En un baile de máscaras
Publicado en Nov 19, 2012
Una voz serena y segura hablaba
Desde detrás de una sonrisa acerosa Contando a una joven muchacha Una anécdota que juzgo curiosa. Una flor creció en mi jardín, Si la había plantado no lo recordaba Quizás creció sencillamente allí Una flor creció al pie de mi ventana. Sin embargo la regué, La observé mientras crecía, La protegí y la cuidé Y pensé que me pertenecía. Y un día trepó, Escaló con sus nudosos brazos de madera, Con sus centenares de hojas abiertas al sol Se elevó como buscando la luz de las estrellas. Pero la flor trepaba en pos de mi ventana. Y reptaban las ramas por mi alcoba Y me inundaban con su olor, algo melifluo Un olor que me seguía y casi me enamora. Era la caricia silvestre de las hojas tiernas, Al despertar la luz del sol y el rocío sobre sus pétalos Y al acostarme el viento susurrando palabras zalameras. Era un mundo de fragancias y tactos suaves, casi sentimentales. Mas creció y creció Hasta que sus toscas ramas entorpecieron mis pasos Su pegajoso olor casi me ahogó Y sus caricias aterciopeladas se me atragantaron. Así, corté algunas de sus ramas Y arranqué algunas de sus flores Colocándolas mientras lloraban Sobre repisas en espléndidos jarrones. Era mía y la domé. Por eso hay madera desnuda envolviendo mi ventana, Por eso me abrazan aún en sueños sus ramas muertas, Por eso llevo extinta una flor en la solapa Y hay en mi jardín una planta triste, yerta y seca. Y la dama se alejó sin comprender la historia Y el caballero de la flor muerta deambulo por la mascarada Tomado por una extravagancia pueril e irrisoria En mitad del mar de sonrisas cinceladas. (31/05/12)
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