de Toledo, logró llevar el Arca a ese lugar consigo; en la primera mitad del siglo VIII, un nuevo Arca, de roble, sustituyó al antiguo Arca Santa. Empujado ahora por la invasión musulmana, fue trasladado hacia Oviedo entre el año ochocientos doce y ochocientos cuarenta y dos, lugar en el que se custodia desde entonces. Con motivo de la visita del rey Alfonso VI a Oviedo, se procedió a la apertura del Arca y a inventariar los distintos objetos guardados en ella. Como homenaje a su contenido, se la recubrió de plata en el año un mil ciento trece. De ella existe un dicho `popular que dice que lo que contiene es tan esplendoroso que al abrirla, su luminosidad podría dejar ciego a quien se atreva a hacerlo. Una leyenda cuenta que Santa Verónica limpió la sangre de Cristo con el Manto que luego fue guardado en el Arca. Por otro lado se cuenta que cuando Pedro ingresó a la tumba vacía dejada por el Maestro encontró la Sábana Sagrada y un paño de ochenta y tres por cincuenta y tres centímetros que cubría su cabeza; aparentemente cuando el rostro de los ajusticiados se encontraba deformado era un deber cubrírselos inmediatamente. La Sábana, de lino, tiene un largo de cuatro metros y cuarenta centímetros y un ancho de un metro y diez centímetros, exactamente ocho por dos cúbits, una antigua medida de longitud usada en Israel, y fue adquirida por el mismo José de Arimatea, para cubrir el cuerpo de su Maestro y Amigo. Por lo tanto, por estos días ambos Sudarios son reconocidos por los cristianos y la Iglesia Católica. Quizás la reliquia que más llamó la atención de los ladrones fue la Caja de las Ágatas, probablemente por el recubrimiento en oro y las piedras engarzadas. Se trata de una caja de madera de peral rectangular y tapa de forma de tronco de pirámide. Sus dimensiones son cuarenta y dos por veintisiete y medio por veinte y medio centímetros. La madera de la caja está recubierta de láminas de oro que forman arcos desiguales en dónde van engastadas las ágatas y cabujones en los que se insertan las piedras. En la parte de la tapa en que se corta la pirámide, existe una placa con una cruz labrada y tres grandes piedras, se cree que esta placa proviene de un relicario anterior. La basa de la caja está fabricada de plata maciza, labrada con una cruz gemada con el tetramorfos (el ángel San Mateo, el león San Marcos, el buey San Lucas y el águila San Juan). En torno a este relieve se dispone la inscripción de la dación de la caja. ESTO QUE OFRECIERON LOS SIERVOS DE CRISTO FROILA Y NUNILO, LLAMADA SCEMENA, PERMANEZCA ACOGIDO CON GOZO EN HONOR DE DIOS. ESTA OBRA FUE ACABADA Y CONCEDIDA A SAN SALVADOR DE OVIEDO. QUIEN SE ATREVIERE A ARREBATAR ESTOS DONES NUESTROS, SEA MUERTO POR EL RAYO DIVINO. FUE ELABORADO EN LA ERA 948. Fruela II (ochocientos setenta y cinco-novecientos veinticinco) y Nunilo, reyes de Asturias y León. Nuevamente tenemos en esta fecha un desfasaje de treinta y ocho años debido a la utilización de un calendario distinto. Nótese que las inscripciones contenían castigos divinos para evitar los robos. Mientras, en el laboratorio de Turín, Adriano se encontraba ya dentro del edificio a metros de La Sábana Santa, estaba separado únicamente por una puerta con código de seguridad magnético, que era independiente del sistema de alarmas, con un equipo similar al de sus compañeros en Oviedo, con un pulso electromagnético de gran poder la puerta corrediza se desplazó y dejó a merced de los intrusos todo el laboratorio de alta tecnología con la reliquia a disposición dentro una cámara de vidrio al vacío, como si fuera un relicario, vaya paradoja. Bastó nomás accionar el control que abría el artilugio y tomar con sumo cuidado el Manto, colocarlo dentro de la bolsa preparada para el traslado y emprender la huida, todo bajo la más estricta asepsia. Cuando el equipo estuvo en el vehículo dispuesto para el escape (habían arribado al lugar en una camioneta con caja), un furgón cerrado, a la hora establecida sonó el teléfono, era Stéfano desde Oviedo comunicándole el éxito de la operación y solicitando datos de los resultados en Turín, como la respuesta fue satisfactoria cortó inmediatamente. Una nueva historia comenzaba. Domingo 21 de abril. Los periódicos no mostraban las sustracciones, ni en España ni en Italia. Al supuso que esto ocurriría, conocía perfectamente a la Iglesia Católica y su forma de actuar, incluso tenía acceso al Papa, Juan Pablo II, compartían sus gustos en lo que a obras de arte se refería y era muy común que visite a Karol, como el llamaba al Sumo Pontífice quien por supuesto, desconocía totalmente el cinismo enfermizo de Alberto, pero tantos años de compartir experiencias, historias e incluso doctrinas llevaron al querido Papa a confiar demasiado en el; esa relación que era conocida por toda la Corte Papal le daba también la posibilidad de dialogar y urdir con otros personajes allegados al Santo Padre, religiosos poderosos ellos, con oscuras intenciones análogas a las del maléfico personaje millonario. Los grupos que habían realizado los golpes coincidieron en la casa de verano del magnate, en puerto San Stéfano, una semana después del robo, en ese momento se dio por terminado y cumplido perfectamente el maquiavélico plan, poseía una fuente de conocimiento incomparable, los estudios previos coincidían en que las manchas de sangre en los paños era de tipo AB, pero algunos investigadores echaban por tierra esas afirmaciones negando que dichas marcas fueran específicamente de sangre humana. Decidió entonces que las investigaciones previas no contarían en el desarrollo de los acontecimientos por lo que necesitaba conocer como primera medida si ambos lienzos poseían marcas con el mismo ADN. Sólo ese estudio podría probar que un mismo hombre dejó impregnadas las telas con su icor. Deberían asegurarse que las escasas muestras arrojen resultados valederos, para eso el ricachón contaba con un equipo de genetistas, liderados por el más reconocido de los profesionales del ámbito, conocido también por la falta total de ética y moral, pero hasta ahora contenido dentro de los cánones normales. Fréderik Holmes era el nombre de dicho profesional, quien dedicó toda su vida como investigador a la genética y a perfeccionar procedimientos originales, la realidad era que nadie poseía los conocimientos que el detentaba. Nacido en Londres, contaba con exactos cincuenta años y el vínculo con Alberto nació admirando La Mona Lisa en el Museo del Louvre, en Paris, casi veinte años atrás, poco cuesta darse cuenta que la relación floreció en base a codicia compartida, uno por lauros profesionales y el otro por inmortalidad, con lo que podría conseguir un imperio como el logrado por los romanos, de quienes ya se sabe, era ferviente admirador. Ni uno ni otro tenía la idea de lo que juntos estaban gestando, ahora tendrían la posibilidad de demostrar lo capaces que eran. Y también de darle a la raza humana la posibilidad de redimirse. Los análisis demorarían dos meses, lo que le daba al desalmado Alberto la posibilidad de ir al encuentro del supuesto Cáliz, pero el quería asegurarse que los mantos eran verdaderos y compartían sus secretos. En su más íntimas convicciones no estaba tan seguro que la historia fuera real, era demasiado bueno y fácil para el; llegó a imaginarse en un nuevo Coliseo, sentado en un trono de oro, bebiendo del Cáliz Sagrado saboreando sangre de dioses, como la humanidad toda viene haciendo desde el principio de los tiempos. Exabrupto del Autor: Sin dudarlo un segundo, puedo afirmar que era el espejo del mundo, acumular poder, riquezas, dejando de lado la honestidad, dejando atrás a los desvalidos y a los niños, los niños del mundo que son las víctimas de un sistema basado únicamente en lo que uno posee, pero no en los valores, sino en lo material. Un mundo que basa sus reglas y adecua sus derechos a los intereses de grandes compañías, un mundo que permite que miles y miles de personas mueran de hambre mientras otras no saben en qué gastar su fortuna. Un mundo donde lo que no puedes lograr con trabajo lo tomas a la fuerza y con violencia, donde países poderosos suministran armamento a pobres países con el único objeto de generar ganancias, donde la palabra de Dios se utiliza para generar conflictos bélicos y arrasar países completos, donde grandes potencias económicas y bélicas utilizan su poderío para subyugar a muchas naciones e incluso continentes. Países, estado, stablishment, consumo, producción, mercado, ecosistema en peligro, guerra, pocas palabras que encierran la decadencia de un mundo en el cual vivimos sin detenernos a pensar qué queremos para nuestros hijos, o qué posibilidades de mejorar podemos generar. Podremos redimirnos?. Estoy seguro que si tuviéramos la oportunidad nuevamente la dejaríamos pasar. Pero no se trata de religión ni de iglesias, somos nosotros los que dejamos de respetarnos. Nosotros somos nuestra propia Iglesia. Capítulo Cinco El designio. 2003. Franco, además de un exitoso empresario era un eximio pintor, con muchas cualidades naturales y un vasto bagaje de conocimientos técnicos ganados con esfuerzo y estudio a través de años de dedicación. Fue, quien en un primer momento llamó la atención de Alberto por sus dotes artísticas, pero poco tiempo después su hermano Stéfano requirió sus favores de otra manera. Casado ya con su prometida y novia eterna, Verónica, había sido invitado a exponer en una muestra especial de jóvenes promesas de la pintura en Londres para los primeros días de febrero de dos mil tres ya que fue observado en Roma en lo que había sido su primera exposición en una sala importante unos seis meses atrás por un conocido experto en arte que poseía una galería en el centro de la capital inglesa. Entusiasmado por la oportunidad, le comentó a su esposa e invitó a asistir junto a el a dicho evento. - Es una suerte que Sir Douglas haya presenciado aquella muestra- aseguró Franco. - Si mi amor, pero no me siento bien estos últimos días, estoy cansada y no he podido dormir bien- respondió su bella esposa. - Es una lástima que no asistas, deberías ver a un médico, incluso esperaré el diagnóstico y luego me iré- aclaró preocupado el muchacho. -No es nada grave, sólo necesito descansar- expresó disimulando un dolor punzante en la zona abdominal inferior. - Está bien, aún faltan tres días para la fecha, mañana te acompañaré al médico y veremos- sentenció el joven. Esa misma noche un grito de dolor despertó a Franco, Verónica estaba sentada en la cama con su camisón totalmente ensangrentado y tomándose con ambas manos su vientre, el hombre notó que la sangre provenía de la vagina de la asustada mujer, sin perder un segundo llamó a emergencias. Diez minutos bastaron para que la ambulancia llegara al domicilio de la desdichada pareja. Subieron a Verónica al vehículo y raudamente se dirigieron a la clínica en que la flamante esposa se atendía rutinariamente, la Clínica Del Sol. Estabilizada y sin hemorragia la chica dormía mientras su marido trataba de obtener información que le aclare la situación, el ginecólogo que había examinado a la paciente era un viejo amigo del padre de Verónica y la conocía de muy pequeña. Luego de dos horas de espera, el doctor Enzo Cardinale, le trajo la inesperada noticia. - Querido Franco, comenzó el galeno, mirando al hombre a los ojos y con sus manos juntas en posición de rezo, lo que mi chiquita padece es un tumor en el ovario derecho, fue lo que provocó la hemorragia, no es común tanta sangre, tampoco es normal que un tumor de estas características aparezca a esta temprana edad, pero no te alarmes, tendremos los resultados de la biopsia y ampliaremos la detección ecográfica para asegurarnos que haya tomado únicamente ese órgano. Por lo pronto te aseguro que es totalmente operable y que en estos casos el resultado es altamente beneficioso. - Es tan joven, Enzo, esto es una pesadilla- sollozó apesadumbrado el muchacho, y comenzó a llorar. - Por eso te digo, se fuerte y si eres creyente, reza para que todo esto termine bien, como yo creo que será. El médico de perdió entre la araña de pasillos del moderno edificio habiéndole prometido que lo mantendría al tanto de la evolución. Durante toda la tarde e incluso parte de la noche llevaron y trajeron a Verónica en pos de finalizar los estudios pertinentes y arribar al diagnóstico más correcto posible para utilizar el tratamiento más eficaz. La pérdida de sangre evidenció el problema y permitió que haya sido tomado a tiempo antes de la ramificación, eso es lo que el resultado arrojó, y así se lo comunicó Enzo a Franco cerca del mediodía del día siguiente. Luego, sin hacer ruido y lentamente el marido ingresó a la habitación donde su mujer descansaba, la miró mientras dormía por alrededor de cinco minutos, pensando en lo que sería su vida juntos, y también en lo que podría no ser. En ese momento la chica abrió los ojos y esbozó una sonrisa que recordó a Franco el retrato de La Gioconda, mezcla de dolor y felicidad, o gratitud y resignación; quien sabe, pero esto ocurría ahora y era su mujer la protagonista, deseó que fuera felicidad. Prometió inmortalizar ese rostro. La charla con su esposa fue corta pero alcanzó para explicarle la dolencia en forma clara y concreta, la pálida chica aceptó la realidad y le señaló que estaba en manos seguras, su médico, su amor y Dios. Sin embargo un débil sollozo emitió cuando le comentó la posibilidad de no poder tener hijos; ella asintió y le dio que estaba cansada y quería dormir, aún estaba sedada. La decisión del equipo de profesionales fue la extirpación inmediata del tumor que había resultado maligno, una verdadera paradoja, algo maligno en esas entrañas destinadas únicamente al amor. Esa noche convencieron a Franco para que vaya a su casa, descanse un poco y se alimente, el asintió, estaba realmente exhausto y con su cerebro embotado por la falta de sueño; bajó por las escaleras, no se percató del ascensor, con paso cansino se dirigió hacia la esquina de la clínica y con un brazo levantado llamó la atención del chofer de un taxi que estaba estacionado en la mano opuesta. Pensó en su esposa todo el viaje hasta su domicilio, no era lejos, pero los pensamientos y sensaciones se sucedían como si hubiera recorrido mil kilómetros, casi al llegar su mente despertó del letargo momentáneo y decidió plasmar el rostro de Verónica, con esa sonrisa tan peculiar, pero no en la cama estando enferma, sino en un jardín florido, con un radiante sol y mucho verde, quiso crear algo lleno de vida y que transmita esa sensación, vida, esperanza, plenitud y también un eterno amor. Bajó del auto casi corriendo decidido a comenzar y terminar esa visión que tan nítida inundaba su imaginación, colmaba su cerebro, fue como una dosis de adrenalina que lo impulsó a crear. Pintó toda la noche hasta casi llegado el mediodía como si estuviera encantado, sentía que su mano era guiada por ángeles. El cuadro era bello, realmente emanaba luz y paz interior; una colina en un verde prado, un gran manzano con rojas frutas de sana piel, flores con brillantes colores y el rostro de su amada esfumado entre el cielo y la tierra. Una verdadera maravilla para los ojos y el alma. Eufórico, salió de su casa rumbo a la clínica para mostrarle la obra a su esposa, quien cuando abrió los ojos y vio la pintura comenzó a llorar de la emoción y con una agitada respiración le imploró que asista a la muestra en Londres. El confundido pintor había olvidado el compromiso, inmediatamente llamó a su hermano y le solicitó que compre un pasaje de avión a Londres en el primer vuelo que consiga. Así lo hizo. Pudo conciliar el sueño en el viaje. Cuando arribó al Aeropuerto Internacional Heathrow lo estaban esperando con un cartel que rezaba: Mr. Franco Crovatto. Cinco minutos después estaba rumbo al Forty one Buckingham Palace Road hotel, lujoso, de cinco estrellas, muy exclusivo, apropiado para un evento tan importante como el que se llevaría a cabo al otro día, con expositores de toda Europa e inclusive un artista plástico argentino de veinticinco años, que había causado sensación en España y Francia el año anterior. Instalado en las cómodas habitaciones, solicitó línea externa para comunicarse con su esposa que aún no había sido intervenida quirúrgicamente, ésta se encontraba de muy buen humor y se la oía despierta y tranquila, habían desaparecido el nerviosismo y la desazón de los días anteriores; dialogaron por casi media hora y Franco debe haberle repetido cien veces que la amaba con todo su corazón, del otro lado de la línea, Verónica secaba sus mejillas con la blanca sábana de su cama, y escuchaba atentamente al amor de su vida. Al otro día, muy temprano, el sistema del hotel lo despertó con dos zumbidos del teléfono, como a todos los participantes de la muestra internacional. Tuve suerte - pensó Franco- luego de comprobar que por fin había logrado conciliar el sueño por casi ocho horas, tranquilamente se dirigió al baño y tomó una reconfortante ducha que le permitió recobrar un gran porcentaje de la lucidez que había perdido. Mientras secaba su atlético cuerpo con una gruesa toalla roja, sonó el teléfono, era Stéfano, su hermano gemelo, comunicándole que la operación había finalizado con éxito y que se encontraba en la clínica con su inseparable amigo Al, quien se mostró sumamente interesado en la salud de Verónica. Franco estaba realmente feliz por los resultados obtenidos en la cirugía, le agradeció a su hermano y al amigo en común por el gesto y colgó. Con el viaje y las vueltas confundió los horarios de la intervención, la llamada le devolvió el resto de lucidez que aún poseía en algún recóndito hato de neuronas. Elegantemente vestido y con una sonrisa que daría envidia a más de un galán de cine, salió de su habitación veinticinco rumbo a la galería de Sir Douglas junto a varios de los expositores con quienes entabló rápidamente una relación de camaradería y complicidad, sobretodo con el joven argentino, quien era oriundo de la ciudad de Santa Fe y que como poseía ascendencia italiana conocía el idioma, aunque vagamente, les permitía comunicarse mejor que con los demás. El ingreso al edificio donde se realizaba la muestra era realmente impresionante, fastuoso y elegante, un estilo único, una pequeña fortuna bien invertida y distribuida, hasta la gente encargada de la recepción de la entrada encajaba perfectamente con el decorado, la sala de muestra en sí era majestuosa, todos los participantes poseían un pequeño hall con su nombre y todos parecían ser los mejores ubicados, era perfecto, todos conformes, diez expositores de primer nivel mundial; pero al girar para ver el lado este del espléndido recinto se encontró con su cuadro, tenía dos días de terminado, lo había hecho en una noche y ahí estaba , coronando la exposición más importante del año, en una de las salas mas importantes del mundo. No lo podía creer. Cerca del mediodía, cuando comenzaron servir el ágape, llegó al salón Sir Douglas, acompañado de su hija, una criatura soñada, de belleza indescriptible y se dirigió directamente hacia donde Franco estaba parado informalmente, al verlo acercarse se incorporó y juntó sus talones para estar a la altura de lo que venía. - Como está usted mi querido pintor italiano? –preguntó con voz amable el caballero inglés. - Muy bien Sir Douglas, asombrado por el inesperado protagonismo de mi obra- replicó con la voz más candorosa posible el joven. - Ah, no todo es obra mía aquí, le presento a mi hija Selene, ella conoce mucho de arte y tiene el don de ver el alma de los artistas a través de sus obras- aclaró el inglés. - Mucho gusto milady, es usted la obra más bella de esta sala. Mi nombre es Franco. - Es usted demasiado galante, te puedo tutear Franco?- solicitó Selene, muy directa y hasta insolentemente. - Por supuesto señorita, pero tiene usted razón, en éste lugar las cosas han sido hechas por hombres, pero usted es una obra divina, es así que no puedo ubicarlas al mismo nivel. En ese instante el padre de la muchacha debe retirarse y deja solos a los jóvenes. - Tutéame Franco, mi padre no está y no debes fingir nada- inquirió la bella niña. - Por supuesto Selene, es sólo que no deseo desubicarme en este sitio-aclaró el italiano. - Si lo deseas puedo llevarte a conocer Londres cuando esto termine -invitó la beldad. Sin esperar una respuesta, giró sobre sus tacos ágilmente y se unió a un grupo de amigas que se encontraban a un lado elogiando el cuadro de Franco. Y a Franco. Comenzó muy lentamente a caminar y a examinar a los demás cuadros por compromiso, sin verdadero interés, hasta que pasó por adelante del cuadro estrella de la jornada, atinó a detenerse pero adelantó rápidamente el pie derecho, movimiento que pareció un tropiezo y fue notado por un robusto hombre de largo cabello rubio e impecable traje negro de última moda, quien lo tomó del brazo intentando detener la caída, pero al ver que sólo se trató de un malentendido soltó al pintor y le sonrió como solicitando sus disculpas, éste detuvo su andar y le agradeció la intención. -Perdón, pensé que había tropezado- aclaró el grandote. - No, pero gracias de todas maneras, fue buena su intención y a decir verdad, muy rápidos sus reflejos, mi nombre es Franco Crovatto- extendiendo su mano mientras se presentaba. El ancho hombre de cabello rubio estrechó la mano y se presentó -Soy John Haraldson- y tirando su mano izquierda hacia atrás acercó al hombre que estaba conversando con él segundos atrás. - Y él es Mike Siggardson, mi primo. El segundo era aún más alto y fornido que John e igual de rubio. - Es un verdadero placer conocer al creador de ésta belleza- dirigiendo su mirada al cuadro con el rostro de su mujer. - Es usted verdad?- indagó Mike. - Bueno, si, soy yo, pero no es una maravilla- dudó el pintor italiano. - Pero es muy bueno - indicó con el ceño fruncido John- además es usted muy aplicado en su trabajo, es increíble, venir hasta Inglaterra para pintar un paisaje porque la exposición sería aquí, fue un recurso sorprendente- terminó admirado. -Yo, en realidad no sé de qué están hablando, no he estado en Inglaterra por diez años y nunca observé ese paisaje realmente, sólo fue mi imaginación- titubeó nuevamente el joven. La cara de los robustos personajes se desdibujó. -Yo conozco esa colina y ese árbol de manzanas rojas, nunca se vio con frutos, puedes preguntarle a cualquiera en este lugar, es la colina que se encuentra entre Bristol y Glastonbury, a escasos ciento treinta kilómetros de aquí, todos pasamos cientos de veces por el camino que va a la vieja abadía- sentenció Mike. - Lo siento, amigos pero no se nada de una abadía, ni de un camino transitado, pinté lo que me vino a la cabeza en un determinado instante y nada más- explicó Franco, y sin agregar nada les agradeció y se retiró inventando una excusa absurda. Se sintió turbado y un poco mareado quizás, se dirigió a la salida para tomar un poco de aire pero un par de hombres , también de oscuros trajes lo tomaron uno por la cabeza y otro le incrustó el caño de un arma entre las costillas, haciéndolo encorvar de dolor, lo empujaron y lo obligaron a subir a un auto gris, un BMW, de los grandes, y se subieron ellos también, uno a cada lado, así, sentados en la parte trasera del vehículo, comenzó a decir el que tenía el arma en la mano. - El Señor Skull desea hablar con usted, señor Crovatto- -Les daré todo lo que tengo encima pero no disparen- rogó Franco. -No me escucha, no queremos su dinero, el Señor Skull desea hablar con usted- repitió el hombre del arma. -Quién es el Señor Skull?- demandó lógicamente el agredido. - Debes contarle todo acerca de tu pintura, la del manzano lleno de frutos- inquirió el agresor armado. El otro hombre que se había mantenido en silencio hasta el momento encendió un puro y agregó. - Deberemos llevarlo a la Casa. En el instante preciso que el chofer del suntuoso automóvil colocaba la palanca en automático un auto negro apareció de la nada chocando de frente al BMW, haciendo saltar las bolsas de aire y atontando un poco a todos dentro del habitáculo, Franco incluido, John y Mike, viejos conocidos del desventurado pintor, con sendas Glocks nueve milímetros en las manos abrieron las puerta traseras e incrustaron una bala en la cabeza de cada agresor, haciendo luego lo propio con el chofer que había tratado de descender del auto presurosamente, pero la rapidez de los inesperados defensores, impidió que pudiera siquiera salir. Con tres muertos a un lado y dos desconocidos asesinos del otro, el pobre muchacho sólo quería estar en un lugar distante, pensó en su amada esposa, y se desmayó. Comenzó lentamente a abrir sus ojos, un dolor de cabeza insoportable le hizo pensar fugazmente que preferiría seguir dormido, primero la visión no era clara, era como manejar en una ruta de noche lloviendo a cantaros, de pronto se hizo de día y la lluvia se detuvo, el sol resplandecía bien alto y pensó en sus anteojos oscuros, todo esto en fracción de segundos; al instante siguiente podía ver perfectamente y sus pensamientos se aclararon, se rió para sí, sin mover un músculo, sin dolor. -Qué pasó?, balbuceó Franco. Tratando de levantar la mano izquierda para tapar la luz que provenía del techo de la habitación de la clínica a la que había sido llevado. - Sufrió un desmayo, señor Crovatto- aclaró una enfermera. - Recuerdo dos hombres rubios armados, un auto negro que se nos abalanzó y nos chocó, Dios, había hombres muertos, recordó de repente. - Quédese tranquilo y descanse, sus nervios le jugaron una mala pasada, nadie murió hoy- indicó con voz amable la enfermera. - La policía estuvo aquí, están al tanto de los hechos, saben como ocurrió todo, no se preocupe- tranquilizó la morena asistente. - Usted se encuentra en buen estado, no sufrió golpes o heridas, quedará unas horas en observación y luego podrá retirarse al hotel, el señor Douglas estuvo muy preocupado por usted, tanto como su amiga Selene quién no se despegó un minuto de su lado- comentó la chica mientras acomodaba la cama y repasaba el instrumental. Siendo las veintidós horas abandonó el nosocomio en silla de ruedas, hasta el hall de ingreso, dónde lo aguardaban Mr. Douglas y Selene para llevarlo al hotel. Sólo el señor Douglas atinó a decir unas palabras- te llevaremos al hotel y dormirás tranquilo toda la noche, yo me ocuparé. - Yo también - pensó la bella hija del Sir. La habitación veinticinco del lujoso hotel estaba custodiada por dos efectivos de la policía metropolitana apostados en la puerta del cuarto. El joven se sintió seguro. Sin embargo, en su cabeza giraba la imagen de lo ocurrido a la tarde en plena calle céntrica a la vista de todo el mundo- hubiera jurado que hubo dos hombres muertos. Ya recordaré- pensó. Se durmió, tendido en la gran cama parecía diminuto, indefenso. Alrededor de las cuatro de la madrugada sintió corridas en el pasillo, de pronto gritos y luego dos o tres disparos, se sentó inmediatamente y tanteó el piso con los pies en busca de su calzado, no encendió la luz, se paró y camino incómodamente pues la pantufla derecha no había ajustado en su pié, apurado por llegar a la puerta debió agacharse pues sus esfuerzos por acomodarlo fueron inanes, en ese instante la puerta de la habitación se abrió y por suerte, sólo rozó la cabeza de nuestro amigo, un guardia herido cayó en la alfombra frente a el. Con la claridad del corredor, apenas reconoció al hombre que se encontraba frente a el, tendido en el piso y con una mancha de sangre en el abdomen, el policía trató de hablar pero las palabras no salían de su boca, con los brazos extendidos casi en cruz, quiso incorporarse una vez pero no lo logró, en el segundo intento se desvaneció, Franco trató de reanimarlo, sosteniéndole la cabeza comenzó a gritar solicitando ayuda; a varios minutos del hecho un grupo de policías especiales ingresó al amplio corredor alertados por personal del lugar. Los efectivos de seguridad realizaron los primeros auxilios en su compañero, logrando apenas estabilizarlo y junto con el muchacho fueron llevados al hospital, no había ni rastros del compañero del oficial caído. Una hora después, Franco se encontraba en la cafetería del sanatorio bebiendo un amargo café y tratando de reacomodar un poco sus pensamientos, lo acontecido a la mañana, lo que pasó a la noche, era mucho para el, una persona que no conocía prácticamente la violencia y mucho menos semejante nivel, nunca había estado envuelto en un problema de tales características, en ese preciso instante que decidió volver a Roma, ingresaba apresurada Selene, sin maquillaje desbordante de una belleza natural con unas diminutas marcas debajo de los ojos que seguramente ella tapaba con alguna máscara facial, pero que le imbuían una frescura a su todavía más bello rostro, o de esa forma lo notó peligrosamente el agobiado hombre. Sólo un jean, botas, y una campera era el atavío de la mujer, sus anchas caderas, perfectas, desviaron por un instante su mirada cansina, el largo cabello rubio, revuelto y sin peinar se sacudía a cada paso de la cadenciosa dama, llegó a la mesa, separó la silla frente al muchacho; que absorto, quiso adivinar qué llevaba debajo de la chaqueta, bajó los ojos al darse cuenta de sus lascivos pensamientos; y la divina fémina tomó asiento. Sin pronunciar palabra alguna, Franco tomó las manos de la chica en gesto de agradecimiento por estar, ella disimuló una sonrisa al sentir las manos del pintor envolviendo las suyas. -Por qué ríes?- preguntó el hombre. - Tengo las manos más ásperas que tú, y soltó una risa contagiosa. Ambos rieron un rato, mientras miraba sus dientes blancos y su atractiva boca con carnosos labios, pensó nuevamente en su mujer, Verónica, que se encontraba convaleciente en una clínica a cientos de kilómetros de allí, se sintió mal, pensó en despedirse de una vez de la mujer y comenzó diciendo: -Volveré a Italia en el primer vuelo que consiga, me siento desprotegido en este país, te dejaré mi número de teléfono así podremos comunicarnos en cualquier momento. -No puedes hacer eso, te encuentras ante la oportunidad de tu vida, no debes desaprovecharlo, por otro lado…se detuvo Selene. -Continúa, concluye la frase- solicitó Franco. -No es nada, sólo quería decirte que esta noche podrías venir a dormir a mi casa que es mucho más seguro que un hotel con ineptos policías de guardia-invitó Selene con tono arrogante, desafiante y voz estridente, casi airada. El dubitativo hombre cerró sus ojos y volvió a bajar la mirada en señal de conocer lo que venía, no pudo negarse, después de todo era un hombre. Aceptó y juntos salieron de la cafetería a paso presuroso. No se trataba de una casa, como ella la había descrito, era una verdadera mansión, en el lapso que demoraron en ingresar al predio parquizado por un gran portón de tres metros de altura, como el muro alrededor de todo el parque, comenzó a contar las ventanas de la fachada iluminada de la residencia, cuarenta y cuatro, imaginó que del lado posterior de la ampulosa morada habría un número igual de habitaciones, le pareció demasiado. Personal de servicio uniformado abrió las puertas del coche deportivo de la niña de la casa, Selene era la única hija de Mr. Douglas, si bien Franco contaba con un buen pasar económico, nunca había visto semejante lujo, ni siquiera en la casa de Alberto en Roma, quien era multimillonario. De la mano subieron los diez escalones hacia la entrada, la cual estaba rodeada de columnas de mármol italiano, ingresaron a un inmenso vestíbulo adornado con cientos de antiguos artículos, y las más bellas obras de arte que sólo podrían verse en museos muy importantes, y que aquí se encontraban al alcance de un brazo, sin custodia. Recorrieron todo el lugar lentamente y extasiado con la belleza de las pinturas, siguió a su anfitriona hasta las habitaciones en el piso superior, la importante escalera, de mármol por supuesto, se erigía desde el centro del amplísimo recinto y culminaba en un lobby superior, que distribuía hacia las habitaciones; todas en suite y con su respectivo cambiador. -Qué diría tu padre de verme acá, solo contigo?- preguntó el joven ante la inusitada realidad que se encontraba viviendo. -No te preocupes, siempre tenemos huéspedes provenientes de todas partes del mundo, además mi padre no regresará hasta mañana, tuvo que viajar a Glastonbury por una urgente reunión de trabajo supongo. Con el brazo derecho paralelo al piso y el dedo índice, con un inmenso anillo de oro blanco que no había notado, apuntando a una puerta de madera labrada, la chica le indicó su habitación, mientras, de igual forma señalaba con el índice izquierdo la puerta siguiente en el corredor, aclarando que ése era su cuarto, así, con los brazos abiertos comenzó a girar y tarareando el Himno de la Alegría, se introdujo en su habitación. Adorable y angelical. La cama era similar a la del hotel, igual de mullida, igual de amplia, optó por sentarse en un cómodo sofá y llamar a la clínica en Roma, inesperadamente lo derivaron a la habitación donde estaba su esposa, lo atendió su suegra, Sofía, una verdadera señora, respetable y de muy buen carácter, muy alegre de oírlo le comentó sobre la milagrosa recuperación de su hija, y lo mucho que lo extrañaba, a pesar que está contenta por tu oportunidad, en cuanto queda unos minutos sola llora como una niña, pero… Sofía quedó en silencio, sintió que del otro lado no había nadie, con el tubo sobre su oreja derecha, tratando de escuchar algún indicio de Franco, pero no, nada, le pareció oír una puerta abriéndose… supuso que las comunicaciones no funcionaban y cortó. En ese instante su hija abrió los ojos y le dijo, soñé con mi hijo, será varón, un apuesto niño, estoy segura que podré tener a mi niño. -Por supuesto que podrás, mi querida. Te lo aseguro, ahora descansa; hace un minuto hablé con tu esposo, se encuentra bien y te extraña muchísimo, te envió un gran beso y muchos cariños- mintió la señora. - Si madre, quiero estar bien para cuando el regrese. Y cerró los ojos. Su madre la miró y notó a contraluz las oscuras ojeras debajo de los pálidos párpados, y rezó. Franco había colgado el teléfono al escuchar como se abría la puerta interna que separaba su cuarto del de Selene, y ver a ésta aparecer vestida sólo con un transparente baby doll, ahora sí, dejando notar la forma atrayente de sus senos enhiestos, y tan corto que podía y ansiaba ver la entrepierna de la joven con una diminuta panty negra de encaje, la gloriosa visión y la forma en que se le acercó y colocó su húmeda lengua en la distraída boca del acalorado muchacho y sus manos que comenzaron a acariciar exasperadamente lento su torso sin vellos, sin mediar palabras, en total silencio, lograron una erección inmediata, tomó a Selene entre sus brazos y se desplomaron en la cama siendo uno solo, despojó a la chica de su poca ropa y la escuchó gemir de deseo, hábilmente la colocó en posición apropiada para la penetración pero… dentro de su cabeza sonó una voz, no era conocida parecía de ultratumba, o celestial?, se sentía confundido, no comprendía las palabras, su miembro declinó y de repente una de las voces aclaró su mente: “ el demonio te tienta, no lo dejes entrar en tu corazón.” Arrodillado en la cama, desnudo y con ambas manos sobre su alterada cabeza, el pintor de manos suaves quería ordenar sus ideas, mientras la “dulce” Selene vociferaba fieramente- Bastardo amanerado, debes penetrarme ahora!!, y lo repetía una y mil veces. Dejando sus ropas el hombre solo atinó a tomar una sábana y huir corriendo de ese siniestro lugar, nadie lo detuvo, corrió y corrió hasta que las fuerzas abandonaron sus piernas, cayó de rodillas y luego al frío y húmedo piso, quedó decúbito derecho. Comenzó a temblar. El BMW negro se detuvo, desde adentro abrieron la puerta trasera derecha y dos hombres cargaron al desvanecido muchacho que apenas emitió un quejido apagado de dolor y rápidamente, abandonaron el lugar con un chirrido de neumáticos. Despertándose de un desmayo por enésima vez en las últimas veinticuatro horas, Franco abrió los ojos y frente a el estaba semi-agazapado John, quien lo observaba boquiabierto, más allá Mike hablaba con un hombre que no conocía, esta vez el centro del dolor era su nuca, entrecerró sus ojos en señal de molestia mientras el rubio pelilargo le preguntaba si estaba bien. - No entiendo nada, mi cabeza es un torbellino, necesito algo de cordura para poder actuar- se quejó el joven, mientras friccionaba su nuca. El lugar era muy luminoso, con seis ventanales sin cortinas que dejaban ingresar el tibio sol del invierno, que había sido muy crudo ese año. El muchacho nunca preguntó porqué lo habían llevado ahí. Tranquilízate, estamos aquí para ayudarte- se defendió John. -Ah, bueno, si quieren ayudarme, llévenme al aeropuerto, quiero regresar a Roma lo antes posible, necesito estar con mi esposa, quiero verla, estuve a punto de… se arrepintió Franco. -Ningún problema, estamos para ayudarte y cerciorarnos que te encuentres bien, Debes estar bien!, no nos podemos permitir que algo más te ocurra, ya han sido demasiadas las vicisitudes por la que has atravesado sin tener idea de las causas, elige, te ponemos al tanto de todo o te llevamos por la carretera mas rápida a tomar el vuelo que te llevará a tu tierra- le dio la opción el vigoroso hombre. -Me voy ya, luego, Dios dirá.- se definió el decidido muchacho, ya harto de inconvenientes. -Dios dirá -pensó Mike, que hombre visionario. Llevaron a Franco al hotel a recoger sus cosas y luego a la galería a buscar sus pinturas, en un primer momento se negaron a dárselas argumentando que la muestra no había finalizado aún, pero luego, intervino Mr. Douglas, quien, desde la ventana de su oficina del primer piso y sin mirar al muchacho, ordenó que le entreguen sus obras. De allí al aeropuerto. Una hora después, estaba embarcando un Boeing de British Airway. Los fornidos benefactores observaban desde el hall cómo el avión levantaba vuelo. -Llama a los hermanos, viajamos a Roma-ordenó John Haraldson. En casa por fin- exclamó elevando sus brazos Franco. Tomó un baño y se dirigió a la clínica, deseaba ver a Verónica lo antes posible. Al llegar a la moderna institución de salud, notó que dos hombres lo observaban atentamente desde la vereda del frente, sin dudarlo ingresó a paso presuroso y desde el interior, a través de un vidrio tonalizado, se volvió para corroborar la presencia de los sujetos, ya no estaban. No le dio importancia y continuó su camino hacia la habitación veinticinco, veinticinco?- pensó, que coincidencia. La convaleciente esposa se encontraba de buen semblante, animada y risueña, pudo oír su risa un segundo antes de empujar la entornada puerta de madera oscura, la chica comenzó a proferir grititos sin fuerza por la alegría de ver a su amado marido cerca de ella nuevamente, llegó a la cama y abrazó a la sorprendida mujer que no esperaba aún, ver a su pareja. Sofía se encontraba sentada a un lado y Franco no notó la presencia hasta que la señora carraspeó para llamar su atención, con el televisor encendido, había pensado que era algún programa el causante de las risotadas. Se levantó y con dos pasos se acercó a saludar a su suegra con un beso en cada mejilla a lo que luego agregó que lo ponía muy contento verla tan bien. Insistió en sentarse en un costado de la cama y comenzó a contarles las peripecias vividas en las últimas horas, sencillamente era difícil de creer, entendió verdaderamente la expresión de incredulidad con que las mujeres lo observaban, no olvidó ningún detalle de su enredado periplo. En verdad, si “olvidó” un detalle, un detalle con cabello revuelto. La enfermera interrumpió la reunión familiar y los envió fuera de la habitación, atendiendo el pedido salieron lentamente del confortable cuarto ya que debían realizarle una extracción para una nueva serie de análisis y curar la herida. Franco invitó a su suegra a que vaya a descansar cómoda por unas horas, que el se quedaría con su hija de ahora en más. Sonriendo agradecida asintió en voz baja y partió rumbo a su casa. Alberto y Stéfano se encontraban en la casa de verano del primero pergeñando el viaje a Inglaterra para encontrar el Grial, pero habían tenido problemas para descifrar parte de los datos del documento, necesitarían alguien que conozca del tema, y mucho- señaló escépticamente el joven. Al llegar Adriano, lo interrogó acerca de la salud de su cuñada, ya que eran amigos de la infancia, y en ese momento Stéfano recordó los estudios de Verónica, era exacto lo que necesitaban, conocimiento, confianza e inocencia, una conjunción mágica, una solución enviada del cielo. -Genial!