La viuda de Ismael Albarracin
Publicado en Nov 21, 2012
Seis de la mañana en punto, su hermano le toco apenas el hombro, pero no fue demasiado cuidadoso, Cecilia desperto con un violento ademan, sobresaltada, como quien despierta de las garras de una pesadilla.
Recien a las tres de la madrugada habia podido conciliar el sueño, se habia dormido agotada de tanto llorar. Pero ya era hora de despertar y enfrentar la realidad, era la hora de enterrar a su marido, Ismael Albarracin. Solo la consolaba pensar que estaban junto a ella su padre y sus dos hermanos. Mientras cubria de luto su cuerpo recordaba los mejores momentos de su vida al lado de su esposo, su sonrisa vivaz, su mirada profunda, su hablar elocuente...cosas de las que Cecilia se habia enamorado cuando lo conocio. Tan jovenes se habian casado, habian quedado atras tantas ilusiones y proyectos. La rutina y sus diferencias los habian vuelto casi desconocidos. Y ese hijo, ese pobre niño que nunca nacio, ahora pensaba que quizas habia sido mejor asi. Sintiendose miserable, lagrima a lagrima, abotonaba la blusa, se calzaba los zapatos, subia el cierre de us pollera; ropas viejas y tristes, tan negras como su presente, tan negras como su futuro. El luto, la cara lavada, el cabello recogido; detalles que la hacian verse como un espectro patetico flotando lentamente hacia fuera de la habitacion. Su hermano volvio a buscarla y la condujo al comedor donde estaban su otro hermano y el abstraido padre junto al cuerpo inerte de Ismael, ya limpio y cambiado de ropas por aquellos hombres que median cada movimiento como en un ritual... Colocaron el cadaver en una sabana, un poco rasgada, pero lo suficientemente amplia como para cubrirlo totalmente. Solo ella sollozaba timidamente, no se atrevia a mirar a su esposo. Los tres hombres cargaron el cuerpo, siempre con cuidado, siempre con respeto, al fin y al cabo el habia sido parte de la familia y un extraño cariño los habia unido a ese hombre desde que llego a su casa tomado de la mano de Cecilia por primera vez. Mientras caminaban por el sendero no podian dejar de recordar, los tiempos pasados llegaban a ellos como una fina lluvia mojando sus rostros. El hueco en la tierra ya estaba hecho; habia sido el padre el encargado de cavarlo en un lugar aislado de la casa, cerca del cerro, alla en la espesura del campo. Luego de verlo dentro de la improvisada y humilde tumba comenzaron a taparla, lenta y despaciosamente, como queriendo hacer perdurar aquel momento. Ella seguia sin mirar, aferrada fuertemente a su hermano mayor, buscando refugio y escape para aquella tragedia. Paso una hora y decidieron partir hacia la pequeña casa perdida en el monte. Solo cuatro personas habian estado alli, no hacia falta nadie mas;cada uno volveria a su hogar y trataria de olvidar y seguir con su vida. Ninguno volveria a hablar de lo sucedido, ninguno contaria que la noche anterior Ismael habia llegado a casa borracho una vez mas y habia golpeado a esposa como tantas veces, la habia humillado de la peor forma como tantas veces. pero esta vez no fue igual, Cecilia saco valor del dolor y la amargura, de diez años de lucha e ingratitud. Decidio ponerle fin al problema y lo hizo de la peor forma. Sin pensarlo tomo un cuchillo y lo hundio en el vientre de su marido; un instinto,un reflejo, tan solo un impulso en defensda de su fragil cuerpo que ya sabia que la golpiza la volveria a dejar marcada y en cama. Lo detuvo a tiempo, lo detuvo para siempre. Fue la ultima vez que miro los ojos de el, sorprendidos y preguntando por que; lo vio retorcerse, llenas sus manos de sangre, tratando de contener la herida; lo vio agonizar y exhalar su ultimo suspiro. Esa era la imagen que llevaria de le para el resto de su vida. Pero ni ella, ni sus seres queridos lo diarian jamas. Seria el secreto oscuro y horrible que llevarian klos cuatro de ahora en adelante, el secreto de la muerte de Ismael Albarracin.
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Angel Vallarta