El hilo de Ariadna
Publicado en Nov 22, 2012
Mientras, Ariadna, desenrolla su ovillo, las ratas se esconden, espantadas por la luz del hilo. Ella, sabe de sus ocultas y expectantes compañeras nauseabundas. Por eso, nunca deja su trabajo; tampoco duerme. Sólo hace su tarea con esfuerzo y dedicación; con el corazón lleno de fuego.
Su temor, lo conoce: los hilos tienen fin; su ovillo, también. Apresurarse a encontrar una nueva punta, no es tan difícil. Pero, la lana se termina, el fuego se apaga y Ariadna desespera: las ratas llegan. La luz se va; todo es oscuro. Queda petrificada, secándose por dentro. Pronto, los roedores comienzan a deglutirla. Algunos, van por sus piernas. Otros por sus senos. Pero, quien se lleva la mejor parte, es la que ama su a ojo izquierdo. Porque, como dijo la serpiente: “…sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios…”.
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