-exclamó feliz Al. Debemos ir a Roma inmediatamente y ofrecerle a esa chica su primer trabajo, seguro lo va a aceptar, diremos que es justo para ella, que le hará bien para su recuperación- agregó. Alrededor de las seis de la tarde del diez de febrero de dos mil tres, en el aeropuerto Leonardo Da Vinci, en Fiumicino, a treinta y dos kilómetros de Roma, coincidieron dos vuelos, el primero proveniente de la isla de Giglio, con Al, Stéfano y Adriano a bordo, y el otro, con John, Mike y tres “hermanos”, como ellos se llamaban entre sí, proveniente de Londres. En un instante todos convergieron en el hall principal del aeropuerto, e incluso Mike debió detener su paso paro no tener un encontronazo con Adriano, quien caminaba distraído y hablando hacia atrás sobre su hombro derecho con Stéfano, la multitud los acorralaba, y en un momento a John le pareció ver a Franco y giró para evitar que lo reconociera, pero el hombre pasó a su lado mirándolo sin decir una palabra; el rubio pasajero se detuvo y rascándose la cabeza, quedó inmóvil junto a su séquito observando a los hombres retirarse del edificio. -Es mejor así- pensó Haraldson, todavía confundido. Era o no era su protegido?. Quizás el trauma vivido en la isla le impidió recordar su rostro. Tal vez. Pero no podía dejar esto de esa manera, así que envió a uno de los hermanos a seguir al grupo y asegurarse sobre la identidad del supuesto sosías. -Cuando obtengas algún dato encuéntranos en el Hotel Lírico, Vía del Viminale treinta y uno- ordenó John; y caminaron en busca del auto de alquiler que estaba esperándolos en el estacionamiento de la terminal A, por supuesto un…BMW negro. Esa noche, mientras cenaban en el cómodo y correcto restaurante del hotel, el emisario hizo su aparición con la información requerida; ofreciéndoles un pormenorizado esquema genealógico, económico y hasta amoroso de Franco, y por supuesto, de su hermano Stéfano. El eficaz mandadero también hizo algunas averiguaciones acerca de Alberto, de quien no encontraron nada fuera de lo común. Los cinco personajes bebieron vino hasta la medianoche, luego fueron a descansar, todos menos uno, el propio John se dirigió a la residencia de Franco, y vigiló su sueño toda la noche, era muy importante para dejarlo solo, sin custodia. Una inmensa alegría mostraron todos los presentes cuando Verónica se asomó por la puerta de ingreso a su casa, no faltaba nadie, era sin duda una chica muy querida, Sofía lloraba en un rincón para que su hija no lo note, su marido había fallecido casi diez años atrás de un cáncer de pulmón fulminante, en parte era el recuerdo de lo vivido lo que hacía empañar sus ojos con lágrimas que ya había llorado antes. Todo fue fiesta y risas hasta casi entrada la noche, en honor a la recuperación fortuita de la delicada mujer. Mientras despedía Franco a su suegra, quien fue la última en irse esa noche, vio girar en la esquina el auto de su hermano, se alegró, hacía tiempo que no lo veía. El trío descendió del auto al mismo tiempo, parecían sincronizados, un solo y sordo ruido al cerrarse las puertas terminó por tentar al espectador de la escena que parecía extraída de una película- parecen tres tontos mafiosos- pensó jocosamente. Tres mafiosos, otra paradoja. -Pasen, pónganse cómodos- insistió el anfitrión. Su esposa se encontraba ya en la cama, no quería abusar de su suerte y quería reponer fuerzas descansando. Luego de saludar a la dama, quien ya contaba con mejor talante, los hombres se acomodaron en la sala y le explicaron al marido la intención de proponerle a Verónica un trabajo, su primer labor profesional, que podría llevar a cabo tranquila y calmadamente, sin apuro y con todo el apoyo que solicite, después de todo es mi cuñada- aclaró sonriendo Stéfano, la cuidaré personalmente. Contento y asombrado por el inesperado ofrecimiento, el ahora casi consagrado pintor, les indicó que le transmitiría a su mujer la idea y aseguró que si asentía a la oferta, los llamaría para que hablen directamente con ella sobre los pormenores del empleo. En la mañana, la primera visión de Verónica fue un tremendo ramo de rosas rojas, y el desayuno preparado a un lado de la cama, sobre la pequeña mesita blanca que nunca habían utilizado y que fue adquirida con este fin. El la miró, y su sonrisa oscureció el sol, sus celestes iris poseían exactamente el mismo color del cielo que dejaba entrever la persiana a medio abrir, un sentimiento de euforia corrió desde sus pulmones hasta su faringe, donde se anudó como una apretada corbata, su corbata preferida, le impedía respirar, su corazón se detuvo una eternidad, sólo encontró alivio cuando la primera lágrima se abrió paso desde el alma hasta su mejilla; comprendió que el amor que sentía por esa mujer era incomprensible, no debía tratar de entender, solo vivirlo y disfrutarlo, era como su incorruptible fe y la de Vero, era como la confianza en que Dios la ayudaría con su dolencia, era creer y ya. Ella lo miraba, y pensaba cuanto amaba a ese hombre que lagrimeaba mientras servía el té y untaba sus tostadas únicamente con mermelada de arándanos, sin manteca, que le haría daño, que la cuidaba y mimaba y que seguramente nunca la lastimaría. Estaba en lo cierto, era víctima del amor más puro que podría existir, por eso su recompensa, tan grande que duraría eones. Tantos pensamientos, tantas sensaciones, tantas decisiones correctas y sin embargo no alcanzan para cambiar el destino de la humanidad, tantos hombres, tantas mujeres e inclusive niños que no logran ponerse de acuerdo en las cosas más sencillas; y cuantos que se dicen sabios, cuantas religiones y cuantos, que se creen profetas y guías espirituales, que no son capaces de mostrar un claro rumbo a la salvación, si es que existe todavía una posibilidad de alcanzarla. Una pareja de personas comunes sería capaz de proveer a la humanidad de una nueva esperanza?, o sería un nuevo fracaso de los hombres en pos de sus conveniencias económicas y terrenales, veremos. Dios sabe lo que hace. Al finalizar el desayuno, le expuso a su amada la propuesta de Al y Stéfano, su cara volvió a iluminarse en señal de aprobación e inmediatamente suplicó a Franco que llame a su hermano, por unos momentos olvidó su enfermedad, solo con eso bastó para que el muchacho aprobara el proyecto también. A la tarde, nuevamente los tres hombres llegaron a la morada de la feliz pareja; la chica los esperaba levantada, más temprano ya había estado dando algunos pasos muy lentamente, entusiasmada con lo poco que le había transmitido Franco y decidida a aceptar cualquier propuesta que tuviera que ver con su profesión, era ésta una manera de ingresar por la puerta grande, una investigación de esta importancia daría un nombre al profesional que la realice. Sin duda así sería. Quedaron de acuerdo en que para la semana siguiente, comenzaría la investigación, y ella sería la encargada de organizar el viaje, coordinar las fechas y el equipo de campo, sería en suma, la responsable general de todo el movimiento que se generara. Desde el auto, dos de los “hermanos”, vigilaban el domicilio donde la reunión se llevaba a cabo, mientras los otros se alternaban entre las oficinas de Al y la de Stéfano. Algo había que a los celosos custodios no les cerraba, notaron la estrecha relación del potentado con la Iglesia, también los viajes al exterior del socio y amigo, por último, Adriano, que rol cumplía en todo esto?. Una semana fue el plazo para el comienzo del trabajo, sin embargo fue tiempo suficiente para que el competente equipo de hermanos tuviera un panorama más que esclarecedor acerca de la realidad que arrollaba por esos días al matrimonio y a su entorno. Los datos recabados en esos siete días fueron definitorios para el curso y desarrollo de los acontecimientos venideros. Mientras, en las instalaciones del laboratorio de Fréderik, en París, los análisis sobre los Santos lienzos avanzaban a buen ritmo, estaba ubicado en el subsuelo de una clínica de su propiedad. La más moderna aparatología y un grupo de genetistas trabajaban sin pausa en la consecución de una cadena de ADN que les permitiría la comparación con la sangre que supuestamente contendría el Grial, incluso parte de ese equipo participaba en el desarrollo del proyecto Genoma Humano, cuya culminación sería anunciada meses más tarde, el veintiséis de junio de dos mil tres, por Bill Clinton y Tony Blair, primeros mandatarios de Estados Unidos e Inglaterra respectivamente, y también primeros interesados en el millonario negocio futuro para dichos imperios. Un mes después, Verónica estaba recuperada totalmente de la operación, seguía con controles debido a la gravedad de la dolencia, pero en el último exámen, no encontraron nada alarmante, ningún indicio que permita a alguien suponer alguna complicación, la única duda era si tendría la posibilidad de quedar embarazada, cosa que la chica anhelaba con todas sus fuerzas. El centro de operaciones fue instalado en la casa de la pareja, por decisión de Verónica, que había comenzado a ejercer su jefatura de equipo, por varias razones, en ella la profesional guardaba todo lo necesario para la investigación, y además contaba con una biblioteca admirable, en cantidad y calidad de ejemplares, por lo tanto deberían trasladar mas cosas desde su casa a otro sitio y lo más importante era que no debería moverse de su casa; por lo menos hasta que debieran viajar a Inglaterra a realizar el tramo final de la investigación, calculado para un mes a futuro. Nadie imaginó nunca adonde desembocaría la serie de hechos fortuitos, que comenzaran casi dos mil años atrás, en el momento en que José de Arimatea obtuvo la sangre del Maestro colocándola en el Cáliz. Mike y compañía regresaron a la Isla conociendo lo que vendría, prepararon a sus hermanos y se dispusieron aguardar que se cumpla el designio. No podían ni debían interferir con el normal discurrir de los hechos, sólo tenían permitido actuar en caso que la vida de Franco o Verónica corrieran peligro por actos intencionados, de otra forma debían mantenerse al margen. Los tiempos se fueron agotando y el momento culminante se acercaba, podría Fréderik en París aislar un ADN que pueda ser utilizado?, hallaría Verónica el Cáliz?, cuál era el rol de Franco en Inglaterra, por qué fue atacado?. A principios de mayo la arqueóloga en jefe llamó a su cuñado y le comunicó que los datos habían arrojado los resultados esperados y que la localización de la Copa estaba en los alrededores de la Abadía de Glastonbury, en el condado de Somerset, Inglaterra, pero debían trasladarse hasta allí pues los datos exactos los encontrarían en las mismas paredes del antiquísimo edificio, sin duda era las pista que los hombres no podían hallar. En la oficina de Alberto. -Hemos hecho bien en contratar a mi cuñada, le llevó poco tiempo desentrañar lo que buscábamos- se alegró Stéfano. -Espera que tengamos el Grial en las manos y hablaremos confiados, no creo que todo esto sea tan sencillo.-aventuró Al. -Despreocúpate, quien querría una copa vieja que por ahora es un mito?- aseguró Stéfano. -Claro, somos unos tontos detrás de un pedazo de metal sin valor- respondió airado Al. Te aseguro que esa cosa existe y me dará la vida eterna, Nos dará la vida eterna, aclaró, quiero compartirla contigo, siempre estarás conmigo, lo he decidido, y sin más besó al muchacho, quien respondió tomándolo de los cabellos por la nuca y atrayéndolo hacia sí. Rieron por unos minutos y se dirigieron a la casa de la arqueóloga para corroborar los datos y convenir el viaje con la “jefa”. La chica los recibió exaltada y sonriente, tenía la secuencia de trabajo anotada y perfectamente ordenada con los resultados claros y concretos dispuestos en un inmejorable informe, toda una profesional. Decidieron viajar dos días después. Franco, se encontraba tan contento como su esposa, pero le aclaró que el no podría viajar aún por razones de la empresa, que prefería demorar ahora para poder quedarse luego con ella hasta el final. La mujer aceptó complacida, como siempre con una sonrisa. La comitiva arqueológica científica arribó a Londres el diez de mayo a las diez de la mañana, estaba compuesta por Verónica, Alberto, Stéfano, Adriano, quien pasó todo el viaje dialogando con su vieja y querida amiga, y seis colaboradores, tres arqueólogos y tres estudiantes avanzados en la carrera , ávidos de conocimiento y por que no de aventuras por el mundo. Fueron a para al mismo hotel en que Franco se hospedó durante su traumática estadía en la húmeda urbe. -Habitaciones veinticinco, veintiséis y treinta y uno - indicó el sobrio conserje, quien poseía una fría mirada y unos ojos azabache que llamaron la atención de Al, quien, de soslayo miró a Stéfano, para ver si lo observaba, en clara actuación histérica. Las damas, tres, a la habitación veinticinco, los hombres se repartieron en los otros cuartos, más amplios. Una contigua a la otra y la tercera enfrentada a la primera, así estaban ubicadas en el ancho corredor, sin embargo, a los pocos minutos, el adinerado hombre que proveía el dinero para la campaña, bajó personalmente a solicitar una nueva habitación alegando que la que le había tocado en suerte carecía de una adecuada ventilación natural, indicando que necesitaba aire fresco permanente, luego, Stéfano no quiso dejarlo solo por lo que también se mudo a la habitación treinta y dos. Todo organizado, se dedicaron a descansar. Previamente decidieron encontrarse en el vasto comedor del hotel a las trece horas. Mientras almorzaban, Verónica debió ir al toilette, donde al ingresarle llamó la atención ver a una hermosa dama llorando, sin dudarlo, se acercó y le preguntó que sucedía. -No quiero inmiscuirme en nada, aclaró la chica con voz tímida, solo quiero quedarme tranquila de que te encuentras bien- terminó. -Si, estoy bien, sólo estoy triste porque hace poco tiempo perdí un embarazo de siete meses y no lo pude superar, a veces siento la necesidad de llorar y no quería hacerlo delante de mi marido y mi padre, ellos se preocupan por mí- aclaró sollozando la rubia mujer. -Escúchame, mi nombre es Verónica, cual es el tuyo?- solicitó inocentemente la arqueóloga. -Selene- mi nombre es Selene- aclaró. -Verás, hace dos meses fui operada de mis ovarios, y no estoy segura de poder tener hijos, pero confío en Dios, tú también debes confiar en Él – aseguró totalmente convencida. -Gracias, tus palabras me sirvieron mucho, sólo que el nudo en la garganta no se va, creo que va a durar por siempre - sentenció con voz entrecortada Selene. -Estoy parando en este hotel, creo que estaré por acá unos cuantos días, si quieres, en algún momento de descanso podemos dialogar un rato, a la dos nos vendrá bien- invitó sonriente Verónica. - Será un gusto- aceptó Selene. La inocente mujer salió del baño casi lagrimeando por la tristeza que le había ocasionado la conmovedora escena, se sentó y no logró terminar su almuerzo. Se dirigió a su cuarto. En el mismo instante, desde uno de los boxes con inodoro, sonó clara la voz de Mr, Douglas- estuviste magnífica, confiará en tí. Ambos rieron y se besaron apasionadamente, luego salieron cada uno por su lado y tomaron una mesa en la que ya se encontraban sus amigos, tres hombres muy bien vestidos con trajes oscuros. -Sr. Skull, puedo….- trató de preguntar uno de los hombres. -Estúpido, te dije mil veces que debes llamarme Mr. Douglas en público, estas abominaciones no son como antes- ladró el hombre. Selene sonreía acostumbrada a tal situación. -Averigüen si ya poseen todos los datos que necesitan para encontrar la Copa, si no pudiste hacerle perder la pureza a el, trataremos con ella. Debemos pensar cómo.- sentenció el mimetizado hombre. En las oficinas de su empresa, Franco trabajaba denodadamente para finalizar con las obligaciones contraídas con su padre, a quien habíale prometido que le entregaría en mano todo el papelerío correspondiente al negocio más importante que podrían realizar, estaba atrasado un día, hoy debía estar firmado- pensó el muchacho y hundió su cabeza en la documentación. En la noche, ya solo en el edificio, únicamente el guardia de seguridad en planta baja y quien recorría los distintos niveles de la moderna construcción lo acompañaban, de repente, levantó la mirada y notó una luz proveniente de la oficina contigua, efímera pero potente, fue a ver, abrió la puerta y observó un cuarto desierto, supuso un problema eléctrico, no le prestó atención y regresó a su confortable sillón de negro cuero vacuno. Segundos mas tarde, un potente chirrido inundó el ambiente tranquilo del lugar, cada vez con más intensidad, más cercano, ahora la luz era más poderosa, miraba a todos lados desorientado, el ruido cesó, el brillo no, supuso que los guardias llegarían en cualquier momento, pero no, parecía que el ensordecedor ruido no salió del cuarto, la puerta de la oficina adyacente que él mismo había arrimado, se encontraba abierta de par en par, como si fuera una invitación, se levantó y caminó lentamente hacia ella, la luz parecía brillar más, ingresó, la claridad provenía de una figura, o la figura de la luz, no comprendía…el claro contorno de un hombre comenzó a avanzar en dirección a el, separado del piso por veinte centímetros de aire, no podía moverse, pensó en huir, lo lograría?; estando mas cerca el muchacho distinguió lo que parecía ser un anciano de larga barba y largos cabellos . Retrocedió unos pasos. El espectro se detuvo frente a el e inmóvil, descendió al piso y mientras el brillo se extinguía su etérea figura se materializaba, hasta el punto de parecer una persona común ingresada a la oficina por el ascensor. Los ojos de Franco no podían abrirse más, de pronto sintió paz, sosiego y se relajó. Una voz con tono amigable señaló- no temas Franco, soy Merlín, hijo y hermano de demonios, pero servidor fiel de Dios, estoy aquí para advertirte sobre lo que vendrá. El rostro del hombre estaba descolocado, no era miedo, estaba atónito, pasmado. Siguió en silencio. No podía más que escuchar. -Debes conocer tu designio, ya es tiempo. Debes darte prisa e ir en busca de Verónica, no dejes que nada le ocurra, confía en La Hermandad, ellos conocen todo y ten cuidado con Skull, Príncipe del averno, mi hermano. -Volveré a hablar contigo. Dicho esto, se esfumó, quedó un suave olor a hierbas en el aire- vaya truco, qué más puede sucederme ahora- pensó recobrando el color de sus pálidas mejillas. -Merlín, no era leyenda?- se preguntó un poco más animado. Debo ir a Londres en forma urgente- se dijo con voz fuerte para sí. Acomodó los documentos para su padre y partió rumbo a su casa, preparando el equipaje llamó a su esposa y con voz tranquila y pausada le comunicó que llegaría a esa ciudad al otro día temprano, que tenga cuidado con la gente desconocida. Y se despidió. A la mujer le pareció sumamente rara la llamada, por lo que optó por comunicárselo a su cuñado. Intrigado por lo que la chica le narraba, Stéfano, la tranquilizó diciéndole que actuó así por la impaciencia que le provocaba su próxima visita, que se quede tranquila y que descanse. Mas tarde irían a cenar todos juntos, no tendría de que preocuparse. Inmediatamente corrió a darle la noticia a su compañero de cuarto, quien se encontraba dormitando luego de haber ingerido unas cuantas copitas de jerez español durante la tarde, lo despertó a sacudones. -Escúchame, Al, Al, Allll, gritaba mientras lo asía del pijama para sacudirlo. -Despierta, Franco debe haberse enterado de todo, viene para acá, llega mañana temprano. Oye, despierta- insistió ya enojado. -Dónde vamos mañana temprano?-preguntó sin sentido el alcoholizado hombre. -Nooo, escúchame, ven conmigo; y lo arrastró hacia la ducha, lo colocó debajo del agua tibia, y lo sacudió hasta que el hombre pudo levantar los párpados hasta la mitad de su recorrido. Solicitó café al servicio de habitación y por fin, al cabo de unos minutos pudo contarle lo que sucedía. -Qué haremos? Preguntó Franco. -Un momento, no hemos hecho nada malo, sólo estamos en busca de una reliquia extraviada hace dos mil años, quizás el problema no es con nosotros, quizás hay alguien más metido en esto, debe ser así. -De otra forma, le hubiera alertado que no nos ponga en conocimiento de sus intenciones- sentenció acertadamente el despejado hombre. -Tienes razón. Es claro, alguien alertó a Franco sobre algún probable agresor de Verónica. No es con nosotros - se alegró el joven. -Pero quién y por qué desean hacerle daño a la chica, debemos impedirlo, aunque sea hasta que tengamos la ubicación exacta del lugar - prosiguió Stéfano. -Vayamos a cenar- invitó Al. -OK- aceptó el otro. Como de costumbre, el grupo completo coincidió en el restaurante, pero esta vez Verónica se encontraba departiendo con un hombre y una mujer que el dúo no reconocía, se ubicaron con la mayoría pero sin dejar de observar a la otra mesa. Charlaron de manera amena durante la cena pero siempre prestando atención a lo que ocurría en la mesa de Verónica. Sus intrigados ojos iban y venían por todo el recinto en busca de algún indicio sobre esta misteriosa pareja, en un momento Al no lo soportó más y con ademán de sus dedos llamó al maître, quien se encontraba parado junto a uno de los mozos, señalándole la copa vacía de un asiduo cliente de la casa, casi regañándolo, el joven empleado se sonrojó pues fue notorio el reto que le propinó el encargado, fue hacia la cocina y volvió con una botella de chardonnay para el sediento comensal que, contento por la reprimenda se acomodó en la silla para ser servido, lo esperó con las manos a un lado de su cadera y una media sonrisa en su rostro para indicarle luego con la palma hacia abajo y rozándole la botella, el nivel que debía contener la copa, el muchacho dio medio giro a la botella, la levantó, y se marchó a paso rápido, debía continuar con el servicio. Toda la escena fue observada por Alberto, volvió a llamar la atención del jefe de mozos, quien se acercó inmediatamente y le pidió disculpas por la demora, arguyendo el episodio con el distraído garçon. Alberto se sonrió pensando que el quisquilloso habitué del lugar se comportó como él lo hubiera hecho, con la diferencia que el lo hubiera recriminado personalmente; el maître le devolvió la sonrisa pensando que estaba dirigida a su persona y le preguntó que necesitaba. -Que desea milord?- pronunció con voz pegajosa acentuando el “lord”. -Oh, sólo necesito un dato, puede usted ponerme en conocimiento del vino que están degustando en aquella mesa, expresó señalando hacia Verónica, es que no reconocimos la etiqueta cuando llenaron sus copas, y, como me jacto de ser un gran conocedor … usted me entiende no?. -Of course, milord, aseguró el delicado hombre, Sir Douglas bebe únicamente Petrus 2003, de bodegas Château Petrus, Cabernet Franc excelente cepa, - sentenció con autoridad el hombrecillo. -Ah, que cabeza la mía, tiene usted razón, no sé como se me escapó ese nombre, le agradezco su atención, Mr… - Blanchard, de Bordeaux, tierra de los mejores vinos, como el excelente cabernet del cual recién hablábamos, monsieur…informó entrando en el juego de Al. -Alberto Brusco- dijo tendiéndole la mano, algo inusual en sitios de ésta categoría. -El francés estrechó su mano y le agradeció la caballerosidad, mientras la mirada de Al centellaba sobre la suya, comprendió. Debo disculparme porque el sommelier de turno en este día debió retirarse de urgencia y no logramos reemplazarlo por alguien de su saber; así que decidimos que personalmente me encargue de los vinos. Se alejó sonriendo pero atento a las mesas, Gregory -llamó- indicándole una en la que reclamaban el servicio… Stéfano notó el comportamiento de Al en este momento y con el conserje, el día que arribaron al lugar, pero no emitió palabra, es más, festejó las ocurrencias de su amigo. Imprevistamente, Verónica y sus acompañantes comenzaron a retirarse, serpenteando entre las mesas, la chica era la última del trío y justo antes de salir giró para saludar a sus compañeros, quienes respondieron al unísono. Adriano se levantó de inmediato para seguir a su amiga, conociendo las amenazas supuestas, pero Stéfano lo tomó del brazo diciéndole que espere unos minutos para hacerlo, así fue. Fueron todos a dormir, confiados en que Adriano haría bien su trabajo; el muchacho vio subir a su amiga a un BMW gris, en el asiento de atrás, junto a Selene y Mr. Douglas, tanto el hombre que conducía como el acompañante, usaban anteojos muy oscuros, de noche, era muy raro-pensó el atento joven. Llamó un taxi que aguardaba en el frente del hotel, los siguió. Se dirigieron a la casa donde Franco estuvo con Selene, descendieron e ingresaron rápidamente a la mansión, desde la vereda del frente, el furtivo acompañante trataba de imaginar la forma de entrar a la inexpugnable fortaleza, con sendos tapiales y portones vigilados por cámaras y guardias de seguridad, es imposible pensó, pero no para mi. Seguramente el sistema de seguridad tendría un punto débil, conocía mucho sobre eso, poseía vasta experiencia, regresó al hotel por algo de equipamiento, lamentablemente no contaba con el total de sus especializados implementos, no pensaba robar nada, pero había algo que siempre tenía a mano, el generador de pulsos, era pequeño y cómodamente portable. No le contó nada a nadie. Sólo tomó sus cosas y regresó a la gran residencia. Recorrió el perímetro y encontró el lugar perfecto para ingresar, en cuestión de segundos el hábil atleta estaba adentro, atravesó el jardín más fácilmente aún, trepó por la parte trasera del edificio y con un chasquido de su artilugio electromagnético desactivó la alarma. No estaba equivocado cuando supuso que dicho equipamiento no contaba con una pantalla para emisiones de esa frecuencia y potencia tan elevada. En un santiamén destrabó el débil mecanismo de cierre de la gran abertura, con tiempo y experiencia ingresó rápidamente. Fue a dar a un dormitorio vacío, totalmente equipado, pero se notaba que no se usaba desde hacía mucho tiempo- tuve suerte – pensó. La puerta estaba cerrada con llave, debió utilizar sus dotes nuevamente para lograr acceder al pasillo, caminó por él sigilosamente, era cuestión de segundos que se activara nuevamente el sistema autónomo de vigilancia (S.A.V), que estaba instalado en todas las casas de gente pudiente en varios países de Europa, en cuya central el intruso trabajó por casi dos años, sin duda la experiencia había marcado su vida, la especialización le abrió un universo inmenso, el delito; pero esta vez la estaba utilizando para el bien, o casi, sonreía mientras avanzaba, llegó a las escaleras que llevaban al vestíbulo, escuchó un fuerte murmullo, voces que reían, se asomó desde arriba por un costado, detrás de la baranda y observó a Verónica dialogando muy animada con los dueños de la casa, optó por seguir encubierto, así que desandó sus pasos y buscó una escalera de servicio para acceder a la planta baja sin ser descubierto, la halló en un vértice del pasillo, en el lado opuesto de las grandes escalinatas, descendió muy despacio, terminó en un pequeño distribuidor que llevaba a la cocina, lugar desde donde se tenía acceso a todas las dependencias, para que la servidumbre atienda a los señores sin ser observada por la gente ajena a la vivienda, no se ve bien en los altos círculos cruzarse con una mucama con una bandeja en el corredor principal. La puerta de acceso que llevaba al hall principal estaba disimulada con sendos cortinados rojos, además de encontrarse semi-escondida entre paredes que se anteponían generando desde la sala la sensación de ausencia de puertas, era usado comúnmente durante las multitudinarias fiestas que allí se brindaban, en otro momento el servicio debía dar toda un vuelta para acceder por otra entrada dispuesta para tal fin, mucho más alejada. Sintió que su amiga corría peligro a pesar de lo distendida que se veía, de pronto, las risas se apagaron y todo quedó en silencio, la muchacha estaba tendida inanimada sobre el sofá de estilo, la gente desapareció, el amigo preocupado se acercó a la chica con la intención de reanimarla, notó su pulso, estaba viva, sacudió suavemente su pequeño rostro, no se movía, percibió que alguien se acercaba, se escabulló por entre las pesadas cortinas, la indefensa mujer quedó sola nuevamente, montó su arma, esperó. Sir Douglas, Selene, y cuatro hombres más con oscuros anteojos aparecieron ataviados extrañamente con túnicas negras, con velas del mismo no color, símbolo del demonio, la mujer llevaba además en su mano siniestra una antiquísima daga con empuñadura de plata grabada con ininteligibles y antiguos caracteres, caminaban lentamente, respetando una formación en V, como funestas aves migrantes en busca de alimento, con la mirada hacia el frente fija en un destino, el sacrificio, Verónica debía ser asesinada; la aciaga fémina se colocó detrás de la cabeza de la desafortunada muchacha y esperó, Sir Douglas o el perverso Skull entreabrió la toga y mostró su erguido miembro, se preparaba a poseer y vejar a la chica, quien permanecía inconciente aún, parado hacia los pies del cuerpo inerme, se quitó las gafas, lo mismo hicieron los demás mostrando por fin sus secretos; ojos rojos con pupila de ofidio, sin vida, sin brillo, muertos, debían ultrajar su cuerpo y su espíritu para que la infortunada no tuviera ninguna oportunidad de cumplir su designio, los cuatro entes también dejaron al descubierto lo suyo, insinuando la deplorable escena que se aproximaba indefectiblemente, Adriano observaba dispuesto a intervenir, el hombre mayor ordenó que la despertaran, Selene la abofeteó, comenzó a reaccionar, cuando abrió los ojos y pudo ver lo que tenía enfrente trató de gritar, no lo logró, con su boca llena de algodón y sus manos sostenidas fuertemente por los lascivos secuaces, la desesperación y el terror brotaban de sus poros en forma de sudor, las lágrimas bañaban su bello y maltratado rostro, el constante forcejeo resaltaba las venas de sus blancos y delgados brazos, entonces, el demoníaco sujeto comenzó a quitarle la vestimenta, lentamente, disfrutando con cada prenda que retiraba, Adriano esperaba el momento oportuno, sabía que tendría una sola chance, debía aprovecharla; desnuda y totalmente expuesta al asqueroso ente, la chica sólo podía sollozar, Adriano ya no lo soportaba, intervendría ya, sólo unos segundos más, el deplorable ser se dispuso al acto, su rostro se alargó, la musculatura se exacerbó, formaciones óseas brotaron en su calva cabeza, de un tirón se quitó la tela que lo cubría y su mirada se fijó en el pubis de la desdichada Verónica, quien ya había comenzado a temblar, y sus esfínteres no soportaron la tensión liberando sus tibieces; se desmayó, los detestables ayudantes humedecieron sus manos en ellas y embadurnaban sus cuerpos desnudos. Habían llegado al clímax del ritual, sólo faltaba el infernal coito, tierra e infierno se unirían, quitándole al cielo la posibilidad de generar la salvación, era ahora o nunca, el asustado muchacho saltó disparando su arma de calibre nueve milímetros, la primera bala se incrustó en la nuca de la hermosa portadora de la brillante daga, que cayó al piso con un apagado sonido a metal, Selene se desplomó luego, al tocar el sucio piso estaba sin vida, experto tirador con un arma de las mejores y confiando en sus instintos apuntó hacia el mismo demonio, a quien tenía perfectamente de frente y disparó, el segundo proyectil ingresó entre los ojos del horrendo ser, retrocedió casi tres metros y cayó hacia atrás, los otros leviatanes menores arremetieron contra él, pero certero y calmo logró que el tercero y cuarto disparos ingresaran en el ojo derecho y en el centro del pecho del primero y del segundo de los agresores respectivamente, quienes se esfumaron dejando únicamente un leve aroma a azufre en el aire, uno de los otros dos logró golpear al defensor, mientras el restante tomaba su mano pretendiendo desarmarlo, fue en ese preciso momento que por la puerta del frente ingresaban Mike y John, secundados por un pequeño pelotón de hermanos, espadas en mano, atacaron con furia a Skull, que continuaba mutando, alcanzaba los dos y medio metros y dos de las formaciones córneas sobresalían ya cerca de veinte centímetros de su calva, como otrora los guardianes liquidaron con perfectas estocadas a los lastimosos entes quienes también se desintegraron, algunos dejando las viscosas secreciones dispersas, otros con el característico chasquido y el clásico aroma sulfuroso de entes con más rango. Skull retrocedió, miró a los hombres y rió, sólo dijo con voz fuerte y áspera: -Estúpidos humanos, siguen pretendiendo cambiar su destino, el equilibrio debe mantenerse- comenzó a brillar y con un estruendoso chasquido desapareció dejando un hoyo en el piso. A pesar del maligno poder, el Detestable no podía aún lograr su máxima expresión, la fe y el amor eran más fuertes que su oscura divinidad; pues él era la contraparte obligada de Nuestro Señor, no fue su padre un ángel rebelde con ínfulas de superioridad, sino una creación ex profeso para mantener el equilibrio y que el libre albedrío funcione en realidad. Dios permite que todos los hombres sean influenciables, aún sus Hijos, y respeta las decisiones que toman y defienden. Imagínense un mundo sin maldad, sin odio, donde todas las personas se consideren entre sí hermanos. Dios perdería la posición de Salvador, no haría falta el Mesías y las Sagradas Escrituras servirían para igualar niveles en millones y millones de mesas por todo el planeta. No señor, no es eso lo que Él desea, es sabio, seguramente anciano y experimentado; el antiguo adagio que dice que “el diablo sabe más por viejo que por diablo” es lamentable, Dios es el Viejo Sabio y utiliza a Mefisto para seleccionar lo mejor de la especie. Como se habrán dado cuenta es un perverso juego de tentaciones y redenciones, ustedes lo conocen; Adán y Eva, la manzana, la serpiente tentadora fue el comienzo de la historia. Hoy en día, en nuestra vida nos cruzamos con cientos de manzanas y miles de tentadoras y fascinantes serpientes, en la acepción de hechizantes, que nos incitan a caer en el abismo del pecado. El hombre y las religiones, salvo honrosas excepciones, se han encargado de bajar las expectativas que Dios habíase establecido corriendo los límites del camino hacia los costados para permitir cosas cuyo único objetivo es desviarnos del sendero propuesto. La Hipocresía es el nombre de la nueva religión escindida de las demás por voluntad de sus dignatarios, y la comodidad que ello genera hace que los feligreses adopten el nuevo credo, vivo como me place y luego me dirijo a mi culto para obtener el Perdón. Es esto lo que Dios planeó? Toda una vida recorrida de un lado al otro del extremadamente ancho camino, sin señales para respetar ya que fueron quitadas porque obstruían el libre circular de los vehículos descontrolados. No lo creo, construyamos un camino en que las señales sean tenidas en cuenta y el ancho nos permita conducir en forma más recta, aunque sea un poco y que las estructuras eclesiásticas de dominio mundial se dediquen más a salvar almas que a la acumulación de riquezas y poderío político para lograr más ingerencia en el orden terrenal, como si eso hubiera sido lo que Jesús predicó en su corta vida pública, la analogía entre el episodio el enojo del Mesías echando de las puertas del Templo a los vendedores con la actual realidad de conglomerados económicos negociando con los representantes de Dios en la tierra es una de las razones de la pérdida de adeptos a la doctrina y una verdadera ignominia. Seguramente, en su próxima venida, todas estas cuestiones serán aclaradas por Jesús o como se llame. Tengan paciencia que es un hecho inminente. Los oportunos defensores, se acercaron a la confundida mujer, la cubrieron con sus abrigos y la ayudaron a incorporarse, y mientras reaccionaba, trataron de ayudar a Adriano quien yacía en el piso inmóvil, boca abajo, pensaron lo peor, al darlo vuelta éste trató de golpear con un puño a Mike, que retrocedió ágilmente para evitar el contacto, el muchacho trató de levantarse para seguir luchando sin percatarse que todo había finalizado, y desconociendo a los demás intentó defenderse, fue Verónica quien detuvo su ímpetu guerrero, poniéndole sobre aviso que ellos los habían defendido, no recordaba de quién, pero estaba segura que estaba viva gracias a la Hermandad. El exhausto hombre, más calmo ahora, les agradeció la oportuna ayuda y solicitó una explicación de lo que había presenciado, una lógica explicación. Los fornidos caballeros pusieron a Adriano al tanto de la situación, pero sólo le confiaron una parte, arguyeron que se trataba de ritos satánicos corrientes y que utilizaban alucinógenos rociados en el Aire para despistar a sus víctimas y generar confusión, lo que les permitiría un escape como el que observaron minutos atrás. Con muchas dudas aún dando vueltas en su cabeza, el amigo de la muchacha le solicitó que los acerquen hasta el hotel, los hombres asintieron inmediatamente, pero le rogaron que no fuerce a Verónica a recordar nada de lo ocurrido, ella lo haría por sus propios medios. -Así lo haré – respondió con voz trémula Adriano. Si más, partieron raudos hacia el oneroso hotel, para que la estremecida chica descanse. Al llegar al lugar, Franco, quien acababa de arribar a Londres hacía casi una hora, esperaba preocupado a su esposa, al verlos llegar en ese estado comenzó a inquirir al grupo acerca del lugar donde habían estado, qué habían hecho, pero al reconocer a Mike bajó el tono y se acercó a dialogar a su lado. La conversación giró en torno a los hechos acaecidos en casa de Sir Douglas, ahora el desenmascarado Skull, cuando los hermanos comenzaron a narrarles los hechos, por supuesto ocultando algunas partes como en el caso de Adriano, Franco los detuvo poniéndolos en conocimiento de lo que le ocurrió en Roma, en su oficina, punto por punto, frase por frase las palabras de Merlín, por cuanto los guías de la Hermandad decidieron hacerle conocer el total de los datos. Franco no podía creer lo vivido por su querida esposa, sentados ahora en el lobby del hotel y la mujer tratando de conciliar el sueño en su habitación, comenzaron a bosquejar los pasos a seguir. John: eres parte imprescindible de esta historia, debo decirte que somos descendientes directos de los primeros guardianes de la Copa, nuestra Hermandad hace casi veinte siglos que está custodiando el Grial, estuvimos esperando que El Elegido se presente. Franco- como sabes que soy yo? Porqué yo? Mike: querido amigo, el manzano que dibujaste y que expusiste en la galería de ese monstruo, es una réplica exacta del manzano que cubre el Cáliz y que fue transplantado por el mismo José de Arimatea, sólo que tu versión del árbol contiene frutos. John: si, ese frutal nunca dio manzanas, y tú apareciste con una visión que nos pareció apropiada y que encajaba en forma exacta con las descripciones que nos legaron nuestros ancestros, Siggard y Harald, los primeros vikingos en aventurarse a esta tierras. Mike: luego aparecieron los vasallos del demonio con datos ciertos y conociendo tus pasos y los de tu esposa, no sabemos aún el motivo del ataque a ella si el elegido eras tú ( guardándose para ellos dicha explicación por el momento) Franco: están seguros o todavía hay una posibilidad que yo no sea la persona que buscan? John: el último paso para cerciorarnos es llevarte frente al añoso árbol cuanto antes. Franco: y Verónica?, ella está con un grupo buscando el Grial, y según sus datos e investigación están a punto de hallarlo. Mañana saldrían hacia la abadía de Glastonbury, según ella los últimos datos que necesitan se encuentran entre sus viejos muros. John: no te preocupes, sus paredes sólo encierran falsos acertijos colocados por José a sabiendas de lo que ocurriría, era sin duda, un hombre muy inteligente. Mike: por supuesto, no olvidemos a Roland, el lo ayudó mucho en todo lo que logró. El anciano todavía vaga por el mundo en su rol Divino de controlador del Plan. El Elegido no preguntó nada al respecto, su preocupación era otra. Franco: que hago con el equipo que dirige mi esposa? John: tu hermano y Alberto han robado documentos que les permitieron llegar hasta este lugar, debes tener cuidado con ellos. Por otro lado estamos aliviados sabiendo que Merlín anda cerca, en realidad hace muchísimos años que no lo vemos, este trabajo es sin duda hermoso, por todo lo que representa, pero año tras años nos agotamos, la espera, el recelo permanente, pero en éste momento nos sentimos plenos sabiendo que seremos nosotros los que culminaremos el trabajo iniciado por nuestros predecesores, estamos cansados. Franco: dejaré que sigan con su investigación normalmente, es lo mejor. Ah, otra cosa, Merlín me dijo que era hijo y hermano de demonios; qué es en realidad? Mike narra a Franco la historia de Sigmar , la espada, la princesa Anna, su hijo, la fétida criatura del bosque, que tantos años atrás comenzaron esta historia que está a punto de culminar. John continuó con los personajes: José, su hijo, Roland, Harald y siggard, verdaderos héroes, ahí se detuvo unos instantes para aclarar lo de “hermano de demonios”, en su periplo hacia esta islas, José halló a una mujer y a su hijo pequeño, a quienes asistieron varios días puesto que se encontraban débiles y lastimados, pero al llegar a una floresta desaparecieron sin dejar rastros, Merlín nos aclaró que ese niño es hijo del mismo demonio, ese niño es Sir Douglas, quien de alguna manera se las arregló para permanecer en la tierra como un humano por siglos, cosa que Merlín no logró o no fue su deseo. No lo sabemos. Franco: cómo continúa esto luego de recuperar el