El Lenguaje de las Nubes
Publicado en Nov 20, 2012
El Lenguaje de las Nubes. (Cuento).
Ésa mañana, Miriam se levantó con un extraño dolor de cabeza. Era como si tuviera todo un enjambre dentro de la cabeza. Tras ducharse, se vistió para ir al trabajo, desayunó, tomarse algo para el dolor de cabeza, abrió la ventana de su, notando en su cara, el clásico aíre húmedo de levante. --No lloverá, pero hoy ya no hace tanto calor como ayer.--se dijo la joven, saliendo de su casa. Pulsó el botón de llamada del ascensor, a esas horas muy demandado.--Y eso, que somos cuatro gatos.--el móvil sonó con fuerza.--¡Joder!.--lo miró.--¡Xè!.--el ascensor paró en su piso. Miriam entró en el ascensor, pulsó el botón de la planta baja, y se arrellanó en una esquina.--¡¡Buff!!.--exclamó hastiada. El ascensor la dejó en la planta baja. Allí la esperaban, su hermana y sus sobrinos. Miriam era soltera total. --¡¡Te he despertado!!.--la saludó su sobrina, una encantadora jovencita de 16 años. --Pues, no. Ya llevo una hora bien despierta. -- Pues haces cara de sueño. --Porqué me duele la cabeza. --¡Qué raro!--exclamó su sobrino, un atractivo jovenzuelo de 18, moreno como un tizón. --¡Bueno...!.--terció, conciliadora, la hermana mayor de Miriam-- Bibi, que hoy no vamos ha comer ni Toni, ni yo.--Toni era el chaval.-- Y, acuérdate de comprarme tabaco. --¡Y a mí, chuches, Teta*!. Y arréglate el pelo, que lo llevas fatal.--se inmiscuyó la jovencita. --Y que me echen del curro, también, ¿no?--ironizó Miriam.--Está el asunto como para ausentarme mucho rato del trabajo.--sentenció con amargura la joven.--Arreando, Silvia. --¡Chao! --¡Chao! El grupo familiar se dividió. Madre e hijo, tiraron hacia la derecha. Y tía y sobrina, continuaron en línea recta, entre avenidas, algo destartaladas; calles y fincas y más fincas, de 5 y 7 alturas. A Bibi y su sobrina se les cayó el alma a los pies, pues eran, casi las únicas transeúntes, en ésos momentos por las calles de Valencia. Bibi, se arrebujó entre su fina rebequíta de fina lana gris, mientras, su sobrina parloteaba sin cesar, contándole lo que iba ha realizar durante la larga y matinal jornada escolar. Finalmente, llegaron a sus destinos, la boca del metro de la Alameda de Valencia. --¡Adiós, Teta!. --¡Adiós, Silvia!. Y no embarulles mucho.-- se despidieron con un beso. La jovencita, se quedó esperando a unos amigos. Y Bibi, descendió hasta en andén de su metro. Empezaba la larga jornada laboral, en la Biblioteca de Central de Valencia...
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