Un dulce momento del organillo.
Publicado en Nov 21, 2012
El organillero cumple su papel en las afueras de mi casa. Desde mi dormitorio le oigo con emoción. Pienso en ti. Aunque no estás conmigo se perfectamente donde y en que estás. Quisiera estar contigo, abrazarte, mirarte a los ojos (esos ojos!) y sonreirte. Por primera vez no pienso en ti como un objeto. Extraño el olor de tu piel, mas no tu hacer en la cama. Te extraño a ti. Ha sido tanto tiempo y no hemos logrado nada, solo odiarnos cada día un poco más. No era lo que yo quería y puedo asegurar que tampoco era lo que esperabas. Añoro la calidez de tu mano de la cual he recorrido todo el mundo... en mis sueños. Añoro tus palabras tiernas, y las mil veces que me haz dicho te amo... las mil veces que lo he imaginado. Yo, no he tenido el valor de decir te necesito, ahora me pregunto si lo sabrás. ¿Se te ocurrirá alguna vez que la mujer que dice adiós como si nada, ha soñado con una vida junto a ti, con hijos, con un perro que a ladridos y moviendo su cola nos de la bienvenida a nuestro hogar? De seguro no, te he repetido hasta el cansancio que odio a los perros. Me gustaría ser valiente y correr hasta tu casa... Bastaria con contestar tu llamado. Pero ya no quiero más, no más de lo mismo. ¿Pensarás en mi como algo más que un cuerpo dónde encontrar relajo? no creo, pero quisiera que si, y que en ese tu y en ese yo que jamás llegará a ser un nosotros, pudieramos sufrir lo mismo. Que ganas de que por una vez en nuestras vidas tuvieramos un arranque de humanidad... Y no será.... Cada vez escucho con más dificultad la música del organillo. Poco a poco muere la emoción. Seguiremos siendo lo mismos
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