Cáliz? Mike: Dios dirá, de alguna forma sabremos qué hacer, siempre ha sido así. John: por ahora iremos hacia la Colina del Sol, saldremos mañana para ganar tiempo, no sabemos qué planea Alberto con la Copa. Franco: nos vemos mañana temprano, ya dejé demasiado tiempo sola a Verónica. El lobby del hotel quedó desierto, en el camino hacia su habitación, el joven trató de acomodar un poco su revuelta cabeza, poner la ideas en orden, era una pesadilla, por un lado la extrema alegría de ser partícipe de esta historia Divina, por el otro la carga de tremenda responsabilidad, los sucesos con Verónica, la complicidad de su hermano con Alberto, Adriano y las armas. Era mucho, pero se sintió bien, debía hacerlo y lo haría. Por la mañana temprano Al y Adriano estaban desayunando cuando vieron llegar a los Hermanos en busca de Franco, cruzaron dos palabras cordiales de saludo con Adriano y subieron las escaleras en busca del muchacho, en el corredor se cruzaron con Stéfano, que bajaba presuroso en busca de una taza de café, sonrieron sin mirarlo. El joven los estaba esperando junto a su querida esposa, quien se sentía mucho mejor, tanto como para continuar con el cronograma de hoy que los llevaría a la vieja Abadía. Todos bajaron, pero la chica se quedó a desayunar, con un guiño cómplice Franco le encomendó a Adriano que cuide a Verónica, el valiente muchacho respondió asintiendo con la cabeza. Alberto se preocupó cuando narraron lo ocurrido la noche anterior, en una muy corta versión, no así Stéfano quien no se inmutó, es más, no pronunció palabra. La chica volvió a agradecer a Adriano por su afortunada intervención, quién sabe que hubiera ocurrido si el no seguía el vehículo para cuidarla. Acomodaron sus agendas y en el momento de levantarse de la mesa, sonó el teléfono de Alberto; una llamada desde París, su amigo Fréderik con viva voz le anunciaba que ya poseía el material del ADN para comparar con la sangre del Cáliz. Perfecto, expresó con alegría el desalmado hombre, guardó su celular y les comunicó la noticia a sus secuaces, a espaldas de la mujer, quien se había adelantado varios pasos. A casi ciento treinta kilómetros al oeste se encontraba el lugar donde José había vencido al mismo demonio en pos del amor y la verdad, valores que hoy en día no son tenidos en cuenta, cuando pasaron por la ciudad de la Abadía sonrieron todos en silencio, sólo el pintor pensó en el trabajo arduo y fútil que Verónica había llevado y continuaría llevando a cabo. Cada grupo arribó a su lugar de trabajo al mismo tiempo, los arqueólogos comenzaron a trasladar equipos desde la van hacia las ruinas, que al estar dispersa en un área sumamente amplia dificultaría la búsqueda. Cuando Franco descendió en el lugar indicado por los custodios de la Hermandad sintió un nudo en el estómago, a escasos cincuenta metros del vehículo que los había transportado, colina arriba, se podía observar un árbol de buen tamaño, muy frondoso, muy verde, solo, custodiando el secreto mejor guardado, el más importante; cuando el muchacho levantó la vista y la dirigió hacia el modesto espécimen arbóreo vio su cuadro, exacto, como calcado, no lo podía creer, en ese momento comprendió la grandeza de Dios, recordó a su amada y la visión de su hermoso rostro completó su obra magna, caminando lentamente hacia la cima, en un día sin sol, casi tormentoso, se emocionó hasta las lágrimas, presintió que todo lo ocurrido debía ser por obra de Dios, ya no lo dudaba, lo sentía en su mente, en su corazón, en su alma; unas pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer, inoportunas, desinhibidas, terminaron de mojar su rostro, nunca imaginó la batalla que se había librado en ese lugar, los que murieron, los que ganaron, todo el poder de Nuestro Salvador residía en ése árbol. Se detuvieron a dos metros del glorioso manzano, Franco se adelantó unos pasos, los hermanos retrocedieron, sólo el hombre con su Dios, la llovizna se detuvo, las nubes se abrieron y un solo rayo de sol iluminó al dúo, naturaleza y hombre, es decir Dios, en segundos las flores cubrieron todos y cada uno de los gajos, los hombres quedaron absortos con el fenómeno, en silencio sólo observaban, las rojas manzanas comenzaron a tomar el lugar de las flores, creciendo a ritmo arrollador, en minutos cubrieron totalmente el árbol. Allí, desde un lugar en que podían observar hacia todos los puntos cardinales, se sintieron únicos, espectadores y protagonistas del milagro de la vida, del milagro de Dios. Observaban extasiados sin moverse, notaron como las ramas llegaban hasta la hierba que cubría el suelo por el peso de las frutas, formando una coraza en derredor del tronco, disfrutaban inmóviles, gozosos, felices, de repente las manzanas comenzaron a caer, ya maduras, liberadas del peso, las ramas retornaban lentamente a su lugar, una alfombra de frutos cubría las inmediaciones y, pequeña, rústica, una caja de madera de roble, raída y corrompida por el paso del tiempo yacía a la par del grueso tallo; muy lentamente se acercaron y quitaron las reinetas que entorpecían la hermosa labor de asir el don divino. Tomó Franco el pequeño arca y minuciosamente retiró la tierra y suciedad que la cubrían, más lentamente levantó la tapa, dejando al descubierto una bolsa de cuero con algo en su interior, con su mano suave de artista tomó lo que contenía y lo mostró al mundo ofreciéndolo al cielo, en ese momento parecía que el astro rey iluminaba solamente esa parte del mundo, a esos hombres y a Ése Cáliz, todavía lacrado como lo había hecho José con toda la dedicación y el amor del mundo para preservar la sangre de su más querido Amigo y Mentor, lo que le daría a la humanidad una nueva oportunidad de salvación, sólo que nadie lo sabía, salvo la Hermandad, que conocía el plan paso por paso. Eufóricos. Retornaron cuesta abajo al vehículo y retornaron a Londres; en el camino Mike comentó que suponía que Skull trataría de arrebatarles el preciado tesoro en cualquier momento, irían hacia el edificio de la Hermandad y luego, como estaba previsto pondrían la reliquia en manos de la Santa Sede, pero la Iglesia actual no es como la de San Pedro. Pero esa es otra historia. Mientras tanto la investigación estaba centrada en la Torre de Glastonbury, ruinas de la Iglesia de San Miguel, aproximadamente a mil cien metros de las ruinas de la Abadía, con permisos especiales de investigación, trabajaron en el lugar alrededor de una semana, recopilando importantes datos, para luego pasar por un lapso similar a la Abadía. El saldo final fue desconcertante, poseían el material necesario para obtener el éxito pero no lograron ubicar el Cáliz, Verónica enojada consigo misma, se disculpó con los hombres por no haber sido capaz de desentrañar el misterio. Durante esas dos semanas, Franco acompaño cínicamente a su esposa y a su hermano en la tarea, guardando celosamente el mayor secreto que se le podría confiar a un hombre. Alberto se encontraba muy ofuscado con la situación, decidió volar a París y reencontrarse con su amigo Fréderik, quien incluso había mejorado los resultados practicados a ambos lienzos. Stéfano se quedó en Londres para despejarse un poco, argumentó. El matrimonio regresó a Roma en busca de un poco de calor de hogar, la mujer s encontraba muy bien de salud y comenzaron a gestar la idea de ser padres, o por lo menos intentarlo; al aterrizar en el aeropuerto de Roma ya habían pensado en algunos nombres, muy sonrientes y alegres se instalaron nuevamente en su bella y amplia residencia. Ya en la Ciudad Luz, el inescrupuloso Al, tras sufrir un altercado con su equipaje en el Aeropuerto Charles de Gaulle, recaló en la cínica de su viejo conocido, quien lo invitó a hospedarse en su casa, situada en el barrio tradicional de Montmartre, una verdadera belleza arquitectónica de los años treinta. Por supuesto aceptó, coordinando que luego, durante la cena compartirían los datos de los exámenes. Mas tarde, sentados en el comedor de la pintoresca residencia de aspecto señorial, sin llegar a ser una verdadera mansión, comenzó el debate de los resultados. Poseían la prueba que ambos paños habían estado en contacto con la misma persona y el prestigioso médico y genetista había logrado obtener una cadena casi completa del ADN de esa persona. Al: cómo es eso que lo tienes “casi” completo? Fréderik: así es Al, tuve que reconstruir el esquema extrapolando datos de un material y otro. Es realmente imposible llegar a un ciento por ciento de reconstrucción. Al: no me sirve, sobretodo teniendo en cuenta que no he podido hallar el Grial para la comparación, necesitaba esa sangre. Todo este trabajo es inútil sin la sangre. Fréderik: no te preocupes, es un gran adelanto, ya se nos ocurrirá que hacer para ganar unos millones, por ahora debemos deshacernos de esos trapos. Al: no entiendes, yo quería ese elixir de vida eterna! Fréderik: no seas necio, no creerás en esas patrañas, has visto que no existe, lo has comprobado personalmente. Al: túuuu! eres el necio, no has sido capaz de armar la secuencia completa, si tuviera la Copa podría compararlos y tener la certeza de su origen. Fréderik: eres rico pero ignorante, ya tienes la respuesta, con la población que había en esa época ( dataron ambas telas en el siglo I), con los medios de locomoción y los adelantos tecnológicos nulos, crees que es posible que pertenezcan a otra persona que no sea Jesús? Al: estás seguro? Que podemos hacer con ese dato? Fréderik: con una cadena completa sé que hacer pero con una parte es más difícil. Al: a qué te refieres? Fréderik: Clonación! Al: te refieres a…. Fréderik: exacto, a pesar de todo eres astuto! Luego de esto fueron a descansar, pero ninguno de los hombres pudo siquiera cerrar los párpados, pensando en lo que podrían lograr juntos. La vida de los jóvenes esposos comenzaba lentamente a tomar color, Verónica había conseguido su primer trabajo, aunque no haya llegado al descubrimiento fue muy buena su labor, visto por ojos de otros profesionales en la materia, el mecanismo y el rigor científico fue respetado, los pasos de la investigación fueron los que mandan los libros , además todos vieron algo extraño en el desarrollo y en lo que encontraron en las ruinas; todas las pistas llevaban hacia un sitio que no existía, fue raro pero sentó precedente para ulteriores investigaciones. Por otro lado, a pesar del poco tiempo de exposición en Londres, las obras del muchacho cobraron notoriedad, incluso hizo un par de ventas; la empresa familiar subía las ventas mes a mes y el equipo de trabajo se consolidaba, salvo por la inoperancia de su hermano Stéfano quien definitivamente no aportaba nada, ni trabajo, ni ideas, ni siquiera dignidad. El tiempo transcurría y Franco no tenía noticias de La Hermandad, casi había pasado un mes desde el delicioso suceso del manzano y el Cáliz, se podría decir que extrañaba a esos amigos que el ¿destino? había cruzado en su camino, tan rudos y tan sinceros a la vez, sin duda, gente que se ve poco en los tiempos alocados que corren, por un instante pensó en “Tiempos Modernos” de Charles Chaplin. Capítulo Seis El perdón. La salud de Verónica mejoraba día a día, el tratamiento indicado estaba resultando muy eficaz y eficiente, los buenos resultados se dieron y además en corto tiempo. Sofía, la madre de la chica, permanentemente pedía un nieto, como todas, pero ésta era especial, su hija había estado muy enferma y dicha dolencia justamente tenía que ver con su sistema reproductivo; la pérdida de su marido y los frecuentes viajes de su hija, primero por los estudios, luego por su esposo y por último por su trabajo hacían que dicha dama, pues eso es lo que esta mujer era, pasara la mayor parte de su tiempo sola y sin mucho que hacer, siempre se dedicó a su casa y a su familia, dejando de lado su propia vida y sus preferencias personales. Sin duda era especial. Muy religiosa, Católica Apostólica Romana, por supuesto creía fervientemente en Dios y en Jesús, quién era una especie de ídolo para ella, tenía particular admiración por ese Hombre, quizás por lo que representaba o talvez por lo que generó, lo que no era poco, a partir de Él se gestó una religión que se mantuvo por casi dos mil años, la cual hoy se encuentra en crisis, como todas las instituciones que predican moral, ética y amor. Esta buena señora ansiaba con todo su corazón un varón como primer nieto, deseaba ver a su hija con la panza enorme y caminando lentamente, con las mejillas llenas y rojas y a su yerno ayudándola a moverse y mimándola a toda hora porque en su interior llevaba un hijo suyo, soñaba con esas escenas, se lo merecía. Ella estaba totalmente decidida a ser madre, quién se oponía momentáneamente era el marido, pero nada más por el estado de salud de la mujer, necesitaba que le digan que estaría bien, que todo había pasado, no podía olvidar esa noche cuando lo despertó el grito de su esposa bañada en sangre; a pesar de los análisis, de los doctores, Franco temía. Verónica se sentía bien, y comenzó a hablar del tema cada vez más seguido, en un primer momento el muchacho se encontraba entusiasmado pero luego declinó la intención por lo expuesto, tampoco soportaba verla sufrir, anhelar el hijo, estar en condiciones de salud y por el egoísmo de otro no poder concebirlo. Sin duda el problema era Franco y su disyuntiva. Pero en la cabeza del hombre había otra cosa girando que no encontraba su lugar, que no encajaba en la mente estructurada del Elegido, a pesar de haber visto lo que vio y de lo vivido, no comprendía su destino, no deseaba dejar a su hijo sin padre, aún así, la intención de complacer a su esposa lo llevó a ceder, le diría que estaba de acuerdo, pensó en Dios, presentía que los ayudaría-son los miedos de todos los hombres- pensó convencido. Esa noche mientras cenaban, el muchacho tomó la mano de la joven mujer y apretándola levemente y con sutileza en señal de cariño le dijo suavemente: -Mi amor, se que deseas un hijo y que yo he sido un poco intransigente, pero creo que lo más importante es tu decisión, yo también lo deseo, tengamos ese varoncito. Verónica: gracias, me haces la mujer más feliz del mundo, te amo con todo mi corazón, sabía que me comprenderías- ella se levantó de la silla y abrazó a su marido acercándole su vientre a la cara, el la besó y acarició muy despacio como si el bebé ya estuviera ahí, se incorporó, la tomó de la mano y mirándola a los ojos tiró de ella para que lo siga, cruzaron todo el estar como hipnotizados y subieron la escalera siendo uno solo, no llegaron a la habitación, en el mullido sillón del recibidor consumaron su puro amor, por fin tendrían el deseado retoño. Los días pasaban y los tests de embarazo seguían siendo negativos, sus amigas le decían que era normal, que esto no es instantáneo, en un intento de conformarla, tres meses después todo seguía igual. Sin novedades? -preguntaba Sofía levantando las cejas cada vez que llegaba a la casa de su hija, todas las mañanas. Desconsolada por la imposibilidad de procrear, lloraba en todos y cada uno de los rincones de su casa, cuando estaba sola el llanto era más perturbador, con su madre o sus amigas más medido, siempre pensaba en los demás, incluso en un trance tan difícil como este -para qué quiero curarme si no puedo tener hijos- llegó a pensar sin expresarlo. El sufrimiento era tal que dejó de alimentarse convenientemente, poniendo en riesgo su salud, si bien el cáncer había retrocedido, la falta de nutrientes esenciales deterioró su pequeño cuerpo. Una mañana. Sofía llegó e ingresó por el jardín, como de costumbre, y halló a su hija que yacía tirada a un costado de la piscina vacía, la cual estaba siendo acondicionada, inmediatamente llamó al servicio de urgencias y por supuesto a su yerno, quien se encontraba en su oficina céntrica. Mientras aguardaba a los médicos, la chica reaccionó, la ayudó a sentarse en una reposera de madera usada para broncearse y relajarse al sol, y poco a poco comenzó a recuperar el tono de su rostro demacrado, estaba débil, sin fuerzas, y su alma desesperanzada. Franco se dirigió a la clínica, y ahí estaba, mirando hacia la ventana con la mirada perdida en algún punto lejano, como si no le importara nada, su eterna sonrisa se había borrado de sus ahora finos y pálidos labios. Está anémica- aseguró el galeno, con cara de preocupación. Pero ese no es el problema de fondo- continuó el profesional- ingresó en una depresión acentuada. Debemos dejarla unos días internada y tratar de recomponer su salud mental, el equipo de psiquiatría de la institución se encargará de iniciar el tratamiento, veremos cómo evoluciona. Por la noche, el Dr. Cardinale fue a ver a su querida Verónica. Chiquita, otra vez por acá?- preguntó en tono paternal el amigo de su padre. Enzo, gracias por venir- sollozó la niña-mujer. Enzo: estás anémica, deberías cuidarte para ser mamá, recuerda que serás el soporte de una nueva vida, si tu estás bien el niño estará bien- insistió con intención clara de animarla. Verónica: nunca lo seré, hace meses que intentamos, mi enfermedad me dejó sin la posibilidad de ser madre- exclamó enojada como nunca. Enzo: sabes querida, hay dos cosas en que debes confiar, la ciencia y Dios, y por supuesto tú. Debes estar bien contigo, cree, reza, verás que todo se soluciona. Eres una mujercita excepcional, todos queremos que te repongas, y seguramente el Señor también lo quiere, seguro te premiará con un hijo, igual a Franco, son dos bellas personas, confía. Besó su frente y la dejó descansar y pensar, no era psicólogo ni psiquiatra, pero su experiencia de vida en casos como estos le dio a su chiquita el ánimo que necesitaba, y vaya que tenía experiencia en la vida! Cuatro días bastaron para que la reanimada muchacha recobrara sus glóbulos rojos, por lo menos la cantidad necesaria para ser dada de alta por su parte física, su mente estaba aún en observaciones pero con importantes avances, la conversación con Enzo en su primer día de internación, a escasas horas de haber llegado al nosocomio, habría hecho que reaccionara poco a poco, continuó yendo al gabinete de apoyo `por un mes, su marido la acompañaba a todos lados y la contenía naturalmente, también en un momento se endilgó parte de culpa por no haberse dado cuenta del problema de su amorosa esposa. Diálogos permanentes, reuniones con amigos y sobretodo el apoyo de su madre, lograron que en un término de cuatro meses se reacomodara el sistema nervioso de Verónica, quien agradecida con todos quiso organizar una fiesta para demostrar su cura; Franco, callado y pensativo aceptó para sostener anímicamente a su amada, pero pensaba seriamente en los hechos que hubieron de marcar su vida, ser el Elegido fue para el un sacudón emocional, agregándole a eso no poder contárselo a nadie, ni siquiera a la compañera que había elegido para compartir su vida, la temible enfermedad de esta, no poder ser padres y por último la depresión que tanto perjudicó la relación. Será una prueba Divina?- pensó preocupado, un sentimiento de desconcierto llenaba su alma, pero no dudaría, seguiría adelante si bajar los brazos, soy el Elegido- para qué?- culminó pensando mientras se quedaba profundamente dormido. Esa noche soñó con Merlín, o creyó soñar. No podía diferenciar la realidad de lo onírico, se conformó suponiendo lo primero, no quiso entrar en detalles, esta vez el espectro le aseguró que todo saldría bien y que el plan se cumplía en tiempo y forma, que creía en el, y que crea en Él, y lo más importante que su tarea no había terminado aún. Se despertó parado en el centro del estar, frente a un gran espejo, recordando todas las palabras pronunciadas por el ente de larga barba, volvió a la cama y se durmió, nuevamente. La mañana siguiente fue esplendorosa, le hizo recordar aquella en la que preparó el desayuno y le obsequió ese hermoso ramo de rosas. Era temprano y comenzaron entusiasmados a dialogar, y charlaron, y hablaron, y cruzaron palabras y cruzaron sus almas; perdieron la noción del tiempo por la felicidad de estar juntos, sólo palabras, sólo amor. Cuanto de eso le falta a los hombres, no tienen idea de lo que han desperdiciado, siglos y siglos de codicia, de maldad, de perversiones, de odio, de rencor, una ignominia total y creciente, cuándo serán concientes que deben comenzar de nuevo. Sólo amor, ahora sabían, amor, le agradecieron a Dios y luego rieron, rieron y rieron. Así debe haber sido el Paraíso, era el Paraíso. Convinieron en una visita a su ginecólogo, el conocido Dr. Cardinale, para consultarlo acerca de los motivos de la imposibilidad de de quedar embarazada, la secretaria les comunicó que el Dr. No atendería hasta la semana entrante, decidieron esperar ya que podían depositar toda la confianza en Enzo. Todos argumentaban que la ciencia había avanzado mucho - Ya van a ver, en cuanto se descuiden serán padres!, era la frase más común de conocidos y amigos. El lunes, Enzo los recibió en su consultorio particular, que resultó estar ubicado muy próximo a su vivienda, tan cerca que decidieron caminar. Enzo: estás hermosa chiquita! Verónica: muy bien, me siento muy bien, pero nos quedó algo pendiente, estamos ansiosos por ser padres, no es una obsesión, sólo… Enzo: ok, no te pongas mal, hay muchas parejas en su situación, yo mismo he ayudado a ser madres a cientos de mujeres en mi larga carrera, creo que puedo hacer algo por ti. El experimentado profesional comenzó refiriendo a las causas por la que una mujer no puede quedar embarazada, pero incluyó también la posibilidad que sea el hombre el que tenga algún problema que no le permita fertilizar los óvulos. Lo adecuado en estos casos - comenzó diciendo Enzo- es realizar una ecografía a Verónica y un espermograma a Franco, debemos comenzar a lo sumo mañana, pues esto sabe ser largo y tedioso, debo decirte mi querida niña que las sesiones de quimioterapia pueden ocasionar la destrucción de los ovarios, no creo que sea tu caso pues fueron muy pocas aplicaciones. Los espero mañana en la clínica para comenzar yo mismo los estudios. Gracias Enzo- siempre tan cortés- señaló Franco, te agradezco de verdad, has ayudado mucho a Verónica con tus palabras. No es nada- aclaró el viejo conocido de la familia- siempre estuve y siempre estaré a su lado, debes saber que es como una hija para mi. Ya lo sé, ya lo sé- aclaró el muchacho mientras estrechaba su mano afectuosamente. Al día siguiente, el doctor acompañó a la muchacha hacia la sala donde se encontraba el ecógrafo mientras su marido era conducido a un gabinete privado para la realización del exámen sobre el semen, que consistía en evaluar diversos parámetros a partir de una muestra obtenida en forma privada; volumen, consistencia, color, que debe ser perláceo, acidez, forma y movilidad, habiendo siempre un estrecho margen dentro de lo cual son considerados normales, al cabo de unos minutos, Franco salió del recinto con un recipiente tapado y lo entregó al asistente que lo llevaría al laboratorio para las pruebas fisicoquímicas. En otras dependencias del gran instituto, la delicada mujer fue revisada luego de ser expuesta a los ultrasonidos, con el tacto, Enzo no encontró nada fuera de lo normal. Debería someterse a los demás exámenes en los días subsiguientes. A pesar de todo estoy contenta- expresó con una sonrisa Verónica, estamos juntos y vamos a solucionar cualquier inconveniente, estoy segura. Por supuesto mi amor!, aseveró con énfasis el esposo, ven, vamos a almorzar, sé lo que te gusta y conozco donde los hacen como tu madre. A pocas cuadras de ahí, ingresaron a una antigua trattoría, un lugar donde el tiempo no había transcurrido, incluso el hombre detrás del mostrador encajaba con el ambiente, sillas de madera oscura, mesas cuadradas con manteles cortos y de colores vivos, muchas flores en la decoración, pisos formando espléndidas figuras y ese olor, un aroma inconfundible, casi familiar, lugares como éste no se encuentran en otros lugares del mundo; lo principal, las antiguas recetas son respetadas hasta en sus más pequeños detalles, siempre se sintieron como en casa en ese lugar. El mozo se acercó con gesto amable y gruesos bigotes negros, con un blanco delantal y un pequeño anotador en su mano derecha, un corto lápiz sería el encargado de plasmar su pedido. Signore Franco, cuanto tiempo pasó!, lo extrañamos, sabe usted que ésta es su casa; buenos días signorina!- saludó efusivamente a la chica subiendo y bajando la cabeza. Oh, gracias Julio Cesar! Siempre me he sentido como si así fuera, ésta es mi esposa Verónica, no casamos hace unos meses- aclaró Franco. Como está tu padre, don Julio César? continuó el muchacho. Muy bien, ahí lo tienes, detrás del mostrador como siempre, ya sabe usted, esto es su vida, y mire, ese que está allá, señalando con el lápiz hacia un joven con delantal con incipiente bigote, es mi hijo Julio César. La chica debió taparse la boca para que no se note su sonrisa; cuando el mozo se retiró para pedir en la cocina los vermicellis con salsa de camarones, Franco también sonriendo, le explicó el respeto que tienen por sus tradiciones y continuaron riendo y comentando hasta que el hombre del bigote volvió con el claro vino. Llegando a los postres, por una de las puertas laterales de ingreso al amplio salón, ingresaban Mike y John, de espaldas a la chica, Franco les hizo una seña para que se acerquen a la mesa e impidió que su esposa gire su cabeza para ver a quien saludaba, para que sea una sorpresa. Los rubios y fornidos amigos ingleses acudieron gustosos para saludar a la pareja sorprendiendo en buena forma a la mujer quien no esperaba verlos allí. Aprovechando el momento en que la dama se retiró al toilette, los Hermanos le comunicaron que el Santo Grial había sido depositado en el Vaticano, en el más absoluto de los secretos, también le dijeron que dialogando con gente allegada a la Hermandad se enteraron que Los Sudarios, el de Oviedo, España, y la Sábana, en Turín, habían sido sustraídos hacía ya varios meses. Todo fue ocultado. Les llamó la atención y decidieron investigar, en el mismo instante que dejaban el glorioso Cáliz, se enteraban de la desaparición de las otras reliquias, estaría seguro en la Santa Sede? Franco necesitaba más datos acerca de su labor, qué debía hacer ahora? Creo que algo malo ocurrirá- auguró John. Temo que la Oscuridad, con Skull a la cabeza tenga que ver con esos hechos. Mike le aseguró que estarían en contacto- más que nunca- aclaró, que se quedarían en Roma el tiempo suficiente para garantizar la buena fortuna de la Copa y su Santo contenido. Apenas regresó del tocador, los hombres se incorporaron y saludando cariñosamente se retiraron del lugar, nadie se percató que dos hombres con oscuras gafas salieron presurosos por la otra puerta. Que suerte que los muchachos vinieron a visitarnos, los invitaste a cenar a casa, no? – preguntó descuidadamente Verónica. Si mi amor, por supuesto- uno de estos días dijeron.- aclaró el alertado muchacho. Alberto estaba todavía en París y no tenía idea que el Grial estaba en Roma, cerca de su casa, al alcance de sus manos, pero la Providencia, o el destino, o el Mal quizás querrían que lo sepa. Una llamada telefónica desde la Ciudad del Vaticano, más precisamente desde las oficinas de la Santa Sede, lugar desde donde se dirige los destinos de la Iglesia Católica en todo el mundo, invitándolo a una reunión muy íntima, una cena, mejoró un poco el humor de Al, quién aceptó sin pensarlo y mandó a adquirir los pasajes inmediatamente. A las veinte horas del día siguiente, ingresaba a la sala donde se realizaría el ágape, para su sorpresa, la mesa estaba preparada para tres personas únicamente, cosa que llamó su atención, esperaba un número mayor de comensales, como había sido en todas y cada una de las reuniones anteriores, incluso el Sumo Pontífice asistía a las galas, que con señoriales adornos brindaban los clérigos a sus amigos y benefactores. Dos altos funcionarios eclesiásticos eran los organizadores de la cuasi secreta cena. -Alberto, me alegro de verlo, lo hemos extrañado pero nuestros formidables agasajos han sido suspendidos por la inestable salud de Karol, el pobre está más muerto que vivo- aclaró casi ofuscado el clérigo. -En verdad se extrañan, los mejores vinos del mundo estaban acá.- recordó Al. -Y seguirán estando, pero tenemos una situación y …no, mejor cenemos y lo pondremos al tanto de todo mientras degustamos uno de esos elíxires que usted evocó. Por una hora degustaron platos preparados por uno de los mejores chefs de Europa, quien ahora trabajaba a diario para pocas personas, la elite de la Iglesia Católica. Con un aromático café servido en pocillos de porcelana antigua, los Obispos comenzaron con el tema por el cual llamaron al inescrupuloso millonario. La Hermandad de los Custodios es un grupo de locos que se creen descendientes de los primeros cristianos que llegaron a Inglaterra, José de Arimatea y su hijo fueron ayudados por un grupo de vikingos, que se convirtieron luego al Cristianismo. Según cuentan estos hombres, el Grial fue traído por José en un drakkar nórdico, además narran una tremenda batalla contra el mal en lo que llaman La Colina del Sol, lugar donde al fin fue enterrada la Copa.- narró uno de los clérigos. Alberto escuchaba muy atento, sin duda era un tema muy interesante para él y sus ideas. Pero eso no es todo- continuó el religioso- hace unos meses, un par de éstos…Hermanos, trajo una rústica caja de roble con una antigua copa en su interior, tapada y sellada con lacre argumentando que era el Santo Grial, imagínese, con el Santo Padre en el estado en que se encuentra, sencillamente no está en condiciones de atender este caso, por eso lo mantuvimos oculto hasta ahora, usted es la única persona que conoce la existencia de ésta reliquia, y por supuesto la gente que lo trajo. -Mis amigos, ésta historia es realmente increíble, ustedes me dicen que así como así el Santo Grial apareció en sus manos y ahora no saben que hacer con Él?, yo que tengo que ver con todo esto?- volvió a preguntar el escéptico magnate. Escuche Alberto-comenzó diciendo el sacerdote con tono amenazante- nosotros conocemos perfectamente quién es usted, y sabemos que parte de sus negocios tienen que ver con obras de arte y reliquias sustraídas, pero como verá, somos de confianza- terminó moderando su tono y arqueando su boca como si fuera una sonrisa. Ustedes no saben nada- reprendió el hombre enojado- sólo suponen, no tienen idea de lo que está hablando. Oh, si. Si sabemos.- afirmó el cura cínicamente. Viendo que en tal situación no era conveniente un desplante, Al trató de minimizar el entredicho diciendo- Señores, somos caballeros, sin duda me convocaron por algo, no? Por supuesto mi querido amigo- aseguró el más viejo de los sacerdotes, un Cardenal, siguiéndole el juego de la cordialidad fingida. El Papa morirá pronto y yo debo ser su sucesor-continuó Giovanni- pero tengo demasiados años para disfrutar el reinado como me lo merezco; conoces las supuestas propiedades del Grial y su contenido? – interrogó en tono dubitativo, como si no quisiera darle demasiados datos. En verdad no, pero pueden ponerme al tanto- mintió el descarado hombre. Necesitamos saber a ciencia cierta si esa copa es el verdadero Cáliz- indicó Giovanni evadiendo la respuesta oportunamente. La conversación se había transformado en un tablero de ajedrez. Y yo que puedo hacer?- demandó inocentemente Al. Comenzamos nuevamente, sabemos todo, nos debes un gran favor, o no?- señaló el viejo zorro con hábitos levantando las cejas y acercando su rostro al del asombrado hombre. Como…?- sólo atinó a esbozar Alberto. Esto es la Iglesia, todo pasa por nuestras manos, aún no lo sabías?, supusimos que en algún momento podríamos negociar contigo- aseveró el más joven con voz desafiante y altanera. Que quieren?- preguntó sin más el vencido gladiador (por ahora pensó). Sabemos acerca de los robos, de tu amigo en Francia, de sus pruebas con Los Lienzos Sagrados, sus resultados, queremos que nos aseguren la compatibilidad de la sangre de la Copa con el ADN de Jesús obtenido de los Mantos- ordenó Giovanni. Alberto no lo podía creer, que designio divino le envió a este par de degenerados con la solución a todos sus problemas?. Con una actuada cara de sumisión, soslayó- lo que ustedes deseen son órdenes para mí, utilizando el viejo adagio y una sonrisa más fingida aún. Sencillamente no cabía en su cuerpo, tendría el Cáliz, poseería la eternidad- debo eliminar a estos idiotas, amenazarme a mí- pensó siniestramente. Los religiosos se retiraron diciéndole que la “caja” le llegaría a su casa discretamente para que la “disfrute”, ellos se mantendrían en contacto. Alberto regresó a su casa, llamó inmediatamente a Stéfano y se sentó a esperarlo para festejar esta victoria tardía con una botella de Dom Perignon, cuando el muchacho llegó, ya había bebido la mitad. Ah, mi querido Stéfano, ven y salúdame como corresponde- Como estás Al- dijo sencillamente el joven. Estoy solo, puedes acercarte- invitó el hombre mayor. Tres pasos y quedaron cara a cara, boca a boca, un profundo beso postergado estremeció la habitación, no hablaron, se amaron. A la mañana siguiente, durante el desayuno, Al puso al joven al tanto de los pormenores de la cena de la noche anterior en el Vaticano, esos curas eran peores que él, rieron. Como sigue esto? –preguntó Stéfano mientras la mucama les avisaba que habían traído una caja para el. Quién lo trajo?-preguntó Al. Dos hombres muy bien vestidos en un auto negro, señor- respondió la doméstica, quien era muy atractiva por cierto. Dejaron algún recado para mi?- solicitó el amo. Lo llamarán, señor. Nada más. Gracias Alicia. Puedes retirarte. Intrigados, abrieron la caja, supusieron que sería el arca de roble con el Cáliz, así fue, intacto, ante sus ojos, la llave de la vida eterna y sin mover un solo dedo, era un sueño. Al instante, llamó a Fréderik, el hombre desde el otro lado del satélite no entendía lo que ocurría, prometió llegar a Roma lo antes posible; cómo fue a parar a manos de Alberto esa reliquia? Por la noche, el eminente y amoral investigador arribó a Fiumicino, no había mucho tránsito, así que el taxi sólo demoró treinta minutos hasta la casa del excéntrico hombre. Mi querido Alberto, que suerte has tenido, esto es verdaderamente increíble, cuéntame-solicitó el profesional. Mientras Stéfano saludaba a Fréderik, Al comenzó la narración, estaban tan exaltados y eufóricos que reían al final de cada palabra como chiquilines. Minutos más tarde, con su llave personal magnética el dueño de casa abrió la caja fuerte, escondida detrás de un cuadro representando La Última Cena pintado por Franco, y extrajo de ella la bolsa de cuero con la Copa en su interior, se la entregó al genetista y sonriendo le dijo- lúcete, dame lo que necesito. El hombre tomó el Cáliz y lo revisó, no había marcas de daños ni muestras de filtraciones, debía regresar a Francia de inmediato, insistió en regresar en ese preciso momento, pero lo persuadieron para que pase la noche en la residencia. Por la mañana, muy temprano habían arreglado todo el plan a seguir, Alberto se encargaría de los clérigos. Dos matones a sueldo, quienes habían realizado ya varios encargos para el Signore Alberto, como se hacía llamar, serían los encargados de eliminar a los molestos representantes de la Iglesia. No sería fácil, deberían tomar a las víctimas fuera de los muros de la ciudad del Vaticano, donde estarían más vulnerables y sin custodia; comenzaron a urdir el plan. Selene todavía era la preferida de Skull a pesar de su muerte, el Señor de las tinieblas todavía no había conseguido un reemplazo para su perra favorita, como el la llamaba, su cuerpo sin vida en el sótano de su mansión no le alcanzaba para satisfacer sus más deleznables gustos y pasiones, necesitaba sangre nueva y joven, envió a sus abominables sirvientes en busca de alguna doncella para mancillar, los servidores del averno se aprestaron presurosos a cumplir los deseos de su amo, pero antes que se marchen la bestia cambió de parecer -tráiganme a ese Alberto, quizás alguna de sus hijas también -agregó sonriendo malignamente. Seguramente tiene muchas cosas para decirnos, además de ser un sodomita perverso tiene apetencias de vivir una larga vida, veré que hago- corran- ordenó. Desde un auto estacionado en diagonal a la aciaga residencia, dos Hermanos vigilaban el comportamiento de los deleznables seres; al percatarse de su salida avisaron a Mike que los seguirían, el los suplantaría en la tediosa labor de vigilancia. Alicia atendió el portero visor y los hombres de oscuras gafas se presentaron como enviados del Cardenal Giovanni Costa y del Obispo Hugo Giugiolo, solicitando la presencia del señor Alberto Cane; la empleada dio aviso a su amo quien le ordenó deje ingresar a los emisarios. El confiado anfitrión se levantó de su sillón al verlos aparecer en el jardín, sonriente estiró su mano hacia el que venía adelante esperando estrecharla pero el hombre no se inmutó, sólo expresó sin gesto alguno que - el Sr. Skull desea verlo en su residencia. Alberto se sintió intimidado, no le gustó la reacción de los hombres y no sabía quien era Skull, rechazó la invitación alegando que esperaba a alguien por asuntos de negocios- si son tan amables y me dejan su dirección, con gusto visitaré a su jefe- aventuró Al, tratando de disimular su tensión. Ud. no entiende sr. Cane, debe venir Ya, con nosotros!- ordenó el ser, quitándose los anteojos dejándole ver sus rojos y aterradores ojos. Al asustarse, corrió hacia el jardín, como buen atleta, sacó varios metros de ventaja, supuso que escaparía, trataba de acelerar su marcha, se dirigió al portón trasero, rogaba que estuviera destrabado, miró hacia atrás, nadie lo seguía, no puede ser pensó, a donde fueron?