Me decido a proponer una visión propia de un tema comúnmente en boga en la historia de la humanidad: la política. Hace un tiempo, una persona me preguntó que a qué partido o tendencia política pertenecía, a lo que yo le contesté que a ninguna, pues yo no creo en algo como eso. Desperté el rechazo a mi respuesta automáticamente, siendo rebatido de la siguiente forma: ‘’Todo el mundo pertenece a algo, todo el mundo tiene su manera de pensar. Es más, yo haciéndote unas simples preguntas puedo decirte al instante a qué bando perteneces’’. Yo le dije que adelante, que preguntase lo que creyese necesario. La pregunta era la siguiente: ‘’ ¿Te parece que bien que yo tenga que pagar los mismos impuestos que una persona millonaria, teniendo yo los ingresos que tengo? ‘’. Jamás encontré una respuesta tan fácil, adivinando su postura claramente. La respuesta contenía otra pregunta, ‘’ ¿Opinarías lo mismo si mañana te tocase la lotería y pasases a formar parte del otro bando?’’. Obtuve un silencio un tanto otorgador. El ser humano, es un animal puramente circunstancial, envuelto y ligado a miles, millones de matices al día, los cuales le hacen tomar una tendencia determinada en el transcurso del tiempo que sea necesario.  ¿Cómo estar afiliado tan solo a una sola idea y manera de pensar, habiendo infinitos momentos en los que desenvolverse? Es una duda que me planteo desde hace mucho tiempo. A mí personalmente me costaría un esfuerzo de mil demonios el defender una rigidez intelectual ante la belleza y grandilocuencia que supone el descubrir y hallarte en todos los espacios posibles de este mundo, y acabaría viendo que las mentes tendenciosas, solo tienden al fracaso y a apretar cada vez más la venda de los ojos. Si hay algo a lo que sí pertenezco es a la vida misma, y a tratar de usar la inteligencia de la que pueda disponer para hacer el bien y la tranquilidad y no malgastarla en debates absurdos, en trifulcas inservibles y en falsas banderas y colores. No soy de izquierda ni de derecha señor mío, no pertenezco a nada que me obligue a clasificar mi imaginación y mis ganas de dilucidar, y todo aquel que pretenda hacerme ver que tengo la necesidad de decantarme, le diré sintiéndolo mucho que no. Si la política, una práctica tan antigua como el comer, se puso un día al servicio del pueblo y de su bienestar completo; viendo como está el mundo en el que vivimos me veo obligado a decir que me siento muy por encima de esta clara y llana mentira.