El prximo cuadro
Publicado en Nov 22, 2012
-Ponete a trabajar y dejá de dibujar, que el pizarrón es para los precios y no para sueños de un cabeza fresca.
Prefiero callarme y no contestarte, tengo tanto para decirte. Alimaña, crapulosa, sucia, despreciable. Yo voy a seguir dibujando y voy a venir a ver como te hundís en tu patética cueva. -Buen día ¡Qué rico aroma, se siente desde la otra cuadra, se nota que acá todo es artesanal! Artesanal, artesanal es la forma en la que la rata te madruga si supiera que “ese aroma” no es más que un jarrito roñoso al fuego con agua y esencia de vainilla para engañar, ¡por favor! -¿Me das un kilo y medio de masas? ¿Para qué pregunta? Todos me dicen lo mismo. Como si no fuera a atenderlos poniendo la misma cara de boludo que pongo hace cinco años y ellos ponen la misma jeta de compasión cuando me ven que me quemo las yemas al sacar el pan caliente del horno, porque los muy turros no se llevan lo que queda en el canasto. ¡No! Quieren el pancito calentito y te ponen carita de perdón. Pero qué poco les queda, muy poco, ya no va estar el gil que acomoda las carameleras por orden frutal, el que limpia siete veces la bandeja de las facturas como indica el feng-shui y no deja las puertas abiertas para que no se escape el dinero de la rata. No, claro que no, porque voy a estar exponiendo mis obras y la primera va a ser en homenaje a todos y cada uno de ustedes que hacen de mi vida una miseria de kilo y medio. -¿Y ya está el café? son más de las nueve y no desayune todavía. ¿En que momento me convertí en tu secretario, tu ama de llaves o tu cocinero? Ay, pero que feliz voy a ser cuando te llegué el telegrama y encima tengas que poner centavo por centavo todos los años que me negreaste. Voy a regocijarme como vos cuando calibras la balanza para que pese de más. Esta vez la balanza va a estar de mi lado y te vas a derrumbar como el complejo Warnes y yo voy a estar mirándote como el perro de Patán, riéndome de costado. -Llegaron los proveedores. Atendelos, querés y tráeme el edulcorante que me estoy cuidando. Si cuídate, cuídate mucho y guárdate edulcorante para bancarte la amargura de estos años en negro a la sombra de un toldo agujereado. -Discúlpame ¿las pastas son frescas? Siento la mirada de la arpía indicándome qué decir, no vaya a ser cosa que cuente que tienen más de diez días y que el amarillo de los fideos no es el huevo si no el estado previo a la pudrición. –Sí, señora, por supuesto. Frescas como el día. Fresco, fresquísimo voy a estar yo, tan fresco que de la lástima que me vas a dar voy ofrecerte toda mi sabiduría para que el negocio no se te venga abajo, inútil. Nunca distinguiste las de grasa de las de manteca. - Ya son casi las nueve. Empezá a limpiar los vidrios, barré y mete adentro el cartel de los precios con la decoración, ésa tan creativa que le hacés. ¿Sabés? vos tendrías que pintar. Si querés, podés empezar por las paredes y si te sale bien, el cartel lo podés hacer vos. Con esas letras fileteadas, como la de los colectivos. Pensalo. Qué bueno me dejas pensar, pensé que ni eso podía hacer, dale te voy a pintar, claro que te voy a pintar y no sabes lo lindo que te va a quedar, te voy a pintar como a la Gioconda una sonrisa hermosa para que cuando mañana recibas el correo, puedas seguir atendiendo sin preocuparte por nada. Y no me busques, porque no voy a estar acá, voy estar a la sombra del árbol con mi risa de costado, planeando el próximo cuadro, planeando mi vida, planeando. Cintia Albenque
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