- se preguntó, no se detuvo; continuó corriendo hasta tocar el portón, su corazón latía muy rápido, la carrera, el miedo, se sintió mal pero logró abrir, gracias a Dios pensó, pero los hombres de negro estaban detrás, estoicos, sin signos de haber corrido siquiera un metro, cayó al piso exhausto; lo asieron por debajo de los brazos y lo introdujeron en el auto como un animal. Las ruedas chillaron, detrás de ellos, otro chillido similar se oyó, los Hermanos presenciaron la escena y siguieron nuevamente al negro vehículo. Alicia avisó de inmediato a Stéfano sobre lo ocurrido. Regresaron a la horrenda mansión, el asustado hombre fue bajado a empujones y llevado en presencia del Amo del Mal, quien estaba tirado en el amplio sofá, testigo de sus aberrantes actos, fumando un grueso puro y con un vaso de escocés lleno hasta el borde; primero lo observó para luego dirigirse al alicaído mortal con voz grave- por fin te conozco Alberto, es una lástima que nos conozcamos de esta forma, pero ya no queda tiempo. Al: Yo lo conozco, usted es Douglas, lo vi. en el hotel en Londres, que quiere? Skull: no, ya no uso ese ridículo nombre, soy Skull ahora, Señor de las tinieblas, esta es tu parte de infierno, todos tienen el cielo y el averno en su alma, se trata de balance, de equilibrio, paro sé fehacientemente que los hombres son malos cuando de armonía se trata, inclinaste la balanza en sentido equivocado, pero yo puedo ayudarte estúpido mortal. Al: no entiendo de qué se trata esto, que desea de mí? Skull: aparte de tu alma? que ya es mía, tú me la regalaste, quiero el Santo Grial. Con el podré por fin quedarme en el mundo terrenal para siempre, sólo necesito una gota de la sangre de mi hermano( la bestia se consideraba hijo de Dios también) lo que queda es tuyo y seguramente vivirás muchos años, conmigo como amo, por supuesto, ese es tu destino, tráemelo y no trates de engañarme, no podrás. Dile a tu amigo francés que tiene veinticuatro horas para traerlo. Cuida a tus hijas, son muy bellas, sobretodo la menor. Es demasiado hermosa. Al: como usted diga señor, no tengo palabras para decir. El terror invadió la mente de Alberto, no era para menos, el mismo demonio estaba frente a el, no podía ser cierto. Entonces todo es verdad, pensó. Skull: si Alberto, Todo es verdad, si hay luz genera sombra, no puedes creer sólo en la luz. Serás un buen discípulo, ve y tráeme lo que te pedí. Al: por supuesto, respondió muerto de miedo. Lo llevaron de regreso a su casa y ya no era el mismo, llamó a su amigo en París y le exigió que de inmediato trajera la Copa, que no hacía falta hacer ninguna prueba, que sabía a ciencia cierta que en verdad era la sangre del Cristo- debo entregarla a una persona muy importante, mi vida y tu vida corren peligro, por favor ven a Roma con el Cáliz. Al escuchar esto, Fréderik comprendió que algo había salido mal, ya tenía en su laboratorio parte de la sangre dispuesta para los análisis, una buena cantidad de muestra, pensó en devolverla al vaso, pero fue más fuerte que el, la dejó donde estaba, tomó el Grial, volvió a sellarlo y emprendió el viaje a Roma, en dos horas salía un vuelo, tuvo suerte. La Hermandad continuaba con su paciente vigilancia, tenían gente en casa de Verónica, en la mansión del abominable Skull y en casa de Alberto. Observando sin intervenir, monitoreando el desarrollo de los acontecimientos. Todo correcto. Hasta ahora. Descansando en su cómodo dormitorio, Franco y su esposa, se distraían mirando televisión sin prestarle mucha atención, luego de un día lleno de corridas de un médico a otro, estaban cansados y recién comenzaban los estudios; el canal dieciocho mostraba un accidente protagonizado por dos religiosos, el Cardenal Giovanni Costa y el Obispo Hugo Giugiolo, resultando ambos muertos en el, el chofer se encontraba en grave estado. Una falla mecánica en el sistema de frenos originó que el vehículo en que se desplazaban perdiera el control impactando contra una máquina vial fuera de servicio. El matrimonio ni siquiera escuchó la noticia, siguieron dialogando sobre la forma correcta de criar a su hijo, y que seguramente su abuela lo malcriaría demasiado. No importa- aseguró Franco- lo importante es tener a nuestro hijo de una vez, estoy seguro que Enzo nos ayudará. Por supuesto -agregó Verónica. Se abrazaron y así, se durmieron. Luego del desayuno, Franco se dirigió hacia la empresa, debía dedicarle un tiempo al trabajo, ya que su padre, si bien no le exigía nada, refunfuñaba cada vez que podía quejándose por la cantidad de trabajo atrasado que había en la administración, es obvio decir que el progenitor del tranquilo muchacho estaba totalmente al margen de esta aventura inesperada y Divina que su hijo estaba viviendo, su madre y su hermano tampoco conocían la verdad, era mucho peso para soportarlo solo, pensó en compartirlo con alguien, pero no se animó, no quiso defraudar la confianza de los Hermanos, decidió llegar al final de todo esto, aún no acababa de entender lo que pasaba. Siguió trabajando y poniendo al día el papelerío, si el no estaba sobre eso, nadie lo hacía, pensó. Por la tarde debía concurrir a la clínica nuevamente, no quería dejar sola a su querida y dulce esposa, todavía no habían concluido con los exámenes. Con la familia completa pasando unos días en la Isla de Giglio, cosa que se repetía varias veces al año, Alberto se encontraba solo en su amplia casa en Roma, desequilibrado por su encuentro con ese deplorable ser y el deber de devolver el Cáliz, sentía que había perdido la oportunidad de cumplir el objetivo que tanto anhelaba, por lo menos en la forma que lo imaginó, debería ser un esclavo por toda la eternidad?, o estar dependiendo de la voluntad de un maligno ser indefinidamente sin saber cuando se cansaría de tenerlo a sus pies. Ambas posibilidades torturaban su mente inestable, había llamado a Stéfano pero este no respondía. Estaba solo, hesitante, nadie acudiría a ayudarlo, se había encargado de quedarse sin nadie que lo quiera, Skull le había adelantado que era su tiempo de infierno, dicen que los malos no tienen un castigo terrenal, él había inaugurado una nueva era, la justicia Divina o de quien sea, legaría mientras su alma aún esté incluida en su cuerpo con vida, otra paradoja; poseer la vida eterna y ser esclavo por siempre, eso sí es un castigo a un deleznable comportamiento; todas las almas de los incorrectos quedarían atrapadas carentes de la luz de la vida en su cuerpo vivo?, o él era el ejemplo para que los demás se corrijan?, o su vida y su castigo pasarían desapercibidos por todos generando un castigo mayor aún? Miles de ideas giraban en su cabeza en torno a su vida, su muerte, su antes, su ¿después? Cuando alguien dice, en alusión a una encrucijada, a un momento difícil en su vida, cuando se debe tomar un camino o realizar una elección- estoy entre el cielo y la tierra, o entre la espada y la pared-Al se reía, se burlaba de Dios, se burlaba del hombre, demolía las paredes y desenvainaba espadas más largas y filosas todavía. Durante su vida, asoló vidas, amores, amistades, confianzas; hombres, mujeres y también niños como un desalmado Rey, un rey de inmisericordes hordas bárbaras que devastaban todo a su paso. Dios y demonio, que ambigüedad, ambos en su contra, hubo alguien con un castigo semejante? Trató de recordar cada instante de su vida, su infancia, poco recordaba de esos años, su padre siempre viajando, siempre ocupado, sin tiempo para él, para su madre, su madre que siempre lloraba, no sabe porqué, la muerte de su hermano mayor, leucemia, en tres meses Dios se lo llevó, repetía constantemente la dolida mujer. Su juventud, internado en una escuela para jóvenes de clase alta sin una familia capaz de contenerlos, siempre peleando por un lugar mejor, abriéndose camino por medio de la fuerza, de la astucia. En ese lugar todos tenían una componente de maldad, era una permanente competencia por sobrevivir por los medios que sean, de la forma que sea; lo importante era estar más arriba, de repente comprende, se preparó toda la vida para perpetrar la vejación más deplorable que un hombre puede cometer, su designio era ser el medio por el cual se canalizaría todo el odio y la maldad permitiendo a la Oscuridad su regreso al mundo, sin su avidez de poder, de vivir por siempre toda ésta historia no hubiera ocurrido, o si? Recordó también los años felices junto a su esposa, hermosa y bella por dentro; también la engañó, dejaba a su familia sola y desamparada, a pesar del dinero, a merced de la vida, tres niñas. El tormento crecía, cada segundo que transcurría parecían interminables noches de suplicio, de sufrimiento, vino a su memoria el verano en que llevó a su casa en la Isla de Giglio, a los mellizos Crovatto, ahí comenzó la cuenta regresiva hasta este funesto momento, Stéfano era sólo un niño, él creó lo que el muchacho es hoy, podía ver nuevamente la carita de inocente angustia, cuando por las noches se metía en su cama y acariciaba su pequeño cuerpo, en silencio, furtivamente, no debían llamar la atención del pequeño Franco, quién aparentemente nunca notó la pesadilla que vivía su hermano -deberé vivir eternamente para purgar las atrocidades que hice durante mi vida?- supuso arrepentido Al. Llamó a Fréderik, quién estaba en vuelo hacia Roma, comenzó a preparar un plan para salvar su alma, no su vida, era imposible, sabía que moriría pero la idea de ser un esclavo por centurias no le apetecía, de todos modos ahora sabía a ciencia cierta que Dios existía, podría otorgarle el perdón?, sería posible que luego de todas sus execrables acciones Él lo perdonara?, decidió jugarse, su última carta era engañar al mismo Demonio. El hombre con la Copa arribó al aeropuerto Leonardo Da Vinci a las cuatro de la mañana, Al estaba esperándolo, también los Hermanos Mike y John, hábiles acechando canallas; diseminados por toda la aeroestación varios otros Hermanos vigilaban el escenario, el final era inminente, al amanecer llegaría el desenlace, por bien o por mal, pero acabaría. Los hombres se encontraron inmediatamente, Al esperó a su amigo proveniente de París pegado a la puerta de ingreso de la pista, le hizo una seña y su amigo apuró su marcha en dirección al nervioso romano. Antes de salir del imponente aeropuerto ya había puesto a Fréderik al tanto de todo; por supuesto éste miro con desdén a su amigo pensando que estaba loco, todo se estaba convirtiendo en una angustiante novela de mala muerte, discutieron todo el camino, los treinta y algunos kilómetros hacia el centro de Roma, se dirigieron directamente a las oficinas del magnate, el insistió, quería observar la magnificencia del Coliseo por última vez. Insistió con la llamada a Stéfano, esta vez el muchacho respondió, casi dormido se quejó por ser despertado- ven inmediatamente- ordenó de mal humor Al. A esa hora el poco tráfico le permitió llegar en escasos veinte minutos. Con el Cáliz sobre la mesa, todavía no había podido convencer al francés sobre la veracidad y la seriedad de los hechos, Stéfano se comunica desde la planta baja del edificio, las oficinas de seguridad, diciéndole que iba a subir. Oscuras figuras aparecieron de la nada, acribillando a balazos a los guardias, quienes no tuvieron ninguna oportunidad de defenderse, el muchacho quedó inmóvil en la puerta del ascensor, aún con un dedo en el interruptor, los hombres de gafas lo tomaron del cuello y con un fuerte empellón lo introdujeron en el amplio elevador con capacidad para seis personas. En el piso catorce, seguía la discusión, Fréderik quería irse -a donde sea- aclaró. Debemos darle esta reliquia a Skull o como quieras llamarlo y luego desaparecer- insistió el asustado profesional. No- sentenció Al, tu trabajo terminó, no quiero arruinar otra vida más, ya fueron demasiadas, vete ahora o no podrás hacerlo, has sido un buen amigo, sal por el ascensor de servicio, así no te cruzas con Stéfano y no debes explicarle nada. Mientras saludaba a su desafortunado amigo pensó en decirle que había resguardado parte de la muestra en su laboratorio, pero en realidad era peor aún que Alberto, se llevó su secreto, de todas formas su amigo moriría y nadie podría reclamarlo nunca, mientras descendía rápidamente, Stéfano y los perversos seres, golpeaban la puerta de la oficina- ya voy gritó secamente. Cuando abrió, el muchacho fue empujado encima de su amigo, quedando ambos inermes en el piso, alfombrado en un decorativo tono champagne. Otra vez ustedes, que quieren ahora? Gritó desde el suelo Al. El muchacho no entendía nada de lo que estaba ocurriendo, nunca se había enterado de lo sucedido en casa de su amigo el día que fue llevado a la siniestra mansión, nunca recibió el mensaje de Alicia. Amenazándolos con sus armas, los entes demoníacos llevaron a los hombres hasta la mansión, sigilosamente vigilados por un verdadero escuadrón de Hermanos, desde lejos monitoreaban el viaje, luego el descenso de los vehículos, y por último el ingreso a la morada del Mal; rompiendo la defensa por el mismo lugar que Adriano utilizara en su momento, seis Hermanos ganaron el interior del casa, confiados de su poder maligno no había guardia a la vista. Tomando el corredor hacia la cocina y desde allí al gran vestíbulo, desandando el mismo camino que el valiente muchacho, se agazaparon tras la pared que disimulaba la entrada al gran salón, mientras en el mismo sillón utilizado con Verónica se hallaban sentados Stéfano y Al, quien todavía conservaba la Copa en sus manos; frente a ellos, La Malignidad en persona sonreía apaciblemente, el gran hogar emanaba demasiado calor, justo como el abominable prefería, con una seña, le indicó a los demonios menores, quienes no portaban ya sus oscuras gafas ni sus sacos, sino que deambulaban lujuriosamente desnudos, asexuados unos hermafroditas otros, no parecían mantener un patrón en relación a su genitales, que agreguen leña en la hoguera, sin duda el hijo de Satanás extrañaba su hogar, incluso mandó a encender fogatas en derredor del sitio que ellos ocupaban. Los apestosos lacayos generaron una decena de fuegos, saltando y gimiendo en un evidente desborde de lasciva algarabía y se acomodaron formando un círculo, el Íncubo mayor, con voz áspera y recia, le ordenó a Alberto que le entregue el Cáliz, éste se incorporó y con ademán estudiado se lo entregó sumisamente, el ser demoníaco tomó el Arca y extrajo la bolsa de cuero, todo muy lentamente como disfrutando su triunfo sobre el cielo, una incontenible mueca de placer se plasmó en su rostro, introdujo su mano y extrajo el preciado Trofeo, la tomó con ambas manos y lo elevó al cielo en señal de desafío; bajó la mirada y con otro ademán hizo traer una daga ritual, la depositaron en manos de Al, mientras Skull comenzó su metamorfosis, su rostro, sus manos, su musculatura, sus intimidantes cuernos; los desorbitados ojos de los hombres no podían contener tanto terror y desasosiego. La pestilente bestia miró fijo a los ojos del portador de la daga, éste bajó la mirada, sintió un escalofrío que le recorrió desde la base de su cuello a los talones, al acercarse, percibió el fétido aliento del monstruo que volvió a dirigirse a él con voz aún más ronca, casi un gruñido, hizo estremecer a los espantados testigos; le espetó a Al- con esa milenaria daga, debes atravesar el corazón de tu querido “amigo”, debes demostrarme tu condición de siervo para que puedas vivir para siempre, asistiéndome a mi, por supuesto. No beberás del Grial, beberás de mis venas, casi lo mismo, no vivirás para siempre sino que no podrás morir, leve diferencia pero interesante; mientras hablaba su cuerpo seguía mutando, ahora tomando un color violáceo y una especie de rabo prominente asomaba ahora, muy pequeño. El decidido hombre, asió firmemente el puñal, giró en dirección a Stéfano quien sólo atinó a cubrirse con los brazos y cerrar sus ojos, en ese momento como una tromba en medio del mar, llevándose todo por delante, ingresaron al salón los Hermanos, atravesando inmundos seres con sus filosas espadas; valientemente Alberto, dio media vuelta y gritándole al deleznable ser – nunca seré tu siervo! le hundió el estilete en el abdomen; sorprendido por la actitud, retrocedió un paso y estirando su mano, ya casi devenida en garra, tomó del cuello al desdichado arrepentido, quien débilmente apenas pudo decir- la Copa, quémala!, Stéfano comprendió, se arrojó encima del Cáliz e intentó arrojarla al fuego, el Vil destrozo la garganta de Al, quien en el piso se ahogaba desesperado en su propia sangre, el muchacho forcejeaba con uno de lo secuaces del Mal, cuando de un solo mandoble con su ancha espada, Mike sacó limpia la cabeza del engendro, entonces el muchacho pudo depositar el Santo Grial en el vivo fuego, desapareció con un fogonazo y un estruendo, a lo que siguió el alarido de odio del espantoso ser- Nooooooooo!, el sonido retumbó en toda la casa, fue entonces que John, desde un costado, con el estilete que hubo recuperado la noche en que raptaron a Verónica, pudo incrustarlo en el centro del pecho del demonio, el único arma capaz de enviar al diablo a su guarida por otro milenio. Curiosamente no se oyó chasquido alguno, esta vez se incrustó profundo, pensaron los Hermanos. Un hoyo en la alfombra fue el único rastro del endemoniado ser, curiosamente la daga quedó haciendo equilibrio en el borde del agujero, desbalanceada, caía siguiendo a su víctima, John, atento corrió y logró tomarla antes que se deslice al interior; en ese instante, aún en la mano del valeroso Custodio, una estrella apareció brillante en el mango del contundente e imprescindible puñal, era la tercera. John miró a su amigo, casi hermano Mike y asintió con la cabeza de arriba a abajo, es cierto amigo, esta es en realidad la daga de Jorge; en dos oportunidades él envió de vuelta al averno a este despreciable ser, y el tercero fui yo, un verdadero honor -quizás un premio a tantos años de servicio- bromeó Mike riendo. Quizás- aceptó la broma John. A un costado, el cuerpo sin vida de Alberto yacía en un gran charco de sangre, Stéfano cayó de rodillas al lado de su amigo, comenzó a llorar, a pesar de todo lo amaba, tomó su mano y se la llevó hacia el rostro, un leve brillo alrededor del cuerpo sorprendió a los presentes, girando velozmente, la luz se elevó hacia el cielo. En el último instante de su vida, Alberto, quien había pasado toda su vida lejos de Dios, purgó sus pecados, su acto le valió el perdón. Nunca es tarde para hacer lo correcto- pensaron. Al otro día, la Hermandad de los Custodios se reunió en pleno, Stéfano, quién conocía ya todos los detalles, estaba también presente. Franco, en un rincón observaba el desarrollo del mitin, consternado con lo ocurrido la noche anterior, la muerte de Al, a quien conocía de niño, lo situó nuevamente en la realidad, nada había acabado, esto era parte de la historia que estaba protagonizando, sólo que tuvo un tiempo donde los actores secundarios se lucieron otorgándole un acto de descanso en la obra que representaban sin conocer el libreto y por ende el final, en resúmen, así es la vida, sólo hay que vivirla?, o uno tiene la potestad de generar un camino, o un plan comanda los destinos de todos?, y el libre albedrío?, con esas cuestiones sin resolver y muchas otras dudas más, el Elegido tomó la palabra. -Queridos Hermanos, dirigiéndose a la cofradía y también al suyo en particular, así como también a Adriano, quien se estaba recuperando de las heridas que había sufrido esa fatídica noche, debo decirles que la muerte de Al ha pegado muy fuerte en mi corazón, el luchó hasta el último momento contra el Mal( desconocía totalmente la realidad del hombre y su forma de vida), y dio su vida para que nosotros podamos cumplir nuestro mandato, creo que el cumplió con el suyo, que en paz descanse. El muchacho quiso seguir con su exposición pero su voz entrecortada por la emoción no se lo permitió, continuó John- es cierto- comenzó afirmando los dichos del anterior orador- rindamos un homenaje al hombre que entregó su vida en tan valeroso acto. Los presentes comenzaron a aplaudir, mientras lágrimas de desconsuelo se deslizaban por las mejillas de Stéfano, no ocultaba su llanto, no más. Mike tomó la palabra- con el Cáliz destruido, la Hermandad no tiene ya misión, hemos cumplido con lo ordenado, nada ni nadie necesitan cuidados especiales, terminamos! Luego de dos milenios hemos concluido nuestra labor. Stéfano miró a su hermano, se acercó y lo abrazó, fuerte, muy fuerte, como si no pudiera volver a abrazarlo nunca más, como si quisiera transmitir algo a través del sentimiento que no se puede verbalmente, quiso dar esa sensación, y así lo comprendió su gemelo, quién a pesar del carácter esquivo del otro lo conocía bien y había aprendido a quererlo de todas formas- me voy a mi casa, no creo que vaya mañana a la oficina- aclaró el triste muchacho. No te preocupes, yo me encargo- dijo su hermano, tratando de mostrar una sonrisa que se negaba a aflorar y que quedó en medio de una mueca de comprensión, tenía el mismo sentimiento de dolor que su “fratello”.Se sintió solo, apenado en extremo, su pecho contenía el dolor de cientos de infartos, trató de no pensar, era imposible, su amor se había alejado para siempre, nunca más lo vería, nunca más serían uno, le dolía, de que forma le dolía; a pesar de lo que Al le había hecho cuando era un niño, el lo amaba, a su forma pero lo amaba demasiado, tanto como para no poder soportar su pérdida, pensó en su familia, sus padres, su hermano y entonces se decidió. Al llegar a su casa, que como siempre estaba revuelta totalmente, cerró la puerta con llave, activó el sistema de alarmas, se quitó la ropa en el dormitorio dejándola sobre la desordenada cama de días sin acomodar; comenzó a llenar la bañera con agua bien caliente, como tanto le agradaba, le daba sumo placer que paulatinamente vaya perdiendo temperatura hasta quedar fría totalmente, se rió sin ganas, deseaba enfriarse con ella. Con la misma espuma de baño, comenzó a afeitarse con una máquina descartable que encontró sobre el borde de la tina, primero el rostro, lenta y cuidadosamente pasó el artilugio por su cara, una afeitada perfecta, al tacto, sin espejo, no lo necesitaba; luego su pecho, nunca quiso quitarse de allí los pocos vellos que tenía y que eran motivo de broma en la intimidad, después su entrepierna, se sentía sucio, era una rara sensación, y por último su cabeza, demoró un buen tiempo, se le hizo sumamente difícil debido a su ensortijado cabello, abundante además. Con el cuerpo totalmente desnudo, sin nada encima de su piel, se sentía verdaderamente desnudo, así quería irse, si nada que lo cubra, nada quería llevarse, lo que más ansiaba era dejar su humanidad, no quería más dolor, arrojó contra la pared la afeitadora barata, rebotó de inusual manera y cayó al lado de su mano derecha, airado, negándose, volvió a arrojarla, esta vez hacia atrás, un florero con una marchita flor cambió el recorrido y regresó nuevamente, a su mano izquierda esta vez, giro su cabeza y notó la mustia presencia, otrora esplendorosa y brillante rosa roja, devenida ahora en verdugo involuntario de una vida con abigarrada realidad. Duda. Desconcierto. Desconsuelo. Duelo eterno. Decisión. Estiró su delgado brazo y alcanzó con la punta de su dedo mayor un pesado frasco de sales de baño, lo hizo girar atrayéndolo para asirlo firmemente con ambas mano, levantarlo y dejarlo caer con pesada culpa sobre la plástica afeitadora, la cual se partió en cientos de pedacitos pero dejando sus filos expuestos a la decepción, tomó una de las pequeñas cuchillas y la hundió profundamente en la parte interna de su muñeca derecha, luego lo hizo con la muñeca izquierda; se tranquilizó, le ardía pero era más soportable que vivir, el agua estaba casi fría, se durmió disfrutando, se enfrió durmiendo. Stéfano fue hallado al otro día por su hermano, quien viéndolo marcharse muy desanimado decidió ir a su casa y brindarle un poco de consuelo, la mucama no estaba, seguramente demorada por el tránsito, el portón de entrada al predio estaba raramente abierto de par en par, todo lo demás, estaba cerrado, por alguna cortina corrida observó que no había luz alguna encendida, llamó a su celular, sonaba pero no atendía, preocupado esperó parado en la puerta de acceso la llegada de Alicia, la dedicada y colaboradora doméstica que hacía dos o tres veces el trabajo normal de una empleada, ya que cuando el arribaba a su casa, la daba vueltas en un santiamén; ahí es cuando la mujer bajaba la cabeza y comenzaba a ordenar todo de nuevo; era prácticamente un rito diario. La muy bonita dama arribó en su coche casi treinta minutos después, eran las nueve de la mañana, a las doce tenía un almuerzo de trabajo y se le ocurrió pedirle a su hermano que lo acompañe, como era extraña su visita, no deseaba que el joven sospeche que estaba detrás de su intimidad, para ayudarlo por supuesto; al verlo parado en la entrada se sorprendió un tanto, con la mano derecha metida en su cartera en busca del pertinente llavero, ya que poseía un juego de llaves de cada casa donde realizaba sus quehaceres, saludó con una sonrisa y un – buenos días señor Franco- Buenos días Alicia, respondió sonriente el educado hombre, al escucharlo con ese tono amable, se distendió e introdujo la llave en la cerradura- pase, adelante- invitó la dama, que con un rápido movimiento digitó los seis números del código de la alarma, cuyo teclado se encontraba detrás de la puerta de ingreso, el señor Stéfano no debe estar en casa, o quizás durmiendo luego de beber algo con sus amigos- aventuró la laboriosa mujer. -No creo que haya salido, un gran amigo falleció y estaba muy triste por la pérdida, pero sí puede estar durmiendo- supuso el hermano. Comenzaré con la cocina- informó la joven señora, retirándose. Muy bien, yo iré al dormitorio, seguro duerme. Caminó con desconfianza los pasos que lo separaban de la habitación principal, a medida que se acercaba se sentía más agobiado, era como si le faltara el aire, no deseaba llegar, la puerta no estaba cerrada, sólo arrimada, observó la ropa sobre la destendida cama, no le pareció raro, escuchó un suave y aletargado goteo proveniente del cuarto de baño, dispuesto en suite, se detuvo detrás de la puerta, la cual si se encontraba cerrada pero sin llave, era una costumbre de la familia no dejar la llave en el toilette, cosa que había prendido mucho en ambos hijos, cuestión de seguridad?, prevención? o simple temor infundado, con su pie derecho empujó, quedó abierta de par en par, dejando a su vista el espectáculo más horrible de su vida, su hermano muerto en una bañera llena de sangre, no lo pudo soportar, parecía dormido, con una expresión que parecía una triste sonrisa; se arrodilló junto a la tina y lloró; Alicia apareció asomándose lentamente, lo había oído sollozar y se acercó, gritó, instintivamente corrió hacia el cuerpo e intentó retirarlo, levantarlo, reanimarlo. No mujer déjalo, hace horas que falleció- indicó Franco, no lo puedo creer, agregó, pero muy dentro de él lo presintió cuando se dirigió a la habitación, cómo se lo diría a su madre?. Stéfano fue velado un día después que su entrañable partenaire, cientos de personas asistieron luego a la inhumación de su cuerpo, destino o elección?. Nota del Autor: Dios nos provee las circunstancias o nosotros las generamos? Dios nos provee las soluciones o nosotros las ideamos? Dios nos arroja a la vida con un paquete de ideas, problemas y complicadas situaciones y nosotros avanzamos en ella seleccionando de ese cupo limitado de posibilidades? previsto, intransigente e inmodificable bagaje. Nos adosamos o nos adosan al nacer una mochila a la espalda conteniendo todos los datos y las posibilidades de nuestra vida?, y nosotros mirando siempre hacia adelante, pasamos nuestra mano por detrás de la cabeza y seleccionamos lo que podemos, a veces bueno a veces malo, pero siempre elegimos nosotros. Elegimos nosotros? Alguien controla?, la gente que viene detrás de ti y tiene la posibilidad de saber qué retiraste y advertirte que sacaste algo equivocado, por qué no lo hace? Hay observadores que monitorean nuestras elecciones y eligen por nosotros modificando nuestras vidas? Porqué existen tantos puntos de vista si el paquete que viene de fábrica es tan chico?, porque tanta gente ve lo mismo de distinta manera?, cual es la verdad, por donde pasa la realidad? Muy personalmente creo que todo ocurre porque no nos detenemos a pensar lo que ocurre; la ley de la relatividad se puede aplicar a estas cuestiones también; supongamos un conductor, médico él, avanzando en un vehículo a ciento veinte kilómetros por hora, de noche, por una carretera desierta; al mirar hacia la banquina, ve un animal aparentemente muerto, tamaño medio, no se distinguía demasiado, nota un pelaje parduzco y ya, supuso que era un zorro, parecía un zorro, era un zorro. Al llegar a la próxima estación de servicio se detiene a estirar las piernas, aprovisionarse de combustible y de paso beber un café, al sentarse en una mesa ve llegar otro auto desde la dirección en la que el venía, el recién llegado era un amigo que hacía años no veía, extraña coincidencia, se saludaron efusivamente e invitó al hombre a que lo acompañe con un café. Aceptó gustoso. Mientras dialogaban de tiempos pasados, el primero comentó algo del pobre zorro que había visto muerto unos kilómetros atrás, la respuesta del otro no se hizo esperar, no era un zorro, era un perro- aseguró inquieto. No me pareció un perro, de todas formas no se distinguía bien- aclaró Sergio, el primero. También médico. Claudio, el segundo en llegar dijo- Si. Tienes razón, no se veía bien, no me pareció un zorro. Los viejos amigos continuaron con su coloquio basado en remembranzas, cuando notaron las luces de un auto que bajaba desde la ruta en dirección a ellos. Se detuvo a un lado del surtidor y llenó su tanque; el atento dúo lo observaba desde el interior del bar, el viajero ingresó al recinto con la misma idea de todos, un café caliente. El hombre saludó al barman con su cabeza y giró al dirigirse a una mesa dispuesta en la esquina opuesta, pasó junto a los dos conocidos, los miró y siguió su camino, estos no podían creer quien era esa persona. –Manuel, dijo por lo bajo Claudio- Es Manuel, estudió con nosotros en la Universidad- aseguró Sergio. Otro galeno. Entonces, con el hombre a punto de tomar asiento, lo llamaron al unísono, captaron su atención, desde la mesa sonreía, los había reconocido también; desandó sus pasos y se acercó a la mesa de sus amigos, quienes lo invitaron a compartir un café con ellos, el tercero para Sergio, el segundo para Claudio. Aceptó alegre. El último en llegar comenzó a narrarles su vida desde la última vez que se vieron, sin duda iba a ser largo y tedioso, entonces para cortar la monotonía del relato, Sergio comentó que había visto un pobre zorro muerto junto a la ruta, seguramente atropellado por un vehículo, inmediatamente Manuel le respondió- no era un zorro, era un pequeño ciervo, seguramente perdido de su madre. Ni zorro, ni ciervo, era un perro- dijo Claudio, levantando la voz. Tres hombres, tres opiniones, tres realidades, una verdad. La banal discusión se tornó casi en una pelea, comenzaron a salir al exterior resabios de viejas rencillas de estudiante que no presentaban relación alguna con el pobre animal, sea de la especie que sea, y así, mientras discutían enfervorizados vieron llegar a un cuarto hombre, en una camioneta antigua, herrumbrada la chapa, casi sin luces y muy sucia, ingresó, saludó al encargado con amigable abrazo y le comentó que unos kilómetros atrás había un cachorro de puma muerto, a la vera de la calzada. El escéptico trío escuchaba atento el relato del lugareño y Manuel, el más beligerante de los tres amigos se acercó y espetó- Y..usted ..amigo, como sabe que era un puma?, en tono desafiante. Buenas noches- sorprendió el parroquiano con su educación, -señor mío, comenzó, sólo tuve que detener mi vieja camioneta y bajar a ver qué clase de animal era, sabe usted que hay algunos que están en peligro de extinción y si no estaba muerto, podría haberlo asistido. Los hombres, avergonzados de si mismos, pagaron cada uno su parte y se retiraron del lugar casi sin despedirse. Creemos y aseguramos cosas que no son verdad, no son la realidad, las opiniones son relativas y cada individuo cree tener la versión correcta, quién maneja La Realidad?, somos actores de una obra que es una eterna reposición, y que medianamente dio resultado? O podemos gracias a un libre albedrío prometido, decidir libremente nuestro destino?, mis queridos lectores (si allí hay alguien), paremos la vorágine en la que estamos inmersos, sólo genera odio y guerra. Sólo debemos manejar correctamente nuestros vehículos en esta carrera que es la vida y detenernos a observar en el momento adecuado. Y pensar. Ambas familias estaban destruidas, tanto los padres de Stéfano como la esposa y las hijas de Alberto no tenían consuelo, los extraños hechos acaecidos días atrás, habían puesto en alerta al padre del desdichado joven, quien el día de la muerte de Alberto, un día antes que la de su hijo; horas atrás es más correcto; durante el sepelio, estuvo averiguando sobre la causa de la muerte del millonario, le había parecido extraño el deceso repentino de un hombre tan sano y cuidadoso, desde el tiempo que poseía recuerdos de él, nunca había tenido problemas cardíacos, causa de su muerte, además con el féretro cerrado, conformaron un cúmulo de pistas que provocaron esa sensación de desconfianza, de duda. Al otro día, con la noticia de la muerte de su propio hijo, el hombre enloqueció, en su casa vociferaba improperios hacia todos y todo, no podía ser verdad, era un muchacho centrado, mentalmente estable, con muchos proyectos, no tenía problemas que lo agobien, por otro lado, es cierto que mantenía una vida disipada, pero nada fuera de lo normal, nada que no tenga que ver con un soltero empedernido, muy mujeriego. Por supuesto todo esto tenía que ver con lo que su padre suponía, era una imagen mental de su hijo, una puesta en escena de la cual era el director y podía acomodar a sus personajes a su conveniencia. Franco habló con el, evitó que haga denuncias policiales que hubieran dificultado el desarrollo de los sucesos tal y como todos ansiaban, el mayor inconveniente era el cuerpo de Alberto, quién en realidad había sido degollado; la Hermandad tomó cartas en el asunto poniendo en marcha mecanismos de personas dispuestas y conocedores del Plan, pertenecientes a la cofradía que ocupaban cargos relevantes, para evitar las investigaciones. Capítulo Siete La Gestación. Verónica sintió mucho la pérdida de su cuñado y del hombre que le había permitido demostrar lo capaz que era en su especialidad, antes de Alberto, sólo fueron insignificantes intervenciones en alguna cátedra de la facultad, lo que a su entender estaba muy alejado de lo que ella pretendía para su profesión, la investigación sobre el Grial le valió el reconocimiento permanente de especialistas y profesionales de la rama arqueológica, como así también de historiadores y aficionados a las reliquias cristianas. Había dejado bien atrás el suceso con Sir Douglas, su memoria se resistía a encontrar los lazos con esos minutos de su vida, sólo recordaba el restaurante, el gran vestíbulo, el vino, y luego todo se presentaba borroso, como si hubiera sido testigo de algo que nunca ocurrió, que observó, que presenció pero que no pudo contar, asimismo su marido se encargaba de no alimentar sus recuerdos, desviando toda conversación aledaña con ese tema, y cualquier circunstancia que con ello tenga que ver. Así su vida, la adorable princesa, como su querido padre la llamaba, estaba muy feliz con la relación de pareja, los interminables exámenes no arrojaban resultados todavía; salvo el realizado sobre Franco, con resultados totalmente normales; pero eso era bueno, significaba que sus órganos reproductores estaban en buenas condiciones a pesar de la falta de uno de sus ovarios, un solo problema habían hallado, el trabajo fisiológico de ese ovario sano era menor a la media en lo que a producción de óvulos se refiere, lo que llevó a su médico personal a comenzar a pensar en fertilización asistida, con su marido como donante por supuesto. La idea fue aceptada con júbilo, a fin de cuentas era igual, sólo que la unión de las gametas se haría extracorporalmente, es decir en un laboratorio acondicionado para tal fin. Ambos, futuros padres, estuvieron de acuerdo con la proposición, pero Enzo insistía que es una posibilidad, que primero debían finalizar los estudios, que debían agotar todas las posibilidades que la ciencia y la tecnología les brindaban para logra un embarazo que se pueda llamar “normal”. Ya no importaba el tipo de concepción, sino que se produzca; había transcurrido más de un año desde la decisión de ser padres, la obsesión de ser padres. Interminables tres meses, los días se sentían cómodos siendo ellos mismos, parecía que evitaban darle el lugar a su descendencia, una paradoja más -Verónica se reía mientras pensaba en ello- hasta los días poseen descendencia. El cambio en su carácter y en su forma de pensar le permitía efectuar ese tipo de bromas sobre su estado, en otro momento hubiera sido imposible siquiera pensar en cualquier tipo de broma. Pero a pesar de la aparente inactividad de las horas, el tiempo transcurre, imperturbable, rebelde y hasta soberbio, sanando a su paso algunas de las heridas de la vida, en unos casos; en otros absorbiendo parte de la misma existencia, todo depende de la predisposición de cada uno, todos tenemos el cielo y el infierno en nuestras mentes y podemos seleccionar a través de nuestro raciocinio, nuestra voluntad y porqué no de nuestra fe, en cual de ellos queremos vivir. La chica había alcanzado un admirable control de sus actitudes, su capacidad de adaptación a las distintas opciones y situaciones que se presentaban, marcaban un camino de entendimiento y coherencia, en forma evidente la ayuda recibida había logrado milagros con la estabilidad emocional de la delicada mujer. Debía asistir a una de las últimas visitas a la clínica, -por fin, se alegró pensando- hoy y mañana y se acaban los estudios. El tratamiento paralelo que se iba implementando no había surtido el efecto deseado, por ende Enzo y su equipo de trabajo habían ya decidido una fecundación asistida, pero aún no deseaban comunicárselo a la pareja, faltaban dos días para concluir y obtener los resultados definitivos, esperarían. Esa noche, decidieron volver a la Trattoría de sus amigos, los Julios, para disfrutar alguna especialidad casera y un poco de alegría, que nunca viene mal; faltando escasos metros para ese lugar especial donde el tiempo parece haberse detenido, ven cruzar a Adriano distraídamente la calle en dirección a ellos, pero con la mirada baja, no se había percatado de la presencia de sus amigos que se encontraban a unos pocos pasos de él. Eh! Adriano- gritó fuerte Franco para sobresaltar al muchacho. Adriano, levantó la mirada se asombró con la presencia de la pareja,- hola, como están, tanto tiempo que no nos veíamos!- aseguró alegre. Tú como estás?- inquirió con tono preocupado el Elegido. Todavía abrazada a su amigo, Verónica invitó al muchacho a cenar con ellos. –será divertido! expresó convencida la chica. No sé, debo volver a casa, últimamente sufro insoportables dolores de cabeza, mareos y hasta he tenido pesadillas referidas a Selene, recuerdan? Franco hizo un silencio que podía oírse, Verónica sonriendo asintió con un marcado-Sí- Al instante el confundido y apesadumbrado amigo de la infancia, comprendió la negligencia en la que había incurrido y volvió sobre sus palabras aclarando que habían comenzado esa noche, con temas diversos. Recuerdo perfectamente a Selene, era una mujer hermosa, siempre bien arreglada, con un excelente vocabulario y muy, muy atenta a mis problemas; en una ocasión recuerdo haberla encontrado llorando en el toilette del restaurante del hotel, en Londres, muy triste por haber perdido un hijo, realmente estaba muy mal, conversamos corto tiempo y luego me retiré, creo que ella agradeció ese hecho, el haberla escuchado y brindarle algunas palabras de aliento, no creen?- finalizó la inocente muchacha. Sin duda- afirmó Franco, sin duda. Aceptada al fin la apetitosa propuesta, se acomodaron en una de las mejores mesas del tradicional comedor, el Julio más joven se acercó sonriente a atenderlos; luego de un ir y venir de halagos mutuos y de galantes comentarios hacia la llamativa dama, la pareja se decidió por lo de siempre, sus vermicellis clásicos, en tanto su amigo, cliente circunstancial solicitó “raviolli al uso nostro”, por cierto muy buenos también. La conversación giraba en torno del futuro, del trabajo, de los hijos, cuando imprevistamente pero sin levantarse Adriano se retiró de la mesa con los ojos muy abiertos, no lograban comprender el balbuceo que emitía, parecía aterrorizado, sólo señalaba hacia una de las grandes ventanas del local, ambos giraron para observar la abertura pero nada anormal había, solo una bella señora con una criatura de unos meses, amamantándola descuidadamente. Entre dientes logró pronunciar una palabra, sólo una- Selene!, o por lo menos es lo que entendieron. Al cabo de unos minutos, ya con su amigo más tranquilo, Verónica le preguntó si lo que había dicho era justamente ese nombre, Adriano respondió- estaba ahí, con tu hijo, debes cuidarte, por favor, cuídate. Como con mi hijo, porqué? Exigió atemorizada la chica. Sólo fue otra de tus alucinaciones- defendió Franco, para que su esposa que se encontraba en la última etapa recuperatoria no tuviera una recaída. No te preocupes por mí- agradeció la chica- estoy bien y así seguiré por que pronto voy tener un hijo y nada ni nadie podrá arruinar eso. Franco sonrió, abrazo y besó a su amada en la frente, ahora estaba seguro que todo iría bien, que todas las dudas creadas en torno a su embarazo se disipaban, que su amor estaba por encima de diablos, demonios y horrendas conspiraciones, que la ciencia y Dios harían su trabajo, permitiéndoles ser padres de un hermoso y sano niño, sobretodo su amor, la pureza de sus almas y la fe que en ellos habitaba como en un templo habita la luz, eran vírgenes, ambos eran vírgenes de odios, de impías acciones, libres de los males que aquejan a los atormentados moradores de este mundo, ellos no se daban cuenta de esto, no hacían nada en especial para generar esos sentimientos. Nota del Autor: Pero el demonio está siempre tan presente como Dios, la maldad es el brazo armado del bien, el grupo de tareas de Dios, ahí reside otra de nuestras paradojas: Uno de los motivos de la existencia del Mal, es que nuestro Señor lo usa para llevar a cabo sus planes Divinos, si no creen que esto sea así, continúen leyendo, presten atención y se darán cuenta, que Cielo y Averno son parte necesaria para el orden y el equilibrio de nuestras vidas y ambos son dependencias de la Dirección Universal de la Vida. Si, la burocracia existe en todos lados. Efímeros segundos en silencio, sólo miradas entre lo comensales, todos estaban acomodando sus pensamientos pera lo que dirían en un momento, el episodio había generado un clima tenso, de intranquilidad, a pesar de la seguridad de Verónica en sus dichos, por dentro se sentía insegura, o al menos preocupada. Adriano fue quien devolvió a la realidad a sus amigos; primero reaccionó él, el cerebro es el recinto más grande del mundo, aún más que el mentado ciberespacio, el cual es acotado a un determinado número de máquinas, es increíble que aún no se le haya dado la dimensión que merece, en él reside el secreto de todo lo que el hombre busca apasionadamente desde la creación; no posee límites físicos y evoluciona anatómica y fisiológicamente, pero posee un gran problema: la conectividad. Es el futuro del hombre, todas las tecnologías quedarán diminutas el día que nuestra mente demuestre todas sus aptitudes; silicio, germanio, nunca podrán competir con neuronas y axones. La mayor diferencia es que el cerebro conoce a Dios y en la unión de mente y espíritu se encuentra la salvación. Encontraremos la salvación? El muchacho que en su momento se jugó la vida por Verónica, sintió de repente celos al regreso del fugaz viaje alrededor de su mente, corto para el mundo en que vivimos, fueron en realidad horas escudriñando los datos de su infancia, del comienzo de la pubertad, de la juventud, siempre estaba presente su amiga, su sonrisa, su blancura, su bondad; era amor. Evidentemente hay un tiempo terrenal y físico y un tiempo cerebro-espiritual que confluyen en los pobres humanos que no entendemos todavía cual es nuestra función en la tierra, qué medios podemos dominar y cuales no. Puede haber sido inducido ese sentimiento por una serie de alucinaciones provocadas por alguien o por algo? Pueden generar la necesidad de poseer a esa mujer? Dime Verónica-comenzó Adriano- como va tu tratamiento para hacer padre a éste hombrecito? Sonriente por la inesperada forma de la pregunta, la chica respondió- muy bien, muy bien, aparentemente el único problema es la cantidad de óvulos que mi ovario produce; sabes que me fue extirpado el otro no? Oh, si, los muchachos me tenían al tanto de todo, Al y Stéfano me refiero, se todo acerca de ti… y de tu marido- exclamó el cambiante muchacho. Un gran amigo de Alberto, el Dr…hum… como se llamaba?, creo que su nombre era Fréderik o algo así, su apellido no lo recuerdo, pero podremos ubicarlo fácilmente, es una verdadera eminencia en todo lo que se refiere a genética, quizás tengas un problema de esa índole- aventuró el joven. Vive en París, tiene una clínica para mujeres imposibilitadas de ser madres, sabe mucho y el equipo técnico es excelente!-agregó. No creo Adriano, Enzo es mi médico de toda la vida y además era amigo de mi padre, y creo que de mi abuelo también, pero sobre todas las cosas es un profesional magnífico, no pasaré por encima de sus opiniones- aseveró impetuosamente la chica. Sólo quiero que tengas lo mejor, habla con él y coméntaselo. El joven se incorporó y saludó a sus amigos con un beso en la mejilla a ambos y se fue prometiendo ir a visitarlos a la brevedad. Al salir se detuvo unos instantes al lado de la mujer con el bebé, la observó y siguió su camino adentrándose en la aturdidora urbe. La pareja quedó comentando la situación; ataque de pánico, histeria, locura, varios diagnósticos inexpertos pasaron por las bocas de los jóvenes esposos, decidieron arbitrariamente que quizás el trabajo y el stress lo tenían a mal traer, es muy común en estos días- afirmaron . Más tarde, en la tranquilidad de su hogar, el nombre de Fréderik volvía una y otra vez a la cabeza de Verónica, y la curiosidad era muy fuerte, tomó su teléfono y en contra de la opinión de su marido llamó a Enzo para preguntarle si conocía a esta eminencia, como Adriano lo llamó. Desde su casa, cómoda pero modesta su médico amigo le contestó que evidentemente era una figura reconocida mundialmente en ese campo de la genética y también en lo que refiere a la concepción asistida,-posee el mejor equipo del mundo te podría decir, mi querida. Holmes es su apellido. Sin esperar un minuto le preguntó si no le molestaría que tenga una consulta con ese profesional, ya que tenía un amigo que podría contactarla fácilmente. - Por supuesto que no- respondió convencido el veterano médico- es más, mañana tendremos los resultados finales y tomaremos una decisión, si hace falta y tú estás dispuesta te daré la historia clínica para que el doctor cuente con todo lo que necesite para un diagnóstico preciso- ofreció en forma contundente su amigo Enzo. Franco, testigo silencioso de la conversación telefónica, sacudía la cabeza en una clara posición negativa. Porqué irte, si aquí tendrás una atención inmejorable? Amor, tengo la posibilidad de que el mejor médico del mundo me atienda y no quiero desperdiciarla-es sólo eso- aseguró la chica. Escúchame, mañana es el día decisivo, tendrán todos los datos requeridos y nos ofrecerán la mejor solución posible, debo decirte que Enzo está de acuerdo con mi visita a París. Discúlpame querida, es que tantos avatares han hecho un poco de mella en mi paciencia, poco a poco ha ido menguando, pero nada más, debes saber que estoy contigo, te acompañaré al fin del mundo si hace falta; creo que debemos confiar más que nunca en Enzo y en su criterio. Así, una ola de satisfacción y agradecimiento sacudió su corazón, convenciéndola fehacientemente que no estaba sola, que podría contar con su compañero para todo, tome la decisión que tome. Rió, y una lágrima de regocijo comenzó el estiaje de su emoción, con un paso se colocó a un lado de su esposo y lo abrazó con su alma y sus brazos, a cual más estrecho. Franco debía cumplimentar una serie de impostergables trámites, por lo que lamentablemente, no podría acompañar a su señora a la última visita al ginecólogo; la chica comprendió perfectamente la situación y salió de su casa presurosa para obtener lo más temprano posible la definición de su largo periplo médico. El atenuante era la posibilidad de la consulta en Francia. Había depositado parte de su esperanza en esa sesión de interconsulta. Casi al mediodía, mientras aguardaba serenamente en una sala de espera situada a pocos pasos del laboratorio, a pesar de las casi dos horas de incertidumbre, su amigo y médico de cabecera asomó su blanca cabeza por el largo corredor que llevaba a su despacho privado, con una serie de papeles en la mano y una sonrisa que demostraba su alegría y también los años que soportaba su rostro, recorrido por cientos de afluentes que seguramente acarrearon toneladas de sedimentos, sentimientos y emociones; que desembocando en un delta de vivencias, conformaban la isla de su ser, sin duda muy especial. Mi querida niña- comenzó Enzo- definitivamente todo es como lo suponíamos, tiene solución y creo que dará el efecto deseado a corto plazo, lo ideal es hacer ese viaje y hablar con Fréderik, que conozca tu problema y que opine también acerca de la solución, pero creo que estará de acuerdo con nuestra sugerencia, no desaproveches esta oportunidad, no debes dejarla pasar y ya sabes, estoy contigo, todos estamos contigo, si me necesitas viajaré complacido. Por supuesto-agradeció la decidida mujer- iremos los tres, Franco no se lo perdería por nada del mundo, lo noto muy impaciente últimamente, le vendrá bien un viaje. Enzo- déjame arreglar algunos asuntos referentes a mi trabajo y estaré disponible. Verónica- ok, mientras acomodas tus cosas yo llamaré a Adriano para contactarme con el Dr. Holmes, deberá ser con tiempo pues seguramente estará muy ocupado. Enzo- tienes razón, habla con Franco, y llámame apenas tengas la decisión tomada. Durante la cena, Vero y Franco hablaron largamente acerca del viaje, el entusiasmado esposo, como lo había adelantado en charla con Enzo estaba muy impaciente; decidieron llamar a Adriano de inmediato. Al levantar el tubo para marcar el número de su amigo, la chica oyó unas extrañas voces pronunciando su nombre, muy despacio, muy suave, lejanas, como si los responsables de aquellos sonidos no lograran hacerse escuchar con más fuerza. La chica quedó con el teléfono pegado a su pabellón auditivo, expectante, tratando de descifrar la totalidad del mensaje, sólo su nombre y alguna ininteligible palabra suelta; de repente soltó el aparato y lo dejó caer, claramente había oído el nombre “Selene”, se asustó, quién haría una broma de ese tipo? Franco tomó el auricular y lo acercó a su oído, nada, solo el intermitente sonido de ocupado; -debe haberte parecido, muchas veces las línea se ligan y aparecen resultados como este, mi amor- aclaró el preocupado esposo. La mujer lo miró seria y desafiante, sabía perfectamente lo que había oído, no era un problema de las líneas. Llama tú- ordenó con calma la dulce chica. Adriano contestó con aburrida y somnolienta voz, pero inmediatamente al reconocer el tono de Franco entonó más vivamente. Franco- cómo estás, estuvimos pensando el ofrecimiento que nos hiciste en el restaurante y decidimos hacerte caso, amigo, podrías concertar una entrevista con el Dr. Holmes? Adriano- por supuesto, ya mismo, hago unas llamadas y luego me pongo en contacto con ustedes para confirmar. Franco- te agradezco mucho la predisposición, espero tu llamado. Un abrazo. Adriano- nos vemos. Acomodó prolijamente el tubo y llamó a su esposa que se encontraba en la cocina; ellos no contaban con servicio permanente en su casa, así que juntos se encargaban de los quehaceres por la noche. Como no venía, caminó unos pasos en silencio hasta esa dependencia para sorprenderla con un beso, pero la encontró apoyada en la mesada llorando muy preocupada por las voces en el teléfono. Qué ocurrió esa noche con Selene? Inquirió con voz firme la chica. Sin saber qué responder, el muchacho optó por la verdad, mejor decir parte de la verdad- Selene fue asesinada esa noche- expresó en voz baja el hombre. Como pudiste ocultármelo? – se quejó sollozante la muchacha. Nada más para no preocuparte, no quería que pases por una situación como esa. La abrazó, y ella se acurrucó sobre su pecho quedando así, callados por varios minutos, sólo sintiéndose cerca, era suficiente para ambos sentirse cerca, compartiendo un instante de vida, de existencia; compartir con el otro algo tan simple como el silencio, que carente de voz comunica sentimientos, esa falta de sonido, los ojos cerrados y la cercanía del ser amado los transporta a un mundo propio; cómo pueden visitar el mismo imaginario lugar durante esa efímera ausencia? inconsciente exactitud que los hace coincidir en el mismo paisaje. Qué clase de conexión, libre de cables, permite a los enamorados lograr ese onírico despegue? Poco a poco vamos perdiendo la capacidad de soñar, la capacidad de amar y la de comprender, la de escuchar y la de creer; cómo llegar al final del camino, recuerden el vehículo, todos esos sentimientos Son el camino. Sólo provocamos un indeseado atajo, por supuesto más corto, pero seguro hacia un acantilado. Sabemos cómo construir el sendero? O solamente colocamos una capa de asfalto sobre un basamento irregular y cenagoso?, conformando una bella ruta, pero sinuosa e insegura al borde de un profundo abismo. Franco la ayudó a terminar con sus labores hogareñas y fueron a descansar, seguramente al otro día tendrían mucho para hacer. El fuerte sonido del despertador sacudió a Verónica, quien se sentó de un salto, su marido ya no estaba en la cama, eran las siete de la mañana, el sol ingresaba rotundo y decidido, con sus rayos casi paralelos al piso por la ventana que habían olvidado cerrar por la noche; Franco apareció desde el cuarto de baño, recién duchado y afeitado prolijamente, con una toalla sobre los hombros y tarareando una bella canción de Nino Bravo -te quiero vida mía, te quiero noche y día…alegremente y muy entonado. Con una sonrisa la delicada esposa, dio un beso a su afinado marido y se dirigió a tomar un baño también, sin lugar a dudas, la mejor manera de comenzar el día. El timbre de la puerta de entrada y el últimamente muy requerido teléfono sonaron al unísono, Adriano esperaba descuidado observando el cielo, Sofía desde su casa quería enterarse de la decisión tomada con respecto a París, el apurado muchacho le pidió a Vero que atienda a su madre y se dirigió a franquearle la puerta a su amigo. Franco - Adriano, cómo estás? Adriano- muy bien y tú?. Disculpa el horario pero quería encontrarlos a los dos y decidí venir personalmente. Franco- pasa, ponte cómodo, siéntate allí, invitó señalando el decorado y ancho sofá. Adriano- gracias, es sólo un momento. Mientras, en el cuarto de Verónica, ésta hablaba fluidamente con su madre, poniéndola al tanto de las últimas decisiones tomadas. El Elegido volvió a la suite y le comunicó a su esposa que Adriano deseaba hablar con ambos. Disculpa mamá, luego me comunico, alguien desea hablar conmigo, un beso. Se vistió apresuradamente y bajó al living donde la esperaban los hombres, saludó a su amigo y tomó asiento junto a él. Adriano- quería comunicarles que he hablado con el Dr. Holmes, prometió atenderte a la brevedad, supone que la semana entrante. Me permití darle tu número de teléfono para que la comunicación sea lo más directa posible. El te llamará para coordinar. Verónica -muchas gracias Adriano, nos das una alegría enorme. Franco- ven, vamos a desayunar, tengo un exquisito café caliente. Adriano- como no, agradeció el muchacho. El aroma del café se podía apreciar disperso por todas las dependencias de la amplia casa, era colombiano, traído por los padres de Franco de su último viaje juntos, donde recorrieron toda América del Sur, especialmente el Caribe colombiano y venezolano y Argentina, un país que cuenta con casi todos los climas y es poseedor de las bellezas naturales más imponentes del planeta y cuya zona sur, denominada Patagonia, está en la mira de los más poderosos del sistema económico mundial, rica en reservas de agua dulce y un portento turístico, sin duda alguna formará parte de alguna multinacional que la explote y la exprima como viene ocurriendo con muchos países que, económicamente endebles, alquilan su soberanía, tradiciones y hasta su pueblo en parte de pago por favores financieros internacionales. Con la taza humeante entre sus manos, en la calidez del seno del hogar de sus amigos, compartiendo una amena charla, Adriano se sintió disminuido, nunca poseería un hogar y una familia, había rechazado la oportunidad mucho tiempo atrás, a instancias de haber abandonado a su novia de casi cinco años, quien pacientemente lo esperaba de sus largos viajes, y entendía su malhumor sin soltar palabra, en verdad lo amaba. El afirmaba que era su verdadero amor pero inconcientemente, su corazón le pertenecía a Verónica, a pesar de haber dejado de verla durante varios años y encontrarse esporádicamente en algún restaurante o bar que frecuentaban en su adolescencia, a los que Adriano concurría para “casualmente” volver a sentir su voz, su bella y clara voz, que alegraba sus días y sus noche como el dulce gorjeo de un canario. Franco continuaba hablando en voz alta del viaje, no notó el planeo mental de Adriano, que pasó desapercibido para la pareja, pero al muchacho continuaba lastimándolo: -porqué nunca le dije que la amaba?, -como pude ser tan necio de no darme cuenta de la verdad? -no podré recuperarla? Qué puedo hacer para que de una vez podamos tener una familia juntos? Enfermizos pensamientos comenzaron a girar en la red neuronal del despechado, aunque sin intención, muchacho. Continuó desenrollando un hato de ideas perversas, fruto de la imposibilidad que denotaba la hermosa relación de los esposos con respecto a sus pretensiones amorosas. El diálogo continuaba, el sólo asentía, estaba muy ocupado cavilando su próximo accionar. El ruido de la taza de Verónica que cayó al piso generando una lluvia de esquirlas de cerámica que impactaron inocentemente en los tobillos de los presentes sacó a Adriano del sopor autoinducido en el que estaba inmerso, volviéndolo a la realidad inmediatamente. Todos se pusieron de pie, observando sus piernas y comprobando la inexistencia de lesiones comenzaron a reír por el susto ocasionado por el fuerte sonido. La reunión de camaradería finalizó en ese momento, Adriano se valió de la situación en que todos estaban parados alrededor del desayunador situado en la bien distribuida cocina de la casa, para marcharse hacia las afueras de Roma, hacia una residencia en la campiña desde donde requerían sus servicios profesionales; todo el empeño y su conocimiento sobre sistemas de alarma estaban brindándole extraordinarias ganancias obtenidas en forma legal, se había prometido no volver a sus andadas nunca más. Sin embargo, en su cabeza, en el hemisferio infernal, que ha sabido imponerse al celestial en este hombre, se gestaba un plan para lograr definitivamente los favores de su agraciada y amada amiga Verónica. La única forma de obtener ese resultado era, sin más, eliminando a - ese debilucho cobarde de Franco- según sus propias palabras. A los pocos minutos, nuevamente el timbre interrumpió el plácido devenir de la mañana de la chica; Sofía, había dejado todo en su casa para que personalmente su hija la ponga al tanto del futuro y las decisiones tomadas por la pareja. Debo pedirte un favor mi querida- expresó aún antes de saludar a su hija. Mamá, pasa por favor- se adelantó la chica. Discúlpame, es que estoy ansiosa, irán a París?- inquirió con voz insegura la señora. Si mamá, iremos, quizás la semana entrante- informó la hija. Sofía quedó en silencio unos segundos y luego, en un tono inseguro solicitó- puedo acompañarlos? Pero mamá, por supuesto que puedes, me haría muy feliz que así fuera, hace largo tiempo que no compartimos un viaje de estas características, con otro país como destino. Creo que el último que hicimos fue a Marruecos, fue muy divertido- recordó con nostalgia la joven mujer. Así es-afirmó Sofía, en un tono apagado; tu padre aún vivía… Verónica comenzó a reír a carcajadas y entre cada dificultosa exhalación, explicaba a media voz a su madre- recuerdas… que… se… perdió, estuvo …una…hora…perdido…al lado del hotel, terminó cuando logró recuperar el aire. Sofía se contagió de la risa de su hija, pero se contuvo; aguardó que se le pase y continuó- sí, recuerdo que lo buscamos por toda la ciudad, muy preocupadas y el señor estaba muy cómodo, sentado bebiéndose un licor de hierbas. Cuando llegamos al hotel, pasamos por el frente del bar y vimos a tu padre a través de la ventana, no lo podíamos creer. Recuerdas lo que dijo cuando aparecimos?- preguntó Verónica . Por supuesto-aseguró Sofía- con una sonrisa y con su ronca voz nos miró y nos dijo- sabía que me encontrarían, en esta ciudad todas las casas son iguales. Casi una hora les tomó dejar los recuerdos de lado, distendidas y alegres, madre e hija, disfrutaron mutuamente la compañía, que por los avatares del destino habían dejado de lado por un largo tiempo, se sentían reconfortadas y muy decididas a que su relación vuelva a ser la de antes. Despidió a su madre prometiéndole que apenas reciba el llamado del Dr. Holmes le avisaría. Sofía, tomó su pequeño Fiat y se dirigió presurosa hacia un edificio en las cercanías de las oficinas de Al, subió al quinto piso a través del rápido ascensor y golpeó tres veces en la oficina 5H, esperó unos segundos e impacientemente golpeó tres veces nuevamente; la puerta se abrió lentamente y un hombre con gesto amable sonrió al verla parada delante de él. -Sofía, que gusto de verte hermana! Aclamó gustoso el señor de los largos cabellos. -mi querido Mike- saludó la dama devolviéndole la sonrisa. -pasa, siéntate y cuéntame como va todo- solicitó Mike. -perfecto, se podría decir que todo está claramente encaminado ahora, están organizando el viaje a París, para que el Dr. Holmes estudie su caso, no creo que haya problemas con eso, sabemos que él cumplirá con lo acordado, debe cumplir- aseguró muy seria Sofía. Lo traeremos nuevamente, te lo aseguro- terminó la mujer. - dónde está John?- preguntó la señora de renegridos cabellos. - está en la Santa Sede, el Santo Padre está muy mal de salud y ya comenzaron las pujas por el poder, fue a asegurarse que el grupo adecuado tome el mando, sabes que éstos sátrapas son capaces de cualquier cosa por tener el mando de toda la Iglesia en sus puños- informó el conocedor. Nuestro trabajo es claro y concreto, el retorno debe llevarse a cabo cueste lo que cueste, luego pondremos en la balanza el resultado de todo esto; pero quédate tranquila, Sofía, estamos en el camino correcto, tú lo sabes. El tintinear de llaves desde el exterior del pasillo, alertó a los interlocutores de la proximidad de alguien,- debe ser John, aventuró Mike. Oyeron claramente mientras el hermano introducía la llave en la cerradura y la hacía girar; seguramente se sorprendería de la inesperada visita. Así fue. Sofía- exclamó asombrado el recién llegado. Estás segura que nadie te siguió?-agregó el mismo. Por supuesto, de todos modos, nadie tiene motivos para seguirme, todo está muy tranquilo últimamente- agregó con convicción la sorprendente dama. No debes confiarte, sabes que hace años que nos acechan; no creo que debas actuar tan plácidamente como si todo lo que hemos vivido durante años no importara- aseveró en forma autoritaria John. Disculpen, tienen razón, fue un descuido, no volverá a ocurrir- se arrepintió Sofía- desde hace veintisiete años estoy sirviendo a La Hermandad con mi mente y mi espíritu, mantuve el secreto inexorablemente, ni mi esposo conocía mi pertenencia, sólo deseo que el regreso se produzca en tiempo y forma, se que será lo mejor para todos; por otro lado el protagonismo de mi yerno y mi hija en ésta historia quizás corrió un poco mi visión de los hechos. Repito, amigos míos, volveré a enfocar correctamente la realidad. Mi querida Sofía, tú eres parte de todo esto porque Franco resultó ser el Elegido, no lo supimos hasta el día que observamos su pintura en Londres; cuando averiguamos quién era nos enteramos que era el esposo de tu hija, tu eres la madre del futuro, de un nuevo comienzo, colocaremos el Edén al alcance de la mano de la humanidad, podrán alcanzarlo? –explicó Mike. Iré a Francia con ellos, visitaré personalmente a Holmes y me aseguraré que cumpla, déjenlo en mis manos, yo me encargaré hermanos- prometió la señora vehementemente. Es lo que íbamos a pedirte, debes saber que nosotros los seguiremos; debemos asegurarnos por todos los medios que Fréderik cumpla su parte- afirmó John. Nosotros llamaremos a Holmes para que se comunique con Verónica a la brevedad, y si ese muchacho Adriano viaja con ustedes, tengan mucho cuidado con él, creo que no está en su sano juicio, ha demostrado ciertas actitudes que avalan lo que estoy proclamando en este momento; Mike hizo una pausa para atender el teléfono, luego continuó-los vigilaremos y estaremos siempre detrás de ustedes, una sola seña y allí nos tendrás. La tarea de Sofía no era sólo la de una madre cualquiera, es decir prodigarle amor, cuidado, asistencia y contención a su hija, además de todo eso ella era la responsable de que ese hijo nazca de una vez por todas y de garantizar el desarrollo de la criatura hasta una determinada edad, labor compartida con la madre pero desconocían si Verónica sería sabedora de toda la verdad, se enterarían a su debido tiempo; aún a ellos le faltaban datos, pero tenían la certeza que todo saldría bien. Antes que Sofía tomara su cartera para marcharse, Mike habló con Holmes por teléfono y le exigió que proceda inmediatamente con lo estipulado; al médico no le quedó más remedio que acatar y le aseguró que esa misma noche hablaría con Verónica. La señora saludó a los amigos y se dirigió a su hogar para preparar todo lo concerniente al viaje, no quería que falte nada, deseaba tener todo dispuesto de antemano para que no haya imprevistos; había prometido que daría lo mejor de ella y así lo haría. Cuando Franco retorno a su casa, a eso de la veintiuna horas, le extrañó ver a su suegra todavía allí, (luego de realizar todos los arreglos pertinentes, Sofía regresó a casa de su hija para esperar junto a ella el llamado de Holmes) pero no le desagradó, pensó que habrían preparado los vermicellis que tanto les agradan, pero no, se equivocó, sólo habían comprado unos raviolli en la rotisería, se desilusionó. La señora se notó ansiosa durante toda la cena, en un par de ocasiones le preguntaron si se encontraba bien, a lo que Sofía respondió -perfectamente, puede que la idea del viaje me tensione un poco, pero nada más-soslayó. Mamá, quédate tranquila, todavía no sabemos cuando iremos, tal vez…. El sonido penetrante e incansable cortó la frase de Vero, quien corrió a atender. Buenas noches Dr. Holmes, no, no es molestia la hora, le agradezco que haya llamado personalmente, no lo esperaba, un hombre tan ocupado como usted. Si, tenemos todo preparado, sólo necesitábamos su aprobación. De verdad?. No lo puedo creer. Franco y Sofía la observaban en silencio tratando de adivinar lo que le transmitía el médico. Por supuesto Dr., como usted prefiera. El jueves?. A las diez? Muchas gracias, allí estaremos. Si, llevaremos todos los análisis. Adiós Dr. No lo puedo creer! -expresó casi gritando Verónica, el jueves a las diez nos espera en su clínica de París, sólo nos queda mañana para terminar de arreglar lo que nos resta por hacer- se preocupó. Yo tengo todo listo- aseguró Sofía. Deberemos avisarle a Adriano, el deseaba ir también- acotó Franco. Llámalo ya, no hay tiempo que perder; que prepare todas sus cosas lo más rápido que pueda- señaló Verónica fuera de si. Cálmate mi amor, tenemos tiempo, todo el día de mañana alcanzará perfectamente para organizar el resto- tranquilizó el marido. Llamaré a Adriano, debe enterarse ya; es una persona muy organizada, debe tener todo listo- aclaró muy convencido. Mientras Franco llamaba a su amigo, las mujeres corrían de un lado a otro en un estado de histeria contagiado por la chica, según ella todo estaba fuera de lugar y alguien había sacado cosas de las valijas, era un manojo de nervios; por detrás Franco y la madre trataban de calmarla pero el huracán Verónica no cesaba en su potencia arrasadora. Casi a las cuatro de la mañana, luego que su madre se retiró a su residencia, que Franco dialogó telefónicamente con Adriano y que éste le confirmara que todo estaba en orden; el torbellino amainó, tomó una ducha y se acostó, apenas apoyó la cabeza húmeda en la almohada, cayó profundamente dormida; el marido hizo lo propio pero con unos segundos de demora, estaban exhaustos. Sin saber cuánto tiempo había transcurrido desde que se habían acostado, Franco se despertó por los gritos de terror de su esposa y las patadas que le estaba prodigando a él, como si se estuviera defendiendo de algo o alguien. El muchacho trató de despertarla pero no lo lograba, con las uñas lastimó los antebrazos del desconcertado hombre que sólo atinaba a atajarse de los embates furiosos de su mujer dormida; Franco logró levantarse del lecho y ella seguía con sus puntapiés al aire y sus arañazos, dio la vuelta alrededor de la gran cama y pudo acomodarla boca abajo tomándola fuertemente por los hombros, temía que se lastimara a si misma, al girarla, la chica dejó de moverse y comenzó a balbucear algo como- no está, se lo llevaron, esa mujer se lo llevó, de pronto abrió lentamente lo ojos llenos de lágrimas y al ver a su marido a su lado rompió en un desconsolado llanto- mi hijo, se llevaban a mi hijo, Selene se llevaba a mi hijo- decía, ahora claramente la aturdida mujer. Franco se sentó a su lado y la abrazó lo más fuerte que pudo y así la contuvo unos minutos sin decir una palabra; en silencio, la chica volvió a dormirse sin emitir sonido, plácidamente giró su cuerpo y así quedó hasta que el despertador los sacó de los brazos de Morfeo. Mientras el muchacho se afeitaba muy cuidadosamente como todas las mañanas, su mujer ingresó al toilette y notó las marcas en los brazos de su marido, no pudo más que preguntarle qué le había ocurrido, qué sucedió. Tranquilamente, el hombre minimizó el tema y le dijo que prepare el desayuno que en un momento le contaba. La muchacha, calladamente hizo caso del pedido y se dirigió a la cocina mientras él finalizaba su aseo matutino, unos quince minutos más. Impecable, como acostumbraba salir todos lo días se sentó y le narró a Verónica el episodio de la madrugada, tratando de no darle demasiada importancia al asunto. Ella no podía entender lo que había pasado, no recordaba nada de lo ocurrido, el relato del muchacho hablaba del hijo, de Selene, de peleas. Sencillamente no lograba comprender. - sólo fue una pesadilla- finalizó Franco. Verónica quedó muy preocupada por lo sucedido, no lograba recordar nada, era desesperante; le llamó la atención que el nombre de Selene resonara tanto en sus vidas tantos meses después de haber fallecido- a veces los sueños son presagios- comentó alterada la chica. Más tarde, el recuerdo de la noche fue devorado por el viaje, nuevamente el viaje; durante toda la tarde se repitieron las corridas como el día anterior, sólo que esta vez tenían un vuelo que salía a las veinte horas hacia el aeropuerto Charles de Gaulle. Sofía llegó a la casa a las diecisiete horas aproximadamente, se podría decir que la esperaban en la puerta, Adriano estaría esperando en Fiumicino, el padre de Franco los llevaría hacia el aeropuerto, todo estaba arreglado. Cuando ingresaron al aeropuerto internacional Leonardo Da Vinci y vieron a su amigo se tranquilizaron, estaban todos, todo dispuesto, faltaban escasos cincuenta y cinco minutos para le partida, se dirigieron a embarque, subieron al boeing siete-cuatro-siete, se acomodaron en los confortabilísimos asientos, con mucha experiencia en aviones se abrocharon los cinturones y esperaron que la azafata de las indicaciones de rigor, sin embargo este viaje no era como los anteriores, era distinto, algo lo diferenciaba, quizás el porqué producía esa inexplicable sensación, los nervios, incertidumbre; la pareja ansiaba llegar lo antes posible a destino, la idea de lograr un embarazo, el milagro de ser padres los conmovía hasta las lágrimas. Quizás los que han tenido la dicha de poder tener hijos sin complicaciones no alcancen a imaginarse lo que es para alguien incapaz de lograrlo, tener la esperanza de obtener ese embarazo, en esa situación se encontraban Franco y Verónica, por eso los nervios, las discusiones, los llantos y hasta las pesadillas, o no? Luego del arribo, se dirigieron directamente al Hotel Best Western-Champs Elysées Friedland, el lugar indicado para descansar y reponer energías, realizaron el check-in, acomodaron sus cosas en la suite; Sofía y Adriano tendrían una habitación cada uno, y bajaron a cenar- algo rápido y liviano- afirmó Verónica, debemos levantarnos temprano mañana. El último en llegar al restaurante fue Adriano, quien realizó una llamada a Fréderik, recordándole que sabía todo lo que habían planeado y llevado a cabo con Al y que las órdenes las iba a impartir él. El profesional aceptó y requirió instrucciones. Adriano lo instruyó con los pasos a seguir meticulosamente- mañana te veré en la clínica- aclaró el descontrolado hombre. Luego bajó a tomar su cena como si nada hubiera ocurrido, dialogó con sus amigos, se rió y disfrutó del corto tiempo a la mesa; cuando todos se retiraron a sus habitaciones el muchacho solicitó al sommelier una botella del mismo vino de la zona de Bordeaux que Sir Douglas siempre reclamaba. El desayuno los reunió a todos nuevamente en la planta baja y el último en llegar fue nuevamente Adriano, lo que le valió una reprimenda de parte de su querida amiga, mitad broma y mitad en serio, ya estaban saliendo hacia la clínica y- todavía no te has lavado la cara- rió la joven. A la hora estipulada estaban en mesa de entrada, solicitando información acerca del consultorio del Dr. Holmes. -el Dr. Holmes no posee consultorio en esta clínica, sólo su despacho privado- sentenció la recepcionista. -Disculpe, comenzó Franco en perfecto francés, pero hemos venido desde Italia para que el Dr. nos atienda; hablamos con el telefónicamente y nos dio esta fecha y esta hora para la cita- culminó sin aire el caballeroso muchacho. - De Italia? Aguarden unos segundos y consulto- explicó la señora de uniforme turquesa. Tomó el intercomunicador y preguntó a la secretaria privada de Fréderik, quien le ratificó la cita diciéndole que haga subir a la pareja al quinto piso, a la oficina de Holmes. -Quinto piso, por el ascensor de la derecha por favor, el doctor los espera, no habían dejado la orden agendada señores, mil perdones- se disculpó la mujer. El primero en ingresar, lejos de toda caballerosidad fue Adriano, luego la pareja y por último Sofía, quien cerró la puerta detrás de ella. -Tú debes ser Verónica, tan bella como te describió nuestro amigo Al; han traído los exámenes? -Si doctor, tenemos todo ordenado por fecha y tipo de estudio, así lo recomendó mi médico personal, el doctor Enzo Cardinale- aclaró Verónica. - Muy buen profesional, lo conocí en un congreso hace unos veinte años y luego hicimos algunas interconsultas, pero no lo veo desde hace por lo menos quince años, todos los contactos los hicimos por teléfono. Debe ser un anciano, ya en aquel tiempo era un hombre canoso con rasgos claros de vejez, aunque en realidad, ahora que recuerdo era dueño de una vitalidad y estructura física envidiable; en unas de las horas de descanso de aquel seminario fuimos todos juntos a nadar a la piscina del doctor Carnaud, ya no recuerdo su nombre, poseía una gran casa con un descomunal jardín y una ostentosa pero hermosa pileta donde mitigábamos parte del ocio entre las diversas e interesantes disertaciones de nuestros colegas; esa tarde para matar el tiempo corríamos carreras en estilo crawl, Enzo ganó todas y cada una de las competencias en las que participó, nos reíamos por el deplorable estado en que nos encontrábamos, salvo él, aparentaba tener por lo menos treinta años más que el común denominador de nosotros. Creo que a pesar de todo no estábamos tan mal; tendrá noventa años este señor? -no creo- aseguró Sofía, yo lo conocí cuando nació Vero, hace veintisiete años, fue el ginecólogo que atendió mi parto ya que el doctor que seguía el desarrollo desde el principio había tenido un accidente que lo imposibilitó por casi dos años, estuvo muy grave; Enzo estaba igual que ahora, es cierto, cuando regresemos voy a averiguar su edad. -mamá, deja de meterte en la vida de los demás, nunca lo has hecho, no vas a comenzar ahora- sentenció Verónica. Mientras madre e hija discutían risueñamente por sandeces, el doctor Fréderik Holmes continuaba recordando aquellos felices años. Cuantos recuerdos que han devuelto a mi cabeza, casi cumplo sesenta años, hay partes de mi vida que he olvidado, ésta era una de ellas, en realidad añoro esa época, debo agradecerles por ayudarme a realizar éste ejercicio mental, retroceder unos años me ha hecho muy bien, aún no estaba infectado con el virus de la indolencia y de la avidez desmedida- éstas palabras las pronunció en voz demasiado baja para ser oídas por alguno de los presentes; evidentemente estaba arrepentido de sus actos. Pues bien-continuó el eminente galeno- vamos a la parte que nos interesa, veamos…tomó el denso papelerío y comenzó a revisarlo detenidamente, consultando datos con su socio y amigo que se encontraba en el piso seis, en una importante reunión de negocios con un laboratorio alemán. Treinta minutos que parecieron horas. Todos en silencio, aún Adriano. Al cabo de ese lapso el Dr. Holmes se levantó de su silla y se dirigió a la ventana, corrió la cortina y observó detenidamente a través de la celosía de madera que impedía la visión en forma normal, debía agacharse unos centímetros o pararse en punta de pie para poder ver bien entre las maderas que conformaban la abertura. Estuvo en esa incómoda posición por unos segundos, un minuto a lo sumo, luego regresó a la silla, tomó nuevamente los papeles, se quitó las gruesa gafas y expresó con voz clara y fuerte- A mi entender podríamos intentar con fecundación asistida, sencillo y con muchas posibilidades de éxito, si ustedes se deciden, en unos días pueden volver a su hogar con el cigoto implantado, mi equipo está en condiciones de lograr eso en pocos tiempo. Aparentemente estamos ante un tipo de infertilidad idiopática, no tenemos una causa clara y determinada respecto a tu imposibilidad de quedar embarazada, por eso una solución que ha dado muy buenos resultados es la fertilización in Vitro. No es doloroso, es rápido y como les dije anteriormente posee muy buenos números( estadística) con respecto a los logros. Sólo necesitaremos que tú Franco nos brindes algo de tu simiente, y nosotros haremos el resto en el laboratorio, luego implantaremos los pre-embriones directamente en el útero de esta preciosura. Si tienen alguna duda gustoso les responderé en este momento, luego será imposible, tengo mucho trabajo que no puedo posponer ni una hora más - terminó el médico. Nadie habló, nadie preguntó nada, estaban idiotizados con la idea de ser padres; de pronto Franco, quien se caracteriza por ser más frío y pensante, quiso conocer el tiempo exacto que llevaría el procedimiento. A ver… déjame pensar un minuto… se tomaba la barbilla en un clásico gesto… mañana, no… pasado… huuuum…si, el lunes podremos realizar todo el trabajo; dime Verónica- solicitó el médico- cuando fue tu última menstruación? -El dieciocho del mes pasado- señaló categóricamente la mujer. -Perfecto- exclamó el profesional, hoy es treinta, esperaremos el ciclo normal, creo que para el lunes estarás ovulando, es mejor así, no deseamos estimular demasiado, no queremos quintillizos verdad? No bromee doctor- dijo titubeando con media sonrisa en su rostro la desconcertada mujer. No se preocupen, todo saldrá bien, ya les dije en una semana estarás en tu casa cuidando de tu señora embarazada, mi querido Franco- auguró Fréderik. Cuando terminó la consulta, todos salieron de la oficina muy contentos y esperanzados, Adriano se retrasó un poco y dialogó a solas con Holmes. Adriano- voy a ser conciso, quiero ser el padre de esa criatura, quiero que utilices mi semen para la fertilización de esos óvulos. Fréderik- estas loco, no puedo hacer eso, tarde o temprano lo sabrían, mírate, eres muy distinto a Franco. Adriano- no me importa que se enteren, cuando lo descubran será tarde y Verónica me querrá sólo a mi, a quien fue capaz de darle el hijo que siempre soñó. Fréderik- sabes que esto no funciona así, no puedo hacerme cómplice de tamaña barbaridad. Adriano- no es más que lo que planeabas con Alberto; el tema de la Copa y todo lo demás, recuerdas?, los Sudarios, que hiciste con esas telas?, no tienes escrúpulos, esto es una zoncera para un tipo como tú. Elige: o me haces padre o la cárcel, mejor un tiro entre ojo y ojo, bastardo. Fréderik- está bien, tú ganas, pero mantente callado y sin despertar sospechas; qué es lo que te pasa con esa chica? Adriano- no te interesa, haz tu trabajo y ya. El lunes temprano nos veremos, prepara todo y no falles. El hombre quedó ensimismado, agobiado por las duras amenazas propiciadas por el pragmático hombre. Volvió a su oficina y tomó asiento, esta vez en el amplio sofá destinado a visitantes, cruzó sus piernas y comenzó a meditar acerca de la decisión que tomaría, no era fácil, tampoco quería apresurarse, después de todo si no hacía lo que Adriano deseaba, el energúmeno no sabría la verdad hasta unos meses luego que el bebé nazca, así y todo era muy difícil reconocer una paternidad con sólo observar una criatura, seguramente haría un exámen de A.D.N por su cuenta con alguna excusa y lo descubriría de inmediato, debo tomar medidas de inmediato. En ese instante notó como la puerta del recinto comenzaba a abrirse muy lentamente, casi de forma imperceptible, como un capricho de las bisagras, pero no, una mano con uñas largas y rojas aparecieron empujando la puerta… -Permiso doctor- se excusó Sofía, mientras asomaba su cabeza muy resuelta, podría hablar un minuto con usted? -Señora, por supuesto, pensé que se habían ido, estaba ordenando mis pensamientos, de vez en cuando debo detenerme a pensar en como seguir- explicó banalmente el médico. -Me parece muy bien y correcta su metodología; justamente por eso necesito hablar con usted- expresó Sofía con voz desafiante. El vapuleado profesional miró extrañado a su interlocutora y se dejó caer hacia atrás en el amplio sillón apoyando su espalda en el anatómico respaldo, a la espera de alguna aclaratoria palabra. -Voy a ser directa con usted, debe conocer perfectamente su misión, es un mensaje de La hermandad- sentenció la dulce dama. El hombre no salía de su asombro, la dulce futura abuela venía a darle un ultimátum. Que mundo! -debe incorporarle la cadena de A.D.N que corresponde, ese era el trato, no existe otra posibilidad, tiene una semana. Mi hija debe ser inseminada, este es el último paso antes del regreso y usted es parte de eso, puede aún limpiar su nombre y su alma, no puede escapar a lo que está escrito- ordenó impetuosamente Sofía. -Pero..usted es la madre de esa chica…no entiendo- titubeó el hombre. - Soy la madre, y venimos preparando esto desde que nació Verónica, y la Hermandad desde casi dos mil años; tenemos una posibilidad de subsistir, la humanidad tiene la última oportunidad de tomar el camino de la salvación, únase por voluntad propia, ayúdenos y ayúdese- invitó cordialmente la increíble mujer. - Es que fui amenazado, el amigo de su hija está obligándome a poner su semen en lugar del de su marido, ese hombre está loco, me extorsiona- se quejó conmovido el galeno. -Nada será si no es lo que deba ser, comprende?, debe estar entre nosotros en nueve meses exactos desde que usted implante ese embrión, como corresponde, lo demás déjelo por nuestra cuenta. Todo saldrá como fue planeado, no existe otra opción. Dicho esto, Sofía, siempre sonriente se marchó en silencio moviendo su cartera de un lado a otro confiada del trabajo realizado. Era demasiado, estaba en la mira de todos, dos amenazas en veinte minutos, se desplomó nuevamente en el sillón, esta vez cerró la puerta con llave y apagó la luz, para decidir… y decidió. Al cabo de unos minutos, se dirigió al laboratorio y solicitó la muestra JHS-666, tenía un trabajo muy importante que hacer, no fallaría, así como su amigo dio la vida, aunque el no lo sabía, haría lo suyo, por una vez en toda su existencia no pensaría en ventajas o desventajas económicas o profesionales. No se percató el código que se le había otorgado al contenedor de la sangre de Jesús, otra paradoja, y van…Será casualidad? Nota Del Autor: Es un fenómeno generalizado entre la gente, porqué será que cuando ven o presienten el final, tratan de hacer todo lo bueno que no hicieron durante toda la vida? Es válido espiritualmente ese proceder? Lleva al perdón el arrepentirse en el último instante de la existencia o al vislumbrarlo? Es lo que Nuestro Señor desea? O prefiere una larga vida haciendo el bien y buenas obras? No es ambigua la posición de la doctrina con lo que el sentido común demanda? Posee alguna ingerencia el sentido común en las decisiones que tengan que ver con el espíritu? No es parte necesaria del libre albedrío, un derecho que nos asiste a todos los mortales? Lo que está escrito( Sagradas Escrituras) ocurrió realmente o fue elaborado por algún visionario muy capaz? Qué es lo que las personas creen en realidad? Desean el paraíso o le temen al infierno? Son dos cosas totalmente distintas. En el Juicio Final no se tendrá en cuenta comportamiento de toda una vida?, o sólo los momentos finales? El Apocalipsis se acerca, la Humanidad no soportaría el regreso del Mesías nuevamente, o si? Sería suficiente para el hombre el saber que Él ha vuelto y que ahora todo estará bien? Porqué sería distinto ahora?, somos mejores que dos mil años atrás? Actualmente, las almas están contaminadas con mil tentaciones que otrora no existían, ni siquiera imaginadas. Quizás, aprovechando la experiencia que da el conocimiento de la historia, y de la teoría del perdón, todos encontrarán el momento ideal para arrepentirse para lograr la Salvación, no me digan que debe ser sincera, va a ser sincera, en verdad queremos salvarnos. Personalmente, trataré de no ser hipócrita aunque me cueste muy caro, pero más barato que una conciencia intranquila, y diré que Dios esta equivocado, deberá enviar a su hijo mil veces (o más) para salvar a los hombres, insisto, debe cambiar el sistema, con todo respeto. Musulmanes, judíos, budistas, hindúes y seguidores de todas las demás religiones que hoy subsisten sobre la tierra aceptarán la Verdad del Hombre? Dejarán sus creencia milenarias, alguna más antiguas aún que el cristianismo y se volcarán a la salvación propuesta por el Cristo que volvió y volverá a volver? Lo redundante y repetitivo no convence a nadie. Seamos nosotros y no dejemos que nadie, nadie nos diga qué es bueno y qué es malo, el Hombre es ya mayor de edad. El problema no es Dios ni su hijo, a mi humilde entender la dificultad reside en sus representantes, pero éste es nuestro mundo y nuestro tiempo, no nos dejemos colocar inyecciones de ideas en nuestra mente privilegiada, creémoslas nosotros mismos y hagámoslas crecer, seguramente de esa forma lograremos la paz, el amor y la bonanza para nuestros hijos. Comenzó a manipular la muestra, debía tener todo listo para el lunes, depositarían la semilla en el templo de la vida en la mañana, el vientre de una mujer sería una vez más el portador de la esperanza- pensaba mientras trabajaba. Franco y su esposa aprovecharon la ocasión para pasear por la Ciudad Luz, casi cuatro días para visitar parte de los monumentos que dan vida a una de la Capitales más hermosa del mundo, su historia, su arte. El primer lugar que el matrimonio visitó fue el museo del Louvre, donde el muchacho, un buen pintor, quedó extasiado ante la belleza de un pequeño cuadro, La Gioconda de Leonardo, pintado al óleo sobre una tabla de álamo de setenta y siete por cincuenta y tres centímetros, una de las obras más famosas del mundo. Caminaron tranquilamente por toda la ciudad (la mejor manera de conocerla) recorriendo la Isla de la Ciudad, Nuestra Señora de París, El Sagrado Corazón, Montmartre (el barrio de los artistas) el Arco de Triunfo, la Plaza de La Concordia, Los Campos Elíseos, Los Inválidos y algunos edificios más, dedicándoles el tiempo que se merecen; para la noche del domingo dejarían la cena en el restaurante de la torre Eiffel, solos, la última cena siendo dos. Por el contrario, Adriano no salió de su habitación por casi tres días, con los celos carcomiendo su mente y su corazón, Sofía golpeó su puerta un par de veces pero el muchacho no contestaba; lo hizo llamar por el conserje y no daba señales de vida, era claro; preocupados todos, incluso las autoridades del hotel, abrieron la puerta y allí, tendido sobre la revuelta cama se encontraba el desdichado muchacho, muerto, con un visible orificio en su frente; más tarde, las pericias coincidieron que había sido una bala de nueve milímetros la responsable del deceso del hombre. Verónica y Franco de enteraron recién el domingo por la mañana del trágico suceso; la chica, desconsolada quiso ver el cuerpo de su amigo de toda la vida, por su parte, Franco había entablado una muy buena relación con el infortunado. Tristeza y sabor a injusticia, opacaron la alegría por la que estaban atravesando. Eran los días más felices de sus vidas. El lunes por la mañana la pareja debió asistir a la clínica a pesar del desagradable hecho acontecido el sábado por la noche; el cuerpo de Adriano se encontraba aún en el departamento forense, debido a la autopsia, las autoridades habían prometido que sería entregado a los familiares durante el transcurso de la semana. Sumamente acongojados, comprendieron que debían comenzar el procedimiento de fertilización, iba a ser muy rápido; mientras Franco iría al privado para obtener la muestra de semen necesaria para la fecundación, luego seleccionarían lo espermatozoides más aptos; a Verónica le introducirían una sonda ecográfica asistida con una aguja encargada de la captación de los óvulos, el equipo médico convino en administrarle anestesia general, aunque suave, para evitar algún tipo de movimiento de la paciente y lograr más rapidez en el accionar. Entre la preparación de todo el material, la extracción en sí, calculada entre veinte y cuarenta minutos, de acuerdo a la cantidad de folículos que sean necesarios explorar y el obligado reposo, no muy extenso, estimaban demorar alrededor de una hora. Se adicionarían unos cien mil espermatozoides por cada óvulo extraído, eso demandaría casi seis horas de trabajo en el laboratorio. El propio Fréderik vino a la habitación para comunicarle que todo había resultado perfecto. Pueden irse, luego de la unión necesitaremos entre veinticuatro y cuarenta ocho horas para que se produzcan la divisiones, entre dos y ocho células, cuando obtengamos eso te llamaremos para el traspaso a tu útero, tampoco es doloroso e inclusive es más rápido que la extracción, ahora sí, si todo sale como es debido en dos días estarás oficialmente embarazada. Los esposos estaban muy felices, pero no lograban evitar el recuerdo de la reciente desaparición; Franco le comentó a Holmes la suerte corrida por Adriano, sorprendiéndolo verdaderamente. Fréderik -No lo puedo creer- expresó, mientras pensaba si tenía algo que ver con su caso. Franco- lo hallaron asesinado el sábado por la noche, pero el hecho acaeció cerca del mediodía; nosotros nos encontrábamos paseando mientras el moría. Es horrible, sollozó. La chica lloraba en forma contenida, tratando de no caer nuevamente en un llanto desconsolado. Sofía apareció como acostumbraba, abriendo lentamente la puerta y pidiendo tímidamente permiso- pensé que me avisarías la hora en que vendrías- reclamó la mujer- buenos días doctor Holmes- agregó con un movimiento de su cabeza. Verónica- ya está hecho mamá, el doctor dice que todo salió muy bien, en dos días me los transferirán a mi útero, es maravilloso- explicó en forma entrecortada a instancias del llanto persistente. Sofía- le agradezco doctor, espero que haya hecho todo como debía- expresó con claro doble sentido para el galeno. Fréderik- por supuesto señora, su nieto será un ángel- respondió en el mismo tono que la inquietante mujer. Verónica- madre! Creo que no es forma de hablarle al doctor, estoy segura que ha hecho lo imposible. Fréderik- no la retes a tu madre, rió el médico- está ansiosa. Le aseguro Sofía que todo, todo, repitió mirándola firmemente a los ojos si pestañar, ha sido hecho como corresponde. Franco- mi amor, tu ve al hotel y descansa, yo iré a la dependencia del forense. Sofía irá contigo. Saludó y se retiró presuroso. Mientras la chica se ponía presentable, Sofía y Holmes aclararon lo que quedaba por decir. Holmes-quién eliminó al muchacho?. Has sido tú? Sofía- no, no he llegado a eso… aún, sin duda fueron los Hermanos. Holmes- quienquiera que haya sido, me quitaron un peso de encima. Sofía-asegúrame que colocaste su A.D.N. en la muestra!- exigió la airada mujer. Holmes- lo hice, lo hice, te aseguro que fue el mejor y más cuidadoso trabajo de mi carrera-aseguró el hombre, cansado de dar explicaciones. Sofía- eso espero, los Hermanos estarán siempre cerca, recuérdalo- sentenció amenazante. Dicho esto se ingresó a la habitación para ayudar a su querida hija, quien ya se encontraba lista y esperándola para dirigirse al hotel. En el taxi, la madre iba aconsejando a la chica acerca de cómo debería llevar adelante su embarazo, definitivamente conocía mucho sobre el tema, los consejos parecían dados por un profesional de la medicina y no por una futura abuela que sólo contaba con la experiencia de un embarazo. El chofer del auto de alquiler observaba en silencio la escena y oía la calidad de las explicaciones de la mujer, acomodaba su espejo permanentemente. Sofía notó el constante ademán y prestó atención a los anteojos del conductor, negros muy intensos. Trató de observar detrás de los mismos, pero no lo logró; descartó lo que pensaba, no podía ser, eso estaba acabado. O no?, de inmediato hizo detener el auto con una estúpida excusa e hizo bajar a su hija del mismo muy presurosa. Con total obediencia, el hombre estacionó delicadamente el vehículo y en silencio aguardó que se le abone el importe del marcador. En primer término descendió la chica y al momento del turno de la dama de edad, mientras recibía el cambio, el atento caballero levantó unos centímetros las gafas dejando apenas notar un brillo rojo en sus ojos. Lo sabía- pensó Sofía, cerrando con mucha fuerza la puerta, demasiada.-Qué revista deseabas comprar?- preguntó con duda Verónica. -No, ninguna, ahora recuerdo que mañana sale a la venta, tomemos otro auto- ordenó minimizando el episodio. Cuando el taxi se detuvo, la mujer observó la cara del conductor como primera medida, habiéndose asegurado que no portaba gafas, ingresaron al automóvil y se acomodaron para terminar el viaje hacia el hotel, al cual arribaron sin novedad. Media hora después, llegó Franco con las novedades, el cuerpo de Adriano sería enviado el fin de semana directamente a Roma, donde debía ser reclamado por sus familiares; en realidad desconocían si su amigo contaba con alguien más que sus padres, quienes habían fallecido en un accidente hacía unos diez años, sabían que hermano no tuvo, quizás algún primo o tío, pero la pareja no estaba al tanto, es por eso que, una vez realizada la transferencia embrionaria volverían inmediatamente a Roma para hacerse cargo del féretro, y brindarle un sepelio digno en caso que ningún familiar lo reclame. Los jóvenes decidieron almorzar en el hotel y quedarse en la habitación hasta la hora de la cena, sobretodo para que Verónica descanse y repose, como precaución. Sofía, en cambio, realizó una llamada y se encontró para almorzar con sus hermanos, John, Mike y el recién llegado Richard, quién residía permanentemente en Estados Unidos. El brazo americano de La Hermandad. Mike- te presento a Richard, es nuestro hombre en Nueva York, hace años que está con nosotros en la organización. Sofía- mucho gusto Richard, a tus órdenes- ofreció amablemente la señora. Richard- le agradezco, pero yo… estoy a sus órdenes. Mike- no se preocupen, a mis órdenes- bromeó, todos sabemos cuales son nuestras órdenes y propósitos, estamos en la recta final, el desenlace se avecina, luego del nacimiento deberemos acercarnos aún más a la Familia, sabes tú Richard que Sofía es la madre de la Elegida, tendremos total acceso al desarrollo de la criatura y podremos monitorear sus actividades y también guiarlo en las distintas etapas hasta que se produzca la Revelación. Tendremos especial cuidado con la madre, aún no sabemos si será Anunciada, eso es total potestad del Padre, en caso que no sea así deberemos mantenerla al margen de la verdad hasta que llegue la hora; pero si Gabriel se presenta, ella tendrá entonces toda la responsabilidad y será así el adalid del grupo. Sofía- todo saldrá bien, el Hijo del Hombre estará entre nosotros nuevamente, en este mundo tan distinto, cómo se escribirá la nueva historia? John- seguramente- afirmó convencido el pelilargo sajón. Cambiando totalmente el tono de la conversación, Sofía inquirió repentinamente a los hermanos sobre la muerte de Adriano, endilgándole directamente el asesinato del muchacho a lo hermanos. Sofía- hacía falta eliminar a Adriano? John- no hemos sido nosotros, supusimos que era inestable pero incapaz de atentar contra alguien; por eso dejamos de vigilarlo, pobre diablo, si hubiéramos estado observándolo estaría vivo- aseguró con firmeza. Sofía- hummm… entonces…alguien que esté relacionado con todo esto, no creo que sea un crimen fortuito- coligió la activa y detectivesca dama. John- deberemos investigar, si es así el plan puede estar en peligro-concluyó el hombre. Sofía- un momento, esta mañana al regresar de la cínica noté algo raro en el taxista, en realidad estaba estacionado en actitud de espera, usaba unos anteojos negros muy oscuros; me pareció notar un brillo rojizo que me intranquilizó. Al fin de cuentas el hombre no hizo nada sospechoso salvo molestarle el sol. Pero algo no estaba bien. Puedo sentirlo. Es posible que esos malignos seres hayan quedado vagando por este mundo sin la presencia del ominoso guía?- demandó preocupada. Me resulta extraño que un hombre de acción como Adriano haya sido sorprendido de esa forma, sin reaccionar, según tengo entendido estaba dormido, quizás lo drogaron, en la comida o en el vino. Estaba bebiendo demasiado en los últimos días. Tal vez estaba borracho. Deberán averiguar, yo debo quedarme con mi hija, sobretodo luego de estas hipótesis. John- pero… porqué él? Debe ser un aviso, podrían haber asesinado a cualquiera; o por conocer que era un hombre avezado en defensa personal, lo eliminaron primero a él, los demás son indefensas e inocentes víctimas. Mike- déjame a mí. Yo investigaré- se ofreció el grandote. -acompáñame Richard, tu conoces bien esto- solicitó el rubio. John- okay, Sofía, puedo ver a Verónica? Quiero estar cerca de ella, necesito estar tranquilo. Sofía- por supuesto, así estaremos todos tranquilos. Todo se había transformado en una investigación casi policial, unos por un lado, otros de custodia; los protagonistas no tenían ni idea de lo que ocurría. Siempre es así. Cuando regresaron al hotel, Franco saludó a John muy amablemente, hacía largo tiempo que no se veían, estaba realmente contento de verlo, pero sorprendido de verlo llegar junto a su suegra. Sofía- nos encontramos en el lobby y subimos juntos. Sin embargo, algo cruzó por su cabeza, todo le cerró súbitamente; el asesinato de Adriano, la presencia de los hermanos, la falta de colaboración de La Sûreté, como antiguamente se denominaba, actualmente avocada a otros tipos de delito, conformaron un escenario que no era del agrado del pintor. Franco- es increíble lo sucedido con Adriano, ustedes se enteraron? John- acaba de darme la noticia Sofía mientras subíamos a la habitación. Era un muchacho que no tenía problemas con nadie- fingió. Franco- no tendrá algo que ver Skull? John- no, no molestará por muchos años-sentenció firmemente, pero…ahora que lo dices, quizás algunos de sus secuaces puedan estar haciendo de las suyas sin su guía; creo que eso en aún peor, finalizó intentando parecer que recién lo pensaba, haciéndose el desentendido. Sofía lo miró seria, pensando en lo bueno que era para la actuación, Franco asentía con la cabeza, no sería conveniente que sospechara lo que estaría ocurriendo. Verónica salió envuelta en una bata rosa Dior, con un hermoso aplique a la altura del corazón, con su cabello todavía húmedo y descalza; adoraba desde niña pasearse sin zapatos por la casa, incluso en una ocasión salió a la calle de esa forma, el resultado: una gripe que casi culmina en una neumonía. Franco ofreció llamar al servicio de habitación invitando a sus visitas con algo para beber, pero nadie aceptó, excepto Verónica- pídeme un café doble, por favor- solicitó. Cosa muy rara en ella, si bien bebía café, nunca lo hacía en grandes cantidades, generalmente dejaba la mitad en la taza. El potencial embarazo de la chica fue tema central, así lo llamaba el futuro papá, no quería asegurar nada hasta tener la confirmación. Cuando el servicio tocó a la puerta con el café y no antes, el muchacho reaccionó objetándole la cantidad- debería dejar el café, dicen que no es bueno para las embarazadas- resaltó con voz seria el joven. Verónica- aún no estoy encinta, debe ser un pre-antojo –rió la chica y la siguieron todos. El Elegido no tuvo más remedio que unirse a la sonata de carcajadas. Luego de casi media hora de coloquio, John se despidió diciendo que tendría que retornar varias veces al hotel porque tenía un negocio pendiente con la firma propietaria, para justificarse, ya que estaría merodeando por el lugar y las cercanías haciendo su trabajo: vigilar y custodiar a Verónica. Ya había tenido un sobresalto cuando Sofía lo llamó para ponerlo al tanto de lo ocurrido con el taxista. Debería encargarse personalmente, le guste o no le resulte agradable a la señora. Sofía se retiró con el muchacho alegando ir a su habitación a descansar, pero bajó con quien había subido, deberían ponerse de acuerdo con lo que vendría, sobretodo si lo de estos engendros es cierto. John- Podrían haber quedado atrapados en esta dimensión sin saber como regresar, y supongo que es muy probable que intenten continuar con el plan que originalmente trataron de utilizar. Sofía- eso sería terrible, como los hallaremos? Que pretenden? John- por ahora debemos esperar, no te distraigas mujer. Sólo restan dos días y retornarán a su hogar, ahí estarán más seguros. La mujer afirmó y se despidieron con un amistoso beso en la mejilla. Y por fin llegó el tan ansiado viernes, todo había transcurrido con total normalidad, los ánimos se encontraban distendidos y todo estaba propuesto para el traspaso a útero. No estaba previsto muy temprano, diez y media de la mañana, - si Dios quiere todo habrá terminado para el mediodía- exclamó Franco. Si. Dios quiere. Minutos antes de ingresar a la sala especialmente diseñada, un llamado de Enzo dio ánimo a Verónica, quien se encontraba en un estado de tensión manifiesta, el escuchar su voz calma, segura y hasta paternal trajo sosiego a su sistema límbico, relajándola. Todo el proceso tomó apenas treinta minutos, holmes aconsejó una hora más de reposo que en otras ocasiones, nadie comentó nada - prevención -pensó él, contento de haber cumplido su parte del trato. Fréderik- esta noche, si así lo desean, pueden retornar a sus hogares. Una oleada de felicidad arrastró a la pareja a la más feliz de las playas, ahora sí se sentían completos, serían padres. De retorno al hotel, en un taxi elegido por Sofía, iban repitiendo nombres para varones y para nenas, cosa que no habían hecho hasta el momento. La chica se quedó en el lecho hasta la hora de la partida, el vuelo de las veinte y treinta. Con tiempo suficiente, se dirigieron al aeropuerto, sin novedades, a escasos cincuenta metros los seguían los Hermanos; increíblemente todo resultó exacto, minutos y segundos parecían cronometrados y controlados por una fuerza superior, a la hora exacta el boeing se elevaba ágil sobre la gran pista desgarrando el entorno con el estruendo de sus turbinas. Todo el camino, Verónica fue observando el asiento donde el fantasma de su amigo Adriano se acomodó acompañando al amor de su vida; una mezcla de tristeza, nostalgia y la componente de alegría por lo logrado por el equipo médico dotaban a la preciosa chica de un rostro inolvidable; mirando a través de la ventanilla, tratando de discernir algún contorno sobre la tierra, su reflejo retornaba a los ojos de su esposo, extasiados de belleza, quien mantenía su vista en la pensativa niña, melancólica mujer. El descenso fue tan auspicioso como la partida; los padres de Franco aguardaban la llegada de su hijo y su esposa y para ellos, su nieto ya era una realidad. Luego de haber perdido un hijo, tomaron al próximo Crovatto como tal, ignorando el destino de esa criatura. Mientras, le brindarían todo el amor, cariño y contención con que todos los niños deberían contar durante el transcurso de ese período de la vida en que el hombre es indefenso, inocente y leal, para luego transformarse en todo lo contrario (siempre hay honrosas excepciones). Por qué dejamos que nuestros hijos soporten el desdén de los gobiernos, hambre, desolación, inseguridades, malos tratos y todo tipo de necesidades? No dejemos, aunque sean los hijos de un cuidador de ganado en Guinea, que los retoños de la humanidad sufran. Sabemos perfectamente que si quitamos los brotes nuevos de un gigantesco árbol, a pesar de su tamaño, éste termina secándose; es cierto, pasarán muchos, muchos años, pero el previsible fin llegará de todos modos. Olvidemos lo que se ha hecho hasta ahora y pequemos de adivinos, vislumbremos un futuro mejor, construyámoslo, prioricemos a la gente, a la niñez. Entre todos se puede, no permitamos que el plan de conseguir una raza mejor se lleve a cabo, el nazismo aún persiste, eliminando a todos los de bajos recursos y razas que integran ese sector a nivel mundial. Porqué permitimos de nuestros gobiernos esta indolencia? cuáles son las prioridades de la humanidad? Porqué un representante del pueblo, un Senador por ejemplo, requiere firmas para iniciar algo que la gente necesita, o no conocen la realidad? cuando se darán cuenta los gobernantes, sean del nivel que sean que están al servicio de la población y no a la inversa, tarde o temprano hay que hacérselos saber. El aeropuerto se encontraba sobrepoblado esa noche, demasiada gente recorriendo los distintos sectores del ampuloso edificio como hormigas desorientadas luego que alguna dañina presencia pisoteara su hormiguero; en eso pensaba Carlo, mientras observaba a su hijo ingresar al hall. Muy contento de ver a su familia, el ya veterano hombre abrazó y besó a su hijo como nunca, lo mismo hizo con su nuera; se contuvo un poco con su consuegra, manteniendo la cordialidad, la suya siempre fue una relación amena; Sofía siempre ha sido una persona muy correcta. A partir de ese día, la relación se estrecharía cada vez más, el nieto uniría a la familia y generaría una nueva etapa en sus vidas; vaya si lo haría. Carlo comenzó llevándolos a todos a su casa a compartir una familiar cena de bienvenida, el festejo no podía ser completo debido al deceso repentino e inesperado de Adriano. El retorno desde Fiumicino se hizo corto debido a la intensa y divertida conversación dentro del coche. La cena en la residencia Crovatto fue reducida en tiempo, Verónica necesitaba descansar y a decir verdad todos estaban cansados del viaje pero más aún de la estadía ajetreada que mantuvieron en Francia; a los postres comenzaron los primeros indicios de sueño, quizás al distenderse, al sentirse más tranquilos sus organismos pudieron demostrar la necesidad del descanso. Nadie probó el café, decidieron partir cada uno hacia sus hogares; una buena y necesaria velada, amalgamó la familia y preparó el terreno para lo que vendría. Esa noche, una vez en la cama, los esposos comenzaron a recordar su vida en común; cómo se conocieron, dónde, su primera salida como novios; un poco como prolegómeno de la historia que vivirían juntos de ahora en más, los tres y porqué no alguien más, la chica siempre quiso contar con la “parejita”. El sueño los sorprendió abrazados y así ingresaron a ese mundo de fantasía donde el inconsciente se mete en las vidas de las personas, algunas veces para bien y otras… Un nuevo episodio de gritos y llantos provocó el sobresalto de Franco, Verónica comenzó con sacudones de sus piernas y torso, espasmos rítmicos que hicieron sospechar al muchacho que se trataban de convulsiones. Se mantuvieron por escasos segundos y la chica se despertó con un grito: Nooooooooooo!!! Aunque más corta que la pesadilla anterior, fue más traumática y violenta, una explosión de los nervios, Morfeo seguía divirtiéndose con el pesar de las personas. Franco- está bien mi amor, ya pasó, todo está bien, estoy contigo- musitó su marido serenamente a los oídos de la mujer. Aún con los párpados caídos, la chica continuaba murmurando muy suavemente: mi hijo, mi hijo… De pronto la débil luz de su velador ingresó furtivamente en su retina, enseñándole una borrosa imagen de su esposo sentado a su lado, digamos mejor, casi recostado encima, abrazándola para transmitirle seguridad. De a poco fue reaccionando hasta llegar a un estado de lucidez en que comprendió el hecho ocurrido; más calma trató de explicar a Franco el sueño, o la pesadilla. Lo siento mi amor, no se porqué tengo estas pesadillas, todo está tan bien encaminado- será por la muerte de Adriano?- preguntó triste la chica. No, es la tensión nerviosa acumulada en estos últimos días y tiene que ver con el trastorno de idas y vueltas con médicos, laboratorios y demás para lograr lo más hermoso que pudiste haber hecho: nuestro hijo, estoy seguro que será un varón con fuerte carácter- afirmó seguro el Elegido. Es que había una luz, una enceguecedora claridad que me impedía ver a mi hijo, estaba tan cerca y no lo podía ver; de pronto la oscuridad total, yo sentía que él estaba ahí, estiraba mi brazo y no, nada, corría, corría a ciegas buscándolo, cuando un solo haz que provenía del cielo me mostraba exactamente el lugar donde se hallaba el bebé; con su carita me decía que todo estaba bien, que ni me preocupe, pero yo deseaba tenerlo a mi lado, abrazado; luego comenzaron a acercarse todos, mamá, tú, tus padres, Stéfano, Alberto, tus rubios amigos, los médicos de París y hasta Adriano, entonces llegó lomas curioso: Enzo se acercaba y me decía que no me preocupe- Descuida Madre, estará contigo, con todos y con sus espíritus- me calmó la voz de mi amigo. Luego, logré abrir mis ojos y estabas tú, siempre estás, te amo –finalizó la chica sucumbiendo al llanto nuevamente. En la mañana, luego que Franco saliera hacia la empresa, el timbre de la calle volvió con su cotidiano rezongar, acompañaba su rutina matinal y ella lo tomaba como que el sonoro aparato se quejaba de molestarla cada veinte minutos sonado sin ganas, eso le provocaba risa y no enojo con cada ring. Abrió la puerta sonriente, culpa de su amigo el timbre, y halló parado en su entrada al doctor Enzo Cardinale más sonriente aún. Lo invitó a entrar inmediatamente. Verónica- qué sorpresa hermosa me has dado! Enzo-quería asegurarme personalmente de tu excelente estado. Verónica- me siento muy bien en realidad- agacho la cabeza y continuó- desea un café? Enzo – qué ocurre? Por qué te pones así? Verónica- así cómo? Enzo- pareces agobiada por algo, chiquita. Verónica- no, no es nada. Le traigo café?- insistió para cortar el tema. El médico asintió, la joven mujer se dispuso a ir hacia la cocina para traer la infusión, pero el hombre la tomó de un brazo suavemente y le solicitó que se siente. Verónica- que pasa Enzo? Demandó preocupada. Enzo- es por el sueño? La chica trató de enfocar mejor la cara del hombre; notaba un cambio en su rostro, ostensiblemente más joven, estirando el cuello hacia delante y arrugando el ceño para ver mejor, como forzando a sus cristalinos a que se acomoden y realicen su trabajo. Enzo- Verónica! Por qué me miras así? Verónica- pareces mas joven, qué te has hecho? Qué sueño?- volvió a preguntar. Enzo- tu sueño de anoche, con tu bebé. Verónica- cómo sabes eso? Enzo- sólo lo sé, no debes temer, todo estará como Dios manda- afirmó. Verónica- como lo sabes? Ah, es un juego con Franco para tranquilizarme. Es eso no? Enzo-no chiquita, Franco no me llamó, Dios me llamó. Verónica- no te comprendo, qué te ocurre Enzo? Enzo- no te asustes, fui enviado nuevamente para la Revelación. Verónica- no entiendo que pasa, usted no es Enzo, quién es usted? Enzo- muchos nombres he tenido, Gabriel, Roland, ahora Enzo, pero una sola misión, mi pequeña, servir a Dios. Estoy a tu lado y de tu madre desde que naciste, te he cuidado y te he curado personalmente, Tú serás la madre del Salvador, Tú serás la madre del Hombre y del Dios, el hijo de Nuestro Señor volverá a la tierra y de tu vientre nacerá. Está dicho. La anonadada mujer escuchaba sin poder hablar, sólo miraba al Arcángel sin moverse, cuando un torrente de blanca y pura luz acarició su espíritu y su corazón, como una lanza divina inundó de regocijo su alma y su mente, allí entendió, Enzo se incorporó y con un beso en la frente se despidió- sólo llámame- con el nombre que desees- llámame. En un torbellino de claridad y brillo Enzo se disgregó y se elevó delante de la mirada perpleja de la Madre. Dios mío, yo no merezco esto- fue la primera frase que pronunció la bienaventurada mujer. Dicho esto se desmayó. Cuando despertó, estaba en su cama, eran cerca de las tres de la tarde- nunca dormí tanto pensó, y recordó vagamente el sueño con Enzo y las luces. Fue un sueño?- parecía tan real- pensaba. Se puso de pie presurosa para llamar a su madre y contarle el sueño más vívido que tuvo en su vida, pero su amigo se adelantó con su ring característico, no pudo evitar la sonrisa por lo loca que estaba. Sofía la esperaba con algunos productos de panadería artesanal, como ella prefería, sin demasiados aditivos químicos, y más aún ahora que daría a luz. Mamá!, pasa- invitó la chica. Hija, que bien estás! Me sorprendes con un semblante tan rozagante- traje algo para el té- acotó la señora, ofreciendo el paquete levantándolo a la altura del hombro. Verónica- debo contarte algo increíble que me sucedió… o soñé- comentó. Sofía -cuéntame querida, cuéntame- insistió la experimentada mujer. Mientras Verónica narraba su “sueño”, la madre la miraba con devoción, conociendo ya la verdad, no fue un sueño. Casi en el final de la narración, Sofía la detuvo, tomó sus manos entre las suyas, se acercó y besó su frente. Verónica trató de continuar con el relato pero volvió a detenerla, esta vez le dijo- no fue un sueño querida, eso fue real, yo desconocía quién era en realidad Enzo, pero lo sospechaba por un comentario de Fréderik, conozco bien la historia, chiquita. Verónica- pero entonces… Sofía- si, es una larga historia, pero todo es debido al plan de Dios, somos instrumentos de Su deseo y Su voluntad, hija mía, eres afortunada con esta elección. Tu hijo, mi nieto, será el Mesías. Verónica- pero por qué yo, por qué el honor de ser la madre de… Jesús, se llamará Jesús? Debo llamarlo así?- preguntó inocente la afortunada. Sofía- tú eres la Madre, tú eliges el nombre. Verónica- tengo tantas dudas; tiene algo que ver la fecundación a que me expuse? No puedo compararme con María, ella era virgen y yo… Sofía- eres virgen de alma y espíritu y eres dueña de un corazón puro, tal como era María, muchas cosas que Dios hizo, el hombre las cambió, para eso es que Él vuelve, reenseñará al hombre a vivir de acuerdo con el alma, la Humanidad debe lograr la Comunión de Cuerpo y Espíritu nuevamente. Verónica- Franco, tengo que decirle a Franco, debe enterarse de esto en forma urgente. Lo entenderá? Sofía- por supuesto que si, es un hombre de fe. Verónica- lo llamaré por teléfono a la oficina, debe saberlo. Sofía- ten paciencia, díselo personalmente, no puede haber nada más importante en la vida de ambos que esto. Verónica- pero…que pasará con mis otros hijos? Podré tener otros, no? Sofía- no te preocupes, tendrás, si quieres, otros hijos. El proceso que se llevó a cabo para lograr tu embarazo no influirá en los próximos. Verónica- cómo es que tú conoces tanto de esta historia? Dime. Sofía- te contaré todo desde el principio, verás que la fe y el amor siempre triunfan. Esto es un sueño echo realidad, siento que es demasiado, imagino cómo debes sentirte tú. Todo comenzó hace treinta años… El fatigado hombre llegó a su casa luego de un día de trabajo extrañamente caluroso, agobiado por deudas y por la falta de trabajo de su otrora bien encaminada empresa constructora. Diversas inversiones equivocadas en negocios desconocidos para él y con personas de mal vivir pero presentadas por amigos; lo que daba un marco de confianza para esquilmar su no tan cuantioso capital, hicieron que poco a poco pierda el buen pasar primero y sus inmuebles luego. Su muy bella esposa, Sofía, con casi treinta años se encontraba desconsolada por la realidad económica de su matrimonio, para colmo de males habían perdido a su primer hijo dos meses antes de nacer, la desdicha era total. Mássimo era el nombre del laborioso esposo, de familia muy humilde y numerosa, campesinos de la isla de Cerdegna; necesitaban recursos rápidamente, es por eso que con dos de sus hermanos decidieron ir al continente para trabajar en lo que más conocían , la construcción. En la Isla eran muy conocidos por las edificaciones que habían realizado, pero la depresión económica por aquellos años los llevó a tomar la decisión. Sus padres, hermanas y los dos hermanos más pequeños se quedaron para mantener la pequeña porción de tierra de la familia y que no podían ni deseaban abandonar. Inmediatamente después de casarse, el trabajo constante en la gran ciudad de Roma, le permitió a los jóvenes esposos la posibilidad de construir su primera casa, la pequeña empresa constructora era ahora propiedad exclusiva de Mássimo, ya que sus hermanos habían decidido que en el sur les iría aún mejor, dejando a su hermano mayor con su flamante esposa y con su testarudez, atributo que según la familia caracterizaba al muchacho desde que era un niño y no hallaban la forma de hacerlo bañar. Los primeros dos años del matrimonio fueron fantásticos; a mediados del segundo Sofía queda embarazada, todo iba bien, una pareja plena, pero cerca de fin de año, Sofía comienza con pérdidas, pequeñas hemorragias esporádicas que para fines de enero se hicieron más voluminosas y culminaron con el desprendimiento espontáneo de la incipiente vida, la desazón y la desesperanza atraparon a la familia; no es fácil sobrellevar una pérdida tal, el daño anímico, sicológico, marcó sus días en forma determinante; la mujer no encontraba razón para su existencia; el hombre, que sufría a la par de su pareja y la comprendía bajó los brazos, en todo sentido, generando el comienzo del fin, todo se vislumbraba oscuro, sombrío, sólo algo muy significativo los podría acercar a la senda de la vida nuevamente. La joven siempre fue una religiosa practicante, católica como su familia, amaba a Jesús por sobre todo y realmente veía su imagen en todos los que sufrían de alguna manera; así era ella. La devoción hacia el Maestro la llevó a apuntalarse en su figura, asistía a la iglesia mañana y tarde, se arrodillaba en el primer banco frente al altar y rezaba a Jesús por horas, poco a poco comenzó a obviar a los sacerdotes hasta desestimar todo encuentro y diálogo con ellos; se había convertido en una autoexcluída, una paria de la religión, nadie podría ayudarla, sólo Él. La relación de pareja, por supuesto, mellada por la hiriente realidad en que ambos sobrevivían día a día, casi sin verse en el hogar, sin compartir nada que no sea dolor y pesar; se encontraba en una situación que terrenalmente no tenía retorno, la desconsolada y ferviente creyente no había atentado contra su vida sólo por su verdadera convicción en la doctrina religiosa, pero muchas veces pasó por su castigada mente la idea de quitarse la vida. También Mássimo se encontraba en esa situación, abrumado y rendido por el castigo divino, como el repetía constantemente, había concebido la misma idea se suicidio que su esposa, casi no había diálogo entre ellos pero la fe y la fortaleza espiritual de la mujer cambiaron el rumbo de la historia, sin lugar a dudas fue por ella que ésta historia comenzó. Si bien el sacerdote encargado de la iglesia, el Padre Pedro, a la que ella asistía diariamente la conocía por haber sido una de las incondicionales asistentes a sus sermones dominicales, no interfirió en el extenso proceso espiritual de Sofía, quizás conociendo la Verdad, o por sentido común, dejando a la mujer con su duelo en las manos de Dios. Nunca sabremos esa parte de nuestra historia, me inclino por la primera hipótesis. El cura nunca se acercó a la mujer, sólo la saludaba desde la puerta que daba a la sacristía, sin hacer valer sus hábitos, sin tratar de consolarla o de pronunciar alguna palabra de aliento; por eso, el alejamiento que se produjo entre la mujer y su iglesia fue generado en parte por este sacerdote, ex profeso creo yo. Cierto sábado por la tarde, casi noche de crudo invierno, mientras Sofía le dedicaba una de sus maratónicas oraciones al Señor, dos hombres, esbeltos y acicalados ingresaron silenciosamente por la puerta lateral que comunicaba al exterior pero que era utilizada únicamente por el párroco y sus ayudantes, el hecho llamó la atención de la señora que apenas levantó la cabeza al notar la presencia y continuó desinteresadamente con su oración. El misterioso dúo pasó por delante del modesto altar y se dirigió directamente hacia el lugar donde se encontraba la castigada feligresa, ubicándose en el asiento que se encontraba detrás de ella. Con contundente voz, clara y segura, uno de los visitantes le habló desde atrás- Sofía, tenemos algo que comunicarte- espetó el ignoto. La mujer, lejos de sorprenderse, giró la cabeza casi a cuarenta y cinco grados hacia la izquierda y respondió tomándose su tiempo para hacerlo- quién los envía? Imbuida de celestial conocimiento, había presentido la presencia de los emisarios antes que ingresaran al sagrado recinto, y sabía quién los enviaba; mejor sería decir que ansiaba que los envíe Él. - Pertenecemos a La Hermandad de los Custodios, señora, yo soy John Haraldson y el es Mike Siggardson, por ahora encargados de la organización- explicó el fornido caballero de impecable traje. Mike- venimos por nuestra cuenta- aclaró. Sofía- qué necesitan, caballeros?- solicitó . Mike- deseamos que sea parte de nuestro grupo, podríamos ayudarla en el difícil momento por el que está atravesando- explicó. Sofía- por qué yo? Cuál es su actividad? John- sabemos que usted es una verdadera creyente, si nos acompaña podremos explicarle nuestra labor- aclaró. Sofía- por supuesto- dijo segura. Su espíritu esta conmigo, lo sabía-pensó. Salieron del templo bajo la mirada atenta del Padre Pedro, quien al verlos alejarse juntos dibujó una mueca en su rostro adusto e inexpresivo que parecía casi una sonrisa, giró sobre sus talones y regresó a su puesto ordenando las Hostias para la misa del otro día. Se dirigieron hacia un antiguo pero funcional edificio en las cercanías de la Ciudad del Vaticano, un lugar muy selecto, donde las propiedades son prácticamente inalcanzables, si no son posesiones familiares es muy difícil acceder a alguna de ellas. Con un trabajado y amplio frontispicio, la construcción denotaba un cuidado extremo, coherente con la presencia de los rubios hombres. Sofía ingresó confiada al interior, en medio de los dos; el primero guiaba y el segundo, por cortesía, se colocó detrás de la dama; subieron una escalera bastante empinada, hasta el segundo nivel, el más alto. Todo el piso conformaba un solo estar, con pequeños desniveles que hacían de separaciones entre ambientes inexistentes e indeseados; disfrutaban de ese lugar tan claro y amplio, totalmente alfombrado y con un mobiliario también antiguo pero modesto, sólo lo necesario. La muchacha se sintió cómoda inmediatamente y se relajó, tomó asiento luego que se lo ofrecieron cortésmente con vocablos en desuso y ademanes, como en otro tiempo, como en épocas anteriores, sonrió al verlos gesticular de esa forma, pero no emitió palabra. Los hombres iniciaron el desarrollo de la idea que la había llevado hasta allí. Comenzaron, por supuesto con la historia del hoy San José de Arimatea, por quien la chica sentía una simpatía especial por haber sido quien proveyó a Jesús del lugar para su sepulcro, dentro de los límites de su propiedad, reclamando luego valientemente su cuerpo ante las autoridades romanas; lo que le costó posteriormente un tiempo privado de su libertad. Relataron, con muchos detalles, la última cena del Maestro con sus discípulos, resaltando la preocupación reinante en esa reunión; la despedida y las indicaciones secretas que les prodigó a sus fieles seguidores, muy específicas, explicándole que luego ampliarían los datos relacionados con ellas. Continuaron con la solicitud que el Mesías hizo a José: obtener su sangre viva estando en la cruz y llevarla en un peligroso periplo hasta La Colina Del Sol. Hacer conocer su palabra por esas lejanas tierras y por sobre todo, crear la Hermandad, que serían los encargados de regresar al Cristo a la vida terrenal en su segundo intento por salvar a la humanidad. Todo, todos los pormenores se encontraban en un hato de documentos escritos, según explicaban los hermanos, por el puño de José; éstos fueron entregados en la manos de sus antepasados, Harald y Siggard, quienes fueron los originarios integrantes de la cofradía y deberían mantener la Orden en funcionamiento hasta el regreso y ocuparse que todo lo establecido se cumpla, por cualquier medio. La confianza de José en éstos hombre se debe a que lucharon contra el Mal junto a él con sólo sus espadas y sus valientes corazones, fiándose de lo que él creía sin saber más de lo que el viajero les había narrado durante el complicado itinerario recorrido. John- éstos son los escritos de los que he estado hablándole, indicándole un saco de cuero muy rústico, hace casi dos mil años que están en poder de la Hermandad…tu nombre está escrito en ellos…y el de tu hija también. La expresión de la cara de la mujer cambió por completo, su ceño insinuó las pocas arrugas que poseía la joven y con voz aguda y airada expresó- no me imaginaba que esto era algo de tan mal gusto, quién los envía, por qué me hacen esto? Mike- cálmese, sabemos lo que ha sufrido, pero está escrito, está claramente expreso el nombre de ambas en el Legado de Jesús. Conocedor de lo que vendría separó el conocimiento en dos, por un lado los llamados Antiguo y Nuevo Testamento, conocidos desde un principio y estas escrituras, que mantuvimos y mantendremos en secreto hasta que el nuevo Mesías llegue. A través de ellas la humanidad sabrá que Él ha regresado; que en algún lugar de este mundo se encuentra la Salvación, les dará la oportunidad de comenzar a repensar sus actos y sus vidas, una nueva esperanza generadora de fe llegará al corazón de todos los habitantes de la Tierra, dándoles tiempo de prepararse para recibirlo. Sofía, usted y su descendencia han sido elegidos para llevar a cabo El Plan, sabemos que lo entenderá. Verónica, su hija, nacerá a fines del año que viene, no podemos precisar el día exacto, no lo ubicamos en las escrituras, pero seguiremos intentándolo. Sofía creyó, confió y se unió con fervor al grupo de los hermanos para siempre. Desde ese día, la relación con su esposo fue cambiando para volver a ser la que fue, y mejor aún. Y efectivamente el treinta y uno de diciembre del año siguiente nació una hermosa criatura, a quien llamó Verónica, coronando la felicidad total de la pareja. Sofía- como verás querida, esta es una historia de amor. Debo pedirte disculpas por no haberte contado la verdad desde un principio, pero debía seguir con lo estipulado. Y no te preocupes por tu esposo, te aseguro que lo entenderá perfectamente. Verónica- pero… Enzo, cuando lo conociste?- preguntó la chica desubicada. Sofía- ellos me lo presentaron, a los pocos días de haberlos conocido se presentaron en casa diciéndome que conocían un eximio médico que podía ayudarme a ser madre por fin, ya ves, ambas pasamos por lo mismo. Este excelente hombre se ganó la confianza de tu padre, para quien no era muy fácil hacer amigos, sin embargo, cada vez que lo veíamos el comentaba, extrañamente, lo bueno e idóneo que era. Poco bastó luego para que lo invitase a cenar a casa y con el correr de los meses se hicieron muy amigos, esa amistad persistió hasta el día de la muerte de tu padre. Debo reconocer que no sabía la verdadera identidad de Enzo, nunca lo imaginé como tal; si sospeché cierta complicidad con los hermanos, pero acostumbrada a secretos e intrigas nunca pregunté ni sugerí nada. Debo irme querida, Franco llegará en un momento y querrán hablar solos, te quiero mucho. Con el acostumbrado beso en la frente, la increíble madre se despidió de su hija, dejándola con sus pensamientos y su desconcierto, aguardando la llegada del Elegido. La joven decidió tomar un relajante baño, su marido ingresó a la casa unos segundos luego que se sumergiera en el tibio y líquido mundo del relax, poco duró ese clima; gritando su nombre desde la puerta de ingreso el muchacho la reclamaba insistentemente. Desde la bañera, Verónica, respondiendo también en voz alta le indicó la actividad que estaba desarrollando en ese momento, el muchacho subió apresurado. Un cálido beso sirvió de prólogo para las intenciones del hombre, muy claras; la mujer lo detuvo arrojándole agua con la mano y pidiéndole con una sonrisa que se aleje- debemos hablar- insistió la joven. Franco refunfuño algo incomprensible, pero se retiró hacia un lado expectante. Franco - dime- soltó duramente. Verónica- no te enojes, es muy importante, sabrás reconocerlo. La dichosa muchacha narró nuevamente lo que su madre le había transmitido minutos atrás, cerrando el relato con el episodio con Enzo; se encontraba notoriamente excitada, su piel no podía contener su alegría y la ansiedad para conocer la reacción del muchacho la enervaba aún más. Franco escuchó atentamente el cuento, con respeto asentía cada frase que pronunciaba; cuando pronunció la última palabra la abrazó y la retuvo en esa posición para siempre; las lágrimas de emoción de ambos conformaban, mezclándose entre sus mejillas, un salobre caldo de cultivo de fe y esperanza, una gota se deslizó sin prisa por el mentón de Verónica cayendo sin tiempo a la tina, dotándola al instante de un color verde muy pálido, de lo que los enamorados nunca se percataron. Asistida por su marido, la chica salió de la tina y se colocó su bata preferida, con el cabello húmedo, apenas pasada la toalla, bajaron hasta la sala. Franco debía confesarle algo también. Franco- es hermoso, soy el hombre más feliz del mundo, mi amor. Claro, sólo un genio de la genética como Fréderik podría haber logrado clonar a Jesús, todo este proceso, todo el sufrimiento, mis visiones, todo concuerda- repitió convencido el muchacho. Te diré- aclaró el eufórico esposo- cuando estuvimos en Inglaterra, en la exposición de arte, conocí a John y a Mike, supuse por accidente, pero todo era un engranaje de un minucioso y enmarañado plan, luego ….se detuvo unos segundos y su parte instintiva lo cegó al raciocinio y a la fe por un instante - por qué no apareció y ya!, tanto misterio y engaño! Siendo el hijo de Dios podría habernos ahorrado todo el sufrimiento y los negativos avatares por los que atravesamos- vociferó enceguecido el Elegido, explotando al fin por la acumulación de situaciones y hechos que socavaban los basamentos de su fe, horadando el intelecto llevándolo a un estado de suspenso cognitivo. Verónica dejo que se desahogue, esperó porque lo merecía; la onda expansiva dejo lugar a la calma, Franco se sentó relajado, conciente de lo que había expresado, avergonzado, arrepentido; miró a los ojos a la chica como solicitándole disculpas con los suyos, sin hablar, no hacía falta. Ya más animado, recompuesto, Franco continuó con su relato-declaración, poniendo especial atención a los detalles y esta vez pidiendo perdón expresamente por no haberle contado lo que había vivido junto al manzano y lo que sabía acerca del Plan. Verónica entendió, no cabía otra cosa. Tendrían muchos horas, días, meses y hasta años para descubrir y conocer los misterios y los secretos de sus vidas y de su especial hijo; sin olvidar a Sofía, una increíble mujer. Le confesó además la verdad acerca de Skull, Sir Douglas para su mujer, y lo vivido por ella esa noche en que murió Selene; el minucioso relato aterrorizó a Verónica, quien atenta escuchaba. La dulce niña, la bella mujer, la merecida Madre ya no era la misma, su fortaleza emocional creció, su endeble fisonomía se volvió imponente mientras esperaba el milagro de la vida, mientras la vida nos devolvía el milagro de la fe. Capítulo Ocho El Nacimiento. La casa de Verónica se había convertido en el centro de las reuniones familiares para que la futura mamá no tuviera que trasladarse de una punta a otra de Roma. Sus piernas y sus brazos fueron adquiriendo volumen poco a poco, así como sus caderas y su angelical rostro; sus pies se hinchaban muy a menudo y se acostumbró fácilmente a ser la mimada de la casa, todos acudían serviciales a ella cuando solicitaba algo, ya entraba en el quinto mes de gestación y llevaba su embarazo en forma normal. Un cambio se había producido en su vida, debía acostumbrarse, el nuevo doctor de la chica, Marcos, era un profesional muy experimentado, educaba y enseñaba a la joven en esta especial etapa en la vida de toda mujer. Pero no todas las madres portan en su vientre un bebé de estas características, no señor. Cómo sería su hijo? qué nombre le pondría? Qué ocasionaría su venida? A qué edad comenzaría con su propósito? Todas dudas, un mar de incertidumbre, en el cual nadaban solos; para esas preguntas nadie tenía respuestas; y la peor de todas, sólo pensada por Franco, cuál sería el destino de su hijo una vez conocida su identidad? Creerían en Él? No se lo comentó a Verónica, agregó una carga más a su pesado equipaje. La labor de Sofía durante estos cinco meses había sido sobresaliente, atendiendo a su hija, acompañándola al médico y dándole ánimos cada vez que la chica comenzaba, al igual que su marido, con las dudas. Verónica- mamá, será como lo muestran los dibujos? Debería ser igual a Aquel, no? Qué pensó María cuando recibió la noticia, la misma que yo recibí? Sofía- no lo se, querida, seguro se abrazó al amor hacia su hijo, a su esposo y fue la creadora de la Fe y en tu fe se basarán las futuras generaciones para apuntalar la suya, todo saldrá bien, querida. Mezcla de ansiedad y vacilaciones, así transcurrían los días de la Madre, paciente pero firme, cada vez se tornaba más segura de lo que vendría, junto a Franco se fueron preparando, se consolaban, se ayudaban pero también soñaban y se enorgullecían, todos los sentimientos, las sensaciones los conducían a un mismo suceso: El Nacimiento del nuevo Cristo; según las ecografías y los cálculos del desprevenido Marcos el bebé nacería el primero de enero. Por supuesto el día ya se encontraba preestablecido. Durante los primeros días del sexto mes, Verónica comenzó a quejarse de algunas molestias en su espalda, cosas normales, aseguró el médico al ser consultado. Efectivamente, los dolores desaparecieron a los pocos días. Pero al ingresar al séptimo mes las pesadillas no dejaban descansar normalmente a la mujer, preocupándola por el permanente cansancio. Esta vez el paciente ginecólogo le aconsejó salir un poco de su casa y distraerse más. Así lo hizo. El cambio fue asombroso, las cortas caminatas por las tardes proveyeron a la gruesa dama inclusive de un mejor semblante y más tranquilidad. Las pesadillas recurrentes culminaron. Pero en uno de sus paseos vespertinos, tomada del brazo de su madre, quien la acompañaba donde quisiera ir, Verónica soltó una expresión de asombro, apagada pero contundente a la vez. Sofía- qué te ocurre, Vero? Verónica- ví a Selene embarazada cruzar la calle frente a nosotros- expresó temblorosa. Sofía- no puede ser ella, sabes que falleció- trató de calmarla. Verónica- estoy segura, era ella y no me digas que no puede ser porque luego de lo que hemos vivido todo es posible. Sofía asintió con su cabeza y quedó en silencio unos segundos, luego agregó- tienes razón, investigaré, esto es muy raro. La chica quedó preocupada por la visión y al llegar a la casa se lo comento a Franco quien también trató de minimizar el episodio restándole credibilidad, se ganó la misma respuesta que su suegra, tuvo que aceptar la versión de su esposa. Yo me encargaré- aseguró mirando de costado a Sofía, quien no abrió la boca- Qué harás al respecto? Demandó luego la mujer mayor. Llamaré a John inmediatamente- respondió seguro el muchacho. Me parece muy bien, tienes el número?- preguntó la suegra. Si, por supuesto- aseguró Franco mientras sacaba su celular y comenzaba a marcar. John atendió y no se sorprendió del relato del elegido, prometió que en menos de cinco minutos estaría en su casa. Transcurrido ese lapso, el caprichoso timbre sonó fuerte, era John, sorprendido por la puntualidad extrema, Franco se dirigió a abrirle. John (sin saludar)- cuéntame con detalles lo que viste- solicitó mirando a Verónica y pasando por un lado del marido que debió correrse para evitar que el grandote lo pase por encima. Verónica aseguraba haber visto a la mismísima Selene, tan bella como siempre y luciendo una gran panza como la propia. Ella me vio, estoy segura, mientras caminaba me miraba fijamente, como desafiante- aseguró Verónica. John- disculpen la forma de ingresar, acabo de darme cuenta lo bruto que fui- exclamó mirando a Franco. Estaba a una cuadra de aquí, comiendo algo sin dejar de cuidarte- agregó, pero mirando esta vez a la muchacha. Te agradezco- señaló la chica. John- iré en busca de Mike, investigaremos. Desde la sede de la Hermandad, Mike recibió el llamado de su compañero de años poniéndolo al tanto de lo acaecido con la chica; luego reprochó a John por no haber cumplido con su deber en ese momento. Deberías haber estado- recriminó airado. Lo siento, debí distraerme, no volverá a ocurrir, reconozco que me distendí un tanto, todo estaba tan tranquilo- se disculpó el hermano. Tuvimos suerte que sólo se trató de un llamado de atención, ellos están tramando algo. Malo, por supuesto- sentenció Mike. Qué haremos?- preguntó serio John. Tengo un presentimiento, sígueme- solicitó Mike. Llama a Richard para que tome tu puesto, asegúrate que no repita tu accionar- ordenó nuevamente Mike. Los hombres subieron al lujoso y brillante auto seguros de la corazonada, se dirigieron hacia Fiumicino, al aeropuerto, averiguarían si algún secuaz perdido de Skull había llegado desde Londres en los últimos días. -Cómo lo haremos?- preguntó John. -Diremos que somos policías- propuso Mike, no muy seguro. -Antes preguntémosle a Sofía si conoce alguien en el aeropuerto- sugirió John entusiasmado. -Es cierto, debe conocer a alguien allí- supuso John. La mujer aseguró que uno de los encargados de la seguridad del aeropuerto era primo de su marido - lo llamaré y le pediré un favor, me debe algunas cosillas- aclaró. Con el nombre del contacto, los hombres partieron rumbo a la pequeña ciudad, pensando cómo harían para darse cuenta quiénes eran los engendros. Decidieron quedarse observando los registros hasta encontrar a los posibles candidatos, buscarían hombres que hayan embarcado juntos y sentados en asientos contiguos. Mike- mientras yo reviso los registros, tú habla con los taxistas y las camareras, sabes que vistiendo traje negro, gafas oscuras, vestidos iguales y bebiendo litros de líquido; no pueden pasar inadvertidos. John- me parece razonable, déjame a mí. Mike ubicó muy rápidamente al pariente de Sofía, Carmelo, lo guió hasta una terminal de computadoras con los registros de los vuelos, instruyó al hermano para que su labor sea más rápida. -Lo que no puedo hacer es dejarlo solo con la terminal- aclaró Carmelo. Mike agradeció con un gesto, inclinando la cabeza. El oficial de seguridad era un hombre de unos cincuenta años, de cabellos no tan oscuros pero con prominentes canas en sus sienes y peinado hacia atrás con algún tipo de fijador. Impecablemente vestido, de civil, y hasta con un pañuelo asomando por el bolsillo superior de su saco gris, se parecía más a un galán de cine de los años cincuenta que un jefe de seguridad aeroportuario. Intrigado con la finalidad de la pesquisa y con el llamado de Sofía, con quien no había tenido comunicación desde hacía por lo menos cinco años, el hombre, quien evidentemente conocía de investigaciones, comenzó con las preguntas. - A quienes buscan?, si me da algún dato, yo puedo ayudarlo. Conozco este lugar como el topo a su cueva; sin ver quiero decir- aclarando la frase. Al hermano le pareció que no habría problema, después de todo el hombre era de confianza de Sofía. Buscamos a dos hombres vestidos, suponemos pues siempre es así, de trajes bien oscuros o negros, gafas negras, altura mediana provenientes de Londres de una semana a esta parte y con una necesidad imperiosa de beber agua en cantidad- aportó el Custodio. Déjame a mí, los registros no te llevarán a ningún lado, estaremos mirando esos datos toda la vida y no encontraremos nada. Tomó su intercomunicador y comentó los datos que le había dado segundos atrás con los supervisores de seguridad de todo el aeropuerto -ellos nos avisarán en poco tiempo, el encargado del sistema de cámaras revisará las cinta adecuadas, no te preocupes, tardaremos muy poco tiempo- se jactó el encargado con razón. Cinco llamados casi al unísono con datos requeridos atestaron su handy, resolvió dirigirse en primer término a la sala de video, el operador aseguró que había pasajeros con esa descripción viajando juntos exactamente una semana atrás. Hacia allí fueron. Luego de las presentaciones de rigor, resultaron detectives de Scotland Yard en busca de terroristas, comprobaron que eran cuatro los que llegaron con esas características, con diferencia de un día. No había lugar a dudas, luego de retirar su equipaje, sólo un pequeño bolso en ambas parejas, se dirigieron al bar, sin retirarse los anteojos se ubicaron cerca de la puerta y bebieron, según pudieron contar, cinco litros de agua mineral cada uno en un lapso de quince minutos, eran ellos. Mike requirió por teléfono la presencia de john, quien ya se acercaba luego de recabar información. Mike- este es John, compañero de tareas y el es Carmelo, jefe de seguridad. Ha sido de gran ayuda, muchas gracias. Mike- los hemos ubicado, sólo debemos saber hacia donde se dirigieron; qué has averiguado?- demandó. John- creo que uno de los taxistas sabe algo, pero estuvo reacio a hablar, deberemos intentarlo nuevamente. Carmelo- si me permiten, yo conozco a todos los choferes de esta terminal, déjenme a mi- volvió a jactarse. -Síganme- invitó Carmelo. Caminaron tranquilamente hacia los taxis que aguardaban obedientes en los lugares destinados a ellos; como si fueran conocidos de años, Carmelo le iba narrando parte de su vida, desde que era cadete al día que ingresó en la seguridad del aeropuerto, con miedo de cometer errores, con celo de su labor, casi treinta años al servicio de Italia- me siento orgulloso aclaró casi llegando a la parada. - Qué auto es? – solicitó. -Hummm, déjame ver, el quinto- afirmó. Carmelo se acercó al conductor del quinto automóvil de manera amigable y comenzó a dialogar fluidamente con él, casi diez minutos de charla debió invertir para sacarle al hombre los datos que necesitaban. Mientras, los hermanos se alejaron unos metros para otorgarles cierta privacidad. Sólo costumbre. El comedido oficial volvió hacia los hermanos y les dijo que el taxista había llevado a dos de los cuatro visitantes, a los primeros, los llegados el jueves, a los otros no los había visto. John- le dijo dónde los llevó? -Si, es muy raro, al Vaticano, los llevó hasta las oficinas de la Ciudad Santa- aclaró Carmelo. -No puede ser. Esto ya es demasiado-se enojo John. -Es increíble, debemos encontrar la conexión, qué tramarán? Y sobretodo quién?- vaciló Mike. -Creo que haremos una visita a nuestros amigos con sotana, ya sabes que cuando están revolucionados podemos sacar provecho e información clave. Nunca podremos terminar con las alimañas? Espero que con el nuevo orden esto se acabe…claro, eso es… los chacales van a intentar impedir que Él regrese, arruinaría sus planes de poder, ves, lo mío es pensar, no es andar de aquí para allá detrás de una mujer- bromeó John. Carmelo, que se encontraba parado a un lado de los hermanos no lograba entender una sola palabra de lo que decían. Mike- muchas gracias Carmelo, estamos en deuda con usted, fue de gran ayuda, cómo podremos devolverle el favor? Carmelo- no es nada, es que yo le debo favores a Sofía, pero quiero que sepan que pueden contar conmigo cuando gusten- se ofreció. John- estamos en un tema muy complicado, hablaremos con Sofía y luego veremos. Se despidieron amigablemente, bajo la vista del taxista que los miraba de soslayo, sentado en su auto en el lugar del acompañante, haciendo tiempo. Una vez dentro de su deportivo vehículo, los hombres se miraron, y sólo con eso supieron donde se dirigirían. El Vaticano. Regresaron a la ciudad presurosos, la ancha autopista estaba atestada de vehículos, era una hora pico con muchos vuelos entrantes y emergentes. Ingresaron en la urbe cerca de cuarenta minutos después, en ese momento decidieron merodear los alrededores de La Ciudad Santa, antes de solicitar el permiso para entrar. Ellos podían ingresar libremente pero debían avisar con anticipación su visita –en este caso no lo haremos- espetó Mike decidido. Se estacionaron en una calle cercana y caminaron hacia el ingreso principal a la Ciudad, cuatro kilómetros de frontera comparte con la ciudad de Roma, a orillas del río Tíber. Esperaban ver a uno de los engendros, no estando Skull el mejor lugar para ellos era la Santa Sede, allí nadie sospecharía y no los buscarían ahí; asimismo no podrían existir sin el demonio mayor más de una semana, sus fuerzas van menguando paulatinamente, si no bebieran agua no durarían dos días, pero han aprendido. Su cuerpo, parecido a una esponja, va perdiendo humedad a cada paso, son antropomorfos, exteriormente se parecen en estructura a los humanos, pero debajo del traje o de la vestimenta que lleven se diferencian en demasía. Apenas algo parecido o similar a cabellos brotan en sus calvas y blancas cabezas, con los anteojos negros ocultan sus ojos rojizos, que delatarían su presencia en forma instantánea y los protegen de la luz, sin ellos no serían capaces de ver, Se cree que son la evolución directa de los asquerosos entes que lucharon contra Harald y sus hombres en la Colina del Sol, pero es improbable ya que no ha habido tantas oportunidades para estudiarlos, en las batallas siempre desaparecen, al ser eliminados sólo dejan un poco de un pegajoso líquido blancuzco que también se disgrega al poco tiempo. Estos pueden cumplir ciertas órdenes, pero en realidad no son muy brillantes, en eso se debe hacer hincapié. John- separémonos, tú ve por la derecha, yo daré unas vueltas por acá y luego iré por el otro lado- argumentó. Mike- deberemos quedarnos hasta tarde, conoces que si pueden obviar el día lo harán. Así apostados, los hermanos esperaron hasta las diez de la noche, cuando un auto gris plomo emergió entre los portones de la Ciudad, seguidos por un pequeño auto rojo de dos puertas. John fue quien los vio, llamó a su compañero y arrancó el coche, iban rumbo al lugar donde se encontraba Mike, le avisó que se esconda, éste logró parapetarse entre unas columnas y pasó desapercibido. El auto con los diabólicos seres pasó a escasos metros del hombre, quien era muy voluminoso y le costó trabajo camuflarse, cuando John llegó a buscarlo estaba tratando de estirarse, en el apuro casi rompe la pared con la rodilla derecha, que ya estaba comenzando a hincharse. - Se me está hinchando la rodilla, debo estar viejo, en quinientos años nunca me dolió nada- bromeo Mike. - tienes razón, qué está pasando?, ayer me desperté con un terrible dolor en los hombros- remarcó preocupado John, escondiendo la sonrisa que perduraba del comentario anterior. - Vámonos, ya veremos. Debemos seguirlos y eliminarlos. Lograste verlos directamente?- preguntó Mike. - La total oscuridad estuvo de nuestro lado, se notaban sus rojizos y malignos ojos dentro del habitáculo, muy tenues pero reales- afirmó su centenario amigo. Colocaron el auto a cuarenta metros del auto rojo, el cual iba pegado al otro, succionado por el vacío provocado por el gris al avanzar; en un momento pareció que deseaba adelantársele, pero tomó un camino lateral y se dirigió hacia el este de Roma. Habían anotado la patente con intención de rastrearlos luego, supusieron que era propiedad de la Iglesia. Ya sabrían. Continuaron detrás de su objetivo y el rumbo que tomaron les resultaba sumamente conocido, se dirigían a casa de Verónica. Inmediatamente avisaron a Richard, quien estaba en el rol de “ángel”, como ellos llamaban a la acción permanente de custodia de una persona. Ángel uno, era el que comandaba la operación, el puesto de John, que fue reemplazado por el americano, era éste ahora el encargado de alertar a los otros hermanos para que concurran a la casa de Franco. Tratarían de detenerlos sin hacerse notar, eran sólo cuatro engendros, se las habían visto peores. Avisaron también a Sofía, y le pasaron el número de la placa del auto rojo para que averigüe el nombre del propietario por Internet, gran herramienta actual- pensaron los hermanos. Richard fue directamente a la casa, le comunicó a Franco lo que estaba ocurriendo, poniéndolo al tanto de todo sin resquemores, lo instruyó para que lleve a Verónica al lugar más alejado de cualquiera de los ingresos a la residencia, esto se iba a poner feo, no sabían, pero sospechaban que podrían recibir refuerzos de los sacerdotes, no sorprendería a nadie luego de lo que habían vivido. Sofía llamó preocupada, tenía el nombre del dueño del rodado, Giovanni Baptista Della Santa, un clérigo, no lo conocían, pero suponían allegado a las altas esferas de la organización eclesiástica. Lo sabía- declaró Mike. El mismo le pidió a Sofía que no vaya a la casa, debería encontrarlos en la esquina sur de la misma, allí esperarían a los demonios de ojos rojos; en la otra esquina estarían Richard y los restantes hermanos, con sus clásicas espadas y por supuesto con sus modernas pistolas automáticas. Al otro día se ocuparían del cura, deberían tener sumo cuidado con la forma de actuar que utilizarían, no deberían llamar la atención y dejar que se escabullan las hienas, ocultas bajo los sagrados hábitos. Sólo Dios sabrá quien será el sucesor del Santo Padre fallecido dos días atrás, el dos de abril. Las disputas por el poder ya habían comenzado meses antes que Juan Pablo II falleciera, dos eran los grupos conformados dentro de la Institución, antagónicos por cierto, por un lado, los defensores genuinos de la Palabra de Dios, seguidores incondicionales del fallecido Papa, por el otro, los perversos, que han cometido en nombre del catolicismo las peores atrocidades que un ser humano pudiera perpetrar. La puja de poder había comenzado, quién ganaría esta batalla? El deceso del Santo Padre, justo en esta fecha, estaba estipulado dentro del Nuevo Orden venidero? La Iglesia está al tanto de la Verdad que se avecina? Si es así cada uno de los bandos tratará de imponer su propio candidato al papado, los hermanos deberán conocer todo acerca de cada uno, pronto se darían cuenta; deberían apresurarse, ya habían tenido una mala experiencia con Juan Pablo I quien fuera asesinado en su propio lecho pocos días luego de asumir por negarse a realizar inversiones con empresas multinacionales que darían enormes ganancias a la Mafia. Eso es lo que la gente piensa. La Hermandad conocía perfectamente la historia, su presencia fue solicitada por el Secretario de Estado del Vaticano por aquel entonces, segundo al mando del desdichado Albino Luciani, el Cardenal francés Jean Villot, quien tres días antes que el Pontífice fallezca requirió la presencia de los hermanos a sabiendas de la objetividad de las posiciones tomadas en todas las acciones en las que intervinieron; contaban por lo tanto, con un ciento por ciento de credibilidad. La Hermandad de los Custodios era conocida únicamente por el propio Papa, el Secretario de Estado y un grupo de diez Cardenales elegidos por el Santo Padre dentro de los hombres que más confianza le prodigaban. La autonomía económica de la Hermandad le otorgaba la independencia ideológica y de sus actos, sólo respondían al Papa, pero sólo por una cuestión de respeto y para mantener el vínculo y ser tenidos en cuenta por la Iglesia en determinados casos. Villot les comunicó que S.S. había estado preocupado por ciertos problemas con el Banco del Vaticano y algunas cuentas y que lo veía muy apesadumbrado. Temía por su salud. Le llamó la atención el trato tan agradable que les profesó el Cardenal. Le ofrecieron colocar un “ángel” sobre el Papa, pero la negativa de Villot al esquema propuesto, advirtió a los hermanos de que algo no estaba funcionando bien. Decidieron entonces que la custodia la llevaría el mismo Cardenal, encubierta por supuesto, sólo esperaban que sus acciones impidieran algún sobresalto. Se equivocaron. Era evidente que el hombre estaba escondiendo algo, pero si era así, para qué los convocó a ellos? De quién más deberían tener cuidado? Lamentablemente las respuestas a esos interrogantes llegaron tarde. Para el trabajo de seguimiento reclutaron a un jóven clérigo muy inteligente, emprendedor y fiel a las doctrinas católicas con quien ya habían tenido contacto meses atrás por otro motivo y contenía casi el total de la instrucción necesaria para la labor que le encomendarían. Roberto se había ordenado hacía diez años y se mostró agradecido por la oportunidad que le habían otorgado. El veintisiete de setiembre de mil novecientos setenta y ocho, el joven sacerdote comenzaba su tarea de investigación, el equipo completo suponía que contarían con el tiempo suficiente para evitar cualquier situación indebida o inconveniente. Desde adentro de las oficinas Vaticanas Roberto era Ángel Uno, en el exterior, Mike era el encargado inmediatamente después que el hombre trasponía los límites de la Ciudad. El trabajo fue arduo, sin descanso, para el joven sobretodo, solo una vez salió de su claustro clerical , alrededor de la diecinueve horas del día veintiocho, acompañado de su chofer personal. Se dirigieron hacia la residencia del Obispo Paul Casimir Marcinkus, a quien se lo apodaba “el gorila”, distante aproximadamente a veinte minutos de allí. No observaron ningún tipo de movimientos extraños, ni situaciones fuera de lo común. Nada sospechoso, Mike y su acompañante, lograron ingresar a la casa por uno de los muros periféricos, que si bien no eran bajos, no presentaban obstáculo alguno para la agilidad de los celosos vigilantes. Desde el amplio y cuidado jardín se deslizaron hacia el interior de la construcción muy fácilmente. Llegaron a una habitación adyacente a la sala donde se encontraban reunidos los mandatarios eclesiásticos para tratar de oír lo que estaban tramando. Pero una de las vitrinas que mostraba su contenido abiertamente llamó la atención del avispado Mike y se acercó a ella, su ayudante aguardó en su puesto. En el tercer estante, junto a un notoriamente antiguo relicario se encontraba un puñal, una daga aún más antigua que su compañero de prisión con dos estrellas en el imponente cabo, pareció destellar al mirarla, dudó unos instantes y le pareció reconocerla, la tomó y la hoja decididamente volvió a centellear. No lo podía creer, qué diantres hacía eso en casa de éste tipo? Guardó la reliquia entre sus ropas y se sumó a la vigilia de Rod, su compañero. A escuchar. Extrañamente no hablaban de nada importante, parecía que nada más pasaban el tiempo, acortando la espera para algo. Lamentablemente la imaginación tan lúcida del hermano no logró iluminar su mente para evitar el desenlace tremendo de esta situación impensada. Ya tarde, cuando el dúo estaba disponiéndose a retirarse, Jean Villot, acomodándose en su sillón enfundado en rojo raso dirigió una frase determinante. -Ya ocurrió, Su Santidad ha muerto, levantando la copa de un añejo cognac francés que sostenía en su mano derecha y que durante las horas que estuvieron apostados allí golpeteaba una y otra vez su fino y delicado cristal contra su pesado anillo de oro; eran la veintitrés y cinco de esa angustiosa noche clara. Sólo eso necesitaron los expectantes hermanos para correr hacia el vehículo estacionado sobre la calle contraria al frente de la vivienda, ni siquiera se detuvieron a apresar a los conspiradores, quienes no notaron, a pesar del ruido provocado en su huida la presencia de extraños en sus aposentos. Diecisiete minutos les tomó en regresar al Vaticano, se dirigieron directamente a las habitaciones de Juan Pablo I, su secretario privado, Pasquale Macchi trató de disuadirlos de ingresar a la habitación donde S.S. dormía, arguyendo que necesitaba descansar porque se estaba recuperando de una fuerte gripe. Ante la insistencia de Mike, el hombre no pudo más que hacerse a un costado franqueando el ingreso al recinto. Cuando el rubio y robusto muchacho abrió la puerta, sin golpear encontró a Roberto yaciendo en el piso, del lado derecho de la cama, con un hilo de sangre corriendo por su sien izquierda, muy delgado, casi imperceptible; y al Papa acostado, con sus manos apoyadas una sobre la otra, sereno, sin rastros de violencia, pero sin respirar; efectivamente la predicción de Villot se había cumplido. Juan Pablo I había muerto. Sobre la mesa de noche, de oscura madera había una taza con lo que parecía ser restos de té, Mike giró y observó a Macchi, quien estaba parado bajo el marco de la puerta sin moverse ni hablar, el cura cruzó la vista con el indignado hombre y sintió un escalofrío en la espalda, supuso que lo atacaría. No fue así. La mente del hombre ya se encontraba cavilando el origen de todo esto, un atroz desenlace. Una extraña sustancia pegajosa se hallaba debajo y algo por encima del cuerpo del hermano Roberto, no lo dudó, hubo de ser un íncubo menor. Mientras el secretario privado salía corriendo, vociferando que SS había fallecido, Mike giró el cadáver de su compañero quien en su mano derecha aún esgrimía un filoso puñal, suponiendo que era el arma con la cual el valiente muchacho había eliminado al engendro. Evidentemente no logró hacerlo a tiempo. Dios los tenga en la gloria- pensó. Los representantes de la Hermandad se retiraron del edificio santo sin dejar rastros; detrás de ellos, un caso muy complejo que sin lugar a dudas, daría de que hablar por años. Al otro día los diarios de todo el mundo anunciaban el deceso de Su Santidad, había sido hallado por el Obispo Paul Marcinkus a las seis cuarenta y cinco de la mañana. El Secretario de Estado, Jean Villot, habló durante todo el día y hasta llegó a impedir que se le practique la autopsia correspondiente. Desde su lugar en Roma, cercano al lugar del asesinato Mike resoplaba indignado, le faltaba sólo unos datos para desenmarañar la verdad. Rod lo observaba como deseando decirle algo pero no se animaba, pero no pudo contenerse y le entregó un libro que se hallaba sobre una mesa a un lado de la vitrina en casa del Obispo la noche anterior; Moral y Dogma del antiguo y aceptado rito escocés de la masonería, que fue publicado en mil ochocientos setenta y uno, de Albert Pike. Casi una sonrisa esbozó el preocupado hombre, esa era la clave, masonería satánica, eliminaron al hombre que podría hacerles frente. Pero no era un hecho aislado, contaban con real asistencia demoníaca, no se trataba únicamente de la masonería, alguien más estaba detrás de todo esto, y él lo averiguaría. Llamó a John. John llegó con un ejemplar del Observador Romano, semanario dirigido por un abogado devenido en investigador, Mino Pecorelli, quien había publicado una lista de altos dignatarios de la Iglesia Católica que pertenecerían a la masonería, integrando esa numerosa lista, cerca de ciento veinte, estaban sus conocidos Villot, Macchi y Marcinkus, sin dudas los cabecillas del deplorable atentado. Sin perder tiempo se encargaron del asunto; desplegando toda su logística interceptaron el auto que transportaba a Villot, llevándolo en su propio vehículo a las afuera de Roma, hacia el norte. Debieron eliminar al chofer, quien portaba unas conocidas gafas negras, en sus narices, cuántos más habría en la ciudad? El aciago personaje transpiraba suponiendo que lo eliminarían luego de que hable, sin embargo no era esa la intención, lograron convencerlo mostrándole el charco de viscoso fluido en el asiento delantero del auto oficial. Habló. Detalladamente narró que SS debía morir, treinta y tres días de papado y treinta y tres años de vida de Jesús, números, coincidencias divinas o diabólicas analogías?; debían sacrificarlo para demostrarle al jefe, que eran fieles a su causa; preparar el terreno para la llegada del Señor del Mal, no poseía más información. Obtenidos los datos requeridos los hermanos se retiraron. Villot fue asesinado meses después por sus hermanos masones acusado de haberlos traicionado. Sin duda la eterna disputa entre el Bien y el Mal, estaba llegando a su clímax, luego de dos mil años de escaramuzas por fin se enfrentarían en una batalla final; se encontraba en la tierra un demonio importante, al mando de babeantes criaturas, despojos del averno. Los masones, adoradores en realidad de un anticristo, Nimrod, fundador de Babilonia y rey de esa ciudad, creador de la torre de Babel, construida para alcanzar el cielo y destruir a Dios; fueron los encargados de preparar el camino hacia la oscuridad. Durante siglos hicieron su trabajo funesto, tomando puestos importantes en estados y escalando posiciones hasta alcanzar el control de grandes empresas y de los países más importantes de la tierra. Hoy dominan económicamente a la humanidad y la someten en nombre de aquél Rey que a su muerte se sentó a la izquierda del mismo Satanás y se convirtió en el dignatario más importante del Supremo Maligno, también fue conocido en sus esporádicas actividades terrenales como Skull, pudiendo mimetizarse con los humanos por su origen mortal. Su maléfico hijo sería el encargado de presentar la batalla decisiva al nuevo Mesías, que nacerá “Cuando el Segundo Juan Pablo muera”, por lo tanto deberían evitar a toda costa el nacimiento del Nuevo Salvador, eliminando a su ascendencia, su madre encinta. Así es la vida, así son las personas, no comprenden que no se puede escapar del brazo Divino, si Villot no hubiera tratado de cubrirse las espaldas llamando a los hermanos para obtener una coartada creíble, ésta historia hubiera sido distinta. O la humanidad podría ser lo que es sin una mano demoníaca que le indique el camino? Su relato puso en conocimiento de los Custodios el siniestro plan, permitiéndoles adelantarse a los hechos, pero era una pequeña parte de lo que ocurriría, deberían realizar una inteligencia para acceder a todas las posibilidades que podrían originarse. Comenzaba una vigilia de casi treinta años. Pasarían pronto, no era tiempo en sus vidas. Verónica se hallaba escondida en la última habitación de la residencia familiar, con sólo un acceso, utilizado como depósito de cosas en desuso. Adaptaron uno de los sillones que allí se encontraban y acomodaron a la mujer, quien había perdido algo de su movilidad por los kilos ganados durante los meses de gestación, Franco fue en busca de su vieja escopeta que en otros tiempos utilizaba para la caza de faisanes cerca de la casa de Alberto en la isla de Giglio, en un criadero de propiedad de un amigo del millonario. Tuvo que armarla y ver si se encontraba en condiciones pero una Beretta siempre está lista, tuvo tiempo de agradecerle mentalmente a Don Pietro por su colaboración con la justicia. Sonrió. Buscó la caja donde guardaba los cartuchos, la halló por supuesto cubierta de polvillo debajo de una antigua mesa que perteneció a su “nona”, la destapó y tomó algunos para colocarlos en el bolsillo de su delicada campera pero algo no estaba bien, eran más pequeños de lo deberían ser, acercó uno a sus ojos y claramente decía- calibre dieciséis-setenta- su arma era –doce-setenta- la angustia ganó su mente, qué haría? Comenzó a remover todo lo que se encontraba a su alcance en busca de las municiones apropiadas, nada impediría que defendiera a su esposa. Trató de recordar cuándo había usado por última vez el arma, necesitaba saber dónde había colocado las cápsulas, de repente comprendió, Stéfano, quien tenía otra escopeta, utilizaba el calibre de los cartuchos que estaba sosteniendo en su manos temblorosas, confundiendo el contenedor de las municiones con el de su hermano seguramente los había llevado a su casa. Corrió hasta la cocina y tomó el cuchillo mas grande que encontró y regresó a la habitación donde lo esperaba expectante Verónica. En la calle, la estratagema de los debilitados demonios era sencilla, ingresar a los tiros y eliminar todo lo que se cruce en sus caminos hasta llegar a dar con la Madre, contaban con el apoyo de un grupo armado de otros cuatro hombres reales, mercenarios a cargo y bajo las órdenes del mismo Vaticano, facción disidente pertenecientes a los masones. El auto rojo que se había desviado se encontraba ahora estacionado a dos cuadras del lugar, los hombres que descendieron portaban armas largas de grueso calibre, irrespetuosamente recorrieron los casi doscientos metros que los separaba de la casa, con las armas en las manos a la vista de todos, caminaban a paso vivo, demoraron apenas segundos en llegar a la primera esquina defendida por los hermanos, comenzó un tiroteo sin pausa, desde la otra punta de la calle, notaron la llegada de los engendros, los recibieron con sendos disparos, sin detener las ráfagas, impactando muchas veces en los livianos cuerpos que caían al piso y volvían a levantarse de inmediato, sin licuarse, aún vivos y determinados a cumplir con su última misión en la tierra, se acercaban; Franco decidió trabar la puerta y quedarse fuera de la habitación como última línea de defensa, en contra de los gritos de la chica rogándole que se quede adentro con ella, se preparó para lo peor, daría su vida por su mujer y su hijo. Desorientados, los hermanos no lograban derribar a los demonios, los mercenarios atacaron por el flanco izquierdo, con sus primeros disparos dejaron fuera de combate a dos desprevenidos custodios recientemente llegados desde Estados Unidos, a las órdenes directas de Richard. los atacantes estaban decididos a ingresar, al lograr el flanco izquierdo colocaron rápidamente una carga muy potente que hizo un hoyo de grandes dimensiones, otorgándoles acceso directo al living de la propiedad, todo se había complicado, eran profesionales que conocían muy bien su oficio. ohn- apunten a sus cabezas, los malditos están usando chalecos- gritó a sus subordinados. Los hombres levantaron sus ráfagas y lograron un gran charco de gelatina incolora, festejaron con gritos. Pero la batalla se libraba ahora dentro de la casa, casi habían ingresado todos cuando Richard derribó a quien parecía ser el jefe del grupo comando, pues eso parecían. Y seguramente lo eran. Verónica daba alaridos desde el interior dirigidos a Franco, llegó a insultarlo, desesperada pensó que todo terminaría esa noche para ella y su bebé, la Vida. Desde afuera, apostado a pocos metros de la puerta el muchacho le rogaba que se calle pues sería descubierta, observaba impávido los movimientos de sus amigos y hermanos, los eternos custodios, que habían sido diezmados al extremo de quedar vivos sólo cuatro de lo dieciocho que acudieron al llamado, los jefes, Mike, John y Richard y otro recién llegado, un valeroso muchacho oriundo de Argentina, de la ciudad de Santa Fé, quien había hecho el primer contacto con Franco en Londres el día que llegó como expositor a la muestra de arte, llamado Joel. La situación se tornó insostenible, no podían creer que sólo tres personas los hagan retroceder- no señor, no pasarán- gritó Mike. Los agresores poseían armas más pesada, no habían tenido en cuenta ese detalle y se fueron replegando hasta encontrarse con Franco, con su ridículo cuchillo de cocina pero su única arma parado a un lado de la puerta que contenía el tesoro más imponente del mundo; tumbaron los muebles para cubrirse, al estilo del western, pero no les alcanzó, los matones los acotaron a esa sala, parecía que no había un espacio en el aire de la habitación que no estuviera ocupado por una bala, de pronto dos disparos certeros al mismo tiempo terminaron con la vida de Mike, del viejo Mike y de uno de los de los venales asaltantes; John corrió la misma suerte segundos después al incorporarse y eliminar de un tiro entre los ojos al matador de su hermano, más que un hermano. Richard se sorprendió al verlos caídos, sin vida, se asustó, pensó que no podían morir, descontrolado comenzó una seguidilla de disparos que culminó con la vida del tercer sitiador, quien antes de caer muerto arrojó una granada que derribó a todos los que ese encontraban en la habitación, dejando como último obstáculo una pila de cuerpos ensangrentados. El restante perpetrador, se acercó, observó a los hombres caídos y notó un débil estertor en Franco y en el joven Joel. Reconoció al Elegido, lo tomó de los cabellos y lo arrastró hacia la puerta que logró tirar debajo de sólo dos empellones, allí estaba Verónica, sollozando, llorosa, indefensa, quien al ver a su marido en esas condiciones comenzó a gritar y a insultar al degenerado; este, mirando a los ojos a la chica y sin decir una palabra le desarmó el cráneo de un tiro de su pistola. - Es tu turno “Elegida” – sentenció el animal y levantó el arma a la altura de su frente; el disparo sonó distinto, más apagado, la sangre comenzó a correr desde su nuca, chorreando rápidamente por la espalda, la mujer se derrumbó hacia un costado, sin sentido, así quedó, inerte. El hombre cayó de rodillas primero, lentamente, sus brazos se extendieron laxos a cada lado del torso, el arma sonó seca en el piso, no caía, parecía que alguien lo sostenía de los hombros, entonces Sofía, desde atrás volvió a disparar, esta vez en el centro de la espalda, empujado violentamente hacia delante por la masa del proyectil se oyó en el silencioso ambiente el ruido de su mandíbula al partirse contra el piso; la mujer corrió hacia su hija y la sacudió suavemente para volverla en sí, lentamente la muchacha reaccionó, al ver a su madre a su lado lloró, sólo lloró. Un quejido se oyó entre los sollozos, Joel estaba agonizando pero estaba vivo, la mujer se apresuró a atenderlo, podría salvarse, era sólo cuestión de tiempo hasta que se desangre por completo, llamó a emergencias. Segundos después la policía se hizo presente, todo había durado eternos seis minutos, la rapidez de los hechos asombró a los oficiales que trataban de entender la escena y el motivo que originó semejante masacre. Había mucho que explicar. Verónica fue llevada inmediatamente al hospital junto al joven Joel, temían por el estado de salud del bebé. Sofía , en la dependencia de la policía romana narraba el desarrollo de los hechos, explicó o trató de explicar todo como una guerra entre bandas de delincuentes, luego vería lo que podía hacer, si sobrevivía, por el joven custodio malherido. Sofía estaba muy consternada por la muerte de Franco, un hombre increíble que murió defendiendo a su hija, y también por sus amigos John y Mike, compañeros de secretos; en ese momento comprendió, ella sería la única sobreviviente de la hermandad si Joel moría. Cómo haría sola para defender a su hija de lo que vendría? No quería imaginarlo. Si hubiera hecho caso omiso de la orden que recibiera quizás estarían todos vivos, o no?-pensó- esto es ridículo, todos dieron la vida por mi hija y mi nieto, fue decisión de Él, no hay dudas. Afortunadamente el muchacho se reponía lenta pero constantemente de sus heridas, aún continuaba bajo custodia, no poseía pasaporte de la Comunidad y estuvo enredado en un complicado hecho delictivo, tendría evidentes problemas para salir indemne de este embrollo. Por otra parte la joven Madre, continuaba con su luto, desconsolada por la pérdida, encontraba apoyo en su futuro hijo, el Hijo del Hombre, conocer la Verdad le aportaba una inmensa tranquilidad sobre el alma de su esposo, una parte de él regresaría con su bebé. Lo sabía. Demacrada y descuidada salió del hospital dos días después, extrañó a Enzo, que siempre le brindaba ese paternal amor que ella necesitaba, lo necesitaba ahora Esa noche, convocó a su amigo, rogó que se presentara pero no apareció, el cansancio venció sus párpados y se durmió. Profundamente. -No estás sola, no estás sola- escuchaba la joven en forma lejana, quería seguir soñando pero no se trataba de un sueño, deseaba despertarse y no lo lograba, no era capaz de controlar su voluntad, ahora reconoció la voz, abrir los ojos, todo lo que anhelaba era abrir los ojos, era el dulce tono paternal que extrañaba tanto, Enzo le estaba hablando, pero ella no podía salir del estado de sopor en que se encontraba, una pesadilla dentro de otra, su mente sufría, su corazón latía descontrolado, habría muerto y no lo sabía? No, sentía frío, tiritaba, las ideas formaban en su atormentada cabeza una ambigua coraza que la confundía aún más, nada era claro, el frío en la casa de su madre, el sueño, la lucidez, Enzo, fue una desigual y fugaz pelea para conseguir la realidad –aquí estoy, chiquita- sonó tan cerca que se estremeció y abrió los ojos, era lo que necesitaba, algo que le devuelva el deseo de regresar. Era él, su amigo estaba a un lado de su cama, sonriente, impecable, envuelto en un definido pero muy débil halo de inmaculada claridad, el aire a su alrededor era blanco, inexplicable imagen. Verónica se sentó en su cama y trató de abrazarlo, su ímpetu casi le ocasiona un golpe, comprendió lo que ocurría, no poseía masa corpórea, era un espectro en tres dimensiones y su voz salía de su boca clara y contundente –Cómo estás chiquita- preguntó Enzo. Aún sorprendida la chica le respondió- sola y triste- - tienes a tu hijo, a tu madre y lo tendrás a Joel, es él la clave en tu nuevo mundo, no te despegues de él, el cuidará de ti, sabrá qué hacer, todo estará bien-finalizó el Ángel. - dime Enzo- cuándo nacerá? - nacerá el veinte de diciembre, por segunda vez- aseguró la luz. La chica comenzó a llorar con delicadas y sutiles lágrimas que no parecían contar con la cohesión natural del agua, formaban gotitas individuales, no eran consecutivas, ella no se percató del fenómeno. -Cada una de esas lágrimas representa los descendientes de Tu Hijo, serán millones, como son millones ahora los nacidos desde Jesús; pero deben estar juntos, ese será el secreto, los hermanos deberán estar unidos, por la Verdad y la Fe. Cada vez que llores seca tus lágrimas con ese pañuelo que tienes en tus manos, él será el símbolo de esa unión que el hombre necesita, guárdalo como tu tesoro más preciado y no dudes en enjugar las Suyas cuando llegue el momento. - qué momento? De qué hablas Enzo? - todo a su tiempo, mi querida, todo a su debido momento- aclaró Enzo. -Verónica, debes saber una cosa más- agregó el blanco Ser- el día que nazca Tu Hijo, nacerá también el hijo de la oscuridad, lo que tú llamabas sueños, era realidad, Selene, aún sin pertenecer al mundo de los vivos fue elegida para llevar al Maligno en su vientre, debes tener cuidado, confía en Joel y por supuesto en tu madre, quizás debas hacer un viaje que te aleje de ellos, El Niño deberá crecer en un lugar fuera del alcance de la tentación, y regresar cuando llegue a la edad de la Revelación, nunca le digas quien es ni cuál es su propósito, Él sabrá, Él actuará. Nosotros estaremos contigo, no debes temer- dicho esto dio unos paso hacia atrás lentamente y se colocó casi pegado a la pared, detrás de él los rostros de Franco, Mike y John, sonrientes conformaron un cuadro que la mujer no olvidaría nunca, seguiría colgado en su memoria para siempre, estaban con Dios. El Arcángel continuó retrocediendo y desapareció detrás de la pared de la habitación, no dijo nada más. Reconfortada Verónica se dio cuenta que no debía sufrir por su esposo, amigos y seres queridos, el Cielo existe y es el destino del hombre justo, no debes temer, la vida es un paso corto en la eterna carrera celestial. Se paró sobre sus hinchados pies, se rió de ver semejantes pantuflas, su número de calzado era el treinta y seis y se encontraba utilizando el cuarenta y dos de su querido Franco, por el ancho del calzado. Le había ocasionado algo de vergüenza ir a comprar pantuflas de ese tamaño. Lentamente, paso a paso, se dirigió a la habitación de su madre a comentarle lo que había ocurrido y su visión, estaba feliz, su cara ajada parecía ya más rozagante; cuando Sofía la vio empujar con sus cortas y despintadas uñas se alegró mucho, se corrió hacia un lado y dando pequeños golpecitos con la palma de la mano sobre el cobertor la invitó a rememorar los tiempos en que dormían juntas, cuando era pequeña y su padre no estaba en casa, primero por su trabajo y luego por su prematura muerte. Sólo cuarenta y cinco días restaban para que se produzca el Retorno -debemos terminar de preparar todo lo necesario- propuso Sofía animadamente. Estaban solas, como antaño, y se las arreglarían con el mismo ahínco que lo habían hecho en aquellos tiempos, sólo que tendrían otro objetivo. Las mujeres, ahora encaraban el futuro de otra manera, el trance por el que habían pasado las hizo sufrir, pero colmó sus almas de gozo y regocijo como a nadie en el mundo, se sentían plenas y felices. Una nueva historia había comenzado. Era el inicio de una nueva era. Una nueva oportunidad para el hombre. El Nuevo Orden comenzaría en pocos días. Sofía tomó su cartera y al introducir la mano en busca de un juego de llaves, notó algo que no le pertenecía, parecía un sobre, hacía varios días que no usaba ese bolso, pensó unos segundos y en realidad no lo utilizaba desde el día anterior a la terrible pérdida de Franco, efectivamente era una pequeño sobre, lo abrió de inmediato, intuyó de inmediato quien lo había colocado allí, trató de abrirlo despegando la solapa pero no lo logró, debió romperlo arrancando todo un costado, dentro del mismo había un papel con indicaciones muy someras y precisas que debía seguir e caso que los hermanos murieran, en el fondo también había una llave, no la habría notado si no hubiese estado expreso en la esquela que escribiera Mike, muy previsor, finalizaba con unas palabras de aliento para ella y su hija que emocionaron a la mujer. Le indicaban, casi como una póstuma orden que debía dirigirse al edificio que fue cobijo de los hermanos por tantos años y tomar posesión del mismo, la combinación de la caja de seguridad que contenía los escritos de José de Arimatea, parte esencial pero desconocida de las Sagradas Escrituras que debería dar a conocer luego del Advenimiento, pero no a través de la Iglesia. Era también su deber contactarse con el Papa elegido, él reconocería la clave que Sofía debería pronunciar, de esa forma sabría que el próximo Mesías estaba por llegar y secretamente, como único conocedor del nacimiento, estar atento a los futuros requerimientos. Las palabras que debería hacerle llegar a S.S. eran: EL SEÑOR HA REGRESADO. JOSÉ HA CUMPLIDO. Todo dependería luego de la gente en la que él confíe. La masonería dentro de la Iglesia era una facción muy poderosa, si se enteraban de su paradero, el pequeño tendría muy pocas posibilidades de sobrevivir. La Hermandad había sido diezmada peligrosamente en el momento más importante, sólo ella y Joel estaban disponibles, en tanto y en cuanto el muchacho siga recuperándose como hasta ahora. En Londres quedaban sólo dos hermanos, un anciano que apenas podía moverse y un joven aún sin experiencia; la única esperanza era el muchacho convaleciente en Roma, de él dependerían para volver a crecer, suponiendo que el nuevo Pontífice sea alguien de fiar. Ya lo sabrían. Joseph Alois Ratzinger fue declarado Papa el diecinueve de abril de 2005 adoptando el nombre de Benedicto XVI. Se acercaban tiempos difíciles. A treinta días del nacimiento, Joel se había recuperado en un noventa por ciento, una de las esquirlas había interesado el hígado, perdió más de la mitad de ese vital órgano; pero siendo una persona joven y con mucha fe pudo reponerse de esa y de las demás heridas, que no eran pocas. Una declaración de Sofía, en la que aseguraba que Joel estaba en la casa de paseo al ser atacados por esa horda de energúmenos logró que las dudas acerca del muchacho se disiparan rápidamente quedando en libertad de acción aunque recomendaron el regreso a su país. El referente de la Hermandad decidió volver a Londres y reorganizar él mismo las actividades pendientes, sobretodo el reclutamiento de nuevos colaboradores; era más fácil desde allí pues había gente que si bien no pertenecía directamente a la cofradía se podrían considerar adeptos a la forma de llevar a cabo sus acciones; con una forma de actuar muy similar a los masones era una fortaleza que la gente, en la tierra de la masonería, suponga eso. Una vez que los jóvenes ingresaban a las filas, comenzaba una exhaustiva depuración de elementos, fundamental pues la tarea definitiva sólo la podían conocer los ya iniciados, los descartados, algunos, eran mantenidos como colaboradores, ignorantes del plan fundamental, pero alegres de servir a la Hermandad; ésta modalidad había producido decenas de copartícipes dispuestos a ayudar, pero pertenecer era más comprometedor. La edad de los postulantes se imponía entre dieciocho y veinticinco años, noveles idealistas pero sin un desarrollo económico y personal definido totalmente, permeables a las directivas y enseñanzas de los mentores. Nunca, hasta ahora se habían necesitado más de veinte hermanos, ese era el número aproximado estable de activos en la organización. Como la última operación había sido nefasta, junto a Sofía, antes de partir decidieron crear un cuerpo de elite, con aspirantes entrenados profesionalmente, la situación vivida no podría ni debería repetirse jamás. No habría una nueva oportunidad. El mayor sufrimiento lo llevaron los padres de Franco, perder los dos hijos con tan poca diferencia de tiempo llevó a la madre del Elegido a ser asilada con una aguda depresión, el padre, un poco más fuerte y emocionalmente más estable, acompañó a su esposa alentándola en todo momento hasta que el doctor decidió la internación. Durante el último mes de la gestación, Verónica no dejaba de pensar en Selene, se había convertido en una verdadera obsesión, las recurrentes pesadillas con la siniestra figura como protagonista no cesaban a pesar de la contención de Sofía, el único puntal con el que contaba la Madre. Decidieron entonces solicitar ayuda sicológica, la encontraron en manos de una reconocida profesional, la doctora María Maggi, quien en la primera sesión, luego de las preguntas clásicas y de rigor como: ¿Tiene pesadillas con frecuencia (recurrentes)? ¿Se presentan en la segunda mitad de la noche? ¿Se despierta súbitamente? ¿La pesadilla causa temor y ansiedad intensos? ¿Recuerda algún sueño atemorizante (con imágenes visuales vivas y argumento similar al de una historia)? ¿Ha tenido alguna enfermedad reciente? ¿Estuvo en una situación estresante recientemente? ¿Consume alcohol? ¿Cuánto? ¿Qué medicamentos toma? A estas se le agregan infinitas preguntas más, mucho más específicas de acuerdo a los indicios que muestra cada paciente en forma individual. Si bien el profesional no realiza estas preguntas en forma ordenada, sino “disueltas” dentro de una charla amena y en forma circunstancial, son los primeros acercamientos con el paciente. Las reacciones de Verónica, sus respuestas en una serie de consultas ayudaron a determinar que la joven sufría de un stress causado por la pérdida de su esposo, en realidad los datos más importantes y decisivos para un buen diagnóstico eran esquivos para la profesional, otorgándole a Selene y su bebé una analogía con el estado de la paciente y el miedo de ser madre. Sin embargo sirvió para que la joven mujer comparta con alguien más algo de su dolor y sus miedos, sus preocupaciones y sus pesares, y por supuesto su esperanza de ser madre por primera vez. La doctora Maggi acotó también que notaba un peso muy grande sobre sus hombros, todas esas causas unidas le daban el carácter tan marcado a la dolencia. En apenas dos semanas, Joel logró hacer ingresar a las filas de la Hermandad a diez jóvenes interesados de servir a una causa noble, de los cuales había apuntado para la verdadera labor a cuatro, una inestimable cantidad para el momento por el que estaban atravesando. Desde el momento en que el Elegido tomó el Cáliz, los custodios deberían haberse desentendido del caso, pero la pasión con que John y Mike llevaban adelante su trabajo provocó este desenlace impensado. Invocando la memoria de estos dos valientes fue que el muy astuto Joel logró llamar la atención de los postulantes, creando una división especial y secreta, convirtiendo parte de la organización en una estructura militarizada, creadora de hombres entrenados capaces de defender el Nuevo Orden como correspondía, no encontraron otra solución, deberían prepararse, concientes que el mal estaba preparado. Sofía acompañaba a su hija permanentemente y no la dejaba sola en ningún momento pero conocía lo que estaba ocurriendo, la mente de Verónica era invadida por oscuras fuerzas, seguramente sus visones de Selene eran reales, y la maléfica mujer llevaba dentro de su ser al hijo del mismo Satanás, un contendiente del Mesías a largo plazo. Sin duda tratarían de eliminar al Niño apenas nazca o durante los primeros años de su infancia, o mañana. La sabia y valerosa señora esta vez tuvo miedo, decidió pedirle a Joel que retorne de Inglaterra y se radique en Roma con algunos de sus muchachos para defender al pequeño y a su madre. 10 de diciembre de 2005 Escasos diez días restaban para el nacimiento más esperado, las mujeres hablaban de su Hijo y su Nieto sin a veces, darse cuenta de quien se trataba. Verónica no había decidido aún el nombre del Niño, pero en realidad, muy dentro de ella sólo sonaba el nombre de Jesús, pensó en llamarlo Franco, pero supuso que su marido hubiera insistido que se llame Jesús. Cuando el joven regente de la cofradía recibió el llamado de la dama, inmediatamente regresó a la eterna ciudad y propuso a Sofía que se instalaran en el edificio perteneciente a la Hermandad, el cual contaba con lugar suficiente y era más fácil defender en caso de ataque. Si bien no contaban con el entrenamiento previo, los nuevos hermanos eran conocedores y habían practicado tiro y artes marciales, lo que ya era una ventaja si de defensa se trataba, mientras en la sede de Londres continuaba el reclutamiento junto al riguroso entrenamiento de los decididos hombres, contaban ya con veinte dispuestos a jugarse por la organización. La capacidad económica de la misma estaba basada en la cantidad de propiedades inmuebles que habían acumulado en el transcurso de los años, y en inversiones en el mercado de valores de la gran capital inglesa. Se podría decir que eran poseedores de una pequeña fortuna, lo que les permitía a los integrantes percibir una auspiciosa cantidad de dinero periódicamente para su manutención personal, sobretodo teniendo en cuenta que se trataba de un reducido grupo de personas. En el subsuelo del edificio en Roma había una serie de corredores secretos subterráneos, muy comunes en esa ciudad que databa de varios siglos de antigüedad y que fue restaurado en su momento por un grupo de hermanos, quienes secretamente sellaron parte del túnel que más se alejaba, quedando expuesta sólo una muy pequeña sección de dichas catacumbas. Un plano completo del complejo sistema de pasadizos se hallaba dentro de la caja de seguridad junto a las Sagradas Escrituras, obra de José, y mantenidas en secreto por casi dos mil años. La primera labor fue desobstruir los pasajes y crear un plan de escape para la Madre y su Hijo, dichos pasadizos se extendían casi por un kilómetro de longitud, formando una maraña de conexiones subterráneas; en realidad toda la ciudad de las siete colinas se encuentra recorrida por infinidad de acueductos y pasajes subterráneos, muchos de ellos aún no descubiertos, justamente este sistema era uno de ellos, comenzaba en la Iglesia Santa María del Popolo y se extendía por casi un kilómetro y medio por debajo de la Vía del Corso hasta la Casa Generalizia Dell'Ordine Dei Servi Di Maria; con ramificaciones hacia ambos lados, alguna extensas, llegando a los doscientos metros del ramal principal con salidas accesorias marcada exactamente en el plano y principales cuyas tapas podían ser removidas desde el interior para acceder a la superficie. En las secciones más distantes, casi llegando a la iglesia de María, dejaron víveres y armas en cantidad suficiente, asimismo se aseguraron que las salidas no estuvieran obstruidas hoy en día. El edificio perteneciente a la hermandad se encontraba equidistante de ambas salidas primordiales, sobre un corto túnel que se dirigía hacia el este a escasos setenta metros del pasaje madre; en ese lugar se hallaba la primera dotación de armas. Todo se encontraba en perfecto estado, sin duda sus antecesores habían realizado un trabajo muy bueno de mantenimiento antes de sellarlos; sólo humedad y oscuridad predominaban bajo la superficie, es por eso que también dejaron a mano sendos equipos de iluminación. Todo se hallaba previsto para una situación de emergencia, indeseada. Dentro del amplio salón principal de la nueva morada de la Madre, acondicionaron unos paneles blindados formando una habitación aislada totalmente del resto de la casa. Sería el último reducto antes de descender a los túneles, les otorgaría más tiempo para escapar y sacar verdadera ventaja a los potenciales agresores. Todo previsto, todo pensado. Sólo restaba lo verdaderamente importante: el nacimiento del Salvador. En un primer momento pensaron que acontezca en una clínica, pero no tenía sentido preparase de una manera tan extrema y luego dejar librado a la suerte el ser atacados en la institución de salud, carentes de todo para efectuar una defensa que pueda salvar las vidas de la familia. Por medio de súplicas y pedidos especiales lograron que el parto se realice la residencia, Marcos, su doctor no estaba de acuerdo totalmente con la decisión de las mujeres pero dado que todo estaba predispuesto de la mejor manera posible accedió al particular pedido, de todos modos, la clínica Del Sol se hallaba a pocas cuadras de la morada. La mañana del diecinueve de diciembre se presentaba triste y gris, el frío resultaba insoportable en la calle, la calefacción funcionaba casi en el extremo de la escala de regulación, hacía años que el invierno no se presentaba tan poco benévolo con la ciudad. Nubes, viento y una llovizna muy fina que al hacer contacto con el rostro podría seguramente confundirse con miles de espinas cercenando la piel; era helada, nevaría en cualquier momento. El cielo se mostraba totalmente cubierto, así transcurrió toda la jornada hasta casi las veintiuna horas, donde los espesos, oscuros y cargados nubarrones comenzaron a disiparse lentamente hasta dejar un despejado y negro cielo. Joel decidió hacer una última recorrida por la ruta de escape, eran ya las veintidós y treinta de la noche, desconocían el horario del parto pero Verónica ya estaba con dolores y contracciones seguidas, decidieron llamar a Marcos, quien en apenas quince minutos arribó con todo el equipo que pudo traer consigo. -Quiero asegurarme- aclaró sonriente y animado. - Todo saldrá bien- finalizó. Comenzó por bajar del auto el monitor de ritmo cardíaco del bebé, siguiendo con todo lo que se podía transportar. Junto a él concurrió una enfermera que deseaba asistirlo a cualquier precio, una muy bonita joven de llamativas formas y largo cabello azabache rizado, el cual recogió y colocó prolijamente dentro de una cofia al ingresar a la inexpugnable e improvisada sala de parto. Al verla, la Madre notó un extraño parecido con Selene, lo que la incomodó un poco, comprendiendo luego que se trataba de sus propios nervios y relajándose nuevamente al ver sonreír sinceramente a la mujer. El médico comenzó por preguntar lo de rigor. Cuánto tiempo transcurría entre las contracciones y cuánto persistían; luego realizó un tacto vaginal y comprobó casi cuatro centímetros de dilatación. Se quitó y desechó el suave guante y tomó el monitor cardíaco, mostraba un fuerte y acompasado ritmo. Al oírlo, Verónica supuso que presentaba algún problema, pensó que la frecuencia era muy alta, desconociendo esa característica en los bebés, en realidad les ocurre a todas las madres primerizas que no hayan escuchado con anterioridad al parto los rápidos latidos de sus hijos. Con su arma automática en la sobaquera y un handy de UHF en la cintura, Joel ya se encontraba desandando el camino que usarían en un eventual escape, había llegado a un extremo del túnel principal con intenciones de dirigirse al otro extremo y regresar recorriendo cada una de las ramas secundarias de la red subterránea. Volvía de la Casa de la Orden de los Siervos de María, sonrió, pensó en cuando construyan la Casa de los Siervos de Verónica, luego se arrepintió, le pareció una herejía o por lo menos una falta de respeto grave hacia la Madre; continuó caminando y ensimismado en sus pensamientos cuando al llegar a uno de los codos, cerca de la iglesia, en el otro extremo del sistema le pareció oír el llanto de un bebé. -No puede ser- pensó convencido por la profundidad a la que se hallaba, dirigió la linterna hacia arriba, luego hacia uno de los costados y no veía nada que no fueran muros sólidos. Luego supuso que el Señor había nacido y sus gritos se escabullían traviesos por algún intersticio entre las gruesas paredes, alguna de las cuales habían sido revocadas con un mortero impermeable para evitar filtraciones en los acueductos de hace veinte siglos; comenzó a buscar alguna fisura que posibilite tal propagación sonora pero además se encontraba verdaderamente muy lejos para que llegue el sonido de forma tan clara y precisa. Tomó su radio y se comunicó directamente con Sofía, quien se hallaba a un lado de la cama de su hija tomándole la mano y narrándole la noche en que ella nació y lo fácil que resultó el parto, lo que era una mentira ya que sufrió dolores por mucho tiempo y casi le practican una cesárea de emergencia que no hizo falta porque Enzo arribó oportunamente y le practicó unos masajes sobre el abdomen que posibilitaron que la niña se acomode rápidamente, deseó que el viejo doctor estuviera allí junto a ellas. - te escucho Joel – respondió la mujer. -dime si el Niño ha nacido- solicitó el muchacho. -no aún, dice Marcos que sucederá alrededor de las dos de la mañana- informó la ansiosa abuela. -es extraño, estoy oyendo un llanto de bebé desde hace unos diez minutos y creí que Él ya se encontraba entre nosotros, seguiré husmeando por aquí, mantenme al tanto de todo. Eran ya las veintitrés y treinta horas, el llanto había cesado pero Joel continuaba en busca de algún indicio, los equipos de iluminación más potentes estaban en los extremos, desitió de la idea de ir a buscarlos para realizar una inspección más acabada de las paredes y del redondeado techo, contaba con la linterna. Lentamente recorría el camino por enésima vez, el llanto regresó y esta vez era aún más fuerte y definido, no había ninguna duda, había un bebé y no se trataba de Él; su piel se erizó en la espalda y el cuello. Pensó- quién o qué podría nacer en las catacumbas? Qué clase de madre pariría en la total oscuridad? Y lo peor era que se hallaban a pocos metros del Niño. Se negaba a entender, no quería comprender, decidió arriesgar y hallarlos. En voz muy baja transmitió la situación a Sofía, quien soltó la mano de su hija dejándola caer rudamente sobre la cama, llamando la atención de Verónica que le preguntó que ocurría. -Nada chiquita, nada, es Joel que está regresando de la recorrida de control, todo está en orden, descansa mi amor. Mientras la decidida mujer hablaba con su hija, el expeditivo joven reconoció en una pared el antiguo símbolo de la masonería, una G entre una escuadra y un compás; pero no representaba la edad de los muros, se trataba indudablemente de una inscripción mucho más reciente pero al tratar de acercar el estrecho haz de luz, la linterna se escurrió de su mano izquierda y cayó estrepitosamente al húmedo y pétreo piso sin apagarse, por suerte, quedando en una grieta pequeña fuera de nivel y dirigiendo su luminoso y revelador rayo hacia la pared enfrentada al epígrafe, mostrando esta vez el nombre NIMROD, grabado profundamente en una piedra de distinta genealogía que las del resto de la estructura. Curioso y preocupado se acercó a ella- debió agacharse un poco - y observó que se trataba de un bloque cuyo tamaño era cuatro veces el tamaño de los demás en altura y aproximadamente el doble en su ancho, en su mente visualizó una puerta moderna. Apoyó su hombro derecho en la aparente inamovible y maciza roca y empujó despacio, para no hacer demasiado ruido, pero firme para tratar de hundirla en la pared. La corazonada resultó una realidad, el pesado monolito sucumbió ante la perspicacia del muchacho, y su fortaleza por supuesto, retrocediendo apenas unos centímetros e incrustándose en la pared, justo en la forma imaginada. Miró su reloj, veintitrés y cincuenta minutos. Sin saber porqué, en su cabeza resonaba que nacería a las cero horas. Se apoyó nuevamente pero con más decisión y logró moverla otros cinco centímetros, pensó en Dios, en sus desaparecidos amigos de la hermandad y les solicitó fuerzas para lograrlo. Notó una luminosidad a sus espaldas que reverberó en el largo corredor sombrío dirigiéndose al otro extremo alejándose y se extinguió. En silencio. Quedó inmóvil y ahora la luz fue acompañada por un chasquido seco. Sintió paz, no temor, había escuchado algo de ese tenor en las conversaciones con los hermanos, supuso conocer el origen del destello. Esperó confiado. Un brillo extremadamente blanco giró hacia él desde una de las derivaciones que conducían a los pasajes secundarios, al verlo acercarse se colocó de espaldas contra la pared. A escasos diez metros pudo discernir la figura que suponía, largos barba y cabellos, suspendido a veinte centímetros del piso se detuvo y con serena voz se dirigió al hermano. - Me conoces, sabes quién soy, no me temes, crees en mí, estoy aquí para ayudarte Joel- aseguró Merlín. - Si maestro, sé que así será- respondió respetuosamente y emocionado el afortunado muchacho. La luz comenzó a concentrarse en las palmas de sus manos, las cuales colocó paralelas al muro, una junto a la otra, su figura etérea parecía absorber la energía lumínica incorporándola hacia su interior indefinido, inclusive el halo que lo envolvía fue asimilado, dentro de su contorno la blancura mutaba a un azul profundo y era emanado en forma de rayo hacia la roca, la cual comenzó a retroceder de a poco, un poco más, más, más aún hasta resignar su lugar a la voluntad del señor. Merlín bajó sus manos, se acercó al joven y lo tomó de los hombros con fuerza susurrándole en el oído- has sido elegido. Sintió un notable sacudón y pareció perder el conocimiento pero quedó de pie, expectante a las indicaciones del espectro. -Cumple tu tarea, entra y acábalo, esta indefenso, si fallas ahora la lucha será sangrienta y la humanidad toda lo lamentará- sentenció el eterno anciano; y de entre su fantasmal ropaje sacó una daga similar a la que poseía John y la colocó en su mano derecha. Se retiró apenas un metro hacia atrás como esperando la decisión de Joel quien no dudó una décima de segundo; con el puñal en su cintura y su pistola nueve en la mano ingresó por la abertura y caminó unos veinte metros, notó una rojiza claridad, hacia allí se dirigió, en ese recinto, al cual ingresó dispuesto a dar la vida, solo con su fe, presenció la escena más atroz de toda su vida, sobre un altar de piedra yacía una bella mujer, pálida sin vida, con su vientre destrozado, como si hubiera estallado y en un evidente estado de putrefacción y recostado entre sus entrañas una criatura que lo observaba tranquilo con unos intranquilos ojos rojos brillantes, emitió un agudo quejido y cuatro asquerosos seres se corporizaron ante su rostro, babeantes, deformes, llegados en ese preciso instante del mismo infierno, tiró la linterna para aprovechar su otro brazo y se dirigió hacia uno de los rincones, detrás del altar, con la tenue claridad se las arreglaría para terminar con las repugnantes bestias, pero no era ese el plan del demonio, comenzaron a aparecer más y más íncubos menores tornando la situación desesperante; mientras, el niño sonreía despreocupado. Joel tomo su arma y comenzó a disparar eliminándolos fácilmente, pero por cada uno destruido aparecían dos más, cambió su cargador en dos oportunidades, era el último y había recibido muchas heridas en su cuerpo y rostro, se sentía desvanecer por la pérdida de sangre, se preparó para lo peor, desfalleciente tomó la daga y continuó dando pelea a los amorfos entes esponjosos, el suelo era un mar de despojos cuando la luz brilló dentro de la arena cegando a los viles; Merlín ingreso y dirigiéndose al pequeño monstruo le espetó- Hermano, lo siento pero así es el Orden. Con un chasquido cerró el portal al inframundo y los aberrantes seres se desvanecieron dejando al niño expuesto a la daga de Joel, quien a pesar del dolor y la confusión apuñaló al pequeño hijo de Lucifer en el centro del pecho con un rápido movimiento, sus ojitos se abrieron al extremo posible y un alarido desgarrador inundó las catacumbas confundiéndose con el llanto del recién nacido en la superficie, en la luz, Nuestro Señor, Nuestro Cristo… Jesús había regresado. Joel, impávido, se sacudió las ropas, giró para agradecer a Merlín pero se encontró solo, nunca había visto tanta sangre dispersa en un lugar, observó el rústico altar y notó el cadáver totalmente corrompido y una perforación con oscuros rebordes entre las piernas del cuerpo inerte de la malévola Selene. Miró el reloj, rió, eran las doce y un minuto, supo que había nacido; el mal siempre está cerca de nosotros, a nuestras espaldas o frente a nuestros propios ojos, escondido, mimetizado, disfrazado, travestido, persistente, acechante, tentador; ten cuidado cristiano, cuídate hombre, el Salvador está nuevamente aquí, pero en tu umbrosa alma llevas el mal contigo. Recapacita. Cansinamente regresó por el pasadizo hasta la escalera que lo llevaría a la casa de la Hermandad, nunca se hubiese imaginado lo que esa noche sucedió en las profundidades Emergió pesadamente, sus compañeros, al verlo en ese calamitoso estado se apresuraron a asistirlo, Marcos, que aún se encontraba en el lugar lo observaba absorto.- Qué te ha ocurrido?- demandó el profesional mientras lo miraba ascender desde el subsuelo. -Nada doctor-respondió el joven tratando de minimizar la situación. -Descubrí que debajo de nosotros había una serie de túneles y decidí investigar, pero no estaba solo, aparentemente un grupo de malvivientes se escondía al resguardo de las sombras; me descubrieron mientras me acercaba y me atacaron pensando que pertenecía a la policía, por suerte logré escapar casi ileso y entero. Deberemos sellar esta entrada de inmediato. El médico arrugo el seño y abrió la boca como para decir alguna palabra, pero se abstuvo de comentarios, miró a su alrededor; los cuatro guardias, el parto a escondidas, la abuela con un handy dando órdenes, rencillas en las catacumbas, digamos un extraño escenario. Sólo expresó entre dientes- Ahá. Verónica se encontraba en un óptimo estado, el Niño nació con las primeras fuerzas, lo que no desgastó a la Madre. Casi cuatro kilogramos pesaba la criatura, de inmediato se prendió al pezón de su mamá quien lo observaba maravillada, no tenía ese sentimiento desde hacía mucho tiempo, se entristeció, pensando en lo que Franco se perdería, pero trató de no recordar, deseaba ir hacia delante, él lo hubiera querido así, si, eso hubiera deseado. Cambió al bebé a su seno izquierdo y sonrió. Sofía, sentada en el borde de la cama la mirada extasiada, feliz, esa imagen valía todas las penurias pasadas, aunque no todas las parejas viven este verdadero calvario para lograr la paternidad, tampoco verán crecer jamás al Hijo de Dios dentro de su hogar; regresó su pensamiento nuevamente a Franco, el sabía muy bien que al ser clonado el pequeño no conservaría nada de su herencia, aún así, nunca habló del tema, ni mostró algún desdén. En realidad el Niño no llevaba datos genéticos de ninguno de los padres terrenales, era una copia fiel de aquel Jesús que recorrió caminando las tierras conocidas y predicó la Palabra Divina hace dos mil años exactos, teniendo en cuenta el defasaje de siete años que existe entre ese tiempo y este. Pero todo vuelve a comenzar, la vida es una gran rueda en posición vertical, similar a un molino movido por la acción de un curso de agua, pero en este caso el motor es Divino y en cada álabe se encuentra distribuida la historia, y cada vez que completa un giro todo vuelve a comenzar, pero el agua que pasó no mueve nunca más la rueda, las nuevas corrientes dan la particularidad a cada ciclo siendo nosotros las eternas víctimas del incesante devenir retórico de la existencia, nuestras decisiones no alteran el incesante movimiento, siempre es igual, solo varía el caudal, o sea que al final del ciclo, antes o después, cuando la paleta que marca el término y el fin, ingresa en la corriente nuevamente es determinante de una nueva era. Jesús es nuestro álabe, Él es nuestro principio y nuestro fin, las épocas son marcadas por él y no por la arbitrariedad de los hombres. Ha vuelto. La nueva era ha comenzado. [1] Nota del Autor:El gran amigo de Jesús era miembro del Sanedrín, un consejo integrado por veintitrés jueces en cada ciudad judía que a su vez formaban el Gran Sanedrín, de setenta y un miembros de las ciudades de Israel. Tenía a su cargo, además de decidir sobre cuestiones religiosas con total autoridad, la administración de justicia con poderes absolutos, pero supeditados a la decisión final romana. Era además, decurión del Imperio Romano, encargado de explotaciones mineras en la zona y amigo de Poncio Pilatos, Prefecto de Judea, que llevó finalmente al Maestro a la crucifixión para salvar su propia vida. Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, conspiraba contra él para eliminar ese cargo en la región; incitado además por el mismo Sanedrín a castigar al Mesías, aunque en primera instancia no lo encuentra culpable, culmina avalando la pena de muerte. Acusaron al Nazareno de atentar contra el poder del Cesar, Pilatos no pudo pasarlo por alto, sería condenado también por traidor. En realidad Nuestro Señor fue ajusticiado por pretender ser más César que el César, así lo hicieron parecer los propios judíos.
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